1/03/2015

Sobre las dicta duras (Pinochet), dicta blandas (Cuba) y la llamada democracia de EEUU y México



Pedro Echeverría V.

1. Cuando una o un grupo de personas adopta o mantiene una posición política e ideológica no es difícil averiguar la causa. No soy científico, pero pienso que desde antes de nacer los niños sufren cierto condicionamiento para que después del alumbramiento comience a recibir las “enseñanzas” del sistema dominante. Con toda la razón del mundo se ha dicho –aunque muy general-  que “el hombre piensa como vive” o que “la ideología dominante en una sociedad siempre es la de la clase dominante”. Si esto es así entonces la mayoría de las personas en el esclavismo, el feudalismo o el capitalismo –aunque sean tratados como animales, como siervos y como miserables proletarios- piensan como la clase dominante y busca ser como ellos. 

2. La ideología que nos imponen desde el nacimiento  –casi siempre sin darnos cuenta- en el hogar, la escuela, la iglesia, en la sociedad, es la que nos va a servir para construir nuestras ideas,  juicios y manera de actuar. Dado que en ninguna institución nos enseñan a pensar sino a repetir y dogmatizar “verdades”, la gente no construye conocimientos, no cuestiona las cosas, simplemente repite como dogma todo lo que oye en la televisión, en el hogar, la escuela y la iglesia. “Pinochet fue un gobernante que acabó con un régimen comunista en Chile”; “Cuba es una isla comunista sometida por el dictador Fidel Castro” y “EEUU es el país más democrático del mundo que busca imponer la paz en el universo”. Esas son las falsas verdades difundidas. 

3. Son muy pocos, quizá 10 de cada millón de personas en cada país, los que llegan a convertirse en pensadores críticos que no repiten lo que dice la TV, los maestros o los curas; los críticos indagan, cuestionan y encuentran los intereses que están tras las instituciones. Tengo la convicción que el 90 por ciento de los mexicanos no sabe, ni le importa saber, que Pinochet instauró en Chile –mediante un sangriento golpe de Estado en septiembre de 1973 contra el gobierno electo de Salvador Allende- una dictadura que asesinó a miles de seres humanos, que se mantuvo 20 años en el poder con el apoyo del ejército chileno y de los EEUU.  Lo que repite es lo que ha escuchado en la televisión: “verdades” construidas en las agencias de EEUU. 

4. Por el contrario, lo que los medios de información e instituciones del capitalismo han remachado en su campaña anticomunista para que el pueblo repita, el que Fidel Castro instauró en Cuba –desde enero de 1959- una dictadura contra el pueblo. Pero se silenció que Cuba expropió a todos los grandes capitalistas –en particular a los yanquis- que dominaban las tierras, las fábricas, los cañaverales, los bancos, el negocio turístico, el gobierno. ¿Cómo iba a reaccionar bien el gobierno de los EEUU si le expropiaron todas sus propiedades? Castro entonces instauró “una dictadura” que entregó toda la propiedad al Estado y buscó construir el socialismo. Los EEUU invadieron la isla usando a los exiliados anticomunistas, pero fueron derrotados. 

5. Sin duda fueron dos tipos de dictadura: la asesina de Pinochet que llegó al poder mediante un golpe de Estado militar, respaldada por los EEUU, lo gobiernos capitalistas y los medios de información a su servicio. Otra, la de Fidel Castro que llegó al poder mediante una revolución del pueblo, realizó en un año el analfabetismo, pasó la gran propiedad privada en manos del Estado e instauró un régimen con mucha mayor participación del pueblo. Mientras Pinochet recibió todo el apoyo yanqui, Cuba sufrió un bloqueo económico mundial –ordenado por EEUU- que la mantuvo casi congelada. Durante más de 50 años Cuba –por el bloqueo- construyó un igualitarismo en la pobreza, aunque hay que recocer que eso mismo provocó pobreza y muchos males.

6. Ante esas “dictaduras o dictablandas”, la ideología de la burguesía y sus instituciones, han difundido en todo el mundo que países como EEUU, México, Alemania, son regímenes democráticos porque se realizan elecciones para cambiar presidentes, se cuenta con un régimen de libertad para que cada quien decida su vida, se cuenta con un sistema parlamentario y judicial. A eso llaman democracia, pero todos sabemos que es una gran falacia porque en cada uno de esos países hay un noventa por ciento de la población que sufre racismo, pobreza, miseria, persecución y un diez por ciento que controla el gobierno, la economía, a los medios de información y la llamada justicia. ¿O alguien puede dudar que el capitalismo es un régimen de desigualdad?

7. Hay un dicho popular en México: “Dime con quién andas y te diré quién eres” y yo le agregaría: Dime si ves televisión, que periódico y libros lees y en qué partido militas y te diré quién eres.  La realidad es que las personas no existen, existen las ideologías, es decir, el pensamiento que nos han impuestos desde niños o jóvenes  por la clase dominante. Ese pensamiento o ideología es quien mueve a los seres humanos a actuar.  Si eso es así, entonces nuestra tarea principal es liberarnos de ese dominio y empezar a pensar y a decidir por cuenta propia. Sólo en la medida en que podamos interpretar con libertad el mundo en que vivimos podremos transformar todo lo que nos rodea. Así que sociedades y gobiernos sufren deformaciones ideológicas. (3/I/15)


"Nosotros, otra realidad"


"¡Por fin justicia!, ¡Si se pudo!, ¡Si se pudo!", se gritaba el pasado 18 de diciembre, a las afueras de la Corte Superior de Cajamarca, al norte de Perú, en apoyo a Máxima Acuña, quien derrotaba a la minera Yanacocha, tras haber visto amenazada su vida y la de su familia, al querer ser expulsada de su propiedad por parte de la empresa para el proyecto minero Conga, desde 2011.
Absuelta de los cargos, impuestos en agosto - dos años de prisión y al pago de 5000 soles (unos 23,500 pesos mexicanos)- por defender sus tierras, que según Yanacocha señalaba eran propiedad de la minera, devela la importancia del apoyo de la comunidad, del nosotros, por encima del yo individualista, pues como dijo Máxima “agradezco a quienes estuvieron pendientes del caso. Agradezco, además, a los magistrados que han hecho justica. En ningún momento yo vendí mi terreno, pero ellos (la empresa minera), se aprovecharon porque yo soy una mujer humilde y campesina”.
La lucha respaldada por toda una población ha dado frutos evidenciándose que cuando la mayoría apoya las causas justas de manera constante, por encima del individualismo las grandes empresas neoliberales pueden perder.
Carlos Lenkersdorf señaba en su artículo Nosotros, otra realidad (2000), “En la cultura occidental no se percibe la necesidad de enfatizar constantemente el NOSOTROS que, además a los “occidentales” les cuesta esfuerzo explicarlo. La individualización de cada uno lo hace difícil captar el significado del NOSOTROS y además poca es la experiencia que se tiene del NOSOTROS”, para refleja la importancia del lenguaje y trabajo en comunidad de los pueblos tzetltales y tojolabales en Los Altos de Chiapas desde 1972.
Lenkersdorf es autor de Los hombres verdaderos, libro que recibió el Premio Lya Kostakowsky en 1994 y de b’omak’umal tojol ab’al-kastiya. Diccionario tojolabal-español, primer y único diccionario tojolabal español que ha sido escrito tras los 500 años de coexistencia de esas dos lenguas y de sus portadores.
En medio de tantos atropellamientos, de tantas luchas vencidas, otras muchas por continuar el Nosotros, el trabajo en comunidad se vuelve fundamental, como explicaba Lenkersdorf al experimentar el uso del Nosotros entre el pueblo tzeltal donde el Nosotros borra al líder individual que toma de decisiones y pondera el NOSOTROS comunitario del cual depende la toma de decisiones. el NOSOTROS predomina tanto en el hablar cuanto en la vida, el actuar, en la manera de ser del pueblo.
Este tipo de accionar lo hemos conocido de manera amplia en México a través de la experiencia de l EZLN quienes a 20 años del levantamiento Zapatista continúan con los principios de la autonomía, la dignidad y la alegría rebelled tejiendo vínculos solidarios entre las comunidades como en el Primer Festival Mundial de las Resistencias y Rebeldías convocado conjuntamente por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y otros adherentes de la sexta declaración de la selva lacandona.
El encuentro inició el 21 de diciembre en Lerma Estado de México, continuó el 24 , 25 y 26 en un Festival cultural en el Distrito Federal y los días 27, 28 y 29 de diciembre, un festival tuvo lugar en Monclova, Candelaria, Campeche, para trasladarse la Fiesta de la rebeldía y la resistencia anticapitalista al Caracol de Oventic los días 31 de diciembre del 2014 y primero de enero del 2015., teniendo como clausura en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, los días 2 y 3 de enero del 2015.
Es así que en el Festival Mundial de las Resistencias y Rebeldías el nosotros representa el principio organizador de las relaciones socio-políticas horizontales entre iguales. Donde cada miembros de la comunidad tiene diferentes funciones, pero todas están bajo el control del nosotros, que vigila a fin de que nadie se convierta en manipulador de la comunidad.
El nosotros, en última instancia, es la autoridad por excelencia. Puede autorizar a algunos a hablar en su nombre. Por ejemplo, en momentos determinados, Ramona, Marcos, Tacho y otros miembros del EZLN pueden servir de voceros del nosotros. Si los voceros conocidos no hablan, no quiere decir que el nosotros se esté callando. El nosotros se puede hacer escuchar por todos y cada uno de sus miembros.
El contexto en el cual surge el nosotros en la sociedad occidental dominante es el momento de protesta, de lucha, cuando un sector de la población discriminada y oprimida se levanta en el camino de conquistar sus derechos.
El nosotros tojolabal del cual Lenkersdorf hablaba tiene una historia que antecede los tiempos de la Conquista; tiempos que no exigieron protestar y levantarse en nombre del nosotros. Con la llegada de los españoles y el contacto con la cultura occidental, ajena al mundo del nosotros, comienzan las fricciones.
A partir de ese momento el nosotros de los tojolabales y de otros pueblos autóctonos tiene que manifestarse como protesta, como oposición que interpela a una sociedad que no lo admite, pues su principio organizativo es verticalista. He aquí el punto de coincidencia con el movimiento por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos en los años sesenta. Ellos se apropiaron del nosotros en oposición al individualismo y al gobierno racista, discriminatorio y opresor.
Estos dos ejemplos del nosotros provienen de raíces históricas diferentes, pero hoy día, en el contexto de la sociedad dominante, coinciden al protestar contra un orden social carente de la solidaridad del nosotros. 

El intercambio de regalos

“Ofrecer, es desear”: Claude Lévi Strauss.


lasillarota.com

“Todas las sociedades parecieran penetradas por la convicción de que vale más adquirir para otro, que para sí, como si se le agregara al objeto un valor suplementario por el sólo hecho de que uno lo ha ofrecido o recibido como regalo… los indígenas maoríes de Nueva Zelanda, fundaron una teoría sobre esta constatación: Según ellos, una forma mágica que llamaron hau, se introducía en el regalo y vinculaba por siempre a quien recibía y a quien donaba… Acostumbrándose en un cierto periodo del año a recibir de otro, bienes cuyo valor es con frecuencia simbólico, los miembros del grupo social hacen manifiesta a sus ojos la esencia misma de la vida colectiva, que consiste, como el intercambio de regalos, en una interdependencia libremente consentida”, Claude Lévi Strauss.

El regalo y sus significados secretos

¿Quién no recuerda el regalo preferido de su infancia? ¿Y de su adolescencia? ¿Y de la edad adulta? Hay regalos que son objetos materiales, hay cantidad de regalos, quizá los más, que no son tangibles. La otra noche me dio por hacer una lista. En principio, pensaba en objetos: La casita de muñecas a los ocho o nueve años, con mueblecitos, cuadros, chimenea, personajes. Un muñeco bebé con toallitas y bañera. Mi bicicleta. El diario de Ana Frank. El regalo es un acto de cariño y de cuidado. Es un hecho –además- que los “objetos”, suelen representar bastante más que lo que son. Evidentísimo cuando se trata de un libro.

Me imagino que las/los muñecas/os me parecían el colmo del amor y la felicidad durante mi infancia, porque ahora los colecciono. Me detengo en todas las ventas de garage, las tiendas de segunda mano. A esos objetos tan delicados y bonitos, mis hijos (tres varones) los llaman: “Los chukis de mamá”. “Oh, una nueva Chuki, ésta es más terrorífica que la anterior”. Ya es todo un juego familiar. Pero, ¿qué coloca una/o alrededor suyo, sino aquello que le ofrece una sensación de bienestar, de seguridad, de belleza? Cada quien tiene sus objetos fetiches que le otorgan certidumbre. ¿A poco no?

Si no es una “colección” consciente, basta mirar cada objeto que guardamos, para descubrir: ¿Qué necesitamos? ¿Qué andamos buscando? ¿Qué significan esos objetos? ¿Comenzaron alguna vez como un regalo? ¿Quién nos ofreció ese regalo?

Vengo de Tabasco, también colecciono areneritos con arena de distintos mares. Cuando me fui a vivir fuera de México, en el aeropuerto, al momento de despedirnos, mi papá sacó de la bolsa una botellita llena de arena de nuestra playa. Nuestra playa se llama Miramar. “Guárdala contigo”. Y vaya que las he guardado: La botellita, la memoria y la arena. Así vamos, ofreciendo y recibiendo objetos materiales y simbólicos. Los otros regalos, los intangibles, están allí todos los días. Y una/o los agradece todos los días. Van desde lo minúsculo hasta lo enorme en la relación cotidiana con nuestras/os otras/os más significativos, y con todas/os esas/os otras/os a los que conocemos poco o nada, pero con quienes nuestras vidas se entrecruzan a lo largo del día.

La amabilidad, cuando se da, es un regalo. Es un regalo todo aquello que ordena y suaviza la cotidianidad, lo que la ilumina. Todo lo que nos permite aprender y cuestionarnos, lo que nos llena de energía, lo que nos ofrece esperanza. Lo que nos hace sentir que pertenecemos –y qué suerte- a nuestra comunidad de elección, y que pertenecemos a una comunidad bastante más vasta que puede transformarse, que ya aguantó demasiados abusos, que ya no tolera más ni las desapariciones forzadas, ni los asesinatos impunes, ni los abismos que separan a unas clases sociales de las otras. Ni la corrupción. Ni las puestas en escena que privilegian a algunos y nos sumen a la mayoría en el desasosiego.

Es un regalo todo aquello que nos hace sentir vivos, pensantes, que nos permite imaginar un país más justo y nos lleva entonces a decir: ¡Ya basta! Es un regalo pensar que estamos dispuestos a transformar el desamparo, en nuestra unión y nuestra fuerza. Así de millones de personas a como somos.

Los regalos tangibles en las fiestas de fin de año

Para quienes celebramos la navidad por motivos religiosos o porque conservamos una tradición familiar o por las dos razones, el intercambio de regalos-objetos es un dato duro de las celebraciones. Con todo lo que regalar significa, sobre todo: Tomarse el tiempo de pensar en una persona querida, pasear sus gustos durante días por nuestra cabeza, intentar imaginar ¿qué necesita esta vez? ¿Qué prefiere? ¿Qué podría hacerla feliz? Es cierto que una/o ni siquiera ha aún comprado o creado el regalo, y ya está imaginando la sonrisa de quien va a recibirlo. Esa sonrisa, esa mirada que nos ofrecen después, es el más lindo regalo que nos llega de regreso.

Este año, un amigo me regaló unos botines. ¿Por qué se los cuento? Porque tuvo la delicadeza de escuchar que en algún momento dije: “He andado muy indecisa y medio volátil, el próximo año quiero caminar y marchar con paso firme”. Es decir, cada regalo que hacemos y nos hacen, llega con sus metáforas. Con sus significados profundos. Con sus secretos intangibles. Con la gratitud que nos produce cuando somos escuchados. Fui a la marcha del 26 de diciembre con mis botines. Sentí que zapateaba distinto, más decidida, más protegida, más firme.

¿Por qué las madres suelen regalarle un suéter o una colcha a sus hijas/os? Porque los abrigan. ¿Por qué un padre regala un reloj? Porque anhela que su hija/o entienda y sepa lo que significa el tiempo. ¿Y qué es regalar una bufanda sino decir: “Lleva contigo mi abrazo”? ¿Y el regalo del mantel especial, los platillos deliciosos que las personas cocinan durante horas? Las recetas familiares que las/los adultas/os han conservado por generaciones.

El regalo en el texto de Lévi-Strauss

En un texto muy bello –como casi todos sus textos- “Ofrecer, es desear”, el antropólogo francés Claude Lévi Strauss analiza la antiquísima tradición de los regalos de fin de año. Quería subir el link, para compartirlo completito, pero no lo encontré en castellano. Cito, pues, algunos párrafos: “La historia de los regalos es a la vez simple, y complicada. Simple si nos limitamos a extraer el sentido general de la costumbre, para comprenderla. Basta entonces con retener la fórmula del día del año japonés: ‘O-ni wa soto - fuku wa uchi ’, que significa: ‘¡Fuera los demonios! ¡Qué la suerte entre!’.

"Como el año anciano debe arrastrar la desaparición de la mala suerte, la riqueza y la alegría de un día constituyen un presagio y casi una conjuración mágica, para que el año nuevo llegue teñido de los mismos colores… es más difícil trazar el origen preciso de los regalos en occidente. Los Druidas de los antiguos celtas llevaban a cabo una ceremonia, en la época que corresponde al primero de enero: cortaban las ramas de un roble –considerado una planta mágica- y las distribuían entre la población”.

“En Roma, la segunda quincena de diciembre y a principios del mes de enero estaban marcados por las fiestas en las que se intercambiaban presentes. Los de diciembre eran sobre todo velas de cera (las que transferimos a nuestros árboles de navidad) y muñecas de barro o de pasta comestible, que se ofrecían a los niños…pareciera que los regalos de navidad conservan la huella de este doble origen… costumbres paganas y ritos romanos…”.

Al borde del fin de año. Que nuestros inevitables análisis, memorias, recuentos, felicidades, bordecitos de abismo, anhelos, arrepentimientos…y todo lo demás, nos llenen de deseos y de fuerza y de tantísima esperanza.

Este año pisamos firme.

Bueno, lo intentaremos.

A todas/os los que me hayan acompañado hasta acá en el texto, (y también a todas/os los que no), a mis compañeras/os de La Silla Rota… a mis amores y querencias… y a sus amores y a sus querencias: “O-ni wa soto-fuku wa uchi ”, con la traducción que nos hace Lévi Strauss: “¡Fuera los demonios! ¡Que la suerte entre!”.

Con todo y a pesar de todo: ¡Fuera los demonios! ¡Qué la suerte entre!




El feminismo no asesina

Desde la Luna de Valencia
Por: Teresa Mollá Castells*

Que nadie se alarme por el título de este último artículo del año. Esta madrugada alguien me ha etiquetado en un tuit en el que se hablaba del genocidio del feminismo del siglo XXI. Me ha dado la risa y la idea de cómo comenzar este último artículo del año.

Comenzaré diciendo que, al menos para mí, hay tantos feminismos como personas feministas, puesto que aunque los objetivos son comunes la forma en que cada persona lo vive y lo practica es única.

Precisamente por esta cualidad, unas personas feministas lo practican en el ámbito académico, otras en el laboral, el intelectual, otras desde el anonimato militante, en redes sociales, y así un largo etcétera que nos enreda y fortalece multiplicando el discurso para llegar a todos los ámbitos.

En el año que acaba hemos vivido una de las mayores movilizaciones de las mujeres en el Estado español para frenar la barbaridad que pretendía imponer el ya (afortunadamente) ex ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón: la reforma de la ley de aborto que nos devolvía a las cavernas en materia de derechos sexuales y reproductivos, y sobre el derecho a decidir de las mujeres sobre su maternidad y su cuerpo.

En su momento comenté mi opinión sobre los verdaderos motivos de la dimisión de Gallardón y que no fue únicamente la retirada de la ley que pretendía imponer con el rodillo de su mayoría absoluta en el Parlamento.

La movilización sostenida de mujeres de toda clase y condición y la demostración pública de nuestro rechazo visibilizada en la gran manifestación que tuvo lugar en Madrid el pasado 1 de febrero, fue una potente inyección de ánimos para no desfallecer en ningún ámbito y para fortalecernos y retroalimentarnos en nuestras propias convicciones feministas.

La necesidad del feminismo y de todas las personas feministas ya no se puede poner en duda puesto que los objetivos a combatir siguen vigentes. Las desigualdades entre mujeres y hombres en todos los ámbitos no sólo no desaparecen, sino que van aumentando con las medidas que este desgobierno facha está tomando con la excusa de esta estafa llamada crisis.

Y, por tanto, desde las diferentes militancias que cada cual lleva en su vida ha de integrar la de la igualdad real entre mujeres y hombres, de lo contrario, esas militancias no me sirven.

No me sirven propuestas de modelos económicos alternativos si no se contemplan medidas específicas de apoyo a las familias para que sobre todo las mujeres, pero también los hombres, podamos conciliar de verdad nuestra vida laboral, familiar y personal.

Tampoco me sirven modelos laborales en los que la igualdad sea sólo aparente y no se llegue al origen de las verdaderas desigualdades internas e inherentes a la condición de persona trabajadora.

Tampoco me sirven discursos políticos, sean del signo que sean, en los que la igualdad se reduzca a algo de maquillaje para acallar posibles voces discordantes y punto. No, todo eso ya lo hemos vivido en muchas ocasiones.

La traición sistemática e histórica hacia los Derechos Humanos de las mujeres hace necesaria la militancia feminista en todos los ámbitos de la vida. De ahí la importancia de la suma de las diferentes y legítimas voces feministas de todo signo y condición.

No me vale con que sólo las opiniones más consideradas sean las únicas referentes. Hemos de aprender a escuchar las voces de mujeres anónimas que nos dan cada día lecciones de trabajo militante desde su realidad.

Y las llamo anónimas porque sus nombres no aparecen en las redes sociales o en las listas de partidos políticos u otro tipo de organizaciones, pero su trabajo de militancia cotidiana les otorga todo mi respeto y admiración.

De mujeres y de hombres, porque el discurso de la necesidad de la igualdad también va calando entre los varones que ya comienzan a ver que con sistemas igualitarios salimos ganando todas las personas.

Es importante tener personas referentes a las que acudir en algunos momentos, pero considero más importante la observación cotidiana del trabajo continuado de la gente y aprender de ella.

Y en ese sentido la semana pasada leía un artículo que me provocó rabia puesto que al hablar del año que acaba se refería a él como “el año de las mujeres”. Lo leí y la decepción dio paso a la rabia. En él se comentaba que hubo más mujeres en todos los ámbitos y todos los nombres que se exponían eran, obviamente, nombres de mujeres conocidas.

Incluso el nombre de Malala fue utilizado con ese fin. Y me enfadé porque 2014 no ha sido el año de las mujeres en el sentido que pretendía el artículo. Este año, en todo caso fue el de la manifestación explícita de la necesidad de la lucha feminista para frenar mayores retrocesos en nuestros Derechos Humanos en todos los aspectos y ámbitos.

Fue el año de las mujeres anónimas, de las que salieron a la calle para frenar la reforma de la ley de aborto. Las que se concentran cada mes y cada vez que se nos asesina porque el terrorismo machista no se detiene y, lo que es peor, cuenta con silencios cómplices de demasiada gente implicada.

Silencio por parte de quienes nos desgobiernan que recortan recursos en actuaciones, sensibilización y formación. Con el silencio de los de las faldas largas y negras que con su discurso misógino alientan desde confesionarios y púlpitos a aguantar esas situaciones.

Y con el silencio y las actuaciones de algunas gentes de los frufrús que con sentencias muy cuestionables llegan incluso a justificar este tipo de terrorismo que se ha llevado por delante de forma injustificada la vida de más de 70 mujeres.

Y estos son sólo algunos silencios, pero hay más, muchos más. Y todo ello sin contar el sufrimiento de las otras víctimas, las mujeres que lo sufren en la intimidad paralizadas por el miedo y por su propia cárcel invisible llamada dependencia emocional.

En dos días iniciamos un año con varios procesos electorales en los que las diferentes fuerzas políticas nos van a vender de nuevo en sus campañas diversas medidas para “mejorar” la situación. Pero seguramente se olvidarán de que la situación no se mejorará si se olvidan de la desigualdad existente de más de la mitad de la población que vive en peores condiciones que la otra mitad. Y para mí eso es fundamental.

El feminismo denuncia esa situación de desigualdad real todavía existente en nuestras sociedades. Y esto es considerado por demasiada gente como un atentado contra el poder establecido que sigue siendo patriarcal y, por supuesto, androcéntrico.

Por eso hay demasiada gente empeñada en criminalizar la militancia feminista, porque supone un peligro a los privilegios heredados a lo largo de la historia por la mitad de la población. Y esto es injusto desde cualquier punto de vista. O por lo menos para mí lo es.

Y, por supuesto, y a pesar de lo que algunos se empeñen en denunciar, el feminismo no asesina a nadie porque busca igualar situaciones y desmontar privilegios para que mujeres y hombres salgamos ganando.

El temor de quienes nos acusan a las feministas es el de perder su poder sobre las instituciones, comenzando por las familiares y envolverse con la capa del victimismo. Y miren señores troles, eso no cuela.

Nos acusan de ser feministas radicales. Pues yo les digo que si el término radical tal y como viene en el diccionario de la RAE y en su primera acepción “es un adjetivo relativo o perteneciente a la raíz”, pues sí, somos radicales porque vamos a la raíz del problema para solucionarlo. Y esa raíz se llama patriarcado que conlleva privilegios para la mitad de la población en detrimento de la otra mitad.

Y si a ustedes esa situación de desigualdad les parece justa, allá ustedes, pero les recuerdo que el feminismo no asesina. El patriarcado machista sí.

Esperemos que el año que vamos a comenzar sea rico en cambios que igualen y nos permita seguir enriqueciéndonos con las aportaciones de todo tipo de las personas comprometidas con la igualdad.

Y que seamos capaces de echar a este desgobierno por habernos llevado a las mujeres en particular y a la gran mayoría de la sociedad en general a una situación peor de lo que estábamos cuando llegaron.

Feliz 2015 militante.
 tmolla@telefonica.net

*Corresponsal en España. Periodista de Ontiyent.

Cimacnoticias | España.- 
CIMACFoto: César Martínez López

Uso del espacio público y machismo: ¿cómo se sientan los hombres en el Metro?


El Desconcierto

Una simple mirada a los sujetos que van usando los asientos en el transporte público puede demostrar que las prácticas arraigadas en la concepción dominante del género masculino se traspasan a cosas cotidianas como el uso del espacio público.


Una campaña a través de redes sociales está incentivando a que mujeres denuncien prácticas cotidianas de machismo, esas cosas que para algunos pasan inadvertidas sin antes ser señaladas o comentadas por las protagonistas de esas historias, que muchas veces rozan en el acoso.
“Micromachismos”, le denominan a esos pequeños episodios de la vida cotidiana, a las miradas acosadoras de varios hombres en un boliche que no dejan disfrutar de un sandwich a una chica, o recordar esas historias para niñas que llenaban su cabeza con educación marcada por el patriarcado.
Así es como, una simple serie de imágenes captadas en un Metro cualquiera, dio cuenta de otro de esos aspectos casi olvidados, que para algunos no tiene “nada de malo”. Un collage de fotos que mostraba a sujetos masculinos con sus piernas completamente abiertas, usando a sus anchas el espacio para sentarse que también es de otros, y de otras. Una suerte de contraposición frontal a la manera supuestamente correcta que tienen las mujeres para sentarse, de piernas cruzadas.
Una práctica que probablemente usted como lectora habrá sufrido en algún momento, y que quizás usted lector, también cometió. A lo mejor no se lo había cuestionado nunca. Pero ya viene siendo hora de que alguien se lo diga.
Práctica cotidiana
Para la psicóloga feminista Svenka Arensburg, la campaña que ayudó a poner en cuestionamiento estas molestas prácticas cotidianas “es muy interesante porque muestran las bases más profundas de la socialización que tenemos encarnadas en nuestro cuerpo, en nuestro movimiento y en la manera que tenemos de presentarnos ante el otro”.
Si bien para Arensburg esto radica muchas veces en el inconsciente de los sujetos, pero “expresa claramente el modo del que estamos acostumbrados a ser socializados”.
“Lo que a mí me muestra este espacio del espacio público es esa dinámica inconsciente que nos atraviesa, es decir que yo no veo que sea la voluntad o interés de abarcar el espacio para atropellar al otro el que que un hombre abra las piernas en el Metro, sino que supone que el espacio es para ocuparlo. En cambio, una mujer socializada en género asume que tiene que pedir permiso para ocupar ese espacio, y eso es parte de una socialización temprana tanto en la familia como en la escuela”, señala la académica de la Universidad de Chile.
Arensburg indica que las prácticas de dominación machista “no son privativas de un individuo varón, sino que son las bases culturales de una lógica de dominación muy clara de cómo el género opera”.
Para la Doctora en Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, este tipo de situaciones cotidianas, entre las que se encuentran además expresiones más graves como los manoseos y el acoso callejero, no deben empujar a la segregación entre mujeres y hombres en el transporte público, como sucede en otros países.
“La pregunta por el cómo ocupa el espacio un hombre que abre sus piernas, o que justamente se siente con el derecho de correrle mano a alguien cuando van apretados en el metro, es algo que hoy día, al estar en una situación política-cultural es posible de denunciar, de cuestionar. Si somos iguales, ocupemos todos el mismo espacio, y demos también el derecho a hablar y ocupar espacios públicos a todos de la misma manera. Efectivamente el acoso callejero finalmente amedrenta el derecho a sentirse libre y a deambular libremente a una mujer. Hay muchas mujeres que toman en consideración ese tipo de cosas para decidir no salir, por ejemplo”, indica Arensburg.
La académica de la Facso señala la importancia de no separar esta discusión de género como algo independiente de la clase, de la etnia y del nivel sociocultural. “En un país tan clasista como el que vivimos, las dinámicas de despliegue en el espacio público, del tono de voz, de la manera de reclamar derechos, de denunciar el uso del espacio público con el cuerpo y en todo sentido, todo eso está también atravesado por la clase”, finaliza Arensburg.

Feminicidios en el Estado de México, ¿por qué la sociedad civil acusa que hay fallas para investigarlo?


Estas son las causas por las que el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) lleva años solicitando una Alerta de Género en esa entidad.

Feminicidios
Protesta contra los feminicidios en México. Foto: Cuartoscuro/Archivo.

El pasado 6 de diciembre Isabel fue golpeada por su pareja y aunque ella pudo huir de un primer ataque y corrió por la vía pública en busca de ayuda, él la alcanzó y la apuñaló varias veces en el tórax y el abdomen. La asesinó. Isabel tenía 30 años  y la golpiza que le causó la muerte inició en su domicilio ubicado en Ecatepec, Estado de México, tras una discusión con su pareja, quien tras alcanzarla y herirla de muerte, la arrastró para dejar su cuerpo en medio de la maleza.
Y aunque el caso es un ejemplo de lo que según estándares internacionales es un feminicidio, para que el agresor sea procesado por ese delito y condenado a 40-60 años de prisión, primero un juez deberá considerar que el homicidio se cometió por razones de género.
Para ello, el Código Penal del Estado de México —que tipificó el delito del feminicidio en 2011— identifica ciertas circunstancias que acreditan la violencia de género: que la víctima presente signos de violencia sexual, que se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, que existan antecedentes de violencia, haya existido entre la víctima y el agresor una relación sentimental o de confianza, que haya amenazas previas, que la víctima haya sido incomunicada o que el cuerpo de la víctima haya sido expuesto.
Y aunque el tipo penal del Estado de México se reformó en enero pasado para que no fuera tan difícil acreditarlo, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) considera que casos como el de Isabel todavía dependen de la interpretación de un operador jurídico y que las fallas en la redacción en el Código Penal abre la puerta a que los asesinatos de mujeres no se contabilicen como feminicidios.
El Estado de México exige que las mutilaciones sean infamantes o degradantes, cuando en sí mismas las mutilaciones lo son, por lo que para la acreditación de este elemento normativo el operador jurídico podría interpretar que las mujeres deben ser mutiladas con tal saña, que sus cuerpos quedan irreconocibles o bien que las mutilaciones se den en partes específicas del cuerpo de las mujeres”.
El Observatorio lleva años solicitando una Alerta de Género para el Estado de México y acusa que ésta no se ha aceptado porque es vista como un golpe político-electoral, más que como una herramienta para implementar políticas públicas en contra de la violencia y a favor de las mujeres.
También advierte que la disparidad entre las cifras de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM) y las de organizaciones civiles se debe a que las autoridades dificultan la acreditación del tipo penal de feminicidio o no lo reconocen, por lo que muchos asesinatos de mujeres no son investigados como tal.
Las cifras de sociedad civil indican que de 2005 a 2010 ocurrieron 922 feminicidios en el Estado de México; y de marzo de 2011 a diciembre de 2012 otros 563.
En cambio, las autoridades mexiquenses consideran que ningún homicidio ocurrido antes de marzo 2011 puede ser considerado un feminicidio, porque el delito no se había tipificado y por lo tanto no se puede acreditar la violencia de género en la entidad.
Pero desde marzo de 2011 y hasta la fecha reconoce sólo 177 casos de feminicidio, 43 de los cuáles ocurrieron en 2014.
El Observatorio ve en las trabas para acreditar el tipo penal —como la interpretación personal de la violencia de género o de la comisión de lesiones infamantotes o degradantes—una “salida” de las autoridades mexiquenses para maquillar las cifras de feminicidios cometidos en la entidad y, por lo tanto, huir de la Alerta de Género.
En 2013 la Alerta se rechazó porque el Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (SNPASEVM) consideró que su aprobación requería que la violencia fuera generalizada en ese territorio, en lugar de concentrarse en 10 de los 125 municipios de la entidad, en donde han ocurrido la mayoría de los feminicidios.
Pero en menos de un mes, además del de Isabel, hay otros casos que han llegado a la prensa nacional y que organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres consideran emblemáticos de la violencia de género que prevalece en el Estado de México.
El 24 de noviembre pasado, Liliana Morales –de 12 años– desapareció en el municipio de Cuautitlán Izcalli, Estado de México. Dos hombres desconocidos la interceptaron a la salida de la escuela y la subieron a una camioneta. Ocho días después su cuerpo fue encontrado en Tultitlán.
El cuerpo de Itzel Sánchez –de 20 años– fue encontrado el 2 de diciembre pasado descuartizado y en cajas de cartón, estaba en un tiradero del municipio de Otzolotepec. El hallazgo ocurrió después de que fue reportada como desaparecida tras un encuentro con su exnovio.
Datos del feminicidio en el Estado de México
Según las cifras de la PGJEM, estas son las características de los feminicidios que sí reconocen en la entidad:
  • 22% tenía entre 11 y 20 años
  • 37% entre 21 y 30 años
  • 77% de las mujeres murieron como consecuencia del uso excesivo de la fuerza física
  • 8% murieron por arma de fuego
  • 41% fueron asesinadas por su pareja
  • 9% por un conocido
  • 67% de las mujeres fueron halladas en un lugar público
  • 32% fueron encontradas en su casa
Notas relacionadas:

Pacto feminista para las mujeres y para los hombres


Público.es

Cuando en España se plantean enardecidos debates y discusiones sobre los graves problemas que nos aquejan, que se convierten en portadas de prensa y en programas de televisión, en el amplio listado de derechos y avances económicos y sociales que la ciudadanía está reivindicando aquellos que afectan especialmente a las mujeres tienen mucha menos difusión y publicidad.

Pero a la vez que las mujeres son víctimas de la situación económica general, padecen una violencia específica machista: son asesinadas en un número cada vez mayor de feminicidos, sufren el acoso sexual en el trabajo y en la calle; son traficadas y explotadas en la prostitución; están siendo arbitrariamente privadas de la custodia de sus hijas e hijos menores; no perciben ayudas por maternidad; el cuidado de los mayores recae fundamentalmente sobre ellas; las diferencias salariales entre mujeres y hombres se perpetúan y agrandan; el trabajo a tiempo parcial, los contratos eventuales, en precario y de economía sumergida son mayoritariamente femeninos. Y sin embargo no se le otorgan a estas situaciones dramáticas el protagonismo que se merecen.

Por ello, el 13 de diciembre pasado se reunió en Madrid la Asamblea del Pacto Feminista por las Mujeres. Durante un año 39 organizaciones de mujeres y feministas, de toda España, hemos redactado y suscrito un manifiesto donde se exponen las cuestiones fundamentales que todavía debemos seguir reivindicando. Nos hemos reunido periódicamente para decidir las acciones que debemos acometer a fin de exigir a nuestros legisladores las modificaciones legales imprescindibles con el fin de proteger a las mujeres de la violencia machista; y a nuestros gobiernos los cambios fundamentales en su actuación para evitar la pobreza, la discriminación y las diferencias salariales. Y nos hemos pronunciado por la República y argumentado que el feminismo es la opción de un futuro que sea posible.

Por ello, como culminación de este año que fenece, en la Asamblea que nos reunía para hacer balance de nuestro trabajo y establecer la agenda del que viene, hemos planteado los problemas más acuciantes con los que nos encontramos como mujeres, como ciudadanas y como feministas.

Al establecer el orden del día nos propusimos organizar las acciones que sean precisas para frenar los feminicidos que masacran a nuestras mujeres. Ningún problema es más acuciante, más tenebroso ni contemplado con más indiferencia. En las encuestas que se realizan para conocer las preocupaciones de los españoles y de las españolas la violencia machista no ocupa ningún lugar entre los primeros 20. Solamente el 4% de la población menciona este tema. Mientras, ni la legislación, que se defiende tercamente, ni las instituciones del Estado brindan protección a las víctimas.

Es preciso, por tanto, que se organicen actos y encuentros para sensibilizar a esta sociedad machista y anestesiada que considera aceptable que se golpee y asesine a las mujeres por el hecho de serlo. Y decidimos exigir al gobierno y a los partidos políticos que se otorgue la consideración de terrorismo machista a la violencia contra las mujeres. Es imprescindible que tanto las penas a que se condene a los asesinos, como la protección y las ayudas económicas que se concedan a las mujeres maltratadas y a sus familias, se equiparen a las de las víctimas de terrorismo.

Abordado este trágico tema y decididas las acciones que hemos de iniciar se planteó que nuestro Pacto Feminista tenga también como objetivo obtener un espacio político, en lo que se ha dado por entender política para diferenciarlo del feminismo. Como si el feminismo consistiera en reivindicar únicamente los temas que atañen directamente a la vida de las mujeres, mayoritariamente derivados de su tarea reproductora, cuando el feminismo es una ideología liberadora llegada a la escena de los movimientos sociales, como el anarquismo y el socialismo, cuando estos últimos no tuvieron en cuenta las demandas y reivindicaciones de la mitad de la población. El feminismo tiene por objetivo acabar con todas las opresiones, y por tanto es vanguardia de lucha contra el machismo y el racismo, y contra la explotación capitalista por la igualdad y el socialismo.

Así, constatamos que en el trabajo que varias asociaciones habían realizado anteriormente sobre los presupuestos del Estado solo se habían estudiado los epígrafes que se referían a las partidas destinadas a las ayudas económicas de las mujeres, y decidimos que este trabajo debería hacerse, en el futuro, desde todos los puntos de vista que conciernen a todas las personas. Porque denunciar que este año el Presupuesto de Defensa aumenta un 30% mientras el de Sanidad únicamente un 1,5%, es fundamental para comprender la política de nuestro gobierno, para el cual la compra de armamento es más importante que dotar de medios a los ambulatorios y hospitales.

Del mismo modo aprobamos por unanimidad solicitar que se nos informe sobre el montante del gasto que le supone a España pertenecer a la OTAN. No lo conocemos y, que sepamos, ni siquiera la izquierda exige al gobierno los datos del mismo. Sospechamos que precisamente por el enorme monto que supone lo ocultan convenientemente a la opinión pública, porque quizá nuestro pueblo se indignaría al saber que se destinan ingentes cantidades de dinero para atacar y bombardear Siria, Libia, Irak y Afganistán.

Decidimos que es imprescindible declararse en contra del Tratado de Libre Comercio entre EE.UU y Europa, que con sigilo y alevosía están pactando los gobiernos de ambos países. Y a pesar de que en España se ha recogido un millón de firmas contra ese tratado, ni su contenido ni sus efectos han sido publicitados entre nuestra ciudadanía. Es preciso dar a conocer los términos de un pacto que llevará a los países europeos a abandonar la poca política que todavía subsiste de protección social y laboral, en lo que las mujeres serán las principales perdedoras, a ver inundados nuestros mercados con mercancías norteamericanas e instaladas las maquilas que, como en México, explotan fundamentalmente a mujeres. La ignorancia que padece nuestro pueblo sobre este próximo ataque del capital contra los trabajadores y las trabajadoras, lo hace más vulnerable e indefenso. Así, no se convocan asambleas ni manifestaciones contra ese Tratado, ni aún lideradas por los nuevos dirigentes de izquierda. Como era obligado nos pronunciamos contra la violencia extrema que está sufriendo el pueblo mexicano a manos de los sicarios de los que el gobierno es cómplice.

Y denunciamos la situación de grave opresión que padecen las mujeres en Chile, en Haití, en Honduras, en Nicaragua, en República Dominicana, en Surinam y en el Salvador, donde se halla prohibido todo supuesto de aborto, y en consecuencia muchas de ellas están muriendo porque los médicos se niegan a practicarlo, incluso aun cuando el embarazo ponga en peligro la vida de la madre o esta haya sido violada.

Tantos son los problemas y desafíos que se plantean en este fin de año, que el Pacto Feminista concierne a todas las mujeres y a todos los hombres.

¿Qué paternidades? ¿Qué masculinidades? ¿Qué revoluciones?


Testimonio
Puntada con hilo, comunicaciones feministas autónomas

En esta navidad yo…… ¡Regalo a mi papá!
Primero porque sé que vive cerca, pero es como si viviéramos a mucha distancia. Nunca me llama, y si lo hace es para llamarme la atención y tratarme de mamón… porque es cierto que le tengo que preguntar a mi mamá algunas cosas, pero él, dale con decirme “mamón”. Claro que no le conteste nada la última vez, ya sé que me quedé callado, pero el tonto ni sabe que mi abuelita también era mi mamá o tal vez nunca quiso darse cuenta, porque hace unos días atrás la fuimos a despedir al cementerio y el apareció ahí para saludarme y apenas conversar y decirme unas cuantas palabras que ya olvidé y además estaba de lejos mirándonos como si les diéramos lástima, me quedé algo raro esa tarde, quizás triste y no tenía ganas ni de comer. Me quedé con mi abuelo materno, que aunque es mi tata, él ha sido el que me ha criado y me ha acompañado en todo estos años de vivir sin el papá que ahora quiero regalar… Porque la verdad, él no me sirve para nada, apenas su lucha o ideales como alguna vez me dijo, no le alcanza ni para llamarme, porque ni siquiera lo hizo cuando era más chico, ni en algún cumpleaños.

Quiero regalar a mi papá porque me conoce muy poco, no ha estado para saber lo que pienso o cuando estoy contento, o las películas que me gusta ver. A veces sé que no me puedo defender cuando me habla de que debería andar solo y ni siquiera me pregunta cómo me va en el liceo, se pone a hablar de cuando él era chico y compara lo que él hacía cuando tenía mi edad. Tampoco se hace el tiempo para preguntarme si tengo ropa o zapatillas buenas y no rotas como estas con las que tengo que andar, y que además las uso para jugar a la pelota. Sólo me pregunta si ando pololeando, y aunque me gusta una compañera, no estoy ni ahí en contarle mis cosas, porque no lo siento cerca. En esta navidad, yo regalo a mi papá: Porque todavía no me pueden matricular en el liceo, debo más de cuatro meses… Porque todavía no paga la pensión alimenticia desde mayo del año 2014, además se las da de enamoraó y anda con mujeres jóvenes, profesionales como dice él, claro, no como mi mamá que tuvo que abandonar la carrera porque estaba embarazada de mí y se quedó sin profesión y una historia de la que-ella me dice- lo mejor fui yo.

Quiero regalar a este hombre que es mi papá porque no me sirve, es demasiado ciego para no verme, demasiado egoísta para pensar sólo en él y sus cosas. Además es desmemoriado porque parece que no ve que yo soy también pobre y que nos cuesta juntar la plata para comprar los alimentos, y mi mami ha tenido que ir a hablar al Liceo para que me guarden la matrícula. A veces me pregunto de qué le sirvió haber sido rebelde a mi papá, y todo eso, si ahora se olvidó de nosotros, es como si quisiera borrar de su cabeza ese pasado que está aquí y somos nosotros. Me dijeron que mi papá había tenido muchas cosas de luchas y onda de organizaciones que tenían que ver con los pobres; y que además había participado en un grupo algo así como revolucionario, no sé, si será del Frente, del MIR o parece que era de los Jóvenes Rebeldes Lautaro, o algo así… No sé muy bien porque nunca he querido meterme en sus historias, además pa´qué , si nunca me ha hecho partícipe de ese pasado, además tampoco lo he visto tanto, es más, creo que todavía tengo unos regalos del día del papá que le hice en el colegio cuando era chico, y nunca se los pude dar porque nunca aparecía por la casa. Ya sé que se alejó de mi mamá, pero eso es tema de ellos. Yo me doy cuenta que él no me llama, y o sea, yo creo que mi papá esta tan preocupado de su vida, que aunque hable de la igualdad y alegue y sepa de economía o geografía, no sabe nada de lo que es un hijo, porque él ha sido y ha estado siempre acompañado… Todavía tiene a mis abuelos paternos que siempre le brindan apoyo, y en cambio a nosotros nos olvidó; además pareciera que a mi mami le tiene bronca el muy gil, todo porque mi mami le dice la verdad. Y saben aunque mi papá hable otras cosas, y tenga amigos y amigas, son puras mentiras. Aunque maneje un auto y aparezca como la última vez que fue en agosto, él es puro bla bla, es puro discurso, puras palabras lindas para simpatizar con sus ex amigos, ex compañeros y todo eso de ex bandas de música -porque sé que iba mucho a tocatas punkies y marginales, pero ahora no sé, tampoco me pregunta si me gustan a mí, porque yo quisiera ir un día y saber lo que es estar ahí con tanta gente y sonidos y esa onda-.

Entonces por eso y más, quiero regalar a mi papá, porque “está, pero no está”, es decir aquí, con lo concreto, con la plata, con mercadería, el arroz, los fideos, la plata para la feria, nada, con las deudas, con el cariño. Para qué hablar de eso si el cariño no se compra con plata, si alguna vez me quiso creo que ahora tiene solo cargos de conciencia, porque ni sus papás me llaman, parece que también se olvidaron y yo sé que mi mamá siente pena por mí porque es seguro que pensó y deseo otra cosas para mí…

Y ustedes dirán: “Ah quizá esa mamá que tiene este cabro -tengo 15 años- le habrá metido un montón de cosas en la cabeza contra su padre”, pero no es así, todo lo contrario, porque creo que mi mamá separa muy bien las cosas. Además mi mamá es el mejor "papá" que tengo. Esa frase la dijo una compañera de curso cuando estábamos hablando el día de la madre -y esas tonteras a las que le ponen día-. Me llamo la atención lo que dijo la Cata, y creo que así es, creo que mi mamá ha hecho todo lo posible para que no me falte lo necesario para vivir. Entonces, yo creo que algunos adultos, algunos padres, nos miran a los niños, a las niñas y a los jóvenes, como si no existiésemos, como si no pensáramos, como si no nos diéramos cuenta. Quieren tener hijos a su semejanza. ¡Y ni siquiera están, ja, linda la cuestión! Por eso en esta navidad yo regalo a mi papá.
Testimonio de Camilo (15 años), recogido y enviado X vivi, en una actividad de un colegio de la zona Sur de Santiago de Chile.
Fuente:http://escritosdemujeresenlapuntadaconhilo.blogspot.com/2014/12/que-paternidades-que-masculinidades-que.html

Construir un discurso maternal (decente)


¿Dónde está mi tribu?

Hace tiempo que tenía pendiente escribir algo en respuesta a este artículo de Beatriz Gimeno en la revista Pikara sobre la necesidad de que el feminismo elabore valientemente un discurso antimaternal. El otro día Maite Garrido Courel me envió unas cuantas preguntas sobre el tema para un reportaje en la revista Números Rojos, y cuando quise responder me salió un texto larguísimo, que es más o menos el que quería haber escrito, así que aquí lo vuelco, y agradezco a Números Rojos las preguntas, sin cuya presión seguramente no me habría puesto a ello.


Por supuesto, dentro del feminismo existe un discurso muy plural sobre la maternidad (y casi sobre cualquier otra cosa), de ahí que siempre estemos hablando de “feminismos”, en plural. Sin embargo, yo creo –aunque es una opinión discutible, por lo que he pedido ver– que existe algo que podemos llamar "feminismo mainstream o institucionalizado" en el que la pluralidad se desvanece. Para ese feminismo, que es el más influyente en términos políticos (me refiero a política institucional, a influencia sobre las políticas de las administraciones públicas), la maternidad es, sobre todo, un punto ciego, igual que para muchas de las teóricas del feminismo clásico (a mí, desde luego, siempre me ha llamado la atención la cantidad de textos clásicos del feminismo que pasan de puntillas por un fenómeno tan central para las mujeres). Por ejemplo, en las miles de alusiones a la brecha salarial entre hombres y mujeres muy, muy pocas veces (por no decir ninguna) se habla del peso de la maternidad o los cuidados en la conformación de esta brecha. Y como este ejemplo se podrían buscar otros. Mi impresión es que se analiza desde una óptica de patriarcado clásico algunos fenómenos (como puede ser el de la discriminación laboral o salarial) que están muy ligados con la maternidad y los cuidados.

Por supuesto, esta constatación no obturaría el debate sobre la opresión patriarcal ni restaría fuerza a las reivindicaciones feministas: pero sí las orientaría quizá por otros derroteros. Por ejemplo, tocaría abordar con decisión el tema de por qué son las mujeres las que siguen asumiendo mayoritariamente los cuidados, y –tema espinoso donde los haya– cómo se conjuga este dato con la (relativa) libertad de algunas mujeres para elegir su destino: la idea de que cualquier mujer que elige cuidar está siendo víctima de algún tipo de presión neopatriarcal no me vale. Es decir, soy consciente de que existe un inmenso número de mujeres para las que el cuidado no es una opción sino una obligación, y me parece fundamental luchar por su liberación. Pero de ahí no cabe concluir que el cuidado sea siempre una carga desagradable de la que debemos intentar deshacernos. Y desde luego, me fastidia profundamente ese tic de cierto feminismo que sólo reconoce la libertad de elegir de la mujer cuando ésta realiza la elección "correcta": realizarse a través del trabajo, amoldarse al modelo del trabajador varón adulto y autónomo... Muy especialmente cuando cada vez somos más, hombres y mujeres, quienes cuestionamos decididamente este modelo, que hace aguas por todas partes. Se han hecho estudios, por ejemplo, sobre el número de mujeres (todas ellas bastantes privilegiadas en términos socioeconómicos y culturales) que estudian con muy buenos resultados másters como el famoso MBA y luego no ejercen en los mismos puestos de alto nivel que sus compañeros de clase.

Casi siempre, la retirada de la dura carrera competitiva hacia la cumbre empresarial tiene lugar cuando esas mujeres deciden tener hijos. Algunas se van a casa a cuidar, otras eligen profesiones de menos prestigio y menos salario que les dejan más tiempo libre. Lo habitual es intentar analizar eso en términos de patriarcado y a mí, la verdad, me da un poco de rabia: es cierto que hay que preguntarse por qué ellas sí y ellos no, pero no vale hacerse la pregunta dando por supuesto que ellas pierden y ellos ganan, que ellas se someten y ellos eligen. A ver, ¿no son estas mujeres más sabias que sus compañeras y compañeros que trepan y trepan sin descanso en bufetes de abogados y empresas dedicando 12 o 14 horas al día al trabajo? ¿No deberíamos aspirar a que cada vez sea menor el número de mujeres y también de hombres que se dejan engañar por ese abusivo predominio del trabajo y lo económico en nuestras vidas? ¿No existe una presión tremenda –que se ejerce sobre hombres y mujeres, pero quizás más sobre los hombres– para que seamos individuos competitivos productivos y consumistas hedonistas? ¿No puede ser que estas mujeres estén aprovechando su posición ventajosa para desafiar esa presión mercantil? Puede que suene demasiado ingenuo, y ya sé que hasta que no hay mujeres en puestos de responsabilidad muchas veces las empresas no elaboran políticas de conciliación y demás. También sé que algunas de las mujeres que se retiran de la carrera hipercompetitiva lo hacen movidas por una rechazable ideología machista que sigue encuadrando a la mujer en el hogar como su lugar natural. Pero el discurso estándar en estos casos a mí no me sirve. Me parece que debemos profundizar un poco más, sin miedo y sin prejuicios.

Por otra parte, los feminismos han tenido (y aún tienen) que librar una batalla muy, muy ardua por el derecho al aborto y la anticoncepción. En este sentido, es lógico que los esfuerzos se hayan centrado en la lucha contra la maternidad como imposición. Pero, por el camino, la reivindicación y el análisis de la maternidad deseada desde una óptica feminista ha tendido a quedar en los márgenes. Asimismo, el discurso de mi cuerpo es mío y yo decido, perfectamente razonable en la lucha por el aborto, también nos ha dejado en mala posición para reivindicar la maternidad como hecho social, o para reclamar la implicación de toda la sociedad en los cuidados de los hijos. Como decía Yvonne Knibiehler, una feminista francesa a la que admiro, una vez conquistado el derecho a no ser madres, nos queda conquistar el derecho a serlo sin perdernos en el camino. Y creo que somos muchas las mujeres que al tener hijos nos hemos sentido un poco huérfanas de discurso feminista en el que encajar, sobre todo cuando algunas hemos decidido que la maternidad “externalizada” (escolarización temprana, formas de disciplina encaminadas a conseguir que los críos no estorben, crianza y cuidados entendidos exclusivamente como una carga, etc.) no iba con nosotras. Muchas feministas reivindican firmemente su derecho a no ser madres, y denuncian que en la sociedad patriarcal actual sigue vive la ideología que equipara el ser mujer con el ser madre y presiona a las mujeres para que seamos madres antes que ninguna otra cosa. Otras reivindicamos nuestro derecho a ser madres de ciertas formas que no encajan con el ideario feminista mainstream y aseguramos que las presiones que hemos recibido han ido más bien en dirección contraria: trabaja, consigue, trepa, logra, disfruta, goza, sigue con tu vida y no te enfangues en cosas de críos que no te van a reportar nada bueno. Por supuesto, cada una sabrá lo que ha experimentado en sus carnes o cuál de las dos presiones le ha resultado más molesta. Pero más allá de ese debate estéril que contrapone experiencias personales, creo que deberíamos hacer un análisis sosegado del mundo ideológico en el que vivimos. Según mi hipótesis, la presión patriarcal para identificar a la mujer con la madre es una ideología en retirada, una ideología secundaria, mientras que la presión antimaternal está en auge.

La primera, la pro-maternal, es muy visible y directa y un tanto, digamos, ingenua. Y aunque no me extrañaría que en términos estadísticos aún hubiera más mujeres que se sintieran víctimas de esta presión, me atrevo a afirmar que está en decadencia en un sentido profundo. La segunda presión, la anti-maternal es más ladina y menos fácil de identificar. Está mezclada con la ideología productivista habitual de nuestras sociedades capitalistas, está mezclada con el consumismo y el hedonismo en el que nos hemos socializado, y recoge, para mayor confusión, muchos de los temas y conceptos del discurso feminista, lo que hace las cosas aún más complicadas. Así es como yo lo veo, al menos: todo conspira para que “elegir” hijos aparezca como la elección incorrecta. Desde luego, para mí no tiene sentido que nos dejemos engañar por el discurso sensiblero, carca y muy de boquilla de “los niños son el bien más preciado” y “madre no hay más que una”: la realidad es que cuidar (y por tanto, también ser madre) aquí y ahora es duro y difícil y está muy desincentivado. Por otra parte, además de la maternidad como punto ciego o como silencio obstinado, ciertas facciones del feminismo más mainstream han sido abiertamente antimaternales. Es el caso de Simone de Beauvoir, por ejemplo, y de otras muchas para las que la pérdida de autonomía que supone asumir a fondo una relación de cuidado constituye un defecto inaceptable de la maternidad.

Muchas feministas han identificado –correctamente, en mi opinión– la maternidad como fuente de opresión y sufrimiento en nuestras sociedades. Pero en lugar de luchar y denunciar este hecho, han preferido dar la espalda a la maternidad, confundiendo, tal vez, los problemas que entraña la maternidad en una sociedad como la nuestra con problemas intrínsecos de la maternidad. Para muchas feministas las reivindicaciones actuales de una maternidad intensiva en tiempo y esfuerzo (con sus concreciones en forma de lactancia prolongada, colecho, escolarización tardía, educación no autoritaria, etc.) suponen un paso atrás y una atroz pérdida de autonomía. Es curioso, porque a mí me parece tremendamente evidente que la mayor pérdida de autonomía que existe en este mundo y el principal sumidero de tiempo y esfuerzo, es el trabajo asalariado, y sin embargo no suelo oír tantas quejas...

El otro día, en un foro de Internet, una madre que se preguntaba cómo podría ser una crianza feminista. Decía algo así como: “¿sería aquella que disciplina a los niños para que no obstaculicen la realización personal de la madre adaptada al molde del varón? ¿o sería más bien aquella que, partiendo del conocimiento de la posición del débil y el oprimido, establece lazos de solidaridad y unión con los niños, que son también débiles y oprimidos en nuestras sociedades?”. Obviamente, la forera era partidaria de la segunda opción. Y creo que yo también. Ahora bien, como sucede siempre, las cosas se complican porque en esta reivindicación neomaternalista que yo, en términos generales puedo defender o compartir, hay también compañeros de viaje muy indeseables, y posturas muy excesivas y olímpicas, que no tienen en cuenta el tipo de sociedad en el que se articulan. Pero sea como sea, no todo se reduce a una ofensiva neomachista legible en términos de lucha de sexos y explicable por la negativa de los hombres a perder privilegios, ni creo que pueda considerarse en términos generales un paso atrás.  

Precisamente, creo que si los feminismos abrieran sus oídos a estas reivindicaciones maternales conseguiríamos entre todas elaborar discursos mucho más matizados, que no dejaran a tantas madres huérfanas de feminismo, y podríamos luchar más eficazmente contra los elementos machistas de estas ideologías, sacando a la luz los aspectos potencialmente liberadores de la maternidad intensiva, y luchando de paso contra esos estereotipos maternales que nos encasillan, como denunciaba Brigitte Vasallo en Pikara con tanta razón (estereotipos que, por cierto, también resultan opresivos para los hombres que asumen la responsabilidad del cuidado). Para terminar, y por volver un poco al texto de Beatriz Gimeno, hay dos puntos en su artículo que me descolocan bastante:

1- El primero es la confianza y seguridad con las que parece plantear que el tema de la maternidad AL COMPLETO se dirime en al ámbito de lo social y cultural, excluyendo por principio cualquier consideración natural, biológica o animal. Gimeno parece estar totalmente segura de que la “compulsión” a la maternidad es puramente social y cultural, que el deseo de ser madre es un deseo socialmente construido, que el amor a los hijos una vez que los tienes es un fenómeno puramente social y, por tanto, tan natural o tan poco natural es quererlos como no quererlos… En definitiva, tal como yo lo veo, al discurso de Gimeno le sobra constructivismo social. Es un asunto, el del constructivismo social, que me da mucha rabia, no porque no coincida con mi opinión, sino porque me parece que hacemos muy mal en dejar el tema de la naturaleza mayoritariamente en manos de gente que pasa alegremente de defender la existencia de una base biológica para la respuesta cuidadora ante una cría, a decir que la evolución ha hecho que las mujeres seamos empáticas, torpes para las matemáticas y monógamas, mientras ellos son competitivos, promiscuos y no sé qué más. Creo que las personas razonables, progresistas y feministas hacemos muy mal en dejar (casi) todo ese ámbito de reflexión en manos de sociobiólogos y psicólogos evolucionistas. Es curioso porque si en vez de hablar de maternidad estuviéramos hablando de sexo, por ejemplo, dudo que todo el tema se enmarcara en lo social y cultural: es decir, nuestro deseo sexual está profundamente moldeado por lo cultural y social, y sin lo social y lo cultural apenas es nada. Pero creo que nadie niega que existe en nosotros una pulsión sexual animal, natural, biológica o como queramos llamarla. Y el hecho de que existan personas que se abstienen del sexo, o incluso gente a la que el sexo le repugna, no contradice esa aseveración. ¿Por qué estamos dispuestos a aceptar cierta animalidad para algunas cosas y no para otras?

2- El segundo punto que me desconcierta, que creo que está relacionado con el primero, es lo que dice en torno a la idea de la mala madre y sus dudas acerca de la obligatoriedad de amar a los hijos. Gimeno dice que el hecho de que la mera idea de ser mala madre nos resulte devastadora es síntoma de lo “férreo que es el control sobre la maternidad y, por ende, sobre las mujeres”. Creo que se trata de otro fruto de su constructivismo social, para el que –caricaturizando un poquito- si dios ha muerto, todo está permitido; o sea, si no hay naturaleza, todo son opciones culturales igualmente válidas: se puede querer a los hijos o no quererlos, se puede ser buena madre o mala madre, se puede ser madre y después arrepentirse, y todo es perfectamente razonable, válido, lógico… Se trataría, en suma, de meras prácticas sociales o culturales algunas de las cuales reciben la sanción de nuestra sociedad (o están impulsadas por el patriarcado) y otras no, pero podría ser de otra manera. Pues bien, yo no estoy de acuerdo. Y no lo estoy en al menos dos planos: por un lado, como ya he dicho, le reconozco un cierto papel a la biología en todo esto (por cierto que la biología enseña, entre otras cosas, que, en ciertas condiciones particularmente duras, la respuesta maternal más razonable en términos evolutivos es el aborto, la supresión de la fertilidad o el infanticidio; es decir, la naturaleza no es sólo ni siempre una fábrica de "buenas madres"). Por otro lado, aun dejando de lado la biología, creo que la red de relaciones sociales en la que vivimos, esa red de reciprocidades en la que estamos siempre inmersos y que nos sostiene (y de la que forma parte la maternidad), exige el cumplimiento de ciertas normas, de ciertas obligaciones morales. No puedes tener hijos y luego mandarlos a una exclusa como hizo Rousseau. Eso está feo. Aquí y en Pernambuco.

Por eso, entre otras cosas, es fundamental luchar contra la maternidad como imposición, y es fundamental también luchar por conseguir unas condiciones sociales decentes en las que poder tener hijos, cuidarlos y quererlos sin que eso suponga sufrir como una mula y vivir en algo parecido a un arresto domiciliario; unas condiciones sociales que no pongan a la madre entre la espada y la pared, haciéndole tantas veces sacrificar totalmente su bienestar por el de sus hijos o, algunas veces, viceversa. ¿Por qué el amor de una madre ha de ser incondicional –se pregunta Gimeno– cuando el del padre no lo es? Me parece evidente que la pregunta correcta es: ¿cómo es posible que, tantas veces a lo largo de la historia, el amor del padre no haya sido incondicional y cómo podemos conseguir que lo sea siempre y en todo momento? Porque el amor de una madre (sea madre o padre o lo que sea, es decir, el amor de la persona, hombre o mujer, que asume a fondo el cuidado de un niño) por supuesto que debe ser incondicional. ¿Qué significa esto? Pues que no puede estar condicionado a si el crío sale listo o tonto, guapo o feo, gracioso o sosaina. Y es que de eso tratan los compromisos: de estar ahí aunque no te apetezca, de “amar” aunque quizá pudieras desear que la persona a la que estás amando fuera de otro modo.

Quizá el problema sea nuestro concepto de amor: si creemos que todo tienen que ser rosadas estampas almibaradas, es posible que nos llevemos un chasco. Y parte del problema puede ser también la difundida idea de que cada relación social de la que formamos parte ha de ser elegida, deseada y, a ser posible, revocable. En el contexto que nos ocupa, amar debería significa estar ahí, cuidar, respaldar, apoyar, respetar, ayudar y un largo etcétera que no tiene nada que ver con elegir, desear, apetecer y ese otro largo etcétera de verbos a los que estamos demasiado acostumbrados en nuestras sociedades consumistas. Si luego resulta que te apetece y deseas cuidar a tu hijo, respaldarlo, apoyarlo, etc., pues mejor que mejor. Y aquí aparece de nuevo el comodín de la naturaleza que seguramente es responsable, al menos en parte, de que la mayor parte de la gente encuentre gratificante tener hijos, criarlos, cuidarlos, amarlos. Sobre todo cuando las condiciones sociales acompañan...

Fuente: http://dondeestamitribu.blogspot.com/2014/04/construir-un-discurso-maternal-decente.html

Filipinas: marco legal no impide el maltrato infantil

Persisten violencia sexual y embarazos tempranos


Filipinas tiene una buena imagen entre organizaciones de Derechos Humanos (DH) por su avanzado marco legal en materia de protección infantil, pero activistas como Mae Baez se lamentan de la persistencia de varias violaciones a los derechos de niñas, niños y adolescentes en este país de Asia Pacífico.

“Los embarazos en adolescentes aumentan, a los niños de la calle los tratan como delincuentes castigados y no se atienden a los menores en conflicto con la ley ni a los afectados por desastres y, ahora, con la prevalencia de la pornografía infantil, niñas y niños saben cómo usar video llamadas”, señaló Baez, de la Secretaría de la Coalición para la Convención sobre los Derechos del Niño.

El último caso sonado de este flagelo ocurrió a principios de este año en la isla de Cebu, 570 kilómetros al sur de Manila, donde la Policía Nacional de Filipinas detuvo y procesó a varios extranjeros por pedofilia y pornografía infantil en un gran negocio de sexo virtual.

Baez se lamenta de que “persisten violaciones”, como el generalizado castigo corporal en el ámbito doméstico, la escuela y otros ámbitos.

El movimiento Bata Muna (niños primero), que supervisa la implementación de los derechos de la infancia en Filipinas, dijo que esas violaciones están previstas en las recomendaciones de expertos y revisiones de la Organización de Naciones Unidas (ONU) al gobierno del archipiélago.

Bata Muna está integrado por 23 organizaciones civiles dedicadas a asuntos de la infancia, junto con Save The Children, Zone One Tondo y Children Talk to Children.

El movimiento enumeró varios logros en materia legal entre las políticas de protección a la infancia.

También está el Programa Pantawid Pamilyang Pilipino, que se propone erradicar la extrema pobreza concentrándose en la salud y la educación infantil. Además del Marco Estratégico Nacional para el Desarrollo de la Infancia 2001-2005 y el Plan de Acción para la Infancia, junto con los crecientes esfuerzos colectivos de la sociedad civil en defensa de los derechos de niñas y niños.

Pero Baez dijo que las leyes y los programas no están totalmente implementados y, de hecho, se ven enturbiados por propuestas legislativas como la reforma del Código Penal para elevar la edad del estupro de los actuales 12 años a 16, para alinear al país con los estándares aceptados internacionalmente sobre la edad de consentimiento.

La Ley de Salud Reproductiva y Paternidad Responsable, promulgada hace poco pero que llevó 15 años de idas y venidas, tampoco se ha implementado. Muchas organizaciones ciudadanas tienen puestas sus esperanzas en esta norma para mejorar muchos de estos problemas.

ADOLESCENCIA SIN ATENCIÓN

El embarazo en adolescentes afecta a 1.4 millones de jóvenes de entre 15 y 19 años de edad en todo el país, según el Instituto de Población de la Universidad de Filipinas, responsable de la Encuesta sobre Sexualidad y Fertilidad entre Jóvenes Adultos, de 2013.

Hay unos 43 millones de menores de 18 años en Filipinas, según estimaciones de la Oficina Nacional de Estadísticas, y necesitan, en especial los de hogares más vulnerables y con poco acceso a la educación formal, información sobre su cuerpo, salud y sus derechos para evitar el embarazo precoz, que impide a las niñas el goce total de sus DH básicos, pues, entre otras cosas, evita que dejen la escuela.

En materia de educación, el gobierno todavía debe concretar un mayor acceso para todos desde preescolar hasta el doceavo grado, indicó Baez.

Mark Timbang, coordinador del Grupo de Acción de Mindanao para la Protección y los Derechos de la Infancia, en el sur de Filipinas de mayoría musulmana, coincidió y dijo que el gobierno debe mostrar sus intenciones de garantizar la educación a las y los jóvenes.

Además, “el gobierno no interviene para proteger a los menores del matrimonio temprano ni para poner fin a la guerra de décadas entre musulmanes y cristianos, y lograr una paz verdadera y duradera”, añadió, para que niñas y niños puedan crecer en un ambiente seguro.

Sheila Carreon, responsable de participación infantil de Save the Children, criticó otro proyecto de ley que busca elevar la edad, de entre 15 y 17 a 18 y 24, para integrarse al Sangguniang Kabataan (consejo de jóvenes), un órgano político y un mecanismo para fomentar la participación de este grupo poblacional.

“Urgimos al gobierno a que no borre a las y los jóvenes del consejo. Que los deje experimentar los asuntos que los conciernen. El consejo es su única plataforma”, remarcó Carreon.

Angélica Ramírez, del Comité de Legisladores de Filipinas para Población y Desarrollo, dijo que las leyes actuales no garantizan la protección de la infancia, y citó como ejemplo proyectos de ley pendientes que buscan métodos de corrección positivos en vez del castigo corporal.

El más destacado es el proyecto de “Disciplina Positiva y contra el Castigo Corporal”, que busca enseñar a las y los niños que la violencia no es aceptable ni una estrategia adecuada para resolver conflictos.

Promueve una paternidad no violenta que pauta el comportamiento infantil a la vez que se respetan sus derechos a un desarrollo saludable y a su participación en el aprendizaje, desarrollar una comunicación positiva y la capacidad de escucha, además de ofrecer oportunidades para evaluar las elecciones que hacen.

Ramírez mencionó el eslogan de una campaña que muestra a niñas y niños diciendo: “No necesitan lastimarnos para que aprendamos”, para remarcar que el castigo físico es “rampante y prevalece” en los hogares filipinos, pues se le considera un comportamiento normal.

Además, mencionó una encuesta de la firma de estudios sociológicos Pulse Asia, de 2011, que concluyó que ocho de cada 10 niñas y niños filipinos reciben castigos corporales, y dos de cada tres padres no conocen otros métodos para educar a su descendencia.

Atender este problema eliminando la violencia física puede tener un efecto multiplicador sobre las futuras generaciones, remarcó Ramírez, pues nueve de cada 10 padres que aplican correctivos físicos arguyeron que lo mismo hicieron sus tutores con ellos.

La ONU define castigo corporal como el castigo físico, emocional y psicológico de niñas y niños con el pretexto de disciplinar.

Además recomienda que todos los países, incluido Filipinas que es signatario de la Convención, implementen leyes que prohíban todas las formas de castigo corporal en la escuela, instituciones públicas y privadas, en el sistema de justicia para menores, en el de atención alternativa y en el ámbito doméstico.

*Este artículo fue publicado originalmente por la agencia internacional de noticias IPS.


Por: Diana Mendoza*
Cimacnoticias/IPS | Manila.- 

Talleres de sexualidad de una mujer de pueblo y feminista


Periódico Diagonal

Montserrat Casado cuenta su experiencia como educadora afectivo-sexual
con mujeres de zona rural.

Soy desde hace ya 30 años educadora afectivo sexual de mujeres en el mundo rural, a veces viejitas y también jovencitas. Ahora llevo varios años de cuidadora de la 'mía mamma'- y sin comentarios, lo llevo fatal. El trabajó voló, dejó de ser interesante para el Ayuntamiento trabajar la educación sexual como prevención de violencia y para alcanzar la igualdad, aunque para lo que me dejaban hacer, tallercitos de tres y cuatro horas... Bueno, el voluntariado sigo haciéndolo y es muy gratificante informar y mimar a mis “chicas doloridas” que digo yo.

El jueves me encontré con Mounia en el parque; ella me abraza con fuerza y después me besa tres, cuatro veces; me toca la cara, sonríe y me pregunta, “¿Conoces trabajo?, sólo tengo una casa, es poco...”. Lleva un carrito con su bebé junto a su otro hijo de cinco o seis años. Es una de mis chicas doloridas del último taller que dedicamos íntegro a hablar de nuestra salud/higiene genital/sexual; quince o veinte horas hablando de un tema que parece que en poco tiempo se resuelve y sin embargo ¡cuánto da de sí!. A veces comento que pasaré a la historia no como educadora de la sexualidad y de la afectividad, más bien como aquella que enseñaba a lavarse el culete, ¡jaja!

Mis talleres siempre han estado rodeados de mujeres de pueblo, mujeres afectadas y doloridas por este sistema patriarcal. Ellas no utilizan este lenguaje, claro está, ni lo comprenden, evidentemente, y a mí me califican enseguida de feminista, como un regaño o una queja.

He ido aprendiendo de ellas a descubrir mis dolencias, a destapar mis cicatrices, a reconocer mis contradicciones, ¡nos parecemos tanto! Todavía no me dejo cuidar y ahora estoy de cuidadora, en este proceso madre/hija que tanto me duele y me lastima.

Isabel estaba obsesionada con sus picores, ¡qué risa pasamos! Es avivada y charlatana. Su candidiasis la traía por la calle de la amargura; cuando nos explicaba sus síntomas, se nos escapaba la risa cómplice de conocerlos, ¡qué conmoción supuso la receta del yogur para las cándidas! y, de paso, cuánta información sobre los yogures.

Sé que tengo facilidad para el encuentro, sé que la cercanía la leen en mis pupilas y en mis dedos cuando las acaricio como una brisa, para no hacerles daño, para no hacerles recordar otros roces.

Cerramos un círculo que nos da sosiego y nos tomamos un café con leche y galletas que nos acercan a la confidencia de nuestro cuerpo. Hablo despacio, la pluralidad de las lenguas lo hace necesario y de repente una expresión las sobresalta y las hace levantar la mirada de la taza de café, “¿cómo?” y repito: ”vamos a quitarnos las bragas” (con una sonrisa ingenua) y ante su perplejidad y el silencio, certifico, “es una forma de hablar”.

Sonreímos, nos reímos. ¡Qué susto! y comenzamos.