1/11/2020

"Esto no es Berlín"



María Teresa Priego

"Somos nuestra memoria, ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos". –Jorge Luis Borges.
Rita (Ximena Romo Mercado) toma el micrófono en el escenario de un espacio clandestino que se llama El Azteca. Es una cantante punk. Con sus cabellos alborotados y su fleco, a la manera de Patti Smith. Rita canta y su personaje toma una fuerza telúrica. Imposible no recordar la fotografía de Smith en la portada de Horses (1975), tomada por su entrañable Robert Mapplethorpe. Sucede en un espacio en penumbra. Con luces que ciegan. Los jóvenes bailan, se abrazan, consumen drogas. En el mundo de afuera la Ciudad de México se prepara para el Mundial de Fútbol de 1986. Hay un "afuera" y un "adentro", cortados de tajo entre sí. El del "deber ser" y el otro. El de "las buenas costumbres" que no terminan de entender que no son "tan buenas" y el del "everything goes". Por descubrir.
Para estos jóvenes a la búsqueda de una identidad, de un espacio de pertenencia, el "afuera" no tiene demasiado que ofrecerles. El territorio de las convenciones contra el territorio de la ruptura. Carlos (Xabioni Ponce de León) y Gera (José Antonio Toledano) son amigos. Tienen diecisiete años, asisten uniformados a una escuela solo para varones. Gera es el hermano de Rita. Carlos es el fan pasmado y silencioso de Rita. Una noche la cantante los invita al Azteca. Son menores de edad, "solo por esta vez". "Contra todo uniforme", pareciera ser una de las consignas de esos nichos de la contracultura. A menos que esos mismos espacios no terminen convirtiéndose en otro uniforme. En otro grupo que domestica y devora. Depende de cada experiencia, cada vida.
Carlos y Gera se internan en la noche como en una ceremonia de iniciación. Una búsqueda identitaria, hecha –necesariamente- de cristales que estallan. Gera toma sin permiso el carro de su padre. En la puerta del bar le rompen el vidrio y roban el estéreo. A la mañana siguiente Rita y su hermano se explican con sus padres como dos "niños buenos". Los castigan y siempre habrá ventanas por donde escapar. La noche gótica abre su ventana que mira hacia Europa y Estados Unidos. "¿Somos creadores o imitadores?", se preguntan algunos. La contracultura "desde Coyoacán", dice una muchacha. "Esto no es Berlín", dice otro personaje, ante una escena que le parece, quizá, pretensiosa e impostada. No es una película con exceso de palabras. Señala. Sugiere. Es una película de pistas y guiños de ojo.
La búsqueda de la singularidad en la diversidad. ¿Qué tan diversa es la diversidad? ¿Qué incluye y qué excluye? La banda va a una tocada en Ecatepec. Un muchacho se acerca a Gera: "Ustedes son bonitos". "Ustedes también", le responde Gera con un aire ingenuo. "No, nosotros somos banda, banda". Y, sí, el punk es también una reivindicación de los tan distintamente excluidos. Los que no van a escuelas con uniforme. Allí donde el más allá de los márgenes incluye la precariedad material. Otros tonos de piel. Los mundos se rozan. La noche regresa cada vez. Carlos tiene un tío, Esteban, el hermano de la madre. El apoyo de su sobrino y de su "Sisterna". Esteban (Hari Sama) es una especie de passeur, un intermediario entre el mundo de la familia y el de la noche. No sabe con exactitud lo que vive su sobrino, sólo imagina que tiene mucho por vivir. Así lo acompaña. Sin juicios. Le gustan las motos y los autómatas. Se estrella en su moto. Una pérdida más, junto a la del padre ausente. Junto a la de la madre atrapada por un abismo.
La cámara, como las emociones, se mueve muy rápido. Flashazos. Cuerpos desnudos. Flashazos. Bailes frenéticos. Flashazos, un joven se inyecta y se deja caer. El colectivo realiza una intervención en la calle, juega con los números: 68-86. Los bandazos de la cámara como en una corriente de consciencia. Como sucede con la memoria. Las drogas ilegales que, sin embargo, nunca faltan. Las drogas legales que consume la madre de Carlos sumida en una tristeza infinita. Aparece a veces, como una sombra. Una dolorosa presencia-ausente. Son los tiempos del abandono. Carlos se rapó un lado de la cabeza. Llega a la escuela y ya es distinto. El vértigo de una nostalgia, la del director, Hari Sama. En una entrevista lo escuchamos decir: "Regresar a esos lugares interiores y darme cuenta de todas esas heridas que ni habían terminado de cicatrizar... esos espacios que me llevaron a territorios de oscuridad que también fueron muy dolorosos". La memoria individual. La memoria colectiva.
Rita es una figura suave, silenciosa, llena de fuerza. Hay algo en ella que le permite deslizarse de un mundo al otro. Escribe poesía que convierte en canciones. Con su uniforme de colegiala lee en voz alta. El profesor le dice: "Quedamos en traer a un poeta clásico", ella lee a Patti Smith nutrida en Baudelaire. Se rebela. ¿Por qué no Paty Smith? ¿Porque es mujer? El punto de encuentro entre sus mundos. Que la poesía no se quede encerrada en los libreros. Que corra las calles de ese México que suspira ante un balón de fútbol. Ximena Romo Mercado es fascinante y conmovedora. Como una "heroína" de la nouvelle vague. Esos personajes femeninos disruptivos en busca de sentido. Esos que caminan por el mundo como si respondieran a un llamado. ¿Qué le significó trabajar en "Esto no es Berlín"? le preguntaron en CineTV: "Es una película que me enseñó a ser honesta con mi trabajo. A tener una voz como artista, como creativa, y a defender esa voz. No estar buscando el proyecto que tiene más exposición. Es más satisfactorio un proyecto que te habla, en el que crees".
Ximena se formó en La Casa Azul de Artes Escénicas Argos, después hizo una maestría en Actuación Contemporánea en la Central School of Speech and Drama en Londres. Comenzó a trabajar como actriz a los dieciséis años. Recibió en 2017 el Premio que otorga CANACINE a la Promesa Femenina. Se cumple, "la promesa". Ha trabajado en teatro y como productora de un cortometraje. Rita es en la película una antítesis de Nico. El personaje que se presenta ante Carlos: "Soy como un guía espiritual". El más desolado y solitario de los guías. Se escucha una voz: "Nuestros amigos se están muriendo y ustedes viven de fiesta todos los días". Una silueta mecánica de mujer con luces gira en algún lugar del bar. Personajes sobre actuados con gestos de elegidos. Ese performance que a veces, es también la vida. El que incluye jugar con la muerte para vivir como si no existiera. Carlos no ama a Nico. Gera atraído por un personaje de cabellos largos y ojos grandes, termina la noche en una sobredosis. Solo. En un baño. Con la aguja colgando del brazo.
"Una temporada en el infierno" es uno de los poemas preferidos de Patti Smith. Al final, Carlos y Gera se reencuentran. Es cierto que ya no son los mismos. Hay verdades muy personales que encontraron en el viaje. "Era una época de una desconexión muy grande con los adultos", dice Sama. Entre las aspiraciones y los mandatos de la clase media mexicana y esa búsqueda empecinada de identidad, que a veces, se transforma en un túnel oscuro. Del que se escapa por las ventanas. La película ha sido Selección Oficial en el Festival de Sundance, en el de Málaga, Morelia y la Habana y abrió la 67 Muestra de Cine en México. "Encontrar la propia voz", dice Ximena. En el arte como en la vida. En ese viaje de iniciación que se renueva. Entre el presente y la memoria. Honrar la memoria, para liberar el presente.


60 hombres nuevos


Miguel Lorente Acosta


Hoy empezamos a contar ausencias y silencios, y a levantar muros allí donde las paredes nos dicen que hay ventanas.
Hoy, día 1 de enero de un año cualquiera, por ejemplo 2020, el contador de argumentos empieza a elaborar las 50-60 razones que llevarán a explicar los 50-60 asesinatos de mujeres que se producirán a lo largo del año, si no cambia el guion.
Porque serán esos argumentos los que utilicen los hombres que las asesinen. Argumentos que hablarán de que “ella se lo ha buscado”, de que “se creería que iba a salirse con la suya”, de que “de mí no te ríes”, o de que “eres mía o de nadie”… todos son argumentos para los demás, no para el asesino; el asesino lo tiene claro, tanto que lleva a cabo el homicidio tal y como se había prometido a sí mismo. Porque su crimen también es para los demás, para que todos entiendan lo hombre que es (por eso la mayoría de ellos se entrega voluntariamente tras el homicidio y aproximadamente un 20% se suicida, asumiendo en ambos casos las consecuencias de su conducta), y para que vean que hay hombres dispuestos a defender su modelo de relación, de identidad y de sociedad a través a través de los recursos que les otorga la construcción social, de la violencia normalizada que aún lleva a que el 44% de las mujeres que la sufren no denuncien, porque “no es lo suficientemente grave” (Macroencuesta, CIS 2015). Una situación trampa que hace que el 75-80% de las mujeres asesinadas nunca haya denunciado la violencia que llevó hasta su homicidio.
Y claro, ante este gesto de los asesinos de dirigirse a los demás, estos les responden diciendo que ha sido el alcohol, las drogas, los celos o los trastornos mentales, pero que los hombres no hacen esas cosas, porque si las hicieran no serían 60 los asesinos, sino miles. Una idea que suena más a amenaza que a justificación, pero el machismo es así, se mueve entre la amenaza y la negación para que unas por miedo y otros por fe, todo siga igual.
Porque lo que el machismo no quiere ver ni aceptar es que vivimos bajo unas referencias culturales que llevan a  que cada año 60 hombres de media asesinen a las mujeres con las que comparten o han compartido una relación de pareja, y que lo hacen bajo el argumento de la “normalidad”. O lo que es lo mismo, que cada año alrededor del 20% de todos los homicidios que se producen en nuestro país son cometidos por hombres “normales”, sin ningún vínculo previo con actividades delincuenciales ni criminales, y que, por tanto, vivimos en una sociedad con unas referencias culturales capaces de generar cada año 60 asesinos nuevos desde la normalidad que caracteriza las relaciones de pareja y familiares. Porque los asesinos que matan un año no matan al siguiente y, sin embargo, a lo largo del nuevo año las cifras son muy similares debido a los mensajes y dictados que aparecen entre las páginas de la cultura.
El machismo es la fábrica de hombres violentos; asesina el machismo, los machistas sólo ejecutan los mandatos que interpretan a partir de los dictados de una cultura que no sólo no rechaza la violencia contra las mujeres, sino que la normaliza para que pueda ejercerse bajo el umbral de la intimidad, y luego, cuando supera esos límites, la intenta ocultar al mezclarla y confundirla con otras violencias que no cuentan con esa construcción de género en su estructura. Una estrategia interesada para que de ese modo no se modifique la construcción cultural que da privilegios a los hombres, entre ellos poder utilizar la violencia contra las mujeres desde la normalidad, y que  a pesar de los 60 asesinatos de media y de los 600.000 casos, el debate social se centre más en el cuestionamiento a las víctimas que en la crítica a los agresores.
La transformación social y el movimiento feminista han conseguido que la Igualdad sea imparable y la erradicación del machismo irrenunciable, por eso desde los sectores más conservadores de la sociedad atacan los instrumentos que lo están consiguiendo, y se presentan como víctimas de esta nueva realidad, de ahí que continúen alimentando el clima violento que hace que luego 60 hombres den los pasos hasta los asesinatos de género. Son sus chivos expiatorios con los que continuar el relato.

La era de los nuevos machoman

Teresa Domínguez
Nueva Revolución

Como afirma la carta de Global Citizen dirigida a los líderes gubernamentales y empresariales, cuando las niñas y las mujeres tienen poder, cuando son tratadas en igualdad, se les abre la puerta de la educación, la sanidad, los derechos políticos, la toma de decisiones, en algo tan básico como casarse y formar una familia, viajar y en otros muchos aspectos en los que el patriarcado, “la forma de poder en la cual los varones dominan a las mujeres, tienen mayor relevancia que ellas en todas sus actividades, y resultan ser el polo humano por el que se mide el prestigio” (Amedia Varcárcel, Ahora feminismo) nos lleva ventaja desde hace siglos.

Estamos a punto de entrar en 2020 y sin embargo, las niñas y las mujeres continúan siendo tratadas de manera diferente en todos los aspectos y órdenes de la vida en muchos lugares del mundo. De hecho, Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, afirma que ningún país ha logrado la igualdad de género y que es imprescindible utilizar sinergias entre diferentes sectores y partes interesadas para acelerar el progreso.

Actualmente, 131 millones de niñas no asisten a la escuela y no aprenden lo básico porque han de ocuparse de otros menesteres, porque son casadas para satisfacer las necesidades de las familias. Muchas de ellas no pueden heredar y tienen prohibido poseer propiedades. Las niñas y mujeres pasan 200 millones de horas al día recolectando agua para sus familias en lugar de asistir a la escuela. 214 millones de mujeres no tienen acceso a anticonceptivos modernos, y son sistemáticamente violadas siendo niñas, por familiares o desconocidos, o a través del matrimonio precoz, lo que aumenta la tasa de embarazos infantiles y muerte.

Unos 15 millones de niñas nunca aprenderán a leer y a escribir y 300.000 mujeres morirán cada año por causas evitables relacionadas al embarazo. Y además son agredidas, violadas, mutiladas, asesinadas por su condición de mujer. El 71% de las víctimas de la trata en todo el mundo son mujeres y niñas, y 3 de cada 4 de ellas son utilizadas para la explotación sexual. A ello sumamos las nuevas formas de explotación que inventa el sistema capitalista, como es la explotación reproductiva. Según la OMS, la violencia contra la mujer es una causa de muerte e incapacidad entre las mujeres en edad reproductiva tan grave como el cáncer y es una causa de mala salud mayor que los accidentes de tráfico y la malaria combinados.

La desigualdad y la violencia ejercida contra las mujeres y las niñas tiene sus raíces en siglos de dominación masculina. Además, la discriminación legal es una de las mayores barreras que enfrentan.
vía Financial Times
Muy hombres, muy machos.

    “Las mujeres necesitan estar muy preparadas para defenderse” Susana Malcorra.

A todo esto hemos de sumar el cambio político global y el crecimiento de los populismos de extrema derecha de lideres machistas en extremo que claman retrocesos de derechos de las mujeres, al ver sus privilegios amenazados. De hecho, en febrero de 2019, más de 30 mujeres lideres mundiales firmaron una carta escrita por Susana Malcorra, Ministra de Asuntos Exteriores de Argentina, porque “las mujeres necesitan estar muy preparadas para defenderse“ del cambio político global y para condenar y advertir del peligro que conllevan sus políticas.

La carta firmada por decenas de mujeres líderes mundiales apela a la responsabilidad para que no retrocedan los derechos humanos de las mujeres.  A pesar de los avances, la igualdad está lejos de alcanzarse en muchos países, y está en claro retroceso en otros. Y es el origen de una campaña informativa y política que continua de cara a la Agenda 2030.

Lo que califican de “macho-type strongman“ es la radiografía de los nuevos líderes “muy hombres, muy machos” que están proliferando en el mundo, y que desde sus posiciones de poder aceleran crecientes movimientos que apuntan a revertir los derechos de las mujeres, ganados en las últimas décadas.

    “También para toda la humanidad porque a la mitad de la población se le impide contribuir con todo su potencial.”

Lo que está en juego es la igualdad.

Un riesgo no solo para las mujeres, también para los más desfavorecidos, “también para toda la humanidad porque a la mitad de la población se le impide contribuir con todo su potencial ”. Afirman que a medida que las mujeres ocupamos cada vez más espacios significativos en las estructuras políticas locales, nacionales e internacionales y en los debates de desarrollo socioeconómico, científico y sostenible, y a medida que nos involucramos a través de la sociedad civil en muchas campañas, mayores son las reticencias por parte de cierto sector de la política y la sociedad.

El surgimiento de ese tipo de líderes como Duterte, Trump, Bolsonaro, Salvini, Orbán, Gauland y Weidel en Alemania, Jussi Halla-aho en Finlandia, Kaczyński, Duda en Polonia, Abascal en España, (y otros muchos) ha sido el resultado, en parte, de la posición de focos de poder dominados por hombres que se sienten amenazados por los avances de las mujeres.

Las fuerzas populistas de extrema derecha, que utilizan la misma retórica que hace 80 años, están subiendo como la espuma en Europa y también en nuestro país. Partidos populistas que tienen representación parlamentaria e incluso gobiernan en un continente que aún llora la tragedia y devastación de una de las guerras más brutales contra el nazismo y el fascismo. 
España 15,09% Dic2019 Img BBC

Volviendo al gravísimo problema de los derechos humanos de las mujeres, la carta apela a que debemos estar muy preparadas para defendernos contra quienes desde las instituciones públicas con el poder que les otorgan los votos, ponen en riesgo no solo la lucha feminista, sino los derechos básicos que nos ha costado siglos conseguir. Un ejemplo claro es el retroceso en Estados Unidos, donde los derechos al aborto corre el riesgo de ser revocado 40 años después. La administración Trump ha buscado en los comités de derechos de las Naciones Unidas eliminar las referencias a la salud sexual y reproductiva, argumentando que se ha utilizado para promover el aborto. Ni siquiera ratificó la resolución contra la violación como arma de guerra.

    “Nos preocupa dar por sentado lo que tenemos”. “Eso, en nuestra opinión, es nuestra mayor debilidad”. Susana Malcorra

“Nos preocupa dar por sentado lo que tenemos”, dijo Malcorra. “Eso, en nuestra opinión, es nuestra mayor debilidad”. Para empezar hemos de ser conscientes de que la igualdad no es un hecho real en el mundo. Las mujeres no estamos donde deberíamos estar, es decir, en todos los campos posibles, y con poder de decisión, siendo más de la mitad de la población.

Por otro lado, los logros adquiridos, tras siglos de lucha, y esfuerzo, se ven siempre amenazados y pueden retroceder, como está sucediendo en algunos países, mientras en otros, las mujeres siguen batallado por derechos elementales, como son el de la decisión sobre sus vidas, la educación, el voto, a no ser explotadas o los derechos sexuales. A pesar de décadas de avances notables, las libertades y los derechos no se han alcanzado universalmente.

Lo peor del asunto es que demasiados nos ven como una amenaza en lugar de considerar que puede ser, y de hecho lo es, una oportunidad para cambiar las expectativas de género que beneficia a todas y todos. Sin embargo, existe una sensación de que el poder establecido está siendo amenazado por los avances en derechos humanos que supone el feminismo.

El mismo secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió del retroceso mundial contra los derechos de las mujeres, e instó a las delegadas en su reunión anual sobre la situación de las mujeres, a no ceder terreno. Unos 9.000 defensores participan en la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW, por sus siglas en inglés) en medio de un gran nerviosismo por el retroceso de los logros obtenidos durante varias décadas para promover la igualdad de género.

El 12 de septiembre de 2019 en el evento “mujeres en el poder” convocado por el Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas se estableció una serie de prioridades para avanzar en el liderazgo femenino, entre ellas crear marcos legales, la educación de las niñas; medidas para abordar la violencia contra la mujer y políticas que garanticen la participación económica igualitaria; y la creación de un entorno propicio en todas las esferas de la sociedad. Espinosa enfatizó que “empoderar a las mujeres y las niñas es lo más cercano que tenemos a una ‘fórmula mágica’ para construir un futuro más seguro, más justo y más sostenible”, también involucrando a los hombres en la promoción de la igualdad de género.

El 25 de noviembre de 2019, 50 líderes sindicales escribieron otra carta a Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea sobre propuestas para aumentar la acción de la UE contra la violencia específica hacia las mujeres. En particular, la UE debe tomar la iniciativa para “convencer” a los Estados miembros de que ratifiquen el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo sobre violencia y acoso en el trabajo. Señalando que la violencia contra las mujeres no se detiene al ámbito del hogar. La violencia física o psicológica contra las mujeres también ocurre en el lugar de trabajo, independientemente del sector en el que trabajan, su profesión o nivel educativo. Además, en el lugar de trabajo, las mujeres tienen un 26 por ciento menos de probabilidades de ser empleadas que los hombres y menos de un tercio de los gerentes son mujeres, a pesar de que es probable que tengan una mejor educación, según un estudio reciente de la OIT.

Guterres reconoció que los gobiernos que son partidarios vocales de esta agenda no respaldan sus palabras con acciones. El “problema de las mujeres” pasa a segundo plano, las agendas nacionalistas, populistas y de austeridad agravan la desigualdad, reducen sus derechos, en especial en salud sexual y los derechos reproductivos.

La igualdad de género está en el centro de lo que el mundo necesita. Pero el aumento del populismo en todo el mundo, junto con sus actitudes conservadoras y xenófobas, está afectando a los derechos de las mujeres. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París, la Convención sobre la Erradicación de la Discriminación contra la Mujer y muchos otros acuerdos, tratados y convenciones mundiales se han logrado a través del multilateralismo y la lucha feminista y representan las esperanzas y aspiraciones de las actuales y futuras generaciones.

Uno de los símiles que usó Susana Malcorra para explicar esta grave situación fue el de la fábula de la rana y el agua hirviendo, si nos vamos acomodando y acostumbrando a los cambios que llegan, sin reflexionar sobre ellos, puede que perdamos la visión de la realidad y terminemos “quemadas”, afectadas. Las mujeres necesitamos reaccionar, y estar muy preparadas para defendernos.

Por un 2020 sin etiquetas



El uso del lenguaje no es neutral. No somos todo lo que decimos pero lo que enunciamos o callamos nos sitúa en algún punto, flexible, de una red de relaciones sociales y de poder significativa. Los usos de la palabra, y del silencio, no son irrelevantes, contribuyen a expresar y moldear el mundo en que vivimos, cómo lo percibimos y cómo nos relacionamos con los demás, cerca o lejos, en armonía o en confrontación. Por eso, la manipulación del lenguaje y la contaminación de la conversación social por el poder y sus discursos autoritarios daña la convivencia social y afecta la calidad de la democracia que requiere del diálogo y del sentido crítico.
Mucho se ha escrito en estos días acerca del lenguaje divisivo que ha caracterizado el discurso oficial en el último año. No es asunto menor, en efecto, que desde la tribuna o púlpito del Poder Ejecutivo se asesten a diestra y siniestra descalificaciones a quienes no coinciden con el proyecto sexenal o critican el actuar gubernamental, así lo hagan en defensa de principios que el actual régimen dice defender, tales los derechos de las comunidades indígenas amenazadas por el mal llamado tren “maya”, o los de las mujeres marginadas a quienes se afecta con políticas que poco contribuyen a la justicia social. Lejos de promover la unidad en la diversidad, a la que a veces se exhorta, la voz cantante del poder ha fomentado una estridencia verbal que intensifica las manifestaciones de discriminación ya existentes, y excesivas, en México.
Sin embargo, la contaminación del discurso social por la mentira, la descalificación y la hostilidad hacia los “otros” y “otras” –quienes no piensan “como yo”, quienes son diferentes, quienes no alaban o no vilipendian al líder y un largo etcétera– no es sólo responsabilidad del presidente, su gabinete y otros actores políticos. Retomar, usar, repetir sus calificativos excluyentes, despreciativos, agresivos nos convierte en caja de resonancia de ese discurso divisivo, de las descalificaciones y burlas que criticamos en boca de otras personas.
La sociedad mexicana de por sí carga con un hondo problema de discriminación. Nuestro lenguaje está atravesado de expresiones machistas, clasistas y racistas que ninguna receta de lenguaje incluyente podrá eliminar porque en ellas se manifiesta una forma de vernos y de ver a los demás cargada de prejuicios, que se reproducen en una sociedad plagada de desigualdades y poco crítica de sí misma.
A las viejas expresiones, y actitudes de superioridad de unos y negación de otros, se han ido sumando vocablos sacados del cajón del resentimiento, de la mofa, que se usan sin pudor porque están “autorizados” desde la voz oficial. Así, al ya amplio arsenal de etiquetas con que restamos inteligencia, derechos y humanidad a otros y otras, se añade hoy una clasificación dualista que reproduce, en síntesis, la rancia división en seres “buenos” y “malos”, “puros” e “impuros”, que deriva en “dignos” o “indignos” de confianza, respeto, duelo o derecho a existir.
Hay quienes se autocalifican con la palabra excluyente de moda, como intento de resignificación, o como reconocimiento de no pertenencia al grupo en el poder. Las palabras sin duda pueden adquirir nuevos significados y negar la exclusión original. Sin embargo, en el contexto actual, esta resignificación es sólo relativa: mal que bien nos situamos de un lado de la brecha trazada desde la mirada oficial y adoptamos o parecemos adoptar la visión de que aquí sólo hay dos bandos separados o al borde de la confrontación.
El paso del discurso excluyente al discurso de odio no es lineal. Sin embargo, reproducir y aceptar la descalificación continua separa y daña: reduce nuestra comprensión de la diversidad de formas de pensar y vivir y la capacidad de diálogo necesaria para enfrentar y superar problemas que afectan el presente y futuro de todas y todos. 
Sin etiquetas, el 2020 puede ser mejor. 

CIMACFoto: César Martínez López

La violencia machista afecta al bienestar de las mujeres rurales


Entrevista a Marien González Téllez, investigadora en la provincia Las Tunas

SEMlac

La violencia machista teje una compleja madeja que afecta a las mujeres rurales. Distintas formas de maltrato se acentúan y solapan en una cultura patriarcal que continúa sosteniendo la subordinación femenina. Más allá de las lesiones físicas, existe una falta de bienestar y estrés estrechamente relacionados con la cultura patriarcal y la violencia machista. Es por ello que la psicóloga Marien González Téllez, investigadora en la provincia Las Tunas, insiste en relacionar salud con contexto social y cultura patriarcal.
¿Cómo afecta la violencia de género a las mujeres rurales? ¿Qué consecuencias tiene para su bienestar?
A pesar de los disímiles esfuerzos que se realizan para cambiar la situación de la mujer en el sector rural, todavía persisten problemas; se establecen las relaciones de poder que sostienen la violencia de género.
Las distinciones desigualitarias sitúan a la mujer rural en una situación de subordinación materializada en costumbres, tradiciones y actitudes profundamente arraigadas en la sociedad, marcando un estilo de vida permeado por la priorización del espacio y necesidades masculinas.
En mayor medida existen situaciones de violencia psicológica, que en la mayoría de los casos no son perceptibles por las mujeres, debido a la educación patriarcal en que se nos enseña a pensar, actuar y hasta sentir; aunque estas formas de violencia pueden ser la base para llegar a la agresión física.
Existe una base patriarcal que sostiene estas relaciones y situaciones de maltrato. Los obstáculos fundamentales para el empoderamiento de la mujer rural están en la sobrecarga de responsabilidades domésticas; elementos que laceran la salud y el bienestar de ellas desde la presencia de desigualdades que conforman situaciones estresantes.
El maltrato genera estrés y existen diferentes vías mediante las cuales el estrés puede provocar diversas enfermedades. El efecto del estrés sobre el sistema nervioso, endocrino e inmunológico es directo. Por otra parte, pueden aparecer efectos indirectos, si se modifican las prácticas de salud que incrementan ciertos riesgos.
El estrés puede estar asociado al aumento de ingestión de sustancias alcohólicas, el tabaquismo, el uso de fármacos e incidencia de trastornos del sueño, los cuales incrementan el riesgo de contraer enfermedades o agravar las existentes. Por lo que el estrés tiene efectos directos e indirectos sobre las enfermedades.
¿Crees que el contexto rural marca particularidades en esta situación? ¿Por qué?
Sí, es evidente que cada espacio socializador caracteriza las relaciones que se establecen entre las personas que lo conforman. Incluye la influencia de la cultura, los medios de producción, las opciones de empleo y recreación en estas comunidades o contextos.
Todos ellos denotan formas de subjetivar la realidad y otorgan sentidos subjetivos a hombres y mujeres y las relaciones que “deben ser establecidas”; en esta dinámica se acentúan rasgos machistas y se invisibilizan las potencialidades femeninas.
Es necesario recordar que no solo el hecho de las dobles y triples jornadas laborales de las mujeres rurales constan como factores que afectan su salud, sino también las relaciones que se establecen en este ámbito. En la mujer rural, el estrés se intensifica, entre otras cosas, por la falta de oportunidades y las reglas de una sociedad que aún la mantiene sometida a la voluntad del hombre.
En la zona oriental de Cuba, pese a no tener el tono tan precario que presentan las mujeres del área de América Latina, existen desafíos. En trabajos de diagnósticos realizados por la Asociación Productora de Animales (ACPA), de conjunto con la Cátedra de la Mujer y proyectos de investigación pertenecientes a la Universidad de Las Tunas, se obtuvieron resultados alarmantes.
Las condiciones de vida de comunidades rurales se caracterizan por escasos medios de transporte para el acceder a ellas, sin existencia de electrificación; el agua que se consume es de pozos, lo que implica que deba ser cargada hasta el hogar, actividad que por lo general realizan las mujeres por “tener más tiempo disponible”; se utiliza la cocina de leña, es por ello que los beneficios de la revolución energética, ollas y hornillas no pueden ser utilizadas por las mujeres de estos lugares.
Su jornada de trabajo en el campo va acompañada de una sobrecarga de trabajo doméstico en pequeños sitios de tierras, enfrentándose a condiciones materiales mucho más precarias que en el medio urbano; cuentan con poca ayuda familiar y asumen hasta una triple jornada de trabajo, dado su rol de madre y esposa. Esta situación genera una desigualdad de oportunidades para la incorporación a los procesos productivos, organizativos y una valoración de sobrecarga física y psíquica para ellas.
Desde la perspectiva de género, estos indicadores desde el ámbito comunitario evidencian claras situaciones potenciadoras de estrés. La realidad de las mujeres rurales condiciona una vida marcada por el desgaste, debido a las desigualdades, la violencia, la carencia y la inaccesibilidad a recursos materiales y espirituales que le brindan el tan esgrimido bienestar. Es por ello que se necesita visualizar el brillo de cada mujer en el espacio en que se encuentre y crear para todas las posibilidades de crecer.
¿Qué acciones propondrías para una respuesta a la violencia de género en los contextos rurales?
Tratando esta violencia de género desde esta perspectiva salutogénica y en relación con elementos del estrés que favorecen y causan enfermedades y maneras de enfermar para hombres y mujeres, es pertinente la solución adaptada a las propias características de estos espacios rurales.
Desde mi visión personal, pese que la violencia física se trate de ocultarla en gran cantidad de casos, es mayormente visible, lo que favorece su tratamiento y atención por los diversos sistemas de salud o sistemas sociales dispuestos en nuestro país. Pero no sucede de igual manera con esa violencia que se invisibiliza por esos mismos aprendizajes en los espacios familiares, incluso educativos, que instituyen comportamientos y acciones basadas en estereotipos y normas apegadas a la configuración masculina de poder. Ese tipo de violencia es más solapada y en ocasiones no se descubre o “convenientemente” no se hace consiente.
Tiene que ver con los accesos a información, opciones de espacios recreativos, disponibilidad de tiempo, construcción de equidad familiar y reconfiguración de roles familiares, así como la distribución de tareas y límites, acceso a espacios de salud, educación sexual y reproductiva, pensada desde la diversidad e incluyendo personas con necesidades especiales, orientaciones e identidad de género diferentes, construcción de subjetividades grupales y sociales menos discriminatorias.
Las acciones más específicas irían encaminadas a desarrollar mayores intervenciones comunitarias desde la perspectiva de género, facilitar espacios de inclusión para la diversidad --ya sea culturales, recreativos, laborales o de salud--; crear talleres educativos y de aprendizajes, favorecer encuentros con especialistas, que la coeducación comience por personas decisoras; favorecer oportunidades de trabajo para mujeres pensadas desde sus características y del lugar donde viven, que permitan mayores ingresos personales; intencionar una inyección de capital en estas zonas para la construcción de infraestructura de desarrollo local.
Desde la perspectiva más global, las acciones para la disminución de estas formas de violencia irían encaminadas a la desconstrucción y desaprendizajes de cada manifestación de poder irracional masculino.

Mexicanas, al glitter de guerra

CIMACFoto: César Martínez López

Ciudad de México.- Se rompieron cristales, se lanzó brillantina, se provocó una polémica sobre monumentos históricos pintados, pero a la vez, las mujeres rejuvenecieron y fortalecieron al movimiento feminista, forzando al gobierno de la ciudad a tomar acciones.
“No nos cuidan, nos violan”, se convirtió en la consigna de las mujeres, jóvenes y furiosas, que se reunieron el lunes 12 de agosto frente a la Secretaría de Seguridad Pública, en la delegación Cuauhtémoc, para protestar por la presunta violación de una menor de edad por cuatro policías en Azcapotzalco, el día 3 de agosto.
El entonces Secretario de Seguridad Pública, Jesús Orta Martínez, salió a enfrentarlas, pero su afirmación que los elementos acusados del delito seguían en funciones, no ayudó a calmar los ánimos y algunas de las manifestantes, en señal de protesta, lanzaron brillantina rosa al funcionario.
La brillantina se convirtió en otro símbolo de la “Furia Mexicana”, como luego se denominó en círculos de feministas internacionales. La ira de las manifestantes no fue bien recibida por parte de la población y funcionarias públicas. Tanto la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, como la Procuradora General de Justicia de la Ciudad de México (PGJCDMX), Ernestina Godoy Ramos, calificaron las protestas como “provocaciones”, en las cuales “no caerían”.
Se anunciaron entonces la apertura de carpetas de investigación contra quienes pintaron las paredes de la PGJ, acción que días más tarde retiró. Sheinbaum se vio obligada a rectificar sus declaraciones un día después, pero la indignación continuó entre las jóvenes feministas quienes se sintieron criminalizadas y no tomadas en serio. Se preguntaron si unas pintas eran más importantes que diez mujeres asesinadas al día.
El 15 de agosto la Procuraduría capitalina desechó la acusación de violación contra los policías (cuyo número ya había incrementado a 6 y no 4). Su argumento: “el momento, el lugar y las circunstancias no coinciden con lo declarado por la víctima.” Como ya es común en los casos que maneja la dependencia de justicia de la ciudad, aceptó haber filtrado los datos privados de la víctima, lo que provocó que la adolescente retirara su denuncia.
El viernes 16 de agosto, mujeres convocaron a una segunda protesta en la Glorieta de Insurgentes. La concentración comenzó con consignas, cánticos, poemas y la brillantina rosa arrojada hacia el cielo. De nuevo los ánimos se polarizaron.
Mientras ello ocurría, la Jefa de Gobierno se reunió con mujeres defensoras de Derechos Humanos, en su mayoría líderes de opinión en Twitter, con quienes se comprometió a “dar puntual seguimiento a sus peticiones y demandas”. Anunció la creación de mesas de trabajo y foros abiertos para generar programas integrales de prevención, atención, sanción de la violencia de género.
Todo ello dio lugar al “Plan de Acción Inmediata de Atención a la Violencia contra las Mujeres”, que se implementaría de septiembre a diciembre pasados y que contempla la iluminación de “senderos seguros”, capacitación en perspectiva de género de policías y personal del Ministerio Público, y la creación de un banco ADN, para uso forense en casos de violencia sexual.
Las mujeres que participaron en las protestas no confiaron en estas propuestas. “Me parece que es una suerte de querer conciliar todas estas acciones para que no haya más afectaciones en cuanto a lo material, pero no han hecho buenas estrategias para ver lo que realmente afecta a las mujeres”, opinó una estudiante a Cimacnoticias, en agosto.
Terminando el año, no se ha escuchado mucho de resultados de las mesas de trabajo sobre violencia a mujeres que realizó la administración, aunque los avances del “Plan de Acción” se pueden ver en la página de la Secretaría de las Mujeres. Lo que sí persistió fue una profunda desconfianza entre el Gobierno de la Ciudad y sectores feministas. Cuando ellas salieron el 25 de noviembre, a protestar nuevamente ante el incremento de la violencia, fueron “acompañadas” de un contingente de tres mil policías y trabajadoras públicas. Mismos que más tarde, arrojaron gas lacrimógeno a las mujeres.

“El feminismo es un movimiento de liberación para toda la sociedad”

Entrevista al conocido psiquiatra Enrique Stola
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El reconocido psiquiatra visitó Rosario y habló con El Ciudadano sobre el lugar del hombre en la lucha del movimiento de mujeres. Acompañó a adolescentes que denunciaron al padre Grassi y a la actriz Thelma Fardín.

Desde mediados de los 80 el psiquiatra Enrique Stola es feminista. Su trabajo con víctimas de abuso y violencia de la última dictadura cívico militar terminó de confirmar lo que las lecturas le venían sugiriendo. “El feminismo es una respuesta política que amplía las libertades no sólo de las mujeres, sino también de los varones y del colectivo LGTBI”, asegura.

Desde su profesión analiza las prácticas machistas, asesora a quienes sufren violencia y es consultado por quienes buscan denunciar en la Justicia. Acompañó como terapeuta a dos adolescentes que denunciaron por abuso al padre Grassi y fue uno de los peritos que entrevistó a Thelma Fardín cuando llevó a Juan Darthes a la Justicia.

Stola visitó Rosario para dar una charla en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario y en diálogo con El Ciudadano habló sobre su militancia, la violencia machista en Latinoamérica, la importancia de la Educación Sexual Integral en la prevención de abusos y el rol de los hombres en las luchas de género.

-¿Cuál fue el motivo de su visita a Rosario? 

-Vine invitado por la cátedra a dar mi perspectiva como psiquiatra y varón feminista historiando cómo se llegó a esta situación con un paradigma neoliberal desde 1900 hasta la actualidad. La sociedad tiene un dispositivo de dominación masculina que jerarquiza y subordina la figura de las mujeres y el movimiento LGTBIQ. El machismo atraviesa todos los cerebros. Las conductas cotidianas reproducen la jerarquización de la diferencia entre la figura valorizada del hombre y los cuerpos subordinados.

-¿Cuándo se convirtió en feminista?

-En la década del 80 me definí feminista. Venía trabajando con víctimas de la última dictadura cívico militar que sufrieron abuso y lo que entonces denominaban violencia doméstica. Las lecturas y producciones teóricas de feministas me llevaron a definirme así. La filósofa Diana Maffía dice que la situación de las mujeres en el mundo está peor que la de los varones y eso lo comprobamos científicamente a través de las estadísticas. Plantea un problema ético y requiere de una respuesta política para transformar la sociedad. Eso hace el feminismo y puede ser asumido por cualquier persona.

-¿Qué respuestas recibió desde los feminismos?

-Hay un sector de compañeras que no acepta que puedan existir hombres feministas y no acuerda con la hipótesis. No entro en discusión. Soy activista feminista y sufrí las consecuencias. Es mi forma de ser y estar en el mundo.

-¿Cómo lo tomaron los varones?

-En los 80 y 90 lo veían como la locura de un psiquiatra. Ahora el pensamiento cambió gracias al gran movimiento de mujeres y colectivo LGTBIQ. Hoy me escuchan y reflexionan, pero los varones no cambian porque hagamos cursos ni seminarios, sino por los fuertes posicionamientos de las mujeres y del colectivo que generan cambios sociales.

-¿Cómo fue trabajar con víctimas de la dictadura?

-En aquel momento trabajé con varones y mujeres que sufrieron todo tipo de torturas en la dictadura y con personas que iban a ir al exilio. También con familiares de detenidos o desaparecidos. Por mi forma de trabajar, fueron apareciendo situaciones de mujeres que sufrían lo que llamaban violencia doméstica y abusos. Ese trabajo me permitió entrar en el caso del padre Grassi y fui terapeuta de Gabriel, el chico que lo denunció y por el cual el cura recibió una condena. Dediqué más de 10 años de mi vida a ese caso y sufrí las consecuencias ya que me amenazaron y entraron tres veces a mi casa.

-También participó como profesional de la denuncia de Thelma Fardín…

-Me pidieron hacer una evaluación psiquiátrica de Thelma para hacer un informe y presentarlo en la Justicia. Estuvimos trabajando muchas horas con ella.

-¿Cree que la mediatización de estos casos ayudó a que otras víctimas denuncien?

-El patriarcado y el dispositivo de discriminación masculina utilizan la educación y los medios de comunicación masivos para sostener el dominio. Tenemos que hacer visible lo que le sucede a las mujeres, sus historias, sus luchas y, en lo posible, utilizar los medios de comunicación. La lucha produjo resquebrajamientos en la sociedad hacia arriba y permitió que haya espacios que las compañeras pueden utilizar para difundir la perspectiva de género y feminista.

-¿Cómo analiza la violencia machista en las protestas de Chile y Bolivia?

-La etnia blanca dominante sostiene el neoliberalismo como proyecto económico y mundial. La crueldad es contra todos los cuerpos pero hacia las mujeres es con violaciones en Chile y los abusos sexuales como muestra de la crueldad machista.

-¿Ve una relación entre los modelos neoliberales y el patriarcado?

-Las compañeras del feminismo comunitario de América latina afirman que el patriarcado es la matriz de todas las dominaciones. Si miramos la evolución de las estructuras económicas del occidente, desde el feudalismo, el mercantilismo hasta las diferentes formas del capitalismo vemos que hubo una constante que fue la dominación de género. Los estudios de Bourdieu dan cuenta de eso.

La raza como creación a partir de los siglos XV o XVI como forma de organizar los cuerpos y espacios en función de intereses dominantes y explotación de los cuerpos, el concepto de clase social y explotación de clase, la heterosexualidad obligatoria son variables que van configurando quiénes dominan y quiénes son dominados.

El aquí y ahora atravesado por la dominación de clase, de género, por la dominación de raza, la etnia de los blancos con total poder por la situación de negritud de la población, los sectores sociales amplios llevados a una situación sin salida en el mundo al igual que los negros esclavos en la esclavitud.

-¿Cuál es la importancia de la Educación Sexual Integral (ESI) en la prevención de abusos?

-La ESI es necesaria porque le enseñaría a niñas, niños y niñes a respetar sus cuerpos y el de los otros porque es la base de nuevas configuraciones democráticas. Se oponen las instituciones religiosas que hablan de ideología de género y bajo el slogan “Con mis hijos no te metas” garantizan la protección de abusadores, les dejan espacios de libertad, y desprotegen la infancia porque estas personas no tienen palabras ni elementos para pedir ayuda en caso de abuso.

Pero además porque las infancias acceden a la pornografía que circula por Internet y los educa desde el goce machista. La ESI evitaría los escraches. El daño que produjeron en las sociedades y en los cuerpos las instituciones cristianas es terrible.

-¿Cuál es el lugar de los varones en la lucha de género?

-Veo varones que se están agrupando bajo una propuesta antipatriarcal. Me consultaron por una nota sobre un hombre que se había hecho una vasectomía y recibió rechazos de parte de otros hombres. Es una conducta antipatriarcal: inscribir en el cuerpo la decisión de no llevar adelante el modo machista de reproducción. Hay varones que por el nivel cultural aprendieron el discurso políticamente correcto pero ocultan el sostenimiento del machismo. Hablan de nuevas masculinidades, pero el patriarcado siempre las reproduce.

Tienen que ser anti hegemónicas y anti patriarcales y con lectura feminista. Las mujeres son las que tienen un punto de vista epistemológicamente privilegiado porque son quienes ven los mecanismos de dominación masculina. Con la revolución de las hijes, el término que inauguró Luciana Peker, se produjeron cambios en los padres, abuelos y tíos ante los posicionamientos de los adolescentes. Es muy saludable.

El feminismo es un movimiento de liberaciones para toda sociedad y no produjo ninguna muerte. Los cambios sociales son la consecuencia de la lucha de las mujeres y de ocupar el espacio público en la calle.

-¿Cómo se interesó por estos temas?

-Viví la discriminación por ser peronista, por ser de un sector económicamente bajo, y por otros temas lo que me ubicó en sintonía de empatía con cualquier otra persona. No me fue difícil ver lo que les pasaba a las mujeres. Con las lecturas feministas y con la escucha de su sufrimiento mi posición avanzó rápidamente.


Foto: Enrique Stola -Psiquiatra argentino (Infobae)

Aumenta feminicidio infantil y desaparición de niñas en México

Esto de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, analizadas por la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) en su balance anual de 2019.
En su informe, la Redim documentó que, por ejemplo, en mayo de 2019 se reportaron 12 casos de feminicidio infantil, mientras que en el mismo mes pero de 2015 se reportó un caso; en 2016 y 2017 hubo cinco, respectivamente; y en mayo de 2018 hubo ocho casos.  
En total, uno de cada 10 asesinatos de mujeres por razón de sexo que ocurrieron de enero a julio de 2019 fueron contra niñas de 0 a 17 años, de acuerdo con la Redim.
El Estado de México, Veracruz, Jalisco y Chiapas (en ese orden) serían las entidades más letales contra ellas, ya que cada entidad registró hasta junio de 2019 al menos 55, 33, 23 y 21 víctimas de este delito, según los datos reportados.
Desaparición y trata, los otros pendientes del nuevo gobierno
La desaparición y la trata de personas son otras dos problemáticas que afectan de manera diferenciada a las niñas y las adolescentes.
Hasta abril de 2018 (último mes que se actualizó el Registro Nacional de Personas Desaparecidas), las niñas representaban 58% de los más de seis mil casos de personas menores de 17 años reportadas como desaparecidas.
En total, se trata de tres mil 899 niñas y adolescentes registradas en la RNPD. Muchas de ellas tienen fechas de desaparición posteriores, incluso, al gobierno del expresidente Ernesto Zedillo (tres casos).
Sin embargo, las cifras de la Redim demuestran que la desaparición de mujeres jóvenes va en aumento. Por ejemplo, se reportaron seis casos de niñas desaparecidas durante la época del expresidente panista, Vicente Fox Quezada; hay 771 casos durante la administración de Felipe Calderón Hinojosa; y existen más de tres mil casos registrados durante el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Muchas de estas niñas son captadas por la trata. Según la Redim, de enero de 2015 a junio de 2019, se registraron en el país tres mil 320 víctimas de trata; en siete de cada diez de estos casos, la víctima es una niña o mujer adolescente.
De acuerdo con la organización, en los primeros siete meses del nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador se han presentado mensualmente un promedio de 12 víctimas de este delito entre 0 y 17 años; siete de cada 10 de éstas han sido niñas o adolescentes mujeres.
Con estos datos, la organización que defiende los derechos de la infancia en México explicó que es necesario que las políticas para frenar la violencia contra las mujeres incluyan explícitamente a las niñas y se acompañen de amplias acciones de prevención, al involucrar a niños y hombres adolescentes en la construcción de otras formas de relación no sexistas, ni basadas en la dominación.



Ciudad de México.

El juicio contra Harvey Weinstein y el poder del “Me Too”


CIMACFoto: María Esparza
Ontinyent, Esp.-Está por comenzar el juicio contra Harvey Weinstein, el productor de cine norteamericano que acosó a mujeres del cine y que originó el despertar del feminismo en Hollywood. Este hecho dio paso al “Me Too”, un movimiento de alcance mundial.
Las mujeres que se enfrentaron a este magnate del cine americano sufrieron y, aún ahora, sufren presiones por parte de los defensores de este hombre. Pero el “Me Too”, quizás sin buscarlo en sus inicios, empoderó a las mujeres a denunciar a quienes hasta entonces pensaban que eran intocables por acosar y abusar de las mujeres cuando y como les viniera en gana.
Pero este es solo un caso más de los abusos de hombres poderosos hacia mujeres de su entorno o fuera de él.
El pasado mes de agosto de 2019, el también magnate Jeffrey Epstein fue hallado muerto en su celda de una prisión de Nueva York, donde estaba por tráfico de menores. Según la Fiscalía estadounidense, Epstein creó una red para abusar de decenas de niñas en sus mansiones de Nueva York y Florida, hace más de una década. Se trata de un hombre poderoso atrapado por sus propios vicios y denunciado por mujeres que decidieron dar el paso y, de esa manera, llevarlos ante la justicia.
 El caso de Epstein también salpica a otro hombre poderoso que, al parecer, compartía orgías con él. Se trata del segundo hijo de la Reina Isabel II de Inglaterra, Andrés de York, quien presuntamente ha sido apartado de la vida pública precisamente por sus divertimentos con Epstein y por la denuncia formal de una mujer de quien abusó cuando ella era menor de edad.
El “Me Too” todavía no había nacido cuando la camarera de un hotel denunció por abuso sexual, allá por 2011, al entonces todo poderoso Dominique Strauss-Kahn, quien era Director del Fondo Monetario Internacional (FMI). Este nuevo escándalo por un tema de agresión sexual puso a este tipo fuera del FMI. Veinte meses después de la denuncia se llegó a un acuerdo judicial con la víctima para evitar el juicio. El aparato del patriarcado se puso en marcha para desacreditar la voz de la mujer frente al poderoso y, al final, no se impartió justicia para esta víctima.
Pero este no fue su último encuentro con la justicia. Años después, el patriarcado volvió a hacer su trabajo y la justicia francesa absolvió a Dominique Strauss-Kahn de un delito de “proxenetismo agravado” por participar con formas rudas en orgías. Como vemos, se trata de todo un personaje que se justificó a sí mismo porque “lo hacía porque necesitaba sesiones recreativas mientras estaba atareado salvando el mundo”. Lo dicho, todo un personaje.
 Y el último caso conocido de un hombre poderoso al que una veintena de mujeres han decidido plantar cara es al tenor Plácido Domingo. A él lo denunciaron por acoso sexual no una, ni dos, sino casi una veintena de mujeres. Una de las consecuencias el “Me Too” fue que, en este caso, la sociedad de los EE.UU. creyó a las víctimas y canceló con él conciertos e incluso contratos como director de la Ópera de Los Ángeles.
Algo tan fundamental como tomar medidas y creer en las voces de las mujeres es consecuencia directa de este maravilloso movimiento. El “Me Too” está poniendo en cuestión los privilegios de quienes pensaban y actuaban seguros de que no tendrían que dar explicaciones de sus actos y felonías para con mujeres que no les deseaban, pero que se plegaban a sus deseos como consecuencia de sus amenazas.
 Tampoco podemos olvidarnos del famoso cómico estadounidense Bill Cosby, quien drogaba a las mujeres con las que quería tener sexo para poder abusar de ellas; o del escándalo político sexual del ex Presidente Bill Clinton con la becaria Mónica Lewinski, a finales de los años noventa.
El feminismo ha vuelto a cambiar la visión de algunos temas. Ha puesto en jaque los privilegios de estos hombres poderosos que pensaban que todo se podía conseguir por ser quienes son y que eran intocables. Las mujeres, gracias al feminismo y al hecho de reconocernos en todas las mujeres, han levantado la voz. Unas cuantas, bastantes de ellas, han aprovechado su fama para dar a conocer lo que estaba ocurriendo.
De ahí que sea imprescindible que las mujeres alcemos nuestras voces para desmontar las formas y los fondos del patriarcado que nos quieren silenciadas y sumisas.
Pues no. El feminismo nos reconoce nuestra propia voz y nos exige utilizarla para denunciar situaciones de desigualdad y de precariedad de todas las mujeres. La radicalidad del feminismo es precisamente esa: ir a la raíz del patriarcado, denunciarlo y combatirlo. Precisamente por eso me considero feminista radical, de raíz.

¿Qué feminismo (contra la ultraderecha)?


Feminismo & Ultraderecha
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>>Hoy más que nunca hace falta que tengan voz esos feminismos que siempre defendieron que hay que hablar de la sexualidad de las mujeres más en clave de placer y menos en clave de peligro.
>>Frente al populismo punitivo de Vox y su defensa de la cadena perpetua es crucial que ahora más que nunca demostremos que el feminismo es otra cosa completamente distinta. No queremos venganza sino justicia.


Muchas feministas hemos tenido que lidiar durante años con compañeros de partido a los que había que convencer de que el feminismo no era un bello florero para sus partidos, sino una apuesta estratégica clave. Llevamos tiempo defendiendo que el feminismo es un proyecto político para el 99%. Es decir, que no es un lobby para defender los intereses de una parte –las mujeres– frente a los intereses de la otra mitad –los hombres– sino una apuesta enormemente transformadora que puede construir una sociedad mejor para todos. 

Hemos defendido, ante los nostálgicos del obrerismo, que el feminismo no es un proyecto político que haya abandonado las desigualdades de clase y que la politización de los cuidados es una manera especialmente eficaz hoy en día para revelar los estragos del neoliberalismo. Algunas feministas llevamos incluso unos años diciendo que el muro de contención frente a las ultraderechas y sus recetas reaccionarias es el feminismo. 

Esto quiere decir que el feminismo debe –porque puede– hacerse cargo del conjunto de derechos y libertades que están en juego en esta encrucijada, que está en condiciones de mirar la foto global de todo lo que está en peligro. Y la posibilidad de que el feminismo demuestre hoy que tiene un proyecto político coherente y alternativo a esos peligrosos populismos se juega en su manera de abordar algunas cuestiones políticas especialmente significativas. 

En primer lugar, la ultraderecha siempre ha defendido el recorte de nuestros derechos políticos y nuestras libertades públicas y por eso es clave que las feministas seamos ejemplo de pluralidad y disensos tranquilos, que demostremos, frente a sus vociferantes gritos, que podemos debatir y discrepar con respeto. 

Tenemos la tarea de poner un cortafuegos a sus intentos de censura y a su "judicialización de la política". Pedir a los medios la retirada de artículos o tratar de prohibirlos a través de denuncias por delitos de odio está cada día más a la orden del día, pero son recetas envenenadas. Porque estrechar el campo de lo publicable y lo debatible siempre acaba volviéndose contra los más vulnerables. Hay otro frente que nos pone ante una encrucijada. 

El conservadurismo de Vox amaga con recortar nuestros derechos sexuales y, mientras, señala a la población migrante como amenaza para la seguridad de las mujeres. Hoy más que nunca hace falta que tengan voz esos feminismos que siempre defendieron que hay que hablar de la sexualidad de las mujeres más en clave de placer y menos en clave de peligro. El puritanismo siempre fue una amenaza para las mujeres. Nuestro reto es combatir la violencia sexual sin entrar en la lógica del pánico social por la inseguridad, sin dar ni un centímetro de aire a los discursos racistas y sin estrechar ni un centímetro nuestras propias libertades. La cuestión de los hombres es otro de los frentes sensibles. 

El marco funcional de Vox es el de una supuesta guerra de sexos en la que las feministas han decretado la desaparición de los varones. Por eso, más que nunca hace falta un feminismo dispuesto a ampliar los márgenes del sujeto del feminismo más allá de las mujeres. Es preocupante la obcecación con la que algunas feministas están restringiendo el derecho de acceso. 

Necesitamos, frente a la ultraderecha reaccionaria, un feminismo en estrecha alianza con el movimiento LGTBI. El debate trasnochado sobre la presencia de las mujeres trans en el feminismo debe ser ya superado por algo más ambicioso: la presencia de los hombres, sean trans, gays o heterosexuales. Si algo puede combatir las quejas victimistas de Vox ante el feminismo es la demostración de que esta lucha no es una cuestión identitaria ni una defensa de intereses parciales, sino un proyecto para todos en el que cabemos todos. Y, por último, la cuestión del punitivismo. 

Estos últimos días, asistimos a las reacciones que el último juicio por violación múltiple a los exjugadores de la Arandina está generando en una sociedad cada vez más polarizada por casos como este. Para las feministas, que salimos a denunciar la injusticia de la primera sentencia de 'la Manada', es un avance que vayamos dejando atrás la exigencia a las víctimas de que demuestren su falta de consentimiento ante jueces conservadores que tienden a ver "jolgorios", que no aprecian la intimidación o que nos preguntan si cerramos bien las piernas. 

Es necesario reformar el Código Penal para que la definición de consentimiento esté más clara porque, si bien los jueces siempre tienen que interpretar las leyes, las leyes están bien hechas cuando su interpretación es lo más clara y unívoca posible. Si reducimos la ambigüedad, habrá menos margen para la interpretación discrecional de los jueces (la gran mayoría de ellos muy conservadores) y más seguridad jurídica para todos. 

Ahora bien, esta sentencia ha sido muy alta y ha condenado a 38 años a unos acusados que, según otras interpretaciones posibles, podrían haber ido a la cárcel menos de la mitad de ese tiempo. Es urgente regular con claridad y proporcionalidad las penas de las agresiones sexuales múltiples. Cometeríamos un error si defendiéramos el carácter ejemplarizante de condenas así de altas. 

El miedo a la cárcel no transforma las conductas y el castigo no es lo que va a acabar con el machismo. Frente al populismo punitivo de Vox y su defensa de la cadena perpetua es crucial que ahora más que nunca demostremos que el feminismo es otra cosa completamente distinta. 

No queremos venganza sino justicia y estamos en condiciones de ser un ejemplo de ello si, al mismo tiempo que pedimos una reforma del Código Penal, defendemos la proporcionalidad y la reinserción. ¿Qué otro actor social puede ahora darle una lección a Vox de que se puede querer justicia sin caer en la revancha y el castigo?. 

En efecto el feminismo puede ser un proyecto de mayorías capaz de construir una sociedad mejor para todos. Pero feminismos hay muchos y distanciarnos de algunos de ellos parece más urgente que nunca para combatir a la ultraderecha. Si queremos ganar a Vox tenemos que ser de verdad su alternativa. 

Frente a sus recetas reaccionarias necesitamos un feminismo abanderado de la libertad de expresión y el debate público, comprometido con ampliar la libertad sexual frente al puritanismo, capaz de interpelar a los hombres, más aliado que nunca con los movimientos LGTBI y decidido a defender la prevención, la reinserción, la proporcionalidad y la justicia frente al punitivismo.

Foto: Concentración feminista el 8 de marzo en Bilbao

Perspectiva de género ignorada por la justicia


Montserrat Sánchez

La falta de perspectiva de género en los casos que atiende el Poder Judicial es un obstáculo que vulnera la seguridad de las mujeres, ya que evita que se otorguen medidas de protección a víctimas de violencia e incluso puede entorpecer la acreditación de un feminicidio.

Para saber si se aplicó o no la perspectiva de género, la organización Equis Justicia evalúa ocho elementos en casos del Poder Judicial: el análisis de los hechos, la valoración de las pruebas, la detección de situaciones de riesgo y órdenes de protección, la identificación de los derechos afectados, poder ubicar el derecho aplicable al caso, los razonamientos utilizados para resolver el caso, la reparación del daño y, por último, las medidas de seguimiento a las sentencias.

    Ignorar la perspectiva de género fomenta situaciones de desigualdad, violencia y discriminación hacia las mujeres en lugar de identificarlas, corregirlas, sancionarlas y repararlas

Por ejemplo, no aplicar esta medida y no hacer un debido análisis de los hechos, puede generar que se sigan registrando casos como el de la sentencia 46-2017 del Poder Judicial de Yucatán sobre una mujer violentada por su pareja de forma reiterada y quien después de haber sido víctima de golpes, intento de asfixia, de que el hombre le enterró un cuchillo en la costilla del lado derecho, después en la boca del estómago, en el pecho, y en el cuello, la persona juzgadora reconoció que había violencia pero no valoró el contexto en el que se dieron los hechos, como consecuencia, la sentencia sólo señaló que se trató de un caso de violencia familiar y lesiones graves y no como una tentativa de feminicidio, así lo indica la organización Equis Justicia.

Otra consecuencia de no aplicar la perspectiva es que siga habiendo porcentajes altos sobre la falta de protección a mujeres, como el 69 por ciento de las sentencias donde el juzgador no detectó situaciones de riesgo y por ende no hubo protección en casos que se requerían.

La Red por la Ciudadanización de la Justicia integrada por 14 organizaciones de la sociedad civil, entre ellas Equis Justicia y UNASSE, señala en su informe, No es justicia, que a pesar de que han transcurrido siete años de la reforma constitucional en materia de derechos humanos y que se han creado instrumentos políticos entre poderes judiciales para obligarse a institucionalizar la perspectiva de género; al día de hoy, resulta común saber sobre sentencias que, en lugar de proteger, abandonan y toleran la violencia contra las mujeres.

El informe constó del análisis de 110 sentencias de Querétaro, Tlaxcala, Yucatán, Campeche, Baja California, Ciudad de México, Chiapas y Oaxaca; en su mayoría sentencias de primera y segunda instancia y de éstas, la mayoría se trataban de casos del ámbito familiar-civil o del ámbito penal.

Ahí, se detalla que el 85 por ciento de las sentencias o resoluciones judiciales no consideraron la manera en la que influyeron los estereotipos de género o las características de identidad de las personas involucradas, por ello, de seguir ignorando el análisis de los hechos, el Poder Judicial estaría validando y perpetuando las situaciones de desigualdad, violencia y discriminación por motivos de género, en lugar de identificarlas, corregirlas, sancionarlas y repararlas.

Para Luis Fernando Villanueva Ayala, oficial del proyecto del área legal de Equis Justicia, sin la perspectiva de género y de derechos humanos en los procesos judiciales no puede haber justicia.

    Cuando tenemos resoluciones o sentencias que no tienen esas perspectivas encontramos entonces normalización de la violencia, estereotipos y prejuicios arraigados en las interpretaciones de las y los juzgadores del país, por eso la importancia de contar con ambas perspectivas radica en una impartición de justicia igualitaria y no discriminatoria

    - Luis Fernando Villanueva Ayala

    Oficial del proyecto del área legal de Equis Justicia

En el informe también se menciona que en el 80 por ciento de los casos, las personas juzgadoras analizaron las situaciones de violencia contra las mujeres de manera aislada y no como parte de una problemática basada en la discriminación por motivos de género.

Mientras que en el 47 por ciento de los casos, los jueces no valoraron las situaciones de violencia las cuales se advertían de manera explícita en el relato de las mujeres.

80 por ciento de los casos de violencia contra las mujeres son analizados de manera aislada por los juzgadores

De acuerdo con Villanueva, otro de los errores en los que cae el Poder Judicial es en no dar medidas de protección cuando la mujer corre peligro, una muestra de ello es la sentencia 182/2015, emitida por el Tribunal de Enjuiciamiento de la Región Mixteca de Oaxaca, donde se resolvió el caso de una mujer con discapacidad auditiva y del habla que fue violada por dos hombres de su comunidad; sin embargo, a pesar de que uno de los agresores se encontraba en libertad durante el juicio, no se emitieron medidas para proteger a la víctima.

47 por ciento de las denuncias no son valoradas por los jueces según lo relatado por las víctimas

“Otra urgencia que se tiene es la vigilancia a las medidas de seguimiento a la sentencia porque descubrimos que el 70 por ciento de las personas que imparten justicia no lo hicieron y si a eso le sumamos que el 84 por ciento de las sentencias no logran explicar sus argumentos, e incluso, cuando dicen haber juzgado con perspectiva de género, las personas juzgadoras no lograron profundizar ni explicar cómo el género se vincula con el caso, tenemos una situación grave, porque todo eso conlleva a un contexto de impunidad que refuerza la discriminación y la violencia”, sentencia.
También puedes leer: 2019: año de protestas contra violencia de género
Mujeres sin justicia

Irinea Buendía, quien ha luchado durante nueve años por justicia tras el feminicidio de su hija Mariana Lima Buendía, relata en entrevista para Reporte Índigo que contar con la perspectiva de género desde el inicio de la investigación es fundamental para alcanzar justicia.

    La falta de aplicación de la perspectiva de género a la hora de investigar casos de violencia contra mujeres provoca que se revictimice a las denunciantes, además de impedirles un acceso real a la justicia

La exigencia de las mujeres mexicanas para que se erradique la violencia en su contra no ha sido atendida por el Estado

“Los servidores públicos y en especial todo el Poder Judicial deben trabajar basados en perspectiva de género, de otra manera, para las madres que perdimos a nuestras hijas a manos de la violencia jamás vamos a poder acreditar que se trata de feminicidios y no de homicidios o suicidios como quisieron hacer con mi hija”, explica.

De acuerdo con Amelia Ojeda Sosa, coordinadora jurídica de la Unidad de Atención Sicológica, Sexológica y Educativa para el Crecimiento Personal (UNASSE), incorporar la perspectiva de género en la impartición de justicia es muy importante para que haya un acceso real a la justicia y también una reparación integral del daño.

“La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha emitido un protocolo para juzgar con perspectiva de género, se ha invertido mucho dinero en la capacitación para operadores de justicia y hasta ahora vemos que no se está realmente materializando todo este trabajo”, acusa.

    La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha emitido un protocolo para juzgar con perspectiva de género, sin embargo al día de hoy sigue siendo ignorado en la mayoría de los casos

Para Irinea, tener la perspectiva de género en todos los casos sobre violencia contra las mujeres es un paso muy importante también para detener la revictimización.

“Las autoridades siempre están tratando de culpar a las hijas y luego a nosotras, en ese acceso a la justicia que pedimos, dicen que las madres nunca tenemos razón en lo que decimos y que la única entidad que sabe y a quien se le tiene que creer sus dichos es al Ministerio Público, el cual desgraciadamente no tiene conocimiento en cuanto a la perspectiva de género.

Familiares de Lesvy Berlín llevan desde el 2017 pidiendo a las autoridades que el caso de su hija se juzgue con perspectiva de género por feminicidio agravado

“Por eso, si de verdad todos la aplicaran, no sería un calvario nuestro acto de exigencia de justicia, no nos obligarían a ser investigadoras, a tomar las calles. Porque que quede claro que todo lo que hacemos como madres de víctimas es por tener justicia y nada más”.

Por su parte, Ojeda Sosa explica que si desde la carpeta de investigación no se integra la perspectiva de género y se sigue trabajando con base en prejuicios y criterios personales, habrá otras consecuencias para las víctimas como el que no se efectúe una búsqueda inmediata en caso de mujeres desaparecidas.

    Hay casos en que las autoridades encargadas de investigar, como lo son las policías y las fiscalías, no actúan de inmediato en desapariciones de mujeres. Dicen que se fueron con el novio o que andan de fiesta y pierden tiempo para localizarlas todavía con vida, en el país o incluso sin lesiones graves

    - Amelia Ojeda Sosa

    Coordinadora jurídica de la UNASSE

“Sin embargo, vemos que no es así y lamentablemente lo mismo pasa cuando se trata de feminicidios, si no se toma en cuenta la perspectiva de género no se llega a procesar como tal y lo llegan a catalogar como un homicidio pasional o algo menos grave y por lo tanto la condena, si es que llega, puede ser menor de lo que realmente debería”, explica.
También puedes leer: 2019: año de protestas contra violencia de género
El reto de legitimar la justicia con perspectiva de género

Para poder tener perspectiva de género y de derechos humanos, los abogados coinciden en que es necesario fortalecer los procesos de formación no solo de jueces y juezas, sino también de secretarios proyectistas y técnicos judiciales.

Además, señalan la urgencia de reformular los programas de capacitación para que sean integrales, continuos y permanentes, que atiendan las necesidades de las personas que juzgan, y que implementen mecanismos de seguimiento y evaluación sobre las sentencias y resoluciones judiciales para medir su impacto.

    Para que las sentencias emitidas desde el Poder Judicial cuenten con perspectiva de género se requiere de capacitación continua e integral del personal, además de mecanismos de medición certeros para conocer los resultados

“Dar capacitación no es suficiente porque los recursos que se están dando para la capacitación no tienen mecanismos de evaluación y no son dirigidos a las personas juzgadoras de manera integral, es decir solo se dan conferencias o cursos pero no son proceso continuos donde se incorpore a la sociedad civil o personas expertas para que monitoreen la labor del poder judicial”, explica Villanueva.

Para atender la violencia contra las mujeres en la CDMX se crearon las Unidades de Género de la Secretaría de Seguridad Ciudadana

De acuerdo con el oficial de Equis Justicia, también hacen falta modelos de acompañamiento, lo que se traduce en que los tribunales abran sus puertas a la academia y a la sociedad civil para que se pueda saber con certeza cómo se capacitan para así tener un mejor análisis de cuáles son las necesidades y la realidad en el sistema de impartición de justicia.

“Actualmente de todos los poderes judiciales del país, solamente siete tienen mecanismos de participación con la sociedad civil y la academia, necesitamos tener un tribunal abierto, eso nos va a ayudar para no tener barreras en cuanto al acceso a la justicia y así el Poder Judicial tenga más legitimidad. En México, ningún Poder Judicial cumple al 100 por ciento sus obligaciones de transparencia, no podremos mejorar la impartición de justicia si no sabemos cómo están haciendo su trabajo”, menciona.

    Por su parte, para Ojeda Sosa resulta fundamental y urgente tener la debida transparencia por parte de los poderes judiciales y que las Fiscalías se involucren en los procesos formativos para tener perspectiva de género

“Si todos los poderes judiciales pudieran transparentar sus actividades, principalmente la información relacionada con las sentencias que emiten, se podría ver si las resoluciones o las medidas de protección se realizaron con perspectiva de género. Hubo sentencias a las que no tuvimos acceso y en esas, si no sabemos qué falla, no sabemos qué exigir y qué errores se están cometiendo para poder corregirlos”, advirtió.

Para Irinea, la reparación del daño, el cual forma parte de su acceso a la justicia, no solo se trata de disculpas públicas ni monumentos, para ella está claro que nunca habrá una reparación integral porque eso quiere decir que las cosas tienen que volver a la normalidad y eso no podrá lograrse ya que ningún poder podrá devolverle a su hija.

“A nosotras ya nos quitaron un pedazo de vida, por eso lo mínimo que tienen que hacer es cumplirnos con justicia para nuestras hijas, una justicia bien hecha porque sino nosotras siempre vamos a ser la piedra en el zapato de las autoridades”, sentencia.
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