11/01/2014

De Ibn Rushd a Evita en la construcción del poder político de la mujer


Más de ocho siglos atrás un gran pensador cordobés, Ibn Rushd, más conocido como Averroes por la castellanización de su nombre, impulsó la implementación de los derechos de las mujeres tanto en el más reducido ambiente familiar como en el más amplio de la política al punto de aseverar que el mundo de los humanos iba a ser mejor cuando las féminas tuviesen una activa participación en el manejo de las cosas públicas. La sabia Ismat ad-Din Khatun, contemporánea y seguidora de sus ideas, influyó su esposo, el kurdo Salah ad-Din, también más conocido por su castellanización como Saladino, gran jefe musulmán de aquellos tiempos, quién debió atender sus planteos en esa dirección en tiempos en los que también difundía sus ideas en la misma El Cairo el gran filósofo judío, también cordobés, Amr Ibn Maymun (Maimónides).

 El rol de las mujeres heroicas pasó de las leyendas de las Amazonas griegas, a las que Heródoto de Halicarnaso reconoció existencia real y hasta participación en la Guerra de Troya, con personajes con Hipólita (la que libera los caballos), hasta tiempos más cercanos con personajes de existencia real comprobable como Juana de Arco, hasta luchadoras sociales, no guerreras, como Mary Burns, la irlandesa esposa sin papeles de Friedrich Engels, feminista y militante integrante de la Hermandad Feniana, el movimiento nacionalista celta que pugnó por la independencia de su país, por entonces totalmente subordinado al Reino Unido, y que con el tiempo logró, en 1916, la separación del actual Eire, o Irlanda del Sur.

También hubo muchas que llegaron a gobernar sus países y que jugaron roles decisivos como Isabel I de Castilla, bajo cuyo reinado se inició la colonización de América o Isabel I de Inglaterra, verdadera propulsora de los cambios que modernizaron a su país y que fueron decisivos para poder sentar las bases de la futura Revolución Industrial, sobre todo con la Ley de Pobres de 1601 que sentó las bases de una proto clase obrera esencial para ese proceso transformador. Pero si bien estas y otras tantas reinas gobernaron sus estados en el marco social el poder familiar y político seguía concentrado en los hombres.

La historia americana tiene como figura notable a la princesa Aqualtune, la guerrera princesa congoleña que participó en guerras tribales en el Africa hasta que fue tomada prisionera por los portugueses y vendida como esclava en el Brasil. En esos tiempos se había conformado en Alagoas la República de los Palmares hacia donde huyó para sumarse a las luchas del primer estado libre de América de la dominación colonial que tuvo como gran líder, a lo largo de un siglo de existencia, a Zumbi dos Palmares, probablemente hijo suyo, epónimo de la nueva universidad nacional que privilegia la educación de los afro descendientes. Y en él ámbito hispanoamericano a la gran luchadora altoperuana Juana Azurduy.

En lo que hoy es la Argentina la presencia femenina en la política tuvo protagonistas importantes como Encarnación Ezcurra, la esposa de Juan Manuel de Rosas, alma mater de la Revolución de los Restauradores que derrocó a Juan Ramón González Balcarce en 1835 y creadora de la Sociedad Popular Restauradora, lo que dio lugar a la permanencia de aquél al frente del gobierno bonaerense, motivo por el cual se le otorgó la distinción de Heroína de la Santa Federación.

Unas décadas más tarde la intervención femenina se hizo manifiesta en el término electoral a través de Julia Magdalena Angela Lanteri, más conocida como Julieta, quién había nacido en Italia y llegado de niña al país en el que, no sin dificultades, logró inscribirse como estudiante de medicina y convertirse en la sexta graduada en dicha disciplina en el país. Fue la primera abanderada del voto femenino en estas tierras cuando en 1911 el gobierno porteño convocó a un empadronamiento para las próximas elecciones. En el mismo se estableció que podían hacerlo: “los ciudadanos mayores, residentes en la ciudad por lo menos desde un año antes, que tuvieran un comercio o industria o ejercieran una profesión liberal y pagasen impuestos comunales por valor de 100 pesos como mínimo”. El 15 de julio Julieta recibió la carta de ciudadanía y el 16 se inscribió ya que la norma no establecía limitaciones sexuales. El 26 de noviembre se presentó en la Iglesia San Juan Evangelista del barrio de La Boca y votó en una mesa presidida por el historiador Adolfo Saldías. Este expresó su alegría “por ser el firmante del documento del primer sufragio de una mujer en el país y en Sudamérica”.

 A raíz de ello el entonces Concejo Deliberante porteño prohibió el voto femenino, pero Julieta siguió su lucha y al observar que la Constitución Nacional impedía el voto de las mujeres pero no que se candidatearan creó el Partido Nacional Feminista y si bien no logró ser elegida no le faltaron votos masculinos como el del escritor Manuel Gálvez, uno de los 1.730 cosechados en 1919. Luego se sumó al Partido Socialista cuyas listas también integró.

En 1921 en Santa Fe, bajo el liderazgo de Lisandro Nicolás de la Torre, se reformó la constitución provincial y se otorgó el derecho a sufragar a las mujeres en las elecciones comunales. El paso, si bien restringido, marcó una ruptura con los esquemas tradicionales. Esa constitución no fue implementada por los gobiernos santafesinos de entonces y recién se aplicó en 1932 al llegar a la primera magistratura el demócrata progresista Luciano Florencio Molinas.

 En 1926 Aldo Cantoni, que en 1918 había sido cofundador del Partido Socialista Internacional, luego Partido Comunista, llegó a la gobernación de San Juan por la Unión Cívica Radical Bloquista, hoy Partido Bloquista. Un año más tarde convocó a una reforma constitucional que otorgó el voto a las mujeres. De hecho ya en 1862 en la capital de esa provincia cuyana se había habilitado el voto para las que pagaran impuestos; es decir, un voto censitario. La constitución bloquista hizo que en 1928 por primera vez una mujer, Emilia Collado, fuera electa intendente, en la ciudad de Calingasta, y que otra, la riojana Emar Acosta, obtuviese una banca como diputada provincial, la primera en el país y en América Latina. Claro que eso duró poco ya que Hipólito Yrigoyen intervino San Juan y ello quedó en la nada.

Aunque en 1938 Imelda Romero fue designada como interventora en la comuna riojana de Aimogasta, en realidad hubo que esperar casi dos décadas hasta que otra gran luchadora, María Eva Duarte (Evita), la esposa del presidente Juan Domingo Perón, lograse que el Congreso de la Nación sancionase con valor universal en el país el voto femenino el 23 de septiembre de 1947 la ley 13.010 que se aplicó por vez primera el 11 de noviembre de 1951 cuando 3.816.654 mujeres sufragaron y de resultas de ello el Partido Justicialista incorporó al Congreso de la Nación a 23 de ellas en un verdadero homenaje a la que pudo ver plasmado con alegría otro de sus grandes aportes cuando sólo le quedaban unos pocos meses de vida.

Fernando Del Corro
Historiador, periodista y docente universitario. Vocal de la Comisión Directiva del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego.


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Programa es Tiempo de Mujeres en la radio universitaria de Guelph CFRU sabado 1o de nov

Desde cfru 93.3 fm la Radio de la Universidad de Guelph 
en Ontario, Canadá 
escuchalo cada sabado en www.cfru.ca

MUJERES POR LA DEMOCRACIA

Bienvenida al programa de hoy
 con Hilda Venegas 
Noticias de Género en la Red

Género en la mira con
 Hoy eGénero ELMira el espacio de nuestra amiga y compañera la mexicana maestra en estudios de género Daniela Villegas, nos habla sobre la importante contribución del pensamiento decolonial en Latinoamérica para la construcción de agendas políticas incluyentes y contextualizadas para la comunidad LGBTTI en el marco de la Conferencia Ilga que se realizo en la Ciudad de México

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Mujeres y activistas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y México anunciaron su próxima participación en la Caravana de Madres en Busca de sus Hijas e Hijos Migrantes, que el próximo 20 de noviembre se reunirá en El Ceibo, Chiapas, hacia Tenosique, Tabasco, en la frontera sur de México, para comenzar su recorrido por el país.
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YLas Madres de Plaza de Mayo, las Madres de Soacha, las Madres de Ituzaingó, las caravanas de madres… ¿Por qué hay tantos colectivos de mujeres que se enfrentan a la violencia extrema bajo esa etiqueta? ¿Lideran las madres la defensa de los derechos humanos? Activistas latinoamericanas y europeas analizan si la madre como sujeto de lucha representa una estrategia efectiva o un reflejo de esquemas patriarcales.

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Por mis hijos monto una revolución

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Las Madres de Plaza de Mayo, las Madres de Soacha, las Madres de Ituzaingó, las caravanas de madres… 

¿Por qué hay tantos colectivos de mujeres que se enfrentan a la violencia extrema bajo esa etiqueta?

 ¿Lideran las madres la defensa de los derechos humanos?

 Activistas latinoamericanas y europeas analizan si la madre como sujeto de lucha representa
 una estrategia efectiva o un reflejo de esquemas patriarcales.

El Grupo de Apoyo Mutuo de Guatemala surgió en 1984 en las morgues: las familias decidieron
 movilizarse y denunciar las masacres./ E. Gascó

“Sencillamente no están, desaparecieron”, decían al principio los máximos responsables de la dictadura argentina. Como no había cuerpo, no había delito. La desaparición forzada se convirtió en la práctica estrella de las dictaduras latinoamericanas de los años 70 y 80 para silenciar el descontento popular. Mientras los movimientos recibían la embestida, colectivos de mujeres, y en concreto de madres, generaban nuevas formas de protesta.

Las Madres de Plaza de Mayo aunaron sus luchas individuales y las convirtieron en colectivas, tan colectivas que “todos los desaparecidos” eran sus hijos. Socializaron su maternidad y la transformaron en un asunto político. Para la socióloga Silvia Trujillo, mientras desnudaban los crímenes de Estado, fueron cuestionando su propio rol de madres: “De la madre-sumisión, de la madre-abnegación, de la madre-espacio privado se colocaron en un lugar nuevo: la madre que toma la calle, la madre-lucha, la madre-fuerza”.

Las Madres de la Plaza de Mayo socializaron su maternidad y la transformaron en un asunto político. Fueron cuestionando su propio rol de madres, de la madre-abnegación a la madre-lucha

Se volvieron peligrosas y el Ejército mató a muchas: la fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor, fue arrojada desde un avión al océano Atlántico. Sin embargo, sostiene la investigadora social que “el hecho de ser madres de alguna forma evitó que descargaran contra ellas todo el odio que tenían, porque desde la mirada patriarcal representaban a una de las instituciones que suele venerarse”.

Las Madres de la Plaza de Mayo socializaron su maternidad y la transformaron en un asunto político. 
Fueron cuestionando su propio rol de madres, de la madre-abnegación a la madre-lucha

La maternidad ejerce un poder simbólico, explica Lucía Barbosa Díaz, parte de Casa Amazonía, una organización feminista colombiana: “No hay la duda o la sospecha de por qué estas mujeres se organizaron. Son madres y ya. Eso te da una legitimidad”. Una legitimidad particularmente útil en el contexto colombiano, donde a la primera de cambio te califican de guerrillera. Pero, ojo, depende del actor al que se enfrenten, matiza la psicóloga Sirley Cely, también de Casa Amazonía: “En el caso de las Madres de Soacha han sido perseguidas porque apuntan directamente al Estado”.


El Ejército colombiano secuestró, desapareció y disfrazó de guerrillero al hijo de Luz Marina Bernal./ E.G.

“Cuando a mí me citaron para identificar la foto de mi hijo y me leyeron la lista de 30 muchachos me di cuenta de que no era solamente mi caso”, cuenta la colombiana Luz Marina Bernal, una de las Madres de Soacha. Era septiembre de 2008. Bernal y una decena larga de mujeres estaban a punto de destapar uno de los ejemplos más brutales de la política del expresidente Álvaro Uribe: el escándalo de los “falsos positivos”.

Al menos 17 muchachos humildes del municipio de Soacha, en la periferia de Bogotá, habían sido engañados, secuestrados y desaparecidos por el Ejército. Les habían enfundado un traje de camuflaje y un arma —que a veces ni servía— para hacerlos pasar por guerrilleros. Así se aparentaba un avance en la guerra contra las FARC. Podrían ser miles de casos. El ministro de Defensa del Gobierno uribista y, por tanto, máximo responsable, era el reelegido presidente Juan Manuel Santos.

Cuando los demás están a por uvas

El colectivo de madres más conocido es quizás Madres de Plaza de Mayo, pero no es el único. En 1983, la peruana Angélica Mendoza de Ascarza, con cariño llamada Mamá Angélica, fue de las primeras personas en denunciar las masacres, desapariciones y torturas perpetradas por el Ejército en la guerra sucia contra Sendero Luminoso. Cuando ellas empezaban a coordinarse y a enfrentarse a los militares, en Lima todavía apenas se conocía lo que sucedía en Ayacucho.

Un año más tarde, unos 3.600 kilómetros al norte, otras mujeres iniciaban un recorrido similar. En aquellos años, todos los días aparecían en la Ciudad de Guatemala tres o cuatro cadáveres, jóvenes en su mayoría. Sus familiares —mujeres sobre todo— coincidían en las morgues. “Después de juntarnos dos o tres veces en el mismo lugar, surgió la idea de hacer una organización para denunciar lo que estaba sucediendo”, explica Blanca Bernal, una de las fundadoras en 1984 del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM).

En esos años, bajo una altísima represión, el movimiento popular guatemalteco se encontraba en reflujo o directamente exiliado, recuerda el líder del Comité de Unidad Campesina Domingo Hernández Ixcoy. Y en ese momento, según explica, “las mujeres rompen el terror”. A raíz de su trabajo, empiezan a surgir o a recomponerse otros colectivos. Algo muy parecido, según explica Silvia Trujillo, a lo que ocurrió en Argentina, donde las madres abrieron “brecha para el resurgimiento de otros movimientos populares”.

“Lo único que nos quedaba”

A las denuncias y acciones del GAM se sumaron las de otro colectivo, este solo de mujeres, viudas, mayoritariamente indígenas: la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (Conavigua). El reclutamiento forzoso de sus hijos fue el último de los agravios y uno de los principales motivos para movilizarse. “Era quitarnos lo único que nos quedaba. De allí vino la fuerza”, recuerda la líder maya kakchiquel Rosalina Tuyuc.
Según analiza Aura Marina Yoc, del colectivo Actoras de Cambio de Guatemala, esa “figura de madres las protegió relativamente de las agresiones del Estado, puesto que no fueron vistas como causa, sino como efecto de la guerra”. Compartían el dolor de ser viudas, supervivientes de los asesinatos y la tortura sexual, “pero el reclutamiento forzoso estaba además —explica Yoc— quitándoles a los hijos, muchos de ellos último recurso de subsistencia económica para las familias, dejándolas desprotegidas en el marco de un sistema patriarcal, machista y racista”. Hoy Conavigua agrupa a 15.000 mujeres.


El reclutamiento forzoso de los hijos en Guatemala animó a las mujeres a movilizarse, recuerda la lideresa 
Rosalina Tuyuk./ E.G.
¿Por qué, en un contexto de represión y de reflujo del movimiento popular, fueron mujeres viudas las que alzaron la voz?, ¿por qué no grupos mixtos? En las masacres, primero se asesinaba a los hombres, expone Yoc. Y a los que sobrevivían se los llevaban a los polos de desarrollo, aldeas vigiladas por destacamentos militares.

“Además, en el caso de familias de tradición militante, los hombres respondían a otras emergencias, de subsistencia o de participación en luchas sociales. Pero tampoco se opusieron a la actividad política de las mujeres, quizás porque consideraban estas luchas como ‘naturales’ de su rol. No sé si hubiese sido lo mismo si las demandas hubiesen sido más identificadas a procesos de emancipación feminista”, contrapone Yoc.
¿Dónde están los padres?

¿Hay casos de padres implicados en la búsqueda de la verdad y la justicia? Haberlos, haylos: Pedro Restrepo, padre de dos adolescentes desaparecidos en Ecuador en 1988 a manos de la Policía y el colombiano Yuri Neira, cuyo hijo murió como resultado de la represión policial, son dos ejemplos. En 2011 el poeta mexicano Javier Sicilia, cuyo hijo fue asesinado por el cártel del Golfo, se incorpora a la triste lista.

En México, la —mal llamada— guerra contra el narco ya es responsable de más de 60.000 muertos, las personas desaparecidas podrían superar las 70.000. Las primeras caravanas de búsqueda y denuncia empezaron en 1999, principalmente de madres centroamericanas y mexicanas. Pero fue Javier Sicilia —varón y blanco— el que le dio visibilidad al movimiento de familiares de víctimas. Al poco tiempo del asesinato de su hijo, Sicilia encabezó una marcha hasta México DF para denunciar la criminalización de las víctimas. En los carteles rezaba el lema “Hasta la madre”.

Al principio se las tacha de “mamás chillonas”, como en el caso de Las Madres de Soacha, o de “locas”, como a las Madres de Plaza de Mayo, a las que un cura de una iglesia militar les llegó a recomendar “santa paciencia”. Luego se las tortura igual

Para Lucía Barbosa, el hecho de que suelan ser madres las que buscan y reclaman por los desaparecidos tiene que ver con el rol de protectoras y de cuidadoras de las mujeres. “En países en conflicto son las mujeres las que están poniendo la cara. Muchas de estas violaciones a los derechos suceden en entornos muy vulnerables y la composición de la familia tiene casi siempre por cabeza de hogar una mujer”, explica Barbosa.

Al principio se las tacha de “mamás chillonas”, como en el caso de Las Madres de Soacha, 
o de “locas”, como a las Madres de Plaza de Mayo, a las que un cura de una iglesia militar 
les llegó a recomendar “santa paciencia”. Luego se las tortura igual

Valentina González, también de Casa Amazonía, apunta que entre los sectores populares la mayoría de las mujeres son madres. “Esa es la diferencia. No exclusivamente por ser madre se adopta la defensa de los derechos humanos”, concluye.

Sirley Cely pone como ejemplo para entender la diferencia de clase el caso de los secuestros: “En la defensa de los secuestrados se implica el grupo familiar, más completo, mientras que en estas vulneraciones de sectores populares sí son más las mujeres las que están al frente”.

Desde que se iniciaron los diálogos de paz, en el departamento del Putumayo, donde se encuentra Casa Amazonía, se ha incrementado el conflicto. Se está viviendo una “pacificación para poder extraer los recursos”, resume González. “Y se está haciendo más visible el papel de las mujeres en la defensa del territorio. Se está dando una fuerte reflexión en comunidades indígenas campesinas de la madre tierra, una concepción muy andina, con simetría con las madres”, describe Cely.

“En Guatemala es particularmente significativa la lucha de las mujeres en la defensa del territorio”, apunta Aura Marina Yoc. Pero, según explica, las activistas cada vez recurren menos al símbolo de la maternidad y su discurso está más articulado en torno a su lucha como mujeres indígenas y la legalidad internacional.

Madres… o no

¿Y en otros lugares?, ¿hay tantos colectivos de madres?, ¿qué papel cumplen? La terapeuta y activista bosnia Alma Prelic, ligada al colectivo guatemalteco Actoras de Cambio, no pondría el acento en la maternidad al hablar de la defensa de los derechos humanos. Mucho menos hablaría de liderazgo de los colectivos de madres. Prelic, que coordina la traducción al bosnio del libro ‘Tejidos que lleva el alma. Memoria de las mujeres mayas sobrevivientes de violación sexual durante el conflicto armado’, explica que en el caso de la ex Yugoslavia, el papel de las madres depende del área de denuncia.

“En el caso de los desaparecidos, las mujeres/madres son la mayoría, ya que en los genocidios matan a hombres mayores de 18 años, como en el caso de Srebrenica en Bosnia y Herzegovina. A ellos les matan y a nosotras nos violan. Usan nuestro cuerpo —nos encarcelan para no poder abortar— para llevar el mensaje al bando contrario: ¡Te la agredimos! ¡Fue nuestra! ¡Esta contaminada por nuestra sangre! ¡Tu sangre ya no es limpia!”, describe esta terapeuta.


Ana Delina Páez fue la primera de las madres de Soacha en conseguir una condena, en julio de 2011./ E. G.
La Fundación Madres de Srebrenica, explica Prelic, reúne a viudas y madres del genocidio de unos 7.000 musulmanes ocurrido en 1995. Fue una de las primeras asociaciones de víctimas en formarse. “Pero no es la única ni la más activa en Bosnia y Herzegovina”, según matiza Gorana Mlinarevic, investigadora feminista especializada en justicia transicional en los Balcanes.

“Normalmente las víctimas civiles se organizan en torno a los violaciones de derechos que les afectan. En otras áreas no se han organizado madres, sino supervivientes de violaciones o personas retornadas. En relación con los desaparecidos, es difícil de decir por qué son las mujeres las más visibles en Bosnia-Herzegovina en cuanto a la búsqueda de la verdad”, expone Mlinarevic. A la ya clásica explicación de que las mujeres son las supervivientes, la activista añade otros factores.

Los colectivos de madres han contribuido a hitos contra la impunidad, como la condena contra Alberto Fujimori en Perú, el reconocimiento de los ‘falsos positivos’ como crímenes de lesa humanidad en Colombia, o los procesos contra torturadores en Argentina

“En la narrativa de la guerra, se percibe a los hombres como combatientes veteranos y a las mujeres principalmente como víctimas. Y la victimización de los hombres, en la sociedad patriarcal, no es que esté precisamente muy bien vista. Los hombres quieren mantener una actitud activa y la posición de víctima es una posición pasiva, excepto en los momentos en los que los partidos políticos de corte étnico llaman a la movilización. Entonces la posición de víctima se utiliza para movilizar o ganar votos. Y, aún en esos casos, los líderes políticos son hombres”, describe Mlinarevic.

Los colectivos de madres han contribuido a hitos contra la impunidad, 
como la condena contra Alberto Fujimori en Perú, el reconocimiento 
de los ‘falsos positivos’ como crímenes de lesa humanidad en Colombia, 
o los procesos contra torturadores en Argentina

Pero hay otro motivo para la visibilidad de las Madres de Srebrenica, explica la analista. A los medios de comunicación les encantan las historias de madres que buscan a sus hijos. Para Alma Prelic, hay que tener mucho cuidado para no abordar el tema de forma simplista: “Primero habría que definir la maternidad, analizar la sociedad en que vivimos. ¿A quién damos el derecho y el deber de construir y concebir a un ser humano? ¿Y a quién se da derecho a destruirlo y en nombre de qué? Para luchar también se necesita tiempo y muchas veces las madres no lo tienen. Y son muchos los colectivos de mujeres donde encontramos lesbianas sin hijos, transexuales, mujeres que no quieren tener hijos. Podemos hablar de tantas formas de la maternidad y paternidad…”.

Ahora bien, esa diversidad se reduce, según Prelic, cuando se trata del ámbito institucional: entonces la defensa de los derechos humanos, de repente, está más relacionada con los hombres. “El espacio público trae un reconocimiento social, mientras que los espacios no institucionales son espacios de mujeres en la lucha, como Actoras de cambio en Guatemala o Mujeres de Negro Internacional”, afirma.

Según Inés Giménez, periodista de LolaMora producciones, el papel de las mujeres, de las mujeres madres y si se autoidentifican como colectivos de madres o no depende del contexto: “No es lo mismo un contexto urbano donde se manejan feminismos de tercera generación a un contexto rural disperso donde todavía se ven estructuras patriarcales bien claras y una interiorización muy marcada de esos roles”.

¿Funciona la estrategia?

Para hablar de genocidio solemos viajar unos cuantos miles de kilómetros. Pero, ¿qué tal si reducimos la huella ecológica de este artículo? ¿Qué ocurrió con la dictadura franquista? “Las fuentes documentales certifican que fueron las mujeres quienes llevaron a cabo, y desde fechas bien tempranas, actos de dignificación y memoria”, describe la historiadora Irene Murillo, especialista en posguerra española y género. Y cuando dice tempranas se refiere a los 40, primera posguerra e implantación de la dictadura. Explica Murillo que esos grupos de mujeres “desvelaron los eufemismos del régimen, calificaron de asesinatos lo que el franquismo denominaba desapariciones y denunciaron que la violencia había estado orquestada y legitimada desde arriba”.

Para Murillo, que históricamente las mujeres se hayan situado en primera línea forma parte de una “estrategia colectiva para apaciguar una violencia que estaba asegurada por parte de las fuerzas militares”. Pero no significa, apunta, “que por ser mujeres no reciban esa violencia”.

Al principio se las tacha de “mamás chillonas”, como en el caso de Las Madres de Soacha, o de “locas”, como a las Madres de Plaza de Mayo, a las que un cura de una iglesia militar les llegó a recomendar “santa paciencia”. De alguna forma, todo el peso patriarcal del símbolo de la madre —inofensiva, apolitizada, entregada a la familia— se utiliza como escudo. ¿Pero hasta cuándo la visión patriarcal de la vida es más fuerte que los intereses de muerte que defienden?, se pregunta Silvia Trujillo.

“Los agentes de la violencia (sobre todo los oficiales) se muestran normalmente reacios a utilizar violencia contra las mujeres al principio (probablemente porque las consideran menos peligrosas que a los hombres). Pero luego ejercen esa violencia sin importar el género (y me refiero al género, no la maternidad). A las mujeres se las tortura igual”, describe Gorana Mlinarevic. Los asesinatos en Guatemala a integrantes del GAM o el reciente secuestro de Paola Quiñones, destacada vocera de las caravanas migrantes, son solo algunos ejemplos de los peligros que corren las activistas.

Victorias

Pese a todo, los colectivos de mujeres, y los colectivos autoidentificados como madres han ido consiguiendo, a veces tras una lucha de décadas, no solo romper el silencio sobre los procesos de extrema violencia, sino conseguir llevar a algunos de sus máximos responsables a prisión. Contribuyeron de forma clave a la caída de las dictaduras latinoamericanas. Hoy, mujeres insertas principalmente en colectivos mixtos protagonizan resistencias y victorias frente a la implantación de megaproyectos, como uno de minería en La Puya, Guatemala.


María Godoy y Corina Barbosa, Madres de Ituzaingó, en guerra contra los agrotóxicos en Argentina./ E.G.

En 2011 las Madres de Soacha lograron las primeras condenas a militares implicados en el asesinato de sus hijos y un tribunal calificó el crimen “de lesa humanidad”. En Perú, la asociación que creó Mamá Angélica fue una pieza fundamental para el incipiente movimiento de derechos humanos que, años más tarde, lograría condenas tan relevantes como la del exdictador Alberto Fujimori. La lucha del GAM y Conavigua consiguió abrir camino hasta los acuerdos de paz en Guatemala. Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo fueron fundamentales para que los principales torturadores y responsables del Estado argentino fueran detenidos, juzgados y condenados.

En Argentina, todavía hoy sigue habiendo al menos un colectivo de madres verdaderamente incómodas para el Gobierno: las Madres de Ituzaingó, en la periferia de Córdoba. Se empezaron a coordinar en 2002 al darse cuenta de que en su barrio, sus hijos y sus vecinos estaban enfermando: cáncer, malformaciones, enfermedades respiratorias.

Investigaron y descubrieron los efectos de los agrotóxicos utilizados en el cultivo soja transgénica, responsable en gran parte del crecimiento económico argentino de los últimos años. Gracias a su lucha, se inició un debate nacional sobre el tema y se aprobaron las primeras leyes que regulaban las fumigaciones. En la actualidad este colectivo sigue movilizado contra la implantación de una gran fábrica de Monsanto en la provincia de Córdoba. De momento, con éxito. Los juicios contra varios empresarios y fumigadores siguen su curso. En mayo de 2014 se confirmaba el juicio contra seis imputados. Al proceso se le ha llamado ‘Causa Madre’.

ILGA: Descolonizando nuestros cuerpos




Con el lema Descolonizando nuestros cuerpos, la Asociación Internacional de Gays, Lesbianas, Bisexuales, Trans e Intersexuales –en inglés International Lesbian and Gay Association (ILGA)- se encuentra realizando en la Ciudad de México desde el lunes 27 hasta este viernes 31 de octubre una serie de conferencias y talleres dedicados a la defensa e igualdad de las personas del colectivo LGBTTI.

Fundada en 1978 en Inglaterra durante la conferencia Campaña por la igualdad de los homosexuales, la ILGA, da un vuelco en esta su segunda edición en un país latinoamericano, al dar voz a aquellas otras historias, las olvidadas, las invisibles, las casi no contadas, las de l@s omitid@s, aquellas que las múltiples opresiones de raza, clase, etnia, género, orientación e identidad sexual y genérica que se vienen arrastrando desde el pasado colonial en Latinoamérica aún perviven en distintas violencias sistémicas.

En un acto político de trascendencia se retoma visualmente a la diosa Tlazoltéotl como símbolo transgresor en la Conferencia, por ser una deidad Huasteca que representa la transformación, los pecados, la lujuria, la inmundicia, y el discurso de la descolonialidad en el lema de la serie de reuniones de ILGA de esta semana.
Incorporar visualmente la figura de Tlazoltéotl es poderoso al retomar las propias raíces en donde convergen los elementos de la diosa de la fertilidad, de la diosa del amor y la vinculación con la Tierra originaria en que se encarnan distintas dualidades transgresoras.

Con respecto a la descolonialidad como apuesta teórica, desde la década de los 90 del siglo XX se ha constituido como uno de los aportes latinoamericanos más genuinos para comprender las herencias coloniales que continúan en la cultura cotidiana de los países de nuestra región en donde se suele sobrevalorar lo occidental, lo europeo, por encima de nuestros propio conocimiento ancestral y contextualizado en razón de nuestra historia colonial.

La construcción de agendas políticas que tomen en cuenta las realidades particulares de cada región en Latinoamérica sin que se imponga un pensamiento occidentalizado en que se retome la voz silenciada de los habitantes de Latinoamérica es fundamental para avanzar y construir alianzas para esta edición de ILGA numero 27.

Desde aquél año de 1850 en que intelectuales de nuestra región como Francisco Bilbao, Andrés Bello y José María Torres Caicedo formularan en París la idea de “América Latina” con el fin de situar a la región como unida, diferenciada de Europa, se continúa un fuerte pensamiento anticolonialista que subraye la importancia de generar conocimiento desde nuestros contextos y que evidencie las políticas discriminatorias y eurocentradas en nuestra cotidianidad.

Mirar al sur global y la producción de pensamiento latinoamericano con sus respectivos contextos y realidades es cosa rara a la hora de la implementación de políticas públicas en el mundo, en especial en el caso de los derechos de la comunidad LGBTTI, así que esta nueva apuesta de partir de los contextos específicos en la instrumentación de agendas políticas en temas como salud, migración, VIH-SIDA, juventud, medios de comunicación, religión, seguridad e inclusión laboral de la comunidad LGBTTI, es un avance en la legitimación del saber que atraviesa el cuerpo en las regiones del llamado Tercer Mundo. 

“El amor romántico corporiza discursos de dominación masculina”


 

Oscar Montiel es un antropólogo mexicano que focaliza su investigación en la investigación de la prostitución y, en particular, de los “padrotes mexicanos”, varones entrenados cultural y socialmente para transformarse en proxenetas. De ellos habla en esta entrevista realizada semanas atrás en Argentina, cuando participó del 5ª Congreso Nacional y 3ª Congreso del Mercosur contra la Trata y el Tráfico de Personas.

Por Hugo Huberman

COMUNICAR IGUALDAD- Oscar Montiel es antropólogo y actualmente cursa un postdoctorado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de México con un proyecto llamado “El ciclo vital de las mujeres en situación de prostitución y su relación con el proxenetismo” con base en Ciudad de México, Buenos Aires y Nueva York.

Justamente sobre estos temas radican sus intereses de investigación: sistema proxeneta, prostitución y formas de violencia de género contra las mujeres.

mont2
-America Latina hoy esta atravesada por redes transnacionales de trata y explotación sexual de mujeres, jóvenes y nin@s. ¿Cuál es tu visión desde México de esta situación?

-La explotación sexual de mujeres es resultado de relaciones de género contemporáneas e históricas que han configurado el “derecho” de los hombres a acceder sexualmente a mujeres; es un sentido de propiedad que divide a las mujeres en buenas”, “malas” y “putas”: la primera es elegida para la transmisión de la semilla, de guardiana del honor familiar; la segunda es aquella mujer transgresora que no respeta el honor de su esposo y le es infiel; y están todas aquellas mujeres que no son ni buenas ni malas y que no tienen la función de la reproducción y perpetuación del honor masculino sino que más bien son mujeres construidas para el uso de varones que no tienen la intención de “depositar” en ellas su semilla sino, al contrario, su esperma de desecho, el que está construido como un símbolo de poder que además es sólo para su placer

La visión que desarrollo tiene dos ejes principales, uno tiene que ver con el desarrollo teórico para comprender cómo funciona el sistema proxeneta y otro se relaciona con el primero, y que está dirigido a desarrollar una visión “erradicacionalista. Del primer eje he desarrollado el concepto de estructura básica de la explotación sexual que defino como un acto primario de poder que ejerce el proxeneta para anular la autonomía de las mujeres y someterlas a la explotación sexual con base en poderes de dominio, físico o psicológico; con la amenaza de muerte, real o simbólica, o con la falsa promesa de un futuro mejor. Está sustentada en conocimientos y alianzas pactadas por ellos en colectivo en un proceso dinámico y adaptativo. 

Desarrollando elementos teóricos y metodológicos tengo la certeza que se puede desarticular el poder que concentran de manera colectiva los varones y que ejercen ciertos actores del campo de comercio sexual con fines de explotación. El segundo eje está nutrido por el primero y me da elementos para construir, individual y colectivamente, acciones de prevención para que mujeres no sean obligadas a entrar al mundo de la prostitución o para que jóvenes y adolescentes no decidan convertirse en clientes, o proxenetas. Tengo la seguridad que sólo las acciones de prevención con investigación social de alto nivel pueden darnos los elementos para comprender los poderes de dominio del sistema proxeneta y con la difusión y compartición de estos conocimientos con el gobierno, academia, sociedad civil y ciudadanía se puede generar la energía y las sinergias para la transformación social y apostar por la erradicación de formas de explotación sexual que vulneran la integridad y dignidad de miles de mujeres en el mundo.

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-El trabajo que hace años empezaste en Tlaxcala de investigación. ¿Cómo comenzó y porqué?

-Desde 1995, cuando comencé mi Licenciatura en Antropología Social en la ciudad de Puebla, me interesé por realizar investigaciones en la región sur del estado de Tlaxcala, México, de donde soy originario. Desde 1998 realicé estudios de masculinidad; mi tesis de licenciatura se llamó “La poliginia, una forma de masculinidad” (2005); y en el transcurso de mi investigación de campo, además de los varones polígamos, estaban los padrotes como un grupo de varones importantes en la región. Al iniciar mi maestría en antropología social en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) en la ciudad de México decidí investigar esa forma de masculinidad: el ser padrote. En el 2007, concluí con la tesis “Trata de personas. Padrotes, iniciación y modus operandi” y luego realicé un doctorado en antropología con la intención de profundizar el mismo tema de padrotes. Desde el principio, he tenido el objetivo de comprender cómo opera el sistema proxeneta para encontrar claves para su erradicación.

¿Cómo se fue construyendo socialmente la validación a la cultura de padrotes en tu región?

-La trata de personas con fines de explotación de la prostitución ajena dirigida y controlada por proxenetas tlaxcaltecas tiene un modus operandi particular que utiliza mecanismos afectivos para reclutar, someter y explotar a mujeres jóvenes de comunidades rurales e indígenas. Existe violencia física pero se privilegia mayoritariamente a los mecanismos de dominación verbal, psicológica y simbólica como respuesta a los cambios que los afectan: avances de los derechos de las mujeres, organización de las mujeres en situación de prostitución y mayores sanciones y persecución por parte de autoridades judiciales en México y E.E.U.U. La estructura básica de la explotación sexual y el proceso de proxenetización se han adaptado a las lógicas de reproducción social, comunitaria y familiar que ha generado que varios municipios de la zona sur del estado de Tlaxcala se caractericen por la producción de padrotes. Se ha transformado la cultura para permitir que se convierta en una forma de vida y que sea transmitida de generación en generación como una manifestación del lado obscuro del México profundo. En la tesis de doctorado presento cómo las comunidades indígenas de la región Puebla-Tlaxcala experimentaron un proceso de transformaciones económicas, sociales y culturales y en este marco llega el oficio de padrote y cambia las relaciones sociales y las concepciones sobre las mujeres y la exclusividad sexual de los varones sobre ellas. 

Se instalan lógicas de explotación sexual que se adaptaron a las normas sociales de la comunidad y se establecieron pactos sobre las mujeres –prostituidas y esposas- para poder ejercer su oficio y al mismo tiempo reproducirse culturalmente y como grupo social. Ese es el lado oscuro del México profundo: la combinación de lógicas de reproducción social mesoamericana y la estructura básica de la explotación sexual que se mezclan en un proceso de proxenetización que implica la transformación de una región. Se pasa de una sociedad campesina a campesina-obrera y con la llegada de lógicas de explotación sexual a una sociedad productora de padrotes. Las prácticas de explotación sexual se adaptan a los sistemas de reciprocidad, parentesco y compadrazgo y eso posibilita la reproducción social de los proxenetas rurales y cataliza la producción de nuevos padrotes. 

También se muestra cómo se erige una sociedad de tipo esclavista con fines de explotación de la prostitución ajena. Dos principales papeles cumplen las mujeres para la reproducción de las lógicas de explotación y de la reproducción social de los proxenetas: como parientas juegan un rol fundamental para asegurar la reproducción social del victimario. Ellas cumplen con obligaciones familiares, sociales y comunitarias, que le dan pertenencia identitaria y comunal al grupo familiar y dotan de prestigio social al padrote. 

Y algunas madres y esposas prostituidas sirven al proxeneta como auxiliares en el reclutamiento, sometimiento y explotación de otras mujeres. Mientras que como no-parientas se convierten en la base de los poderes de dominio del sistema proxeneta. Estas mujeres nunca entran al sistema de parentesco, familiar ni comunitario: cuando los padrotes las llevan a sus comunidades de origen es sólo para realizar el reclutamiento y el traslado e iniciar el proceso de mercantilización para explotarlas. Ellas son las principales víctimas de la construcción de una sociedad productora de proxenetas. A ellas se les quita pertenencia social, comunitaria, familiar y hasta la identidad (incluso la jurídica). El elemento más importante para ejercer el oficio de padrote es matar el sentimiento, que les sirve para canalizar sus afectos y emociones hacia sus familias y comunidad mientras que a las mujeres a las que se prostituye se las mira como mercancía sexual.
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¿Como fuiste pasando tu percepción de hombre de esa comunidad, frente a la situación de violencia y restricción de derechos de las mujeres que investigaste?  

-Primero fue trabajar teórica y metodológicamente mi acercamiento al fenómeno y entender que era una de las formas más extremas de violencia contra las mujeres y comencé a relacionarme con organizaciones de la sociedad civil para compartir mis conocimientos y comenzar a trabajar con algunas de ellas para hacer proyectos que incidieran en el ámbito de prevención y atención; con el gobierno también he realizado trabajos de consultoría de investigación. 

Pero en el transcurso de mi investigación fui notando cómo los poderes de dominio del sistema proxeneta se iban metiendo a mi forma de ser, con mi familia, mis amigos, mi pareja. Comprendí de forma corporal y racional cómo opera la seducción del poder. Decidí entrar a terapia individual y de manera simultanea entré en Puebla al grupo de hombres trabajándose, bajo la guía de Cirilo Rivera y Gabriel Licea, con quienes trabajé mi forma de ejercer violencia y también experimentar nuevas formas de relacionarme con las mujeres de una forma no violenta, porque mi violencia como varón había ido sofisticándose, era la búsqueda de mi yo real y a partir de eso tener muy presente, el poder que tenía a partir de mis investigaciones. Decidí no sólo compartir sino construir formas de transmitir el conocimiento a partir de talleres vivenciales. Es así que no sólo es realizar investigaciones comprometidas y éticamente responsables sino idear y construir lenguajes no teóricos sino sencillos para que el conocimiento pueda llegar de forma clara y sencilla a más población.

-¿Cómo incide en el modelo de reclutamiento el concepto de amor romántico o enamoramiento?
-En Tlaxcala encontramos comunidades que “producen” padrotes para reclutar, trasladar y explotar mujeres. Tenemos un proceso bien definido: Por un lado, se enseña a varones tlaxcaltecas un sentido práctico de la explotación sexual para reclutar, trasladar y explotar a mujeres. Luego, ellos van a lugares públicos para enganchar, seducir y engañar a mujeres. Esos espacios son centrales camioneras, parques públicos, bailes populares o ferias de pueblos. Generalmente ellos reclutan en otros estados. Tradicionalmente han reclutado mujeres en el Distrito Federal, Puebla y Veracruz pero ahora han extendido su campo de acción o todo el territorio nacional e incluso han llegado a Guatemala; o reclutan mujeres guatemaltecas y hondureñas en la frontera sur del país. 

Después las trasladan para alejarlas de sus grupos de apoyo y lugares conocidos. Primero establecen una relación conyugal con ellas y las llevan a vivir a Tlaxcala, ahí las hacen depender de ellos económica y afectivamente. Después las vuelven a trasladar a otro espacio, puede ser el Distrito Federal, ciudades fronterizas del norte del país e incluso a ciudades de USA. Ahí por medio de engaños vinculados a carencias económicas las convencen de ser explotadas sexualmente con el argumento de ayudarlos y construir un futuro promisorio para los dos. Mercantilizan a la mujer y comienza la explotación sexual. Una vez que someten a las mujeres las explotan en diversos lugares de prostitución. 

El Distrito Federal ha sido el lugar donde más explotan, actualmente sus mayores ganancias las obtienen en ciudades de USA. También en la trata interna destacan, Puebla, San Luis Potosí y ciudades fronterizas como Tijuana, Reynosa, ciudad Juárez entre otras. Dentro de este entramado del sistema proxeneta, uno de los principales mecanismos de control es el amor romántico vinculado a un orden social de género que concibe a las mujeres como seres de, por y para otros. Una vez que los padrotes han logrado seducir, engañar, someter y explotar, aplican una forma de control vinculado al amor y los ideales y aspiraciones de la mujer. Aplican lo que ellos denominan padroterapia” que es una forma especializada de leer las emociones de las mujeres explotadas para después armar una estrategia de sometimiento y combinan con una actuación que los hace parecer como “buenos” hombres que hacen lo que hacen por amor a ella y la idea de un futuro mejor en donde ellos vivan juntos, críen a sus hijos y la mujer “la saquen” del mundo de la prostitución. El amor como mecanismo de control es eficiente porque corporiza y somatiza discursos de dominación masculina. Desestructurar esos mecanismos es una tarea urgente a trabajar con las mujeres en situación de prostitución.

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-He visto en el DF  la hermosa puesta teatral sobre tu investigación en la obra Tiradero a Cielo Abierto ¿Cómo fue el proceso  con que la fueron armando?
-La pieza muestra la vida y el modus operandi de padrotes tlaxcaltecas,  cómo viven las contradicciones de su oficio, el amor, el odio social y destellos de humanidad y esperanza. Tiradero a Cielo Abierto es una apuesta, donde la majestuosa actuación de Mauricio Garmona hace que las emociones fluyan a flor de piel… Seducción primero, enojo después son las emociones que provocan sus palabras y movimientos. Gran trabajo de auto-coacción emocional y de matar el sentimiento son los pasos que siguió Mauricio para interpretar a León, un padrote en crisis existencial y material

Las claves de poder para explotar las expone León en sus diferentes facetas y con relación a las enseñanzas de su tío. Saber moverse y no dejar que la mujer le gane en la forma de pensar son los consejos de su maestro-tío. Entender y comprender el oficio de someter y explotar mujeres es un arduo proceso de enseñanza y aprendizaje, de ensayo y error, de “cacería” y frustración, de anular sus sentimientos y contradictoriamente de enamorarse. El arte de la palabra, ser bien verbo es lo que caracteriza a León, aderezado con su capacidad de “ver“, de sentir las emociones femeninas, de leer las emociones, de beber de ellas para crear escenarios de amor y engaño, de pasión y después de explotación. 

La conexión que logra León con las mujeres con las que interactúa refleja cómo la sociedad ha creado y reproducido formas de violencia que facilitan la producción de padrotes. Además de la creación artística, hay que destacar la valiosa mediación pedagógica realizada por integrantes del Centro Integral tejiendo Saberes (CENIT), que con su experiencia de trabajo con mujeres en situación de prostitución y con proxenetas, acompañan los procesos de reflexión del público una vez terminada la obra. La mediación es importante para sensibilizar y acompañar los procesos de reflexión para que el público a su vez sea replicador de la comprensión social de un delito. Entender y comprender que la mejor forma de erradicar un fenómeno social que atenta con la dignidad humana es desde la prevención, es evitar que mujeres sean prostituidas y que varones sean convertidos en padrotes.

Uruguay: pese a Ley de Cuotas, pocas mujeres llegan a Congreso

Grupos civiles exigen paridad de género en candidaturas


Defensores de los derechos de las mujeres expresaron hoy su insatisfacción por la limitada participación femenina en las elecciones del pasado domingo, pese a la aplicación de la llamada Ley de Cuotas.

Con base en los resultados primarios de la Corte Electoral (CE), algunos grupos demandaron una nueva ley “de paridad o alternancia de sexo” en las listas de candidatos al Parlamento que garantice un 50 por ciento de representación femenina.

Lo que está claro es que para tener un impacto numérico se necesita apostar a una ley de alternancia, mujer-hombre, 50-50, y que esa alternancia se vea a nivel de titulares y suplentes, precisó Lilián Celibert, coordinadora de Cotidiano Mujer.

Tenemos que pelear por eso porque no tiene sentido volver a sacar una ley que tenga impacto solamente en el Senado y no en la Cámara de Diputados, subrayó.

Actualmente, las uruguayas ocupan el 14.2 por ciento de las curules en el Parlamento, mientras que el promedio regional es de 23 por ciento.

En los comicios del pasado domingo se aplicó por primera y única vez la Ley de Cuotas, aprobada en 2009 para promover la presencia de las mujeres, que exige que en las listas de candidaturas haya una mujer cada tres espacios.

Politólogos locales atribuyen a esa normativa el incremento de dos a nueve senadoras, de un total de 30 integrantes, pero no así entre las diputadas, que apenas aumentaron de 13 a 16, en una Cámara de 99 miembros.

De confirmarse los datos del escrutinio primario de la CE, el próximo 15 de febrero deben asumir 15 senadores del gobernante Frente Amplio (FA), incluyendo a cinco mujeres.

Asimismo, 10 del Partido Nacional (PN), con tres mujeres, y tres del Partido Colorado (PC), con una. En total, las mujeres serían el 30 por ciento del Senado.

Sin embargo, en la Cámara baja, de 50 legisladores del FA, sólo 10 son mujeres; de los 32 del PN, hay dos, y de los 13 del PC, cuatro.

La reelecta senadora Constanza Moreira, del FA, en declaraciones a Prensa Latina lamentó la baja participación femenina en los comicios nacionales del pasado domingo.

Sobre el impacto de la Ley de Cuotas subrayó la necesidad de estar vigilante sobre su correcta aplicación, puesto que en otros países, con una ley similar, algunas mujeres han sido obligadas a renunciar luego de ganar su curul. Estaremos muy atentos a cualquier movimiento de ese tipo, insistió Moreira.

La agrupación civil Cotidiano Mujer alegó que, de 540 listas de candidaturas a la Cámara de Diputados sólo 42 fueron encabezadas por mujeres.

Expertos consideran que una de las limitantes de la ley es que la gran mayoría de los 19 departamentos (estados) de Uruguay tienen muy pocas curules a diputados, por lo que las mujeres en terceros puestos no llegan a ser electas.

Por ejemplo, a 10 departamentos sólo les corresponden dos bancas; cuatro cuentan con sólo tres curules cada una; dos tienen cuatro y uno tiene cinco. Montevideo y Canelones, los de mayor población, tienen 40 y 14 espacios, respectivamente.

En Uruguay, país pionero en legislación en defensa de las mujeres, como su temprano derecho al voto, ellas constituyen la mayoría de la población, pero eso no se refleja en la toma de decisiones.

Diversas fuentes aseguran que las uruguayas ocupan el 63 por ciento de los cargos en el Poder Judicial, pero no hay ninguna en la Suprema Corte de Justicia.

Pese a los avances en defensa de los derechos femeninos, el gabinete del presidente José Mujica, de 13 ministros, apenas cuenta con dos mujeres y la historia de los gabinetes ministeriales arroja un promedio de 4 por ciento.

Sólo 16 altos cargos son ejercidos por mujeres en 69 entes autónomos, dos en las 23 empresas públicas, y cuatro en los 15 servicios descentralizados.

El tema seguirá a debate tras la segunda vuelta electoral el próximo 30 de noviembre entre el ex presidente Tabaré Vázquez (2005-2010), del FA y favorito en las encuestas, y Luis Lacalle Pou, del opositor PN y sus aliados.
 

Imagen retomada del sitio cotidianomujer.org
Por: Jorge Luna
Cimacnoticias/PL | Montevideo.-