6/29/2013

Lo que El País no quiso publicar sobre acoso machista en la calle


Alicia Murillo y yo contestamos a unas preguntas para un reportaje en SModa que no llegó a ver la luz, bajo el argumento de que por las mismas fechas se publicó un reportaje similar en otras páginas del diario. Como nos sentimos censuradas, hemos querido publicar en Pikara nuestras respuestas.


Memes feministas. Síguelas en Facebook. Es humor. Los que agreden son ellos

En agosto de 2012, una periodista freelance, colaboradora del suplemento de El País SModa, me pidió que contestase unas preguntas para un reportaje sobre acoso machista callejero que estaba preparando, en el que hablaría de iniciativas como Hollaback. Yo acepté y le recomendé a Alicia Murillo, por su proyecto ‘El cazador cazado’. Ambas contestamos a sus preguntas (Alicia a todas y yo, por no redundar, añadí algunas ideas) en seguida, ya que la periodista nos dijo que la publicación sería inminente. Nunca se publicó.

Alicia Murillo: “El mal llamado piropo es otra forma que el patriarcado tiene de hacer ver que el cuerpo de las mujeres es un espacio comunitario que se puede tocar, maltratar y sobre el que se puede opinar libremente. Hace que las mujeres sean más vulnerables y más dependientes de los hombres”

El argumento oficial fue que por esas fechas El País sacó un reportaje sobre el mismo tema (pero sin centrarlo en el contexto español ni contar con activistas locales) y que resultaba redundante. A nosotras nos consta que el reportaje se llegó a escribir y a entregar, y que nuestro discurso no gustó. Así que, como nos sentimos censuradas, a continuación reproducimos las preguntas que la periodista nos propuso y nuestras respuestas:


¿Cuál es el límite entre un halago y un piropo ofensivo?

Alicia Murillo: El sentido común. Si es ofensivo no es un piropo. Un piropo se dice para halagar. Las agresiones callejeras son aquellas que incluyen cosas como: dar una opinión que no te han pedido, tono de burla o tono paternalista, palabras malsonantes, acercamiento físico intimidatorio, etc. Las mujeres no nos permitimos el lujo de opinar sobre la forma de caminar o de vestir de un hombre desconocido que nos cruzamos en plena calle. ¿Por qué ellos sí lo hacen? Porque es una demostración de poder, porque si un conjunto amplio de hombres intimidan a las mujeres de una sociedad podrán ofrecer “protección” a la que tienen en casa creando así una situación de dependencia. El acoso callejero, el mal llamado piropo, no es un halago, es otra forma que el patriarcado tiene de hacer ver que el cuerpo de las mujeres es un espacio comunitario que se puede tocar, maltratar y sobre el que se puede opinar libremente. Es una manera de robar independencia a las mujeres que caminarán más inseguras por las calles y, por tanto, serán más vulnerables y más dependientes de los hombres.

June Fernández: Sentirse con el derecho de hacer un comentario a una desconocida sobre su aspecto o su vestimenta, o transmitir una actitud lasciva de buenas a primeras, es una práctica machista censurable. Pero además hay agravantes, como el que te habla a tus espaldas, el que te habla de noche en una calle solitaria, el que te toca además de hablarte… Hace apenas unos días una lectora escribió a Pikara contando que un hombre le tocó la vulva en un parque de Barcelona, y cuando compartimos esos testimonios casi todas las mujeres dicen que a ellas tambien les ha ocurrido algo así.

¿Podríais compartir alguna situación en la que os hayáis sentido acosadas o molestas por alguna actitud masculina en la calle?

A.M.:Las más desagradables las viví quizás de pequeña, aproximadamente a los 13 años. Fueron las más duras porque fueron las primeras y porque en la adolescencia la vulnerabilidad de las personas está más a flor de piel. Yo siempre fui muy alta para mi edad pero era también muy delgada. Los hombres se permitían el lujo de dar su opinión sobre mi cuerpo diciéndome cosas como “Ey, morena, qué canija estás pero te follaba igualmente”. A eso es a lo que se enfrenta una niña española de manera cotidiana al salir a la calle sola y aún nos permitimos mirar por encima del hombro a los países musulmanes diciendo que aquí gozamos de igualdad y que somos un país desarrollado. Me machacaron la autoestima. Afortunadamente crecí en un entorno familiar que contrarrestó todo aquello dándome herramientas para desarrollar la seguridad en mí misma.

J.F. Yo vivo en un barrio en el que hay una alta presencia de hombres en la calle y cada día me enfrento a varios comentarios sobre mi aspecto, silbidos, besitos, miradas lascivas… Es una práctica normalizada y creo que a quien la hace le mueve más la necesidad inconsciente de reafirmar su virilidad que el deseo de relacionarse con la mujer a la que acosa. La prueba es que en grupo se crecen más y es raro que uno del grupo cuestione al resto.

June Fernández: “El problema no suele ser un comentario aislado, sino que las mujeres, por el hecho de serlo, estamos expuestas a recibirlos de forma habitual, unido al riesgo de ser agredidas física y sexualmente. Esto nos hace sentir vulnerables, expuestas, nos recuerda que la calle aún no es nuestra’”

¿Por qué están tan arraigados los micromachismos en España? ¿Qué características tienen?

A.M. El peligro del término “micromachismos” es que a veces puede pensarse que son “males menores”. Es como decir que hay drogas duras y blandas. Cualquier acto discriminatorio, por cotidiano y frecuente que sea, es una muestra que el sistema patriarcal tiene de reafirmarse. Por tanto no hay actos pequeños de discriminación. ¿Me pide que enumere alguno de los que veo cotidianamente en mi país? Pues, por ejemplo, que esta entrevista no se publique en el apartado de política y que tenga que hacerse una revista aparte exclusiva para las mujeres que, por supuesto, está estructurada en moda, belleza, celebrities, etc. en lugar de asuntos como violencias patriarcales, medicalización del cuerpo femenino, sexualidad, recuperación de la memoria histórica de la mujer, etc. Es como si la prensa quisiera decirnos: sí, sabemos que existís, pero no podéis pretender que vuestros problemas ocupen las grandes secciones periodísticas ni que en las revistas femeninas abandonemos las frivolidades, es importante teneros narcotizadas con chorradas. Me pregunto si, por ejemplo, una oleada de violencia verbal callejera se desatara contra, no sé, el sector chino de la población. Que de pronto los/as inmigrantes chinos/as no pudiesen salir a la calle de madrugada solos/as, que necesitasen de la protección de otras personas, que los intimidasen por la calle con palabras malsonantes y groseras. Eso ocuparía primeras planas y se hablaría de una ola de racismo. En cambio las mujeres tenemos que asumir esa violencia sin que la sociedad lo catalogue de problema sociopolítico de importancia, incluso si somos el 50% de la población. Cuando las revistas femeninas hablen de autoras como Virginie Despentes, Itziar Ziga, María Llopis, Beatriz Preciados o Diana J. Torres en lugar de hablar de Valentino o Armani, quizás por fin mis congéneres se conciencien de que, como decía Beauvoir, hoy por hoy seguimos siendo ciudadanas de segunda, El segundo sexo.

¿Qué podemos hacer para tratar de revertir esta situación?

A.M. Reconocer nuestra agresividad. Nos robaron la agresividad, nos dijeron: vosotras, niñas dulces, no debéis defenderos porque vuestra feminidad quedaría lisiada. Pero no es así, la legítima defensa es eso, legítima. No necesitamos que nos defiendan, podemos hacerlo solas y podemos hacerlo canalizando la agresividad a través de la creatividad, la sororidad, el sentido del humor y la alegría. Reír descaradamente es lo más subversivo y agresivo que podemos hacer ante el patriarcado. Reír con esas risas histéricas de brujas que nos han dicho que no eran nada femeninas y saber que todo esto está ocurriendo por una razón: nos saben poderosas y tienen miedo de nosotras. Yo no confío en la justicia ni en la policía. Creo que son dos instituciones que, hoy por hoy, y salvo contadas excepciones, sirven al patriarcado. Las cosas están cambiando pero demasiado lentamente y no puedo esperar cuatro generaciones para que la situación se arregle. La vida es corta, prefiero defenderme sola.

J.F. Una propuesta fundamental es la autodefensa feminista, en la que no se aprenden sólo técnicas físicas para enfrentar una agresión sexual, sino que sobre todo se trabaja en reconocer situaciones violentas, incluido el acoso callejero, y se comparten estrategias para enfrentarlas. Recomiendo muchísimo como formadora a Maitena Monroy. Me parece muy importante también que los hombres cuestionen a  sus amigos o compañeros de trabajo cuando ‘piropean’.

Murillo: “Viajando descubrí lugares donde las mujeres podían caminar por la calle sin ser ofendidas en cada esquina. La gente era capaz de relacionarse entre ella sin asumir roles de superioridad/inferioridad. Cuando volví a España se me hacía insoportable. Pensé que debía darle la vuelta a la situación”

Alicia, ¿por qué empezaste el proyecto de El cazador cazado?

A.M. Pasé 12 años viajando por todo el mundo. Viví en tres continentes diferentes y entré en contacto con infinidad de culturas. Eso me ayudó a darme cuenta de que había lugares donde las mujeres podían caminar por la calle sin ser ofendidas en cada esquina. La gente era capaz de relacionarse entre ella, ligar, hablar, etc. sin asumir roles de superioridad/inferioridad. Cuando volví a España se me hacía insoportable convivir con esta costumbre tan rancia del acoso callejero. A veces las situaciones eran tan desagradables que terminaba llorando. Pensé que debía darle la vuelta a la situación. Yo quería reír. Si alguien tenía que llorar, que fueran ellos.

¿Es España un país donde el acoso callejero se ha convertido en algo habitual?

A.M. Depende de la ciudad, pero sí, en general se tiene muy interiorizado tanto por hombres como por mujeres. Cuando mis amigos de Seattle (EEUU), ciudad donde viví una larga temporada, ven mis vídeos no dan crédito. Allí la gente es muy espontánea y te dicen cosas por la calle pero de manera completamente diferente. Vas paseando y alguien (hombre o mujer) se acerca a ti y comenta: “me encanta la camiseta que llevas”, o bien “tu sonrisa me ha alegrado la mañana”, o bien “¡qué maravilla de corbata!”… pero el matiz es completamente distinto porque no hay juicio de valores, ni paternalismo, ni jerarquía de géneros: un hombre se lo puede decir a otro hombre, por ejemplo. No existe un acoso sexual, existe un acercamiento amigable, espontáneo y respetuoso que puede o no terminar en amistad, sexo o, simplemente, un saludo cordial a un/a desconocido/a. Y por supuesto esos acercamientos no incluyen insultos, palabras malsonantes ni tocamientos.

¿Qué podemos contestar a aquél que nos tilde de “paranoicas” por quejarnos ante un piropo o un halago pasado de rosca y claramente machista?

J.F. Me preocupa que cada comentario aislado no parece suficientemente grave como para darle una respuesta contundente. ¿Es una agresión algo aparentemente inofensivo como que te digan “hola, guapa”? ¿Cómo contestar a eso sin que te tachen de agresiva y exagerada? Pero el problema es que no es un “hola, guapa aislado”, sino que las mujeres, por el hecho de serlo, estamos expuestas a recibir ese tipo de comentarios de forma habitual, unido al riesgo de ser agredidas física y sexualmente en la calle, incluidos esos tocamientos tan habituales que mencionaba antes. Y esa situación, que definimos como violencia simbólica, nos hace sentirnos vulnerables, expuestas, nos recuerda que la calle aún no es nuestra. Que se trate de un bombardeo de piropos aparentemente inofensivos hace que nos acostumbremos a ignorarlos, a intentar que no nos afecten. Pero claro que nos afectan, y callárnoslo nos genera una impotencia y una rabia contenida que creo que hay que empezar a expresar. Por eso creo que es importante que respondamos cuando nos sintamos con ánimos. Es fundamental que las mujeres compartamos estrategias de cómo hacer frente a estas pequeñas agresiones, así como propuestas como la de Alicia o Hollaback.
A.M. Hay que decirles que no nos interesa su opinión. Yo no quiero convencer a nadie de nada, no me interesa el juicio que el patriarcado haga de mi persona, lo que yo quiero es que me dejen pasear tranquila por la calle. ¿Ellos/as piensan que soy una paranoica? Uf, pues si supieran lo que yo pienso de ellos/as… lo mismo hasta les traumatizaba.

¿Podemos esperar que las cosas mejoren?

A.M. Las cosas ya están yendo a mejor. Recibo mensajes casi a diario de mujeres que me cuentan lo importante que ha sido mi proyecto para ellas, todo lo que ha significado, cómo han logrado empoderarse, sentirse más fuertes. Para mí eso es haber avanzado muchísimo. Y sé que cada vez somos más. Por desgracia aún queda mucha gente que no ha vivido otra manera de relacionarse con el otro sexo que no sea a través del acoso. Hay quien me dice: “Pero entonces, ¿cómo voy a hacerle saber a una chica que me gusta si no es diciéndoselo?” No se enteran de nada, no entienden que para gustar a alguien lo primero que tienes que hacer es preocuparte por su bienestar, por que se sienta cómoda. Pero llegará un día en que los hombres entiendan que decirle a una mujer “¡Borreeeeeegaaaa!” a gritos desde un andamio no tiene nada que ver con la seducción. Es una cuestión de sentido común.

Preguntas sin respuesta


Palabra de Antígona

De acuerdo con las cifras de la Secretaría de Gobernación en el Distrito Federal la violencia contra las mujeres se suplió en los últimos cuatro años pero las cifras del Observatorio de la Violencia de Género hablan de un crecimiento sostenido de homicidios de mujeres, una mayoría en espacios públicos


México, D.F. 24 jun. 13. mecoPress.- Una noticia de la mañana del domingo me dio escalofríos. Hace exactamente dos semanas que 11 jóvenes desaparecieron de un antro de la Zona Rosa, llamado Heavens Afeter. Se presume en las notas de los colegas periodistas que se suma una jovencita. Es decir, serían 12. Pero nadie atina a dar su nombre y nadie precisa nada. ¿Los culpables? ¿Y las investigaciones? y lo importante, de los desaparecidos: nada. Las familias copadas asisten a una mesa de “información” o de negociaciones. Se llama ganar tiempo ¿para qué?

Al parecer el jefe de gobierno del Distrito Federal que va a la televisión a sonreír y chancear con Brozo no tiene respuestas. Eso sí muestra que conoce el doble sentido, un recurso machista y miserable con que se evidencia el carácter de un individuo.

Pero no es eso lo que me da escalofríos sino que una docena de medios publican el domingo lo que puede o no ser cierto: que un dispositivo llamado Grupo Especial de Reacción e Intervención (GERI), que depende de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), tiene en “resguardo” a tres mujeres (no se saben sus nombres, ni sus edades, ni nada) porque “trascendió” que se trata de testigas fundamentales en una investigación que no tiene, evidentemente, resultados.

Las mujeres, si esto es cierto. Ojo: están en grave riesgo. No tengo idea si alguna, de las dos docenas de instancias, del Instituto de las Mujeres, de la Dirección General de Igualdad, de la Subprocuraduría de Víctimas “con perspectiva de género”, saben o hacen algo.

Y me enfrenta porque en mayo de 2007 en el pueblo de Nocupétaro, estado de Michoacán, cuatro jovencitas fueron “aseguradas” por el ejército por ser testigas y conocer a una banda que participó en el asesinato de cinco militares en esa región. Entonces la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) afirmó que esas jóvenes fueron abusadas por los soldados que las detuvieron para atestiguar. Se contaron historias fantásticas, hasta una entrevista que elaboró la propia CNDH, y un policía “especial”, las llenó de adjetivos impronunciables, en una entrevista que yo le hice, allá en Morelia, donde apareció un cuerpo especial, parecido al GERI.

Por razones que no vienen al caso, yo estuve en Nocupétaro, porque era muy extraña la denuncia de la CNDH, sacada de la manga cuando en todo el país se discutía el ataque y asesinato de Ernestina Ascensio Rosario y crecía la indignación social en Soledad de Atzompa, Veracruz. Me quedó claro que se tendía una cortina de humo.

Semanas después recorrí el pueblo de Nocupétaro, porque aparentemente las jóvenes habían desaparecido. Estuve buscándolas, encontré a dos de ellas, puede comprobar que no, que no habían sido ultrajadas, pero si, durante meses utilizadas como señuelo para capturar a los responsables de aquel asesinato, el mismo que se supo no fue en una emboscada, como dijo Felipe Calderón, entonces, sino que se trataba de un pleito entre borrachos. De modo que se había hecho el simulacro para obligarlas a hablar y dar con los responsables. Ellas fueron sustraídas de su familia, eran vigiladas por la policía, una especial que tenían en Michoacán, en un lugar alejado del centro de la ciudad, igualito que este operativo o dispositivo que ahora tiene retenidas a tres mujeres, para que atestigüen. Se me hace la piel carne de gallina. ¿Dónde las tendrán, que les harán, como puede suceder esto?

Me parece terrible. No tener ningún elemento, no saber dónde están estas mujeres, estos jóvenes desaparecidos y me indigna que se dé, teóricamente prioridad a buscar a los culpables y no a los jóvenes tepiteños desaparecidos. Ahí están los familiares presionando, pidiendo que las autoridades los localicen. Mancera y su equipo no tiene respuestas.

Y no se trata de echar leña al flamante jefe de gobierno, que por cierto tampoco tiene respuestas sobre su filiación ideológica; habla de la izquierda como si se hablara de un ente sin cuerpo, sin características, sin ética, sin principios. Es una denominación en boca de Miguel Ángel Mancera sin referencia de ningún tipo. Es la “izquierda” una abstracción ¿cuál es su compromiso?

El jefe de gobierno tampoco atina a explicar que va hacer con el permiso de trasmisión para el sistema de Radio y Televisión del Distrito Federal: Capital 21, que durante casi cinco años se construyó y trasmitía por internet mientras ponían la antena y construían unas modernas instalaciones. Si uno pica en internet Capital 21, siguen apareciendo los programas y las producciones del sexenio pasado y una señora de nombre Marcela Gómez Zalce, aparece como responsable. Nadie sabe que está haciendo con el presupuesto, con la producción y qué pasará con la concesión que se logró. No hay respuesta.

Tampoco hay compromiso de género. Término que no atina a diseccionar el jefe de gobierno. Lo vi con Brozo diciendo que trabaja también “en el tema de género”, como si las concretas capitalinas, más o menos entre mujeres, niñas y ancianas, son cinco millones. Pero él no tiene respuesta. No sabe o no le importa.

Además en estos asuntos: el de la procuración de justicia, en el de la política pública para las mujeres y en el tema del canal de televisión, Mancera es laxo, escurridizo, impreciso, absolutamente irresponsable.

De acuerdo con las cifras de la Secretaría de Gobernación, resultado de un estudio antes de la nueva administración, en el Distrito Federal la violencia contra las mujeres se suplió en los últimos cuatro años y las cifras del Observatorio de la Violencia de Género hablan de un crecimiento sostenido de homicidios de mujeres, una mayoría en espacios públicos.

Es decir, eso que llama el jefe de gobierno el “tema” de género no es algo gracioso ni merece indiferencia. No le importa. En lugar de promover la designación en el Instituto de las Mujeres, de una persona cabal y entendida, feminista y capaz, dejó ahí a la suplente de Malú Micher, a la licenciada Beatriz Santamaría Monjaraz, quien sin la capacidad y la experiencia necesarias, se debate ante la cuantiosa deuda con que dejaron a ese instituto y sin saber qué hacer.

O sea el jefe de gobierno, el más votado desde que en 1993 las y los habitantes de la capital pudimos elegir a nuestras autoridades, es un bribón, que cree que puede transcurrir en un concurso de simpatías, sin atender los graves problemas de injusticia, impunidad y políticas públicas que ya fueron ensayadas por la izquierda, con nombre y apellido, se llama Partido de la Revolución Democrática y que apuntaron a soluciones inteligentes, moderadas sí, pero con perspectiva y gobernabilidad. Más rápido de lo esperado estamos viendo y viviendo una suerte de simulación y faramalla sin gobierno.

La capital del país ya fue un día –1985—tomada por sus habitantes, para poner orden, asistencia y justicia. ¿Será que es eso lo que tenemos que hacer ahora? En un momento de crisis suprema, de desempleo, de falta de recursos, de una creciente violencia que ya habíamos despedido y dónde, el Jefe de gobierno no tiene equipo. ¿Dónde estarán esos 11 jóvenes desaparecidos?, la joven sin nombre; donde estarán esas “testigas indispensables”. La autoridad tiene la palabra; cuál es la política para realmente enfrentar la violencia contra las mujeres y cuál es su política de medios, que no sea la de recurrir a los monopolios y seguramente pagar cantidades estratosféricas para una suave, suavísima entrevista que le hizo el señor Brozo en Canal 4, el hombre que considera “nalguitas a las mujeres”. El colmo.
Veremos.
Foto: Archivo AmecoPress. 

Los derechos laborales en Centroamérica (entrevistas)



partner visit_june 2013

Tenemos 2 invitadas en junio! Vilma Vanegas y Maritza Umanzor, activistas por los derechos laborales, trabajan para fortalecer la capacidad de los trabajadores para mejorar las condiciones socio-económicas y laborales en sus países. de las mujeres ellas nos hablarán sobre la situación actual de las mujeres en sus paises.


En nuestro programa radial "TIEMPO DE MUJERES" 



vilma
Vilma Vanegas: voluntaria, Movimiento de Mujeres Trabajadoras y Desempleadas “María Elena Cuadra” (MEC). MEC apoya a las mujeres desempleadas y las que trabajan en zonas de libre comercio en ocho departamentos de Nicaragua. La organización fue fundada en 1994 y es un movimiento autónomo de mujeres que tiene como objetivo la inclusión y la plena participación de la mujer en la sociedad nicaragüense, basado en el principio universal de igualdad, libertad y justicia social.


maritza
Maritza Umanzor: activista, Movimiento de Mujeres Melida Anaya Montes (MAM). MAM es una organización feminista fundada en 1992 que trabaja para promover los derechos de la mujer, lucha por la transformación de las relaciones de poder desiguales por género, clase, edad, etnia, opción sexual y cualquier otra forma de opresión se hace mediante la educación y promoción de la salud, los programas de lucha contra la violencia de género, participación ciudadana y la promoción de los derechos laborales. La organización opera a nivel nacional, trabajando en 11 de los 14 departamentos del país.


fuente : http://www.horizons.ca/esl/Recursos-de-Informacion/Que-Pasa/Los-derechos-laborales-en-Centroamerica

México: Madres activistas de Xalapa no se rinden por recuperar a sus hijos


Escrito por Sara Lovera   
México, junio 24, 2013 (SEMlac).- "Me llevó a comer. A dar una vuelta. Me sorprendió cuando en el estacionamiento me dijo que no volvería a ver a Carlitos"…"Yo no vi a mis hijas siete años: cuando se las llevó, una tenía año y medio y la otra, tres"... "Mi caso fue, durante años, violencia y reconciliación. Era terrible. Me separé sin problemas, pero cuando tuve una nueva pareja me quitó a mi hijo"…. "A mí nunca me quisieron, por morena, y cuando se murió su padre y heredó, me despojó de todo y se quedó con mis dos hijos".

Esas son algunas frases de cinco madres indignadas, que hablan alrededor de una mesa entre lágrimas y risas, en entrevista colectiva con SEMlac. Sus historias son la evidencia de que en México no hay justicia para las mujeres, ni es importante su dolor. Menos importante la aplicación de la ley.

Han tenido un largo día: han estado en la televisión y en la Suprema Corte de Justicia, porque ellas, como parte de "Madres activistas de Xalapa", ganaron el premio de Género y Justicia 2012, tras haber grabado sus historias en un video de 11 minutos 19 segundos, financiado por la Unión Europea. Las premió la Suprema Corte de Justicia y es ahí donde ahora habrá de ventilarse el caso de la sustracción de menores en procesos de conflicto familiar.

Son Fabiola González, Brenda Rodríguez, Mónica Melisa Cisneros, Nancy Correa y Katy Martínez de la Maza. Promedio de edad: 35 años, profesionales, promotoras culturales, amas de casa con estudios, directoras de teatro; algunas apoyadas por familiares, otras completamente desamparadas.

De ahí que buscaran apoyo y solidaridad en la organización que produjo el video. Son todas madres que no ven a sus hijos porque les fueron sustraídos por sus exparejas; son madres que tuvieron miedo y culpa por mucho tiempo.
El premio al video, que produjo Mayela García Ramírez, directora del Colectivo de Investigación, Desarrollo y Educación entre Mujeres A. C. (Cidem), corrió la cortina e hizo visible una antigua y poco conocida forma de violencia: la revancha contra las mujeres que deciden separarse, que son más exitosas que sus parejas o que simplemente no se ajustan a la idea tradicional de la madre mexicana.

En México, dijo Mayela a SEMlac, "vivimos pura simulación" respecto a la protección a los derechos humanos y en cada proceso, expediente o juzgado familiar se ampara y protege a los hombres que, con dinero, corrupción y aceptación social, abusan.

Las Madres Activistas de Xalapa cuentan que cuando sus exparejas se llevan a sus hijos, ya previamente ellas fueron acusadas ante las instancias legales de infinidad de situaciones: abandono de menores, divorcio forzado, infidelidad, maltrato a los menores, incluso de felonía o drogadicción, "siempre inventado", sostienen.

Esta maquinación, refieren, tiene que ver con el poder de cada uno: profesores universitarios, empresarios, integrantes de una familia política, abogados, catedráticos que se llevan a los niños por venganza, porque los dejaron de querer o les exigieron sus derechos.

La premiación coincidió con el escándalo de un expresidente de la Suprema Corte de Justicia, Genaro Góngora Pimentel, quien envió a la cárcel a su expareja usando todo su poder porque ella le demandó alimentos para dos pequeños que nacieron fuera de matrimonio y padecen autismo.

El video de las Madres Activistas se difundió por todo México y los medios están tratando por primera vez este problema: el del poder masculino para castigar a las mujeres, sustrayendo de su custodia a sus hijos, despojándolas de sus bienes, incluso enviándolas a la cárcel utilizando sus relaciones de poder, evadiendo la ley civil y usando la penal contra ellas.

El caso de un intelectual

Apenas unas horas después de la entrevista colectiva, llamó a SEMlac Faviola Esquivel. El 17 de junio, su exmarido, César Cansino, doctorado en filosofía y ciencia política, secuestró a sus dos hijas. Faviola, estudiante, casada y quién tuvo el coraje de terminar esa relación se halla desesperada. Madres Activistas anunciaron que la ayudarán, le dirán todo lo que tiene que hacer.

Como Cansino, Jesús Yunes -sobrino de un político veracruzano de gran poder- impidió a otra Fabiola ver a sus hijas por siete años; o Manuel Jiménez, catedrático de la Escuela Normal de Xalapa, se llevó a Manuelito, de nueve, desde hace tres años, y obligó a Brenda a pagar alimentos porque él no tenía trabajo.

O como Carlos Eduardo Gutiérrez, abogado, que torturó años a Mónica Melisa celándola hasta el cansancio porque en su templo trinitario (correspondiente a un secta religiosa) le dijeron que ella lo engañaba; o Andrés Barahona Londoño, musicólogo, periodista y compositor, que no pudo soportar a Nancy Correa, exitosa promotora cultural, y la despojó de sus dos hijos y sus pertenencias más elementales como ropa, casa y muebles, desde hace nueve meses.
También Sergio Muñoz Colina, que tras un buen divorcio, no aceptó que Katy tuviera una nueva pareja y aprovechó un viaje de esta para quitarle el hijo de ambos, hace cuatro años.

Por eso se unieron
Las madres se conocieron en los juzgados. Algunas refirieron a SEMlac su peregrinar por juzgados familiares, civiles, ministerios públicos, comisiones varias de derechos humanos, y diversas instancias supuestamente para la protección de la familia, así como agencias especializadas en violencia contra las mujeres, el Congreso del Estado, abogados de oficio y particulares, y un largo etcétera: "Nadie escucha", "Nadie nos ve", aseguran.

Obtener algunos adelantos en los juicios de custodia -a veces la convivencia compartida, unas pocas horas o días con sus hijos- las obliga a gestiones en más de 16 instancias que, teóricamente, administran la justicia civil y familiar; en las instituciones creadas a partir de la lucha de las mujeres; a los términos de las leyes de igualdad y de acceso a una vida sin violencia, instituciones y leyes, afirma Mayela García, quien también es integrante de la Red de Investigadoras especializadas en violencia contra las mujeres.

Todo ello forma parte de un entramado de simulación y mentira, omisión e impunidad. Una de nuestras entrevistadas fue a dar a la cárcel algunos días. Los argumentos: el desacato por haberse acercado a su hijito en una plaza pública e intentar hablar con él, porque tenía órdenes de restricción, mandadas por un juez.

Ahora "estamos unidas", dicen, para defendernos y abrir la discusión sobre esta injusticia, mucho tiempo invisible y dolorosa. Están por crear una organización civil que les dé un camino a muchas otras mujeres.

Faviola Esquivel, originaria de Ciudad Juárez, explicó a SEMlac que está sola en la ciudad de Puebla, porque aceptó acompañar al intelectual César Cansino, director de una revista prestigiada llamada Metapolítica, reconocido con tres doctorados.

"Hoy acudo a la opinión pública a través de los medios de comunicación como una madre desesperada, por la falta de contacto y comunicación con el señor César Cansino, que tiene a mis hijas, privándolas de la educación académica, cometiendo una violación a los derechos humanos infantiles, al no permitirles acceso a la escuela para que yo no las localice", explica.

Pero además -añade- este señor suma a la violación de los derechos de mis hijas, privándolas de contacto social y del contacto con la madre y sus familiares, aspectos fundamentales para el desarrollo sano, tanto emocional como físico, de mis hijas de tres y cinco años.

Faviola y las Madres Activistas esperan apoyo y solidaridad de la comunidad en general, así como de los intelectuales, docentes y alumnos de la Universidad Autónoma de Puebla y de todas las madres que se encuentran viviendo una situación similar.
Lo más grave es que actualmente no hay forma de localizar al doctor Cansino. Se ha escapado, igual que hicieron tantos otros hombres con poder, apoyados por la complicidad de jueces, instituciones y de la comunidad.

Una situación que se repite

Aunque en México no hay estadísticas sobre estos casos, informes de los Estados Unidos indican que los padres que solicitan la custodia exclusiva en un juicio ganan al menos 50 por ciento de las veces, según Suzanne Riss, editora jefa de Working Mother.

Precisa que "el panorama de las custodias es alarmante para las madres que trabajan, quienes en su mayoría lo hacen para proveer una mejor vida a sus hijos", y agrega que "las mujeres se sorprenden al comprender que el tiempo que pasan en la oficina, cada vez más, es considerado por las cortes como una evidencia de que están poco involucradas en el cuidado diario de sus hijos".

Estos nuevos lineamientos favorecen muchas veces a los padres, bajo la creencia de que las mujeres que trabajan son menos devotas de sus hijos. Pero la realidad indica que ello no es así, porque las madres de hoy pasan el mismo tiempo en casa con sus hijos que el que pasaban las mamás de los años cincuenta del pasado siglo.

Lo que sucede es que el tiempo que las madres dedican a sus hijos, tal vez sea menos notorio (por ejemplo, quizás no tengan tiempo de recoger a los niños en la escuela, pero sí les cocinan la cena), mientras otras organizan su casa. Lo que no es posible es que los jueces piensen como si estuviéramos en el siglo XIX, al decir de la editora de Working Mother.

Un fenómeno asociado a la tragedia que viven las madres separadas en condiciones de fuerza y conflicto, es el del divorcio. En México, hasta 60 por ciento de los juicios de divorcio lo inician las mujeres, según datos del Instituto Nacional de Geografía e Información, divulgados el pasado 14 de marzo. Ello explica la revancha de los exmaridos, dice Mayela García.

La mayoría de las Madres Activistas refieren un punto ligado a su tragedia: sus exparejas cuentan con el apoyo de sus madres; la guarda custodia se las dan a las abuelas paternas y ellas aceptan.

“Es mejor hablar que vivir toda la adolescencia con vergüenza”



A pocos días de haberse reincorporado a la Escuela de Bellas Artes de San Luis, en la que había sido suspendida por proponer a su alumnado debatir el libro Hay una chica en mi sopa, en el que se abordan la diversidad sexual y la violencia de género, Romina García Hermelo cuenta sus impresiones del proceso que está viviendo y las dificultades en su provincia tanto para implementar la educación sexual integral como incluso para manifestar disidencias políticas.

Por Sandra Chaher

COMUNICAR IGUALDAD- Romina García Hermelo tiene 30 años, es comunicadora social y profesora de la universidad y del Colegio Nicolás Antonio dedest1hermelo San Luis, conocido como Bellas Artes. En esta escuela secundaria pública de la provincia fue suspendida semanas atrás por haberle propuesto a su alumnado debatir el libro Hay una chica en mi sopa –de la escritora peruana Silvia Núñez del Arco Vidal-, sobre una historia de amor entre una alumna y su profesora de alemán.

Parte del alumnado se quejó, luego lo hicieron un grupo de padres y la escuela respondió suspendiéndola por 90 días. Luego del escándalo que la medida desencadenó en una provincia en la que la educación sexual integral (ESI) no llega a las escuelas, pero donde también se obstaculiza la militancia política, y que desencadenó en movilizaciones de apoyo y repercutió en medios de comunicación nacionales, la escuela dio marcha atrás y reincorporó a la docente pero abriendo un curso paralelo para que el alumnado elija con quién cursar.

Aun reincorporada, García Hermelo cuenta con una denuncia penal que le inicio una de las madres, la misma que movilizó la queja dentro de la escuela y que es profesora de la institución.

-¿En qué estado está tu reincorporación a la escuela?

- El viernes tuve una reunión con el equipo directivo de la escuela y el facilitador que puso el Ministerio de Educación de San Luis, y otra con los chicos y el facilitador. Y ayer empecé las clases. Debido a lo que sucedió ahora se desdobla cuarto año en dos comisiones y los chicos pueden elegir a cuál ir, esto nunca había pasado antes. Lo habitual es que si hay problemas te manden a otro colegio. En el 2004 hubo una movida muy importante en la provincia pidiendo que hubiera paritarias y mucha gente se plegó y la respuesta del Ministerio fue trasladar a esas personas a otras escuelas. Por eso ahora hay muy poca gente que se suma a paros y marchas, por miedo. En ese sentido mi reincorporación es un logro, pero yo reclamo que debían haberme convocado a una reunión antes de suspenderme.


- ¿Cuál fue el clima de las reuniones?

- Bueno. El tema es que como me desfavorecieron tanto, es difícil para la Dirección explicar por qué actuó de esa manera. Ellos dicen que no me convocaron a una reunión con los padres porque había una madre que era muy violenta. Y yo digo por qué no hicieron entonces una reunión paralela conmigo. Lo que quieren ocultar es la inoperancia que tuvieron en el tema.

- ¿Con qué creés que tiene que ver esta inoperancia?

- No sé. Yo hablo de una persecución política, he tenido otros inconvenientes en esta escuela. Se pusieron por ejemplo muchas excusas para armar un centro de estudiantes y yo apoyé ese pedido. O hubo muchos reclamos porque también apoyé a un grupo de alumnos que reclamaron que mejoraran las condiciones edilicias de la escuela. Esto hizo que. Antes de esta situación particular, el vicedirector me dijera un par de veces que me tenían que haber sancionado.

- ¿Parece que están siendo difíciles de tolerar hacia dentro de la escuela los reclamos y la disidencia?

- Cualquier posibilidad de disidencia es muy cuestionada. Al interior del colegio tratan de sofocar todo. Es un cuerpo directivo con el que no hay posibilidad de diálogo. Los chicos quieren armar un centro de estudiantes desde el 2011 y les ponen mil trabas. En general hay muy pocos centros de estudiantes en las escuelas de San Luis y hay un proyecto de investigación que está estudiando esto.
dest2hermelo- ¿Cómo fue tu reencuentro con el alumnado?
- Me hicieron preguntas. Una chica me preguntó por qué quería que leyeran ese libro, cuál era el objetivo pedagógico. Muchas se sintieron culpables, me decían “¿Usted cree que nosotros somos responsables de lo que le pasó?” Y también plantearon que a ellos no se los escuchó en todo este proceso.

-¿Qué creés que desencadenó todo lo que sucedió?

- A los chicos yo estaba recién conociéndolos, así que no creo que el tema haya venido por ahí. Pero hay una mama, la que hace la denuncia penal, que es docente también de la escuela y que se ve que tiene algo personal conmigo. Ella nunca me vino a decir nada, pero por otros lados me llegó, en años anteriores, que no le gusta mi modo de enseñar, que cuestiona mi vestimenta. Y ella tuvo un rol protagónico en el reclamo de la escuela y es quien pidió la entrevista con el Ministro de Educación.

- ¿Cómo se está dando en San Luis en general el proceso de inclusión de la educación sexual (ESI) en las escuelas?

- Creo que hay resistencia a que se hable del tema, algo que está sucediendo también en otras provincias. Yo empecé a trabajar el tema en esta escuela a partir de situaciones concretas que atravesé: una alumna embarazada, muy chica, que me pidió que la ayudara porque si lo contaba en sus casa la iban a echar; y otra de 15 años que me dijo que era lesbiana y no sabía cómo plantearlo en su casa. Frente a esto entendí que había un desamparo y me puse a pensar cómo abordar el tema desde mis clases en la institución.
- ¿La escuela no le propuso al cuerpo docente que abordara la ESI?

- No, nunca bajó nada desde la escuela. Esto pasa en todas las escuelas de San Luis. Y elegí Hay una chica en mi sopa porque me permitía trabajar, dest3hermeloademás de la diversidad de género, la violencia de género, porque la protagonista tienen un novio con el que tiene relaciones sexuales sin estar muy convencida, en un rol pasivo, más bien por compromiso. Tuve también una alumna a la que el  novio, que también venía a la escuela, le pegaba. Entonces también quería que abordáramos la problemática de la violencia.

- ¿Qué temas percibís que inquietan a chicas y chicos adolescentes?

- Muchos temas. Apenas empezamos este año salió la cuestión del papa, si papa si o papa no. Como yo soy comunicadora los hago trabajar mucho con lo que dicen los medios, y debatieron un montón este tema. Hay una chica… empecé a darlo el año pasado. Ahí tuve chicas lesbianas entre las alumnas, que manifestaban abiertamente su elección sexual y entonces esta lectura, como otras, se dieron en un marco de libertad. Pero este año con estos chicos no pasó eso. Pude percibir que ellos sentían vergüenza al leerlo, no llegamos a pasar la página 2. Y no está mal que sientan vergüenza, hay un pudor propio del adolescente. Pero ellos sintieron que yo no estaría ahí para sostenerlos frente a esas dudas y pudores, que los dejaría solos. Sin embargo yo estaba ahí, y creo que es mejor hablar estas cosas que vivir toda la adolescencia con esta vergüenza.

6/28/2013

El nuevo Muro de Berlín



Gabriela Rodríguez

Desde que se impuso un muro material y económico en la frontera norte de nuestro territorio, los trabajadores manuales que emigran al otro lado experimentan múltiples transformaciones. Una reciente publicación de Telésforo Ramírez revisa el efecto de la emigración masculina en la dinámica de poder intrafamiliar y en la participación económica de las esposas que se quedan (El precio de un sueño, Lito-Grapo/ UAEG, México, 2011).

El estudio se realizó en el municipio de Pénjamo, en el estado de Guanajuato, y supera la visión tradicional de las mujeres como seguidoras pasivas de los hombres. En las comunidades con intensa actividad migratoria hacia Estados Unidos muchas esposas se ven en la necesidad de asumir la jefatura del hogar. Se trata en su mayoría de mujeres casadas o que viven en unión libre. Hogares con menor tasa de participación económica en comparación con los hogares sin migrantes, ya sea por ausencia de miembros en edades productivas o por las remesas que reciben. En algunos casos la emigración del compañero impulsa a las esposas a buscar trabajo remunerado, en especial cuando no llegan las remesas, pero entre quienes son jóvenes y tienen hijos pequeños la ausencia del marido las inhibe a involucrarse en actividades económicas fuera del hogar. Las mujeres urbanas son más activas que las de las comunidades rurales, porque en las últimas la división laboral por sexo obedece a regulaciones más rígidas. El tipo de actividades extradomésticas en las que ellas suelen participar están relacionadas con el sector comercio y los servicios, algunas en que no reciben ingresos: trabajo doméstico, trabajadoras ambulantes, vendedoras en el comercio informal (artículos de belleza o del hogar, ropa), pequeños negocios familiares, producción y elaboración de alimentos, limpieza de hogares y establecimientos, y en menor medida como trabajadoras en el campo y la agroindustria. La edad, la escolaridad, los arreglos familiares así como la presencia de menores en el hogar determinan la probabilidad de participar o no en actividades asalariadas.

Se encontró que la migración del esposo se entrelaza de muy diversas maneras con la trayectoria laboral femenina: hay mujeres que nunca habían trabajado fuera del hogar y que inauguran esta experiencia cuando se va el marido al otro lado, se insertan en jornadas discontinuas, buscan trabajo remunerado cuando las remesas del esposo no llegan, se retrasan o son insuficientes, para pagar alguna deuda o encargarse de la parcela. Se valoran a sí mismas como mujeres trabajadoras que contribuyen a la economía familiar, aunque siempre en actividades muy acotadas al rol femenino: la venta de productos de belleza y cocina por catálogo, empleadas de costura en maquiladoras, coser, tejer, bordar servilletas y trabajo agrícola. Otro grupo son las mujeres que conforme van creciendo los hijos retornan a la actividad laboral, cuando los esposos emigran y prolongan sus estancias en el vecino país pero las remesas son insuficientes se involucran en actividades que les permiten atender las actividades domésticas y el cuidado de los hijos, tales como servicio doméstico, lavar y planchar ropa, limpieza de casas, venta de ropa y productos; mujeres que defienden su derecho y deber de trabajar ante los demás, y que destinan casi la totalidad de sus ingresos al presupuesto familiar. Hay mujeres cuya trayectoria laboral se desarrolla a partir de la emigración del esposo, se trata de quienes tienen de 35 a 50 años, siempre han realizado trabajo remunerado o dejaron de hacerlo al hacerse madres, por lo común es un proyecto acordado y consensuado con la pareja y que lo retoman cuando el esposo se va. El último grupo es el de las mujeres que tuvieron que retirarse del trabajo remunerado e interrumpirlo cuando el marido se fue, jóvenes cautivas en las tareas maternas y con poca experiencia laboral previa, se desempeñaban como jornaleras o peones agrícolas, empleadas en comercios, instructoras educativas o vendedoras.

Es un hecho que la emigración internacional declinó radicalmente desde 2006, el subsidio de oferta laboral de mexicanos a la economía del país vecino se afectó con la contracción económica estadunidense y el desplome de su industria de la construcción, por el endurecimiento de su política hacia los inmigrantes indocumentados y por las deportaciones (más de un millón en la administración de Obama). Además están los costos del cruce indocumentado, el aumento de controles fronterizos, así como los riesgos y las condiciones de inseguridad en las zonas fronterizas (René Zenteno, Saldo migratorio nulo: el retorno y la política anti-inmigrante, en Coyuntura Demográfica, No. 2, julio 2012, pp. 17-21).

Las recientes iniciativas de legisladores republicanos que pretenden detener el flujo sur-norte reforzando la frontera con 700 millas más de barda y 41 mil efectivos en la Patrulla Fronteriza, además de drones (aviones sin tripulación) vigilando desde los cielos de ambos territorios como si se tratara del nuevo Muro de Berlín, probablemente propiciarán estancias más largas de los que están allá, quienes dejarán de venir para lograr el estatus de inmigrante que la reforma exige y se mantendrán separados de sus esposas/os, hijos y familiares, otros muchos serán deportados. Buen paquete para la nueva administración de México: ¿cómo apoyarán la economía de las familias que se quedaron acá o cuyos trabajadores retornaron? ¿Qué se ofrece a los niños que nacieron allá y están de regreso? ¿Qué alternativas hay para mujeres que se quedaron sin familiares y con una economía muy precaria? “Toda una vida sola… –relata una mujer guanajuatense– Primero se fue mi padre, ahora mi esposo y luego mis hijos”.

H3A: los tropiezos de Horacio Franco


Jazz

Antonio Malacara


Hace apenas un año que Abraham Barrera decidió dedicarse exclusivamente a sus proyectos personales y el maestro ha finiquitado ya la grabación de tres discos compactos. Uno es a piano solo, rediseñando las canciones de Agustín Lara mediante conceptos polifónicos, semiseriales, donde el riesgo y la disonancia nos muestran nuevos ángulos del larismo. El segundo es un complicado esquema de trío con la batería de Antonio Sánchez, el contrabajo de Aarón Cruz y el piano y los temas de Abraham.

Para el tercero, en formato de cuarteto, Barrera invitó a una de las figuras centrales de la música clásica en este país, al flautista Horacio Franco, personaje sui generis de enorme popularidad, hábil, exi-toso, carismático, con una poderosa musicalidad –manifiesta e incuestionable– en los terrenos de la música académica en general y del barroco en particular. Pero el jazz es otra cosa.

El disco en cuestión es complementado por Adrián Oropeza en la batería y Aarón Cruz al contrabajo. Se titula H3A, me imagino, porque lo conforman una molécula de Horacio y tres moléculas de Arte –Aarón, Abraham, Adrián– (aunque en todo caso, dirían los químicos, debiera haber sido A3H). Pero pasemos a los datos duros.
Esta es la primera ocasión en que Horacio incursiona en las espirales del jazz. Adrián y Horacio se conocen y deciden jazzear juntos. Adrián recurre a Abraham para involucrarlo en el proyecto y el pianista compone siete de los ocho temas aquí incluidos pensando en Horacio, en su técnica y en sus flautas de pico. Los temas son compuestos para piano, pero dos semanas antes de entrar al estudio Horacio convence a Abraham de que lo más convenientes es cambiar el piano por un clavecín, ya que el piano y la flauta de pico se repelen. Abraham pulsa entonces un clavecín por primera vez en la vida y se funde en él durante esas dos semanas.

Finalmente, llaman a Aarón para sustentar y proteger las plataformas.

A diferencia de lo que muchos hubiéramos esperado, el disco es una extraña mezcla de timbres y ambiciones que, después de un exitoso y prometedor despegue, pierde ruta ante la inconsistencia del personaje central: la flauta. Lo hemos dicho en repetidas ocasiones: el más diestro y versado de los músicos académicos corre el riesgo de desbarrancarse si te atreves a quitarle la partitura de enfrente.

Horacio Franco no sólo da, uno tras otro, innumerables traspiés a lo largo de sus improvisaciones, sino que llega al colmo de desafinar olímpicamente no una, sino varias veces. Sus intervenciones están además saturadas, sobrecargas de notas, en un galimatías que confunde la intensidad jazzística con el embrollo y el hacinamiento.

Por supuesto que hay momentos de gran altura –fal-taba más–. Las estructuras armónicas utilizadas por Abraham Barrera parecen estar concebidas para que Franco pueda incorporar su aliento y su técnica. En Franco, la segunda pieza del disco, el clavecín recurre a su timbre de laúd y pareciera una jarana o una guitarra quinta que, festiva y brillante, introduce al son huasteco que deviene samba. Aquí la flauta y el contrabajo encuentran buenos momentos.

Pero hablando del contrabajo en sí, déjenme decirles que en Primeros latidos Aarón Cruz nos entrega uno de sus mejores momentos, un ejemplo inmejorable de cómo un músico de jazz puede recurrir a la abundancia de columnas y a la intensidad para lanzarlas al aire sin perder un solo instante ni la elegancia ni la sutileza del discurso.

El piano de Abraham Barrera no desaparece del todo; en temas como Danilo se puede percibir a plenitud la depurada gramática del maestro. El clavecín tiene también buenos momentos, como el intro de Por amor; pero en otros segmentos, su presencia –la del clavecín– pareciera impuesta con calzador.

En H3A convergen el barroco, la Italia renacentista, el clasicismo, el impresionismo, el huapango y el samba (el samba); todos flirtean entre sí, y en ocasiones hasta se ponen de acuerdo. Las buenas lenguas dicen que han seguido ensayando para la presentación oficial del disco, que se llevará a cabo este viernes 28 de junio en el Lunario del Auditorio Nacional. Ojalá que las cosas mejoren.

Analizan aportes de mujeres escritoras en Cuba

OPINIÓN
   Presentan libro de investigadora Irina Bajini

Especial | IPS
Por: Helen Hernández Hormilla
Cimacnoticias/SEMlac | La Habana.-

La presencia femenina como objeto y sujeto de las letras sirve de punto de enlace al estudio de más de un siglo de literatura cubana en el más reciente libro de la investigadora italiana Irina Bajini: “La isla de las mujeres. Recorridos literarios femeninos en Cuba de la Independencia al Período Especial”, (Ediciones Unión, 2012).

El volumen, presentado el pasado jueves 20 de junio en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, recoge acercamientos que entrecruzan los estudios literarios y de género a cuestiones como la etnicidad, la raza, la religión, la literatura testimonial y la manipulación del tema Cuba por el mercado literario.

A través de la evolución en diversas piezas literarias del mito decimonónico de Cecilia Valdés, protagonista de la novela homónima de Cirilo Villaverde, Bajini analiza el arquetipo femenino de la mulata cubana como “una forma de constante transformación” y “susceptible de derivaciones y metamorfosis”.

Otro de sus estudios entrelaza el discurso amoroso de tres poetas de la primera mitad del siglo XX cubano, pero de obras muy distintas, como son Dulce María Loynaz, Fina García Marruz y Carilda Oliver Labra.

A su juicio, ellas pueden ser expresiones de una sensibilidad femenina que muestra elementos sociales liberadores de las mujeres a partir de la década de los 50.

Los textos de mujeres participantes en la Campaña de Alfabetización de 1961 llevan a la investigadora a entender este proceso también como una posibilidad de superación de posibles prejuicios sexistas.

Para la profesora e investigadora cubana Luisa Campuzano, quien ha incursionado en este tema, el acercamiento de este libro enriquece con nuevas indagaciones los estudios antes formulados sobre la literatura de las alfabetizadoras, y añade el hallazgo de los textos de la escritora Mirta Yáñez sobre este complejo proceso de la historia cubana.

En el cuarto ensayo de la entrega, la autora repasa la evolución del género testimonial en las letras cubanas desde “Cimarrón”, de Miguel Barnet, hasta “Golpeando la memoria”, testimonio de una poeta cubana afrodescendiente sobre la vida de Georgina Herrera y escrita a cuatro manos con la historiadora Daisy Rubiera.

Por último, Bajini reacciona contra los estereotipos hipersexualizados de las cubanas que reproducen las grandes editoriales de su país y en general de Europa, en contradicción con la casi ausencia en esas antologías de textos escritos por la narradoras de la isla, quienes exploran aristas más complejas y enriquecedoras de las relaciones humanas.

Frente a esa imagen, la filóloga propone la hipótesis de que “un río subterráneo recorre la literatura cubana de expresión femenina desde el modernismo hasta la contemporaneidad en contracorriente, es decir, oponiendo una resistencia sorda a las sirenas del exotismo y del hedonismo tropicalista”.

Para Campuzano, los cinco estudios recogidos en estas páginas demuestran “una inclusiva y rigurosa asimilación, simpática y dialogante, de la literatura y, en general, de la cultura cubana”.

A criterio de la también directora del Programa de Estudios de la Mujer de la Casa de las Américas, la obra supone una toma de posición ética, solidaria y justa de la autora con respecto a las relaciones de género en Cuba.

Según refiere Bajini en la introducción de la obra, “los cinco senderos trazados en este libro no son el resultado de un único viaje por el monte cubano, sino el de múltiples y de vez en cuando eclécticas excursiones e incursiones en el microcosmos donde no necesaria y estrictamente ‘literarios’, donde las mujeres no eran a priori el objetivo de mi investigación, sino el inexorable y fatal fruto de mis descubrimientos”.

Por más de 20 años la autora ha venido estudiando diversos aspectos del arte y la historia en la isla caribeña, en especial la producción cultural de las mujeres, la religión afrocubana y el teatro bufo, temas sobre los cuales ha publicado en otras entregas bibliográficas.

La profesora de la Universidad de Milán es también traductora y experta en temas cubanos, trabaja los estudios literarios con enfoque de género, el testimonio de mujeres latinoamericanas y las literaturas peruana, argentina y afroamericana.