9/13/2014

Programa es Tiempo de Mujeres con Hilda Venegas del sábado 13 de sept


Desde cfru 93.3 fm la Radio de la Universidad de Guelph 
en Ontario, Canadá 
escuchalo cada sabado en www.cfru.ca

MUJERES POR LA DEMOCRACIA

Bienvenida al programa de hoy
 con Hilda Venegas 
Noticias de Género en la Red

Género en la mira con
 Necesito abortar
hoy eGénero ELMira el espacio de nuestra amiga y compañera la mexicana maestra en estudios de género Daniela Villegas que se encuentra en Sydney Australia, nos habla sobre los derechos sexuales y reproductivos en la tercera edición de la muestra Internacional de Cine con Perspectiva de Género que se realiza en diversas partes de mi querido México, que necesario es el cine como instrumento de denuncia sobre la criminalización de la pobreza, de difusión de los derechos

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Y hablando de derechos reproductivos los grupos conservadores no dan tregua y es necesario cambatirlos enfrentándolos para hacer respetar nuestros derechos, La penalización de la interrupción del embarazo, la falta de acceso a anticonceptivos, el encarcelamiento de mujeres acusadas de aborto, la violencia sexual y la falta de educación sobre derechos sexuales y reproductivo, son las principales preocupaciones de feministas que se reunieron en el II Encuentro Mesoamericano de Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos, al que asistieron unas 130 mujeres de la región hablaremos sobre las Mujeres de Mesoamérica demandan respeto a sus derechos
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En este programa hablamos constantemente sobre los derechos políticos, intentamos concientizar sobre nuestra participación política, razonar el voto es uno de los propósitos, porque muchas de las veces son esos personajes los que nos limitan encarcelan o no cumplen lo que prometen, es el caso de Bolivia sobre el candidato que realizo expresiones misóginas de manera pública lo que ha desatado una serie de manifestaciones y reflexiones sobre por quiénes votamos
Sin cambiar el tema sobre la importancia de nuestras decisiones en cuestiones electorales, también es importante saber que no siempre una mujer en el poder será una aliada a nuestros derechos, pero si la conocemos, sabemos sus proyectos y sus convicciones podemos asegurar su trabajo como nuestras representantes en los cargos que ocupen, claro que habrá que estar siempre al pendiente de que defiendan nuestros derechos
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los errores de haber elegido mal a nuestros gobernantes se manifiestan con el grado de violencia en el que vivimos, la impunidad, la corrupción no han permitido que nuestros pueblos vivan en paz, y muy al contrario se vean violentados nuestros derechos, nuestros espacios, México por desgracia ha sido foco rojo por los últimos tiempos, lo que ha llevado al Tribunal Permanente de los Pueblos el Tribunal de conciencia ha trabajar con la gente, admitir la denuncia, los testigos los argumentos y la audiencia final, misma que se llevará a cabo en un lugar ya emblemático por su violencia contra las mujeres, Chihuahua donde se condensan las violencias de género de las que el feminicidio no es más que el terrible desemboque
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Hoy extrañaremos a nuestra compañera la poeta y escritora María Néder quien por causas de fuerza mayor no pudimos coordiar los tiempos, pero la tendremos la siguiente con su espacio Mujeres de Puerto Almendro.

Escucha el programa aquí:

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La manera femenina de mandar

Linda Lema Tucker

En el Perú, vivimos una etapa de gran demérito de los políticos tradicionales y en el imaginario popular, no son mujeres, sino hombres los responsables de desatinadas políticas que perjudican la vida de las grandes mayorías de peruanos.
Durante largos años se dio por sentado que el electorado femenino escogería a un candidato varón y que el masculino rechazaría a una mujer. Y, antes, las pocas mujeres que accedían a un cargo político acogían estereotipos masculinos, hoy la mujer reconoce que existe una manera "femenina" de mandar. Se ha dejado de lado aquella insinuación peyorativa a todo “lo femenino", y la mujer sabe que tiene una forma de liderar y actuar en estructuras de poder de manera diferente a la del hombre. En nuestros días los partidos y organizaciones políticas se muestran de acuerdo que una mujer puede tener mayor poder de seducción de votos y menor resistencia que el político tradicional.
Mujer y poder
Hasta hace relativamente poco, los políticos dominantes cedían a mujeres cuidadosamente seleccionadas algunos puestos acordes con sus “virtudes femeninas”, pero sin poder real. Así, en las elecciones generales de 1956, que participaron por primera vez las mujeres, lo hicieron siguiendo el único modelo de poder que conocieron, el patriarcal. La visión de un sector de varones sobre la participación femenina fue cuestionada señalando   que todo el mundo estaba acostumbrado a ver hombres en el Congreso, cómo van a aparecer las mujeres.
Los años han pasado y las cosas han cambiado poco. Sectores de mujeres con cargos de responsabilidad política ofrecen en forma deliberada una imagen de energía intransigente y hasta falta de escrúpulos para "compensar” las virtudes típicamente femeninas de solidaridad y humanidad, que un sector considerable de la elite política considera que son muestras de debilidad. Este grupo de mujeres asumen las características culturales de los hombres. Algunas teóricas como Estella de Diego, sostienen que existe un proceso de masculinización de las mujeres. En el caso peruano, si por un momento observamos a las políticas del Congreso, observaremos el uso de trajes y chaquetas, y pantalón o falda, estilo sastre, siendo lo más parecido a los trajes masculinos.
En cambio, las políticas audaces que participan lo hacen con propuestas transformadoras, con otras formas de liderazgo y nuevas reglas del juego,   tratando de cambiar el imaginario del poder. Casi siempre, estas mujeres provienen de corrientes ideológicas progresistas e izquierda,   se resisten al ejercicio del poder masculino, hacen uso de variadas formas de vestir (típico, urbano, sport) muchas veces criticados. Pero esto no mella su actuación   por cambiar el ejercicio y las formas de hacer política
Género y política
Desde la perspectiva de géneroexisten diferentes comportamientos en el actuar político de hombres y mujeres.
La filósofa catalana, Victoria Camps, señala que existen tres rasgos arquetípicos del comportamiento masculino en los partidos políticos: el organizacionismo (perderse en la organización del partido, que es una forma de perderse en el mundo), el formalismo (el discurso hueco en las reuniones interminables) y las medias verdades.
En cambio, MartineAubry,ex-ministra de la República de Francia y dirigente del socialismo francés, expone lo siguiente: “En política como en el resto de esferas las mujeres molestan porque dicen lo que piensan más fácilmente y más directamente. En un medio en que la gente pasa mucho tiempo divagando, eludiendo las cosas, mejorando las relaciones entre unos y otros, es verdad que las mujeres molestan porque no dudan en plantear los debates mientras que los hombres dudan en hacerlo para no crear oposición”.
Cambio real
 
Los hombres reconocen que la presencia de las mujeres no es necesariamente una competencia indeseable, sino una pieza de la maquinaria política. A fin de cuentas, la mitad del electorado es femenino. 
En el cálculo electoral llega un momento en que una mujer ofrece más ventajas que desventajas.   Una candidata puede ser más persuasiva que un varón al prometer que prestará atención a la educación, la salud y los servicios sociales, rubros que en una campaña electoral tienen cada vez más peso. Esta impresión se está convirtiendo en certidumbre.
Se abre paso en el electorado la noción de que la candidatura de una mujer puede sumar más de lo que resta; que el riesgo de corrupción, por ejemplo, es menor y que las camarillas de cuello y corbata no encontrarán tanto espacio para hacer de las suyas.
La revista Voz de Mujer, publica el artículo “Mujer y poder ¿misión imposible?” (2002), el cual sostiene que la relación que las mujeres mantiene con el poder sigue siendo una relación difícil y que las mujeres líderes suelen actuar en las estructuras de poder según las siguientes pautas: “Voluntad, muestran gran capacidad de voluntad a la hora de desempeñar un cargo de poder. La perspectiva histórica ha mostrado cuán difícil ha sido   alcanzarlo y por eso lo valoran. Planificación del tiempo. Saben distribuir su tiempo porque conocen el valor que tienen las horas que dedican al entorno personal y familiar. Motivación del equipo de trabajo.Está comprobado que la mujer está más cualificada que el hombre para situarse en lugar de los demás, es decir, dispone de mayor capacidad de empatía. Esto permite conocer mejor a un equipo y, por tanto, saben motivarlo y dirigirlo.  Participación del equipo. A la hora de tomar decisiones, las mujeres suelen consultar la opinión de personas de su entorno, luego deciden. Una vez más, la aptitud para escuchar favorece. Ahorro de costes. La mayoría de mujeres en puestos de toma de decisiones saben ahorrar. En muchos casos el ahorro de costes favorece la consecución de objetivos. (http://www.vozdemujer.org/mujerypoder.htm)
Las mujeres representan, en fin, la posibilidad de un cambio real, en vez de una nueva dosis de lo mismo. El cambio, como objetivo, anima a casi todos los procesos electorales; y una mujer como Jefa de Gobierno o Alcaldesa de Lima, es un cambio concreto.
Lima, 27 de agosto de 2014
20:03 p.m.


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“Machistas fuera de la lista!”





Hablar de “despatriarcalización” es una banalidad si el Estado no se enfoca prioritariamente en la violencia misógina como una pandemia que hay que combatir de manera integral –no basta castigar, hay que educar- en el sentido más correcto de la palabra.

“Zabala machista, fuera de la lista” es la acertada consigna que las feministas bolivianas están alentando en las redes sociales con gran respaldo de cientos de personas indignad@s por las absurdas declaraciones de un candidato del partido oficialista en las elecciones de 2014 en Bolivia.

No es la primera vez que un personaje vinculado al poderabre la boca para dejar escapar las serpientes que suelen tragarse en público por mero protocolo; ya se está haciendo costumbre soltarlas a la multitud, en medio de la misógina farándula del poder.

La misoginia como “aversión a las mujeres” está instalada en muchos políticos desde siempre, pero en este momento en Bolivia adquiere una forma especial pues no solamente está incorporada en las acciones y declaraciones de autoridades públicas oficialistas y no oficialistas, sino que busca legitimarse desde la ideología de lo “popular” o desde lo “alternativo revolucionario”. Indígenas, populares y clases medias profesionales han mostrado exactamente la misma cara. Esta vez, el perla que hace ingenua gala de su ignorancia es, ni mas ni menos, el primer candidato a Senador por el MAS en Cochabamba.

El presidente Morales ha pedido que lo disculpemos porque es un simple alarde de la prensa pro imperialista con un “candidato sin experiencia”, que “no es político” y “no sabía bien cómo comportarse en público”. La verdad es que después de todo lo que se ve, asusta imaginar cómo se expresaría este señor luego de pasar por los pasillos del poder.

Esto se veía venir y es cada vez peor. Como con otros espejismos, no tuvimos el reflejo de dar el combazo contra el machismo cuando todavía gozaban de gran confianza de tod@s. El machismo y la homofobia han sido una segunda piel de la política en el poder y su relación con las características de la violencia social que hoy vivimos ha sido subestimada. No sólo violencia física brutal, sino también aquella violencia psicológica, simbólica y cultural que hoy hace carne en la vida nacional.

La violencia misógina en Bolivia se ha incrementado de una manera alarmante. Aunque es un fenómeno global, eso no relativiza que hoy sean muchas más las mujeres bolivianas que mueren asesinadas y son agredidas, humilladas y golpeadas por hombres. Las Naciones Unidas dicen que hasta el 35% de las mujeres en el mundo experimentan violencia de género en sus vidas http://www.unwomen.org/es/news/in-focus/end-violence-against-women. Los datos para América Latina están siendo seguidos por las entidades multilaterales que trabajan y promueven los derechos de género http://www.cepal.org/oig/afisica/. Y aunque aún faltan los datos oficiales en Bolivia sobre la cantidad y las tasas de feminicidios que suceden en nuestro país http://www.cepal.org/oig/WS/getCountryProfile.asp?language=spanish&country=BOL, el CIDEM y otras instituciones dan cuenta de las alarmantes cifras de la violencia http://www.cidem.org.bo/index.php/cidem/acciones-realizadas/370-feminicidios-y-asesinatos-de-mujetres-por-inseguridad-ciudadana-y-otros.html. En lo que va del año, casi 100 mujeres han perdido la vida en eventos violentos, 59 de ellos han sido casos de feminicidio; el 61% de estos casos es ejecutado por personas relacionadas familiar o afectivamente. Las formas en que las mujeres son asesinadas son terroríficas, -uno de los últimos casos es una joven encinta que murió horriblemente a manos de un sicario contratado por el hombre que la había embarazado-. O el tristísimo caso de la Dra. Calvo en Santa Cruz asesinada por un guardia de seguridad de un garaje… Ya se ha cruzado un umbral muy peligroso.

Cuando denunciábamos con horror la muerte de mujeres en ciudad Juárez de México, como ejemplo de hasta qué punto las condiciones económicas precarias del neoliberalismo podrían costar en vidas humanas, no imaginábamos verificar que, aunque las condiciones económicas mejoran, la precariedad de las relaciones humanas y la violencia de género no declina.

Es que los hombres violentos creen que deben imponerse, dominar, conquistar, controlar a las mujeres? Dónde está el fondo de esa violencia? Es económica, es psicológica, es sexual? Es el poder? Son celos de los cuerpos? Es un afán de poseer y anular? Son frustraciones relacionadas con la reproducción? Es la necesidad de sentirse dueños del destino? Qué le habrá hecho pensar a nuestro personaje que para frenar la violencia de género hay que “educar” a las mujeres?

Riane Eisler, una de las más claras representantes del feminismo y la economía explica que esto es por la acumulación de poder patriarcal y por la prevalencia de la violencia como esquema civilizatorio de convivencia y de dominio social. En la historia, nos dice, no siempre ha sido así: las mujeres tuvieron un momento largo y privilegiado en el que las sociedades se erigían en torno a un poder distinto del que hoy conocemos.

Mucho de la violencia de género se explica por la educación machista que aún forma seres orientados a la dominación y el despojo del poder de otras, de las mujeres, en ese caso. Una parte seguramente se explica por el deterioro del tejido social y de los valores de convivencia. La OMS refiere “un bajo nivel de instrucción, el hecho de haber sufrido maltrato infantil o haber presenciado escenas de violencia en la familia, el uso nocivo del alcohol, actitudes de aceptación de la violencia y las desigualdades de género” como factores que inciden.

En este panorama es innegable que los mecanismos estatales débiles y la falta de incorporación seria de políticas de erradicación de la violencia de género contribuyen a que ésta se mantenga. Hablar de “despatriarcalización” es una banalidad si el Estado no se enfoca prioritariamente en la violencia misógina como una pandemia que hay que combatir de manera integral –no basta castigar, hay que educar- en el sentido más correcto de la palabra.

Las mujeres bolivianas se han propuesto una depuración de las listas en base a un criterio esencial: ningún machista debería ser candidato a representante o funcionario público. Podríamos añadir que ningún egocéntrico que se crea dueño de la verdad tampoco; alguna vez escuché a un funcionario decir que él era “buen político porque tenía la capacidad de ser cruel” (¡!). Cualquiera que haya sido el contexto de estas palabras, es un concepto profundamente patriarcal y violento. El hilo de continuidad entre el egocentrismo como patrón cultural de los políticos en el poder y las actitudes violentas, machistas y misóginas en una sociedad es muy evidente.

El plan de un nuevo Ser Humano para el 2025 no está proyectando cualidades humanas para un cambio social profundo que recoja lo mejor que tenemos –y claro que lo tenemos- como sociedad boliviana. El Vivir Bien, la igualdad, el respeto de la naturaleza, la igualdad, tienen que tener un contenido de equidad de género absolutamente.

El mensaje que las mujeres han propuesto hoy a la sociedad boliviana está apelando a un elemento muy importante de la política: una nueva ética que permita figuras públicas capaces de indignarse con la injusticia y la violencia y que tengan sólidamente asentados los principios de la equidad de género y el respeto humanos. Si funciona como demanda colectiva puede ayudar a que muchos violentos (aunque no se reconozcan como tales) se abstengan de participar y asuman que la política es un compromiso que demanda integridad como personas. Ese es un criterio que va a empezar a funcionar ahora en el control social a las autoridades y servidores públicos.
Hoy día a los políticos que están en campaña, no queda más que dejarles hablar, que sigan hablando, pásenles el micrófono y que hablen, si salen las serpientes muérdanse la lengua y váyanse a sus casas: si han logrado controlarlas, que se forme un ser humano diferente. Desde ahora, los políticos están sujetos al juicio de las mujeres y hombres que queremos vivir sin humillaciones ni violencia misógina u homofóbica que cueste más vidas.
A riesgo de quedarnos con pocos candidatos, seguiremos apoyando esta brillante y legítima demanda desde la sociedad: “Machistas fuera de las listas!"
- Elizabeth Peredo es picóloga social.

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El tiempo pasa…

MUJERES Y SALUD MENTAL
Por: Alejandra Buggs Lomelí*


Hace dos días acompañé a mi papá a una visita médica. Visita que me enfrentó a una realidad que intento no negar, pero que a veces  hago a un lado, como creo que hacemos casi todas las personas.

Por lo que he decidido abordar el tema del paso del tiempo…

Les comparto que afortunadamente tengo un padre sumamente sano, que aún conduce un auto a ciertas horas del día, es alegre, optimista y sobre todo activo, porque a sus ya 86 años continúa trabajando e incluso tiene una vista envidiable, mucho mejor que la mía.

En general los estudios que le realizaron resultaron bastante bien, considerando su edad, que además no representa, pues realmente se ve más joven y casi nadie cree la edad que realmente tiene.

Lo cierto es que aun y cuando mi papá es un hombre sano y fuerte, no puedo negar y reconozco, como dice Pablo Milanés que “el tiempo pasa” y se va poniendo viejo…

Por otro lado, estoy consciente de que el envejecimiento de mi padre me confronta con el mío, con el de mis familiares y de mis amistades, aceptando que es una realidad que al vivirla a través del espejo que es hoy mi padre, a mí me transforma.

Creo sinceramente que si llegamos a tener el privilegio de acompañar el proceso de vejez, ya sea de nuestra madre y/o de nuestro padre, se nos abre la oportunidad de otro tipo de aprendizaje de vida, aun cuando a veces la experiencia de acompañamiento no siempre es sencilla.

Acompañar el proceso de envejecimiento de una madre o de un padre se convierte en una experiencia que, por un lado, es un duelo que enfrentamos ante la vulnerabilidad de aquella persona que pensamos y deseábamos inconscientemente fuera siempre una fortaleza inquebrantable.

Vulnerabilidad ante la que no sólo nos asustamos, sino que nos aterramos porque por un lado podemos sentir que entre más años cumplan, más se acerca el tiempo de despedirles de esta vida.

Y empezamos una lucha interna muchas veces sin darnos cuenta, entre el amor que les tenemos y el gran miedo que sentimos de sólo pensar perderles.

Esa madre y/o ese padre son ahora quienes dependen de nosotras y nosotros, sin embargo, el que dependan de nosotros no tiene por qué hacernos tomar el rol de querer “enseñarles” como si fueran niñas o niños, porque no lo son.

Ahora que empiezo a vivir y sentir la vulnerabilidad de mi padre y por lo tanto la mía, refuerzo la idea que tengo desde hace tiempo de que lo ideal es acompañarles en esta etapa que se llama vejez, y también darnos la oportunidad de acomodar el duelo que como hijas e hijos sentimos ante esta nueva etapa de vida.

La vejez, nos guste o no, siempre vendrá ligada al deterioro físico y/o psíquico en menor o mayor grado, y es el momento en que los roles se intercambian y nos convertimos en adultas o adultos cuidadoras o cuidadores de nuestros padres y madres adultas mayores.

Comenzamos un recorrido de cuidados en los que es importante no invisibilizarles y tenerles la paciencia y el respeto que son los ingredientes principales durante esta etapa. Me refiero a esa paciencia y a ese respeto que nuestras madres y padres nos han tenido al paso de los años.

Si comprendemos que las personas en la edad adulta mayor lo que requieren es nuestro apoyo y amor, así como alguna vez (si fue el caso) los tuvimos de ellas y ellos y no nuestra imposición, es seguro que podremos contribuir a que el camino de la vejez sea más llevadero, amable, seguro, y sobre todo en paz, tanto para ellas y ellos como para quienes se vuelven acompañantes.

Desafortunadamente es sabido que en nuestra sociedad no existen estrategias para ayudar a hijas e hijos adultos que se responsabilizan del cuidado de su madre y/o padre, y que al mismo tiempo deben cuidar de sí mismas y en el caso de las mujeres cuidar de hijas e hijos.

Emocionalmente, tanto para mujeres como para hombres, no es sencillo hacernos responsables de quien se hizo cargo de nosotras o nosotros en la infancia, es decir, que llega a ser difícil asumirnos totalmente fuertes cuando alguna vez fuimos las o los débiles o las o los necesitados de ayuda.

Con esto me refiero a que cuesta trabajo cambiar el rol que por tantos años hemos tenido.

La vejez es una etapa compleja que dificulta, pero no imposibilita el acompañamiento; gran parte de esta dificultad reside en aceptar que nuestros seres queridos están perdiendo capacidades, así como enfrentar nuestro propio proceso de vejez.

Existen personas que viven la vejez, si están en capacidad de hacerlo, como una oportunidad para desarrollar proyectos, seguir trabajando y/o disfrutar de la vida simplemente a otro ritmo.

Desafortunadamente la cultura occidental en la que vivimos no nos enseña a morir y mucho menos a envejecer, tampoco se da importancia a mirar el deterioro que trae consigo la vejez como una transformación que nos ofrece a mujeres y hombres, otra forma y perspectiva de vida.

Específicamente, en lo que a la vejez de nuestras madres y/o padres se refiere, es importante no olvidar que nunca dejan de ser quienes han sido… que los cambios biológicos propios de su edad nos presentan a una persona con dificultades y debilidades reales, sin embargo, su esencia y su alma son las mismas.

Y al mismo tiempo nos enfrentamos ante nuestras carencias internas.

Todas las personas, con menor o mayor conciencia, vamos construyendo el camino de  nuestra vejez si tenemos (como siempre expreso) el privilegio de llegar a ella.

Estoy segura que la forma en que nuestros referentes inmediatos han vivido o están viviendo su vejez y la manera de acompañarles emocionalmente, va a determinar profundamente cómo queremos vivir nuestro proceso de envejecimiento.

No me tocó la oportunidad o el privilegio de acompañar el proceso de envejecimiento de mi madre, sin embargo, el de mi papá sí…

Quiero cerrar este artículo agradeciéndole a mi papá por permitirme acompañarlo en este proceso y por enseñarme a enfrentar su vejez y la mía, con la filosofía que me ha enseñado a través de los años: de fuerza, actividad, sensibilidad, alegría y sobre todo de ver siempre el lado positivo de la vida, a pesar de las adversidades.

*Psicoterapeuta humanista existencial, especialista en Estudios de Género, y directora del Centro de Salud Mental y Género.

CIMACFoto: Yunuhen Rangel Medina
Cimacnoticias | México, DF.-

Las fobias y algunas maneras de sufrir


“Y trató de imaginar cómo se vería la luz de una vela cuando está apagada”: Lewis Carrol. “Estas son las versiones que nos propone:
un agujero, una pared que tiembla”: Alejandra Pizarnik.
(Santerre.)


Hablemos del miedo. No del miedo que tiene que ver con la realidad real, con la inseguridad en las ciudades, con la inseguridad laboral, con la enfermedad, con la pérdida, con la muerte, con las “amenazas” que cada persona enfrenta de manera cotidiana, en eso que podríamos llamar: los retos de la vida. Hablemos hoy, de esos “otros” miedos, los que no son racionales, pero son, los que a una le atacan de golpe, como si un puño –desconocido y ajeno- llegara hasta tu corazón y lo apretara. Lo aprieta mucho, lo aprieta fuerte, como si quisiera dejarte sin aire.

Un puño ajeno, invasor, y entonces nos sofocamos, nos sudan las manos, queremos huir. ¿Hacia dónde? Huir de esa angustia que entra pateando la puerta, se nos mete al cuerpo. Hablemos de esa angustia que si una no la habla, termina “hablándonos”, es decir, ocupándonos hasta hablar en lugar nuestro. Hablan las manos que sudan, el cuerpo que duele por todos lados, las rodillas que amenazan con no sostenernos, el aire que escasea. La angustia habla, con tanta frecuencia a través del cuerpo.
Las manchas en la piel, esas súbitas ronchas extrañas, ese síntoma aparatoso de la voz que se va. “Ando afónica”, dice una/o. Puede ser que nos haya atrapado un bicho, puede ser. Pero quizá una anda sin voz a fuerza de palabras no dichas. Eso. A fuerza de una dificultad de nombrar, de un espacio para explicarse. Quizá una “pierde la voz”, cuando siente que no hay nadie allí, nadie, para escuchar lo que urge decir. Sí, allí está la persona con quien una/o querría hablar, pero no escucha nada. No quiere, no puede. ¿O quizá una/o no ha sabido decir las frases indispensables de la manera adecuada?

Esa angustia de no saber hacia dónde ir, de perderse en las calles,  de hacerse bolita en la noche debajo de cantidad de edredones, para conjurar así,  la amenaza de una desgracia posible. Hablemos de ese miedo que todos conocemos tan bien, aunque nos dé por negarlo. “El miedo cósmico”, el que llega y una/o no sabe por qué. “Casi todo está bien, entonces, ¿por qué tiemblo? ¿por qué tengo que bajarme precipitadamente del metrobús y echarme a correr?” ¿Hacia dónde corro? ¿De qué corro? ¿Qué nos propone la angustia sino “un agujero, una pared que tiembla”. Y ante los temblores, la fuga. Pero, ¿cómo puede una/o fugarse de sí misma/o? ¿A dónde voy que no me lleve, que no cargue conmigo?

Hablemos del miedo, y cuando escribo “miedo” es probable que sea un eufemismo. ¿Sería un exceso decir “pánico”? Y de todo eso que tenderíamos a evitar en la vida, por el miedo a perder, por el pánico a perdernos. No hablo del miedo como mecanismo de protección que llama hacia una prudencia necesaria, me refiero a otra cosa, a todas esas circunstancias en las cuales, sentimos que “nos jugamos la piel”, y que puede ser para bien, y que sin embargo, salimos corriendo hacia el otro lado. Como si al lado de nuestros deseos y nuestra posibilidad de realizarlos, al lado de nuestro “derecho” a elegir e intentar ser felices, apareciera siempre un personaje oscuro e indeseable: nuestro “destino” pre-escrito.

No, no creo en el “destino”. En fin, no mucho, y no cuando me da por ser racional. Pero ese no es un argumento que sea válido en cualquier circunstancia. Porque una por más que se aferre, está construida de irracionalidades. Y es menester aprender a cargar con ellas. Mirarlas a los ojos. Detenerse, ¿desafiarlas? No sé si atreverme. “Te doy la vuelta, miedo. Me peleo contigo. Te observo. ¿Acaso si me empeño lograré desenmascararte? Intento ocultarte para que nadie sepa de ti, para que nadie te vea. A veces, ni yo misma”.
Me imagino que todas/os hacemos lo mismo: temblar en silencio. Temblar a escondidas. ¿Quién comprendería ese ataque de pánico en la fila del supermercado, en el vagón del metro, a mitad de las clases, cuando se apagan las luces y comienza la película? Esa urgencia tan desesperada de huir y de salvarse. ¿Salvarse de qué? ¿Quién comprendería?

“El miedo cósmico”, existe. Le llamo así como si viniera de fuera, pero ya no, no en el presente. Es quizá, la historia de un inmenso desamparo del pasado, la historia de vulnerabilidades y desamores con los que no supimos qué hacer entonces. No teníamos –aún- las herramientas para protegernos, para saber reaccionar. Es un miedo que está adentro nuestro- enquistado y en olores a naftalina- que nadie nos impone, pero que se nos impone.

La memoria inconsciente. Eso que no sé de mí, pero que está en mí, y que a veces, toma el poder adentro mío. Casi me controla.

 ¿Por qué un estudiante que preparó meticulosamente su exposición, que leyó atentamente, que sabe su tema, se encuentra de pronto con que es incapaz de articular palabra frente al maestro y a sus compañeros? ¿Por qué una cena de lo más agradable se convierte en un camino tortuoso sin que haya nada, nada en la realidad que nos amenace? ¿Por qué una persona puede evitar constantemente obtener logros que le son accesibles, como si el hecho de asumir lo que sí puede se convirtiera en una amenaza mortífera?

¿Por qué la posibilidad de una amistad muy cercana, de una conversación muy íntima, es capaz de desatar en alguien accesos de terror? ¿Por qué hay personas que no pueden amar a otras, como si toda confianza y toda entrega implicara una especie de condena hacia la destrucción? ¿Por qué un padre/una madre que desearon muchísimo a un hijo, no son capaces de abrazarlo una vez que ya está allí? ¿Quiénes somos, nuestros miedos y nosotros? “Es imposible que yo le tenga miedo a un elevador, porque a mí nunca me ha sucedido nada en un elevador”.

Y sin embargo…
La fobia es un desplazamiento.

¿Qué parte de nuestra historia ignorada se desplaza hacia el pánico al encierro que significa un elevador?
Todas/os sabemos del “miedo cósmico”, todas/os. De eso que pueden manifestarse en “los ataques de pánico”, o “las fobias”. Tal vez no lo decimos, porque suponemos que son “absurdos”, “locuras” nuestras que nadie está dispuesto a comprender.  “Cosas que sólo a mí me pasan”. “Si lo digo, me van a explicar que me falta un tornillo”. Es posible que ese rechazo exista cuando una habla de pánicos “irracionales”, sobre todo, porque rechazar en muchas circunstancias, es una manera de no escuchar que aquello que está en el otro –aunque de forma distinta- también está en una /o misma/o. De todas maneras,  a todos “nos falta un tornillo”, y todos cargamos con cantidad de “tornillos” que nos sobran.

El miedo a ir más allá, ¿quizá? ¿El miedo al castigo? Ese miedo que puede convertir el bienestar, por ejemplo, en una trasgresión que llama al castigo. ¿Quién determinó y cuándo, ese “más allá”? Esa es una pregunta interesante y dificilísima. No la desechemos. No tomemos el primer libro que aparezca, no encendamos la tele, no llamemos por teléfono, no entremos a mirar las fotos de nuestros amigos en el Facebook. ¿Y si me quedo inmóvil y concentrada ante esa pregunta? Hay algo como un abismo que se abre si confronto mis fobias, y si las cuestiono. Una no halla respuesta, y las que se nos medio ocurren, no sabemos qué hacer con ellas.

Hay una postura que aprendí en yoga que consiste en abrazarse: cruzas los brazos por encima de tu pecho y te tomas de los hombros. Abrazarse a una/o misma/o, mientras la tormenta –imaginaria- pasa.  Respiras hondo. Inhala, exhala. Te abrazas, como si fueras el/la niño/a de ti misma.  Te abrazas porque hoy sí puedes protegerte y cuidarte a ti misma/o. No como entonces. El abismo en las desolaciones de la infancia, de casi toda infancia. Te abrazas. Como si en medio del pánico pudieras amarte a contrapelo.

La garganta me duele si lo escribo: la fobia. Mirada de cerca es una larga hilera de fobias desparramadas. Ese pánico de ser quien una es, quien una quiere ser. Ese pánico a un daño que podría caérsenos encima y destruirnos, fragmentarnos.

La fobia con sus patas peludas, con sus angustias mortíferas, con su increíble y disparatada crueldad.
A una persona fóbica de los aviones, no es necesario explicarle lo seguros que son, ni tampoco que es mucho más “confiable” viajar en avión que por carretera. A quien tiene miedo de los abismos, tampoco le sirve que intenten convencerla de que no es porque se asome por la ventana de un quinto piso, o porque suba a una azotea, que la “mala suerte” y la ley de gravedad se van a conjurar inmediatamente contra ella. En la racionalidad no está la respuesta.

La fobia es un desplazamiento.  Una manera de sufrir a destiempo. Hay cantidad de fobias disimuladas: el miedo a aprender, el miedo a leer,  a convivir con personas que no conocemos. Hay personas que son capaces de caer en pánicos insondables ante la posibilidad de amar, o ante la relación sexual. Hay para quien el terror llegaría con cualquier posibilidad de logro, aún cuando sea un logro muy deseado. Hay quien vivae en el terror de estar sola/o y sólo pueda obtener paz, a condición de hallarse en espacios en los que siempre esté rodeado de personas.  

¿Acaso la fobia es una prohibición a la realización de los deseos? ¿Acaso es un castigo inconsciente? Una persona en su proceso de psicoanálisis llegó a entender su agorafobia, como un pánico ante su propia agresión. Me pareció muy interesante: colocó por años en “peligros” exteriores y en el temor a agresiones que vienen de fuera, una violencia –no trabajada, no dicha- que era muy suya. La violencia que se le infligió en una infancia en la que tuvo que soportar, y guardar silencio, soportar y sonreír, para no perder el amor de sus figuras tutelares. O eso, que ellos entendían y podían ofrecer como “amor”.

Allí está la fobia, como una carcelera , como una mordaza. Como un límite que se inventa desde adentro de una/o misma/o. Como si la fobia nos dijera: “mira, sí puedes vivir, pero sólo hasta aquí, sólo si no sobrepasas estos límites. Sí puedes vivir, pero sólo si respetas que no hay viaje posible más allá de las columnas de este Non Plus Ultra. El terror paralizante que puede provocarle a una persona agorafóbica, el “simple”  hecho (¿acaso a la mayoría de las personas no nos lo parece?) de encontrarse de golpe, sola, a mitad de una plaza.  No sólo no halla manera de imaginarse paseando, es que todo se convierte en una amenaza de fragmentación, un miedo a perderse, a no ser capaz de encontrar el camino de regreso a sus espacios de seguridad.

A una le da tanto por juzgar,  por no intentar entender. “¿Te dan miedo los elevadores? Qué tontería” “¿A tu edad caes en pánico porque se va la luz? Es ridículo”.

Intentar entender lo fóbico que hay en nosotras/os y en las/los otras/os.

Quizá las fobias existen, porque en algún lugar aún incontrolable de una/o misma/o nos da por suponer que nos protegen. Pero, ¿de qué nos protegerían? ¿cómo saberlo? Seguro que la fobia al avión no nos protege de que los aviones se caigan. Es más, con mucha frecuencia no es “la caída” del inmenso monstruo de acero lo que nos aterra, sino la circunstancia del encierro. Quien teme de esa manera a los aviones, quizá también teme a los elevadores, a las salas oscuras de los cines. A esos espacios en donde de golpe las puertas se cierran.  El encierro. La alienación. El encierro.

Nuestros miedos.

Nuestros pánicos.

Lo No dicho.

El pánico de no ser capaz de protegerse a una misma de la manera adecuada. Y entonces una corre a protegerse de la mala manera: el evitamiento.

Evitar para no sufrir, aunque una de todas maneras termine sufriendo, de desplazamiento en desplazamiento.

Si tengo miedo del metro, no me subo al metro, si tengo miedo de las plazas, no voy a la Alameda, si tengo miedo del encierro, no voy al teatro. Si tengo miedo de las alturas, no subo los escalones –vertiginosos- de una pirámide.

¿Y si una/o le tiene miedo a la vida?

¿A dónde no entra, a qué no se sube, en dónde no ama, en dónde no crea, si lo que
tiene es un tremendísimo miedo de estar viva?
Viva, lo que se dice viva. Nada de que “casi viva”, “más o menos viva”, “a mis horas, viva”.
Entonces una/o se detiene: ¿Cómo se vería la luz de una vela cuando está apagada?

La imagino.
Como la metáfora de todo eso que a una/o le ha faltado y le falta. Y su aceptación. Para poder mirar con claridad, todo eso que una sí ha tenido, y sí tiene.
La fuerza de ese resplandor imaginario que nos alumbra.
Una/o suele ser más fuerte que sus miedos, me digo.
Una/o puede ser más fuerte que sus miedos, me digo.

¡Necesito abortar!


Derechos sexuales y reproductivos, la actual temática de la tercera edición de la muestra Internacional de Cine con Perspectiva de Género (MICGénero 2014) que tendrá como sedes el Distrito Federal, Morelos, Yucatán, Chiapas y Oaxaca de septiembre a noviembre, no podía ser más oportuna y necesaria a escasos días de que se celebre el Día Nacional de la prevención del embarazo no planificado en la adolescencia (26 septiembre) y el Día por la despenalización del aborto en América Latina y el Caribe (27 septiembre) así como el hecho de que desde diferentes frentes de comunicación el tema del aborto se ha vuelto a poner a discusión en el espacio de lo público como derecho fundamental de las mujeres.

La reciente publicación en EL UNIVERSAL del número de mujeres que de 2007 a 2014 se han practicado la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) de acuerdo a datos de la Secretaría de Salud, revela que de los 121 mil 934 casos, 4 mil 43 han sido de mujeres de otros estados de la república que se trasladan al DF para realizarse la ILE. Pese a que desde abril de 2007 la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) despenalizó el aborto en las doce primeras semanas de gestación, otras entidades han cerrado las puertas a ampliar las causales de aborto y han decidido criminalizar a aquellas mujeres que se practiquen un aborto inducido e incluso a aquellas que hayan tenido un aborto espontáneo, lo que vulnera sus derechos.

Justo ese ha sido el caso de Susana Dueñas, Yolanda Martínez, Ana Rosa Padrón, Ofelia Segura, Virginia Cruz y Adriana Manzanares quienes en el documental "Las Libres... La historia después de..." del cineasta Gustavo Montaña cuentan su historia de encarcelamiento, proceso penal y libertad tras ser sentenciadas a 25 y hasta 30 años de prisión por supuesto homicidio en razón de parentesco, en un principio detenidas por aborto por parte del gobierno de Guanajuato.

Gracias al apoyo y arduo trabajo de Centro Las Libres y abogados del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) las mujeres recobraron su libertad después de dos años de lucha. Partiendo de investigaciones de Las Libres, se ha descubierto que en el país más de 700 mujeres son criminalizadas por aborto. En 2010 se registraban 39 mujeres con un proceso judicial abierto por abortar en Puebla, más dos en Michoacán y una más en Querétaro; hasta el 2013, otras organizaciones civiles trabajaban 25 casos más en Aguascalientes, Querétaro, Baja California, Oaxaca, Veracruz y Yucatán.

Así que aunque se despenalizó el aborto en el DF, muchos estados con gobiernos conservadores han reaccionado satanizando el aborto y protegiendo la vida desde el momento de la concepción, lo cual disminuye las probabilidades de que las mujeres tengan acceso a un aborto seguro en sus propias entidades. Esto ha generado que surjan organizaciones civiles como Fondo María que apoya económicamente a mujeres que desean interrumpir voluntariamente su embarazo a trasladarse al DF.

Pero ¿qué sucede si no se puede trasladar al centro hospitalario del DF? ¿Qué otras opciones existen en un contexto nacional restrictivo frente al aborto voluntario? ¿A quién recurrir cuando el estigma asociado con la práctica del aborto se encuentra tan extendido?

Es aquí cuando es fundamental y valiosa la tarea de muchas valientes y comprometidas mujeres ya sea que se asuman como feministas o no, pero que en sí su práctica de apoyo a otras mujeres ante su deseo de interrumpir voluntariamente su embarazo por diversas razones muestra una política profundamente feminista, la de difundir el conocimiento sobre métodos como el aborto médico en el que no interviene algún procedimiento quirúrgico y es el acompañamiento una herramienta fundamental para que las mujeres se sienten apoyadas.

Grupos como Las Libres realizan labores de acompañamiento a mujeres que deciden realizarse un aborto con medicamentos y que muchas veces por la lejanía no cuentan con las posibilidades de trasladarse a un centro de salud del DF donde dependerían del personal de salud.

En el caso del aborto inducido con medicamentos como el Misoprostol existe una participación activa de la mujer alejada del médico y con plena autonomía. Muchas organizaciones feministas en Latinoamérica han compartido información sobre la manera de utilizar el medicamento junto con el acompañamiento. En el caso de México grupo de feministas valientes y comprometidas, a favor de la interrupción legal del embarazo como derecho reproductivo de las mujeres comparten información del uso de los medicamentos junto con apoyo ante posibles dudas, en la página necesitoabortar.tk con información de la Organización Mundial de la Salud, Lesbianas y feministas por la des-criminación del aborto en Argentina, Línea de Aborto libre en Chile y Las Libres.

Esta labor feminista de socializar el conocimiento en un tópico tan importante para la salud de las mujeres como es la del aborto voluntario es fundamental en donde las mujeres deciden y son partícipes directas de todo el proceso al utilizar la ciencia y la tecnología que las ha oprimido y pretendido regular de acuerdo a dictámenes del poder del Estado, de la Iglesia, de la familia, principalmente, para su propio bienestar de manera autónoma en un acompañamiento entre mujeres solidarias.


El Tribunal de los Pueblos y el nudo de las violencias



Víctor M. Quintana S.
La Jornada

Pocos temas constituyen en sí mismos un nudo, un microcosmos donde concurren las violencias y los atropellos a los derechos de las personas como el que abordará el Tribunal Permanente de los Pueblos en la audiencia final sobre Feminicidio y violencia de género, del 21 al 23 de septiembre en la ciudad de Chihuahua.

Es en la violencia multiforme contra las mujeres donde se manifiesta más ilustrativamente el gran tema que trajo a México a este tribunal de conciencia: “libre comercio, guerra sucia, impunidad y derechos de los pueblos”. Sin simplificar, en este eje convergen los ejes de todas sus audiencias: devastación del maíz y de la vida rural; migración y desplazamiento forzado; violencia contra las y los trabajadores; destrucción de los jóvenes y de las generaciones futuras; devastación ambiental, desinformación, censura y violencia contra los comunicadores; agresiones a las defensoras y defensores de los derechos humanos. En todos los casos son las mujeres, en lo individual o en lo colectivo, las más vulneradas.

Es una muy buena decisión realizar la audiencia final de este eje en Chihuahua. Aquí se condensan las violencias de género de las que el feminicidio no es más que el terrible desemboque. Libre comercio, primero para la frontera y luego para todo México, es el régimen de las maquiladoras: reducción de las mujeres a fuerza de trabajo, prescindible, sustituible. Hostigamiento de jefes, supervisores, cónyuges, parejas. Triple jornada extendida por los extenuantes traslados, la falta de apoyos para el cuidado de los hijos, por la lejanía y precariedad de las viviendas, por los extras que hay que buscar para que el sustento no se siga enmagreciendo. Con el neoliberalismo las mujeres no sólo de Juárez, de la frontera, de todo México, trabajan más, se desgastan más, se enferman más. Libre comercio es devastación del campo, destrucción de comunidades, mujeres migrantes ultrajadas.

También las guerras sucias han golpeado mucho más a las mujeres mexicanas. Comenzando por las guerrilleras de los años 70, torturadas, desaparecidas, arrancadas de sus hijos. Continuando por la guerra que desató Calderón contra el crimen organizado. Han sido más los hombres ejecutados, pero precisamente por eso, más las mujeres que se quedan al frente de sus hogares, con la responsabilidad de sus hijos, de sus sobrinos, de sus nietos huérfanos. Pero también son muchas las mujeres asesinadas, torturadas, desaparecidas. Han sido botín de guerra para uno y otro bando. De Chihuahua han tenido que pedir asilo político en Estados Unidos más mujeres amenazadas por criminales, soldados y policías, que hombres. Son las mujeres también las que más sufren la situación de guerra y de ocupación de sus comunidades por parte del crimen organizado. Las que viven la pesadilla de poder ser objeto del deseo o del simple capricho de los narcos y sicarios que dominan las comunidades rurales.

Son mujeres quienes mejor han narrado y documentado estos años de muerte, estos años de horror y autoritarismo. Por eso los poderes institucionales y fácticos sin piedad han asesinado, amenazado y golpeado a las periodistas. También a las derechohumanistas que acompañan a las familias de las y los desaparecidos, los asesinados, los detenidos ilegalmente. La Comisión y la Corte Interamericana de los Derechos Humanos rebosan de este tipo de denuncias. A las que organizan la autodefensa de sus asoladas comunidades, como Nestora Salgado. Mujeres también han caído en defensa del territorio, del medio ambiente y de sus comunidades, como Manuelita Solís, asesinada junto con su esposo Ismael Solorio en octubre de 2012 por defender el territorio y el agua de su ejido contra la minera Mag Silver y los menonitas depredadores del río del Carmen.

Por eso no todo puede reducirse al feminicidio. Éste es más bien el desenlace de la cadena de las violencias, estructurales, físicas, mentales, institucionales, que acabamos de enumerar. “Nos matan en un presente perpetuo…” claman las feministas argentinas, refiriéndose al holocausto que comenzó en Juárez y ahora cunde por todo México. Detrás de este feminicidio multiplicado, prosiguen, están los circuitos protegidos por el Estado que hacen rodar el engranaje de toda la maquinaria, dirigidos por los señores del poder.

Esto nos lleva al otro tema de este tribunal: la impunidad: de violadores, de funcionarios omisos, de policías y burócratas sexistas, de empresarios explotadores, de maridos golpeadores, de tratantes, negociantes del sexo. Es lo que permite que las violencias se instalen, crezcan, se reproduzcan y nunca mueran. Violencia estructural, impunidad institucional.

Esto y mucho más va a ser denunciado en Chihuahua ante el TPP. Si sólo esta audiencia se hubiera dado, hubiera bastado para asomarse al horror de las violencias y atropellos a los derechos que vive este nuestro México.

El TPP es esfuerzo colectivo, de mucha gente. Pero es muy justo reconocer el compromiso, la entrega y la pasión puesta en él por una persona: Emilia González Tercero. Luchadora de toda la vida, cristiana de convicción, pionera de las luchas por los derechos humanos y de la democracia en Chihuahua y en México, cofundadora de la Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos. Denunciante con valentía de los abusos del Ejército en la sierra Tarahumara en los años 80 y 90; de las desapariciones forzadas, que también involucran a las fuerzas armadas en años recientes. Sin su tesón, la audiencia inicial del TPP en Ciudad Juárez, y varias otras, así como la audiencia final del feminicidio en Chihuahua no hubieran sido posibles. La celebración de este tribunal de conciencia ha sido el gran acicate para sacar vida en medio de la enfermedad que la aqueja.

Con esto Emilia nos muestra que el Tribunal Permanente de los Pueblos no sólo es un llamado a la conciencia. Es también un llamado a la vida, a vivir intensamente para que defendamos la vida de las personas, de las comunidades, de la naturaleza, contra esa muerte que nos quiere hacer omnipresente el mundo del lucro, de la exclusión, de la violencia.
Vale, Emilia.