9/08/2014

El aeropuerto será la obra del sexenio que asegurará la continuidad del PRI en la Presidencia



Pedro Echeverría V.

1. Los presidentes panistas Vicente Fox y Felipe Calderón (2000-12), aunque uno le rasque a sus resultados, nada notable encontrará en sus gobiernos porque no hicieron nada positivo. De Fox, que fracasó en la construcción del aeropuerto porque no supo negociar, sólo se recuerda haber sido una especie de payaso dicharachero y haber apoyado a sus hijastros para que hagan enormes negocios para beneficio personal. De Calderón, que ni siquiera se propuso el aeropuerto (sólo construir refinerías que no cumplió) nadie olvidará que lo más significativo fueron los 100 mil muertos que produjo su política de militarización del país. Peña Nieto, por lo que se ha publicado, pretende que la construcción de la ampliación del aeropuerto sea una obra transexenal que por lo menos asegure continuidad del PRI; pero todavía no sabemos lo que resultará.

2. Aunque de todas maneras, dada la correlación de fuerzas con base al casi absoluto control político que tiene el PRI-gobierno, lo más probable es que se haga la obra, aunque técnicamente no sea sustentable y a dos o tres años de su inauguración se empiecen a descubrir los errores. ¿Se puede soslayar que el proyecto está ubicado precisamente sobre el Lago de Texcoco? ¿Puede olvidarse que hace apenas unos años se gastó más de siete mil millones en remodelación del aeropuerto actual, así como qué sociológicamente que pasará en la zona? En México ha habido en todos los sexenios –con la aprobación de los tres poderes- suficiente dinero para despilfarrar en obras que a los pocos años aparecen fracasadas, aunque ese dinero sea urgente para invertirlo en mil lugares: servicios de empleo, salud, educación.

3. El gobierno de Peña Nieto que ha aprobado la obra –como sexenio tras sexenio se señala con mucha irresponsabilidad, porque además estas grandes obras crean enormes riquezas entre la clase política- señala triunfalmente que “las consecuencias de no construir el nuevo aeropuerto de la ciudad de México serían de una grave afectación a la generación de empleo y a la economía del país, porque esta obra será una poderosa locomotora económica. Por cada millón de pasajeros se espera la creación de mil empleos directos; potenciar el transporte de carga en la nueva terminal e impulsar el comercio exterior con la construcción de un parque industrial próximo al aeropuerto que albergue empresas dedicadas a actividades como la nanotecnología”. Es tan poderosa esa “locomotora” que año tras año hace nuevos multimillonarios para la lista de Forbes, es decir, de los hombres más ricos del mundo.

4. Sin embargo, por otro lado, universitarios especialistas no metidos en los enormes negocios aeroportuarios, apuntan con enorme responsabilidad: “La elección de terrenos en la zona oriente de la ciudad de México para instalar el aeropuerto generará crecimiento urbano inadecuado, incrementará los problemas que ya padece el Distrito Federal, e implicaría ciertos riesgos. Es una decisión contraria a las políticas planteadas para contener el crecimiento de la ciudad. Para construir el nuevo aeropuerto se eligió una zona con riegos de inundaciones, hundimientos y sismos, cuyos efectos ya se han visto en las instalaciones del aeropuerto actual. Ubicando la nueva terminal ahí estaríamos construyendo el riesgo” ¿Pero qué le va a preocupar a la clase política y empresarial si el aeropuerto y la privatización del petróleo les proveerán gigantescas ganancias y control político?

5. El sólo anuncio de la privatización del petróleo y de la construcción del aeropuerto garantiza inversiones empresariales en grandes negocios, así como en la campaña política para el triunfo del PRI y el reinicio de su dictadura como partido. (No debe olvidarse que, aunque el PAN es el partido ideológicamente empresarial, el PRI garantiza mejores negocios y ganancias a ese sector) Mientras la llamada izquierda o socialdemocracia sigue pensando en que crecerá en número de diputados y senadores, el PRI piensa en que le basta arrojar más “maicito” para comprar a la “oposición”, como ha sucedido durante décadas. ¿Puede olvidarse que Díaz el dictador con su lenguaje popular, decía que había que arrojar maíz a la “oposición” para que tenga en qué entretenerse?

6. En tanto México se hace más moderno desde el lado capitalista, más hunde a la población que lucha contra la miseria y el hambre, por conservar su cultura y sus tradiciones. Ni siquiera los pueblos europeos (como España, Grecia, Portugal) han podido resistir la feroz acometida de los poderosos capitales transnacionales que los han llevado a salir a las calles a protestar. Todas las enormes ganancias que se producen vía privatizaciones de recursos naturales, inversiones extranjeras, obras gigantescas, no han servido para beneficiar al pueblo, a los trabajadores, sino a los amos del poder. Eso quiere decir que a mayor capitalización mayor miseria y desesperación en el pueblo. Desafortunadamente esa desesperación no ha llevado a la liberación.

7. No puede existir mayor esperanza en que las cosas cambien en beneficio de la población mayoritaria. La vía electoral –desde la Revolución Mexicana y Madero en 1911- lleva más de un siglo sin que nada se transforme en beneficio de quienes trabajan y producen la riqueza; sin embargo todos pueden decir que en cada campaña electoral se prometen cambios que solo benefician al final a empresarios y políticos. Tenemos que analizar y discutir más para crear, inventar formas que permitan la mayor participación de la población en las luchas. Es necesario dar la batalla contra los medios de información que tanto embrutecen al pueblo y lo hacen más sumiso; pero eso no basta porque el poder capitalista tiene que ser destruido porque sigue siendo el determinante. (6/IX/14)
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