3/21/2020

Confinamiento y violencia

                 Coronavirus & Violencia de Género
Fuentes: https://miguelorenteautopsia.wordpress.com

Sobre las consecuencias del Covid-19 sobre las mujeres que sufren violencia de género
Las paredes y cristales nos pueden proteger del contagio del Covid-19, pero no de los males que viven dentro del hogar, y la violencia de género habita la convivenciapara poner muros y techos de cristal allí donde el maltratador decide.
Según la OMS, referente indiscutible para la pandemia del coronavirus, la violencia de género es un “problema de salud global de proporciones epidémicas”, e indica que el 30% de las mujeres del planeta la sufrirán en algún momento de sus vidas (OMS, 2013). El “Informe sobre homicidios en España” del Ministerio del Interior, recoge que el 40’7% de todos los homicidios por violencia interpersonal sucede en el contexto del hogar, y que los hombres son sus autores en el 66’4% de los casos de violencia doméstica y en el 100% de violencia de género.
El confinamiento en el hogar no va a reducir esta violencia, todo lo contrario; la va a aumentar por la presencia de cuatro elementos principales:
  1. El aumento del tiempo de convivencia entre los agresores y sus víctimas.
  2. Los conflictos en gran medida van a surgir alrededor de cuestiones familiares y domésticas, circunstancia que los agresores viven como un ataque al considerar que todo lo que no sea seguir sus imposiciones se trata de un ataque a su “autoridad”. Es lo que reflejan de manera gráfica cuando justifican la violencia y dicen, “es que mi mujer se empeña en llevarme la contraria”.
  3. La violencia se prolonga sin que se vea interrumpida por las circunstancias de la rutina de cada día, como marchar a trabajar, llevar los niños y niñas al colegio, ir a comprar, salir a dar un paseo…
  4. Percepción de seguridad e impunidad en el agresor, al percibir que las circunstancias del confinamiento dificultan salir de la relación o interponer una denuncia por la violencia ejercida.
La situación no es del todo nueva, pero sí es diferente en la novedad de algunas circunstancias, y las consecuencias pueden ser mucho más graves, especialmente para las mujeres por las características de la violencia de género.
El objetivo principal de la violencia que se ejerce contra las mujeres es controlarlas y someterlas a los dictados del maltratador, el daño y las lesiones son una parte de los instrumentos que utilizan para lograrlo, pero la idea que mueve a un agresor es retener a la mujer dentro de los límites que él impone sobre las referencias definidas por la cultura. Por eso antes de las agresiones se produce un aislamiento de la familia, las amistades y el trabajo, y por ello utiliza también una estrategia aleccionadora con el objeto de que las agresiones se vivan como una referencia de lo que puede ocurrir en caso de no seguir sus dictados, y de ese modo hacer que la propia mujer se “auto-controle” sin necesidad de agredirla a cada momento.
Cuando el agresor percibe que pierde el control sobre la mujer es cuando recurre a las agresiones, y cuanto mayor es su percepción, con más contundencia la resuelve. Este factor es el que hace que la separación y ruptura de la relación actúen como el principal factor de riesgo para que se produzca una agresión grave y el homicidio. La consecuencia es clara y directa, si el objetivo esencial de la violencia de género es el control, la separación significa la pérdida absoluta de control, lo cual lleva a muchos agresores a pensar en la idea del homicidio, y a algunos a llevarlo a cabo. El resultado es objetivo, los homicidios por violencia de género representan el 20’6% de todos los homicidios de nuestro país, es decir, que una media de 60 mujeres son asesinadas en sus casas cada año por parte de hombres “normales” con los que mantienen o habían mantenido una relación de pareja.
Las actuales circunstancias de confinamiento por la pandemia del Covid-19 dificultan la salida de la relación violenta y se traducen en una prolongación de la violencia, y con ella en un incremento de su intensidad y el control por parte del agresor, que a su vez lo vive bajo una sensación de seguridad e impunidad. La aparente disminución de casos graves y homicidios que se puede producir bajo las actuales limitaciones, se podría traducir en un incremento posterior cuando se modifiquen las circunstancias y las mujeres vean facilitada la salida de la violencia, puesto que el riesgo en ese momento será más alto.
No podemos esperar a que suceda, hay que desarrollar una estrategia de acción y prevención basada en cuatro elementos:
  1. Seguimiento activo de los casos de violencia de género conocidos en Servicios Sanitarios, Servicios Sociales, asociaciones de ayuda a mujeres víctimas y sobrevivientes…
  2. Desarrollo de programas de detección activa en la atención que se preste a mujeres en las circunstancias actuales.
  3. Llamada a la implicación de los entornos cercanos a las mujeres que sufran la violencia para que las apoyen y comuniquen la situación a las administraciones correspondientes
  4. Desarrollo de campañas de concienciación e información específicas para el contexto actual.
También tenemos que actuar contra la pandemia de la violencia de género y evitar sus consecuencias y muertes. Ahora estamos a tiempo de adoptar medidas preventivas, y en esta materia, precisamente, lo único que no podemos hacer es “lavarnos las manos”.

Los feminismos son un proceso histórico



María Teresa Priego

¿Qué sigue después de la histórica marcha del 8 de marzo? Sumar. Sumarnos. Lo que sucede hoy, lo que ha sucedido antes y tantísimo antes. No somos sujetas a-históricas. Si nos vivimos así, nos retiramos fuerza. Para mirar hacia adelante, es necesario -también- mirar hacia atrás, reconocer esos hilos de coherencia que han guiado a los feminismos a través de los cambios de siglo. Aprender todas de todas. Las que estamos y las que estuvieron. La suma es la mejor de nuestras estrategias para que la potencia que trae consigo la masificación de los feminismos y la participación en la marcha de tantas personas no feministas, que se sumaron a una causa que reconocen como indispensable y más que justa, no decaiga. Para que la toma de consciencia colectiva se sostenga y se expanda en la reflexión, el estudio, el análisis, el activismo.
Los tendederos de denuncia continúan y son imparables. Que existan nos llena de una energía colectiva que no conocíamos, esa energía que va en detrimento de la le ley mordaza que sostenía al agresor impune, protegido por el mandato de silencio, por el aislamiento de sus víctimas, por la descalificación y los castigos que se aplicaban a quienes se atrevían a testimoniar. Por la naturalización del acoso, el hostigamiento, la violación. "Compañera, yo sí te creo", ha sido el más estrecho y bello de los abrazos, y que la humillación y la vergüenza sean colocadas en el lugar que corresponde: del lado del agresor. Oh, que, si se la van a pensar muchas veces, cantidad de hombres depredadores, antes de atreverse a violentar a una mujer que ahora sabe que tiene derecho a la denuncia y a la palabra y que va a ser escuchada. Ya no es su "presa" del umbral hacia adentro. Ya no es la alumna sometida a la voluntad de poder de un profesor. La trabajadora arrinconada por el jefe, por el compañero.
El cambio es extraordinario. Le debemos sin lugar a dudas, a los feminismos jóvenes y muy jóvenes, a sus estrategias, a sus redes y a su capacidad de convocatoria, esta transformación que pone a temblar -de tan intensa manera- los históricos mandatos de las masculinidades y las femineidades. ¡Fuera la indefensión aprendida! Echan por delante sus consignas y sus cuerpos. Valientes, amorosas y sororas. ¿Qué sigue? Es la pregunta que se repite. No permitir la desmovilización de los feminismos que, -además de todo lo que hacen- toman las calles. Sumar cada una de las formas de activismo, investigación, estudio, análisis, y espacios de incidencia, que hemos ido creando por décadas. Investigar qué es lo que ya hemos ganado. ¿Cómo exigir que funcione lo que ya existe? Conocer los logros de los feminismos de las olas anteriores y reforzarlos. ¿Con qué leyes sí contamos? ¿Cuál ha sido el avance en términos de políticas públicas? ¿Cuáles más se necesitan? ¿Cuáles son los derechos que nos son reconocidos en la letra y por qué no se traducen en la realidad cotidiana? Específicamente, ¿qué tenemos por exigir a quién? ¿con qué argumentos? ¿qué nos urge? ¿a quiénes tenemos que convertir en nuestros interlocutores, les guste a ellos o no? Les recomiendo muchísimo escuchar la conversación de Julio Astillero con dos muy admirables especialistas en violencia contra las niñas/niños, adolescentes y mujeres: Irma Saucedo y Aimée Vega. Con una gran claridad hacen un recorrido por una parte del trabajo feminista de las últimas décadas. (La adjunto al final).
¿Una lección de estrategia a replicar cuando un movimiento social crece? La colectiva Invicta nos ofreció uno muy talentoso: que su boomerang lo alcance, don mujerista de mercado. Cómo transformar los discursos "generosos" de los mujerismos utilitaristas, en una herramienta a nuestro favor. En respuesta a las empresas que se hacían publicidad dándoles el día a sus trabajadoras y declarándose las más preocupadas por las violencias contra las mujeres, Invicta publicó una lista de propuestas y preguntas para los directivos. En resumen: ¡Gracias por apoyar! ¿Quieren apoyar en la realidad? Van las condiciones indispensables para crear una empresa igualitaria, un espacio laboral libre de violencia misógina. Invicta movió de lugar un intento publicitario, mostrándoles a los empresarios cómo, no basta con que monologuen micrófono y calculadora en mano, adentro de sus empresas están sus interlocutoras. ¿Qué tal si se sientan a escucharlas y a cumplirles lo que es justo?
Los feminismos han sido un largo proceso histórico que comenzó, como sabemos, con el sufragismo y se ha sostenido sin tregua y de muy distintas maneras a través del tiempo. Es importante aprender de las luchas de las mujeres de siglos pasados, de sus aportaciones y sus alcances. Valorar sus propuestas y los costos tan altos que pagaron por hacerlas públicas y sacarlas adelante. Leerlas. ¿Quiénes fueron Benita Galeana y Elvia Carrillo Puerto? ¿Qué escribían Rosario Castellanos, Simone de Beauvoir, Virginia Woolf? Las que abrieron senderos para nosotras. Una primera mujer escribió un texto incendiario denunciando la desigualdad entre mujeres y hombres. Una primera mujer -abucheada- se instaló en la banca de una universidad. Una primera mujer tuvo la necesidad de decirle a su hija: "no quiero esto, ni para ti, ni para mí". Una primera mujer le dijo a su hijo: "no agredas, no violentes, no lo hagas". Una primera mujer se puso de pie, miró a sus represores de frente y dijo: "Yo puedo. Nosotras podemos".
En palabras de Irma Saucedo: "(la marcha)... deja una sensación de victoria... mostró que esta sociedad comienza a darse cuenta de algo que veníamos diciendo las feministas desde los ochentas: el problema de la violencia contra las mujeres no es un problema de las mujeres, es un problema de la sociedad mexicana y es un problema de los hombres mexicanos... muy pocas personas nos dirán ahora que no saben lo que es el feminicidio... quienes hemos venido marchando desde el 87 en el tema específico de violencia contra las mujeres, lo que nos ha mostrado cada etapa del movimiento es que cualquier pequeña ganancia que tenemos requiere un trabajo inmenso para consolidar y hacer que realmente se escuche lo que estamos diciendo". Sostener, consolidar. Hacia allá vamos y vamos juntas.


Urgente, crear un plan de contingencia para víctimas de violencia durante cuarentena


Ciudad de México. Organizaciones defensoras de los Derechos Humanos de las mujeres advirtieron que el gobierno mexicano no tiene un plan integral para atender a las violencias familiares que podrían aumentar durante un posible aislamiento de la población por el Coronavirus Covid-19. Aunque entendieron las medidas de contención que se están proponiendo o ejerciendo, advirtieron que no es suficiente poner a disposición sólo un número telefónico, como lo hizo el Instituto Nacional de Mujeres (Inmujeres) ayer.

México se encuentra en fase 1 de la epidemia, lejos de una cuarentena general, por lo tanto sería aún más urgente que varias instituciones se coordinen ahora, para crear un plan de emergencia, dijo la directora de la Red Nacional de Refugios, Wendy Figueroa Morales.
La Red Nacional de Refugios registró un aumento en llamadas desde ayer
La RNR publicó sus números de emergencia: el 56749695 en las zona metropolitana, y el 8008224460 al nivel nacional. El Inmujeres recordó que mujeres en situación de violencia pueden llamar al Servicio Telefónico de Orientación a Mujeres en Situación de Violencia Doméstica, bajo el número 0800-4141 y *4141, desde el celular. El servicio es gratuito, confidencial, y de alcance nacional, con los horarios de lunes a viernes de 8:00 a 0:00 horas, y sábados y domingos de 8:00 a 20:00 horas.
Esta línea ofrece “escucha activa, asesoramiento y orientación responsable”, sin embargo, en una situación de emergencia se debe llamar al 911 (anteponer características del departamento). Figueroa Morales exigió que las instituciones correspondientes, como la Fiscalía, Seguridad Pública, y las Secretarías de Trabajo, Salud, y Gobernación, elaboren un plan de atención a víctimas de violencia durante un estado de emergencia.
Lo anterior porque las mujeres que comparten una casa con su agresor, no siempre pueden hacer una llamada de emergencia, o ser contactadas, así advirtieron también organizaciones del Estado Español, en “estado de emergencia” desde el 13 de marzo.
“Cómo van a llamar quienes están siendo víctimas de violencia machista estando su agresor en el mismo habitáculo que ellas?”, se preguntó la periodista feminista Mar Gallego en Pikara Magazine. “Y si ni siquiera tienes computadora, internet o smartphone? Si no puedes acceder porque tu agresor te tiene fiscalizada tu vida? Y en caso de lograr contactar este servicio, cómo será el protocolo que se active?”
El gobierno de las Islas Canarias puso en marcha una acción coordinada contra la violencia
Cimacnoticias se acercó el martes a la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), para saber la ruta de acción en estos casos, pero la respuesta de la institución sigue pendiente. “Lo maravillo sería que tú puedas hacer la llamada telefónica, y en ese momento te estuvieran rastreando para saber dónde estás, personas capacitadas determinan si hay una situación de emergencia, y en dos minutos están mandando la patrulla”, comentó la directora de la RNR.
Explicó que un panorama ante el Covid-19 podría provocar un cierre temporal de albergues y refugios, y en caso de que una habitante o trabajadora de este centro se enferme, el refugio entero tendría que entrar en cuarentena por 14 días y no podría aceptar nuevos casos. Por lo tanto, “se tienen que habilitar casas de emergencia en todos los Centros de Justicia de Mujeres, que por decreto, tendrían que proveer estos espacios”, dijo la experta.
Mientras tanto, la abogada especialista en materia familiar, Rocío Corral Espinosa Monsiváis, advirtió de las problemáticas que surgen de la restricción de labores del Poder Judicial de la Ciudad de México (PJCDMX).
Éste anunció ayer, mediante el Acuerdo 39-14/2020, que se suspendieron a partir de hoy 18 de marzo hasta el 20 de abril las labores de gran parte de los tribunales. Siguen trabajando los “órganos jurisdiccionales en materia penal y jueces y juezas del Sistema Procesal Penal Acusatorio, incluyendo Justicia para Adolescentes, así como la Unidad de Supervisión de Medidas Cautelares”, lo que significa que casos penales, como violencia intrafamiliar, se seguirán procesando, asimismo, se seguirán emitiendo medidas de protección.
Las guardias de atención a víctimas de violencia familiar seguirán vigentes, otra guardia existe para los juicios de alimentos. Sin embargo, Corral Monsiváis advirtió que entre los juzgados que se suspenden están los que determinan la guarda y custodia. “Por ejemplo, se está promoviendo una entrega de guarda y custodia con entrega del menor, donde el padre agresor tiene al niño. Entonces se suspenden todas estas vías, y el niño sigue con el agresor”, dijo.
La abogada consideró necesarias y entendibles las medidas para restringir el número de personas que circulan en los tribunales, sin embargo opinó que desde la epidemia del H1N1 en 2009, “no se ha pensado la forma en la cual se pudieran ir agilizando o dar seguimiento a estos casos urgentes.”
En Costa Rica, por ejemplo, la Ministra de la Condición de la Mujer, Patricia Mora, anunció que las instituciones están preparadas: “Durante estos días (de cuarentena) vamos a tener menos personal pero no vamos a cerrar, las mujeres pueden seguir acercándose a nuestros albergues y centros de atención, estamos conscientes que lejos de disminuir los casos de violencias van a aumentar”, dijo.
La Organización Mundial de Salud señaló que 87 mil mujeres fueron asesinadas intencionalmente en el año 2017 a nivel mundial, y que de esta cifra, más de 50 mil fueron asesinadas por sus parejas, ex parejas o algún integrante de la familia. “Tenemos el desafío hoy de mirar a las personas menos privilegiadas y sus necesidades. Este virus impone nuevos desafíos que deben leerse en clave de Derechos Humanos y con enfoque de género”, destacó la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres, Alejandra Mora Mora.

Empoderamiento económico, vía para la autonomía de las mujeres


Fuentes: SEMlac


El «Encuentro Internacional Avances y Retos en el Desarrollo Económico de las Mujeres» puso de relieve la importancia del empoderamiento económico para lograr su autonomía de las mujeres, ya que la dependencia económica del hombre es la principal razón que las lleva a soportar una vida llena de violencias que en casos extremos acaba en feminicidio.
Así se señaló en el primer día del encuentro organizado por el Instituto de Nacional de las Mujeres (INMUJERES) en conjunto con la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM), donde la magistrada Celia Marín Sasaki, de la Ponencia Tres de la Quinta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de la ciudad de México, señaló que la precaria situación económica de las mujeres, las lleva a otorgar el perdón a sus agresores, porque dicen que es él quien cubre los requerimientos económicos.

Tras señalar que la pobreza tiene rostro de mujer, explicó que las separaciones generan pobreza, muchas son amenazadas con dejarlas en la calle o no darles manutención. Sin embargo, señaló que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya reconoce la doble jornada y la compensación, pues se toma en cuenta el trabajo de la mujer durante la relación, trabajo que prestan como niñeras, doctoras, administradoras, trabajo que tiene valor y se descontar a la pareja, quien seguramente se enriqueció con ese trabajo.
También la discriminación económica hacia las mujeres se da en las herencias, ya que los padres deciden heredar a los hijos hombres y no a las mujeres, porque se van a casar y las van a mantener, situación económica que también contribuye a la pobreza de ellas.
La magistrada señaló que para la estructura patriarcal la vida de las mujeres no tiene valor, son cosificadas, se les victimiza en lugar de hacerlo con el criminal y se les juzga no solo por las autoridades, sino por la sociedad, se hacen juicios mediáticos y casi se exculpa al victimario. La violencia acaba con el proyecto de vida de las mujeres, de por sí las más pobres, se les quita toda posibilidad de desarrollo.
Marín Sasaki se refirió a las declaraciones «raras» de que debemos desaparecer el feminicidio, porque es difícil integrarlo, ¿por qué? Si ya tenemos a las muertas ahí.
La magistrada explicó que se habla de feminicidio, porque es la violencia extrema, pero no es un comportamiento instantáneo, se prolonga con el tiempo y en el espacio y va en aumento.
Dijo que hay varios síndromes: el de la mujer maltratada, que tiene varios momentos, y que viven las mujeres al interior de sus hogares, con sus parejas, con momentos de altísima tensión, y «La Luna de Miel» cuando el marido pide perdón; el Síndrome de Estocolmo Doméstico, cuando ella se siente culpable y cree que se merece el maltrato, y el Síndrome del Bonsái, cuando le van cortando todos sus lazos sociales, hasta dejarla en una mujer chiquita. Pero el punto más grave es el factor económico.
Explicó que cuando se impide el acceso a la justicia a las mujeres, que es un derecho humano establecido en el artículo 17 Constitucional, o se les niegan las medidas de protección, con lo que el agresor siente que «tenía razón» pues la justicia ya las rechazó.
La magistrada destacó la importancia de perspectiva de género en los tres ámbitos de gobierno, como una metodología que sirve, tanto a la mujer como al hombre, para eliminar las asimetrías del poder.
Aseguró que el Estado mexicano ha fallado a las víctimas, a pesar de contar con sentencias, como la de Campo Algodonero emitida por la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) desde 2009, por falta de medidas de protección a las víctimas, dos de las cuales eran menores de edad, y falta de prevención de estos crímenes, pese al pleno conocimiento de la existencia de un patrón de violencia de género que había dejado centenares de mujeres y niñas asesinadas.
A 10 años de esa sentencia, agregó, se sigue actuando sin la perspectiva de género en las investigaciones de forma inmediata, y se continúan cometiendo feminicidios, en tanto los asesinos andan sueltos.
Aun cuando en el país ya se tienen tratados internacionales, normas constitucionales, normativas secundarias, protocolos, lo único que hace falta es aplicar la perspectiva de género a la realidad, en cada sentencia que se dicte.
Martha Ferreyra Beltrán, directora general de Autonomía y Empoderamiento para la Igualdad Sustantiva de INMUJERES, refirió que, al realizar una encuesta con más de 4.000 mujeres de todo el país, fueron tres los temas recurrentes a los que dan importancia: violencia, los cuidados y autonomía económica.
El anhelo de las mujeres a nivel global es tener un empleo formal que les permita tener pensión y proteger a sus familiares; ellas participan en la vida económica no remunerada lo que no da ventajas sociales, y en la tercera edad se da mucha precariedad.
Ferreyra añadió que las mujeres nunca se quedan de brazos cruzados, siempre están viendo cómo generar recursos, aunque estos sean precarios y resolver las necesidades inmediatas de compra de medicinas, zapatos, ropa, útiles, de cosas que se van necesitando.
Por su parte, Selene de Dios Vallejo, representante de la Federación Internacional Democrática de Mujeres, consideró necesario que las mujeres tengan acceso a un empleo con buenas remuneraciones, seguridad social y, sobre todo, de autonomía económica para no depender de un hombre para acceder a bienes materiales.
Durante el Encuentro participaron ponentes de Bolivia, Guatemala y Panamá en el que intercambiaron prácticas y experiencias, en materia de Desarrollo Económico y Trabajo de Cuidados.

Pandemia con género

CIMACFoto: César Martínez López
Incluso las pandemias tienen género, el tema es que quienes toman las medidas para enfrentarlas suelen olvidarse de ello, pero para eso está el feminismo, para recordárselo.
Ante el COVID-19 se ha tomado la medida del aislamiento, así, a secas, sin tomar en cuenta las desigualdades de género y las violencias contra las mujeres que ocurren dentro de las cuatro paredes de las casas, en el transporte público o en los centros de trabajo.
Tampoco se consideran los impactos económicos diferenciados que tendrá esta pandemia, como en la pérdida de empleos, donde los más precarios son los ocupados por mujeres y los que mayor impacto tienen en situaciones como estas. Posibles cierres de empresas pequeñas y medianas, que en muchos casos están encabezadas por mujeres.
El día de ayer la senadora Patricia Mercado llamaba a un plan de emergencia para proteger precisamente el empleo, y en estas acciones hay que pensar en la situación de las mujeres para desarrollar programas que aminoren los impactos en ellas, que de por sí, viven ya condiciones de desigualdad.
Otro tema fundamental son violencias a las que las mujeres de todas las edades pueden estar expuestas sin pandemia, y que ante las acciones drásticas que deben tomarse, son olvidadas y no son consideradas en las acciones preventivas, como los confinamientos.
Datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas señalan que la violencia contra las mujeres, especialmente la sexual, es más común en entornos de emergencia humanitaria.
Ahora empieza a documentarse que el aislamiento prolongado puede generar, en ambientes familiares tóxicos con hombres violentos, posesivos, machistas superlativos, incremento en las violencias contra las mujeres, poco se sabe lo que ocurre en las calles y en los centros de trabajo.
Por ello, en prácticamente todos los países que están enfrentando la pandemia del COVID-9 han surgido las campañas para anunciar los números y servicios de emergencia a los cuales estas mujeres pueden recurrir, muchas de estas acciones están siendo emprendidas por las propias organizaciones feministas y en algunos casos por las instancias responsables de las políticas de igualdad.
El encierro prolongado, para las mujeres que viven violencia de los hombres de su familia, es el peor enemigo pues sus agresores es probable que aprovechen ese encierro para el maltrato, como lo ha reportado la organización feminista china tras la pandemia, lo cual de acuerdo con reportes policiales las denuncias de maltrato en el hogar se triplicaron durante el mes de febrero, sólo de una comisaría policial.
El problema se agudiza pues ante la falta de sensibilidad de los policías que, de por sí, no acuden a los llamados de auxilio de las mujeres, con la emergencia sanitaria menos.
Países como España, Argentina, Costa Rica y Uruguay han empezado a transmitir la información de que los números de emergencias destinados para la denuncia de violencias machistas estarán operando al igual que los refugios, esperemos que en estos casos los policías estén instruidos a reaccionar ante las llamadas de auxilio.
Incluso MexicanasResistiendoExtranjero, inició una campaña en 17 idiomas para asesorar en caso de violencia contra las mujeres en estos momentos de emergencia sanitaria mundial.
En México la Red Nacional de Refugios, dio la voz de alerta y empezó a distribuir en redes sociales los números de contacto para las mujeres que necesiten apoyos frente a las violencias machistas que puedan enfrentar en esta etapa de confinamientos prolongados.  
Aquí me gustaría proporcionar los números: en la zona metropolitana pueden marcar 56 74 96 95 y la línea nacional 8008224460.
Es necesario que las autoridades tomen cartas en el asunto e inicien una gran campaña a todos los niveles para que los hombres violentos sepan que también se están preparando reacciones para salvar la vida e integridad de las mujeres, si ellos deciden ejercer violencia contra alguna mujer dentro o fuera de la familia.
Que todas las autoridades de todos los niveles estén prestos a responder ante las llamadas de auxilio de cualquier mujer, de cualquier edad, es fundamental ante las violencias contra las mujeres.
#AislamientoSinVIolencia es el hashtag que está circulando toda la información para que las mujeres puedan estar en confinamientos seguros. Faltan medidas para las trabajadoras que no podrán dejar de ir a trabajar y que tendrán que estar con sus jefes hostigadores, con sus compañeros acosadores.
¿A quiénes van a recurrir, qué acciones están tomando las empresas y la secretaría del trabajo para evitarlo? ¿cómo se está garantizando la movilidad sin violencia para las mujeres que sí o sí van a tener que salir a trabajar en calles vacías con transportes desolados?
Cuando en México estamos a punto de entrar a esta etapa de manera masiva y después de la histórica movilización del 8 de marzo, se deben tomar ya, las medidas para enfrentar la otra pandemia de la desigualdad.
20/LLH/LGL

¿Y después del 8M y 9M qué?


En la marcha feminista del 8M. Foto: Sonia Gerth/Cimac
Mientras la doctora Marcela Lagarde y de los Ríos escribió el 21 de febrero de 2009 en un artículo titulado “Mujeres, feminismo y academia” que: …”Analfabetismo, pobreza y pauperización, violencia en la sociedad y contra las mujeres, en particular, inaceptables desigualdades sociales, formas de discriminación diversas, irrespeto a las culturas y los pueblos originarios de nuestro continente, migraciones por falta de horizontes, ilegalización del trabajo por muros y obstáculos fronterizos y nacionales a la par que aperturas de mercados que arrasan con la producción y los productos locales: ‘Millones de mujeres y hombres viven en pobreza extrema afectados por el desempleo, la ignorancia y el analfabetismo, por el hambre y la enfermedad, injusticias, exclusiones y desigualdades extremas’”. Un diagnóstico que está vigente aún en nuestros días; la mejor representante del feminismo institucionalizado (que nunca ha incursionado el tema de las violencias, incluso que las ha descalificado), escribió en el número de esta semana de la Revista Proceso un artículo titulado “Un anhelo feminista alcanzado”, en el que sólo hace una reseña de los contingentes de la marcha del 8M y de las consignas, sin fijar una postura, nada que nos indique por qué es un anhelo alcanzado.
Escribió: …” Esta marcha mezcló varios reclamos. Feministas de distintas tendencias, estudiantes y profesoras de universidades públicas y privadas, sindicalistas, militantes de varios partidos, funcionarias y activistas de la 4T y un extraño conjunto de mujeres que nunca había salido a marchar, una clara minoría antiAMLO.
(¿Se refiere a las mujeres conservadoras?). Hubo pancartas rudimentarias hechas a mano y también unas muy bien impresas”. … Lo que no mencionó es que hubo una joven que le gritó proxeneta, servidora del patriarcado y enemiga de las mujeres y muchas otras.
La marcha del 8M y el paro “Un día sin nosotras” fue un éxito. Movilizó a miles de mujeres por todo el país, aunque el movimiento no estuvo exento de oportunistas de partidos de derecha y empresarios que se trataron de montar en el movimiento.
Ahí creo que faltó un comunicado de las organizadoras para deslindarse de partidos, funcionarias y funcionarios, legisladoras y legisladores y empresarios que trataron de montarse oportunistamente de la fuerza del movimiento feminista y que incluso pueden haber infiltrado jóvenes para que sembraran el caos, lanzando bombas molotov y por supuesto hombres provida que agredieron a compañeras con un bate.
En los diarios se leyó el 11 de marzo que se había registrado una pérdida de 34 mil millones de dólares por el paro del 9M, lo que es una clara muestra de la fuerza y el poder que representa 51 por ciento de la población de nuestro país, que también representa 53 por ciento del padrón electoral.
Pienso y siento que es momento que las ancestras, las que hemos dado nuestra vida en la defensa de los Derechos Humanos de las mujeres, quienes hemos luchado contra la impunidad, contra las distintas formas discriminación contra las mujeres y las niñas, manteniendo listas y prestas si es que nos necesitan, para apoyar con nuestra experiencia, porque creo que es el tiempo de las jóvenes y que son ellas las que deben asumir el liderazgo del movimiento, pero un fuerte y legítimo liderazgo que sepa capitalizar en leyes, políticas públicas, programas y acciones toda la fuerza que se demostró el 8M y el 9M que sería muy decepcionante que puedan aprovechar para que se atiendan sus demandas.
Debemos tener claro que nadie nos ha regalado nada y que todo lo logrado hasta ahora ha sido producto de la lucha feminista. Y que quede claro que ser feminista no quiere decir ser enemiga de los hombres, creo que en la lucha contra la violencia hacia las mujeres, ellos, los jóvenes, tienen la obligación de participar, porque son precisamente los hombres los autores de las peores violencias contra las mujeres.
Es tiempo de hacer una agenda feminista, ya que hasta ahora, los tres poderes y los tres órdenes de gobierno no han demostrado ser capaces o tener la intención de atender las demandas de seguridad humana para las mujeres y las niñas, que es un concepto que va más allá de la seguridad ciudadana y la seguridad pública y que la ONU, en su resolución 66/290 de la Asamblea General la define como:
… “la seguridad humana es un enfoque que ayuda a los Estados Miembros a determinar y superar las dificultades generalizadas e intersectoriales que afectan a la supervivencia, los medios de subsistencia y la dignidad de sus ciudadanos (y ciudadanas). En la resolución se exigen respuestas centradas en las personas, exhaustivas, adaptadas a cada contexto y orientadas a la prevención que refuercen la protección y el empoderamiento de todas las personas”.
“El enfoque de la seguridad humana es un marco de análisis y planificación de valor comprobado que ayuda a las Naciones Unidas a formular respuestas más amplias y preventivas de carácter intersectorial y a desarrollar soluciones contextualmente pertinentes y crear alianzas para contribuir a hacer realidad un mundo libre de temor, miseria y falta de dignidad.”
Y es por eso que me voy a permitir puntear algunos de los temas que pongo a la consideración de las jóvenes para integrar la Agenda Feminista 2020:
  • 1.         Feminicidio, modificando la forma en que se identifican y clasifican los casos, que se deben atender con la debida diligencia y se debe abatir totalmente la impunidad. Se deben uniformar los tipos penales y generar políticas públicas para que nunca más se niegue presentar una denuncia a ninguna mujer por violencia familiar.
  • 2.         Exigir, por medio de una modificación legal, que todos los partidos establezcan como requisito expulsar de sus filas a militantes que se vean involucrados en casos de violencia contra las mujeres y las niñas. Igualmente, a las empresas y las escuelas de educación media y superior que les rescindan el contrato laboral o los expulsen de las escuelas.
  • 3.         A todas y todos los que aspiren a un cargo de representación popular o de elección, o a las juezas y jueces, fiscales y ministerios públicos, policías y todo el funcionariado público que deben ser capacitados y acreditar un curso sobre los Derechos Humanos de las mujeres y las niñas, y una postura clara contra cualquier forma y modalidad de violencia contra ellas.  
  • 4.         Desaparición forzada y por particulares de mujeres y niñas, generando cambios legislativos pero también de política pública para que se levanten las denuncias de inmediato y se generen la Alerta Ámber y el Protocolo Alba de inmediato, sin dilación alguna y que se inicie la búsqueda.
  • 5.         Violencia sexual, en todas sus formas y modalidades: violación, abuso sexual, hostigamiento sexual, acoso sexual, desmontando la idea de que las mujeres y las niñas estamos y somos objetos sexuales para el placer de los hombres, uniformando los tipos penales y los protocolos de actuación para que se actúe uniformemente en todo el país con la debida diligencia. Por supuesto, exigiendo al Poder Judicial cero impunidad en este tipo de delitos.
  • 6.         Que de una vez y por todas, las y los legisladores entiendan que las mujeres y sus cuerpos no son mercancías y que deben detener cualquier intento para legalizar o reglamentar la explotación sexual y reproductiva de las mujeres.
  • 7.         Al Ejecutivo Federal le corresponde educar en igualdad, modificando la Currícula de todos los niveles educativos, así como prevenir todas las formas y modalidades de violencia desmontando estereotipos y educando en nuevas masculinidades.
  • 8.         Exigir al Ejecutivo Federal oportunidades de vida digna para todas, pero sobre todo para las mujeres y niñas indígenas, campesinas y todas aquellas que viven las perores formas de exclusión. Exigimos trabajo digno, vivienda, salud y educación para ellas y sus hijas e hijos.
Esto sólo es un rápido punteo, pero creo que puede servir para iniciar la discusión de la Agenda Feminista 2020. 

Cómo luchar contra el Covid-19 con perspectiva de género

Fuentes: https://ctxt.es/

En las últimas crisis sanitarias el papel de la mujer no solo ha sido ignorado, sino que menos de un 1% de los estudios académicos posteriores se han dedicado a estudiar este impacto
El impacto económico del coronavirus todavía no se está sintiendo, pero las medidas que se están proponiendo permiten atisbar la magnitud del mismo. Alemania ha aprobado medidas para proveer de liquidez subvencionada a los sectores afectados y ha presentado un plan de estímulo fiscal de más de 12.000 millones; Italia movilizará 25.000 millones y también está tomando medidas como aplazar los desahucios al igual que Francia; Reino Unido ha anunciado un paquete de 34.000 millones y la UE está planteando estímulos de 25.000 millones. Estas y otras medidas tratan de mitigar el impacto económico y, sin investigar su idoneidad en forma y cuantía, creemos que hay un aspecto que se está dejando totalmente de lado, o que por lo menos no ocupa titulares ni apertura de telediarios: el impacto de género del Covid-19 y las medidas para su contención.
Esta semana se ha decretado el cierre en Madrid, Vitoria, Labastida y La Rioja de todos los centros escolares en todos los niveles, cancelación de actividades extraescolares y lúdicas, centros de día y se restringen las visitas a las residencias y a las casas y residencias tuteladas. La recomendación del cierre de centros escolares se ha hecho extensiva, el 12 de marzo, a todo el Estado. Dicen que el presente es de las mujeres, y también dicen que “para luego” es un tiempo verbal patriarcal porque las urgencias de los cuidados, de la enfermedad o de la atención, no pueden esperar. Un poco eso es lo que tenemos encima de la mesa con todas estas medidas para evitar la propagación y el contagio masivo de Coronavirus. Pero entonces, ¿ahora qué?.
Sabemos, además, que en los últimos procesos de emergencia sanitaria el impacto de género ha sido ampliamente ignorado. De anteriores procesos como en el caso de ébola, el informe del grupo de alto nivel de la ONU publicado en 2017 incluyó un apartado específico sobre impacto de género. El documento recomendaba la inclusión de un análisis de género en las políticas de emergencia sanitaria reconociendo el papel preponderante de la mujer en las mismas. Poco o nada se ha hecho al respecto para incluir estas consideraciones, la tiranía de lo urgente, la rapidez de las actuaciones y la poca incidencia en las políticas públicas del enfoque de género relegan siempre a un segundo plano estas consideraciones. En un reciente estudio, Julia Smith muestra cómo en las últimas crisis sanitarias no solo el papel de la mujer ha sido ignorado sino que menos de un 1% de los estudios académicos posteriores se han dedicado a estudiar este impacto. Aplicar enfoques de género y de interseccionalidad en las políticas públicas permite internalizar todos los impactos a lo largo del espectro social que de otra forma permanecen invisibles. Mucho de este déficit de análisis se debe a que los sectores de seguridad en el mundo están hipermasculinizados.
Algunas vías de impacto de género en las medidas de contención del virus pueden ser las que siguen. La primera de ellas es el reparto de cuidados. Multitud de estudios muestran que las cargas de cuidados es soportada en su mayoría por las mujeres Para muestra, un botón: los datos del INE acerca de horas semanales dedicadas a este tipo de actividades, excepto en el cuidado de nietos y nietas, es siempre superior en el caso de la mujer que del hombre.
En Madrid hay un millón de menores de 14 años que actualmente no asisten a clase, y 250.000 hogares monoparentales, mayoritariamente formados por mujer e hijo/a. El riesgo de pobreza de las familias monomarentales es de más del 50%, y el 52% de esas familias se encuentran excluidas del mercado laboral o extremadamente precarizadas (Save the Children). Si a esto añadimos la mayor precarización a la que están expuestas las mujeres (menores tasas de actividad, mayores tasas de temporalidad y subempleo, brecha salarial) no se hace difícil imaginar el impacto de género de las medidas de contención. En su mayor parte éstas serán asumidas por las mujeres que puedan acogerse a excedencias o bajas. Parar para cuidar. Cobrando o sin cobrar. En 2017, el 92% de las excedencias para cuidado de criaturas menores de 12 años fueron solicitadas por mujeres, también sabemos que el segundo motivo por el que las mujeres dicen que trabajan a tiempo parcial es para cuidar, el primero es porque no encuentran trabajo a tiempo completo. 
No podemos olvidar la cara de la diversidad funcional, o discapacidad. En la CAM hay unas 140.000 personas con más del 65% de discapacidad, y que por tanto requieren algún tipo de cuidado. Recordemos también que en la CAM hay casi 30.000 personas en listas de espera en 2019 para recibir los recursos a los que tienen derecho por discapacidad.
Según los datos del Observatorio de Discapacidad, aunque cada vez hay más hombres cuidadores informales, estos siguen dedicando menos horas a estas tareas, y la mayor parte de las personas cuidadoras siguen siendo mujeres en todos los tramos de edad. Cada vez, además, hay más cuidadoras de mayor edad. La persona cuidadora en una situación de normalidad se ve expuesta a situaciones de estrés, sobrecarga física, emocional e incluso aislamiento social por la incomprensión y estigma de la discapacidad. En un momento de emergencia estas situaciones se exacerban. De las cinco residencias para personas con discapacidad de la CAM, al menos en una, hay casos de Coronavirus, y las personas residentes que tienen familiares que puedan hacerse cargo de ellas están siendo trasladadas a casa ¿Qué impacto tendrá en estas familias?
La segunda de las fuentes de impacto viene dada por el caso de las abuelas cuidadoras. Los datos del INE muestran que en “cuidado de los nietos” el tiempo dedicado por hombres y mujeres es el mismo. Tiene trampa. Como podemos ver en todas las demás rúbricas, el tiempo dedicado a cualquier tarea de cuidados es superior en el caso de las mujeres, también en el caso de las abuelas, que son las que se ocupan principalmente de las tareas domésticas, además de cuidar de las y los nietos. Por su parte, los abuelos cuidan de los nietos pero se libran de las tareas domésticas que recaen principalmente sobre las mujeres. De nuevo, la conciliación la hacen ellas. 
En tercer lugar, las personas y criaturas que se tengan que quedar solas. ¿Quién cuida en una sociedad cada vez atomizada a gente que está sola y necesita este tipo de servicios? Que tomen la medicación, que se alimenten, que se relacionen. En 2017, el 83% de las excedencias concedidas en España para el cuidado de familiares dependientes o enfermos de larga duración fueron concedidas a mujeres. Pero qué pasa cuando no hay una mujer que coja esa baja y esa situación se traduce en soledad no deseada y más aún con riesgo de enfermedad. Según la Encuesta continua de Hogares del INE, en 2019, 4,7 millones de personas viven solas en España, de las cuales, el 43% de ellas son mayores de 65 años y de ellas, casi el 72% son mujeres. En un sistema donde el gasto social está asociado al mercado laboral, una precaria inserción en el mismo genera unas precarias prestaciones sociales. Las pensiones no contributivas están por debajo del umbral de la pobreza y la mayor parte (70%) son percibidas por mujeres, y la pensión media (de todos los regímenes) de las mujeres es un 70% respecto a la de los hombres. Con estos datos es claro que las atenciones de los cuidados no pueden ser contratados, lo que redundará en un incremento de la soledad no deseada en mayor proporción en el caso femenino.
No es un hecho coyuntural. Ocurre que el Covid-19 pone a prueba las costuras del sistema sanitario y asistencial, sometido a duros recortes durante la crisis: de los casi 40.000 millones de gasto público recortados, 5.000 millones fueron en protección social (excluidos pensiones y desempleo), casi 10.000 en sanidad, 8.000 en educación, 6.000 en cultura y casi 10.000 en vivienda. Se pueden implementar medidas que mitiguen el impacto de género de las medidas del virus, pero sobre todo, se debería mirar a largo plazo y reforzar los sistemas de bienestar. Gálvez muestra que los procesos económicos y políticos generados por las crisis ponen en marcha al menos tres engranajes que generan un empeoramiento de la situación de la mujer con respecto a la situación previa a la crisis: intensificación del trabajo –principalmente el no remunerado–, recuperación del empleo masculino antes que el femenino –con este último más precarizado que antes de la crisis–, y un desmantelamiento de las políticas de igualdad. En momentos de crisis económica por regla general crece el tamaño de la economía informal y doméstica frente a la economía formal o de mercado. Si a esto sumamos los datos anteriormente expuestos sobre el desigual reparto del trabajo doméstico no remunerado entre hombres y mujeres, la disminución de rentas familiares y el desmantelamiento de los servicios públicos podemos entender la necesidad de establecer medidas que corrijan el sesgo de género de las actuales medidas.
Por eso detallamos una serie de medidas que deberían aplicarse a toda la población trabajadora, pero que en cualquier caso deberían aplicarse a familias monoparentales para reducir el impacto de género. Las medidas han de ser a corto y a largo plazo, pero un primer análisis no puede dejar pasar alguna de las siguientes: 
1. Generar un observatorio que permita seguir en tiempo real el impacto de género de las medidas a aplicar en un análisis interseccional al menos en lo que concierne las siguientes cuestiones:
– ¿Están siendo las necesidades sanitarias reproductivas atendidas?
– Hay colectivo, en especial, minorías vulnerables, que puedan tener un impacto mayor por desconfianza y/o marginalidad? ¿Cómo se puede llegar a estos grupos?
         –¿Cómo afecta al estigma social este tipo de enfermedades? ¿Qué impacto en minorías vulnerables?
–Sabiendo que las tareas de enfermería son ampliamente ocupadas por mujeres, ¿está teniendo la enfermedad un impacto de género diferente? ¿Se toma en cuenta su opinión y problemática en la toma de decisiones? En la crisis del SARS han sido documentados los enormes costes personales y familiares en las enfermeras de Hong Kong.
–¿Están siendo las personas (principalmente mujeres) que se están encargando de los cuidados adecuadamente apoyadas y compensadas?
2. Permitir solicitar teletrabajar en cualquier caso en hogares monoparentales en las zonas donde se establezca cuarentena. La empresa tendrá que justificar una negativa en cuyo caso se concederá la baja automáticamente remunerada desde el primer día al 100%. Estas medidas no dejan de ser temporales pues compartir espacio de trabajo productivo con hijos e hijas sanas en casa, no resulta nada fácil. 
3. Crear un fondo financiado por el sector financiero para amortiguar el impago hipotecario debido a pérdidas de empleo acaecidas por Coronavirus
4.  Detener ejecuciones hipotecarias en el caso de familias monomarentales
5. Desarrollar mecanismos de cuidados de criaturas para familias monoparentales como guarderías de 0-3 años gratuitas. A este respecto no entendemos por qué la CAM está aprovechando la cuarentena para CERRAR (no abrir) escuelas infantiles. En este sentido, cabría la posibilidad de pensar alternativas radicales que sirvieran para aprovechar este contexto para un reparto de las tareas de cuidados y donde se consiguiera que los varones se impliquen en el cuidado. Podríamos hablar entonces, de reuniones de familias para repartir el cuidado a lo largo de estos quince días en formatos cooperativos y colaborativos, en función de horas disponibles. El reparto de cuidados es una tarea política de primer orden para contener también el impacto de género en esta crisis sanitaria, y por ende, contener el impacto económico y social en la población.
6. Incrementar el mínimo vital en IRPF para familias monoparentales en la declaración de 2020
7. Restitución de derechos consumidos en ERTEs a familias monomarentales en sectores afectados por el coronavirus. 
8. Incrementar mínimos por dependencia.  
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Paula Moreno es técnica de proyectos de igualdad y economía social.
Iván H. Ayala es profesor de economía aplicada en la URJC.

Medidas de mitigación por Coronavirus deben incorporar perspectiva de género

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Ciudad de México. Las medidas de mitigación que tomen los gobiernos del mundo por el Coronavirus (COVID-19) deben incorporar la perspectiva de género para garantizar atención a víctimas de violencia, salud universal para todas las mujeres y acciones para evitar aumento de los trabajos de cuidado, coincidieron el Comité de Expertas de la Convención de Belém do Pará y la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de los Estados Americanos (OEA). 
Luego de que 159 países en el mundo registraran casos de coronavirus, el Comité de Expertas para el seguimiento de la Convención de Belém do Pará (un instrumento internacional cuyo fin es erradicar la violencia contra las mujeres) solicitó a través de un comunicado a los gobiernos de esos países incorporar la perspectiva de género en las medidas de mitigación que tomen por el llamado COVID-19.
Este Comité –del que México forma parte a través de su representante Mónica Soto Fregoso– destacó que muchas de las medidas que los gobiernos están tomando para mitigar las consecuencias del COVID-19 pueden tener un efecto desproporcionado en relación con las mujeres y las niñas, y, en algunos casos, pueden exacerbar la violencia en su contra. 
El Comité de Expertas es un órgano técnico integrado por mujeres expertas independientes, designadas por cada uno de los Estados parte, cuyo objetivo es el análisis y evaluación del proceso de implementación de la Convención Belém do Pará, adoptada en 1994 para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujeres. 
Este grupo de expertas enlistó una serie de medidas encaminadas a garantizar atención a mujeres que enfrenten violencia en el hogar durante la cuarentena; coadyuvar en las tareas de cuidado de personas adultas mayores, enfermas y niñez; y garantizar acceso a la salud y vida digna a las mujeres. 
El Comité observó que el aislamiento forzoso que conllevan las cuarentenas enfrenta a las mujeres a un riesgo muy alto de que se extreme la violencia en el ámbito del hogar, por ello, llamó a los gobiernos a establecer albergues y refugios dignos en los que las mujeres, sus hijas e hijos, las y los adultos mayores y cualquier otra persona en riesgo de vivir violencia puedan acceder durante las cuarentenas que sean establecidas para la mitigación del COVID-19.
También pidió facilitar y difundir los medios para denunciar esta violencia a través, por ejemplo, de mensajes de texto, de páginas de internet o de estrategias en las farmacias, supermercados o cualquier otro establecimiento a los que sí se pueda acceder en caso de cuarentena o que no ponga en riesgo a la mujer al ser vista o escuchada por sus victimarios.
Y recomendó activar células de reacción inmediata para atender eficazmente las denuncias y los casos de violencia de género; fortalecer las medidas de protección para las mujeres y niñas en riesgo; evitar la venta de alcohol, drogas, armas y cualquier otro detonante de la violencia de género durante los periodos de aislamiento; y se mantengan activas todas las acciones y servicios necesarios para prevenir, atender, juzgar y sancionar la violencia contra las mujeres y las niñas. 
En el tema de los cuidados, el Comité solicitó a los Estados establecer medidas para el cuidado de las personas que se encuentren a cargo de las personas infectadas por el COVID-19; y contar con políticas dentro de las empresas, instituciones y organizaciones para que las mujeres y los hombres puedan hacerse cargo de sus hijas e hijos a partir del cierre de escuelas sin que esto afecte sus prestaciones o derechos laborales.
Las expertas también sugirieron que quienes tengan a cargo el cuidado de otras personas puedan contar con políticas flexibles para atenderles sin afectar su estabilidad en el empleo o sus prestaciones laborales; y que, en caso de que se decrete una cuarentena generalizada, se generen planes de contingencia para que las labores que realizan las mujeres a cargo el cuidado de otras personas puedan ser subsumidos por otras personas sin que esto afecte su ingreso o sus derechos laborales.
Asimismo, el Comité pidió a los gobiernos asegurar el cuidado de las personas que no han podido ser atendidas por quienes están a su cargo por la imposición de restricciones a la movilidad u otras relacionadas con las medidas tomadas para la prevención del COVID-19.
Para el acceso universal a la salud y la vida digna, el Comité solicitó que se lleven a cabo medidas para que, sin importar las condiciones laborales, estatus migratorio o cualquier otra categoría, las mujeres y las niñas puedan acceder a los servicios de salud y sean atendidas de manera integral, sin que sea considerado para acciones de deportación o alguna otra que les impida, por miedo, atender su salud. 
El Comité también llamó a generar esquemas de pagos únicos por causa de fuerza mayor en las instituciones, organizaciones y empresas que no formen parte del salario cotidiano para que las familias puedan enfrentar el aislamiento sin que se vean afectados sus derechos mínimos a la alimentación, a la salud y a la vida digna, entre otros; así como subsidios por parte de los gobiernos para las mujeres y hombres que trabajan en la informalidad o que su sustento dependa de la reactivación de la economía. 
En este mismo sentido, la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Alejandra Mora Mora, envió un comunicado a la opinión pública en el que pide tomar medidas para minimizar el impacto económico de las mujeres en la informalidad, sobre todo cuando son jefas de familias monoparentales y dejan de percibir ingresos o deben dedicarse al cuidado de sus hijas e hijos por el cierre de los centros educativos. 
“En tiempos de COVID-19, del trabajo en la casa, del aumento de los tiempos de convivencia y de incertidumbres y miedos, ¿qué pasa con las mujeres víctimas de violencia que deben enfrentarse a quienes las agreden a tiempo completo? ¿cómo garantizamos la seguridad de las mujeres y niñas en tiempos de cuarentena y aislamiento domiciliario? ¿qué impactos tendrá para las mujeres víctimas de violencia estar confinadas en la casa, cuando es el lugar más peligroso para las víctimas de violencia? (…) 
¿pueden las mujeres conciliar el teletrabajo con el cuidado?, ¿qué pasa con la económica informal, cuando un alto número de mujeres están ubicadas en el sector de servicios o en la economía del cuidado y ganan por cada trabajo que hacen? ¿qué pasa con las que deben desempeñar en paralelo el trabajo productivo y reproductivo? ¿cómo incorporar a los hombres en la corresponsabilidad del cuidado?, cuestionó Mora Mora. 

La mujer



Quizá debiera estar en plural el título de esta colaboración; en singular es un concepto universal, el sustantivo así, precedido por el artículo la, indica una idea sin contorno, sin relación con tal o cual persona del género femenino, es una abstracción; abarca a todas las que han existido y aun aquellas que sólo han sido imaginadas. La mujer es también el título de un libro de finales del siglo XIX de don Severo Catalina que, con el criterio que sobre el género femenino se tenía entonces, comparte sus reflexiones sobre las que llama hijas de Eva; algunas de sus disertaciones son superficiales, otras agudas, pero todas adecuadas al pensamiento que hoy parecería conservador y sin duda en choque frontal con las corrientes feministas que prevalecen y que a una distancia de unos pocos días, con las marchas y el paro generalizado, nos obligan a reflexionar.
Severo Catalina está cerca de los conceptos, juicios y prejuicios que aprendí en casa, en la escuela y en mi convivencia social; mis ideas al respecto, que han ido cambiando, no las catalogo como machistas y menos misóginas, pero algunas de las decimonónicas convicciones de don Severo han cruzado varias generaciones y, con algún matiz, puede que se me hayan convertido en actitudes no muy meditadas.
Una de las celebradas frases de este teórico del feminismo antiguo, de nuestros bisabuelos, es esta: La buena educación de la mujer es para que sea, ni tan presuntuosa que ralle en el orgullo de las letras, ni tan humilde que toque en la ignorancia de las últimas capas sociales. [...] Esta buena educación, acabemos, no es otra que la educación cristiana que dulcifica las horas de la mujer, no a una edad determinada, sino en todas las edades de la vida.
Como se ve, el patriarcado, en tránsito de desaparición, en mi opinión, no fue en el mundo occidental, en especial en América Latina, en Francia, en España y en otro países europeos, tan extremista; fue matizado y envuelto en la capa protectora de la caballerosidad y la cortesía; éramos machistas, pero se cedía el asiento a las damas, se quitaba uno el sombrero ante ellas y no se decían las palabrotas que en esa época se usaban sólo entre los varones; hoy, muchas mujeres se saben más y las dicen con mayor contundencia que los hombres.
El trato discriminatorio a la mujer en la parte del mundo en que se extendió el cristianismo, que reconoce que mujeres y hombres reciben por igual la gracia y la paternidad divina; fue moderado. El patriarcado ha estado presente, pero muy lejos de la exclusión total que hay para las mujeres en el mundo musulmán; en él, el velo y las ropas talares, así como el harem y las huríes, definen que la mujer está excluida de la vida pública, de la educación y de una mínima relación de igualdad; algo peor, podemos decir de la costumbre del extremo oriente, donde ceñían con vendas los pies de las niñas, para que éstos no crecieran y así, con los pies deformes, tuvieran que caminar toda su vida con pequeños y graciosos pasos, propios para evitar la huida y quizá para estar al alcance de los varones o peor aún, las costumbres bárbaras de la mutilación del órgano sexual femenino en algunas partes de África.
El sociólogo francés Émile Durkheim, en sus Reglas del método sociológico, sostiene que el objeto de estudio de la sociología no es un fenómeno biológico, ni físico, ni sicológico; es exclusivo de esta ciencia, no puede encontrarse en individuos aislados, debe ser un fenómeno colectivo, de la comunidad. Dur­kheim dice que este hecho estrictamente sociológico, es la división del trabajo y que en la prehistoria y en los inicios de la historia que apenas vislumbramos, la primera gran división del trabajo fue la que se dio entre los géneros masculino y femenino; los hombres, más fuertes y más rápidos, salían a cazar y a recolectar lo que llamaríamos insumos, las mujeres se quedaban en la aldea o en las cuevas, a cultivar terrenos cercanos, a cuidar a la prole y guardar las pequeñas posesiones de la comunidad.
Dice también que en la medida en que una sociedad es más desarrollada, el trabajo cambia de la división homogénea, primitiva, de cantidad; todos hacen lo mismo, cada uno según sus fuerzas; a la división más especializada, a la división heterogénea de las funciones.
Hoy parece que estamos en el umbral de un gran cambio, la primera gran división del trabajo de la que todavía quedan vestigios como un modelo muy atenuado, claramente presente a finales del siglo XX, está por desaparecer en el siglo XXI. Hombres y mujeres, parece, podremos elegir actividad y trabajo, en el área que cada quien escoja, según su vocación y según su determinación. Los últimos rasgos del viejo concepto, que discrimina a las mujeres y las coloca en sitios socialmente distintos e inferiores, se desvanecen, se derrumban, parece que esto es irreversible; nos acercamos a una estructura social en que impere la equidad, la igualdad y la justicia, sin distingos injustos entre mujeres y ­hombres.

Si no somos violentas, nadie nos hace caso



Foto
 Momento captado el 8 de marzo pasado en la marcha
del Día Internacional de la Mujer.
Foto cortesía de Valentina Gatti
A raíz de la extraordinaria marcha del domingo 8 de marzo, pensé que sería bueno entrevistar a dos de sus participantes, María Luna Flores, de 21 años, y otra, de más edad, cineasta, feminista reconocida, entusiasta y sensible documentalista, Laura Ponte.
María Luna, entusiasmada con la marcha del domingo 8, heredó su feminismo de su madre y tres tías muy poderosas y trabajadoras. La joven se viste de negro y se presenta en las marchas encapuchada, aunque estipula que no es de las que patean, rompen aparadores y llevan martillos en la mano. Somos del colectivo Sororrosas y decidimos ir encapuchadas para que no nos identifiquen.
–María Luna, ¿no es cobarde esconderse tras una máscara? Personalmente vandalizar me hiere. En un país en el que faltan tantas cosas; destruir es restar en vez de sumar.
–Así nos escuchan.
–¿Sólo si destruimos nos escuchan?
–Sí. Vestirnos de negro es uniformarnos. Encapucharnos es protegernos contra las granaderas que van cuidando las marchas feministas y nos pueden identificar. Si estás encapuchada, imposible que sepan quién eres.
–Pero hacer las cosas sin dar la cara es un acto parecido al del Ku Klux Klan.
–Yo no creo que nada de lo que están haciendo las feministas sea cobarde, es completamente valiente meter el cuerpo por tus hermanas muertas. Estar encapuchadas es por tu propia seguridad, porque si no, termina la marcha, agarras el Metro, te identifican y te hacen lo que quieran, porque a final de cuentas, vivimos en México y así es México.
–Pero tú te disponías a destruir.
–Personalmente no destruí, pero las de mi colectivo nos encapuchamos para que no distingan a quienes destruyen de las que solo marchan. ¿Quién tiene el poder?
Laura Ponte, mi segunda entrevistada, le lleva más de 20 años a María Luna y es cineasta. Trabajó en Inmujeres y peleó por institucionalizar el feminismo. Para ella, ha sido importante tener voz en organizaciones no gubernamentales, aunque reconoce que ha sido insuficiente. Laura Ponte formó parte del gobierno al lado de Patricia Olamendi, Laura Carrera, Laura Salinas, Marcela Lagarde, feministas dentro del gobierno. Desde ahí, las cinco militantes crearon la Ley de acceso a la vida libre de violencia.
–¿Las manifestaciones tienen que ser agresivas, Laura?
–Ya van 265 feminicidios en 49 días de 2020. ¿No te parece suficiente, Elena? Hace seis años –y algunos antes–, en febrero de 2010, hicimos varias marchas pacíficas, llenamos de flores y de veladoras el Paseo de la Reforma y el Zócalo, levantamos una ofrenda, nadie se enteró. Todas nuestras marchas, nuestros mítines, nuestros reclamos, quedaron sin respuesta y siguieron los asesinatos de las mujeres. Si no somos violentas, nadie nos hace caso. Con mucha razón, nuestra rabia se ha ido acumulando y estalla cada vez que nos enteramos que una mujer más es asesinada.
“La violencia contra las mujeres se inicia muy temprano. Tuve amigas y conocidas que sufrieron el maltrato de novios que las agredían sicológicamente. Muchas siguieron con su pareja, como yo, porque así me enseñaron desde niña. Cuando me separé, mis padres no me apoyaron. Nunca me ayudaron. Me descubrieron cáncer en el pecho derecho, pero como fue tan agresivo, me quedé sin los dos. Las quimios las pasé todavía con mi marido para no darle el golpe tan fuerte a mis dos hijos. Permanecí casada todavía un año, pero en cuanto terminé la quimio 16, salí de mi casa y mis padres me dijeron: ‘Estas deshaciendo a tu familia’, porque la tradición dicta que el valor principal es la familia y el sustento es el marido, aunque yo he trabajado toda mi vida.
Mis padres no me apoyaron por tradicionalistas, pero mis amigas sí, en un colectivo en el que empezamos siendo tres y ahora somos 100 mujeres.
Habla la joven María Luna Flores: “Pertenezco a la Ibero, donde el nivel socioeconómico es alto. Mi familia paga 15 mil pesos mensuales de colegiatura. Ahora gritamos lo que antes callábamos y lo hacemos a raíz de esta sororidad entre mujeres y esta confianza que nos tenemos quienes nos reconfortamos y nos atrevemos a denunciar: por eso sólo hasta ahora las cifras empiezan a salir.
“Tuve la suerte de nacer en una familia feminista, pero muchísimas otras mujeres se hicieron feministas por sus circunstancias y aprendieron a defenderse. En la Ibero, contando posgrado, somos alrededor de 11 mil alumnos; la mitad son mujeres, 6 mil, más o menos. Vivo en Polanco y todos los días voy a Santa Fe. Salí del Liceo Franco Mexicano hace tres años, en 2017, y ahí pululaba el micromachismo y los chistes a costa de la mujer que a los 14 años no entiendes y escuchas de tu amigo a quien quieres. Y te ríes. En México las groserías son todas machistas y las mujeres las repetimos hasta que nos damos cuenta de lo que decimos.
“La Ibero siempre ha destacado en sus protestas –continúa María Luna Flores. Los estudiantes obligaron a Peña Nieto a encerrarse en el baño, protestaron por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, y ahora la UMA, Unión de Mujeres Activistas, organizó varios contingentes que marcharon el 8 de marzo.
“En la época de mi feminismo –dice Laura Ponte– se hizo mucho por la mujer: leyes, institutos, centros de justicia, pero nuestro gran error fue no trabajar con el hombre, porque el marido, el novio, el padre, el abuelo, el amigo siguen sin darse cuenta de que violentan a la mujer en actos y palabras. Según él, burlarse de la mujer y de su sexualidad es normal. Televisa y TvAzteca propagan el machismo, como también lo hace el teatro. A mis estudiantes les advierto: ‘Lo que tú me dices es violento’, y se sorprenden, porque esa no fue su intención. Ricardo Ruiz Carbonell, quien trabaja con hombres, sabe que muchos se creen obligados a demostrar su machismo. Algunos de mis amigos ya mayores me aclararon: ‘No sabes el descanso que sentí cuando supe que no tenía que golpear a mi mujer; lo hice porque mi papá le pegaba a mi mamá. Ahora no golpeo a nadie para demostrar que soy hombre’. Por eso digo que nos falta trabajar con el hombre…”
–¿Qué diferencia hay entre tú, María Luna, y las feministas del pasado?
–Tiene razón Laura, el machismo afecta tanto a mujeres como a hombres. A los hombres, porque los violenta y a nosotras porque nos sometemos. Al decirle a un hombre: No llores, tienes que ser macho, ejerces presión y lo haces sufrir.
Laura Ponte insiste: “Creo que es muy importante tener una voz en las instituciones gubernamentales y lograr que nos escuchen. En la marcha del domingo escogimos la violencia para hacernos visibles. Logramos salir en toda la prensa y estar en boca de todos. La crítica: ‘¡Ay, qué mal, las feministas pintaron el Ángel, vandalizaron el Hemiciclo a Juárez, tiraron vallas!’ es consecuencia del ninguneo. Al menos ahora, pueblo y gobierno reconocen feminicidios y maltratos. Antes, el silencio era impermeable. Atacar fue la única manera de reflejar nuestro enojo y gritar: ‘¡Están matando a todas las mujeres!’”

El coste de la fresa. Esclavas del siglo XXI

 
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El proceso de contratación en Marruecos busca mujeres con cargas familiares de 25 a 45 años: necesitadas y sumisas


Madrid, 10 mar. 20. AmecoPress.- El objetivo del debate que el pasado día 5 de marzo acogió el Museo Reina Sofía de Madrid fue conocer, reflexionar y entender la situación que viven las jornaleras marroquís que llegan a los campos de Huelva en las campañas de recogida de la fresa, contratadas desde sus lugares de origen. Para ello, se contó con las voces de Rahma El Basraoui, Fátima Boubkri, Pastora Filigrana García, Justa Montero y Soulaima Vázquez, quienes estuvieron moderadas por Nines Cejudo.
Las mujeres que cultivan la fresa –y el resto de frutos rojos que llegan a nuestras mesas- vienen a los campos de Huelva tras pasar un proceso de contratación en el origen, considerado un “modelo de migración ordenada” por las instituciones, pero criticado profundamente por las organizaciones. La abogada y mediadora intercultural Rahma El Basraoui explicó que se trata de un convenio bilateral entre España y Marruecos que no garantiza los derechos de las trabajadoras. Recordemos que este año han sido 20.000 mujeres las que han sido contratadas en Marruecos bajo estos requisitos.

20.000 jornaleras sin derechos

“En ningún momento las trabajadoras conocen las condiciones en las que van a trabajar, ni sus derechos”, advertía la presidenta de la Unión de Asociaciones Marroquíes de la Comunidad Valenciana y portavoz de la Plataforma de Apoyo a las Trabajadoras del Campo. El perfil que se pide para acceder a este proceso de selección es el de mujer, casada, viuda o divorciada con cargas familiares (hijos e hijas de hasta 14 años), con una edad que va de 25 a 45 años. Todo esto tiene que estar acreditado por las mujeres, que en su mayor parte no saben leer ni escribir, que se ven obligadas a ir a la oficina con sus bebes en un tiempo muy corto.
Cuando llegan a España, encuentran que el sueldo recibido no coindice siquiera con lo prometido en el convenio: les pagan 0,75 céntimos de euro por recoger una caja de 5 kg de fresas. Viven en módulos prefabricados en malas condiciones. No se les ofrece una mínima formación en castellano, como se supone exige el convenio, ni se les da una copia del contrato y, si tienen algún conflicto, no pueden cambiar de empresa. Las empresas ejercen control sobre la vida de las trabajadoras, que son aisladas del entorno social. “Si quieren bajar al pueblo, tienen que hacerlo en el coche de compañeros que a veces le ofrecen hacerles la compra a cambio de favores sexuales.”

El contexto: un sistema patriarcal y racista basado en la explotación de las personas migrantes

La abogada y activista Pastora Filigrana García contextualizó esta situación, dentro de un sistema patriarcal y racista basado en la explotación de las personas migrantes. “El fruto rojo no permite una recolección mediante máquinas; se necesitan manos”, explicó. “Recoger la fresa es un trabajo duro. Hay que arrancar el fruto uno a uno. Doblar la espalda durante horas”. ¿Quién está dispuesta a trabajar más por menos sueldo? Quienes tienen más necesidad: ellas, las mujeres racializadas. Por ello, cada año, miles de mujeres marroquíes llegan a Huelva, entre febrero y abril, para, en el microclima de los invernaderos, trabajar duramente, día tras día, hasta los meses de junio y julio.
En Huelva se produce más del 90 por ciento de la fresa de España, que se exporta a Europa, a Francia y a Alemania sobre todo. Es un negocio que mueve unos 500 millones de euros cada año, que practica una agricultura intensiva, criticada por las organizaciones ecologistas por la fuerte demanda de agua que requiere. De este negocio vive mucha gente, no solo las mujeres marroquíes, también migrantes de otros países y población autóctona. “También entre ellos tienen conflicto, agitados por la extremaderecha, que pone a la gente a competir”.
El sector se colocó en el ojo del huracán después de que una revista alemana publicase un reportaje de dos reporteras en el que se denunciaban las condiciones en las que trabajan las temporeras marroquíes en la fresa. Las cuatro mujeres trabajadoras marroquíes denunciaron al manijero por acoso sexual acompañadas por las organizaciones Asnuci y Mujeres 24 h y el activista por los derechos humanos Antonio Abad. También interpusieron una demanda laboral contra la empresa y una denuncia ante la inspección de trabajo.
“La publicación de la historia puso de manifiesto unas situaciones que las organizaciones venían denunciando durante años” aseguró Pastora Filigrana, frente a la negación de numerosos sectores y la falta de credibilidad que se le ha dado a la voz de las jornaleras.
“En el feminismo no nos estamos escuchando. Parece que la mujer blanca es la que tiene voz y de las mujeres marroquíes solo se habla para hablar del velo”, expuso Soulaima Vázquez, mediadora intercultural y activista feminista, perteneciente al colectivo Alharaca, cuyo objetivo es sensibilizar y concienciar sobre el racismo y la islamofobia. “Nos movilizamos más porque lleven velo que porque sufran una violación”, sentenció.
La activista Justa Montero profundizó en la desigual respuesta que las situaciones de injusticia generan, según afecten a unas mujeres o a otras. En 2016, los medios de comunicación se hicieron eco de una violación sufrida por una mujer en Pamplona, miles de mujeres salieron a las calles y de este modo se puso en marcha un proceso que afectó al ámbito jurídico incluso. En 2018, algún medio se hizo eco de unas violaciones que habían sufrido mujeres marroquíes en Huelva, la respuesta feminista fue pequeña, solo en algunas ciudades, y la judicatura sigue su curso ejerciendo lo que las organizaciones llaman “racismo institucional”.

“Somos muchas las mujeres feministas blancas que pensamos y sentimos de corazón que el feminismo será antirracista o no será”

“Tenemos que revisar nuestro feminismo, nuestras agendas y nuestras prácticas”, dijo Montero. “Creo que somos muchas las mujeres feministas blancas que pensamos y sentimos de corazón que el feminismo será antirracista o no será; si no articulamos respuestas en esa dirección, no habrá derechos para todas las mujeres”.
“Las jornaleras marroquís que llegan a los campos en las campañas de recogida de la fresa, contratadas desde sus lugares de origen, vienen con una idea de lo que van a vivir y luego encuentran otra cosa”, insiste Fátima Boubkri, profesional de la hostelería, activista e integrante del equipo de madres de Dragones de Lavapiés. Esta mujer, natural de Marruecos que, tras 16 años en España, lucha por visibilizar las dificultades del colectivo migrante femenino desde su experiencia en primera persona. “Tenemos que agradecer y apoyar a las mujeres valientes que levantaron su voz y denunciaron la violencia que estaban viviendo,” dijo Boubkri.
Tras la denuncia, se pusieron en marcha algunas medidas –un equipo de mediadoras, la inclusión de un protocolo de acoso y abusos sexuales en el nuevo convenio- pero “en la práctica no sabemos si esto está sirviendo para acabar con los abusos y con la impunidad”.
El coloquio, desarrollado dentro la Revuelta feminista del 8 de marzo, estuvo acompañado de una performance y un vídeo documental con testimonios que pretende colocar la reivindicación de estas mujeres en primera línea y hacerse eco de sus voces.
Foto: AmecoPress