3/21/2015

Tod@s con Carmen Aristegui



Daniela Villegas

A dos días que finalice la 59 sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW por sus siglas en inglés) diversas organizaciones feministas, que se encuentran en la sede de la ONU en Nueva York, para examinar los progresos y retos de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, hicieron eco del cese a la labor de la periodista mexicana Carmen Aristegui en su espacio noticioso en MVS por el hecho de abril un espacio conocido como Mexleaks que según postura de MVS se está usando el nombre de la empresa sin su permisoy sumaron fuerzas para rechazar el reciente silenciamiento a la reconocida informadora así como sumar fuerzas para luchar por la libertad de expresión.

En una carta entregada este 17 de marzo al embajador alterno de México ante Naciones Unidas, Juan Sandoval Mendiola, la directora General de Comunicación e Información de la Mujer AC (CIMAC), Lucía Lagunes, junto con demás organizaciones feministas, entre las cuales se encuentran la Red Nacional de Periodistas (México) y la Red Internacional de Periodistas con visión de Género señalaron que “Es inaceptable que la censura de género y el autoritarismo intenten silenciar a la periodista Carmen Aristegui Flores y a su equipo, quienes han dado voz a las mujeres y con su periodismo, contribuyen a la democratización de los medios de comunicación y de la sociedad mexicana. Democracia que hoy nuevamente recibe un golpe, al silenciar una voz profesional, independiente y crítica”.

Tal posicionamiento es coherente con las previas mesas que se han venido realizando en el marco de los 20 años de la Plataforma de Acción de Beijing en Naciones Unidas en donde se lucha por la libertad de expresión femenina y el que se aumente el número de las mujeres en los espacios noticiosos que hasta el momento es tan solo del 24 por ciento en el mundo según datos de Lucía Lagunes.

Siendo entre las principales exigencias que se impulse el periodismo no sexista así como otorgar los recursos económicos para que las periodistas puedan ejercer su profesión en condiciones de seguridad a niveles locales e internacionales.

Siguiendo el caso de la periodista Carmen Aristegui quien transmitió por última vez su programa de noticias el 13 de marzo en MVS radio y a quien el compromiso informativo, la profesionalidad y la empatía social conducen en su accionar periodístico es fundamental mencionar que sin figuras como ella junto con su equipo que buscan generar un espacio de periodismo de investigación no se conocerían casos como el de la compra de la llamada Casa Blanca por parte de la Primera Dama en donde se han visto involucrados conflictos de interés por comprar la casa a través de un contratista que hace negocios con el gobierno federal. Si en la palabra está nuestra memoria es fundamental que participemos en contra del cese de una periodista comprometida como lo es Carmen Aristegui pues es a partir de la recuperación de la palabra que se construirán los andamios de una sociedad más plural.

Estamos “rebuenas, todas”


Lo que me parece un poco extravagante, es afirmar que las mujeres no tenemos nada más por reivindicar porque ya todo está dado.

lasillarota.com

“Ustedes son lo mejor que nos ha pasado. Están re-buenas… todas…para cuidar niños, para atender la casa, para cuando llega uno, y a ver m’hijito, las pantuflitas”: Francisco Vega de Lamadrid, gobernador de Baja California, 2015.

"Es Eva, la tentadora, de quien debemos cuidarnos en toda mujer... No alcanzo a ver qué utilidad puede servir la mujer para el hombre, si se excluye la función de concebir niños”: San Agustín de Hipona, 354-430.

"Tengan sus hijos y hagan como puedan; si mueren, benditas sean, porque seguramente mueren en medio de una noble labor y de acuerdo a la voluntad de Dios... Así ven ustedes cómo son débiles y poco saludables las mujeres estériles; aquéllas bendecidas con muchos niños son más saludables, limpias y alegres. Pero si eventualmente se agotan y mueren, no importa. Que mueran dando a luz, que para eso están”: Martín Lutero 1483-1546.

“El 75% de los mexicanos ya tienen lavadora, y no precisamente de dos patas”: Vicente Fox, ex presidente de México 2006.

“Guía de la buena esposa”. España franquista.
“Las leyes son como las mujeres, se hicieron para violarlas”: Alejandro García Ruiz, ex diputado local Chiapas 2014.


“Guía de la buena esposa”. España franquista.


¿Cómo se construyen las ideas de “virilidad”? ¿Y las de “femineidad”? Esas construcciones culturales que asignan a cada sexo modos de ser,  oficios, demandas, exigencias. Cantidad de cargas simbólicas. ¿Qué pertenece a la naturaleza y qué a la cultura? Es evidente que ser mujer no tiene los mismos significados en México que en Suecia, que en Nueva Zelanda, que en un estado islámico. ¿Cómo sucede que la diferencia sexual se traduzca en desigualdad? ¿Cómo se trabajan esas condiciones de desigualdad para que hombres y mujeres podamos tener acceso a un trato respetuoso y justo en el reconocimiento y el respeto de nuestras diferencias? ¿Es cierto –como se lee con frecuencia en los alrededores del 8 de marzo- que las mujeres ya no tenemos razón alguna para reunirnos con el objetivo –también- de avanzar causas concretas que nos conciernen? ¿Es cierto que ya no hay nada más que analizar, reflexionar, trabajar?

¿Es cierto que ya no tenemos nada más que avanzar ni que lograr? ¿Es cierto que dado que en algunos medios las mujeres vivimos nuestro derecho a la educación, al trabajo, a la independencia, a tomar nuestras propias decisiones, eso significa que esas condiciones –privilegiadas- existen para todas? Y aún en esos medios –no tan vastos en un país con las profundas desigualdades que prevalecen en el nuestro-. ¿Es cierto que somos mujeres que nunca nos hemos sentido discriminadas, maltratadas, o violentadas de manera muy específica por ser mujeres?

Nadie por supuesto está obligada/o a reconocerse como feminista; nadie tampoco tiene la obligación de coincidir ni con este “ismo”, ni con ningún otro.  Es más, miles de mujeres han participado activamente en la transformación de sus circunstancias de vida, y por lo tanto de las circunstancias de vida de sus familias y sus comunidades, sin jamás elegir nombrarse “feministas”.  Lo que me parece un poco extravagante, es afirmar que las mujeres no tenemos nada más por reivindicar porque ya todo está dado. La tendencia a convertir los tan diversos –y sí- transformadores feminismos en una caricatura, es una actitud de descalificación por la vía más fácil de un movimiento internacional y amplísimo que ha aportado a la sociedad reflexiones y cambios que eran indispensables. Y que continúa y continuará haciéndolo.


“Lo que yo haría con las sufragistas”. Caricatura de principios del siglo XX contra las mujeres que luchaban por el voto femenino.
“Lo que yo haría con las sufragistas”. Caricatura de principios del siglo XX contra las mujeres que luchaban por el voto femenino.
 


¿Alguien hoy cuestionaría el derecho de las mujeres a votar? Lo damos por hecho. Es lo menos que nos corresponde, ¿no es cierto? ¿A quién se le podría ocurrir algo distinto?  Pero ni uno sólo de los avances de las causas que atañen a las mujeres ha sido graciosa y “galante” concesión. El primer congreso feminista mexicano tuvo lugar en Yucatán en 1916. El sufragio femenino en México fue un hecho en 1953.  Quienes avanzaron el largo debate por el derecho al voto fueron –sobre todo- mujeres.

En cuanto al ¿inalienable? derecho “a ser votadas”, historias recientes como la de Eufrosina Cruz Mendoza (indígena zapoteca, activista) nos prueban que en México el derecho a ser votadas puede ser obstaculizado de muy ruda manera, con todas las baterías de la más recalcitrante misoginia.  ¿Y los partidos repartiendo candidaturas (para cumplir sus cuotas de género) justo allí donde están seguros de no ganar? ¿Y las denigrantes historias de “Juanitas”, tan acomedidas y tan cómplices? Y los comentarios: “¿Querían  mujeres en el Congreso? Allí tienen a la nula, corrupta, vaga, vende patrias… de su diputada”. ¿Alguna vez han escuchado que un diputado “nulo, corrupto, vago y vende patrias”, sea cuestionado en sus neuronas, su capacidad de trabajo o sus vendimias porque es hombre? Y segurito que con estas características debe de haber más de dos.

Las virulentas reacciones contra el sufragismo y sus argumentos me parecen una manera interesante de analizar lo que ocurre hoy en las instancias de gobierno, incluidas –y es terrible- en las responsables de impartir justicia.  Así como los discursos que se manejan –más o menos velados- en amplísimos sectores de la sociedad mexicana. En su momento, las sufragistas tuvieron que luchar contra caricaturas muy parecidas a las que descalifican a los feminismos ahora. Casi palabra por palabra. El sufragismo constituía una “amenaza” para el orden social con su afán de “destruir” lugares asignados por la incuestionable “biología”. Si las mujeres votaban segurito que perdían “su femineidad”.  El voto “masculiniza”, ¿alguien ve la relación? Ya estaríamos todas bigotonas. Si los hombres les permitían votar, segurito que ellos perdían su “virilidad”.

Votar significaba anular las diferencias sexuales entre una mujer y su marido, confundir los espacios masculinos de lo público con los espacios femeninos de lo privado.  Confundir a las mujeres con temas y decisiones que no correspondían a su delicadeza, y a sus limitaciones, tan párvulas y graciosas. Descuidar al hogar y a los hijos. Votar podía ser –puesto que mezclaba los espacios y “relajaba” las costumbres- un paso hacia la infidelidad,  las conductas ninfómanas, hacia el “libertinaje” consecuencia irremediable de “ofrecerles” libertad a seres pusilánimes que no saben qué hacer con ella.  Lo más progre: “el voto femenino lo van a decidir los curas”. Había algo en las (rígidas) identidades construidas en el masculino/femenino de la época que se quebraba para siempre si las mujeres votaban. En fin, eso decían.


Recorrido histórico: la lucha por los derechos de las mujeres.

Y la valiente batalla de Eufrosina Cruz.

En 2008 Eufrosina Cruz Mendoza, originaria del municipio de Santa María Quiegolani en el estado de Oaxaca, exigió su derecho a ser candidata a presidenta municipal de su comunidad, derecho que le fue negado.

Reducir los feminismos  (sin siquiera tomarse la gentil molestia de saber de qué se tratan) a las militancias de “el odio a los hombres”, “la envidia del pene” (y miren que soy fan del psicoanálisis), el deseo de “dominar y controlar al sexo masculino”,  “la avanzada de una bola de mujeres viscerales y furiosas”, “las castradoras” (ustedes disculpen, horrible palabra), “la negación de la ‘femineidad’”, “el movimiento de las mal-cogidas” (ustedes disculpen, horrible expresión) que lo único que necesitan para “calmarse” es un “verdadero hombre”, me parece una dificultad (o incapacidad, de plano) para imaginar modos de relación, vínculos humanos que no estén inscritos en la voluntad de dominio. Como si tanto esfuerzo sólo se tratara de “voltear la tortilla”.  O domino, o me dominan.

Como una dificultad para imaginar  modos de convivencia que no estén inscritos en la lógica del “chingón”/”la chingona”. Siempre se “chinga” a alguien/o algo, el “chingón”. O “chinga”, o “se lo chingan”, ¿acaso la equidad y la negociación de lo que es justo resultaría impensable?  Ese sustantivo “chingón” y el verbo que se deriva de él,  tan inscritos en la rivalidad y en la necesidad –consciente o no- de denigrar al otro, se  utilizan en México como un halago. Como un verbo triunfante.

La “chingonería” es la reivindicación de la lógica de la voluntad de dominio. ¿Por qué imaginar que lo único que las mujeres queremos es “chingarnos” a los hombres? (¡Esta es la nuestra! ¡Duro contra ellos!) como en esas canciones espeluznantes que canta Paquita la del Barrio, a la que he escuchado catalogada como “feminista”? ¡Auch! Eso no se llama feminismo, creo que más bien se llama hembrismo. Lo que deseamos, nos conviene a todos: Relaciones equitativas. Minimizar los feminismos definiéndolos como el deseo loco y sin freno de “convertir a los hombres en seres sumisos para dominarlos”,  me parece el equivalente a afirmar que en la izquierda (y no me refiero a la izquierda de los partidos en México hoy, sino a toda una tradición de pensamiento, convicciones, activismo y acción, plagada de errores, como todo –su historia es amplísima y muy larga-  pero también de logros fundamentales), son una bola de resentidos,  violentos, oportunistas, cuya única finalidad es convertirse en “patrones”.

Si siguiéramos esta manera reduccionista de pensar el orden social,  que aliena la experiencia humana en un continuo ejercicio de la voluntad de dominio, los ecologistas –por ejemplo- lo único que querrían sería defender los bosques, para apropiárselos.  Quienes trabajan –entonces- en el apoyo a migrantes no es que defiendan los más elementales derechos humanos, sino que seguro maquinan cómo reclutarlos en masa para explotarlos en sembradíos y fábricas clandestinas.

Que el abuso de poder exista en todo colectivo humano (la familia, para comenzar con lo inmediato) no significa que sea el anhelo de abusar lo que define ni el pensamiento, ni el trabajo de gran parte de los movimientos o colectivos que defienden los derechos de las personas a vivir en circunstancias justas y en una relación con la naturaleza que se intente armoniosa. Necesitamos imaginar un mundo distinto, en donde seamos capaces de tejer vínculos más equitativos y más justos.  ¿Existen mujeres androfóbicas en los movimientos de mujeres? Es muy probable que sí, ¿por qué no existirían allí como en todos lados? También me las he encontrado en las universidades, los trabajos, la parroquia a la que asistía cuando era religiosa, los salones de belleza y mis clases de yoga. También en todos esos lugares una se tropieza con mujeres misóginas. ¿Y luego?
  
El trabajo de las/los historiadoras/es feministas.


El trabajo de las/los historiadoras/es feministas.
Los feminismos participan de este anhelo de justicia, es uno de sus motores principales: Sin las/los compañeras/os que trabajan contra la violencia –por ejemplo- es un hecho rotundo que la palabra “feminicidio” no existiría, ni las leyes contra la discriminación y la violencia hacia las mujeres, ni los centros de atención a mujeres maltratadas, ni los refugios para mujeres en situación de violencia y sus hijos. Las cifras que denuncian las realidades del feminicidio tampoco existirían. Porque cada una de esas niñas, adolescentes y mujeres desaparecidas y asesinadas flotaría en esa insoportable tierra de nadie de la doble desaparición: la que les infligieron sus secuestradores y asesinos, y las que les inflige el Estado. Como sucede todos los días.

A pesar de la intensidad de las luchas.

Soy feminista y no creo que deje nunca de serlo. Primero, por la enorme gratitud que guardo hacia las distintas olas y corrientes feministas y a las decenas de miles de mujeres que se empeñaron –contra todo- en la batalla por nuestros derechos más elementales. Con qué naturalidad vivimos –desde ciertos medios- nuestros  relativamente recientes derechos. Pero millones de mexicanas no tienen acceso  a esos mismos “derechos”. Me dirán que millones de mexicanos tampoco, y es cierto, los feminismos no excluyen ninguna otra forma de activismo, lo que está comprobado, es que el ser humano más pobre, más violentado y marginado en el más pobre de los municipios más violentados y marginados, es una niña, una adolescente o una mujer.  Segundo: Soy feminista porque aunque mi anhelo sea tan distinto a la realidad que constatamos todos los días, no creo que me alcance la vida para encontrar ese punto en el que los feminismos me parezcan innecesarios.

Los feminismos (las mujeres y los hombres que los construyen) recuperan y guardan la memoria de las mujeres. Sus escritos. La participación femenina –silenciada- en los momentos históricos más importantes. Recuperan el pensamiento femenino que ha atravesado los siglos. La literatura, el arte creados por mujeres. La presencia femenina en los distintos espacios. Las asociaciones que integran los feminismos ofrecen talleres de sexualidad, acompañan a las mujeres violadas, demandan guarderías. Recuperan liderazgos históricos y promueven la formación de nuevos liderazgos. Participan en la reivindicación de derechos laborales. Inciden en los cambios en la ley y en las maneras de impartir justicia. Trabajan por el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo,  y a elegir libremente si quieren o no ser madres, y de cuántos hijos/as quieren y pueden ser madres.


Reivindican la valorización social del trabajo doméstico -negado, oculto- y la urgencia de compartirlo. Trabajan para apoyar la creación de ciudadanía y los procesos de toma de conciencia de otras mujeres, procesos de aprendizaje que siempre son de ida y vuelta, por supuesto. Los feminismos analizan desde el activismo y desde la academia las razones y sinrazones que han contribuido a las desigualdades entre los sexos, desigualdad atravesada por otras desigualdades: raciales, étnicas, de clase. Los feminismos defienden la libertad de cada ser humano de amar y desear a quien ame y desee en el contexto de las relaciones consensuadas. Los feminismos  cuestionan– como la gota que horada la piedra- los estereotipos que nos restringen a hombres y mujeres como en camisa de fuerza.


 


No descalifiquemos a ciegas. No caricaturicemos sin asomarnos tantito a los contenidos de una palabra que a veces se agita como un espantajo. El feminismo no es el equivalente del machismo. Y escribo lo anterior, no porque las feministas seamos seres frágiles y de pielecitas muy delicadas (lo que también seguro somos a nuestras horas, como todo el mundo) y me inquiete muchísimo proteger nuestros ombliguitos, sino porque ridiculizar y reducir a los feminismos, es hacerle el caldo gordo a quienes creen, defienden e imponen una lógica de poder nutrida en el abuso y la legendaria “supremacía del más fuerte”.  ¿Hacia adentro de los feminismos también se dan estas lógicas de poder de tradición tan masculina y allí la ejercen mujeres? Sin duda, y hay que cuestionarlos y erradicarlos. Pero está claro que los feminismos no son espacios de carmelitas descalzas, y hasta en ellos –seguro- se cuecen habas.

Los feminismos no “excluyen a los hombres”, construyen con ellos y cuando es necesario, a pesar de ellos. Pero los feminismos construidos –sobre todo- por mujeres también trabajan e imaginan el futuro, a pesar de cantidades de mujeres capaces de defender hasta la ignominia el estatus de subalternas. La posición de ciudadanas de segunda. La negación de los derechos más elementales: “Si le desaparecieron a su hija fue porque usted no supo ser una buena madre, ¿por qué no la cuidó señora?”, “si mi hijo corrige a mi nuera/nieta será porque se lo merece”. “Regrésate con tu marido que a nuestra familia no la deshonra una divorciada”. “Para qué quieren anticonceptivos, mejor que dejen de andar de zorras”.

La misoginia no es –sólo- un asunto de cuerpos (hombre/mujer), aunque se trata muchísimo de la manera en la que se  aprehende, interpreta y jerarquiza la diferencia entre los cuerpos.

La diferencia sexual.

Mapas mentales a transformar.

No, los feminismos no son discursos  rudimentarios, ni acciones viscerales y a rajatabla. Son reflexiones, acciones cotidianas, debates, negociaciones, esfuerzos articulados por proponer y llevar a la realidad maneras más justas de vivir para todas/os dentro de una ética de la igualdad en las diferencias.

Y del inalienable derecho a la integridad física y emocional, a la dignidad y a la vida.


(Discúlpenme por no dar el crédito a quien tomó la foto, pero no lo encontré).
(Discúlpenme por no dar el crédito a quien tomó la foto, pero no lo encontré).
 

Ser mujer y la indiferencia


Palabra de Antígona

  Sara Lovera


Nueva York, 16 mar. 15. AmecoPress.- Funcionarias y organizaciones civiles llegaron a Nueva York con el ánimo de evaluar y celebrar los 20 años de la Plataforma de Acción de Beijing. Me explico: una reunión especial en la ONU del 9 al 19 de marzo, para ver si hubo adelantos en la igualdad de mujeres y hombres; si las políticas de los gobiernos propiciaron esos adelantos o hicieron lo que les correspondía. Si por fin podríamos hablar de cambios culturales o perspectivas claras para acabar con la discriminación y los prejuicios; si se invirtió en empoderar económica y socialmente a las mujeres.

A la gran manzana se llegó con el ánimo de celebrar. Inocentemente me imaginé que vendrían algunos jefes o jefas de Estado; pensé en actividades colectivas y bien organizadas, incluso para la denuncia o la protesta. Lamentablemente nada de eso ha sucedido. Las delegaciones de alto nivel, de los ejecutivos o las cancillerías, los ministerios de la mujer son muy importantes, pero esta vez han estado dispersos.

Pensé que en el pleno, ahí donde hablan los representantes de los países, se haría una evaluación, una rendición de cuentas. Pero nadie ha podido hacer eso, el tiempo para hablar ha sido de 8 o 9 minutos acotados, las palabras interrumpidas y las sesiones de larga duración como para dormirse. Tampoco el formato de esos discursos ha permitido el debate.

Creí que sí habría discusiones para ver si avanzamos en asuntos fundamentales como la vida de las mujeres, la mitad de la población; sobre la salud ligada a su condición femenina; si ahora podríamos celebrar que nuestro trabajo aporta al capital, con claridad, mucho más de lo imaginado, considerando que en 20 años se han afinado los mecanismos de medición de esas contribuciones.

Por ejemplo en México el trabajo de las mujeres aporta el 21 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). No hablo del trabajo en la fábrica o en el campo, sino del trabajo que realizan las mujeres para las y los otros hoy llamado “del cuidado” para la ancianidad, niñez y familia, supliendo con amplitud las obligaciones de los gobiernos. En fin, creí que el interés de muchos grupos de mujeres por venir, tenía que ver, realmente, con una gran jornada de reflexión y evaluación.

Nada de eso. Es posible que quienes están en mesas redondas, foros, con sus trabajos, están haciendo evaluaciones, pero particulares o parciales. Como la mesa que organizó el Gobierno mexicano para contarle al mundo que somos vanguardia en la cuestión de los presupuestos con perspectiva de género, es decir, considerando recursos para programas destinados con toda racionalidad para estimular el progreso, la salud, las capacidades o el desarrollo político, social o cultural de las mujeres.

Yo creo que ese es un gran avance. Sin duda. Pero en esta reunión eso es un lujo que no tiene impacto en un modelo de discusión donde este tipo de experiencia pudiera valorarse, porque toda la metodología y las participaciones han generado un proceso atomizado. Hay que decidir a qué mesa, grupo, presentación o reunión se va, y si es de interés particular, pero esto no es una asamblea de las Naciones Unidas. Es un gran foro, donde se oye o ve lo que se quiere, avances y emociones frescas o quejas y peticiones.

Las mujeres viven violentadas en todo el mundo y es el gran pendiente. Es una cuestión que requiere medidas muy serias y aterrizajes en políticas muy profundas, además de un análisis a la luz de la crisis de un sistema que todo lo resuelve con el uso del poder. No hay una discusión al respecto, como debería hacerse.

Tampoco entre las feministas que llegaron aquí, también, sin un horizonte más allá de qué decir y sostener para que se las vea, se las considere, se las financie, o se las tome en cuenta. Como a muchos gobiernos, que se les reconozca como las manos ejecutoras de los adelantos, en parte con cierta realidad. Pero tampoco nada trascendente en esta reunión.

En sentido contrario, tampoco se evalúa que significaron para las mujeres las guerras sucesivas en las últimas dos décadas, ni el crecimiento de las tendencias fundamentalistas y religiosas, los atrasos culturales, la falta de movilización de las mujeres, el efecto concreto de la pobreza y la desigualdad; la impunidad sobre la violencia contra las mujeres en países llamados democráticos, etcétera. La tibia declaración política hecha en el secretariado general.

No hubo forma hasta hoy de valorar aportes o atrasos. De México, por ejemplo, las mujeres organizadas, están más apuradas por establecer una relación con el gobierno, que para ofrecer una evaluación. La Plataforma de Acción hizo en 1995 recomendaciones para la sociedad civil y para el sector empresarial. Hubiera sido interesantísimo conocer qué han hecho las empresas globales con los derechos laborales, sociales y reproductivos de las mujeres.

Nada de eso. Sólo escuché, y más bien tímidamente, reclamos al gobierno, o sea, una visión patriarcal que responsabiliza únicamente a individuos ejecutivos o individuas sin analizar el contexto, con una mirada estrecha. Por ejemplo en el tema sustantivo de lo que reproducen y difunden los medios de comunicación. Me hubiera encantado un análisis del efecto de los medios en la vida de las mujeres.

En el informe resumido de México (solo 31 cuartillas), el capítulo más pobre es el de los medios de comunicación, entre otras cosas porque no hay estudios de audiencias ni mediciones serias; y por otro lado tampoco se caracterizó la evolución de la tenencia de los medios, los grupos que los detentan; el capital que mueven, sus relaciones históricas con los distintos poderes.

Nada de eso. Sólo se analizó por encimita si las mujeres los dirigen o no, y sin análisis, se habla de las y los periodistas que en México son afectados y hasta asesinados para limitarles su derecho a la libre expresión. En pocas líneas podría haberse planteado esta connivencia del poder patriarcal y los medios.

En fin, lo de la salud desde las ONG también, sus indicadores son los datos publicados por los medios. Es decir pobreza de discusión y análisis por todas partes, y tampoco he visto, hasta ahora, coraje, dedicación, fortaleza para mostrar la condición social de las mujeres, 20 años después, desde el inicio de un largo camino para cerrar brechas, en lo económico, social y político entre hombres y mujeres.

No sé porque fue así. No entiendo. Estuve indagando si en alguna parte de la ONU me informaban qué se hará con las propuestas, exposiciones, discusiones, opiniones y mesas redondas. Me parece que no se sistematizará, al menos lo que aquí ha sucedido durante 5 días.

Veremos si las reuniones técnicas sí tienen algún fin.

Los adelantos y los pendientes se tendrán que ir indagando. Pienso que el formato que se implementó para atomizar los contenidos en esta reunión que terminará el próximo jueves, no ha sido inocente. Es probable que la evaluación sea esa: no discutir, porque finalmente el asunto de las mujeres no importa a quienes detentan el poder en todas partes, salvo que somos nosotras/ellas necesarias para mantener al sistema, fundamentales para sostener la producción y contener a la sociedad. El pilar de la familia, como se repite en los discursos. Pero ya no podemos esperar.
Foto: Archivo AmecoPress.

Luz María rescata el pasado para exigir un cambio en el presente

ENTREVISTA
   Ex guerrillera relata parte de su lucha en demanda de justicia



Luz María Aguilar Terrés, integrante del grupo “Los Guajiros” de la guerrillera Liga Comunista 23 de Septiembre (LC-23), interrumpió parte de su vida cuando la Policía Federal irrumpió en su casa en enero de 1972 para buscarla.

El terror al que fue sometida su familia los supo mucho tiempo después cuando dejó de ser perseguida política, y pudo volver a su casa.

Aguilar Terrés es una de las mexicanas que participó activamente en la guerrilla mexicana; de las pocas mujeres que sobrevivió a la Guerra Sucia –periodo de represión militar y política que emprendió el Estado mexicano contra los movimientos opositores que surgieron durante los años 60 y 70– y de las personas que sigue exigiendo justicia por los crímenes del pasado.

Para que no se perdiera su historia y la de sus compañeras (muchas de ellas caídas o desaparecidas), “Ana” –seudónimo adoptado en los días de lucha clandestina– recopiló testimonios y textos que dan cuenta de la participación femenina en los movimientos armados socialistas, y que cobran vida en “Guerrilleras”, libro de reciente publicación.

Una pequeña parte de la historia de Aguilar Terrés está en el libro, la otra la cuenta a Cimacnoticias esta “romántica revolucionaria”, como ella misma se define.

Luz María comenzó a involucrarse en los movimientos socialistas siendo estudiante en una de las preparatorias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Durante el movimiento estudiantil de 1968 fue brigadista y representante ante el Comité de Lucha.

“El movimiento del 68 fue una escuela de aprendizaje porque nos encontramos varias y varios  compañeros que teníamos familias con esa misma ideología, además de las brigadas mediante las que informábamos al pueblo de lo que estaba pasando, formábamos círculos de estudio; cuando te sientes parte de un movimiento te cambia por completo la forma de ver el mundo”, recuerda.

Al comenzar su militancia política, ella vivía convencida de que “el movimiento obrero iba a cambiar el mundo”,  por lo que participó activamente en la redacción de un periódico independiente en el que se explicaban conceptos marxistas como “plusvalía” o “enajenación”.

“Íbamos a las fábricas y esperábamos la hora de la comida de los obreros, les repartíamos el volante y platicábamos con ellos, logramos formar una o dos células de simpatizantes”, relata Luz María.

En esos años conoció a su pareja sentimental y padre de sus hijos, a quien por muchos años identificó únicamente como “Raúl”, pues debido a las medidas de seguridad impuestas no era posible identificarse con los nombres verdaderos.

A los 18 años de edad, ella ya tenía en claro que su vida la dedicaría a combatir las injusticias del sistema y a relacionarse con los movimientos sociales. Esa convicción la llevó a estudiar por las mañanas Economía en Ciudad Universitaria.

“Me casé cuando entré a la universidad; mi esposo tenía los mismos ideales que yo y nos acompañábamos en los movimientos. Por la mañana estudiaba y las tardes las dedicaba a la agitación política, vivíamos en casas de seguridad cuando nos integramos al Frente Urbano Zapatista (FUZ), donde aprendí a usar armas de fuego”, rememora.

Para 1971, Luz María  y su pareja se integraron al movimiento “Los Guajiros” de la LC-23, guerrilla del estado de Chihuahua encabezada por Diego Lucero Martínez.

Al igual que el resto de sus compañeros, Luz y su pareja dormían en catres de lona, y compartían las escasas sillas y los alimentos.

Ese año, ella y sus compañeros planeaban el siguiente movimiento en Chihuahua, donde simultáneamente asaltarían tres bancos con el objetivo de conseguir dinero para el movimiento.

En tanto, la joven militante esperaba el nacimiento de su hija, que ocurrió en diciembre de 1971, sólo un mes antes de que Diego Lucero fuera ejecutado extrajudicialmente.

ENERO DE 1972: TRIPLE ASALTO

El 15 de enero de 1972, “Los Guajiros” asaltaron tres bancos de la ciudad de Chihuahua. En la acción perdieron la vida Avelina Gallegos, “Natalia”, y Mario Pérez, “Oscar”.

Diego Lucero, Asunción Carrillo, “Ramiro”, y Juan Gilberto Flores, “Gaspar”, lograron escapar, pero fueron detenidos y posteriormente asesinados por órdenes el entonces gobernador, Óscar Flores Sánchez.

Luz María se enteró de lo sucedido en Chihuahua siguiendo las noticias. “Mi pareja iba a ir al triple asalto de Chihuahua, pero le dijeron que no porque yo estaba recién parida, así que nos quedamos con la misión de vigilar las casas de seguridad.

“Como medida de seguridad establecimos –antes de la acción– que si capturaban a alguien, se tenía que aguantar al menos 24 horas para poder sacar las cosas de las casas de seguridad y poder huir; yo en esa entonces vivía en casa de mis padres porque acababa de nacer mi hija.

“Cuando nos enteramos de lo sucedido, salimos de la casa con lo que pudimos cargar; yo dejé a mi hija (en el hogar paterno) mientras llevaba las cosas a otro lugar, pero ya no me dio tiempo de volver por ella; los abogados nos aconsejaron que no volviéramos.

“En su ropa, Avelina tenía la nota de una tintorería; así ubicaron las casas de seguridad y empezó la persecución; a mi casa llegaron los (policías) federales, espantaron a mi familia y revolvieron todo lo que estaba adentro de mi casa.

“Fuimos perseguidos (ella y su esposo) e íbamos de una casa a otra; vendimos libros para poder sobrevivir. Un día fui a buscar a mi hermana pequeña a la salida de la secundaria; la pobre temblaba cuando me vio, pero así fue cómo pude contactar a mi familia y acordar que ella me llevaría a mi hija”.

Por varios meses no pudieron establecerse en un lugar fijo, les tomó años reconstruir su vida y dejar de ser personas “non gratas” para el gobierno.

A sus más de 65 años de edad, Luz María sigue convencida de que un cambio social es posible, y por ello se empeña en rescatar la historia del pasado para exigir un cambio en el presente.
  


CIMACFoto: César Martínez López
Por: Anaiz Zamora Márquez
Cimacnoticias | México, DF.- 

BEIJING + 20: Con ser mujer y estar (en los medios) no basta

"La falta de acceso de las mujeres a la generación de contenidos y a la toma de decisiones en los medios, la difusión de contenidos estereotipados y cierto analfabetismo digital siguen predominando fuertemente en la región"
 

Buenos Aires, 03 mar. 15. AmecoPress/SEMlac.- Pasaron 20 años de la Declaración y Plataforma de Beijing, un plan que trazó compromisos sobre 12 esferas de especial preocupación en las vidas de las mujeres, entre ellas la Plataforma J sobre Mujer y los medios de difusión.
Allí se propuso "aumentar la participación y el acceso de las mujeres a expresarse y tomar decisiones en y a través de los medios y las nuevas tecnologías de la comunicación" y "promover en los medios una imagen balanceada y libre de estereotipos de la mujer".
Después de todo ese tiempo, las mujeres sí están en los medios. Pero, ¿con ser mujer y estar en los medios, alcanza?
No, no basta con "estar". Sucede que los objetivos estratégicos de la Plataforma J están formulados desde un "feminismo liberal, que implica sumar mujeres a espacios donde no están de modo igualitario al de los varones", refirió la reconocida docente e investigadora, Claudia Laudano.
La Plataforma J posee postulados muy generales para poder evaluar cambios en las distintas áreas y las dimensiones que implica, continuó Laudazo.
"Si bien puede evaluarse satisfactoriamente el querer equiparar a las mujeres, existe una distancia inconmensurable entre plantear que las mujeres se expresen a través de los diferentes medios existentes en la actualidad a tomar decisiones en ellos", agregó.
"Además, los estudios académicos específicos que existen son parciales, sobre todo a nivel de la ’toma de decisiones’ por parte de mujeres en medios tradicionales. Porque esto no garantiza una perspectiva de género en el enfoque de los contenidos".
Según señala el Documento Regional de la Sociedad Civil Beijing+20 sobre América Latina y el Caribe, de febrero último, la Plataforma J es la menos atendida por los gobiernos y la que acumula más deudas pendientes.
"La falta de acceso de las mujeres a la generación de contenidos y a la toma de decisiones en los medios, la difusión de contenidos estereotipados y cierto analfabetismo digital siguen predominando fuertemente en la región", apunta el informe.
Remarca, además, que algunos países han avanzado en leyes por la igualdad, pero "no ocurre lo mismo en acciones o políticas públicas destinadas a incorporar a personas con formación en género en las áreas de decisión y/o de producción de contenidos (…) en la pirámide de las empresas y medios de comunicación, son mayoritariamente varones quienes deciden qué se publica o difunde y cómo".
Dos décadas son suficientes para hacer un balance e interrogar qué tan lejos se está de aquel "periodismo de decoración", como definió a las periodistas de TV, hace más de 10 años, la comunicóloga Adriana Amado Suárez, en su libro La Mujer del medio.
Por entonces, muchas de esas periodistas comentaban el precio de la canasta familiar o asentían con gestos cada vez que su compañero comentaba sobre política o economía.
El informe de la CEPAL indica que, actualmente, la conducción de los noticieros televisivos es compartida por hombres y mujeres y "ya no solo los varones toman los temas considerados relevantes, como economía o política partidaria".
Pero, se observa que las conductoras no poseen formación en género y así, por ejemplo, los temas de violencia de género no son tratados adecuadamente.
En cuanto a presencia de mujeres en coberturas sobre crímenes o violencia, Argentina presenta el índice regional más alto del informe de Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC, por sus siglas en inglés).
Ellas representan en Latinoamérica el 24 por ciento y en las noticias argentinas el 37 por ciento, lo que puede ser un indicador de la presencia en la agenda mediática de las violencias de género.
Pero la presencia del tema no garantiza un correcto encuadre, ya que el primer monitoreo sobre violencia de género en televisión del Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión concluyó que los noticieros argentinos "tienen en agenda la violencia de género, pero no la posicionan como un problema social, la consulta a fuentes especializadas es escasa, la mayoría de las noticias carecen de un enfoque de género y de derechos humanos y tienden a justificar el maltrato y al agresor".
En cuanto a las nuevas tecnologías de comunicación, también se presentan como un norte de oportunidades y desafíos. Laudano explicó que, con el desarrollo vertiginoso de las nuevas plataformas comunicacionales, "distintos sectores del movimiento de mujeres, así como mujeres muy diferentes, de modo individual o grupal, han generado una apropiación interesante de estas nuevas TICs, con las cuales producen, circulan y reproducen información variada y de forma creativa para sus propios intereses".
Pero ¿qué tanto pusieron los gobiernos para hacer de las nuevas tecnologías una herramienta democrática? Según la CEPAL, puede aseverarse que para los gobiernos no es prioritario fomentar su uso efectivo.
"Los programas de formación y capacitación en tecnologías de la información y la comunicación son muy recientes en todos los países, existen pocos datos sobre la participación de mujeres y niñas en ellos y hay pocos estudios y evaluaciones sobre sus resultados", señala CEPAL.
Hay algunos esfuerzos en capacitación de mujeres adultas realizados por organizaciones de la sociedad civil, a la vez que en los últimos años en Argentina, Bolivia y Venezuela se han aprobado leyes de protección integral contra la violencia de segunda generación que incluyen las figuras jurídicas de violencia simbólica y violencia mediática.
Juventud-belleza-delgadez
En cuanto al objetivo de "promover en los medios una imagen balanceada y libre de estereotipos de la mujer", se puede afirmar que la cultura/industria de los medios sigue fomentando la tríada: juventud-belleza-delgadez. Dentro de los medios, la publicidad potencia los estereotipos que se reproducen en consenso con las audiencias.
En las publicidades, quienes compran jabones para lavar son mujeres, las menstruaciones logran en las mujeres reacciones similares a las de Linda Blair en El exorcista. Pero también se observan publicidades que muestran a padres ocupándose de los pañales y mujeres ejecutivas que parecen dueñas del universo, y esto último también es un estereotipo para evaluar.
"Los estudios académicos sobre la producción discursiva respecto de las mujeres y lo femenino son parciales (limitados a algunos casos) y, en general, no pueden dar cuenta de manera global de los cambios ocurridos en 20 años, ni siquiera en el ámbito acotado de las publicidades. Este es un sector especial, porque desde el interés del lucro muchas veces incorpora cambios significativos en la vida de las mujeres y promueve incluso productos que ayudarían a tales transformaciones", reflexionó Laudano.
Sin embargo, la investigadora observa que hubo un crecimiento en el sector publicitario, "una ampliación del espectro de imágenes de mujeres que se muestran en las últimas décadas", a la vez que advierte un incremento en "la exhibición de imágenes erotizadas de mujeres, jóvenes y niñas. Es decir, que, el imaginario (hetero)sexual se ha movido, con mayor rango de registros, aunque algunos de ellos sobredimensionen los aspectos del cuerpo y el erotismo".
En este contexto, el Estado argentino creó espacios institucionales donde se puede reaclamar contra mensajes estereotipados. Así, por ejemplo, el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión recibió solo en el primer semestre del año pasado 240 reclamos por parte de la ciudadanía con resultados concretos.
Sin embargo, Laudano observa que frente a otros reclamos reiterados hechos a empresarios consagrados de las industrias audiovisuales, no ha ocurrido nada y no se sabe por qué.
La investigadora también propone observar la producción por parte del Estado, que "facilitaría figuraciones nuevas para el imaginario de género. En este sentido, falta analizar aún, con criterios rigurosos, qué ha ocurrido al respecto en estas décadas en los medios públicos. Es decir, donde la producción es responsabilidad exclusiva del Estado"
Por un trato igualitario y equitativo
El 8 de marzo, la WACC dará a conocer un documento sobre obstáculos y propuestas para lograr una representación equitativa y sin estereotipos de las mujeres en los medios. En este se advierte sobre "la persistencia de una concepción patriarcal que permea la sociedad civil, al Estado y los medios de comunicación".
Por su parte, Marcela Gabioud, vicepresidenta de WACC AL en representación del Comité ejecutivo de América Latina, subrayó que se "han incorporado algunos cursos y seminarios optativos, en algunas carreras de comunicación o terciarios de periodismos, sobre perspectiva de género. Pero, al no estar incluidas en la currícula obligatoria de las carreras relacionadas a la comunicación, resultan insuficientes para modificar el modo de abordaje y representación de las mujeres, en general de las y los periodistas".
Gabioud también enfatizó que es necesario incluir la perspectiva de género o el abordaje sobre derechos humanos en las currículas de las carreras de comunicación y además se debe "exigir que el Derecho a la Comunicación sea básico para garantizar un trato igualitario y equitativo hacia las mujeres, al tratarse de una concepción amplia del Derecho de la Humanidad y que permitiría el acceso, en tanto productora, como difusora y sujeta de la comunicación".
Foto: Archivo AmecoPress.

Es urgente frenar la violencia política contra las mujeres en México


59 Sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU

Sara Lovera


Nueva York, 15 mar. 15. AmecoPres/SEMlac.- En la mañana de este 12 de marzo, la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres de México, Lorena Cruz Sánchez, anunció que solicitará a la procuradora general de la República, Arely Gómez, que investigue el asesinato de Aidé Nava González, precandidata a la alcaldía de Ahuacuotzingo, Guerrero.

Este asesinato causó irritación en todas las mexicanas que están aquí debatiendo sobre los derechos de las mujeres en la ONU y generó reacciones en cadena en los espacios de mujeres latinoamericanas que no tienen, como en México, la paridad electoral.
El anuncio de Lorena Cruz Sánchez -que primero se hizo ayer en México-, respondió a la demanda de organizaciones civiles para que el Inmujeres abandere la demanda ante el gobierno federal y los gobiernos locales de dar seguridad a las mujeres que participan en los procesos electorales y accedan a los espacios de toma de decisiones.

Durante la reunión matutina de la delegación mexicana en la 59 Sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU -con motivo del 20 aniversario de la Conferencia de Beijing, realizada todas las mañanas en la misión mexicana-, el tema fue ampliamente debatido.

Lorena Cruz Sánchez señaló que la protección y seguridad de las candidatas es propio de un sistema democrático, por lo que calificó el asesinato de la precandidata del Partido de la Revolución Democrática (PRD) como una barbarie inaceptable y que no pude dejarse pasar en silencio, como en ningún otro caso, no importa a qué partido político pertenezcan las precandidatas.

Durante una reunión ministerial para examinar el avance y el recuento de la operatividad de los ministerios, secretarías o institutos de las mujeres, también hubo una reacción de indignación, según relató la senadora Lucero Saldaña, quien se sumó a la delegación mexicana ayer por la noche.

Lorena Cruz solicitará además medidas precautorias para todas las candidatas que participarán en las elecciones de junio próximo, por considerar que el asesinato de Nava González en Ahuacuotzingo, Guerrero, debe ser condenado por todos los sectores y todas las mujeres del país.

En la reunión matutina de la delegación oficial, a la cual se suman las mujeres del movimiento feminista, la senadora Lucero Saldaña dijo que en el senado mexicano existe una iniciativa para prevenir la violencia política, pero que no se ha discutido, a pesar de que hace meses se había acordado de cara a las elecciones de 2015. Dijo que la violencia política se suma a todas las violencias contra las mujeres que frenan su desarrollo y participación.

En la reunión, Lourdes García, promotora del informe sombra sobre los adelantos de Beijing, anunció que este 12 de marzo, en el cacus latinoamericano, las mexicanas llevarán un pronunciamiento porque ese asesinato es el anuncio de un proceso de inestabilidad que podría desencadenarse durante las próximas semanas en que se irá desarrollando el proceso electoral en México.

Por su parte, Teresa de Jesús Mendoza Rivera, de San Luis Potosí, recordó que hace unas semanas asesinaron a una dirigente local del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y demandó medidas de seguridad para las mujeres que participarán en las listas electorales este año hasta en 50 por ciento, según mandata la Constitución de la República.

Estos hechos, agregó, ya han generado miedo en las precandidatas de todo el país, por lo que es necesario parar la violencia.

Es importante señalar que Bolivia ya cuenta con una legislación de prevención de la violencia política y se impulsa en Uruguay y otros países donde la cuota de participación política de las mujeres ha significado un crecimiento considerable de bancadas femeninas en la región.

La violencia, se dijo aquí, es contraria a los avances que en representación política y participación electoral se han tenido de manera significativa en la región latinoamericana.
Foto: Archivo AmecoPress.

Por qué muchas indígenas se resisten a algunas corrientes feministas?



“Yo no me considero feminista. No es odiando a los hombres que vamos a resolver nuestros problemas. Cómo voy a rechazar a mi padre sólo porque es varón. Si él es a la persona a quién más amo”, comenta una postgraduada indígena maya contrariada cuando se le pregunta sobre si ella es feminista o no.

Esta es una reacción compartida por muchas mujeres indígenas cuyos procesos de profesionalización no lograron configurarlas completamente como individuos autónomas (occidentalizadas).

Las diferentes corrientes feministas, planteadas únicamente como teorías autonomistas, o políticas antipatriarcales, y no tanto como concepciones metodológicas para la construcción comunitaria de nuevos conocimientos eco interculturales (epistemologías), continúan siendo occidentales. Por ello, sus categorías de compresión y de análisis de la realidad, específicamente de las relaciones de poder, son esencialmente euronorteamericanas. Centradas exclusivamente en el sujeto (actor) individual desligado, armado de su libertad y autonomía. Con dichas categorías se puede analizar y comprender sociedades (donde prima el individuo sobre el interés comunitario), más no comunidades (donde el interés comunal prima sobre lo individual).

Esta promoción de la supremacía del interés individual sobre lo comunal colisiona con la lógica indígena de la interdependencia (interrelación) que rige no solo la vida de la comunidad humana sino también de la comunidad cósmica. En la filosofía occidental el sujeto pleno es el individuo autónomo. En las filosofías indígenas la felicidad consiste en la interrelación equilibrada en la comunidad humana y cósmica. Por ello, para diferentes corrientes feministas la complementariedad entre varón y mujer es vista como un vicio, pero para las mujeres indígenas es una virtud porque la plenitud es “con el otro” (equilibrio). Esto no es heteronomía (dominación), ni autonomía, sino ontonomía (interrelación complementaria sentipensante). Yanantin, diríamos los quechuas.

Otra dificultad que encuentran algunas corrientes feministas en los diferentes mundos de mujeres indígenas es la desacralización del cuerpo y de su función reproductiva. Por el predominio del eros sobre ágape, en la gestión corporal que hacen o explican dichas corrientes, anulan la dimensión espiritual-mística del cuerpo humano y lo reducen a un simple campo de disputa de poder, desligado de la comunidad cósmica. De este modo, el hedonismo termina por vaciar, no sólo estructuras axiológicas comunales, sino el sentido ecoespiritual del ser humano como la materialización más próxima de la identidad y conciencia de la Pachamama.

No es sólo el individualismo metodológico y el antropocentrismo euronorteamericano de las corrientes feministas lo que alienta la apatía de muchas mujeres indígenas, sino también, en la medida que algunas indígenas se adentran en los círculos feministas, aquellas se dan cuenta que “algunas” mujeres son más iguales que el resto de las mujeres. Especialmente cuando aquellas son feministas tituladas, blancas y ricas.
Los privilegios de clase y la rentabilidad del capital de la blanquitud son realidades cotidianas reproducidas por muchas teóricas o “intelectuales” feministas frente a las otras. Así como el marxismo (por ser hijo del occidente) anuló la diversidad identitaria de los sujetos revolucionarios, y aún no asume a los pueblos indígenas como actores sociopolíticos plenos, así también los feminismos, centrados en la meritocracia y la filosofía occidental, explícita o implícitamente se niegan a reconocer a mujeres o colectivos indígenas como actoras auténticas de sus procesos de emancipación integral.

El marxismo y el liberalismo se autoproclamaron tutores de los pueblos indígenas (no ciudadanos), así también algunas compañeras, en su intento de liberar a las mujeres subalternizadas, terminan definiendo lo que es bueno y malo para todas las mujeres, como si todas fuesen occidentales, sin contemplar no sólo la diversidad de racionalidades que rigen la vida de los pueblos, sino anulando también las epistemologías diferenciadas.

El feminismo, en su sentido amplio, es una propuesta epistemológica de liberación del dominio del colonialismos, occidentalismo, patriarcalismo, clasismo, racismo y especismo. Por ello, el ecofeminismo se constituyó (en un determinado momento) en un método de liberación para la Madre Tierra presa de la devastación del sistema-mundo-occidental. Pero, infelizmente muchas corrientes feministas, presas del paradigma de la simplicidad antropocéntrica, que sacrifica el todo por concentrarse en las partes, se han abocado únicamente en la autonomía, derechos sexuales, cuotas biológicas de poder para la mujer, etc.

Varones y mujeres estamos permeados por el machismo, y lo reproducimos en diferentes grados, pero no todos/as estamos dispuestos a asumirnos, ni nos asumiremos, como individuos, autónomos, desligados de la comunidad humana/cósmica. Urge desoccidentalizar los feminismos y repensarlos dentro del paradigma de la ecointerculturalidad si acaso deseamos hacer del feminismo un aporte para la liberación de la Madre Tierra y de la humanidad.

Presidenta Observatorio Contra el Acoso Callejero: “Es un avance que se reconozcan violencias invisibilizadas”


Entrevista a la dirigenta del OCAC en Chile
El Desconcierto

La organización dio un gran paso al presentar un proyecto de ley que, por primera vez en Chile, tipifica como faltas y castiga los delitos de agresión sexual en el espacio público. La iniciativa alcanzó el apoyo de diputados como Vallejo, Boric, Sabat y Rubilar.


Durante el pasado martes, fue ingresado al Parlamento el proyecto de ley “Respeto callejero“, que tipifica faltas y castiga delitos de agresión sexual en el espacio público. La iniciativa tiene su origen en las discusiones y denuncias vinculadas al acoso sexual callejero y acaparó apoyo transversal entre los diputados.
En entrevista con ElDesconcierto.cl, la presidenta del Observatorio Contra el Acoso Callejero, María Francisca Valenzuela, comentó algunos aspectos del proyecto y del avance en la discusión que hoy ya está instalada en el Congreso Nacional.
Hace un poco más de un año partieron con la instalación y denuncia de este tema y hoy ya están ingresando el proyecto de ley de respeto callejero al Parlamento. ¿Cómo evalúan este camino recorrido?
Estamos muy contentas porque hoy ingresó el proyecto de ley con apoyo transversal, con diez diputados y diputadas que participaron de esta iniciativa. Es un tremendo avance el que ya se reconozca que hay tipos de violencia que son invisibilizadas y aumentar el compromiso de la seguridad ciudadana… Se dio todo súper rápido, pero era un problema que estaba ahí, muy pujante, era evidente.
El proyecto que hoy presentaron tipifica algunas faltas y sanciona algunos delitos que no se contemplaban, como agresiones sexuales. Sin embargo, no sanciona el piropo como tal, como hoy argumentan algunos.
Lo que pasa es que nuestra legislación, a nivel sancionatorio, se enfoca en temas de más gravedad, por decirlo de alguna manera, que tienen que ver con comportamientos de índole sexual explícita en adelante, considerando otras actitudes más graves. Ahora, sobre el tema puntual del piropo, es algo que nosotras queremos trabajar desde una arista más preventiva, más educativa, porque consideramos que ese es el mejor camino para hacerlo, y no el sancionatorio, que se va a prestar para controversias, para que digan que es una ley antipiropo, entonces mejor posicionarse en ese nivel respecto a algo donde hay acuerdo general que debería sancionarse sí o sí, que es en caso de agresiones sexuales. Ahora, nosotros lo consideramos un tipo de violencia de todas formas.
Esta ley va a beneficiar a hombres y mujeres por igual, aunque hay cierto tipo de resistencia de parte de algunos hombres o caricaturización de este tema. ¿Cómo ven este tema desde el Observatorio?
Bueno, a pesar de que nuestra encuesta reveló que el 50% de los hombres afirmó vivir acoso sexual callejero en los últimos meses, aunque sea un episodio, la verdad es que la vulnerabilidad de los espacios públicos no se vive de igual forma. Entonces, si bien un hombre puede vivirlo, no se sufre con la misma vulnerabilidad, por eso, desde esa perspectiva, pareciera que le bajan el perfil a lo que viven las mujeres, que es mucho más intenso y en otras dimensiones que no consideran. Yo creo que, por eso al final, tiende a pasar que muchos se refieren así al tema.
Cuesta entender que la vulnerabilidad en los espacios públicos se vive de forma diferente, por eso el acoso sexual callejero también. Hay muchas víctimas, especialmente mujeres, lidiando con sensaciones de inseguridad, vergüenza y miedo asociado a violación, incluso, cosa que en el caso de los varones es mucho menor o distinto. A nivel de frecuencia, en todo caso, cualquier persona podría denunciar acoso sexual callejero en base a esta ley.
Ustedes consiguieron el apoyo de distintas bancadas. Consiguieron trabajar con parlamentarias como Sabat, por ejemplo, Vallejo, Rubilar… ¿cómo se fraguó ese apoyo y cuáles son los pasos que siguen para el proyecto en el Parlamento?
Los pasos a seguir serían: consolidar el apoyo del Ejecutivo, para poder darle urgencia y ver cómo lo podemos trabajar con el Ministerio de la Mujer. La ministra Claudia Pascual siempre nos ha apoyado, así que todo bien por ese lado, pero los pasos que vienen son analizar cómo trabajar las medidas preventivas, que son necesarias y cómo podemos darle urgencia a este proyecto, que es fundamental. Estamos satisfechas porque ha logrado apoyo transversal, porque requiere urgencia y se trata de un tipo de violencia que afecta a cualquier persona y donde hay varios grupos de vulnerabilidad que son, principalmente, mujeres jóvenes. Entonces, contra la violencia, estamos todos y todas.
Cuando se habla de esta temática siempre se apunta a la necesidad de generar un cambio cultural. De alguna u otra forma, esta ley y su propuesta de prevención y educación sobre el tema, pretende generar eso, ¿no?
Sí, por supuesto, eso se espera a largo plazo, que este tema esté bien instalado y comencemos a cuestionar nuestras bases culturales machistas que permiten que este tipo de violencias se vivan como se vive hoy. Queremos aspirar a una sociedad mejor, porque pensar que no se puede cambiar es un mito. Otras realidades lo han demostrado, como el caso de la diversidad sexual, por ejemplo, antes era un delito ser homosexual en Chile y hoy es muy distinto el escenario.
Hay varios países de la región que están dando un paso hacia allá. En Perú también se legisló al respecto y ahora se suma Chile, ¿es un avance regional, no?
Hay muchos avances, hay nuevos observatorios contra el acoso callejero, como el de nosotros, en otros países como Colombia, Nicaragua y Uruguay. Además de eso, la legislación en Perú, que fue aprobada con cero votos en contra y ahora ingresó el proyecto sobre acoso sexual callejero en Chile y pidieron nuestro proyecto de ley para ser aplicado en Argentina. Nos enteramos de eso y estamos muy contentas.

Disfunción de la tiroides… ¿un asunto de género?


MUJERES Y SALUD MENTAL

Quizás ya hemos oído hablar de ciertos problemas de salud relacionados con la glándula tiroides, sin embargo, algunas y algunos de nosotros podríamos no tener muy clara su función, ni los alcances de los desórdenes que provoca.

 
Empecemos por saber que la tiroides es una glándula pequeña, en forma de mariposa; es una glándula endócrina, lo que significa que es una agrupación de células que genera hormonas y vierte en la sangre.
 
Se localiza en la parte anterior del cuello y en la parte lateral, y por la parte posterior se encuentran las glándulas paratiroides.
 
Las glándulas tiroides y paratiroides crean un equilibrio de tal manera que lo que pasa con una afecta directamente a las otras y viceversa.
 
La tiroides provee de calcio a los huesos que previamente ha tomado de la sangre, y las paratiroides compensan la falta de calcio en sangre, esencial para el funcionamiento del sistema nervioso, extrayéndolo de los huesos cuando es escaso.
 
Si la función de la tiroides o de la paratiroides se altera por algún motivo puede provocar: depresión, irritabilidad, ansiedad, debilidad, mala cicatrización, obesidad o falta de peso, desequilibrios hormonales, fracturas que no consolidan bien,  problemas de hiper o hipotensión arterial y venosa, y falta o exceso de calcio y fósforo en sangre y huesos.
 
Cuando empecé a investigar sobre el tema, lo primero que llamó mi atención es que las patologías tiroideas afectan en un alto porcentaje de los casos a las mujeres, incluso se cree que de un 3 a un 4 por ciento de las mujeres en el mundo padece hipotiroidismo.
 
Existen dos padecimientos de la tiroides: el hipertiroidismo y el hipotiroidismo.
 
En el primero, el metabolismo se acelera por el exceso de hormonas, lo que produce una descompensación muy evidente: se cae el cabello, causa anemia, hay pérdida brusca de peso (hasta 10 kilos), aparecen estados angustiosos, los párpados se retraen y los ojos se salen.
 
El hipotiroidismo es menos notorio: el metabolismo se vuelve muy lento porque la tiroides produce pocas hormonas, los síntomas son: cansancio, falta de ánimo, dificultad para concentrarse, aumento de peso (entre tres y seis kilos), piel áspera y seca, y cabello muy grueso.
 
Ambas alteraciones tienen su origen en el sistema inmune, porque se generan anticuerpos contra la tiroides que la van atacando, lo que se conoce como “tiroiditis crónica” o de “Hashimoto”, hasta que deja de funcionar correctamente y presenta sus primeros síntomas.
 
Como podemos ver, la sintomatología que genera una alteración en esta pequeña, pero importantísima glándula, es diversa, sin embargo quienes nos dedicamos a la atención de la salud mental y emocional tenemos la gran responsabilidad de tomar muy en cuenta los síntomas emocionales, ya que el cuadro depresivo tiene mucha similitud con el hipotiroidismo, por lo que podemos correr el riesgo de obviarlo.
 
Es por ello que las y los psicoterapeutas tenemos que considerar abordar la situación emocional de manera conjunta con psiquiatras que no tiendan a medicalizar(**) ni a etiquetar a las personas, para que evalúen en las consultantes el nivel de hormonas tiroideas antes de hacer un diagnóstico de depresión.
 
Lo mismo sucede con los cuadros de angustia y nerviosismo que provoca el hipertiroidismo, síntomas semejantes a otros trastornos psiquiátricos.
 
El tratamiento es sencillo, basado en la toma de una pastilla que contiene hormonas tiroideas, de acuerdo con la doctora Andrea Sepúlveda, endocrinóloga de la Clínica Santa María de Chile.
 
Por otro lado, y sin restar importancia a las causas físicas, es de mi interés por el área en la que trabajo desde hace años que podamos identificar cómo muchos de los problemas tiroideos pueden también detonarse por un fuerte impacto, shock o estrés emocional, que según algunos estudios parece que desequilibran a esta glándula.
 
En mi práctica psicoterapéutica me ha tocado escuchar de algunas consultantes con hipo o hipertiroidismo, que su enfermedad se desencadenó después de haber perdido su empleo, separarse de sus parejas, la pérdida de una madre o un padre, o después de un fuerte accidente automovilístico…
 
Lo que indica que existe una relación directa entre las alteraciones en la tiroides y ciertos cuadros emocionales.
 
También la tiroides puede sufrir alteraciones en su estructura. Por ejemplo: el bocio es el aumento de tamaño de la tiroides y los nódulos son pequeños tumores, que en el 90 por ciento de los casos son benignos y suelen detectarse con un examen de cuello con un gamagrama y un análisis de sangre que todas tendríamos que realizarnos después de los 30 años de edad, como parte de nuestra rutina de atención a nuestra salud.
 
Es conveniente cuidar nuestros niveles de energía, observar la evolución de una fractura, nuestras emociones, especialmente la depresión, angustia y ansiedad, así como el exceso de trabajo.
 
Además del efecto de ciertos medicamentos, puede ocurrir desequilibrio hormonal, estrés físico y emocional, exceso o falta de ejercicio, agotamiento y carencias o excesos de nutrientes.
 
Parece que gran parte de las enfermedades de la tiroides son autoinmunes, lo que quiere decir que la base de la enfermedad está en el sistema de defensa del organismo, que falla por algún error genético o del ambiente.
 
Lo que sucede es que el ambiente o este error genético en  lugar de atacar a un virus externo, ataca alguna estructura del cuerpo, como la tiroides.
 
Y somos las mujeres quienes padecemos más de este tipo de enfermedades autoinmunes, de las que hablaré con más detalle en mi próxima columna para que podamos contar con elementos que nos permitan atendernos de manera adecuada.
 
**“Medicalizar la condición humana supone aplicar una etiqueta diagnóstica a sentimientos o comportamientos desagradables o no deseables que no son claramente anormales pero que se sitúan en un área nebulosa difícil de distinguir de toda una gama de experiencias que a menudo van ineludiblemente unidas al hecho de ser persona”. Chodoff P. The medicalization of the human condition. Psychiatr Serv. 2002.
 
 
*Psicoterapeuta humanista existencial, especialista en Estudios de Género, y directora del Centro de Salud Mental y Género.



Foto retomada del sitio imferblog.com
Por: Alejandra Buggs Lomelí*
Cimacnoticias | México, DF.-