3/17/2015

Las lecciones del "caso Medina Mora"

Miguel Carbonell

Nunca antes había existido un debate y un cuestionamiento tan extendido hacia el nombramiento de un ministro de la Suprema Corte. La propuesta del presidente Enrique Peña Nieto para que Eduardo Medina Mora ocupe un lugar en el máximo tribunal del país hasta el año 2030 suscitó una enorme movilización de la opinión pública y un río de argumentos en contra.
Aunque el nombramiento ya fue realizado y Medina Mora es ministro de la Corte, creo que vale la pena apuntar algunas de las lecciones del caso, para que no nos vuelvan a suceder.
En primer lugar es importante que, para futuros nombramientos, se tenga claridad respecto a que los candidatos cumplen con los requisitos. La Constitución exige para ser ministro que se haya residido en México durante los dos años anteriores al nombramiento. Medina Mora no cumplía con el requisito y sin embargo fue nombrado. No puede volver a suceder por ningún motivo. En caso de duda sobre la acreditación de los requisitos, el candidato (cualquiera que sea) debe ser rechazado.
En segundo lugar, el debate sobre Medina Mora nos debe llevar a la reflexión sobre el tipo de ministros que queremos que lleguen a la Corte. Al conocer la terna enviada por el presidente Peña Nieto unos hablaron a favor de jueces de carrera, otros a favor de juristas que gocen de amplio reconocimiento, pero nadie (ni una sola persona) habló a favor de un político. La lección que debemos aprender es esa: no queremos a políticos ejerciendo como jueces. No importa el partido en el que militen. Las instancias judiciales deben quedar limpias de la (casi siempre nefasta) influencia de los partidos. Hay pocos espacios en el Estado mexicano que deben estar ajenos a la negociación partidista; la Suprema Corte es uno de ellos.
La tercera lección aprendida tiene que ver con el procedimiento. El sistema de enviar una terna al Senado es un mecanismo viciado de entrada, pues solamente en México existen “ternas de uno”. Los dos magistrados federales que acompañaron a Medina Mora en la terna son personas con un gran prestigio y amplio reconocimiento, pero fueron simples comparsas (contra su voluntad, sin duda) de un nombramiento que ya estaba cocinado. Creo que no se merecían ese trato, como no lo merece ningún jurista distinguido del país. Es momento de reformar el método de nombramiento y evitar el sistema de ternas.
La cuarta lección aprendida del caso Medina Mora consiste en lo que necesitamos saber de los candidatos a ministro. ¿Cómo es que en el Senado se les hace un examen tan ligero y superficial? ¿cómo es que no hay un proceso serio, concienzudo y profundo para evaluar sus conocimientos, analizar sus antecedentes profesionales, preguntarle sobre los principales problemas constitucionales del país, etc.? En Estados Unidos hay nombramientos judiciales cuya tramitación dura meses y meses; en México se despacha un nombramiento que dura 15 años mediante discursos en el pleno del Senado de 20 minutos. Es increíble y no debe ser así.
Por último, creo que los partidos políticos de oposición deberían pensar con mucha calma sobre su papel en este tipo de nombramientos. En particular el PAN, que no ha entendido nunca (y menos ahora, por lo que se alcanza a ver) lo que significa ser “oposición”. Da pena ver a políticos con tanta experiencia como lo son varios senadores panistas resignados a la función de levantadedos. ¿Para eso buscaron ser electos? ¿Así es como quieren ser recordados por la historia? Rectifiquen senadores, todavía están a tiempo.

Investigador del IIJ de la UNAM.
@MiguelCarbonell

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