12/03/2022

¿Gobernar y vivir entre ruinas? 

 

¿Gobernar y vivir entre ruinas? 

 

Terminado el desfile, ¿qué sigue para quienes no creen ciegamente en el discurso oficial que presume supuestos logros en todas o casi todas las dimensiones del devenir nacional? Si la ciudadanía crítica marchó en defensa del INE, ahora toca a los partidos de oposición rechazar la iniciativa de ley que pretende devolver el control de las elecciones (de nuestro voto) a un gobierno centralista y autoritario.

Mientras esperamos que el Poder Legislativo – incluidos los representantes de Morena- recuerden su compromiso de responder a la ciudadanía y cumplir con la Constitución (que les impone obligaciones y establece la división de poderes) y cualquiera que sea el resultado, toca a la sociedad ejercer su derecho a participar en la vida pública más allá de las elecciones. Toca también a quienes tienen poder de decisión ejercer la autocrítica.

Centrarse en denostar al presidente o a los y las gobernantes estatales no resolverá los problemas. Si acaso, contribuirá a profundizar la polarización fomentada desde el Ejecutivo. El “divide y vencerás” puede beneficiar al régimen – y sólo hasta cierto punto- pero en nada contribuye a la construcción de un país mejor para todos y todas. Hay asuntos que corresponden al Estado, en que este gobierno ha fallado, desde poner freno a la violencia criminal hasta surtir medicinas y recursos suficientes a hospitales y personas enfermas; desde proteger el medio ambiente hasta preservar y mejorar la infraestructura.

Hay otros en que la sociedad es corresponsable, aun cuando la mala gestión o la negligencia del gobierno obstaculicen cualquier mejora, desde respetar las leyes o las normas de tránsito hasta garantizar empleos dignos, libres de acoso y violencia; desde rechazar la corrupción hasta evitar la violencia en casa. En muchas áreas que no atañen sólo al Estado, la sociedad mexicana, en particular quienes tienen poder económico  o pueden incidir en el ámbito laboral, en la educación o en la salud  o en la justicia, quedan mucho a deber.

Pensemos sólo en la Ciudad de México. El gobierno (si así puede llamársele) ha ejercido con opacidad los recursos públicos, caído en subejercicios en rubros tan importantes como el Metro, ha dejado al garete la regulación del tránsito y ha debilitado la normatividad en materia de construcción y desarrollo urbano, ha callado ante la quema de combustóleo que nos condena a recurrentes contingencias ambientales (declaradas o no) que afectan nuestra salud.

¿Cómo ha respondido la ciudadanía? Quienes padecen el transporte público, con resignación ¿Y los concesionarios que podrían mejorar el servicio de autobuses? Aprovechan la negligencia gubernamental para seguir maltratando al público con unidades atiborradas, en mal estado y choferes que no respetan ni paradas ni límites de velocidad. Quienes circulan en la ciudad en auto, moto o bicicleta aprovechan la ausencia de agentes de tránsito para estacionarse en doble fila, pasarse el alto, mirar su celular, sin considerar a los peatones.

Empresarios que podrían contribuir a un mínimo equilibrio social y ecológico ignoran las regulaciones, tiran árboles, se apropian de calles,  construyen monstruosos edificios, sin considerar las necesidades de agua, un bien básico limitado, del entorno. No hablemos de hospitales privados con precios excesivos y denuncias por acoso sexual de médicos, ni de escuelas privadas que fomentan el clasismo y/o la misoginia. Sí, el gobierno debería impedir excesos y abusos pero quienes pisotean las normas o los simples principios de respeto a los otros, por afán de riqueza y poder, bien podrían asumir su propia responsabilidad.

En el ámbito laboral hay así mismo cuentas pendientes. Existen normas laborales que deberían impedir el acoso laboral y sexual, garantizar condiciones de trabajo y salarios dignos. El gobierno las viola con sus sueldos “austeros” y jornadas ilimitadas pero el sector privado también acumula violaciones a la LFT, denuncias de violencia (que no atiende), y la crisis le ha servido para justificar disminución de personal y sueldos.  Si al menos las empresas asumieran su corresponsabilidad, podrían mejorar la vida de millones de personas.

La lista de fallas es larga pero no se trata aquí de acumular ejemplos de vicios o ilegalidades. La pregunta es ¿qué país queremos? A los gobernantes y sus potenciales sucesores, por lo visto, no les importa(ría) acabar gobernando sobre ruinas. Nosotros, ciudadanos/as de  a pie o privilegiados/as, ¿queremos también vivir entre ruinas? 

Violencia contra las adultas mayores y gerontofilia

  

Justo cuando nos encontramos en los 16 días de activismo contra la violencia contra las mujeres, nos llamó mucho la atención un tweet de INMUJERES donde anunciaron que tuvieron una reunión con “trabajadoras sexuales” que fue presidida por la Dra. Patricia Uribe, Secretaria General del INMUJERES y Nadine Gasman, que reconocía la importancia de las propuestas.

Por eso me decidí a contar esta historia de aquellas mujeres de las que nadie se acuerda, las adultas mayores que por pobreza o miseria se prostituyen en las calles o las explotan a través de la red profunda ofreciéndolas a gerontofílicos.

Y qué es la gerontofilia. Son personas que sienten atracción sólo por personas mucho mayores que ellas. 

¿Filia o parafilia?

Como dice la academia de la psicología y la psiquiatría, habitualmente, la mayoría de personas tienden a interesarse sexualmente por personas con edades cercanas o similares a las propias (hasta aproximadamente alrededor de una década por encima o por debajo suele ser lo más habitual). Pero también existen parejas de edades muy discordantes. 

Sin embargo, existen casos de personas que presentan intensas fantasías sexuales y se ven atraídas exclusivamente o casi exclusivamente por estímulos que la mayoría de la sociedad considera anómalos y que generalmente incluyen personas o animales no consintientes, objetos inanimados o relaciones de dolor/sumisión entre compañeros de cama. Cuando esta atracción genera un malestar a la propia persona o a otros, es prácticamente el único tipo de estímulo que genera atracción sexual y/o genera limitaciones en la vida del sujeto o de su compañero sexual estaremos hablando de una parafilia.

Nos ha tocado atender casos de nietos que violan a sus abuelas, o de hijos que violan a sus madres. Pero también hemos tenido casos de mujeres adultas mayores que se habían reportado como desaparecidas y estaban siendo explotadas sexualmente a través de la web profunda, en condiciones de esclavitud. Muchas de ellas murieron a causa del maltrato que sufrieron de los prostituyentes gerontofílicos.

Y las que sobrevivieron y pudimos rescatar, nos contaron que estaban en extrema pobreza, muchas de ellas mayores de 60 años, que se casaron y nunca trabajaron. Cuando quedaron viudas, fueron sacadas de sus casas por sus propios hijos e hijas y estuvieron viviendo con sus hermanas, sus vecinas, sus sobrinas, sus hijas o hijos, sin ningún ingreso, y finalmente fueron lanzadas a la calle, sin comida, sin medicinas, sin atención médica y sin un lugar seguro para vivir o refugiarse. 

Llegaron a los puntos de reunión de las personas que viven en calle un grupo de hombres a ofrecer trabajo para mujeres mayores de 60 años, y ellas, la mayoría de 70 y más, vieron en esa propuesta laboral la posibilidad de resolver su precaria situación que las mantenía por debajo de la sobrevivencia, por su condición de exclusión social y no sólo en la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey.

Y quiénes o qué características tienen quienes tienen esta filia. ¿Por qué sienten atracción por personas de la tercera edad?  ¿Es verdadera atracción o es el simple ejercicio de poder sobre alguien que no puede defenderse?  

Son hombres de 20 a 45 años, con y sin educación. Todos, violentos, lo que puedo atestiguar por los desgarres, cicatrices, moretones, y lesiones anales y vaginales, infecciones de trasmisión sexual y otras enfermedades que presentaron, como colitis, gastritis, cistitis, dermatitis, diabetes, hipertensión y una gran capacidad de evasión que muchas veces dificulta la atención psicológica. Tienen un profundo miedo al contacto con otras personas y tienden a aislarse.

Muchas de ellas me narraron que intentaron quitarse la vida y que al no lograrlo fueron víctimas de tremendas palizas de sus captores que sólo les daban de comer dos veces al día y no las medicaban a las que lo necesitaban y las obligaban a drogarse cuando tenían que estar con prostituyentes.

¿Será esto lo que el INMUJERES quiere legalizar? O, también, ¿eso es lo que quiere legalizar y llama disfrute del normal desarrollo de su personalidad María Clemente? 

Es increíble que una institución del Estado que fue creado para defender el avance de las mujeres, hoy esté haciendo propuestas para violar el Artículo 6 de la CEDAW, que es ley suprema de la unión, por virtud el Artículo 1º. de la Constitución, que a la letra dice:

Artículo 6

Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para suprimir todas las formas de trata de mujeres y explotación de la prostitución de la mujer.”

Y ahí, hasta donde yo entiendo habla de la explotación de la prostitución y en la prostitución, hay una cadena de personas que se benefician de la prostitución de las mujeres, el taxista, la peinadora, la maquillista o quien vende maquillaje, vestidos, hoteles, narcomenudistas, y no se diga los proxenetas.

Además, no me puede decir que la CEDAW es un tratado muy antiguo, porque fue aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1979. Pues la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue aprobada el 10 de diciembre de 1948 y nadie la desautoriza o la cuestiona.

Dicen las sobrevivientes que esas funcionarias que con recursos públicos están promoviendo un estado proxeneta, deberían ir a pararse en una esquina, para que se den cuenta que en la misma fila, en la esquina o en un burdel, en un antro o un table, las forman en la misma fila a las que dicen que son voluntarias y las que están ahí obligadas, que nos le ponen un distintivo de color o hacen filas separadas.

Y además estamos hablando que son voluntarias el 1 por ciento de las mujeres en situación de prostitución. Las demás están obligadas por un proxeneta/novio o esposo, por un proxeneta de la delincuencia organizada o de la delincuencia común.

Y hablamos de los derechos de las mujeres y vamos a levantar la voz porque no podemos ni debemos permitir que estas mujeres queden invisibilizadas frente a las defensoras del patriarcado y su agentes.

Trabajo digno, libre y seguro

  

Una característica de los derechos humanos es la interdependencia, por eso cuando hablamos del derecho a una vida libre de violencias, esto se vincula con otros derechos como el derecho al trabajo, a la salud o al ocio. A pesar de esto, hay una realidad existente: la sobrecarga del trabajo doméstico asignado históricamente a las mujeres, el reparto del tiempo, las pocas posibilidades de incorporarse al mercado laboral remunerado y el riesgo a ser víctimas de violencia en los hogares. Aunado a los estereotipos de género mediante los cuales se reproduce la idea de que el trabajo del hogar de las mujeres es parte natural de ellas.

Las mujeres dedican hasta 2.3 veces más que los hombres a estas tareas y esto dificulta que se incorporen al trabajo formal. La dificultad de generar ingresos las hace dependientes de otros para lograr solventar sus gastos y de sus familias, a su vez que la dependencia económica las coloca en vulnerabilidad. 

Sin embargo, el que salgan a buscar empleo no les garantiza no vivir violencias. De acuerdo con INEGI, 7 de cada 10 mujeres ha vivido violencia en su vida, 27 por ciento en el ámbito laboral y ocupan apenas el 29 por ciento de los empleos mejor pagados en México.

Ellas se enfrentan a las brechas salariales de género, la falta de contratos laborales y condiciones del empleo un espacio seguro, así como al acoso y hostigamiento sexual, además de las barreras que hacen que prevalezcan los techos de cristal. Esto, son solo algunos de los grandes pendientes para los derechos laborales de las mujeres.

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el índice actual de participación de las mujeres en la población activa en el mundo se aproxima al 49 por ciento, el de los hombres es del 75 por ciento. 

Los centros de trabajo forman parte de una estructura social que ha naturalizado la violencia contra las mujeres. Los estereotipos de género que reducen la presencia de las mujeres a las tareas del hogar, el poco valor que socialmente se asigna al aporte de las mujeres, así como el sexismo con el que se lee su presencia a lo largo de la escala jerárquica en los entornos laborales, dificultan su desempeño.

No todos los casos son iguales. Tenemos las exigencias de las trabajadoras del hogar que por años han reclamado el reconocimiento de su trabajo y la erradicación de estereotipos que las desvalorizan. Recordemos a las textileras que, ante la ausencia de condiciones laborales dignas han quedado atrapadas e incluso perdido la vida en los edificios dañados tras los sismos. O las periodistas que seguimos exigiendo condiciones laborales dignas, espacios de trabajo libres de violencia. 

La violencia es una realidad para todas las trabajadoras, pero la resistencia y la organización también. Así han surgido iniciativas feministas como las mercaditas, para la venta en línea o en el metro, o las conocidas como “las nenis” que llevan el sustento a casa, para ellas y sus familias como una apuesta política por la autogestión. 

Habría que sumar, además el impacto de la pandemia. De acuerdo con la CEPAL, los dos años de pandemia retrocedieron una década de avance de mujeres en mercado laboral. El mismo organismo, señala que 3 de cada 10 mujeres mayores de 15 años en México no generan ingresos económicos propios.

El hecho de no contar con protocolos que permitan acceder a espacios laborales seguros es en sí mismo una violación a lo establecido en la Ley Federal del Trabajo, cumplir con contratos que establecen las obligaciones y responsabilidades con las trabajadoras y le dan legalidad al proceso de contratación es un avance, sin embargo, es necesaria una transformación social de fondo que reconozca el aporte económico de las mujeres, así como su derecho a una vida libre de violencia y el derecho a un trabajo digno, libre y justo. Derechos que debe garantizar el Estado. 

De acuerdo con el Banco Mundial “Si las mujeres participaran a la misma tasa que los hombres, el ingreso per cápita sería 22 por ciento más alto”. Nos sobran razones para potenciar la participación de las mujeres, su autonomía económica y el impulso de políticas que permitan conciliar la vida personal y la laboral así como el reparto y pago justo por el trabajo que ahora no es remunerado. 

México: un infierno para las mujeres

  

Basta entrar a redes sociales o acercarse a los medios para corroborar que, pese a los discursos triunfalistas de autoridades locales y federales, la violencia contra mujeres y niñas sigue sembrando muerte y destrucción. No es exagerado decir que México es un infierno para las mujeres, tampoco afirmar que los gobiernos mantienen una negligencia criminal, aun cuando resuelvan algún caso, en general por presión mediática. Si con la pandemia la situación laboral y económica de las mujeres ha retrocedido de 10 a 20 años (CEPAL), la persistencia de las violencias machistas agrava el deterioro de su vida personal y social. 

Imposible e insoportable sería trazar aquí un panorama exhaustivo de las violencias cotidianas que degradan la vida y el bienestar de las mujeres. Llevamos años acumulando datos, analizando distintas manifestaciones de agresión, abuso y crueldad, planteando la urgencia de dar prioridad a la prevención para frenar esta espiral demoledora. ¿Cómo se responde a las denuncias y señalamientos? Con aseveraciones falsas sobre la dimensión de los delitos, con iniciativas punitivistas o con nuevas leyes, que de poco servirán mientras no cambien las fiscalías, no se castigue a los agresores y a funcionarios omisos o corruptos y no se actúe de manera integral contra la normalización de la violencia en el ámbito laboral y escolar, en la casa y en la calle, en los medios y en el discurso oficial. 

Veamos sólo algunos ejemplos. A unos meses del feminicidio de Debanhi, que causó particular indignación por la usual culpabilización de la víctima por medios y autoridades, Ariadna, asesinada en la Ciudad de México y tirada en Morelos, fue revictimizada por diversos medios y usada como botín político por la máxima autoridad capitalina. ¿Dónde queda la justicia? Distorsionada o inexistente. En un descampado.

El feminicidio sigue siendo un delito negado, ocultado como homicidio doloso, culposo o suicidio, para no “alertar” a la sociedad. Quienes denuncian un intento de feminicidio  o maltrato grave se siguen topando con MPs que les aconsejan no exagerar porque siguen vivas. Si quieren justicia, ellas, como las familias de chicas asesinadas, pasarán meses o años en procesos judiciales tortuosos. La madre de Ingrid Escamilla tuvo que perseverar más de dos años para que se dictara sentencia contra el asesino de su hija; Irinea Buendía ha esperado más de 12 años y aún no hay justicia para Mariana Lima. Ambos son casos mediáticos; del segundo se deriva una Sentencia de la SCJN que obliga a investigar toda muerte violenta de mujer como feminicidio desde 2015, aunque apenas el Ministro Zaldívar lo recuerde. Como afirma el OCNF, “justicia no expedita no es justicia”.

La negligencia de las autoridades ante el feminicidio desde los años 90, y la expansión de la violencia extrema, han favorecido su generalización e impunidad. Las consecuencias de la omisión o colusión ante el crimen son tan evidentes que indigna que el Estado pretenda seguir ocultando la magnitud de las violencias  machistas  y se aferre a “estrategias de seguridad” que no frenan ni al crimen organizado ni al “común”. Así, lo mismo que el feminicidio, se van multiplicando las desapariciones de niñas y adolescentes ante autoridades omisas, incapaces o desbordadas.  Según datos de la REDIM en 2021, en este sexenio se ha triplicado la cifra de desapariciones de menores de 18 documentada para 2012-2018, en un 20% de estos casos no  se ha encontrado a las víctimas, unos 710 se encontraron sin vida.  Algunos casos recientes en la CdMx sugieren que, cuando la sociedad presiona, las autoridades logran ubicar a las víctimas. La semana pasada, por, fortuna, encontraron con vida a tres de cuatro niñas desaparecidas en Álvaro Obregón. ¿A cuántas más no han siquiera buscado? ¿En cuántos casos habrán argumentado que se fueron “por su propia voluntad”? Lo mismo se decía de las chicas desaparecidas en Cd. Juárez. Luego se les encontraba cruelmente asesinadas.

Además de la violencia letal y la desaparición (intermitente o de largo plazo), niñas, niños y adolescentes son víctimas de acoso y pornografía infantil sin que hasta ahora las autoridades hayan tomado medidas serias. Hoy, México es el segundo productor de material pornográfico que usa a menores de edad y el primer difusor de éste.  Hace más de 15 años, Lydia Cacho se atrevió a denunciar redes de pederastia; desde hace años se han denunciado en medios el turismo sexual, el abuso sexual en escuelas. ¿Qué castigos se han impuesto a los criminales? ¿Se les ha buscado? ¿A quiénes beneficia esta impunidad?

En vez de descalificar y desoír las exigencias de justicia que sin duda resonarán hoy #25N en las calles del país, las autoridades deberían reconocer el hoyo negro que han contribuido a cavar, dar prioridad a la prevención con programas en escuelas y barrios, abandonar su fallida “estrategia de seguridad”, acabar con la impunidad  de criminales y funcionarios/as omisos/as, cumplir con su obligación de garantizar la vida y los derechos de niñas, jóvenes y mujeres, de todas y todos nosotros.  

La Lucha sigue.

 Parte II

 

Madre fundadora, guía, maestra, amiga, abogada, teóloga, defensora de derechos humanos, feminista no son sólo palabras, son definiciones que colocan cuando se les pregunta a quienes han colaborado con ella, como la definen, y que se repiten cuando ella misma se identifica. Lucha Castro es “una defensora de derechos humanos, así tal cual”

Es una mujer del norte, “del desierto, de lo árido y de la carne seca”, como es Chihuahua. Sus “manos piecito” que aprendió a colocar de niña para alcanzar la libertad y superar los muros de su escuela de monjas, los convirtió en un instrumento para que otras mujeres logren la libertad que los muros que el patriarcado les impone. 

Nacida en Villa Ahumada, Chihuahua un 29 de febrero de 1952. Su pueblo natal se ubica entre Ciudad Juárez y Chihuahua, dos puntas de su historia como defensora feminista. Lucha ocupa el tercer lugar de las cuatro hijas (Bertha Alicia, Ana María, Luz Estela y Martha Isela) que parió su madre, Bertha Rodríguez, a quien califica como “una feminista y empresaria increíble”, de ella conoció el valor de la autonomía económica de las mujeres y de la sororidad.

“A los cuatro años mi madre se va a Chihuahua para que pudiéramos estudiar. Yo empecé el kínder a los 4 años y a los 17 ya estaba en primero de Derecho, antes no se requería la edad mínima para entrar a escuela ni a la preparatoria. Cada vacación, me iba al rancho de mi abuela paterna, María, ella tenía una pequeña capillita y ahí iban todos los peregrinos a llevar los exvotos, que son esas pinturas que hacen, en donde la gente habla de los milagros. Me cuentan mis tías abuelas que yo en lugar de jugar con muñecas jugaba con el Santo Niño de Atocha y hacía peregrinaciones con las niñas de ahí, cantando, era un ambiente muy libre”.

Esos juegos infantiles sin duda perfilaron el legado que ha construido y compartido Lucha Castro con sus colegas abogadas. 

Para la actual directora del CEDEHM, el ejemplo que le dejó Lucha se resume en tres cosas concretas: “La congruencia, tenacidad y generosidad con la que se entrega a la causa del bienestar de las demás personas; la alegría con la que afrontaba el diario vivir, en medio de tantos dolores ajenos e injusticias, al final siempre sabe disfrutar, gozar, bailar, reír, amar, compartir…. Siempre pensaba que nadie se imaginaba lo alegre que es y lo divertido que es estar con ella y la profunda espiritualidad desde donde realiza su labor, es decir con un profundo sentido de vocación”.

“Cuando estábamos en Chihuahua nos inscribieron a escuela de monjas y recuerdo que mi primera memoria de libertad y cuestionamiento lo tuve cuando estaba en esa escuela. Era una escuela que tenía unos grandes muros donde las monjas preservaban a las niñas, honorables. Entonces convencí a mis amigas a que nos trepáramos encima de la barda, porque había un parque enorme donde se juntaban las parejitas y para ver qué estaba pasando en el mundo exterior. Entrelazábamos nuestras manos y una niña se subía y nos decía qué era lo que estaba pasando, la llamábamos “Operación piecito” y ese sueño infantil de libertad es el que me ha perseguido en mi vida, ahí aprendí a escuchar lo que la otra percibía desde su realidad y a sentirme también contenta cuando me tocaba explicar lo que yo estaba viendo, pero también cuando era la ‘niña piecito’ y ayudaba a otras. Es así, como decidí convertir mis ‘manos piecito’ para que las mujeres alcanzaran una vida libre de violencia y he puesto mis manos, mis brazos, mi regazo y mi voz para las mujeres.

Ella ha sido consejera para otras mujeres que han tomado en sus manos la defensa de la vida de las mujeres, por ejemplo, la defensora Lydia Cacho, quien conoce a Lucha Castro en los noventa recuerda, “me llamó tanto la atención su claridad para explicar los componentes de la violencia feminicida, de la tortura sexual y a la vez hacerlo con tanta calma y una especie de dulzura comprensiva. En esa primera reunión entendía que la violencia contra mujeres debía explicarse desde la calma y argumentarla con solidez para acceder a la empatía de quien lee o escucha. Lucha es una mujer sumamente espiritual y realista a la vez, ese equilibrio me ha impactad siempre, le aporta una solidez ejemplar a todo lo que hace. Hablando del refugio que yo fundé, Ciam Cancún, Lucha me dijo ‘no des asesoría legal, crea un equipo de defensa jurídica de principio a fin, es la única forma de proteger verdaderamente a las víctimas’, tuvo razón, era una pionera y una visionaria desde el inicio”.

La sororidad fue un legado de su madre “en mi casa mi madre acogió a 14 mujeres más, mi casa era prácticamente una comuna; porque como mayoritariamente la familia de mi padre era del sector rural, mi mamá que era una maestra normalista, tenía mucho la conciencia de mi abuelo que fue fundador del Partido Comunista, creador del primer ejido en Chihuahua, corredor de Flores Magón, era un hombre increíble. Bueno pues ese abuelo mandó a sus hijas a estudiar y mi madre entendió y comprendió la importancia de la educación para las mujeres y entonces todas las primas de los ranchos se fueron a mi casa porque era mi madre la que vivía en la ciudad y que tenía una posición cómoda. Imagínate, 14 primas, más nosotras, aquello era un internado, aquello era alegría, fiesta y también drama”. 

Lucía Lagunes Huerta (LLH): ¿Cómo es que decides ingresar a las leyes, que era un mundo masculino, ajeno a las mujeres?

Lucha Castro (LC): En aquel tiempo solo existían tres facultades en la Universidad Autónoma de Chihuahua, una era medicina otra contabilidad – soy alérgica a los números- y la otra era derecho, pero me parece que fue por el tema de la capacidad de indignación. Viviendo en una comuna de puras mujeres y empoderadas, aunque todavía no nos llamábamos feministas, y las primas todas estudiaban carreras propias de las mujeres, ya sabes, enfermería, para maestras, etc.… Sin embargo, ese ambiente nos hizo ser muy sensibles al tema de la discriminación hacia nosotras y entonces fue ahí cuando descubrí poco a poco cómo el patriarcado estaba ensartado en las leyes y algo teníamos que hacer. Si tuviera que decir una palabra del por qué decidí estudiar derecho, la palabra sería indignación porque me indigna la injusticia, me indignó y me seguirá indignando.

LLH: ¿Cuándo te asumes que eres feminista, en qué momento dices sí soy feminista?

LC: Creo que la mayor contribución que yo me reconozco, que es poco conocida, pero que me da a mí mucha satisfacción, es el que hicimos con la compañera Alma Gómez en el 94 cuando. Las madres de Ciudad Juárez, se acercaron y me pidieron que fuera su abogada, en aquel tiempo no había abogadas feministas en Ciudad Juárez y ellas les decían a las autoridades y a quienes venían a visitarlas ‘es que el gobierno no busca a nuestra hijas’, pero no tenían manera de comprobarlo, era su dicho contra el Estado y entonces lo que hice fue algo tan sencillo como el ejercicio de la coadyuvancia, hacer un escrito en donde se le pide al ministerio público que se nos acredite a la madre y a mí, y a Alma Gómez, a solicitar la copia del expediente, solicitamos la copia del expediente y ahí nos dimos cuenta que, por ejemplo, en el caso de Erika Nohemí y Julieta Marlen, dos chicas que estaban desaparecidas desde hacía dos años, los expedientes tenían 7 páginas, o sea; la denuncia de desaparición, un auto de radicación y un oficio de búsqueda, el expediente estaba ahí tirado y a las madres que fueron durante dos años, el ministerio público les decía que ya habían hecho rastreos, que habían hecho cateos en casas, que habían llevado testigos, eran puras mentiras y entonces pudimos documentar eso. 

Lo que sucedió, es que vino Amnistía Internacional a Ciudad Juárez e hizo un informe llamado “Diez años de desapariciones y asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y Chihuahua”, escrito desde las madres y eso lo logramos desde la coadyuvancia y estamos hablando de que en esa época no teníamos la reforma del 2011(la reforma que reconoce los derechos humanos como el eje constitucional), pero existía por ahí un artículo constitucional, en donde se determinaba que podía haber coadyuvancia, recordemos que en aquel tiempo las víctimas eran las olvidadas del sistema; no solamente no tenían voz, si algo querían tenían que ir con el ministerio público y si el ministerio público le daba la gana incluía la petición o no. En cambio, con la reforma constitucional, la coadyuvancia en este caso, las representantes de las víctimas podrían incluso interponer el amparo y acusar por delitos diferentes de los del ministerio público. Ese fue un salto cuántico. 

Otra cosa, cuando iba yo a los tribunales llevaba los artículos de CEDAW para obligar a los jueces y juezas a que investigaran porque cuando tenían ellos que resolver se tenían que poner a estudiar los tratados internacionales y qué es lo que nosotras queríamos decir. Esas son de las cosas que me parecen que son importantes con el avance ya en los litigios y ahora están ahí, las madres empoderadas que llegan y piden expedientes, que participan, esos fueron los antecedentes. 

LLH: Fuiste construyendo la evidencia del no actuar de las autoridades. ¿Qué te dio el feminismo, Lucha?

LC: Otra vez tengo que volver a mis raíces. Cuando yo litigué el primer caso de tentativa de feminicidio en el 2007, porque nosotros transitamos, y Chihuahua, fue el primer estado que tuvo el sistema (penal) acusatorio,  yo tenía que entender por qué era tan difícil para un juez o para los operadores del sistema de justicia entender un tema como la violencia familiar, como el feminicidio. Lo entendí perfectamente cuando en un caso de acá, llega la madre y el juez determina que no le da mucha credibilidad al testimonio de la madre porque ella permanecía en mucho silencio y eso se traducía en que había sido aleccionada, lo que no sabía, el pinche juez, es que esta mujer, era una mujer campo, María, nunca había salido a la ciudad, mucho menos había estado en un tribunal y ella estaba en pánico.

El concepto de feminicidio nos lo enseñó Marcela Lagarde, cuando estábamos en Juárez en los litigios, llega Marcela Lagarde y nos explica el concepto, entonces entendemos la responsabilidad del Estado y ahí empiezo a buscar en jurisprudencia internacional, en sentencias internacionales. El bagaje cultural que me dio el feminicidio para el litigio es impresionante porque tú lo puedes verter y también en este caso de tentativa (de feminicidio) de Lolita, cuando le hablaron a la pareja sentimental, el ministerio público le dijo que firmara un acuerdo de no agresión, cuando él se levanta a la computadora para firmar el documento que acababan de imprimir, se levanta y le dice a Lolita ‘acabas de firmar tu sentencia de muerte’. Cuando él regresa, ella dice que quiere hablar y el ministerio público fue fiel a lo que te dice la escuela de derecho, (que) te enseña las circunstancias de tiempo y lugar, a mí dígame qué fue lo que pasó a las tres de la tarde cuándo usted le habló a la policía; significa que solo quieren ver una escena de la película, no la película completa. Si vieran la película completa se darían cuenta perfectamente de toda esta violencia y todas las herramientas que te da el feminismo y yo me asumí como feminista cuando tuve que estudiar más leyes, para llegar más preparada a los tribunales.

Fui, también, muy creativa en los casos de los tribunales, me acuerdo que en un caso que tuve, una mujer que se defendió de su pareja, entonces le daban una penalidad enorme por el homicidio de su pareja, cuando él había entrado a su casa drogado, amenazándola, a ella y a sus hijos de asesinarlos, entonces se volteó el cuchillo y lo mató, todavía ella se sube al carro, no sabía manejar, y lo lleva a la clínica y entonces cuando ya estaba detenida y la iban a sentenciar, cuando le digo al juez: “A ver; don Alejo, (que) es un hombre que enfrentó al crimen organizado cuando lo amanzanaron porque iban a quitarle su racho, sale y mata a todos. Tiene un corrido porque es un hombre chihuahuense bravo y valiente porque defendió como nadie a su familia y a su racho, pero como ella es una mujer y se defendió, ¿ella es una asesina? 

LL: El feminismo es también la vida cotidiana y en esa vida cotidiana, ¿qué te dio?

LC: Me hizo cambiar la forma de la crianza hacia mi familia, la forma de conceptualizarme y aceptarme a mí misma, por supuesto, la cuestión de la repartición del trabajo doméstico. El tema de no culpabilizar por no estar en casa y varias cuestiones que me ayudaron a construirme como una persona con derechos para ser feliz y sin sentimientos de culpa.

Me gusta muchísimo la música y según el estado de ánimo me gusta bailar, cantar, viajar muchísimo y me gusta la poesía, escribir también. La verdad que disfruto cada cosa que hago, nunca había cocinado porque en mi familia se dio una vida privilegiada porque mi madre fue la primera mujer que fue empresaria de la perforación de pozos en el país, así que ella tenía tres empleadas domésticas y teníamos una vida privilegiada, desde el punto de vista económico, pero ahora que vine acá (España), mis compañeros de toda la vida crearon un grupo de WhatsApp que se llama “La lucha sigue” y entonces ahí aprendí a cocinar. Ellos me mandan las recetas, pero me mandan la historia de la abuela, “mi abuela hacía esta receta, pero mi abuela vivía en tal lado” y me cuentan la historia, entonces ya conocemos a las abuelas, a las mamás de ellas y de ellos. Amo también meditar, me parece que esas son algunas de las cosas que me gustan.

LL: Si alguien escribiera tu biografía, ¿con qué frase te gustaría que iniciara y con qué frase cerrarías tu biografía?

LC: Ese es un ejercicio que aprendí. Soy teóloga, entonces me acuerdo que en las clases de escatología, el padre Martínez nos llevó al panteón para que leyéramos los epitafios, entonces, cada quien debía de escribir su epitafio y uno de los epitafios sería, por supuesto la palabra defensora de derechos humanos, pero aquí en el libro que tengo: “Mi horizonte es ser luz que fluya en el amor, desnudo mi consciencia para descubrir las relaciones conmigo misma y con los demás seres de la creación, Asumo el compromiso de reconocer y respaldar su dignidad, pido la gracia para desmontar el falso discurso de libertad; construido con miedos y apegos, para desenmascarar con honestidad mi soberbia, raíz de mi desorden. Confío en Dios padre y madre que abraza mi debilidad, anhelo aprender a ser compartida con mi prójimo a la manera de una buena samaritana, guíame clara luz, no me dejes volver a la madre Tierra con las manos vacías, amén”.

LL: Finalmente te pediría una frase ¿qué es la justicia para Lucha Castro

LC: Es el camino para ayudar a bajar a las crucificadas de la tierra, es el respeto a la dignidad de las personas. La injusticia es cuando pisoteas la dignidad de alguien, me parece que la palabra es dignidad, simplemente dignidad.  

Con lo que termino, hubo un juicio que fue emblemático, por supuesto que fui la abogada de Marisela Escobedo, pero este juicio es de Berenice, una chica que fue asesinada y entonces al terminar con el juicio dije esta poesía porque era una sobrina de Alma Gómez, mi compañera, ella la escribió y la quiero decir.

Nos queremos vivas para escribir poesía, música, historia, para conquistar el cosmos, las profundidades del mar y la cima de la montañas; para usar los espacios públicos para el arte, la cultura, la construcción de ciudadanía, para ocupar los bancos escolares, la curules, las sillas presidenciales y ejecutivas de las empresas. Nos queremos vivas para decirle a los niños, los jóvenes y los adultos que somos iguales en derecho y dignidad, que queremos transitar la vida con ello sin violencia, con amor y respeto, que somos dueñas de nuestros cuerpos y decisiones. Nos queremos vivas para tejer sueños…  

Lee la primera parte de la entrevista:

En Durango, mil 400 mujeres en observación ante riesgo de meningitis luego de brote masivo

  

Fotografía: Pexels

Actualmente, 65 mujeres y tres hombres permanecen hospitalizados con meningitis. El gobernador de Durango, Esteban Alejandro Villegas Villarreal, declaró la intención de mantener a todos estos pacientes en un mismo lugar (el Hospital General 450) para brindarles la mejor atención posible. Incluso, afirmó que el gobierno federal ofreció la posibilidad de contratar a más especialistas con dicho objetivo.

En una conferencia de prensa, López-Gatell declaró que el agente causante del brote de meningitis es un hongo microscópico cuyo nombre científico es fusarium solani. Dicho hongo es el presunto responsable de que decenas de mujeres en Durango estén presentando infecciones en las meninges (las médulas que envuelven al cerebro y la médula espinal) tras haberse sometido a procedimientos gineco obstétricos en diferentes clínicas privadas de la entidad.

De acuerdo con la fiscal general del estado, Sonia Yadira de la Garza Fragoso, ya se han analizado los expedientes de 2 mil 400 pacientes. De igual forma, se han tomado muestras a ocho lotes de fármacos anestésicos, los cuales han sido resguardados para evitar que el personal médico siga utilizándolos.

La investigación sanitaria continuará, aunque está restringida por la investigación de la FGJED para no afectar las carpetas abiertas por este brote de meningitis.

Por otra parte, el subsecretario de Salud informó que la Fiscalía General de Justicia del Estado de Durango (FGJED) también está investigando el brote y ha llegado a conclusiones similares a las de la Secretaría de Salud y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS).

Entre dichas conclusiones, el funcionario destacó que las pacientes se infectaron con el hongo luego de recibir una dosis de anestesia directamente en la médula espinal. Según dio a conocer el anestesiólogo Isaac Chávez Díaz a través de sus redes sociales, la mayoría de las mujeres recibieron estas dosis para someterse a una cesárea.

López-Gatell afirmó que, en condiciones habituales, este procedimiento es completamente seguro, por lo que ya se están investigando las fallas que dieron lugar al brote de meningitis. Hasta el momento, el anestesiólogo Chávez Díaz apunta a dos hipótesis. La primera es que el hongo se propagó a través de cuatro lotes sospechosos de anestesia bupivacaina producidos por la farmacéutica PISA; la segunda, que todo sucedió por el uso de agujas contaminadas.

Aún hay más de mil pacientes sin síntomas y bajo observación

Durante la conferencia de prensa, Hugo López-Gatell dio a conocer que hay mil 400 mujeres bajo observación por la posibilidad de que ellas también hayan contraído meningitis tras someterse a procedimientos gineco obstétricos.

Algunas de estas mujeres se encuentran en la capital de Durango, mientras que otras residen en diferentes municipios de la entidad. Ninguna de ellas ha presentado síntomas, pero se les está dando seguimiento vía telefónica y están acudiendo a consultas médicas frecuentes para monitorear su estado de salud.

Mientras tanto, las autoridades duranguenses han clausurado cuatro hospitales privados por el brote de meningitis: Santé, Dikvaca, San Carlos y el Hospital del Parque. Además, la FGJED ya está investigando lo sucedido.

«Ternura radical», una respuesta amorosa y transgresora ante el sistema patriarcal

  

Ternura radical: una respuesta transgresora en la que nuestras resistencias y sensibilidades son desobediencia

Ciudad de México.- Ternura radical es ser crítica y amorosa, al mismo tiempo. Ternura radical es entender cómo utilizar la fuerza como una caricia”. En la actualidad, este término se instala como un abrazo desde la resistencia y ha invadido las mentes y las cuerpas, arropándonos desde el amor y la rebeldía ante un sistema que nos quiere aisladas y envueltas en el odio y el rechazo de las unas a las otras.

La primera vez que este término se dio a conocer fue por parte del colectivo La Pocha Nostra -conformado por 50 artistas de 10 países-, quienes durante más de 10 años lo han hecho parte de la pedagogía-performance radical de sus protestas que han recorrido varios rincones de América Latina.

Pero, ¿Cómo entendemos la ternura radical? Se vislumbra como una apuesta por abrazar la fragilidad, pues esto nos dará las bases de resistencia con las que podremos sostener (nos), amar (nos) y apoyar (nos). 

CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta

A través de la ternura radical construiremos en comunidad, saliendo de un molde que nos ha llevado a relacionarnos desde la violencia y el individualismo. El sistema patriarcal encuentra la ternura como sinónimo de debilidad y menosprecia las muestras de dulzura, convirtiéndose en un sentimiento del que se debe huir a toda costa.

Sin embargo, la ternura radical es una respuesta transgresora, en la que nuestras resistencias y sensibilidades son una forma de desobediencia contra el sistema patriarcal. Así lo vemos en las manifestaciones, con mensajes como «no estás sola» o «me cuidan mis amigas». En las calles, cuando una sonrisa o una mirada de mujer a mujer se revela como un «estamos juntas». Y sí, estamos juntas.

En un manifiesto, Dani d’Emilia y Daniel B. Chávez, dos artistas de performance y activistas integrantes de La Pocha Nostra se preguntaron: ¿Cómo puede la ternura ser radical en nuestras alianzas, nuestras comunidades efímeras y nuestras relaciones interpersonales? 

Así, por medio de las palabras, la ternura radical se materializó, aún cuando no hacía falta una definición:

“ternura radical es ser crítico y amoroso, al mismo tiempo

ternura radical es entender como utilizar la fuerza como una caricia

ternura radical es saber acompañarnos entre amigos y amantes, a distintas distancias y velocidades

ternura radical es escribir este texto al mismo tiempo desde dos continentes lejanos

…desde la misma cama

escribiendo al acariciar

ternura radical es saber decir que no

es cargar el peso de otro cuerpo como si fuera tuyo

…es compartir el sudor con un extraño

ternura radical es bailar entre cuerpos disidentes en un taller

…estar encimados y mantener la sonrisa y la fiesta

ternura radical es dejarse mirar; dejarse llevar

ternura radical es no desplomarse frente a nuestras contradicciones

ternura radical es no permitir que los demonios existenciales se conviertan en cinismos permanentes

es no ser siempre las mismas, los mismos, les mismes

es encarnar In Lak’ech…

porque tu eres mi otro yo

y viceversa

ternura radical es no tenerle miedo al miedo

ternura radical es vivir el amor efímero

es inventar otras temporalidades

ternura radical es abrazar la fragilidad

es enfrentar la neurosis de lxs demás con creatividad

ternura radical es encarnar gestos performativos que normalmente rechazarías

ternura radical es asumir el liderazgo cuando tu comunidad te lo pide, aunque no sepas qué hacer, ¡ni cómo hacerlo!

ternura radical es prestarle tus tripas a los demás

es ponerte el coño de tu amante como bigote

es arriesgarse a amar a contra pelo

ternura radical es creer en la arquitectura de los afectos

es encontrarnos desde los músculos más cercanos al hueso

es creer en el efecto político de los movimientos internos

ternura radical es no insistir en ser el centro de atención

es tener visión periférica; creer en lo que no es visible

ternura radical es hacer del temblor un baile y del suspiro un mantra

es disentir con el máximo respeto

…transitar en espacios que no entiendes

ternura radical es aceptar lo ambiguo

es no pensar dándole vueltas a tu ombligo

es romper con patrones afectivos, sin expectativas claras

ternura radical es compartir sueños, locura

sintonizar, no solo empatizar

es encontrar una galaxia en los ojos de otrx y no dejar de mirar

es leer el cuerpo del otrx como un palimpsesto

ternura radical es canalizar energías irresistibles y convertirlas en encarnaciones indominables

es activar la memoria sensorial

es reconocer al otro por su olor

ternura radical es sentir la posibilidad en cada duda

es dejarse atravesar por lo desconocido

ternura radical es darle la opción a un narcisista de acoplarse, o re/pensarse

ternura radical es acariciar espinas

ternura radical es convivir con la falta

es mirar a las cosas a la cara con el cariño de quien las quiere ver

es sostenerse desde distintos lugares, aunque no todos sean hermosos

ternura radical es un concepto apropiable y mutante

ternura radical

es algo

que no hace falta

definir

CIMACFoto: María Esparza Quintana

El amor es revolucionario, la ternura crea redes y nos permite florecer con rebeldía.  Por eso: ternura radical desde nuestra digna rabia, ternura radical para crecer, acompañar, criar y amar. Ternura radical como la respuesta a la actualidad devastadora, sumergida en la violencia, la ira y el abandono.

“Mi mamá carga un desarmador y mi tía un cuchillo”

 sprinforma.mx

Por Anaís Pereda .

Una de las preguntas que me hacían con mayor frecuencia cuando volví a México después de hacer la maestría, era: ¿qué es lo que más extrañas de vivir en el extranjero? La respuesta sigue siendo la misma: la seguridad. No estoy diciendo que en otros países no existan también problemas de machismo, sexismo y feminicidio, pero, al menos para mí, la diferencia fue evidente. 

Ser mujer y vivir en México viene acompañado de una serie de normas, cuidados y precauciones que una aprende e incorpora a su rutina desde temprana edad. ¿Vas a salir a la calle? Cuidado con esto. ¿Vas a tomar transporte público? Fíjate en tales cosas. ¿Vas a regresar de noche? Cuidado con esto otro. ¿Vas a ir a un baño público? Presta atención a estas cosas. ¿Vas a llevar a tus hijos? Suma otro tanto de precauciones. 

Malas experiencias y situaciones angustiantes, puedo contar varias: desde piropos de mal gusto y no solicitados, hasta hombres acechándome en la calle y recorridos peligrosos con taxistas malintencionados. Una de las más recientes, me dejó con sentimientos mezclados: a pleno mediodía, saliendo de una de las jornadas de vacunación por COVID19 en la colonia Del Valle, una mujer se acerca para alertarme que un hombre llevabs varios minutos grabándome y comunicándose con alguien más. Me quedé aterrada y agradecida. Ahí la palabra sororidad tomó un nuevo significado para mí. 

El riesgo no solo es cotidiano, es omnipresente, y nos ha obligado a buscar nuevas y diversas maneras de cuidarnos. Para escribir esta columna me di a la tarea de  averiguar algunas de las medidas que toman compañeras, amigas, familiares. Aquí sus respuestas:

Paulina O. “Si puedo no salgo. No me gusta usar falda en general,  pero si voy a la calle trato de no usar nada por el estilo. A veces me vengo fijando atrás de mí, en especial si es de noche o estoy en un lugar muy solo. Llevo todo en bolsa cerrada”.

Teresa P. “Si salgo sola, salgo armada (gas pimienta y navaja escondida en forma de adorno). Cuando salgo verifico la zona y tengo presente quién vive por allí para tener rutas de emergencia listas. Tengo códigos de emergencia con grupos de autocuidado para que sepan si necesito asistencia sin pedirla explícitamente. No uso joyas y no me visto con prendas entalladas o ajustadas”.

Nathaly G. “No maquillaje. No joyas caras. Ropa guanga. Horas con luz si es posible. Ir fijándose. Mochila cerrada. Avisar a familiares a dónde voy, a qué hora y avisarles cuando ya llegué”.

Beatriz A. “Variar las rutas en el coche, pasar por diferentes calles. Al caminar, variar el camino y cambiar de banqueta”. 

Karen M. “Aviso a dónde voy y con quién. Me fijo en quienes caminan a mi alrededor y trato de caminar rápido. Busco calles iluminadas y con gente. Uso vestimenta y calzado que no sean llamativos y que posibiliten moverme rápido”.

Martha Z. “Mi mamá carga un desarmador y mi tía un cuchillo”.

Olga A.“Dependiendo de a dónde vaya, elijo qué ropa ponerme para evitar que me acosen tanto. Checo rutas de transporte público y elijo las que sean más seguras. Si voy lejos, aviso a mis amigas y les mando ubicación. Si camino sola por trayectos largos o en lugares que no conozco evito tener audífonos”.

Gaby A. “Llevar todas mis cosas guardadas, de preferencia en una mochila para tener las manos libres. Mandar ubicación en tiempo real a alguien de la familia.Caminar con seguridad. Si siento que alguien me sigue, voltear y verle directamente; o dejarle pasar para no perderle de vista. En caso de sentirme en peligro, buscar refugio en alguna tienda o negocio. También buscar apoyo con alguien que vaya pasando y directamente decir que me siento en peligro”

Abril G. “Previo a salir, investigo las calles aledañas y reviso qué tan solas están. No transito por calles que estén solas y si tengo dudas procuro preguntarle a otras chicas cómo llegar a mi destino. Siempre comparto mi ubicación con la persona con la que me reuniré”

Dora M. “De plano no utilizo ningún servicio de taxi. Si voy a salir de noche trato de que sea en grupo de varias para regresar todas juntas y quedarnos en la misma casa. Además, me limito a usar solo los vagones exclusivos para mujeres en el metro o metrobús”.

Brenda G. “Intento no utilizar el celular en la calle. De ser necesario, me detengo en un lugar donde tenga mayor visibilidad de lo que pasa a mi alrededor (me recargo en una pared para no tener puntos ciegos) y trato de siempre tener crédito en el teléfono. Si voy a alguna fiesta o con algunas amigas, siempre tengo muy presente el camino que debo tomar de regreso. Salgo siempre con un anillo por si acaso tengo que golpear algo”.

Eurídice A. “Envío mi ubicación a mis amigas o a familia y tengo permanentemente activas las palomitas azules y última hora de conexión en Whatsapp.Y eso que casi no salgo porque trabajo desde casa y no voy a fiestas porque no tomo. Dejé de tomar porque en 2015, en la cena de fin de año con la familia, el esposo de una hermana de mi mamá intentó violarme”

Andrea M. “Yo dejé de usar escotes y faldas cortas porque me incomodan mucho las miradas. Sé que no debería, pero ya me adapté muy bien y puedo andar más confiada. Por lo demás, evito andar sola muy tarde y en zonas peligrosas, ni modo”.

Karla G. “Tengo Life 360 con mi hija, hermana y primas”.

Irene A. “Aviso a mi familia a dónde voy y cuando llego. Procuro no salir sola de noche”.

Cindy G.“Tomo foto de las placas del taxi o tarjetón del chofer. Salgo con poco efectivo y uso bolsos discretos. Es complicado, pero prefiero no ayudar, ni pedir ayuda a extraños. En definitiva, evalúo el trayecto y, al identificar zonas muy solitarias, subo los vidrios del coche”.

Mari Carmen H. “Yo que viajo en coche siempre llevo los seguros puestos, no uso el celular en el viaje para estar atenta, me quedo un poco despegada de los coches por si necesito moverme, cambio de rutas para venir a la oficina y regresar a casa y, saliendo de la oficina, aviso a casa que ya voy para allá, y tengo a la familia en el Google Maps para que sepan en dónde estoy”. 

Alexa C. “Mis outfits, normalmente traigo una sudadera larga o algo para taparme los glúteos”.

Brenda G. “Viniendo del Edomex y de haber sufrido asaltos, en la calle soy precavida de día y de noche. Voy siempre viendo alrededor (sonará paranoico, pero así es) y, aunque soy muy distraída para muchas cosas, cuando voy sola en la calle trato de no serlo. Si voy a regresar sola de la fiesta, no bebo mucho y comparto viaje”.

Mariana S. “Nunca ando con audífonos, procuro no distraerme, aprieto el paso si no me siento segura. Siempre traigo un suéter o una chamarra encima para minimizar miradas lascivas”.

Ana E.L. “Mi primera precaución es siempre usar zapato cerrado por si tengo que patear algo o romper alguna ventana. Dentro de mi bolsa siempre traigo unas tijeras largas, no para apuñalar, pero sí para quebrar vidrios o cerraduras si es necesario. Siempre que salgo estoy al pendiente de mi alrededor y checo en los reflejos de las ventanas si me vienen siguiendo, y si sí, trato de meterme a una tienda o restaurante y quedarme cerca de donde está la caja o donde haya mucha gente”.

 Luisa T. “Trato de llevar siempre mis llaves a la mano, me da seguridad por si alguien intenta hacerme algo, puedo rasguñarlo. Estoy constantemente viendo a mi alrededor y casi nunca traigo audífonos para escuchar quién viene atrás de mí, alguna alarma o  los autos que se acercan. En el auto siempre veo quién viene a mi alrededor, si un auto lleva mucho tiempo atrás de mí, trato de cambiar de carril o de ruta”.

Este breve recuento es sólo una muestra del nivel de angustia y temor con el que todos los días enfrentamos situaciones que, aunque no deberían de ser riesgosas, en México, la realidad es que podrían resultar fatales. Salir a la calle y realizar actividades cotidianas no debería ser motivo de angustia, usar minifaldas, shorts o escotes no debería ocasionar situaciones incómodas o peligrosas, caminar sola por la noche no debería ser aterrador. Agradezco infinitamente la creciente sororidad que he encontrado, pero hago también un llamado a los varones a sumarse a la construcción de entornos seguros para todos. 

¿Y tú? ¿Qué medidas de precaución tomas?