12/08/2018

La mujer, víctima número 1 de los homicidios domésticos en Canadá

La cifra de mujeres asesinadas en el ámbito doméstico preocupa a los investigadores. Foto: iStock.


La mujer es la principal víctima de los homicidios cometidos en el ámbito doméstico en Canadá, según revela un informe que acaba de ser publicado.

Según el estudio, llevado a cabo por iniciativa de una organización de prevención del homicidio doméstico, sostiene que la situación se agrava en algunos grupos demográficos, en los que es mayor el riesgo de muerte violenta de las mujeres, por actos ocurridos en el propio hogar.

La Iniciativa Canadiense para la Prevención del Homicidio Doméstico, se dedica al seguimiento del fenómeno de los asesinatos resultantes de la violencia hogareña, poniendo el acento en los grupos más vulnerables y reuniendo estadísticas en todo el territorio canadiense.

Los menores constituyen otro de los blancos de la violencia hogareña. Foto: iStock.

El estudio estableció que el 76 por ciento de las personas asesinadas como resultado de violencia conyugal entre 2010 y 2015, plazo que abarcó la investigación, estuvo integrado por mujeres adultas y jóvenes.

Los cuatro grupos de mayor vulnerabilidad identificados por el estudio son los de origen autóctono, los inmigrantes y los refugiados, las personas que habitan en zonas rurales o aisladas y los niños en general.

Las personas pertenecientes a los cuatro grupos señalados por la organización representaron el 53 por ciento de las víctimas de homicidios en el período estudiado.

Según los autores de la investigación, las cifras deberían servir para encender las alarmas en la sociedad canadiense, posiblemente acostumbrada a asumir una “sensación falsa de seguridad” hacia las mujeres en general y hacia los sectores vulnerables de la población en particular.

Guelph Myrna Dawson, coautora del estudio sostuvo, en diálogo con la agencia The Canadian Press, que “hablamos mucho de la necesidad de mejorar los recursos para las mujeres y los menores víctimas de violencia, pero a veces pienso que el público en general cree que hemos resuelto el problema”.

A pesar de las normas vigentes, el fenómeno de la violencia doméstica sigue presente en Canadál. Foto: iStock.

La investigadora dijo que si bien ha habido avances, los esfuerzos destinados a mejorar la respuesta hacia el fenómeno de la violencia doméstica contra la mujer “han sido vanos, sobre todo en ciertos grupos”.

Dawson es profesora de política pública y de justicia penal en la Universidad de Guelph, en la provincia canadiense de Ontario.

La entidad se estableció en 2003, en respuesta a las recomendaciones producidas por dos importantes investigaciones sobre la muerte de Arienne May y Gillian Hadley.

Entre sus postulados, la Iniciativa sostiene que “la evaluación de riesgos, la gestión y la planificación de la seguridad son cruciales para reducir la exposición a más violencia, incluido el homicidio, en el que las familias experimentan violencia doméstica”.

Fuentes: The Canadian Press / CDHPI.

Presentan iniciativa sobre legítima defensa que beneficiaría a mujeres


   Será discutida en el Senado de la República



La senadora priista Sylvana Beltrones Sánchez, presentó una iniciativa de reforma al Código Penal Federal y a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para que no se considere “exceso en la defensa legítima” cuando concurran circunstancias en las que la persona que se defiende se encuentre en estado de confusión, miedo o terror que afecte su capacidad para determinar el límite adecuado de su respuesta o la racionalidad de los medios empleados.
La iniciativa busca reformar el Artículo 16 del Código Penal Federal y el Artículo 34 BIS de la Ley General de Acceso para indicar que en los procesos penales en los que se presuma legítima defensa motivada por violencia familiar o feminicida, las autoridades otorguen o en su caso soliciten inmediatamente y de oficio, órdenes de protección.
Con estas reformas se pretende que los impartidores de justicia interpreten las normas a favor de las víctimas de la agresión que motivó la legítima defensa, porque en muchos casos las mujeres están en un estado de perturbación, confusión, miedo, temor y terror ante la violencia.
Cimacnoticias documentó cómo en México no existen cifras que dimensionen cuántas mujeres se encuentran en esta situación y de cómo en los procesos penales que atraviesan no son considerados los contextos de violencia familiar que pasaron y que pusieron sus vidas en peligro, por lo cual se defendieron de sus agresores.
En la propuesta la senadora refiere los casos de Itzel y de Yakiri Rubio, jóvenes que al defenderse de una violación sexual hirieron a sus atacantes quienes después perdieron la vida. Ambas enfrentaron procesos penales a pesar de ser víctimas.
Las interpretaciones de la ley, indica la propuesta, lejos de reconocer la situación de vulnerabilidad de las mujeres en los casos que involucran violencia de género, las revictimiza.
Actualmente el Código Penal Federal, en el artículo 15, establece la legítima defensa ante la probabilidad de una agresión.
En este tema, la propuesta indica que, en México, donde existe un alto índice de violencia contra las mujeres y feminicidio, si el Estado no está garantizando los derechos de las mujeres, es trágico que además las criminalice por defender su integridad.
La iniciativa está en manos de las Comisiones unidas de Justicia, Para la Igualdad de Género y de Estudios Legislativos.

Imagen recuperada de twitter
Por: la Redacción
Cimacnoticias | Ciudad de México .- 

Los mitos de la violencia sexual

Mitos & Violencia de género
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Los mitos como elementos claves del sistema patriarcal, legitimadores y mantenedores de la Violencia de Género, de la Violencia Sexual.
anifestación contra la violencia sexual y judicial hacia las mujeres.  
Foto: Francisco Ruano / Amnistía Internacional

 “El mito es un habla despolitizada”. La afirmación que en 1953 realiza el filósofo y semiólogo Roland Barthes es extrapolable a la realidad presente de las mujeres, víctimas y supervivientes de violencia sexual en el Estado español, por el escenario de desprotección y garantía de sus derechos.
Los mitos sobre la violencia sexual empañan cualquier intento de alcanzar la justicia y la reparación frente a los derechos humanos vulnerados. Sostienen la discriminación y la aúpan hasta la estratosfera. Parecen inmortales e intocables. He de confesar que incluso yo misma me he sentido atrapada a veces por esos mitos. El estereotipo de género es como si te enganchara, como si no fuera nada. Pero lo es todo.
Sin rodeos, puedo concluir -después de más de un año investigando para la Sección Española de Amnistía Internacional sobre la violencia sexual en el Estado español-, que el mito, el estereotipo o el prejuicio de género se encuentra estampado de forma generalizada en cada una de las instituciones cuyo deber es acompañar y restituir los derechos humanos de las víctimas de violencia sexual. El estereotipo de género se cuela y se arrastra por las comisarías, por los juzgados, por los hospitales y medios de comunicación, por las calles de nuestras ciudades. Donde menos te los esperas, ahí están.
¿No será que es una discusión entre novios?-, le comentó una trabajadora social de un hospital a una mujer entrevistada para nuestra investigación, después de ser violada por su ex novio.
Vaya niña más ligerita!- afirmó una abogada de un condenado por acoso sexual en relación a una niña de 15 años que terminó suicidándose tras el acoso.
En la práctica, lo que hemos comprobado también al entrevistar a las víctimas, supervivientes y familiares de violencia sexual es que “el habla despolitizada” (el mito), casi de forma involuntaria -y en muchas ocasiones de manera muy consciente- está generando efectos directos no sólo en las mujeres que han vivido o vivirán violencia sexual, nos perjudica a todas…al configurar una realidad inventada y construida que lo que consigue es justificar y normalizar las violencia sexuales con un gran objetivo: desacreditar a las víctimas, restar responsabilidad a los agresores y normalizar la violencia sexual.
No hay que olvidar que los mitos y estereotipos de género son unos de los máximos responsables de la existencia de la cultura de la violación y por lo tanto, de forma evidente, van a alimentar y reforzar la ideología patriarcal, sosteniendo la discriminación histórica y estructural que sufren las mujeres frente a los hombres. Así lo hemos comprobado, cuando al acompañar a algunas víctimas, nos han trasladado en su desesperación por ser creídas, cómo era posible que quien las tienen que proteger duden de ellas, las juzguen o en el peor de los casos, las acusen de mentir para obtener réditos personales.
Los mitos y los estereotipos de género no dejan de ser instrumentos dirigidos a perpetuar la subordinación de las mujeres para controlar su libertad sexual y por tanto sus derechos sexuales y reproductivos. Y aunque parece que mutan según los tiempos, en el fondo, después de las más de 80 entrevistas realizadas para esta investigación lo que hemos podido comprobar es que realmente son “inmutables”, son los mismos que hace 50 años, que hace 200 años: “no es el prototipo de víctima de violación”, “no hay marcas físicas que evidencien que ha habido una agresión sexual”, “estaba ligando con él”, “qué esperas estando drogada y bebida”, “¿qué ropa llevabas?”, etc.
Una lista interminable
A día de hoy, recién concluida nuestra investigación y profundamente impactadas por las historias que hemos escuchado, me he planteado dos objetivos, parece casi un fin vital: romper el silencio para interpelar con la acción y la palabra a los responsables (siguiendo las palabras de Audre Lorde), con la finalidad de hacer que los derechos humanos de las mujeres sean realidad. Y en segundo lugar, aunque pueda parecer nimio, me he propuesto interpelar y desintegrar uno por uno, allá donde vaya, cada unos de esos mitos con los que convivo. Espero que este informe nos ayude con ello. Lo necesitamos con urgencia.


M
Sobre la autora: Bárbara Tardón es investigadora para Amnistía Internacional y experta en género y en violencia sexual.  

Asamblea de la ONU adopta primera resolución contra acoso sexual


 Obliga a Estados a prevenir y eliminar esta violencia
   

La Asamblea General de Naciones Unidas adoptó la primera resolución sobre el acoso sexual que obliga a los Estados miembros a considerar formas de prevenir y eliminar esta violencia contra mujeres y niñas.
En medio del surgimiento de movimientos mundiales como el de #MeToo, #TimesUp,  #BalanceTonPorc o #MiPrimerAcoso en los que las mujeres rompieron el silencio frente al acoso sexual y colocaron a luz a sus agresores, Naciones Unidas aprobó el pasado 19 de noviembre la primera resolución para eliminar el acoso sexual.
La propuesta que impulsó Francia junto a los Países Bajos fue aprobada por 193 países y llama a los Estados a enfrentar la discriminación que coloca a las mujeres y niñas en riesgo de sufrir explotación, violencia y abuso, así como tomar acciones para empoderarlas y protegerlas.
Entre las medidas que deben adoptar los Estados, indica esta resolución, es asegurarse que los empleadores de todos los sectores tengan que rendir cuentas cuando no cumplen con las leyes y las regulaciones sobre el acoso sexual.
Asimismo llama a los países para que las compañías de tecnología digital, incluidos servicios de internet y plataformas digitales, fortalezcan y adopten medidas positivas para eliminar la violencia y el acoso sexual en contextos digitales. Aunque aún el resolutivo no se encuentra disponible en la página oficial de Naciones Unidas.
En México según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016 (Endireh) 23.5 por ciento de las mujeres han recibido a lo largo de su vida “piropos” groseros y ofensivos de tipo sexual o sobre su cuerpo; 10 por ciento las han manoseado, tocado o besado; a 7.9 por ciento alguna persona le mostró sus genitales o se masturbó enfrente de ellas.
En tanto 9.2 por ciento dijo que las han vigilado o seguido; a 8.1 por ciento les ha hecho sentir miedo de ser atacadas o abusadas sexualmente; y a 3.9 les han enviado mensajes o comentarios con insinuaciones sexuales, insultos y ofensas a través del celular, correo electrónico o redes sociales.
Frente a este contexto las movilizaciones contra el acoso sexual en el país comenzaron en 2016 a propósito de la movilización contra las violencias machistas o 24A como le nombraron a una de las marchas feministas más grandes vividas en México.
En la red social Twitter cientos de testimonios de mujeres con el hashtag #MiPrimerAcoso contaban la primera vez que fueron acosadas sexualmente, evidenciando que se trata de una violencia normalizada, que ocurre en muchos casos desde la infancia y en la que se exime de responsabilidad a los agresores y se culpabilizada a las mujeres.
Las leyes mexicanas contemplan el acoso sexual y hostigamiento sexual en la Ley General de Acceso de las Mujeres a un Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) y establece que los tres órdenes de gobierno deben establecer mecanismos que favorezcan su erradicación en escuelas, centros laborales o privados mediante la firma de convenios.
En la Ciudad de México por ejemplo se han puesto en marcha campañas para erradicarlo específicamente en el transporte público, como la “Estrategia 30-100”, la repartición de silbatos rosas para utilizarlos para alertar de una agresión o la campaña #NoEsDeHombres que invitó a los varones a concientizarse del acoso sexual. Sin embargo, en los hechos no ha generado los cambios esperados.
En los centros de estudios la Universidad Nacional Autónoma de México fue la primera en implementar junto a ONU Mujeres un protocolo para la denuncia del acoso sexual y otras formas de violencia de género, no obstante en los hechos para quienes buscan utilizarlos han resultado un calvario, procesos revictimizantes, e impunidad a los agresores.

CimacFoto: César Martínez López
Por: Hazel Zamora Mendieta
Cimacnoticias | Ciudad de México .-

Un ramo de rosas blancas frente a la placa conmemorativa dedicada a las catorce víctimas de la masacre de Polytechnique. Foto: Radio-Canadá.
La tragedia de la Politécnica, en la Universidad de Montreal, hace 29 años


Las banderas están a media asta en la Asamblea Nacional para conmemorar el 29 aniversario de la tragedia de la École Polytechnique. El 6 de diciembre de 1989, catorce estudiantes fueron asesinadas por Marc Lépine, quien luego se suicidó con el arma.

Esta mañana, la administración y los alumnos de la École Polytechnique depositaron coronas de rosas blancas frente a la placa conmemorativa dedicada a las catorce mujeres.

La memoria de las víctimas de esta tragedia, así como la de mujeres desaparecidas y asesinadas aborígenes y todas las mujeres víctimas de la violencia también será honrada al mediodía en la Plaza Cabot en Montreal.

Una ceremonia conmemorativa se llevará a cabo en la tarde en Kondiaronk Lookout en Mount Royal, en presencia del Primer Ministro Justin Trudeau.


Hoy lamentamos la pérdida de estas jóvenes que tenían la vida delante de ellas. Recordamos a las víctimas de este gesto de odiosa violencia y nos manifestamos contra la misoginia, al origen de esta tragedia.

-Justin Trudeau, Primer Ministro de Canadá


El Primer Ministro agregó que es hora, en este Día Nacional del Recuerdo y la Acción contra la Violencia contra las Mujeres, “de actuar contra la violencia y la discriminación contra las mujeres, las niñas y las personas de diversas identidades de género que enfrentan en Canadá y en todo el mundo “.

El primer ministro de Quebec, François Legault, la alcaldesa de Montreal Valérie Plante y los miembros de las familias de las víctimas también participarán en la ceremonia ceremonial en Mount Royal.

Por quinto año, el cielo de la metrópolis iluminará 14 rayos, uno en uno cada pocos segundos, por cada mujer asesinada.

Las ceremonias se llevarán a cabo en todo el país.

Este día de conmemoración se lleva a cabo en momento en que los senadores en Ottawa están bajo presión para adoptar el proyecto de ley de control de armas presentado en marzo.

RCI-Radio Canadá

Cuarta Transformación: #No sin Nosotras



“La crisis de México se originó no solo por el fracaso del modelo neoliberal aplicado en 36 años, sino también por el predominio de la más inmunda corrupción pública y privada… Lo digo con realismo y sin prejuicios, la política económica ha sido un desastre, una calamidad para la vida pública del país”. Privatización e convirtió en sinónimo de corrupción.
No habrá censura, habrá libertad de prensa y no se repetirán casos como los de Gutiérrez Vivo y Carmen Aristegui. Tampoco más asesinatos a periodistas. No habrá más feminicidios. 47 periodistas asesinados en el gobierno de EPN. Habrá una red de estancias infantiles para las madres trabajadoras y serán gratuitas, las estancias de la ahora Secretaria del Bienestar recibirán más recursos. Son algunas frases importantes que pronuncio Andrés Manuel López Obrador(AMLO), en el Congreso ya con la investidura de Presidente de la República, hizo un lapidario diagnóstico del modelo neoliberal y sus defensores, modelo que existe en el país desde la década de los 80’s. Teniendo al lado a Enrique Peña Nieto, responsable de la reforma energética y del neoliberalismo, responsable de la corrupción, entre otras cosas.
  • En el periodo neoliberal, desde 1982, es la más ineficiente en la historia moderna de México. En este tiempo la economía ha crecido en 2% anual, y tanto por ello como por la tremenda concentración del ingreso en pocas manos, se ha empobrecido a la mayoría de la población hasta llevarla a jugarse la vida emigrando del territorio nacional o a tomar el camino de conductas antisociales. La época económica neoliberal ha sido un desastre, una calamidad para la vida pública del país”.
  • “La reforma energética que nos dijeron vendría a salvarnos, sólo ha significado la caída en la producción de petróleo y el aumento desmedido en los precios de las gasolinas, el diésel, el gas y la electricidad”.
  • "En las leyes aprobadas en ese entonces se aseguraba que en este año íbamos a estar produciendo 3 millones de barriles diarios y la realidad es que estamos extrayendo sólo 1 millón 763 mil barriles diarios. Es decir, 41% menos de lo estimado y con tendencia la baja".
  • "Vamos a cancelar la mal llamada reforma educativa ".
  • "En el periodo neoliberal la corrupción se convirtió en la principal función del poder político ".
  • "En las actuales circunstancias es más severo dejar en claro su manifiesto fracaso y la evidente corrupción y hacer todo lo que podamos para abolir al régimen neoliberal.
Aquí suscribo lo que escribió el escritor Emiliano Monge en su Twitter: “Lo que hoy vivió EPN en la Cámara fue la humillación que se merecía. Una verdadera defenestración se marcha como un corrupto, pero acabó saliendo como el muñeco de trapo enmohecido y manchado de sangre que encarna. Que alegría verlo deshacerse”.
Seguramente son muchos y muchas las mexicanas que piensan lo mismo. Sencillamente fue terrible. Con la llegada de AMLO una luchadora social de hace tiempo comentó: “la fe de mis 18 años en mi país sigue viva”.
Fueron dos discursos y al igual que el 1º de Julio fueron diferentes.
El apoyo masivo del pueblo mexicano se volcó en el Zócalo, no cabía ni un alfiler y la ceremonia del bastón de mando que le entregaron los pueblos originarios fue muy impresionante. “A partir de ahora los indígenas serán prioritarios en todos los programas sociales del Estado.
El periódico El País lo calificó: El zócalo de México, un cañón de esperanza para América Latina. López Obrador, tras asumir el poder: “No tengo derecho a fallar al pueblo de México”. Esta vez la esperanza no se levanta después de una tragedia nacional y la plaza más grande de América Latina se convirtió en un cañón de optimismo que dispara confeti al continente. (El país 2/12/18) Fue “el fin de la pensión para los ex presidentes, recuperar el petróleo como hizo el general Cárdenas o investigar la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa”, clamó con el bastón de mando indígena en la mano. Promete que no habrá fracking, ni semillas transgénicas.
¿QUÉ SUCEDE CON LA ECONOMÍA?
El reto es fuerte porque se hereda una deuda impresionante que se tiene que pagar y que se convierte en una rigidez para disponer de recursos en las finanzas públicas, Tal como se mencionó, efectivamente hemos tenido un crecimiento del 2.0 por ciento durante 30 años. Para 2018 Banco de México (Banxico), prevé un crecimiento para 2018 en un rango de 2 a 2.4 y para 2019 de 1.7 a 2.7. En materia de inflación: 2018 de 4.25 a 4.7, igual para 2019.
El precio del dólar es una parte muy importante de nuestra economía, entre otras cosas provoca el aumento de la deuda y su servicio (intereses). Según los datos de Banxico (ver gráfica), en 2012 su precio a la venta era de 13.925, para 2017 había subido a 21.2865 pesos y actualmente es de 20.55 (29/11/18). Los factores que mueven el precio del dólar son fundamentalmente externos, uno de los motivos por los que se recuperó el peso frente el dólar es el fin de la guerra comercial entre China y Estados Unidos.
¿CUÁL FUE LA RESPUESTA DE LOS EMPRESARIOS ANTE ESTOS DISCURSOS?
Dos voces muy importantes dentro de este gremio como Carlos Slim y el Presidente del Consejo Coordinador empresarial, Juan Carlos Castañón opinaron favorablemente: "Fue congruente con su campaña, fue incluyente en cuanto a que se requiere inversión privada y generación de empleos”.
Carlos Slim dijo: “Certidumbre e invitación al trabajo y a la inversión. Lo que se necesita, como dijo, es generación de empleo y combate a la pobreza”.
En contraste el presidente de Coparmex estuvo en contra: "Escuchamos expresiones polarizantes, maniqueas, retrógradas y nos preocupa de manera especial que se descartan algunas de las transformaciones más importantes del País en los últimos años, particularmente en el ámbito energético y el educativo". En la misma línea están las declaracioes de Claudio X Gónzalez, claro cancelaron la reforma eductiva y él era uno de sus impulsores.
Pero la tranquilidad de los mercados se dará hasta que se presente en el Congreso el proyecto de presupuesto para 2019, Urzúa Secretario de Hacienda ya anunció que contendrá un superávit primario del 1 por ciento del PIB. Claro frente a tantas promesas y sobre todo el cambio del modelo económico quieren imponer que se mantenga el equilibrio macroeconómico.
Más que abundar en el terrible diagnóstico económico del país, en el caso de las mujeres y sus organizaciones se tiene que trabajar en la construccion de propuestas viables y efectivas. Hay paridad en el Gobierno de AMLO, también en el de la Jefa de Gobierno, definitivamente son otras las condiciones para las Mujeres.
Olga Sánchez Cordero, la primera Secretaria de Gobernación en México, propone despenalizar el aborto en todo el país; esta propuesta nace de un acto de justicia, pero también del esfuerzo de muchas organizaciones de Mujeres como GIRE o CIMAC. Otra propuesta igual o más importante es la liberalización de las drogas, eso es urgente, las cifras de homicidios y todo tipo de crímenes son peores que las de Afganistán. Al cierre de 2018 hay 38 mil asesinatos. Y las mujeres no vivimos en una burbuja.
En fin, desde el General Lázaro Cárdenas México no había tenido un Presidente con tanto apoyo de las masas, del pueblo, que sea para bien del país y en beneficio de las mujeres pobres.

*Economista especializada en temas de género
twitter @ramonaponce
CimacFoto: César Martínez López
Por: Carmen R. Ponce Meléndez
Cimacnoticias | Ciudad de México .- 

#NoMiresAOtroLado: Cómo actuar ante a una situación de violencia machista

El silencio nos perjudica

“La violencia contra la mujer es una causa de muerte tan grave como el cáncer y de mala salud mayor que los accidentes de tránsito y la malaria combinados”

Madrid, 26 nov. 18. AmecoPress-. La violencia hacia las mujeres y niñas es una de las violaciones más graves de los derechos humanos, a la par que de las más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se toma conciencia, sobre todo debido a la impunidad de los perpetradores y al silencio, la estigmatización y la estereotipación que sufren las víctimas. Por ello, su prevención, concienciación, actuación y denuncia social son de vital importancia, buscando poner voz a su silencioso sufrimiento, implicando a toda la sociedad y actuando ante las señales de alerta. Ahora, denunciar deja de ser una opción y pasa a convertirse en una obligación.
“Hasta que las mujeres y niñas, que constituyen la mitad de la humanidad, vivan sin miedo, sin violencia y sin inseguridad diaria, no podemos afirmar realmente que vivimos en un mundo justo y equitativo”.
Esta frase, pronunciada hace años por Antonio Gutiérrez, secretario general de la ONU, es el argumento que refleja que, lograr una sociedad igualitaria, en la que mujeres y hombres convivan en equidad, está lejos de conseguirse, en especial si la pasividad se impone ante un problema que nos afecta a todos.
La violencia masculina hacia las mujeres puede manifestarse de muchas maneras. No sólo como forma física de agresión, sino también a modo de violencia psicológica, sexual, económica, patrimonial, social o vicaria –por la que el agresor genera daño a otra persona-, entre otras.
De hecho, en la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer emitida por la Asamblea General de la ONU en 1993, se daba respuesta a su definición exacta. Así, ésta era reconocida como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
Por todo ello, la actuación social resulta muy significativa, especialmente a la hora de detectar y denunciar cualquier tipo de manifestación marcada por estos indicadores.
“No basta con la sensibilización social. Es preciso un proceso constructor”, afirma Ángeles Álvarez Álvarez, diputada socialista, representante en la Comisión de Igualdad del Congreso y experta en Violencia de Género.
El no mostrarnos impunes y denunciar cualquier caso de violencia machista es de vital –con especial redundancia- importancia, por lo que es necesario un llamamiento a la ciudadanía y al entorno de las mujeres que sufran violencia machista a no quedarse parados o justificar conductas que puedan ser constitutivas de violencia de género.
Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, insistía en que el mensaje a trasladar a la sociedad "tiene que ver con que, pese a todos los imponderables que coexisten en una materia tan sensible como es la violencia de género, no hay impunidad alguna”.
Atendiendo a dicho argumento, el Servicio de Estadística del CGPJ apuntó un total de 42.077 denuncias interpuestas durante el último trimestre. De entre las señaladas, 40.232 fueron consideradas mujeres víctimas de violencia de género.
No obstante, frente a ese número, tan sólo 152 –frente a 99 del año anterior- fueron interpuestas por familiares de la víctima, una cifra muy reducida ante la real que constituye el número de denuncias totales.
“Las víctimas de violencia de género son merecedoras de la unidad de todos y todas en la respuesta frente a un fenómeno que tiñe de sangre nuestra convivencia ciudadana”, aseguraba Carmona.
Ante esta situación, cabe plantear la siguiente pregunta: ¿por qué la sociedad no actúa frente a estos hechos?
Normalmente, las causas que se argumentan suelen traducirse en miedo, desconocimiento, o el hecho de que la víctima se niegue a declarar, lo que hace que se abandone la intención de denuncia.
Elena Palacios, inspectora jefa de la Unidad Central de Atención a la Familia y la Mujer de la Policía Nacional (UFAM), asegura que en la experiencia adquirida a lo largo de su trayectoria profesional, “el maltratador es un tío cobarde que focaliza la agresión contra la mujer porque la considera un ser inferior, es una relación de poder. De modo que no suele haber muchas probabilidades de que agreda al vecino que ha avisado a la Policía”.
Además, atendiendo a la renuncia a declarar por parte de la víctima, debemos tener en cuenta que “estamos hablando de un momento del proceso de violencia muy complejo, en el que a la mujer le cuesta mucho tomar esa decisión porque realmente tiene unas secuelas psicológicas muy importantes”, asegura Pilar Pascual Pastor, coordinadora de la Asociación Mujeres para la Salud.
Por lo tanto, aunque se den cualquiera de los casos señalados, lo esencial de una denuncia, por muy banal que pueda parecer su resultado, es dar a conocer el ciclo de violencia que se está dando. Ahí radica su importancia.
La última campaña de Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad lanza un mensaje claro a la sociedad y advierte que “cuando hay maltrato en una pareja, no son solo cosas de pareja”.
“No es cuestión de solidaridad, no denunciarlo es un delito”, afirman. Y de hecho, así lo dice el artículo 450 del Código Penal de la omisión de los deberes de impedir delitos o de promover su persecución, castigado con penas de entre seis meses y dos años.
Cristina Almeida, abogada y presidenta del Club de las 25, insiste en que “hace ya décadas que la violencia de género no es un delito a instancias de parte, es decir, el que solo puede perseguirse cuando la víctima denuncia, sino que se investiga de oficio”.
Por ello, la violencia hacia las mujeres se convierte en responsabilidad de todos, pues supone un obstáculo que impide alcanzar la igualdad y el desarrollo de la sociedad, a la par que el respeto a sus derechos humanos.
“Existe obligación legal y moral de denunciar estos delitos, aunque se produzcan en el ámbito de la relación de pareja. Se actúa de oficio porque son delitos públicos, no privados ni semiprivados”, apunta nuevamente Palacios.
A esto se unen los argumentos de Pascual Pastor, afirmando que el problema reside en la base educativa. “Todavía, la pata de la educación no funciona, no está. Hasta que no hagamos realmente un proceso coeducativo desde el principio, no iremos realmente al núcleo del problema, que es la educación de género”.
Además, la coordinadora de AMS asegura que la diferencia de justicia entre hombres y mujeres es también una variable muy importante a tener en cuenta.
Entonces, ¿qué puedo hacer yo si mi vecino es un maltratador?
Si estamos viendo un caso de violencia de género que se está produciendo en ese mismo momento, lo primero que hay que hacer es llamar al 091, que responderá a modo de emergencia.
En casos más “preventivos”, en los que sospechamos que puede darse o se ha dado una situación violenta por parte del agresor, debemos llamar al 016 o 112. Quien le atienda dará parte a la Policía Nacional y se presentará en el domicilio de los malos tratos tan pronto como sea posible.
Una vez interpuesta la denuncia, pueden darse varias situaciones que serán clave para la consecución del caso: que la víctima niegue la existencia de malos tratos pero se observen lesiones patentes o, paralelamente, que lo niegue y además no se observen síntomas de violencia.
En el primero de los casos, la policía actúa. “Lo primero que hace es trasladarla a un centro de salud o un hospital cercano. En ese momento ya hay un parte de lesiones que se suma al informe de atestado que facilita la policía a la autoridad judicial”, explica la inspectora.
El segundo caso es más complicado. No existen pruebas, solo un testimonio, por lo que esta coyuntura se torna más difícil de solucionar. Aún así, es de gran importancia denunciar, el aviso se ha recibido y, lamentablemente, la escena de maltrato suele volver a repetirse, por lo que las autoridades competentes ya conocen las premisas necesarias de actuación en caso de que se dé nuevamente esa situación.
“La llamada o la denuncia son siempre fundamentales, incluso si la mujer no quiere denunciar o declarar”, argumenta Ana Galdeano Santamaría, fiscal decana de Violencia sobre la Mujer de Madrid.
“Hay que tener en cuenta que pueden existir otras pruebas. En los juicios por violencia de género es muy importante conocer el contexto familiar de la víctima. Por eso, aunque ella no quiera colaborar, las denuncias de su entorno familiar, laboral, sanitario, etc. podrían permitir, al menos, investigar”, insiste.
De hecho, son muchas las situaciones envueltas en la segunda de las opciones. “La mujer en esos casos no decide por sí misma, está cosificada. No es que mienta, es que no sabe cómo salir de la situación en la que se encuentra”.
A pesar de todo eso, “cada vez más son los vecinos los que llaman al 091”, reconoce Palacios. “Las llamadas han aumentado mucho en estos años. Se ha hecho un gran trabajo en materia de concienciación”.

Datos relevantes relativos a la violencia masculina hacia las mujeres

Atendiendo a los datos ofrecidos por la ONU, las cifras reflejan la gravedad de la situación y ponen de manifiesto la necesidad de una actuación preventiva y resolutiva adecuada que termine por erradicarla por completo.
- Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia sexual o física, principalmente por parte de un compañero sentimental.
- Solo el 52% de las mujeres casadas o que viven en pareja decide libremente sobre las relaciones sexuales, el uso de anticonceptivos y su salud sexual.
- Casi 750 millones de mujeres y niñas que viven hoy en día se casaron antes de cumplir los 18 años, mientras que al menos 200 millones de ellas se han visto sometidas a la mutilación genital femenina.
- En todo el planeta, en 2012, en uno de cada dos casos de mujeres asesinadas, el autor se correspondía con su compañero sentimental o un miembro de su familia.
- El 71% de las víctimas de trata en todo el mundo son mujeres y niñas y 3 de cada 4 de ellas son utilizadas para la explotación sexual.
- La violencia contra la mujer es una causa de muerte e incapacidad entre las mujeres en edad reproductiva tan grave como el cáncer y es causa de mala salud mayor que los accidentes de tránsito y la malaria combinados.
Si a estos datos sumamos los recogidos por el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, el número de mujeres asesinadas a causa de violencia machista suma un total de 973 desde el 1 de enero de 2003 hasta septiembre de 2018 en España, de entre las cuales 45 sucedieron este último año.
Y si a estas cifras añadimos también la atención de menores víctimas mortales, se registran 27 asesinatos más, un dato que evidencia el largo camino que queda por recorrer para la eliminación plena de esta situación, siendo obvia la urgente acción social que se precisa.

Más opciones de colaboración

Asociaciones de mujeres:
Además de acudir a las fuerzas de seguridad, existen otras opciones compatibles a la lucha contra la violencia de género.
Una de esas soluciones reside en el papel de las asociaciones de mujeres, que cuentan con cursos, talleres, formación y asistencia psicológica -entre otras actividades preventivas- para abordar el problema desde una perspectiva más profesional y formada.
La Asociación de Mujeres para la Salud es una de ellas. Su función reside en actuar como centro terapéutico, un espacio de salud para las mujeres dispuesto a realizar actividades relacionadas con la sensibilización, divulgación y formación de todo aquello que envuelva la erradicación de este tipo de agresiones.
Con ello, sus objetivos van dirigidos, fundamentalmente, al empoderamiento de las mujeres y el fomento de su autonomía, así como a la salud mental e integral de las mujeres a través de sesiones individuales y de grupo.
“Estamos en una sociedad en la que la violencia es estructural, todos estamos implicados en este gravísimo problema de salud pública de violencia contra las mujeres”, asegura su coordinadora, Pilar Pascual.
Por ello, cuentan con un espacio de salud abierto a mujeres víctimas de agresiones machistas. “Nuestra terapia es la psicoterapia feminista, intentamos que sea la mujer la que llame directamente, se informe y sepa exactamente quiénes somos y qué le ofrecemos. A partir de ahí fomentamos el empoderamiento de la mujer, que sepa lo que necesita, lo que quiere, y sea capaz de pedir ella misma la ayuda”, continúa.
En la asociación trabajan también la psicología de género, es decir, todos los malestares o conflictos que puedan tener las mujeres a lo largo de su vida a causa de la educación de género recibida.
“La mayoría de las mujeres que acuden a nosotras no saben que están sufriendo violencia por parte de la pareja, porque se trata de un proceso que empieza muy lentamente y que la mujer va naturalizando y normalizando”, explican desde la asociación.
Por ello, es de gran trascendencia atender a todos aquellos rasgos que puedan destapar síntomas de violencia machista, pues muchas veces la propia víctima tarda en reaccionar ante la agresión.
No obstante, Pilar Pascual subraya un aspecto positivo. “Las mujeres cada vez nos estamos metiendo en más espacios de autonomía, nos hemos puesto las gafas moradas y nos damos cuenta de las desigualdades y las vamos enfrentando”.
Además, también afirma que cada vez son más las mujeres jóvenes que acuden en busca de ayuda a estos centros y asociaciones, lo que invita a pensar que somos progresivamente más conscientes y menos tolerantes. No obstante, queda un largo camino por recorrer. Esto es solo el principio.
Junto a esto, Pascual ofrece también una serie de consejos que orienten a tratar con una mujer maltratada que se niegue a denunciar o a pedir ayuda. “Lo que estamos viendo son las secuelas, no a una persona en su sano juicio”.
“Lo más importante es que ella no pierda la confianza con la persona con la que se desahoga, que no se sienta rechazada ni juzgada. Llevarle indirectamente folletos o hablarle de estos centros es buena opción, pero, sobre todo, es necesario que ella piense que la entiendes sin juzgarla”, afirma.
Sin embargo, advierte de que la base del problema se encuentra en la educación de género, orientar sobre este tema desde infantil para evitar una cultura machista, patriarcal y violenta hacia las mujeres.
“Las niñas tenemos que aprender que nos tenemos que proteger de los hombres porque suelen ser ellos los que ejercen violencia hacia nosotras. Esto hace que tengamos miedo al espacio público. Tiene que cambiar”.
Por todo ello, tenemos que implicarnos más socialmente. “La pasividad se produce por miedo a la reacción del agresor. Quitar esos miedos y explicar que no pasa nada es esencial. Puede haber un riesgo, pero como en todo. No podemos quedarnos impasibles ante la violencia”.
Comisión para la investigación de Malos Tratos a Mujeres:
Esta organización, fundada en 1977 como fruto de la experiencia de mujeres profesionales, psicólogas, trabajadoras sociales, médicas, sociólogas y abogadas, entra en contacto con mujeres maltratadas constatando que ésta problemática “tenía grandes dimensiones y unas características de invisibilidad y de tolerancia social que hacían muy difícil su solución”.
Por ello, desde su nacimiento hasta la actualidad, van combatiendo la violencia machista fomentando el apoyo a las víctimas y ofreciendo distintos métodos de colaboración social.
Su Programa Fortaleza, destinado a la erradicación de la violencia de género, ofrece prevención, protección, seguridad, información y valoración en cada caso tanto a las mujeres y menores como a profesionales, familiares, amigos y amigas –a la sociedad en general- mediante un conjunto coordinado de actividades llevadas a cabo por profesionales de distintas materias con experiencia acreditada.
“Nuestro programa responde a un modelo de trabajo y actuación integral que sigue las pautas recomendadas en la Conferencia Mundial de la Mujer de Beijin, 1995, para los programas de prevención e intervención con mujeres maltratadas.
Desarrollado en todo el Estado, su objetivo se focaliza en procurar la información, asesoramiento e intervención necesarios para dotar a las víctimas de conocimientos suficientes que le permitan afrontar la situación, así como la erradicación de conductas impunes y la intervención con mujeres en vulnerabilidad para lograr su empoderamiento y dotarlas de autoestima y de herramientas que les ayuden a superar el proceso de cronificación y maltrato.
“Plantear un modelo igualitario de relaciones entre hombres y mujeres en la sociedad” es su meta, aseguran desde la organización.
En su programa de atención a la mujer, cuentan con distintos apartados de protección jurídica, acompañamiento psicológico y grupos, atención social, apoyo a menores, orientación socio-laboral y agresiones en espacios de ocio, con motivo de alimentar la inclusión social de las mujeres víctimas y fomentar su empoderamiento.
Además, dirigiéndose desde esta perspectiva hacia la actuación social, cuentan también con programas en los que brindan información sobre cómo derivar a una mujer a la comisión y dónde acudir.
Web de Recursos de Apoyo y Prevención ante Casos de Violencia de Género:

permite a la ciudadanía la localización de las distintas opciones de prevención y protección que las administraciones públicas, organizaciones de mujeres, asociaciones específicas y demás entidades sociales ponen a disposición pública mediante consultas sobre mapas activos o según ámbito geográfico y tipo de recurso.

Foto: Archivo AmecoPress.

Mujeres latinoamericanas soportan especial violencia en la política

Este artículo es parte de la cobertura de IPS durante los 16 Días de activismo contra la violencia de género, que comenzaron el 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Elisa Zepeda, la primera alcaldesa del municipio de Eloxochitlán de Flores Magón, en el sureño estado mexicano de Oaxaca, rodeada de su cuerpo edilicio. Crédito: Onu Mujeres

MÉXICO, 27 nov 2018 (IPS) - Como activista por los derechos de las mujeres indígenas en el sur de México, Elisa Zepeda Lagunas ha sufrido el tipo de violencia que hubiera acabado con cualquiera. Fue arrastrada a la plaza de la ciudad y atacada a machetazos hasta prácticamente la muerte, quemaron su casa y asesinaron a su hermano.
“Nos tendieron una emboscada… para que detuviéramos el movimiento que estaba liderando”, explica Zepeda Lagunas, de 34 años.
“Me dijeron: ‘Esto es lo que pasa cuando te metes en temas que no te incumben’… Me torturaron y me hicieron cosas sobre las que todavía me cuesta hablar”, precisa.
Sin embargo, esto no detuvo el activismo de Zepeda Lagunas. Perseveró y se presentó como candidata política, siendo elegida en 2016 como la primera alcaldesa del municipio de Eloxochitlán de Flores Magón, en el distrito de Teotitlán del sureño estado mexicano de Oaxaca. En julio de 2018, fue elegida para el Congreso del estado de Oaxaca.
“Pese a todos los riesgos, me presenté porque este cargo me ofrece una gran oportunidad para alzar la voz a otro nivel, como legisladora, y tenemos mucho trabajo por hacer”, afirma. “Para mí es imprescindible ocupar estos espacios y abrirlos a otras personas”.
En la actualidad, en América Latina las mujeres ocupan el 27,3 por ciento de los puestos locales como miembros municipales o concejalas, un aumento del 6,5 por ciento durante los últimos 10 años, lo que coloca la región como la primera a nivel mundial en cargos locales y parlamentarios ocupados por mujeres.
No obstante, el camino no ha sido fácil para las mujeres que se dedican a la política en América Latina. El acoso, las amenazas e incluso la muerte han hecho que esta carrera profesional sea una opción arriesgada, porque para conseguir su participación política, ellas tienen que hacer frente a una creciente violencia contra su presencia en la política.
Esto es cierto incluso en el caso de Bolivia, donde la igualdad está garantizada y las mujeres representan el 53,1 por ciento del conjunto parlamentario —el tercer porcentaje más alto a nivel mundial— y el 44,1 por ciento del conjunto de concejalas y concejales (en 2014).
Bolivia
“Nuestra batalla se libró en las calles, en las cárceles, a base de recibir golpes… Nos costó mucha sangre y muchas muertes”, explica Leonida Zurita, que inició su carrera política como activista sindical agrícola antes de convertirse en la primera mujer en dirigir la Asamblea Regional de Cochabamba en 2015.
En 2017, fue nombrada presidenta de la Asociación de Mujeres Asambleístas Departamentales del Estado Plurinacional de Bolivia (AMADBOL), que se creó con asistencia técnica y financiera de ONU Mujeres.
Zurita explica que la representación ha mejorado enormemente para las mujeres, gracias a la legislación y a una nueva constitución, pero que el acoso y la violencia política siguen muy presentes.

Leonida Zurita, presidenta de la Asociación de Mujeres Asambleístas Departamentales del Estado Plurinacional de Bolivia. Crédito: David Villegas/ONU Mujeres
El asesinato en 2012 de la concejala boliviana Juana Quispe —que había presentado denuncias por acoso y estaba promoviendo una ley para proteger a las mujeres políticas contra la violencia— y el asesinato de la concejala Daguimar Rivera Ortiz unos meses más tarde, impulsaron la petición urgente de instaurar una ley que abordara la violencia contra las mujeres en el ámbito de la política.
En 2012 se aprobó la histórica ley de Bolivia contra el acoso y la violencia política hacia las mujeres (Ley 243), que se convirtió en la primera —y todavía única— ley independiente de este tipo en el mundo. ONU Mujeres proporcionó asistencia técnica y financiera para esta legislación, por la que se aplican sentencias de cárcel de dos a cinco años para cualquier persona que presione, persiga, acose o amenace a una mujer que ejerza funciones públicas, y de hasta ocho años de cárcel para quienes cometan agresiones físicas, psicológicas o sexuales.
Sin embargo, las reformas jurídicas de Bolivia “no cambiaron los sistemas patriarcales o la cultura del machismo de la noche a la mañana, y no tardaron en aparecer y generalizarse las reacciones contra las mujeres que ocupaban cargos políticos”, explica Katia Uriona, expresidenta del Tribunal Electoral del Estado Plurinacional de Bolivia.
Aliada de ONU Mujeres desde hace tiempo, Uriona formó parte de una reunión de un grupo de personas expertas sobre cómo poner fin a la violencia contra las mujeres en la política, organizada conjuntamente por ONU Mujeres en marzo de 2018.
Uriona afirma que la Ley 243 ha tenido un valor inestimable a la hora de dar visibilidad a la cuestión, si bien sigue habiendo retos en su implementación, ya que no ha habido ningún caso que se haya resuelto con penas de cárcel.
Un reciente estudio realizado por la Coordinadora de la Mujer de Bolivia, una entidad beneficiaria del Fondo para la Igualdad de Género, reveló que entre el 65 y el 70 por ciento de las mujeres parlamentarias ha sido víctima de acoso y violencia política.
“Lo triste es que estas formas de violencia y acoso están totalmente normalizadas en el ámbito de la política y forman parte de su cultura, tanto de los partidos como del propio sistema democrático”, afirma la directora ejecutiva de la Coordinadora de la Mujer, Mónica Novillo.
En 2017, ONU Mujeres prestó asistencia al Tribunal Supremo Electoral de Bolivia para crear un Observatorio de la Paridad Democrática contra el acoso y la violencia política. Este observatorio supervisa tanto la paridad de género y la paridad intercultural como los derechos políticos de las mujeres, además de hacer un seguimiento y generar conciencia sobre la participación política de las mujeres (incluida la violencia) y generar datos.
Como parte de los esfuerzos continuos que se realizan, se presentó una ley sobre la paridad en los partidos políticos bolivianos —con una sección dedicada a la violencia contra las mujeres en la política— ante la Asamblea Legislativa en junio de este año, que se aprobó el 1 de septiembre.
Brasil
En Brasil, las mujeres que se dedican a la política se enfrentan a riesgos similares y aquellas que pertenecen a grupos indígenas o son afrodescendientes sufren amenazas por partida doble. En marzo de 2018, el asesinato de Marielle Franco, de 38 años de edad, concejala de Río y conocida defensora de los derechos humanos de las personas afrodescendientes, copó los titulares de todo el mundo e hizo aflorar los sentimientos del público.
ONU Mujeres ha colaborado con entidades socias que impulsan esfuerzos de promoción para generar conciencia en torno a este tipo de violencia, también durante el proceso de destitución contra la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff, destacando diversas situaciones de violencia política dirigidas contra su persona durante 2015 y 2016.
En asociación con la sociedad civil y alcaldesas y alcaldes locales, ONU Mujeres ha trabajado para visibilizar mejor la violencia contra las mujeres en la política antes y durante los procesos electorales, y para promover la participación política de las mujeres.
Como parte de la iniciativa Brasil 50-50 para lograr la paridad de género en el ámbito de la política, una campaña independiente sobre el periodismo de datos llamada “Gênero e Número” (Género y Número) está aumentando la visibilidad de las mujeres negras, indígenas y LBTI, que tienen una representación muy insuficiente en los círculos políticos, así como de la violencia política contra las mujeres.
“Es necesario poner los derechos de las mujeres en el centro del debate público sobre las elecciones” ha dicho Nadine Gasman, Representante de ONU Mujeres en Brasil.
“ONU Mujeres ha desarrollado plataformas para que los y las candidatas expresen sus posiciones y se comprometan con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, con un énfasis en la igualdad de género. Sabemos que no podemos conseguir un desarrollo sostenible sin la participación igualitaria en política de hombres y mujeres”, plantea Gasman.
Honduras
En Honduras, Fátima Mena Baide, concejala municipal de San Pedro Sula, ha sufrido repetidamente amenazas y agresiones. A los 28 años y siendo madre de un hijo de un año, fundó un partido político, se presentó a las elecciones y fue elegida para ocupar un cargo en el parlamento en 2014.
Al presentarse para alcaldesa en 2017, recibió un aluvión de mensajes de texto y de medios sociales enviados desde perfiles falsos, en los que se le decía que cuidara de su hijo en lugar de presentarse a las elecciones, o bien la amenazaban haciendo referencia a su seguridad personal o la de su hijo.

Elisa Zepeda, al frente, durante un recorrido por áreas de su municipio. Crédito: ONU Mujeres
Fue atacada físicamente: recibió golpes, un congresista que se presentaba a la reelección la tiró del pelo, y tuvo que evitar hacer campaña en determinados distritos porque existía una orden de asesinarla.
“Lo que mantiene a las mujeres fuertes es saber que lo que están sufriendo es violencia política contra ellas, por ser mujeres”, afirma Mena Baide, que también intervino en la reunión del grupo de personas expertas organizado por ONU Mujeres en marzo.
“En ocasiones la policía ni siquiera es consciente de lo que representa la violencia política. Ni siquiera conocen el término”, reflexiona.
Mena Baide se personó ante las autoridades, pero la policía no registró ninguna denuncia. Tampoco sirvió de nada denunciar los incidentes dentro de su propio partido. Ella afirma que únicamente grupos de mujeres y la comunidad internacional le han mostrado un apoyo tangible.
México
“Si la protección significa apartar a una mujer de su trabajo, ¿entonces quién gana?”, pregunta María del Carmen Alanís Figueroa, académica invitada en la Facultad de Derecho de Harvard. Ella fue la primera mujer de México en dirigir el Tribunal Electoral del Poder Judicial.
En la reunión del grupo de personas expertas celebrado en marzo, detalló los esfuerzos que realiza México para proteger a las mujeres políticas en ausencia de una ley especial. “Hay que sancionar al agresor, al partido. La protección de las mujeres en el ámbito de la política no significa apartarlas de la política. Tenemos que hacer algo diferente: eso es la reparación”, afirma.
En 2014 se produjo un avance con la aprobación del país de un Protocolo judicial federal para la Atención de la Violencia Política contra las Mujeres en Razón de Género (renovado en 2017), con el Tribunal Electoral como su principal autoridad.
Asimismo, ONU Mujeres México contribuyó a la elaboración de un Protocolo modelo para la atención de la violencia política contra las mujeres en razón de género en consonancia con el protocolo federal del estado de Oaxaca, que ha propiciado otros protocolos estatales en el país.
“El protocolo es como una declaración política por la cual se reconoce que existe un problema y que hay instituciones que tienen voluntad de actuar…”, sostiene la experta en política y género Mónica Maccise Duayhe, directora de la Unidad de Igualdad de Género y No Discriminación del Instituto Nacional Electoral de México.
“Al menos nos facilita la coordinación y el hecho de contar con un instrumento homogéneo. Pero el protocolo no es suficiente. Necesitamos mecanismos adicionales para subsanar las deficiencias”, plantea.
A pesar de contar con más de 4.000 candidatas para las diferentes instancias del gobierno en las pasadas elecciones de julio de 2018, Maccise Duayhe señala que únicamente se denunciaron 38 casos de violencia política por motivos de género a nivel nacional, de los cuales solamente tres dieron como resultado medidas de protección.
En su opinión, más mujeres denunciarían este tipo de violencia si hubiera una ley o sanciones más contundentes.
“Lo que no se puede hacer es depender únicamente del cambio legislativo, o de un mecanismo, o del protocolo”, afirma. “Necesitamos una mejor coordinación institucional. Necesitamos capacitar a juezas y jueces. Es un proceso”, añade.
Maccise Duayhe, que también dirigió el programa de igualdad de género del Tribunal Supremo de México, contribuyó a lograr el compromiso de nueve partidos políticos mexicanos para unirse a la campaña HeForShe de ONU Mujeres antes de las últimas elecciones. Así, se comprometieron a promover los derechos de las mujeres en sus plataformas, garantizar la paridad en sus órganos rectores y combatir la violencia política por motivos de género.
ONU Mujeres México se ha esforzado por fortalecer las capacidades de los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y las mujeres políticas, mediante foros de capacitación regional y su afiliación en espacios como, por ejemplo, el Observatorio de Participación Política de las Mujeres y el grupo de trabajo sobre violencia política contra las mujeres.
De nuevo en Oaxaca, Zepeda Lagunas es una de las 23 mujeres (frente a 19 hombres) que ahora componen la mayoría del Congreso del Estado de Oaxaca.
Las elecciones de julio arrojaron cifras récord de mujeres electas en México, lo que incluye el 48,2 por ciento de la cámara baja del Congreso federal y el 49,2 por ciento del Senado, lo que representa el tercer y cuarto índice más alto a nivel mundial.
“Queremos abrir una escuela de capacitación para el empoderamiento político de las mujeres en las 41 municipalidades de mi distrito”, afirma Zepeda Lagunas.
“También queremos tipificar la violencia contra las mujeres en el ámbito de la política, ya que no se están aplicando las sentencias de los pocos juicios que se han iniciado… Poco a poco vamos avanzando, y siento que todo ha valido la pena”, agrega.
Este artículo fue publicado originalmente por ONU Mujeres, como parte de sus historias sobre #EscúchameTambién, su lema durante los 16 Días de activismo contra la violencia de género, entre el 25 de noviembre y el 10 de diciembre. IPS lo reproduce por un acuerdo especial con ONU Mujeres y como contribución a estas jornadas contra la violencia machista.

Somos la Cuarta Ola, feminismo on fire


Momento histórico & Feminismo
www.kamchatka.es

Reflexiones de la autora sobre el momento histórico actual
 del movimiento feminista: ¿4ª Ola?

El feminismo, como todo movimiento político y social, necesita una agenda, un programa, una serie de reivindicaciones y objetivos si no quiere convertirse en un barco a la deriva, dependiente más de las agresiones de los enemigos que de una agenda, un plan y un accionador propio. Sin duda, las mujeres hemos de seguir defendiéndonos de la
guerra psicológica y física del sistema patriarcal, que se ha agudizado desde que el feminismo se ha vuelto imparable, pero en esta batalla no podemos estar solo a la defensiva.
El feminismo debe introducir en el debate público los muchos problemas derivados de nuestra opresión. Rara vez, las cuestiones específicas de las mujeres entran en una agenda política dominada por varones burgueses, y la mayoría de medios de comunicación hacen una bochornosa labor, nada inocente, en relación con las mujeres; por un lado ignoran las causas de nuestra opresión mientras tratan los feminicidios con un morbo sensacionalista para ganar audiencia, y por tanto, dinero; por otro lado, blanquean la violencia machista, invitando a los abogados de los agresores mientras silencian o denigran a las víctimas. La prensa trata de ocultar la opresión de las mujeres porque es imprescindible para que este sistema cruel e inhumano de supremacía masculina siga dándoles beneficios.
El movimiento feminista ha de actuar para lograr nuestros objetivos a corto, medio y largo plazo. Objetivos que han de ser fruto de la reflexión y del trabajo colectivo del Movimiento de Liberación de las Mujeres, de las feministas de la cuarta ola. Recordando las palabras de Catharine A. MacKinnon; "Como Andrea Dworkin dijo hace bastante tiempo, la situación de las mujeres requiere nuevas formas de pensar, no solo pensar en cosas nuevas".
Si las feministas hacemos una auténtica revolución en el mundo del pensamiento y nos situamos en la conciencia de la mujer que desea ser libre, fuera de la lógica patriarcal, ajenas a su influencia biológica y mental, apartadas de la ideología de la clase dominante, esas reivindicaciones y exigencias que han de formar parte de la agenda feminista caerán por su propio peso.
Las feministas no podemos escribir con miedo a incomodar; el feminismo que no incomoda, que no molesta, que deja indiferente, que no inquieta, es un feminismo muerto. Audre Lorde, una gran feminista, incomprensiblemente olvidada, escribió: "Muchas veces pienso que tengo que decir las cosas que me resultan más importantes, verbalizarlas, compartirlas, aún a riesgo de que sean rechazadas o malentendidas".
No podemos pensar y reflexionar sin salir de la lógica del varón, de la mentalidad masculina forjada por un sistema supremacista que ejerce todos los días su violencia contra la mujer, pero escapar de la telaraña no es tarea sencilla. Desde que nacemos hemos sido domesticadas por el látigo estructural del patriarcado, y aunque logremos escapar, tendremos que sobrevivir en una sociedad dominada por el machismo institucional que quiere impedirnos abandonar su mundo ideológico. En palabras de Andrea Dworkin: "La mujer no nace: es hecha. En el proceso, su humanidad es destruida. La mujer se convierte en símbolo de esto, símbolo de aquello: madre de la tierra, puta del universo; pero nunca se convierte en sí misma, porque está prohibido que lo haga".
Las feministas somos mujeres en proceso de reconstrucción, mujeres que fuimos destruidas, mujeres a las que se nos inculcó cumplir con el papel predeterminado en el sistema patriarcal, mujeres que queremos dejar de ser mujeres tal y como nos enseñaron a serlo. Las feministas, como dijo Dworkin, luchamos individual y colectivamente para que "cada mujer pueda ser ella misma, que no tenga que conformarse con la función que le fue dada, con una definición de su cuerpo, de su valor, que nada tiene que ver con su personalidad".
No es posible conseguir los objetivos sin recuperar los lazos y vínculos entre mujeres trabajadoras, pensadoras y luchadoras. A la hora de elaborar la agenda no podemos olvidar que las leyes solo nos consideran iguales de una manera formal, pero no material. Nos encontramos en un sistema de dominación masculina en el que tratamos de sobrevivir en un permanente estado de excepción. Se nos han arrebatado derechos tan básicos como poder caminar libremente por las calles o participar en debates sin que nuestra voz sea socavada por los enemigos de la liberación femenina, pero está en nuestras manos estrechar y hacer fructíferas las relaciones con las mujeres en las que podemos confiar. Audre Lorde relató su propia experiencia: "Cada palabra que había dicho, cada intento que había hecho de hablar sobre las verdades que aún persigo, me acercó a otra mujer, y juntas examinamos las palabras adecuadas para el mundo en que creíamos, más allá de nuestras diferencias".
Conocer y comprender cómo funciona el sistema patriarcal es imprescindible para diseñar una estrategia feminista, porque si olvidamos que la dominación también afecta a nuestras mentes,lo más probable es que contribuyamos a lavar el rostro violento del poder tiránico de los varones, y esa no es nuestra labor. La misión del feminismo es liberarnos de toda opresión; sea por sexo, por clase social o por raza, y romper las cadenas del sometimiento al varón y al patrón. Si las mujeres pensamos desde la lógica del patriarcado seremos cómplices de su dominación.
Las feministas tenemos, no solo que mostrar nuestras opresiones, sino también estar atentas y saber interpretar las señales de libertad de otras mujeres; las nuevas compañeras que van sumándose a la lucha o los espacios liberados desde donde poder potenciar el auge de un movimiento feminista mundial.
En 'El Segundo Sexo', Simone de Beauvoir explica con detalle cómo se enseña a la mujer a asumir su condición de sometimiento y subordinación, alentándonos a su vez a diseñar los mecanismos necesarios para alcanzar la libertad.
El feminismo tiene una larga genealogía de pensadoras. Una tradición propia de obra y de lucha, con su memoria y con sus vínculos, que actúan como velocistas en una carrera de relevos. Por ejemplo, las reflexiones de Chimamanda Ngozi Adichie sobre cómo el condicionamiento social histórico afecta a la psicología de la mujer que, al igual que Beauvoir, y las feministas anteriores a ella, localiza la solución para romper la cadena de opresión a través de un nuevo adiestramiento de la mente femenina: "Lo que importa más es nuestra actitud, es nuestra mentalidad de mujer libre", afirma. A partir de la idea de que los estereotipos limitan nuestro pensamiento y le dan forma, Adichie sostiene que el feminismo es un movimiento político que comienza con un sustrato liberador, desde el Yo Libre al Nosotras en Lucha, y sobre la cuestión de género, reflexiona: "El problema con el género es que indica cómo deberíamos ser en lugar de reconocer cómo somos".
La sumisión y la conformidad no son cualidades del pensamiento independiente, sino peligrosos presagios del fascismo y del declive cultural. Las mujeres debemos preguntarnos qué es y qué significa el feminismo para nosotras en el escenario actual. Necesitamos definir la acción, para a continuación desarrollar las estrategias.
Hay un paso esencial en la vida de toda mujer, un paso que marca un antes y un después, un paso que cambiará tu vida, tu pensamiento y tu acción: el momento en que sales de la mentalidad masculina que nos impregna y comienzas a sentir y a pensar desde ti como mujer que desea ser libre, desde un Nosotras como casta oprimida en lucha por la libertad, pero este paso puede ser revertido. A nuestro pesar seguimos viviendo en una sociedad patriarcal que constantemente trata de devolvernos a su "normalidad", sea mediante amenazas, persecución o asesinatos. Es por ello que debemos estar alerta y más aún las mujeres lesbianas, bisexuales o transexuales, o las que luchan activamente contra la opresión. La dictadura patriarcal y capitalista no tolera ninguna disidencia. Si queremos vivir con un mínimo de libertad y dignidad, hemos de estrechar lazos con otras mujeres, especialmente con las de nuestra clase trabajadora, y luchar juntas por la liberación. A las mujeres no se nos regala nada; hemos de luchar o morir asesinadas.
La base de una agenda feminista es la realidad de la mujer. En palabras de Andrea Dworkin: "El movimiento de mujeres no es solamente transmitir una ideología; es crear una ideología, formas de entender el mundo de las mujeres, la construcción de la masculinidad y la feminidad. El feminismo son formas de entender qué es el prejuicio como una construcción social, cómo funciona, cómo se transmite. Formas de entender cómo es el odio contra las mujeres, por qué existe, cómo se transmite, qué función tiene en esta sociedad o en cualquier otra".
La milenaria creencia, transmitida de generación en generación, de que las mujeres somos inferiores a los varones es la base del sistema patriarcal en el que vivimos y el principal motivo de nuestro sufrimiento. Como dijo Dworkin, debemos acabar con todo ese dolor, porque "si olvidas que hay que acabar con el sufrimiento de innumerables mujeres no identificadas e invisibles, acabar con los crímenes que son cometidos contra ellas, probablemente tu feminismo es hueco, no importa, no cuenta".
El primer paso para acabar con el sufrimiento es que nuestra integridad física, nuestros cuerpos, nuestras mentes y nuestros corazones sean respetados siempre y en todo lugar. Las mujeres tenemos que luchar por nuestra credibilidad, esa que el poder judicial, los medios, las instituciones o los varones, por defecto, nos niegan. No nos creen, ni como víctimas ni como testigos, ni en los centros de estudio o de trabajo. No nos creen cuando ocupamos una posición profesional o política de relevancia y lo peor es que muchas mujeres, incluso dentro del feminismo, comparten este pensamiento. No es casualidad; el patriarcado convierte a las mujeres en seres heridos, lastimados, llenas de miedo y de culpa, sumisas, masoquistas, adictas a las relaciones tóxicas, a sobrevivir en una espiral permanente de autocrítica y de crítica a las demás mujeres, a las que nos enseñan a ver como enemigas y competidoras. En definitiva, "una mujer es un ser humano destruido", como decía Dworkin.
Nuestra educación (que es más una domesticación) hace de nosotras las siervas que el sistema patriarcal y el capital necesitan para seguir funcionando sin demasiados problemas. Por dar un solo ejemplo; el capitalismo sería inviable y no sobreviviría si el trabajo doméstico o de cuidados fuera remunerado. No podría existir sin la explotación de millones de mujeres. Es una de las pruebas más evidentes de la alianza criminal entre patriarcado y capitalismo.
El sistema patriarcal nos convierte en sumisas, dispuestas a trabajar gratis porque nos hacen creer que es nuestro deber, y el capitalismo nos explota en casa y en nuestro lugar de trabajo. No hay liberación de la opresión que sufrimos si no luchamos por destruir los dos miembros infames de esta alianza misógina contra la mujer: el patriarcado y el capitalismo.
"No me siento bien conmigo misma". "No me gusto". "Me siento ahogada". "Tengo miedo". "Me siento culpable". "Me maltrata pero le quiero". "Debería, pero no puedo dejarle". "Soy horrible". "Me odio". "Tengo ansiedad". "Me duele todo, hasta el alma". ¿Qué mujer no ha pronunciado alguna vez estas frases? O peor aún, ¿las ha sentido pero no ha podido verbalizarlas? Cuanto mayor haya sido su opresión, más profundas serán las heridas.
Quieren hacernos creer que es parte de nuestra naturaleza, que somos el negativo del hombre, que ellos mandan y nosotras obedecemos, que ellos son señores y nosotras sus criadas, que ellos son seres humanos y nosotras no. Nos quieren hacer creer que nos gusta ser dominadas, que disfrutamos sufriendo, que seremos felices con el sometimiento, pero no podemos resignarnos a vivir en un mundo donde cada día somos la diana de múltiples agresiones. Como dice Susan Brownmiller en su libro 'Contra nuestra voluntad': "Un mundo sin violadores sería un mundo en el cual las mujeres se moverían libremente, sin temor a los hombres. El hecho de que algunos hombres violen significa una amenaza suficiente como para mantener a las mujeres en un permanente estado de intimidación".
Unos varones nos violan, y todos los demás se benefician de ello. No debemos tolerar que la violación sea definida desde la perspectiva del varón: "Para una mujer, la definición de violación es una invasión sexual del cuerpo mediante la fuerza, una intrusión dentro del espacio interior, privado y personal, sin consentimiento, y constituye una violación de la integridad emocional, física y racional, un acto de violencia hostil". Brownmiller nos recordaba la relación entre la prostitución, su regulación y la violación: "La perpetuación del concepto de que el poderoso impulso masculino debe ser satisfecho de inmediato por una clase cooperante de mujeres, apartadas y autorizadas a hacerlo, es parte de la psicología de masas de la violación".
Las mujeres no podemos aceptar una sociedad donde las chicas son agredidas antes de alcanzar la mayoría de edad, una sociedad donde con 17 años la pornografía es infantil, pero con 18 está comúnmente aceptada, una sociedad que ha normalizado la prostitución y el acoso.
Las mujeres libres no queremos ser aquello que otros han hecho de nosotras, no queremos autodestruirnos, queremos reconstruirnos y ser las personas libres que nunca pudimos ser. Y hemos de lograrlo juntas, mediante la creación de espacios seguros donde poder hablar y escuchar, intercambiar ideas y experiencias para desarrollar la teoría feminista y la práctica política y económica, pero también para estrechar nuestras relaciones como mujeres.
No podemos elaborar una agenda feminista sin recordar cada día que ser feminista es continuar una larga historia de luchas, con victorias y derrotas, conocer su teoría, estudiar los libros de las mujeres brillantes y valientes que entendieron que la fuerza vital de la lucha de las mujeres tiene que empezar de manera individual y accionarse en forma colectiva. Ser feminista es crear y reforzar los lazos y vínculos entre las mujeres, sin olvidar que, como dijo la chilena Andrea Franulic, "los lazos entre las mujeres han sido intervenidos culturalmente. Nacer mujer en el patriarcado conlleva una connotación de inferioridad, desprecio y desconfianza. En este sentido, la misoginia, que es el odio contra las mujeres, no solo se expresa en los hombres hacia las mujeres, sino también en las mujeres consigo mismas y con sus congéneres".
El movimiento feminista ha descubierto un saber silenciado, oculto, que no se encuentra en la familia, en el sistema educativo o en la televisión. Un hilo violeta que hay que conocer y que incluye a las feministas lesbianas, bisexuales, transexuales, negras, chicanas, gitanas, mayores o jóvenes, fallecidas u olvidadas. ¿Se puede ser feminista sin conocer a fondo la historia de las Panteras Negras? Estudiándolas sin prejuicios, se aprende sobre su experiencia como mujeres libres, sobre sus postulados acerca del marxismo, el anarquismo, el antirracismo o el anticolonialismo. Nuestra relación con el conocimiento implica la búsqueda de los saberes perdidos, de las aportaciones que las mujeres han hecho al mundo de la cultura y que a menudo han sido sepultadas por los varones. El feminismo es una búsqueda individual y colaborativa de corrientes subterráneas: averiguar cuáles son nuestras propias preguntas y nuestras propias respuestas, más allá de todo el aparataje patriarcal y liberal. El movimiento de mujeres no puede sobrevivir a menos de que las feministas mantengamos este compromiso: hacer preguntas e intentar encontrar las respuestas más allá de la lógica perversa del sistema patriarcal.
Lo erótico experimentado desde la mujer libre no queda fuera de la lucha feminista. "Lo personal es político", ¿recuerdan a Audre Lorde?: "Si comenzamos a vivir desde dentro hacia fuera, en contacto con el poder de lo erótico que hay en nosotras, y permitimos que ese poder informe e ilumine nuestra forma de actuar en relación con el mundo que nos rodea, entonces comenzamos a ser responsables de nosotras mismas en el sentido más profundo".
Vivimos en una sociedad pornificada, en la banalización del amor y de la experiencia erótica, donde la sexualidad de la mujer y del varón están influidas de un modo devastador por las prácticas de un porno cada vez más humillante y agresivo, al que además hay que sumar la aparición del poliamor como nueva forma de denominar al desamor y al abuso sobre la mujer. Conviene no olvidar algo que nos recordaba Lorde: "Compartir el poder de los sentimientos con los demás no es lo mismo que emplear los sentimientos ajenos como si fueran un pañuelo de usar y tirar".
La experiencia erótica de la mujer no puede estar al servicio del varón ni destinada a imitarle. "Cuando no prestamos atención a nuestras experiencias, eróticas o de otro tipo, más que compartir estamos utilizando los sentimientos de quienes participan con nosotras en la experiencia y utilizar a alguien sin su consentimiento es un abuso". Quedan muchas preguntas sobre la experiencia sexual de las mujeres.
En 1983, Andrea Dworkin escribió: "El Movimiento de Mujeres en general, con sus excepciones, con sus fracasos, con sus imperfecciones y sus fallos, se ha dedicado a este proceso de formular preguntas. Muchas de las preguntas son consideradas inconfesables. No se pueden decir. No se pueden hacer. Y cuando se hacen, la mujeres que preguntan son respondidas con una hostilidad extraordinaria. Si no puedes hacer las preguntas necesarias nunca serás lo suficientemente valiente. No lo pospongan nunca".
Estamos acabando 2018 y esa hostilidad continúa reproduciéndose igual que en 1983. El mandato sigue siendo el mismo: "No cuestiones el orden patriarcal. No hagas preguntas incómodas. Obedece y calla, o de lo contrario... loca, puta, feminazi, atente a las consecuencias". Manadas de varones te acosarán, no solo como una amenaza concreta, sino como un aviso a navegantes: "Si no eres buena, si no eres obediente y te callas, si declaras ser feminista, mirad, vais a acabar así: poniendo en riesgo tu trabajo, siendo el pim-pam-pum de los medios de comunicación y atacadas por hordas de acosadores".
Una agenda feminista tiene que oponerse a este mandato patriarcal, con la palabra, con la acción, y nunca con la omisión. Las mujeres tenemos que romper el silencio al que hemos sido obligadas durante milenios, hablando con otras mujeres y tomando conciencia como mujer individual y mujer colectiva, para más tarde hablar con los varones y decirles que hasta aquí hemos llegado. Tenemos que dejar de actuar como princesitas y no hemos de callar nunca ante la injusticia institucional, ante la violencia patriarcal, especialmente la que procede de un poder judicial misógino, que tiene la potestad de encarcelarnos.
En la actualidad, hay mujeres condenadas injustamente por haberse defendido dando muerte a un violador o a un maltratador ¿Por qué en la mayoría de los casos esas mujeres no reciben la solidaridad del movimiento feminista? ¿Porque se avergüenzan de mujeres que cumplen largas condenas de cárcel sin que a veces conozcamos ni sus nombres? ¿Por ser una mujer prostituida anónima que acabó con la vida del putero que estaba estrangulándola?, ¿por ser de otra raza que la blanca?, ¿por ser extranjera? ¿Por qué el movimiento feminista no pide el indulto de estas mujeres? ¿Por qué no se discuten los derechos de los presos varones, que ponen en peligro a las mujeres? ¿Por qué un violador tiene derecho a permisos penitenciarios y no las mujeres derecho a no correr ese riesgo? ¿Por qué no se reconoce el derecho de las mujeres a la defensa propia cuando es víctima de agresiones y violaciones continuadas? ¿Por qué una mujer tiene que esperar a ser nuevamente atacada para defenderse de su agresor? ¿Por qué insisten en la posibilidad de la rehabilitación de los presos cuando el Estado no hace nada y hay criminales psicópatas irrecuperables? ¿Por qué se tolera hablar siquiera en el sistema judicial del inexistente síndrome de alienación parental?
Un movimiento feminista timorato no derribará jamás al patriarcado. Un movimiento feminista que cuestione las nociones establecidas, que no busque la aprobación y la validación del varón, que asuste a nuestros opresores y al sistema patriarcal, que sea decidido, atrevido y valiente tiene una oportunidad de vencer.
El feminismo que castiga a las mujeres que se atreven a salir del mundo físico y mental del varón es un feminismo falso, una herramienta más del patriarcado. El feminismo somos mujeres, mujeres de carne y hueso, no una abstracción. El feminismo, insisto, trata de recuperar los lazos entre mujeres que estamos en proceso de reconstrucción, que rechazamos la mujer que hizo de nosotras el patriarcado.
Una agenda feminista no puede dejar de hacer preguntas incómodas a la sociedad, a los varones, a las mujeres y al propio feminismo.
¿Por qué olvidamos a nuestras niñas y a nuestros niños ante el peligro de los depredadores sexuales?, ¿por qué permitimos que sean abusados sexualmente por sus padres, padrastros, sacerdotes, educadores o entrenadores, sin que una lacra tan ignominiosa entre jamás en la agenda política? ¿Por qué no se habla del incesto, que afecta a cerca de la cuarta parte de nuestras menores? ¿Por qué no se estremece la columna vertebral de una sociedad cuando sabemos que una de cada cuatro niñas y uno de cada siete niños sufren abusos sexuales en la infancia? ¿Por qué no reaccionamos tras saber que una sociedad donde el 15% de los varones y el 23% de las mujeres han sufrido abusos sexuales antes de cumplir 17 años?
¿Por qué?
¿Por qué no se habla de la violación dentro de la pareja o en encuentros casuales, cuando es rutinaria y epidémica? ¿Por qué la sociedad no acepta que presionar a una mujer dentro de la pareja para tener sexo es una violación? ¿Por qué no se acepta que las mujeres vivimos rodeadas de potenciales violadores? ¿Por qué llamamos putero al violador? ¿Por qué el putero no sufre el rechazo social que sí soporta un agresor sexual? ¿Por qué aceptamos que una mujer violada sea de nueva agredida por el sistema judicial? ¿Por qué las mujeres y niñas violadas no reciben la protección y reparación de la sociedad?
¿Por qué?

¿Por qué aceptamos la violencia contra la mujer durante el embarazo y el parto? ¿Porque permitimos que haya profesionales de la salud misóginos, sin ninguna empatía hacia la mujer, que convierten el hecho de ser madre en una experiencia terrorífica y traumática? ¿Por qué toleramos en la sanidad pública y privada el trato inhumano y las prácticas invasivas, como la episiotomía (incisión quirúrgica en la vulva para facilitar la salida del feto y evitar desgarros en el perineo) o la maniobra de Hamilton (tacto vaginal con movimiento circular del dedo, que produce dolor y puede acarrear sangrados)? ¿Por qué aceptamos que en pleno siglo XXI la mala atención en partos provoque discapacidades en las recién nacidas y nacidos?

¿Por qué?

¿Por qué permitimos que haya menos investigación para las enfermedades propias de la mujer ¿Por qué no hay buenos tratamiento para la fibromialgia, endometriosis, dismenorrea, síndrome premenstrual, preeclampsia, amenorrea o diabetes gestacional? ¿Por qué aceptamos que el dolor físico y psíquico de la menstruación y la menopausia sean una realidad cotidiana para millones de mujeres?
¿Por qué?
¿Por qué aceptamos que las mujeres tengan salarios más bajos? ¿ Por qué las profesiones feminizadas son menos valoradas social y económicamente? ¿Por qué aceptamos que las mujeres trabajadoras y racializadas sean doblemente explotadas?
¿Por qué?
Un feminismo que no discute todo lo que se da por sentado en una sociedad patriarcal es un feminismo inofensivo, y un feminismo donde no se sienten representadas todas las mujeres es un feminismo repugnante. Es una vergüenza y una ofensa a nuestras hermanas que existan sectores del feminismo que descalifiquen a otras mujeres por el simple hecho de ser bisexuales, lesbianas, transexuales o heteros. Por ser madres, mayores, jóvenes o putas. Por estar enfermas. Por ser blancas, gitanas, latinas, negras, árabes... Por ser "demasiado agresivas", por ser "violentas", por defenderse de las agresiones machistas verbales o físicas, por no ser aceptables socialmente, por salirse de los estereotipos de la dictadura sobre la mujer o por abandonar el redil del orden patriarcal.
Cualquier forma de lucha feminista tiene utilidad para las mujeres, ayuda y multiplica, todo lo contrario que la crítica destructiva desde un pseudofeminismo liberal, alicorto y misógino.
Hay mujeres luchando en todos los frentes, incluso en las entrañas del territorio enemigo: en el poder judicial, en los centros de enseñanza, en la Academia, en los medios de comunicación o en la industria del entretenimiento.
La esencia del ser feminista no es el maquillaje ni la maternidad ni la orientación sexual ni la raza ni la edad. El corazón de la conciencia feminista es la lucha por abandonar la lógica patriarcal, con palabras y con acciones.
"Tienen razón feministas como Juana Gil cuando afirman que esto no es una ola nueva, sino el reclamo de que se hagan efectivas las conquistas pendientes. En efecto, tras la posmoderna y a veces reaccionaria tercera ola, las feministas volvemos a hablar de 'mujeres' y de 'nosotras', hemos vuelto a dar sustrato material al movimiento: hablamos de los problemas que nos afectan en el día a día y traemos de vuelta nociones imprescindibles como 'patriarcado' (sin adjetivar). Estamos recuperando una agenda olvidada y a unas teóricas injustamente minusvaloradas", asegura Tasia Aránguez Sánchez.
No olvidemos las palabras de Andrea Dworkin, una de esas teóricas injustamente minusvaloradas, escritas en 1983 que siguen vigentes 35 años después: "Represento el lado oscuro del Movimiento de Mujeres. Me encargo de la mierda, la mierda seria. Es un trabajo atroz. Me ocupo de lo que le pasa a las mujeres en el curso normal de sus vidas en todo el planeta. Me ocupo de lo normal y lo normal es abusivo, criminal, violador. Es tan sistemático que parece que las mujeres no son abusadas cuando estas cosas normales les ocurren".
Las feministas no podemos dejar de denunciar las conductas que se consideran normales en una sociedad patriarcal, ni tampoco hemos de olvidar nunca, al elaborar nuestra agenda, el origen de la opresión. "El feminismo es como un grupo de pie frente a un maremoto con una mano diciendo 'deténganse'. La gente dice: 'es inútil', 'así es la vida'. La postura feminista es que no es la vida, es política, es historia, es poder, es economía, son modos institucionales de organización social".
Las mujeres tenemos que presentar batalla contra la explotación laboral, por eso el feminismo debe ser anticapitalista, y contra la explotación sexual, por eso debemos ser también abolicionistas. Las mujeres hemos empezado a tomar conciencia de que tenemos que escapar de una serie de creencias que nos son ajenas, gracias a esas compañeras mayores a las que debemos reconocer, valorar y cuidar, aunque no estemos de acuerdo con algunos de sus planteamientos. No hay feminismo sin respeto a nuestras mejores guerreras: las que han estado en el frente feminista durante toda su vida adulta, o las que han enfermado, enloquecido o muerto en la lucha.
Las mujeres no podemos permitirnos estar limitadas por el miedo: "En aras del silencio, cada una de nosotras desvía la mirada de sus propios miedos -miedo al desprecio, a la censura, a la condena, o al reconocimiento, al desafío, al aniquilamiento-", como dijo Audre Lorde, o como escribió Karl Marx a Arnold Ruge: "Si construir el futuro y asentar todo definitivamente no es nuestro asunto, es más claro aún lo que al presente debemos llevar a cabo: me refiero a la crítica despiadada de todo lo existente, despiadada tanto en el sentido de no temer los resultados a los que conduzca como en el de no temerle al conflicto con aquellos que detentan el poder".
El feminismo no puede ser complaciente, amable ni servicial, porque nos están asesinando, porque nos están violando, porque nos están maltratando, porque nos están prostituyendo, porque nos están torturando, porque nos están traficando, porque están convirtiéndonos en esclavas sexuales.
Las mujeres debemos ayudarnos entre nosotras ya que la mayoría de varones, incluidos nuestros supuestos compañeros y camaradas, ya han demostrado sobradamente que son indiferentes ante nuestro dolor. Somos mayoría y no vamos a dejar que nos pisoteen más. Esta es la Cuarta Ola del feminismo, la revolución en marcha, y quien no lo comprenda, irá al vertedero de la historia.
No es una carrera de 100 metros lisos, estamos en una larga maratón de lucha sin descanso por nuestra libertad. Tardaremos años en vencer, sufriremos y caeremos luchando. pero les infligiremos derrotas decisivas. Las mujeres venceremos y seremos libres.
Luisa Posada Kubissa escribió este mismo año: "De lo que se trata es de crear en todos ellos no sólo rechazo, sino también conciencia crítica: es decir, que no se queden sólo en condenar los efectos más cruentos de esa violencia, como los asesinatos de mujeres, sino que tomen conciencia de que se trata de un poder sexualmente expresado de muy diversas maneras y que es estructural al sistema patriarcal".
Las feministas no podemos tener una agenda que no incluya transformar radicalmente una sociedad que nos humilla, nos maltrata, nos explota, nos viola y nos asesina. Decía Audre Lorde: "Hemos sido educadas para respetar más al miedo que a nuestra necesidad de lenguaje y definición, pero si esperamos en silencio a que llegue la valentía, el peso del silencio nos ahogará". El futuro de las mujeres, de nosotras, de nuestras hijas y nietas, depende de lo que hagamos ahora.
"No hay nada que las feministas deseen más que volverse innecesarias. Queremos el fin de la explotación de las mujeres, pero mientras haya violaciones y asesinatos no habrá paz ni justicia ni igualdad ni libertad. Mi agenda es todo lo que puedo pensar, todo lo que pienso hacer, todo el tiempo: movilizarnos, movilizarnos, confrontaciones físicas e intelectuales y políticas con el poder. Tienen que escribir carteles, marchar, gritar, gritar, escribir. Es vuestra responsabilidad ante vosotras y ante todas las mujeres. En lo que más creo es en la visión de tener claro qué debe hacerse, sin olvidar por un minuto el mundo en el que realmente quieres vivir, cómo quieres vivir en él y qué significa para ti, y cuánto te importa lo que quieres para ti misma y para toda la gente que amas. En todas partes se le dice al pueblo que el cambio es imposible. El cambio no es imposible. No es imposible. Tenemos que cambiar muchas cosas en el mundo. Ahora es el momento para cambiar la condición de las mujeres, por fin, y de forma absoluta y para siempre. Esta es mi agenda, y te agradezco que hayas escuchado". Andrea Dworkin.