9/21/2019

¿Existen los privilegios masculinos?




¿Existen los privilegios masculinos?  La respuesta rápida es que sí. Pero, ¿qué son los privilegios masculinos? ¿Qué diferencias hay entre privilegios y derechos negados? ¿Son voluntarios los privilegios?



“No sé quién habrá descubierto el agua, pero dudo que haya sido un pez”. Con esta frase, Patricia Leavy apunta en un libro suyo la dificultad que existe a la hora de percibir objetivamente los privilegios cuando vivimos inmersos en ellos.

Estos últimos meses se han ido viralizando discusiones en redes o en los medios sobre el tema de los privilegios masculinos. Famoso fue el hilo de Facundo Moreno o el más reciente de Nicolás_M0. También golpeó bastante fuerte el célebre Quiz de Beatriz Serrano para Buzfeed. En las filas del machismo también los privilegios son mencionados constantemente, pero como ataque: te retan constantemente a nombrarlos y cuando lo haces te contraatacan con los problemas de los hombres —“¿cómo vamos a tener privilegios si somos víctimas de suicidio, de guerras, de homicidios, etc.?”— como si todo fuese una suma-cero y como si por los costes de la masculinidad los privilegios no existiesen.
Sin embargo, hay que reconocer que el debate sobre los privilegios sigue siendo complejo y esquivo. La noción de privilegio sigue estando poco definida y resultaría muy enriquecedor discutir más detenidamente sobre esto.
¿Existen los privilegios masculinos? La respuesta rápida es que sí. Existen. Sin embargo, una respuesta más elaborada nos permite matizar muchas cosas. ¿Tenemos claro qué son los privilegios masculinos? ¿Qué diferencias hay entre privilegios y derechos negados? ¿Son voluntarios los privilegios?

QUÉ SON LOS PRIVILEGIOS

Etimológicamente, privilegio se refiere a las leyes privadas (privuslegio) que ostentan unas personas o grupos de personas. Leyes privadas que se traducen en una serie de beneficios especiales, unas ventajas sociales de un grupo respecto a otros.
La forma de justificar esta ventaja suele estar ligada a una noción de méritos personales (“me lo gané con el sudor de mi frente”), que convierten las ventajas en una suerte de derecho merecido. Y quizás por eso la palabra “privilegio” causa tanta urticaria a los privilegiados. En nuestras sociedades meritocráticas es difícil entender que muchas de las cosas buenas que nos pasan no dependen de nosotros, sino de rasgos que no controlamos. Nuestra cultura individualista nos educa en pensar que el fracaso o los problemas que tiene alguien se deben a sus malas decisiones o malas actitudes en lugar de a sus características de género, piel, etnia o sexualidad.
Si entendemos que los privilegios provienen de una serie de rasgos heredados, la lógica capitalista del “sudor de la frente”, el “ganarse el pan” y el “trabajo os hará libres” pierde fuelle
Pero, si entendemos que los privilegios provienen de una serie de rasgos heredados —y por lo tanto, no voluntarios— que suponen ventajas en sociedades jerarquizadas en lugar de verlos como resultado de la meritocracia, el supuesto mérito individual queda en entredicho. Si vivo bien no tanto porque “me lo he ganado” sino porque tengo una serie de características estéticas —determinado color de piel, sexo atribuido coherente con el género, procedencia étnica que pasa desapercibida, estatus socioeconómico percibido, etc.— y características sociales —documentos legales, capacidad adquisitiva, accesibilidad física/cognitiva, orientación sexual aceptada, etc.—, la lógica capitalista del “sudor de la frente”, el “ganarse el pan” y el “trabajo os hará libres” pierde fuelle.

QUÉ NO SON LOS PRIVILEGIOS

Ahora bien, no todo es privilegio. En los hilos de Twitter mencionados más arriba se intentan listar los que podrían ser los privilegios de los hombres. Allí se pueden leer cosas como “nos pagan más por hacer lo mismo”, “podemos salir a la calle sin miedo”, “como camarero nunca he tenido que aguantar que me toquen en el trabajo”, “no nos ningunean por jugar a videojuegos”, “no nos echan por pedir la licencia por maternidad” y un largo etcétera. En el Quiz de Beatriz Serrano aparecen, en la misma línea: “nunca he sido criticado por el tono de mi voz”, “no suelen interrumpirme cuando estoy hablando”, “No me suelen pedir que sonría más”, etc.
Muchos de los privilegios masculinos que suelen mencionarse tienen algo en común: no resultan privilegios en sí mismos, sino que se convierten en privilegios cuando a las mujeres se les niegan derechos como el de un sueldo equitativo, seguridad urbana, no ser cosificadas sexualmente o no ser desvaloradas a priori.
Peggy McIntosh, en uno de los textos más célebres en torno a los privilegios masculinos y blancos (“El privilegio blanco: deshaciendo la mochila invisible”), habla de que necesitamos herramientas de análisis fino y claro para entender correctamente qué son los privilegios. Muchos de los que consideramos “privilegios” son más bien“derechos” que tendríamos que universalizar. Y esta confusión hace que los mezclemos con esos privilegios que debemos eliminar por reforzar jerarquías y dar licencia a los privilegiados para poder seguir alimentando relaciones de desigualdad.
Muchos de los privilegios masculinos que suelen mencionarse no resultan privilegios en sí mismos, sino que se convierten en privilegios cuando a las mujeres se les niegan derechos
Yo suelo hacer un ejercicio para saber qué es un privilegio y qué no: ¿Es deseable quitar ese privilegio al privilegiado? ¿No? Entonces no es un privilegio. Un ejemplo: ¿Es deseable que los hombres pasen también inseguridad en las calles? Entonces la seguridad no es un privilegio, es un derecho no cumplido en las mujeres. ¿Es deseable que a los hombres nos deje de salir gratis opinar/tocar/valorar cuerpos de mujeres? Entonces parece que la impunidad del hombre para con la interacción no deseada con otros cuerpos sí es un privilegio.
¿La desigualdad de salarios que hace que hombres cobren más es un privilegio? ¿Es deseable que el hombre cobre menos? Si la respuesta es no, más que un privilegio es una discriminación contra la mujer.
¿Es un privilegio que la voz de los hombres se escuche mucho más que las mujeres cuando dicen lo mismo? Es deseable que al hombre se le deje de dar más credibilidad por su autoridad presupuesta. Ojalá se fuese tan crítico con lo que dicen los hombres como cuando lo dice una mujer. Esa credibilidad extra sí que es un privilegio.
El problema no es que el hombre camine seguro por la calle sino que la mujer no lo pueda hacer
Los privilegios son elementos que, desde cualquier pensamiento igualitario, deben eliminarse. ¿Quién puede defender un privilegio? Por eso, más que considerar como privilegios el caminar tranquilos, el ser escuchados, el ser valorados o el poder disponer de nuestro cuerpo quizás debamos considerarlos como derechos fundamentales que no se están cumpliendo para todas.
Ese desplazamiento permitiría entender que el problema no es que el hombre camine seguro por la calle sino que la mujer no lo pueda hacer. Eso también permitiría que tú (yo), hombre cis hetero, por fin entendiera(mo)s que no te están echando en cara el no tener miedo, sino el no estar luchando por que esa tranquilidad de la que disfrutamos sea universal.
En resumen: ¿Hay privilegios masculinos? Sí, por supuesto. Las estructuras sociales nos valoran más a la hora de hablar —incluso cuando tomamos malas decisiones—, se nos presuponen habilidades masculinas, somos más contratables y fiables según el “efecto Jennifer-John” del que habla Barbijaputa en este artículo, escalamos más en puestos organizativos debido a las redes informales de fraternidad, nos podemos ausentar de los trabajos de cuidados, podemos ejercer violencia cuando queramos y un largo etcétera. Sin embargo, hay que tener cuidado con confundir con privilegios los derechos básicos que se les niegan a los grupos oprimidos.

LAS DIFICULTADES DE PERCEPCIÓN

Decíamos al principio del artículo que resulta muy difícil notar un privilegio cuando vives desde siempre en él. Michael Kimmel, en su libro Privilegio, menciona una investigación realizada a jóvenes estadounidenses donde se les pedía que nombrases una lista de las cinco características más relevantes en su vida social. En esa respuesta, prácticamente todos los estudiantes afroamericanos mencionaron el color de piel mientras que ninguno de los estudiantes blancos hicieron dicha mención. Lo mismo con la religión: casi todos los judíos y árabes mencionaron su credo, mientras que sólo el 25% de los cristianos hicieron lo mismo. Casi todos los jóvenes de orientación sexual no normativa reconocieron esta condición mientras que ningún joven heterosexual puso su orientación como relevante.
Existe una dificultad de percepción fundamental. Lo visible suelen ser los límites y barreras que nos frenan, pero no tanto facilidades que tenemos para correr más rápido.
Ojalá me hubiesen sensibilizado con mis privilegios de género tanto como lo hicieron con el tema de la pobreza
Vuestros mayores os habrán dicho mil veces eso de “cómete todo lo del plato porque no sabes la suerte que tienes por comer todos los días”. Ojalá me hubiesen sensibilizado con mis privilegios de género tanto como lo hicieron con el tema de la pobreza. Pero no. Hemos tenido una muy mala educación en lo que a concienciación de los privilegios se refiere. Y eso nos pesa a la hora de valorar la suerte que tenemos de no sufrir determinadas injusticias.

Es fundamental, pues, la visibilización de la diferencia de acceso a los derechos más básicos de seguridad y dignidad. Sobre todo, urge el trabajo constante y temprano de concienciación en los estratos que menos sufren estas desigualdades. Una mirada rápida por las discusiones en redes sociales sobre los privilegios permite ver que aún existe un rechazo enorme de los hombres a la hora de entender que las desigualdades y los derechos no se reparten de manera equitativa. 
Sin embargo, cuando intentamos señalar los privilegios y las injusticias, es muy fácil individualizar la responsabilidad y caer en moralismos éticos. ¿Es siempre cuestión de voluntad el ejercicio de un privilegio?

Gran parte de los privilegios de los que gozamos son estructurales: mayor legitimidad de palabra, mayor capacidad de decisión sobre nuestro cuerpo, menor presión a nuestro físico, etc. Los privilegios no son algo que se posea individualmente, no son una cosa. Son situaciones de ventaja en relaciones sociales. Y en ese sentido, para modificarlos, las acciones individuales no suelen tener mucho efecto. Como decía en otro artículo, las soluciones individuales a problemas sociales suelen fallar. Y como decía McIntosh respecto a los privilegios blancos: el racismo no acaba porque los blancos cambien de actitud. Seguramente se avanza, pero no se soluciona el problema.

Individualizar los debates en torno a los privilegios nos hace perder de vista lo estructural de la desigualdad. Sin embargo, es importantísimo concienciar a los privilegiados de cómo grupos enormes de población sufren desigualdades de manera continuada. En última instancia, se trata de caminar por la delgada cuerda de responsabilizar a individuos sin caer en la culpabilización. 




Salud reproductiva: el embate que viene


Juan Ramón de la Fuente
La Jornada

México tiene una sólida tradición en materia de salud reproductiva. El concepto tomó fuerza en septiembre de 1994 durante la Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo en El Cairo, auspiciada por la ONU. A partir de ello, meses después, en la Secretaría de Salud transformamos el área correspondiente, que no sólo acuñaba el nombre (entonces novedoso), sino que incorporaba a la política pública un nuevo vocablo y asumía las implicaciones que representaba: nuevos derechos sexuales y reproductivos para la mujer y para la pareja. Atrás quedaba el Programa de Planificación Familiar, antecedente ineludible que tantos beneficios trajo al país y que le dio al IMSS un liderazgo mundial en la materia.
El programa de salud reproductiva en México lo encabezó un investigador de clase mundial: Gregorio Pérez Palacios. También nos apoyaron en momentos particularmente sensibles, ante los embates furibundos de grupos dogmáticos ultraconservadores, académicos de la talla de Carlos Gual, que había trabajado con el Premio Nobel de Medicina Andrew Schally, así como otros expertos de diversas instituciones médicas y universitarias. El Congreso de la Unión de esos años, aprobó los cambios jurídicos necesarios para dejar debidamente establecidos en la Constitución los nuevos derechos. Se elaboraron las normas oficiales correspondientes y se lanzaron varias campañas masivas de información y, en colaboración con la SEP, un programa nacional de educación sexual traducido a varios idiomas para las comunidades originarias. El activismo social de diversos grupos (sobre todo de mujeres) fue determinante para el impulso y la aprobación del proyecto. Cinco años después, en el año 2000, se equilibró por fin la pirámide demográfica en México. En pleno ejercicio de sus derechos, las mujeres y las parejas en nuestro país podían decidir libremente el número de hijos que querían tener y el espaciamiento que daban entre uno y otro. Esos derechos adquiridos son el resultado de décadas de activismo político, académico y legislativo.
En los años subsecuentes, algunos gobiernos estatales, de corte conservador, limitaron los recursos e interrumpieron los programas de salud reproductiva en diversas regiones del país. Violaron la ley, se privó a las mujeres y a las parejas de sus derechos y se disparó nuevamente la tasa de fecundidad en dichas zonas. El Censo de Población de 2010 así lo acreditó. Tuve ocasión de comentarlo de manera pública ante el Presidente de la República ese mismo año, durante una visita que este hiciera a la sede de la Academia Nacional de Medicina.
Pero más allá de los lapsus discrecionales de algunos políticos, a México lo distingue una tradición liberal en esta materia, que ha sido respetuosa de las libertades personales (por eso es liberal) sin incurrir en lamentables confusiones: entre ciudadanos y feligreses, por ejemplo, o entre delitos y pecados. En este contexto se defienden los derechos, no las creencias personales. Estas, aunque sean respetables, no se pueden imponer a otros. Los derechos, en cambio, no se imponen, se ejercen.
Así lo han sostenido en diversos foros de la ONU ocurridos recientemente, las diplomáticas mexicanas Flor de Lis Vázquez Muñoz y Sylvia Paola Mendoza, en coordinación con las políticas del Instituto Nacional de las Mujeres, dirigido por Nadine Gasman, respetada y querida funcionaria de ONUMujeres durante varios años. De hecho, junto con Francia, México coauspiciará el próximo año una reunión bajo el lema general de Beijing+25, para evaluar el estado que guardan estos y otros temas relacionados, a 25 años de distancia de la última Conferencia Mundial de la Mujer celebrada en Beijing. Una poderosa razón que subyace a la organización de este evento y otras actividades relacionadas es la percepción –cada vez más evidente– de una nueva embestida, que tiene como propósito retroceder en los logros alcanzados, regresar a un lenguaje pendenciero que ya había sido superado, revivir polémicas que polarizan, simular realidades atroces (aún en casos de guerra) y anteponer los dogmas a las leyes.
Se avecina un embate regresivo burdamente disfrazado. Como si la educación sexual y los derechos reproductivos estuvieran en contra de los valores supremos de la persona: su dignidad, su libertad, su autodeterminación. Al contrario, los fortalecen. Lo mismo hay que decir de la familia, tan vulnerable en estos tiempos. ¿Cómo fortalecerla y entenderla en su dinámica actual si no es con una concepción en la que todos sus integrantes tengan acceso a la educación? Una familia con educación, en la que impere la razón y se respeten las diferencias individuales (que son parte de nuestra naturaleza), tiene más posibilidades de sobrevivir que una familia autoritaria, monolítica, en donde prevalezca la sin razón que es, además, la antesala de la violencia. No es ocioso recordar que la violencia intrafamiliar en México –incluida la de género, uno de los graves problemas del país– sigue siendo mucho más frecuente de lo que generalmente reconocemos.
Ante la próxima Asamblea General de la ONU circula ya, en las sedes diplomáticas, un documento que invita a los países del mundo a suscribir una declaración que censure las políticas de salud reproductiva, con el argumento de que van “en contra de las familias y a favor del aborto” (anti-family and pro-abortion policies). Es un sofisma que se intentará llevar a la reunión de alto nivel sobre Cobertura Universal de Salud, tal y como ocurrió en la reciente Asamblea de la OMS en Ginebra. Los países que secundaron esa iniciativa de los Estados Unidos fueron, en riguroso orden alfabético: Arabia Saudita, Brasil, Egipto, Ghana, Haití, Indonesia, Iraq y Nigeria. En la ONU concurren 193 países.
El tema se viene preparando desde hace tiempo. Se trata de separar los derechos humanos (inalienables) de los derechos de las mujeres, mediante un subterfugio: los “derechos ad hoc”. En el fondo, la idea es que los derechos de las mujeres sean asumidos bajo jurisdicciones locales y no internacionales. Esa batalla se ganó en 1948, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Por cierto que dos mujeres, Hansa Mehta (India) y Eleanor Roosevelt (EUA), fueron determinantes para que tal declaración no dijera “Todos los hombres nacen…” Los derechos humanos no son pues un producto doméstico, propios de algún país o exclusivos de un grupo de países.
Querer acotar los alcances de la salud reproductiva es absurdo. Las necesidades que cubre incluyen una amplia gama de servicios que van desde la planificación familiar a la prevención y el tratamiento del VIH/SIDA, pasando por la atención prenatal y la detección oportuna del cáncer cervicouterino, entre otros. Es un concepto médico integral que ha tenido un gran impacto en la salud individual y colectiva. Pero es también un concepto jurídico y social que consagra derechos y respeta libertades. Pretender fraccionarlo, decidir discrecionalmente cuáles servicios se mantienen y cuáles se eliminan, es inadmisible.
Por supuesto que México no podría suscribir semejante documento. Lo hemos dejado muy claro en Nueva York. Confío en que se hará lo mismo en cualquier otro espacio que se requiera. Los derechos de las mujeres son derechos humanos, los derechos humanos son derechos de las mujeres. Sin excepciones y sin distinciones.
Así como los derechos humanos no pueden subordinarse a la raza o a la religión, tampoco puede admitirse que dependan de la clase social o del sexo de la persona. Hacerlo sería no sólo una regresión, sería una verdadera provocación.
Conviene recordar, en este contexto, a la primera embajadora mexicana: Amalia Caballero de Castillo Ledón, egresada de la UNAM, que tuvo una destacada participación como defensora de los derechos de las mujeres en la Conferencia de San Francisco en 1945, en donde México fue uno de los 51 países suscriptores de la Carta de las Naciones Unidas. Si se trata de honrar y defender nuestras mejores tradiciones, esta es una de ellas.
Embajador de México ante la ONU

La riqueza es para quienes explotan a las mujeres: Alika Kinan

 

Alika Kinan: Los hombres compran la humillación de las mujeres, no sexo


Alika Kinan: Los hombres compran la humillación de las mujeres, no sexo

Primera de dos partes

Lima, Perú. En su brazo izquierdo ha escrito parte de su historia que la ancló a la tierra para romper con la explotación sexual de ella y de las mujeres de su familia. Enfrenta un proceso judicial que la ha llevado a resistir los ataques de los proxenetas, cambiar de domicilio una y otra vez y a ser militante abolicionista.
La historia de toma de conciencia de Alika Kinan y reconocerse como víctima del delito de trata con fines de explotación sexual inició en el año 2012 cuando fue rescatada del bar “El Sheik”, en la ciudad de Ushuaia, Tierra del Fuego, Argentina, tras 16 años en condición de prostitución.
Su primer expediente data de 1996 donde la policía asentaba que no tenía antecedentes penales y un médico certificaba que no tenía infecciones de transmisión sexual, requisitos de la municipalidad para “trabajar” en cualquier bar de la ciudad. Su último legajo data del año 2010 ya con la vigencia de la “Ley 26.364 de Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus Víctimas”.
Su testimonio fue fundamental para ganar el primer juicio contra el Estado por el delito de trata en Argentina. Autononombrada feminista radical, Alika Kinan, se declara abolicionista porque está “en contra de la esclavitud”.
 “Los hombres no compran sexo, compran la humillación de las mujeres”, afirma contundentemente, quien por años fue explotada sexualmente, como lo fueron las mujeres de su familia desde su abuela, sus tías, su madre, su hermana y ella.
Alika es el rostro y la vida que demuestra que con oportunidades reales las mujeres en contexto de prostitución salen de ella o nunca entran.
 “Las mujeres pobres estamos condenadas a ser víctimas de trata, ser víctimas de prostitución, si no eres rica y no tienes las posibilidades de estudiar, de ser, estás condenada a lo peor que le puede pasar a una mujer, entregar el cuerpo para sobrevivir, (la prostitución) es un método de subsistencia”.
Cimacnoticias: fragmento de entrevista Alika
La entrevista con Alika, te cala. Su voz cambia permanentemente, es un termómetro. Suave y casi un susurro cuando toca su dolor y el de otras; fuerte y vibrante cuando defiende, argumenta, se indigna. La mirada también cambia; te mira a los ojos o baja la mirada, todo depende del recuerdo que se clave como aguijón.
Alika decidió tatuarse los nombres de sus hijas e hijos antes de iniciar el juicio contra sus captores y contra el Estado argentino por la protección a los tratantes y por negarse  a cumplir con la  ley.
“El tatuaje son las iniciales de mis hijos, las coordenadas geográficas de donde nació cada uno de ellos, la fecha de nacimiento y la hora. Las víctimas de trata tenemos cierta tendencia a confundir eventos en nuestra vida y una falta de orden temporal sobre los acontecimientos. A mi lo que me ordena temporalmente son los nacimientos de mis hijos.”
Alika
– Lucía Lagunes Huerta (LLH): ¿Por qué eres abolicionista?
– Alika: Porque estoy en contra de la esclavitud, ni más ni menos. Creo que cualquier feminista que se dice y se reconoce feminista, está en contra de la esclavitud. No sólo por reivindicar la lucha de mis ancestras, es la manera que encontré de poder cortar con lo que había pasado con mi vida, siendo que las mujeres de mi historia, mi propia genealogía, fueron mujeres que estuvieron en situación de prostitución, mis tías, mi madre, mi abuela, yo misma.
Tengo cuatro hijas, la única manera, el único camino para poder cortar con eso, no dejarles esa terrible marca, esa terrible herencia como destino. La herencia la tienen y la marca existe, pero yo espero que aprendan de eso para que no vuelva a suceder.
– LLH: ¿Cómo llegas a eso, cómo decides romper?
– Alika: Fui esclava durante 16 años de mi vida -hace una pausa larga y continúa- desde el momento en que a mí me rescataron, no podía comprender el delito de trata sin la figura del secuestro. Yo no había sido secuestrada, para mi era muy complejo poder comprender un delito tan complejo como es la trata de personas sin este imaginario, esa construcción desde el imaginario social de que para que sea trata de personas tiene que ser un secuestro, porque también desde lo social se buscó construir esa figura, para que las mujeres como yo no nos reconociéramos como víctimas de ese delito.
Por supuesto que las mujeres que estamos en situación de prostitución, hemos sido víctimas de trata, porque hemos sido captadas, trasladas y acogidas, pero no nos reconocemos como víctimas por la ausencia del secuestro que es sólo una agravado del delito.
La sociedad o el sistema acomodó esta construcción social, para no tener el trabajo de crear políticas de Estado, políticas públicas, para no combatir el delito. Mientras las mujeres no nos quejemos, no existe lucha, no existe el reconocimiento de delito y restitución de derechos económicos, culturales, sociales.
LLH: ¿Cómo llegas a esa conciencia?
– Alika: Es la parte más difícil de todas. A mi me rescataron en 2012, me captaron en el año 95 y fui rescatada en octubre de 2012, en un operativo que lideró la fiscalía federal de Ushuaia junto con el Ministerio Público Fiscal a través de Gendarmería Nacional….
-Suspira, baja la voz y juega con los dedos-. Alika regresa en el tiempo, pese a su fortaleza, el recuerdo le duele, su voz se apaga, se vuelve pausada, se detiene por unos segundos para seguir con su historia.
“Era una noche, estaba en mi habitación con mi compañera Fany … llevábamos como 15 días atendiendo tipos, … habían entrado muchos barcos, había pasado la fecha de cobro y estábamos realmente agotadas. Justo ese día estábamos descansando porque había bajado todo, nosotras dormíamos dentro del prostíbulo.
Por experiencias pasadas, Alika se alertó cuando escuchó que la música paró, pensó que un robo vendría, nunca imaginó que ese día su historia y la de otras cambiaría radicalmente, que aquello que creían normal dejaría de hacerlo para poder mostrar la violencia del delito de trata.
En medio de la entrevista Alika muestra la transformación en sí misma, mientras en otros momentos al hablar de asaltos en los prostíbulos en que ella estaba podría decir que:
“Se habían llevado toda la plata y las habrían cogido a todas gratis o entraron a robar y violaron a mis compañeras. Fíjate como esas dos ópticas son dos maneras de mirar una misma realidad”.
Cuando se percatan que no es un robo, sino una acción policial, temen ser encarceladas porque explica Alika: “hay una construcción social, una demonización sobre los procedimientos, los allanamientos que realizan las fuerzas de seguridad especializadas que investigan el delito de trata como causa judicial.
Se cree que nos van a llevar presas, como que nosotras estamos cometiendo un delito, pero nosotras no cometemos delito, somos víctimas. El delito existe, pero nosotras no somos las que lo cometemos, es un delito que recae sobre nosotras, sobre nuestros cuerpos, desde diferentes agentes que son externos: la pobreza estructural, el machismo, el capitalismo, son muchas cosas que nos afectan como sujetas de derechos”.
Cuando los guardias tocaron a la puerta de la habitación de Alika y Fanny, la defensa que encontraron fue decir “que era una casa de familia”. Al día de hoy creo que estos tipos se habrán recagado de risa porque era obvio que estábamos dentro de un prostíbulo y que no era ninguna casa de familia. Pero bueno, a nosotras nos descontaban dinero en concepto de alquiler, sí pagamos un alquiler, en nuestro imaginario pagamos un alquiler, la realidad es que nos descontaban guita por todo, nos quitaban guita porque menstruábamos, porque los tipos se quejaban, porque nos dolía la panza, porque no nos podíamos levantar porque estábamos agotadas.
Al otro día no sabía qué hacer, mis hijas no sabían nada, sentía muchísima vergüenza, estaba como rota, de la fiscalía no paraban de llamar, querían que fuera a declarar, estaban los proxenetas presos, habían encontrado pruebas suficientes. Esto te lo puedo decir hoy, en ese momento no sabía que estaba pasando, pruebas más que suficientes para comprobar el delito, (pero) necesitaban la declaración de las víctimas.
Nos liberan de una situación de explotación sexual, pero nosotras, la realidad es que cargábamos tremendo síndrome de Estocolmo, porque nosotras lo único que queríamos era que nos abrieran el prostíbulo que era lo que conocíamos.
Años y años con Pedro y Claudia, era nuestra familia, lo que conocíamos, eran los que creíamos que nos habían sacado de la condición de pobreza, (pero) seguíamos en condición de pobreza.
Es muy complejo poder explicar el daño psicológico que produce la trata como delito, como proceso de disociación, reconocerlo como violencia.
Yo decía ¡qué violencia¡ Claro, mi vida estaba plagada de violencia, la tenía naturalizada en la carne, en la piel, en los huesos, en la cabeza, en el corazón.
Yo no detectaba la violencia porque no sabía ya reconocerla, porque era un callo, se te hace callo, la vida se te hace callo.
Es muy raro y muy difícil que una víctima la reconozca como una violencia, pero en realidad la prostitución es violencia física, sexual, económica, simbólica, violencia estructural.
¿Quiénes son las que son prostituidas? Las pobres, las mujeres pobres, las que no tienen acceso a la educación, por eso te digo que hay un imaginario, un constructo social que llega a creer que si no hay secuestro no hay trata.
Las mujeres pobres estamos condenas a ser víctimas de trata, ser víctimas de prostitución, si no eres rica y no tienes las posibilidades de estudiar, de ser, estás condenada a lo peor que le puede pasar a una mujer: entregar el cuerpo para sobrevivir. La prostitución es un método de subsistencia.
– LLH: ¿Por qué van los hombres a consumir? ¿sólo por sexo?
– Alika: No, los hombres no pagan por sexo, el sexo es fácil, el sexo se consigue en cualquier lado, es fácil. Se paga por poder, se paga por el sometimiento, por la humillación de la mujer, eso no se consigue tan fácilmente sin que eso sea un delito.
Porque una violación es exactamente lo mismo, es el sometimiento, es la humillación, pero es una violación, ahora si ellos pagan por eso, limpian su conciencia, porque ellos (dicen) no, yo no violé, ya le pagué. ¿Y qué diferencia hay si le hiciste lo mismo que en una violación?
No sigamos creyendo en ese romanticismo en la prostitución.
La sociedad necesita creer que el hombre paga por sexo, porque si la sociedad cree que el hombre paga por sexo, no se compromete en erradicar el consumo de prostitución.
Cimacnoticias: Fragmento de entrevista Alika
– LLH: ¿Y por qué la sociedad no se compromete?
– Alika: Porque es muy duro, porque es un negocio que mueve 152 mil millones de dólares al año. Está después el tráfico de armas. Tenemos las drogas, la trata, las armas. Es el segundo negocio ilícito más rentable del planeta.
Tenemos 152 mil millones de razones por los que los Estados y países no se comprometen en la erradicación de la trata de personas, porque son las niñas pobres, las mujeres negras, las mujeres indígenas, las mujeres pobres.
Si vamos a Holanda, que es donde está regulada la prostitución, está legalizada ¿son las holandesas las que están en prostitución? No. Son las latinas, las negras, somos las pobres, las menores de edad, las sin derecho, las que no reclaman.
– LLH: ¿Hay una corriente que dice es una elección ¿se elige estar en condición de prostitución?
– Alika: No, una elige cuando tiene elecciones reales, cuando tenés caminos que podés elegir. La pobreza conduce a las mujeres a la prostitución. No nos podemos olvidar de la pobreza, porque es la gran generadora de la prostitución como único camino. La mujer pobre que no tiene recursos.
El hombre roba, es narco, tiene cientos de oportunidades ilícitas, porque la mujer cuando es pobre es víctima, es muy raro encontrar a una mujer pobre que te roba un auto, un camión, las mujeres no sabemos, no podemos, se nos ha educado. Si somos pobres nos someten, al hombre pobre se le educa para someter.
Insert pobreza
Cimacnoticias: Fragmento de entrevista Alika
Nos someten, nos esclavizan, no todas quieren ir a limpiar un baño. Y la que no quiere ir a limpiar el baño y tiene ojos lindos, culo lindo o cuerpo lindo está pa´ prostituta, con esta hacemos plata.
¿Quién hace plata? Ella no. Hace plata el Estado, el capitalista, el proxeneta, el del hotel, el de taxi, el de uber, ¡todos! menos ella. ¡Cómo no van a hablar los hombres a favor de que las mujeres “quieren prostituirse”, pero si a ellas les gusta, ellas hacen un montón de plata!
Y cuando habla una mujer, habla la proxeneta. A cuántas mujeres hemos escuchado hablando de prostitución, pocas, y las que hablamos, que hemos sido prostituidas, hablamos de manera negativa, como que ninguna quiere, ninguna lo elige.
Yo quería ser abogada, soñaba, los seres humanos somos un conjunto de sueño, pero fui pobre, entonces puta.
La riqueza es para quienes explotan a las mujeres: Alika Kinan

Segunda y última parte

Lima, Perú. Alika Kinan no habla si siente que es momento de escuchar, reflexiona y sólo después de pensarlo habla, si está convencida de que vale la pena hablar, si no, da media vuelta y se va, desaparece, se aleja y sigue su camino. No está dispuesta a las discusiones estériles, esas que opinan desde la distancia de la vida de las mujeres en situación de prostitución.
Pasó 16 años de su vida en explotación. Tras un largo y doloroso proceso se reconoció como sobreviviente del delito de trata con fines de explotación sexual. Su camino de transformación inició el año 2012 cuando fue rescatada del bar El Sheik, en la ciudad de Ushuaia, Tierra del Fuego, Argentina.
Conoce los laberintos del negocio de la prostitución y lo que esa violencia provoca en las mujeres. La escisión de la mente y del cuerpo, condición fundamental para sobrevivir.
De víctima a sobreviviente de trata, a defensora, a feminista radical, a madre y compañera, todo junto. Ella es su historia.
De acuerdo con los resultados de las evaluaciones psicológicas Alika tiene una discapacidad emocional del 70 por ciento. No lo creerías si la escuchas y convives con ella. Se ríe, bromea, asegura que esta es una estrategia para no dejar que la dureza de la vida que le ha tocado vivir le caiga encima y la aplaste.
Una fecha histórica para Alika y las víctimas de trata es el 30 de noviembre de 2016, cuando ganó un juicio que sostuvo por cuatro años contra los proxenetas Pedro Montoya, dueño del bar Sehik; Ivana Claudia, pareja de Pedro y Lucy Campos Alberca, administradora del bar.
Ese mismo día logró que se reconociera que la Municipalidad de Ushuaia había facilitado la situación para el funcionamiento del Sheik, con lo cual se comprobaba que para que el delito de trata funcione se requiere la complicidad del Estado, la policía y el gobierno.
La voz, los ojos y las manos de Alika son termómetros emocionales entre el presente y el pasado. La voz es firme, contundente las palabras cuando argumenta, las manos bailan en el viento para enfatizar, te mira de frente.
Pero cuando el recuerdo se clava como aguijón, entonces la voz es suave, pausada, como para recuperar fuerzas. Las manos juegan con lo que tengan, y la mirada se clava en ellas.
-LLH: Se dice que las mujeres en situación de prostitución ganan muy bien, que no son sólo las mujeres pobres que ingresan a la prostitución, tú como lo escuchas.
– Alika: Mira, no quiero deslegitimar la palabra de nadie, (pero) no conozca a ninguna mujer que se haya hecho rica de la prostitución. Las únicas mujeres que se han hecho ricas de la prostitución son aquellas que manejan el negocio de la prostitución, madamas, proxenetas, regenteadoras, reclutadoras, aquellas que están por encima de la escala jerárquica, pero prostitutas, mujeres explotadas, en situación de esclavitud sexual, no conozco ninguna que se haya hecho rica. Las únicas ricas que conozco en el negocio de la prostitución son aquellas que explotan a otras mujeres.

Cimacnoticias: Fragmento de entrevista
LLH: Tu dices que a las mujeres se les entrena, que 85 por ciento de las que están en situación de prostitución han vivido violencia sexual en la infancia y adolescencia. ¿Qué significa “nos entrenan”?
Alika: Nos preparan para no reconocer la violencia sexual. Si tu padre o madre o algún familiar te entrega o incluso te viola o abusa de tu integridad sexual en tu infancia y adolescencia, como que te prepara el cuerpo y luego se prepara la psiquis.
Que venga alguien y te pague por lo mismo que te hizo un familiar o alguien que había establecido un vínculo con vos es lo mejor que te puede pasar.
LLH: ¿Por qué?
-Alika: Porque te están haciendo lo mismo y te dan dinero ( silencio) y ese dinero te permite estimular otros sentidos, por eso las drogas, el alcohol, un par de zapatos, las uñas, la peluquería, …porque te lleva a un terreno más superfluo.
No estamos hablando del amor o de sentimientos más profundos. Estamos hablando de vivir en dimensiones completamente diferentes, donde se busca no sentir, donde se busca cero emociones, se busca disociar la mente del cuerpo.
Por eso es tan complejo este delito, primero que muchas mujeres no quieren reconocer la violencia sexual, porque la prostitución es violencia sexual. Quién quiere reconocer el dolor, quién quiere reconocerse como víctima. Reconocerte como víctima es reconocer que fracasaste.

Cimacnoticias: Fragmento de entrevista
LLH: ¿En qué?
Alika: En tu autocuidado, en tu fortaleza, porque eso es lo que nos han hecho creer, la propia sociedad nos ha llevado a ese lugar, de que si te violaron o te dijeron algo o te acosaron en la calle es tu culpa. Quién se va a reconocer como víctima en la prostitución.
Ni siquiera se reconoce como método de subsistencia, no te estoy hablando de trabajo, te hablo de subsistencia. Porque hay muchas mujeres que sobreviven por la prostitución y eso quiere decir que no merecen algo mejor, ¡Claro que se merecen todo! Se merecen una vida digna, el amor, una familia, Merecen que se acompañe ese recorrido desde la prostitución a una reinserción social.
LLH: ¿Cómo logras tener esa claridad de lo que te ha pasado, de lo que pasa?
Alika Mira, cuando fui a declarar después del allanamiento, me tomó declaración la fiscal María Armida y me dice. “la imputación es por trata”.  
Yo no soy víctima de nada, le dije, y la fiscal me dice, bueno, está bien, no sos víctima y me empezó a preguntar sobre mi vida, mi realidad, sobre mis hijas, sobre mi madre, mis tías, cómo estaba conformada la familia, si yo amaba, si era amada, qué sentía, cómo vivía, dónde, me preguntó qué conocía de Tierra del Fuego.
Yo hacía muchos años que estaba en Tierra del Fuego, conocía la avenida principal, el supermercado, el hospital, el laboratorio donde me hacían los análisis ginecológicos y todos los hoteles. Nunca había ido a esquiar, no conocía una plaza, no había navegado, no conocía donde estaba.
Entraba y salía por mi propia cuenta, pero no conocía dónde estaba…

Cimacnoticias: Fragmento de entrevista
De hecho tenía otro nombre, no era Alika, era Karla, me habían cambiado hasta la identidad en mis propias narices y no me daba cuenta.
Después de cuatro horas de relatarle mi vida, mis pesares, que había tenido fracasos amorosos, que me habían violado a los 14 años, que mi ex marido me había violado, que me había explotado, que me sacaba la plata, que había estado en casas de intercambio de parejas con él, después que él me hubiera prometido el amor.
Nunca había repasado mi vida, nunca había repasado mi historia, me encontraba en que mi vida no me gustaba, pero no sólo, no era nada más que no me gustaba mi vida, estaba reconociendo la violencia extrema que había sufrido, cuando fui contando mi vida…
Entonces dije no, no sé que es la trata de personas, pero evidentemente algo en mi vida, algo en mi historia no está bien, algo en esta historia no está bien. Algo en todo lo que hizo Pedro en ese vínculo de confianza, de abusar de ese vínculo de confianza, que yo lo quería como a un padre, fue un abuso tremendo de poder.
Siempre había considerado que no había tenido suerte en la vida simplemente, y que me había tocado sufrir un poco, pero era todo muy tremendo, lo que pasa es que lo había naturalizado, lo había ocultado.
Salí de la fiscalía, se estaba haciendo de noche y lo único que quería era volverme a mi casa, ver a mis hijas, así que me tomé un avión, me volví a mi casa, tuve tres intentos de suicidio mientras me reconocía a mí misma como víctima.
Pasaron como ocho meses, un tramo muy largo de mi vida, donde yo tuve que reconstruir mi historia, mi vida, pensar en un futuro para mis hijas, armar y desarmar, pensar qué quería hacer yo y todo esto lo hice sola.
Imagen retomada de Facebook
LLH:¿Qué te daba fuerza?
Alika:  Tenía a mis hijas y no quería que se repitiera la historia. Tenía que vivir por mis hijas, salir adelante por mis hijas.  Y tenía qué reconstruir un proyecto de vida, y ni siquiera reconstruir porque vos dices “se me descompuso mi proyecto de vida”, pero yo no tenía proyecto de vida, no tenía nada que ofrecerles a mis hijas.
Y empecé a leer, la Convención Belém Do Pará, la Convención de Palermo… la Ley de Trata.
-LLH: ¿Cómo llegas a esas lecturas?
Alika.- Después del rescate empecé a googlear, me metí a internet  a duras penas y con los pocos conocimientos empecé a revisar. Fue curiosidad, necesitaba entender que es lo que me estaban tratando de explicar y que no entendía.
No sabía de Derechos Humanos, de derechos de las mujeres, de trata, de feminismo, no entendía nada de lo que me estaban hablando.
LLH: ¿Qué te va pasando con lo que vas descubriendo?
-Alika: Me veía, era yo, no era otra. Hablaban de mí esas leyes y fue muy fuerte.  Casi todas hablaban de restitución de derechos y decía sí soy ésta, entonces tengo derecho a una reinserción social, a un trabajo digno, a una vivienda, a terapia psicológica, o sea, entendía lo que estaba pasando, no sabía cómo hilarlo, cómo tejerlo. Pero lo tenía todo, todo estaba delante mío.
Y empecé a pensar qué clase de futuro tenía yo, no tenía dinero para el supermercado, para leche para mis hijas. Entonces empecé a acercarme a la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) , que es un organismo nacional, donde se hacen los subsidios para madres, para los hijos, lo primero que hice fue tramitarme un subsidio de esos.
Recuerdo que me preguntan, porque vos nunca tramitaste esto, porque no sabía. Pero no tienes historial, no tienes legajo, no tenía cuenta bancaria, no aparecía en ningún lado, no figuraba en el sistema. Ahí fue como comencé a entrar en el sistema.
Por suerte me encontré con gente que me iba dando información. Entonces me empecé a contactar con los organismos que trabajaban la trata de personas.
Me encontré con muchas situaciones; les decía: la ley dice esto, y empiezan a decirte.. y bueno, pero eso no está reglamentado, y bueno, eso no… y bueno si al proxeneta le sacaron tantos millones, pero bueno eso se lo queda el Estado… y es como que empezaba a ligar los conceptos, estaba como deseosa del tema. Y un día dije voy a vender todo y me voy a la fiscalía.
Porque cuando estaba terminando la entrevista con la fiscal, después de cuatro horas y pico me dice: “mira Alika, si tu mamá fue prostituta, tu abuela fue prostituta, todas tus tías fueron prostitutas, tú fuiste prostituta, y tus hijas ¿qué van a ser?”…
Ahí fue cómo que se me giró el mundo, porque a mis hijas las amo, me estas metiendo el dedo en la llaga. Le dije “mis hijas van a ser universitarias”.
¿Cómo van hacer universitarias, con qué…?
Entonces dije: “voy a hacer un juicio a los proxenetas –  les voy a hacer un juicio allá (Ushuaia). Me fui a la fiscalía y le dije, ya volví fiscal, vamos a hacer el juicio.
LLH: ¿Por qué?
Alika: Porque empecé a reconocer la violencia, el abuso de poder, empecé a reconocer la trata y que yo era víctima. Toda la vida abusaron de mí, hay que hacer justicia.
Entre más obstáculos me ponían, más me emperraba, esto se va a resolver, y esto fue creciendo y creciendo, y ahí llegaron las entrevistas de radio, llegó la abogada, las organizaciones feministas, llegaron las entrevistas a nivel nacional e internacional, ahí se empezó a abrir un abanico de cuestiones que con el correr de los años forjaron en mí a la activista.
Me encontré defendiéndome a mí misma, pero en defenderme a mí estaba defendiendo a miles. Cuando me preguntaban” y bueno qué posición tienes sobre la prostitución”, yo ya tenía ahí un posicionamiento político.
Mi vida personal, el daño personal lo había convertido en una política de Estado, o sea, se estaba forjando la activista, la sobreviviente, la luchadora y la defensora. Sin darme cuenta.
-LLH: Qué le dirías a la sociedad.
Alika.-  La sociedad se tiene que comprometer más y tiene que ser más empática. No hablamos solamente de prostitución sí o prostitución no, hablamos de esclavitud y cómo esta esclavitud tomó otra forma en estos tiempos. Hablamos de la explotación sexual, de tráfico de órganos, pornografía infantil. La trata de personas tiene muchas finalidades y muchas formas, es un pulpo y como sociedad tenemos que comprometernos a combatir esta violencia y flagelo que cae sobre nuestro mundo, ese es el compromiso.
Tiene que haber un gran compromiso de parte de los varones a la hora de hablar de las nuevas masculinidades, necesitamos que hoy las nuevas masculinas lo planten desde este lugar, de los Derechos Humanos de las mujeres. Lo que necesitamos es que los hombres no tengan privilegio sobre los cuerpos de las mujeres.
LLH: ¿Cómo es tu realidad hoy?
Alika: Mi realidad es compleja , porque hablar de este tema tan delicado, tan complejo lleva a una persecución no sólo de los estados por la falta de compromiso, sino por  parte del lobby proxeneta a nivel mundial.
Hay mucha gente que no quiere que hablemos de estos temas, somos perseguidas, somos atacadas, violentadas.
LLH: ¿Qué dicen tus hijas?
Alika: Qué dicen mis hijas… mi hija mayor es muy dura, muy fría, que todo tiene que hacerse así de esa manera perfecta. Mis niñas, son niñas sobre una conciencia sobre su propia protección, saben que no salen de a una, salen con la custodia, sino salen con miedo.
Hace dos meses cuatro encapuchados quisieron secuestrar a una de mis hijas, son situaciones muy complejas, nos mudamos permanente, vivimos con rejas, con cámaras adentro y afuera.
LLH: ¿Qué pasó con tu hermana?
Alika: Wuau,( respira hondo, el dolor del recuerdo está en su rostro, se hace el silencio) mi hermana, la acompañé en todo lo que pude, pero cada quien elige su camino, yo elegí el camino de luz, de la justicia de la paz  social, de la inclusión y mi hermana eligió un camino más oscuro, eligió decir que yo mentía, pagada por los proxenetas, eligió otra forma…
LLH: Tu biografía, cómo la iniciarías
-Alika: Soy sobreviviente de delito de trata con fines de explotación sexual. Soy madre, soy mujer, soy feminista radical, activista, soy compañera, soy trabajadora, soy una luchadora, y aquí estoy.

Cimacnoticias: Fragmento de entrevista

“Losers” (Perdedores)

Machismo & Terror
https://miguelorenteautopsia.wordpress.com

Sobre relación entre la cultura machista y los perfiles psicosociales de los machistas relacionado con una estima baja y de subjetividad perdedora.


Nunca pensé que llegaría a decirlo, pero he de reconocer que Donald Trump dio en el clavo cuando tras el atentado de Manchester se refirió a los terroristas como “losers” (perdedores). Y tiene razón Trump, lo que quizás no sepa es que esa estrategia de recurrir a la violencia para imponer ideas, valores y creencias no es exclusiva del terrorismo y que quienes se creen superiores en la certeza de su falacia, con frecuencia recurren a la utilización de la fuerza y la violencia en la dosis necesaria para conseguir sus objetivos. Y eso es lo que hace el machismo, por ello los machistas son también unos “losers”, o sea, unos perdedores.

El machismo es el mayor club de perdedores del planeta, tanto que tiene sede en todos los países, ideologías, religiones y expresiones culturales. Y los machistas son los derrotados por sus propias ideas, creencias y obras en cualquier rincón del globo, de ahí esa sensación de amenaza permanente en la que viven ante el avance de la Igualdad, y por eso el recurso constante a la violencia y a la imposición de sus decisiones a través de unas pautas que la cultura convierte en tradición, costumbre y normalidad para someter a quienes no piensan como ellos.

La violencia sólo es un paso más cuando perciben que el control social no ha sido suficiente, esa es la razón de que sea una violencia aleccionadora, capaz de generar el miedo suficiente con el que enlentecer todo el proceso de transformación y cambio que vivimos en la actualidad gracias a la Igualdad. Su injusticia y sinrazón se demuestra en esa actitud. Si tuvieran algo de razón, sólo con utilizar el poder que les da la gestión de la “normalidad” sería suficiente para mantener su modelo, pero no lo consiguen porque ese modelo nace de la injusticia que supone la desigualdad, por eso tienen que recurrir a la violencia, y de manera muy especial a la violencia de género.

Porque las mujeres son la referencia de contraste que han utilizado para levantar la identidad machista, su cultura a partir de lo masculino, y la convivencia bajo el orden y la supervisión que cada hombre aplica en su entorno en nombre de todos los demás, y para el resto de todos ellos.

Y como las mujeres están cambiando y escapando del ropaje tradicional con el que habían vestido su identidad, lleno de enaguas y corsés para que la libertad fuera inalcanzable entre los días que escapaban a su mirada y anhelos, los machistas se sienten perdidos en esta nueva deriva que ya no controlan.

Por eso no es casualidad que las dos últimas Macroencuestas que cuantifican directamente la violencia de género, la de 2006 y la de 2011, hayan recogido un aumento de esta violencia, que ha pasado en esos cinco años de unos 400.000 casos anuales a 600.000.

Las mujeres cambian y rechazan la identidad, los espacios y tiempos impuestos, y el machismo responde con violencia para corregirlas y castigarlas, pero ya no consiguen retenerlas, ahora son ellas las que deciden y rompen con el “cásate y se sumisa” de antes para salir de la relación y vivir en paz y en libertad.

La misma situación que lleva a muchos hombres a vivir una soledad esencial, porque es una doble soledad, la material de encontrarse solos tras el fracaso de la violencia, y la vital al comprobar que la masculinidad prometida era un “bluff”, el “bluff de los perdedores”.

El machismo insiste en mantener el poder y sus privilegios como medio para recompensar a los hombres que sigan sus referencias. Es una especie de feria o mercado destinado a captar mercenarios para la causa a través del mayor sueldo que da la brecha salarial, el reconocimiento más alto obtenido a través de los puestos de dirección y poder, una vida adaptable y controlable al contar cada día con un 34% más de tiempo de ocio que las mujeres (CIS, marzo 2014), la posibilidad de utilizar la violencia de género desde la tranquilidad de la impunidad y la culpabilización de las propias víctimas… y así podríamos continuar con la oferta ventajosa para ser hombre en el sentido tradicional.

Todo son ventajas y privilegios para luego sacrificarse por la causa y actuar como “chivos expiatorios” cuando las circunstancias del guión de la cultura lo exijan, pero en realidad no ganan nada de valor, sólo mantener la injusticia un poco más. Nadie ha conseguido mantener la injusticia sobre la violencia, antes o después fracasa.

Quienes utilizan la violencia como argumento lo hacen porque saben que no tienen razón. No tienen nada que ganar, sólo que perder, pero insisten porque en verdad son unos “losers” y su destino es perder, aunque en su insistencia generen tanto daño y dolor.


La Libertad de Cátedra, la Libertad de Expresión y la apología del delito


Imagen retomada del portal indymedia.org
Ciudad de México. Hace unos días se desató una polémica en España, ya que se habían programado unas Jornadas sobre “Trabajo Sexual” en la Facultad de Sociología de la Universidad de la Coruña.  Hubo una oleada de críticas, especialmente por la participación del Sindicato Otras, cuyo registro fue cancelado por el Supremo Tribunal Constitucional, por su carácter ilícito, lo que obligó, después de recibir muchas críticas, a cancelar las jornadas.
Entre los argumentos se destaca que:
“Los Estatutos de la Universidad de la Coruña establecen que la institución debe ajustarse a los principios de un Estado social y democrático de Derecho, así como a la defensa de la autonomía y de la libertad de cátedra. El texto también estipula que la Universidad de la Coruña tiene como función la creación, desarrollo, trasmisión y crítica de la ciencia, de la técnica y de la cultura”.
 
“Y si bien se considera que el conocimiento social de calidad científica se puede alcanzar a través de un intercambio académico honesto, si bien crítico y riguroso, de ideas y opiniones, que reflejan distintas sensibilidades, aspiraciones e intereses de los diferentes grupos que componen la sociedad, una universidad pública debe ser un lugar plural, de encuentro y debate público, cuya agenda no sea fijada, censurada o planificada por grupos de presión desconocedores de su función primordial: la creación, desarrollo, transmisión y crítica de los saberes y conocimientos”.
Yo me pregunto ¿es que la libertad de cátedra y la libertad de expresión tienen o pueden tener un límite? Porque sería necesario en una sociedad democrática que las instituciones públicas, que viven de nuestros impuestos debían sí, generar un debate, pero también atenerse al respeto del Estado de derecho y de los Derechos Humanos. Y también me pregunto ¿qué rigor académico y científico pueden aportar unas jornadas sobre el supuesto “trabajo sexual” ? que ni es trabajo, ni es sexo.
Y cualquier universidad incurre en una grave responsabilidad al promover o naturalizar el trabajo sexual, significaría la apología de un delito.
Y como dice la doctora Rosa Cobo Bedía:
“es evidente que la prostitución es un tema de debate abierto en la sociedad, como también está claro que lo está en la izquierda y en los movimientos sociales.  Está claro que detrás de este debate hay intereses económicos muy poderosos.  Y también, está claro que la libertad de expresión y de cátedra es un argumento muy poderoso para la universidad y para la sociedad pero también está claro que los Derechos Humanos tienen una dimensión ético-normativa superior a la que tiene la libertad individual. No es una casualidad que el liberalismo articulase su teoría alrededor del principio de libertad y el socialismo y el marxismo lo hiciesen en torno al de igualdad”.
Como dice mi maestra Celia Amorós “en los sistemas de dominación no existen casualidades”.  No es una casualidad que el argumento de la libertad se convierta en el eje de los discursos a favor de la prostitución.
En estas jornadas se ha producido un choque de argumentos que, a mi juicio, no tienen el mismo valor. No es lo mismo defender una institución patriarcal y capitalista neoliberal que criticarla. No es lo mismo sostener que a las mujeres en prostitución se las defiende legalizando la prostitución que proponiendo políticas públicas para que puedan alcanzar la vida que quieren. Defender la prostitución como un trabajo es aceptar que un grupo de mujeres con pocos recursos y casi todas ellas migrantes y sin derechos de ciudadanía, deben estar sexualmente disponibles para los varones de nuestra sociedad. Me pregunto si la satisfacción de los deseos sexuales masculinos debe convertirse en un trabajo para mujeres pobres y vulnerables.
También me pregunto si la universidad debe dar espacios para promover discursos que promueven esta actividad que sólo es lucrativa para la poderosa industria del sexo. Mi posición es que todo es debatible, pero también que las instituciones académicas no pueden ni deben ofrecer espacios para discursos, que promueven de una forma explícita la prostitución.  Hay muchos lugares en los que se pueden celebrar jornadas que defienden una institución que es fuente inagotable de desigualdad para las mujeres.
En este debate debemos excluir las descalificaciones y los insultos. Las feministas debemos de mirar hacia las instancias de poder patriarcal y no convertirnos en enemigas. En mi opinión, hay que debatir, poner argumentos encima de la mesa y hacerlo con honestidad.
También quiero agradecer a todas las personas y asociaciones que nos han acompañado en la defensa de esta posición teórica, ética y política.
No ha sido, ni es fácil lidiar con insultos y descalificaciones, pero no puedo plantearme otra postura que la de criticar una institución que promueve la explotación sexual”.
Habría que compartir con nuestras hermanas españolas que también en nuestro país, tenemos a una académica que va dando conferencias en universidades públicas y privadas promoviendo la prostitución como un trabajo mejor pagado que cualquiera de las carreras que estudian las jóvenes, en un claro desacato a la Ley, cometiendo apología del delito de trata y explotación de la prostitución. Y no podemos negar que en su tiempo, le debemos a Marta Lamas muchos aportes teóricos al feminismo, pero que hoy parece ser una leal defensora del patriarcado, incluso marcando la brecha generacional y descalificando a las jóvenes que denuncian acoso y hostigamiento sexual.
Y no es sólo en México, también en Argentina encontramos el mismo fenómeno, integrantes de la Asociación de Meretrices de la Argentina e integrantes de la Red LAC TRASEX visitan universidades y preparatorias, incluso secundarias y primarias para dar conferencias a las y los alumnos glorificando la prostitución como trabajo, contribuyendo a la naturalización de la explotación sexual, cometiendo una clara apología del delito.
Fue un gran ejemplo el que nos dieron las organizaciones y hermanas abolicionistas españolas, que no sólo defendieron que no llegaran las Jornadas de “Trabajo Sexual” a la Universidad de la Coruña, sino que han manifestado, así como nosotras también manifestamos nuestra profunda solidaridad con la doctora Rosa Cobo y declaramos que ninguna universidad debe dar espacios para promover discursos que promueven la prostitución que sólo es lucrativa para la poderosa industria del sexo, es una institución profundamente patriarcal, y por eso, las instituciones educativas no pueden ni deben ofrecer espacios para discursos, que promueven de una forma explícita la prostitución, porque eso es apología del delito.