9/18/2019

Patrimonio cultural: subasta y pillaje


La Jornada Editorial


La casa Millon Drouot efectuará la subasta de 120 piezas prehispánicas hoy, a las 8:30 horas –tiempo del centro de México–, de las cuales el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) calcula que 95 proceden de Teotihuacán, estado de México; Guerrero, Oaxaca y zonas del sureste mexicano donde se asentaron las culturas maya y olmeca, aunque también estimó que 23 de ellas serían en realidad réplicas modernas.
La casa subastadora espera que cada pieza ofrecida en la puja, que tendrá lugar en París, Francia, le reporte hasta 90 mil euros (casi 2 millones de pesos) en el caso de un adorno de oro elaborado en Colombia.
Al enterarse del inminente remate de objetos que forman parte del patrimonio cultural de México, desde el pasado 28 de agosto el INAH presentó una denuncia ante la Fiscalía General de la República (FGR), la que a su vez solicitó la cooperación del Ministerio de Justicia francés.
Asimismo, a través de la embajada encabezada por Juan Manuel Gómez Robledo y de la Organización de las Nacionales Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), se requirió a Millon Drouot cancelar la actividad, sin que la empresa respondiera hasta ayer. La semana pasada, la casa de subastas ya se vio obligada a retirar de su catálogo el fragmento de una estela del periodo clásico maya sustraído del sitio de Piedras Negras, en el norte de Guatemala.
Cabe saludar las gestiones de salvaguarda del patrimonio nacional emprendidas por el INAH y por el embajador Gómez Robledo, quien recalcó que la defensa del patrimonio cultural es una prioridad para la actual administración. Sin embargo, está claro que se debe ir más allá: en primer lugar, llevando el reclamo a nivel de cancillerías para mostrar la importancia que el Estado mexicano otorga al proceder cuando se trafica con piezas de incalculable valor histórico sustraídas del país de manera claramente ilegal.
En segundo, el escalamiento diplomático y jurídico del asunto debe incluir el impulso para que, por intermedio de la Unesco, la comunidad internacional tome las medidas más enérgicas, a fin de evitar que el patrimonio cultural sea tratado como si fuera una mercancía y no como lo que es, a saber, parte inalienable de la identidad de los pueblos.
Como señalaron ayer autoridades de las secretarías de Relaciones Exteriores, de Cultura, así como el INAH, en las circunstancias actuales existían escasas posibilidades legales de impedir la subasta y será incluso más difícil recuperar las piezas de manos de quienes las adquieran. Pero la lucha contra estas prácticas debe sostenerse, no sólo por principio, sino porque en la medida en que subsista esa clase de ventas existirá un poderoso incentivo al robo de museos, sitios y yacimientos arqueológicos: como señaló Gómez Robledo, este tipo de comercio alienta el pillaje, el tráfico ilegal y la imitación practicada por la delincuencia trasnacional organizada.
Tras décadas de imposición ideológica mercantilista en todos los ámbitos de la vida, se ha normalizado hasta extremos grotescos la noción de que todo lo existente es susceptible de convertirse en mercancía. Por ello, hoy resulta más importante que nunca salvaguardar el legado cultural mesoamericano y combatir su asimilación a las lógicas deshumanizadoras del mercado.

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