10/19/2013

Jugar sin discriminar


POBLACIÓN Y DESARROLLO
   MUJERES Y SALUD MENTAL

CIMACFoto: Gabriela Mendoza Vazquez
Por: Alejandra Buggs Lomelí*
Cimacnoticias | México, DF.- 

En mi anterior artículo abordé el tema de los cuentos de hadas y princesas, que son utilizados como vehículos a través de los cuales se refuerzan los mandatos de género impuestos por la sociedad, sobre lo que debe hacer y ser una mujer o un hombre.

Revisemos ahora cómo los juguetes refuerzan muchos de los estereotipos de género y, más aún, cómo la misma sociedad coloca en los juguetes muchas de las expectativas tradicionales de lo que deben ser mujeres y hombres.

A partir de una interesante entrevista que me hizo la reportera Ariane Díaz para el periódico la Jornada**, sobre cómo los juguetes y juegos imponen estereotipos sexistas, he reflexionando mucho sobre el impacto inconsciente, tanto de juegos como de juguetes, en la construcción de la identidad de mujeres y hombres.    

Partamos del concepto de que un juguete es un objeto que utilizamos para jugar y entretenernos y, por lo general, está destinado al uso de niñas y niños.

También existen juguetes enfocados para animales domésticos o juguetes sexuales destinados a que las personas experimenten su sexualidad de manera creativa.

Algunos  juguetes son asociados con épocas históricas o culturas particulares, mientras que otros aparentan poseer popularidad universal, por lo que muchos son parte del inconsciente colectivo.

Debido a que los  juguetes son una herramienta importante para el desarrollo integral de niñas y niños  --en áreas como: la intelectual, física, social y afectiva-- se convierten en la puerta de acceso para iniciar y consolidar aprendizajes, por lo que es importante reflexionar y analizar sobre el impacto emocional y social de los juguetes en el sexismo.

Los juguetes para niños y niñas difieren en la temática, lo que repercute en el reflejo de su propia cultura en la vida adulta.

Así, por ejemplo, muchos juguetes para niñas representan  tareas típicamente adultas y femeninas, tales como la crianza (con las muñecas) o la responsabilidad de la comida (con las cocinitas de juguete), mientras que muchos juguetes para niños incluyen típicamente elementos de acción o bélicos como: armas, automóviles, caballos u hombres de acción.

El papel de la publicidad es vital porque, desafortunadamente, por ella, la mayoría de las veces se refuerzan y fomentan subjetivamente los roles tradicionales de la mujer y del hombre.

En casi todas las sociedades, desde el momento en que se compra el primer juguete para la niña o el niño, se empieza establecer de manera sutil la discriminación de género, guiadas/os por lo aprendido socialmente.

La tendencia general es a que a las niñas se les regalen juguetes domésticos, como: cocinas, equipos de limpieza, casa de muñecas, etc. Y a los niños se les regalen: carros, pelotas, juegos de construcción, autopistas y trenes, fortaleciendo la capacidad cognitiva a los niños más que a las niñas.

Los anteriores juguetes, al ser adquiridos por adultas/os que tienden a reproducir el aprendizaje del sistema patriarcal, se convierten en objetos con una gran carga simbólica, que refuerza el “deber ser” de mujeres y hombres, enfatizando en las niñas actividades domésticas (mundo privado); y en los niños  actividades profesionales, deportivas, políticas, fuera de casa (mundo público).

Es bien cierto que, afortunadamente, una parte de nuestra sociedad está en proceso de cambio, buscando un modelo diferente al patriarcal, gracias a que hoy en día es común que la mujer no solo trabaje en casa, sino que también tenga una ocupación profesional, así como es más frecuente ver a hombres cambiar pañales o dar de comer a sus hijas e hijos.

Cuando una niña o un niño quiere o desea un juguete o a un juego diferente al que “tradicionalmente le corresponde”, es importante no obligarle o imponerle el que se supone es afín a su género, sino proporcionarle diferentes y nuevos modelos de relación entre los géneros, porque al ser algo aprendido es algo que podemos cambiar.

No se trata de que ahora los niños jueguen con muñecas y las niñas con carros, para romper el estereotipo tradicional, se trata de que, tanto a niñas como a niños, las personas adultas les den la oportunidad de utilizar indistintamente toda la gama de juguetes que existen y que madres, padres y maestras/os les ofrezcan  diferentes posibilidades de interactuar con ellos.

Hay que enfatizar también que ni la niña deja de ser niña por jugar con juguetes “destinados” exclusivamente para niños, ni el niño deja de ser niño por jugar con juguetes “exclusivos” de niñas.

Definitivamente, estoy convencida de que somos las/os adultas/os, quienes cargamos de un peso sexista a los juguetes, convirtiéndolos en “juguetes sólo de niñas” y en “juguetes sólo de niños”

Mi intención al abordar este tema es invitarles a reflexionar y a fomentar en niñas y niños una educación no sexista, enseñándoles a través de los juguetes a desarrollarse como personas independientes, autónomas e íntegras.

Es tiempo ya de evitar la discriminación de niñas y niños que desean jugar con juguetes diferentes a los esperados socialmente. Para ello hay que tomar conciencia de que los juguetes no tienen sexo y de que  somos las /os adultas/os, las/os responsables de crear un modelo que privilegie la posibilidad de que tanto niñas como niños jueguen con todo tipo de juguetes para contribuir a la erradicación de los estereotipos de género, que finalmente son los que alimentan todo tipo de discriminación.

www.saludmentalygenero.com.mx

*Psicóloga clínica, psicoterapeuta humanista existencial, especialista en Estudios de Género, y directora del Centro de Salud Mental y Género.
** http://www.jornada.unam.mx/2011/12/24/politica/002n1pol

13/ABL/GGQ

En Swat, tierra de Malala, creció la avidez de las niñas por educarse


INTERNACIONAL

   Temen aún al Talibán

Foto: Muchas más niñas van a la escuela en Pakistán después del atentado contra Malala Yousafzai, hace un año. | Ashfaq Yusufzai/IPS
Por: Ashfaq Yusufzai*
Cimacnoticias/IPS | Peshawar, Pakistán.- 

En su natal valle de Swat, la pakistaní Malala Yousafzai, quien este año fue candidata al premio Nobel de la Paz, no solo dejó a más niñas en las escuelas que en 2012, sino también a una buena porción de gente que se siente distante e incluso hostil hacia ella.

“Malala abandonó el Islam por el secularismo”, dijo a IPS/Cimacnoticias desde una ubicación no revelada el portavoz de la organización extremista Tehrik-e-Taliban Pakistán, Shahidullah Shahid.

Son las valientes estudiantes de la madrasa (escuela religiosa islámica) Jamia Hafsa, en Islamabad, quienes deberían haber recibido un premio, agregó Shahid. En 2007, estas estudiantes se enfrentaron con fuerzas policiales.

Este año, el Nobel de la Paz fue para la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas. Pero el Parlamento Europeo le otorgó a Malala, activista por el derecho a la educación de las mujeres, el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia, según anunció el jueves 10.

“El (movimiento islamista) Talibán no perderá la oportunidad de matar a Malala Yousafzai, y también serán objetivo de ataque aquellos quienes vendan su libro”, dijo Shahid. La adolescente, ahora de 16 años, relató sus experiencias en el libro “Yo soy Malala”, que escribió en coautoría con la periodista británica Christina Lamb.

“La gente sabe que Malala no regresará a Swat, y eso no les gusta”. – Mushtaq Ali, graduado en informática y desempleado.

Pero en una silenciosa respuesta a las amenazas del Talibán, aumentó la cantidad de niñas que estudian en la Escuela Pública Jushal, la misma a la que asistía Malala. “En 2009 teníamos 450 estudiantes, y ahora llegamos a 700”, dijo Subjan Shah, quien da clases en la escuela, en diálogo con IPS/Cimacnoticias. “Muchos padres quieren educar a sus hijas”.

Mohammad Atif, ministro de Educación Primaria en Jyber Pajtunjwa (ex Provincia de la Frontera Noroccidental), dijo a IPS/Cimacnoticias que este año su distrito invirtió en enseñanza 660 millones de dólares. Se está prestando más atención a la educación femenina, señaló.

“En una campaña especial de inscripciones, a partir del 1 de septiembre de este año admitimos en las escuelas a 115 mil niños y niñas que hasta entonces no estaban matriculados”, dijo Atif. “Más de 60 mil eran niñas. Hemos reconstruido 650 de las 750 escuelas dañadas por el Talibán”, agregó.

El 9 de octubre de 2012, Malala, entonces estudiante de secundaria de 14 años, recibió disparos en su cabeza y cuello a quemarropa cuando se dirigía a su casa desde la escuela de Mingora, la ciudad más importante del valle de Swat. Poco después fue sometida a una cirugía en el hospital militar de Peshawar para retirarle un proyectil que había quedado alojado en su cráneo, y luego trasladada a Gran Bretaña, donde la operaron cuatro veces más.

Tras el atentado, “creció la avidez de las niñas por educarse”, dijo Mushtari Begum, encargado de enseñanza en Swat. “La mayoría de las niñas la consideran un modelo a seguir”, añadió.

Las inscripciones femeninas en las escuelas primarias pasaron de 85 mil 650 en 2010 a 126 mil 678 este año, según información oficial.

DEL BLOG AL RECONOCIMIENTO MUNDIAL

Malala se había hecho conocer en 2009, cuando empezó a escribir un blog en el sitio de la BBC en urdu desde el cual hacía campaña a favor de la educación de las niñas, que justamente el Talibán había vetado bajo amenaza de muerte.

Aunque usaba un seudónimo, se sabía que ella era la autora del blog, y ganó fama mundial, dijo a IPS/Cimacnoticias  la directora de la Escuela Secundaria Femenina del Gobierno en Mingora, Zahira Shahid. “Desde entonces se convirtió en la inspiración de las niñas del lugar”, añadió.

“Durante esos tiempos difíciles, cuando todos los políticos y las organizaciones de la sociedad civil guardaban silencio hermético por temor al Talibán, Malala surgió como una defensora de los derechos de las niñas que dio fuerza a la población femenina oprimida”, dijo a IPS/Cimacnoticias  el político Mohammad Jaffar, del partido Pakistan Tehreek Insaf, liderado por el exjugador de criquet Imran Kan.

Sin embargo, a Jaffar le sorprende la resistencia a que Malala haya saltado a la escena internacional. “No hubo ninguna celebración el 9 de octubre, día en que la balearon y sobrevivió”, dijo.

“La población local se siente traicionada por Malala”, sostuvo Ghufran Ali, maestro del Degree College de Swat, entrevistado por IPS/Cimacnoticias. “Ella abandonó al pueblo de Swat, que deberá seguir soportando al Talibán”. Este hecho se salió de cauce por la cobertura que le prestaron medios de comunicación internacionales, reflejando el interés de Occidente, dijo.

“Malala y sus dos amigas Shazia Ramzan y Kainat Riaz, que sufrieron heridas en el ataque, se fueron a Gran Bretaña para recibir educación gratuita, pero ¿qué hay de las otras miles que se sienten al filo de la navaja cada vez que entran y salen de la escuela? Si ella hubiera vuelto de visita tras recuperar, la gente habría estado exultante”, agregó.

Abdul Hakim, comerciante en el principal mercado de Swat, dijo que pese a la campaña por el Nobel “no hay celebraciones en Swat ni en ninguna otra parte de Pakistán, lo que significa que el pueblo no está feliz con ella”. “La gente sabe que Malala no regresará a Swat, y por eso no les gusta”, sostuvo Mushtaq Ali, un graduado en informática que está desempleado.

“Los medios internacionales vienen promoviendo a Malala porque la hirieron en el ataque del Talibán, pero han estado ajenos a los asesinatos selectivos de los miembros del comité para la paz, también perpetrados por el Talibán”, dijo.

“Cada mes son asesinadas en Swat entre 10 y 15 personas contrarias al Talibán. Malala y su familia disfrutan su libertad a miles de kilómetros de aquí”, planteó. En diciembre del año pasado, hubo protestas cuando el gobierno bautizó al Degree College de Swat con el nombre de Malala. Los manifestantes argumentaron que así se pondría en peligro las vidas de las estudiantes. La decisión se revocó a pedido de la propia adolescente.

NO TODOS EN CONTRA DE MALALA

Hay quienes se decepcionaron de que no ganara el Nobel. “Cancelamos nuestras celebraciones cuando oímos que no había obtenido el premio. Sin embargo, esperamos que continúe su lucha por la promoción de la educación femenina en Swat”, dijo a IPS/Cimacnoticias  el presidente de la Asociación de Maestros de Swat, Zahid Kan.

El maestro de Malala, Fazal Jaliq, sostiene que los estudiantes de la Escuela Pública Jushal están tristes porque no recibió el premio. “Todavía es muy joven y puede obtener el Nobel el año próximo. Su nominación nos generó una alegría inmensa”, expresó.

*Este artículo fue publicado originalmente por la agencia internacional IPS.

La Paridad: una anhelo democrático


Palabra de Antígona

"Hoy, vemos que el reconocimiento de la igualdad de mujeres y hombres en los asuntos públicos, es tardía e insuficiente. De acuerdo con todos los estudios y análisis, son las dirigencias partidarias las que han puesto obstáculos a las mujeres, a pesar de que ellas son el sustento de sus partidos"


México D.F. 17 oct. 13. AmecoPress.- Un principio básico de la democracia es la participación y los derechos políticos de todas las personas. Así lo estableció la ONU desde 1945. Hoy, vemos que el reconocimiento de la igualdad de mujeres y hombres en los asuntos públicos, es tardía e insuficiente. De acuerdo con todos los estudios y análisis, son las dirigencias partidarias las que han puesto obstáculos a las mujeres, a pesar de que ellas son el sustento de sus partidos.

Hoy, como ayer, resulta que el Ejecutivo de la Nación, con motivo del 60 aniversario del voto ciudadano para las mujeres, anunció una iniciativa que obligará a los partidos políticos a elaborar sus listas electorales con 50 por ciento de hombres y 50 por ciento mujeres: se llama paridad.

Así sucedió cuando los ejecutivos avalaron las candidaturas municipales en Yucatán y San Luis Potosí y cuando el presidente Lázaro Cárdenas envió en 1937 la iniciativa para que las mujeres pudieran votar. Entonces quedó frenada por el miedo pensado de que las mujeres votarían en contra del partido oficial. Lo mismo pasó con Miguel Alemán quien propuso y se modificó el artículo 115 Constitucional para que las mujeres tuvieran el voto municipal en 1947; en 1953 un puñado de mujeres empujó la reforma que nos dio el voto, éste que celebra sus 60 años, su tercera edad.

No es extraño que esto suceda con Peña Nieto. La iniciativa para reformar el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) ya se había consensuado por las 44 senadoras de la República, tras un paquete de iniciativas varias que empezaron a conformarse el año pasado, por el grupo plural de mujeres quienes, como siempre, fueron las primeras en poner el dedo en la llaga: no puede hablarse del adelanto de las mujeres si éstas no pueden ejercer sus derechos y están impedidas para ocupar espacios donde se toman las decisiones.

La pura medida electoral contiene un mandato para que las fórmulas electorales sean de un mismo sexo y que los partidos cumplan sus estatutos y destinen el dos por ciento de sus recursos para capacitar a mujeres en liderazgo.
De este modo el presidente Enrique Peña Nieto simplemente se sumó. En hora buena. Es posible que de este modo los partidos políticos recapaciten, porque sistemáticamente le han dado la vuelta al asunto, desde hace más de 20 años en que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) fue el primero en incluir en sus documentos básicos que al menos 20 por ciento de sus candidaturas serían de mujeres y que haría lo mismo con los puestos en la dirección y operación partidaria. Hubo grandes resistencias y menudearon las anécdotas de burla y escarnio. No cumplieron. Siempre hay que denunciarlos para que cumplan parcialmente.

Fue largo el camino, sobre todo si consideramos que las mujeres pidieron participar en la cosa pública y en los destinos de la nación desde 1824 en Zacatecas y que durante 129 años estuvieron peleando por estar en los puestos, por tomar decisiones, por hacerse corresponsables de las acciones gubernamentales. El feminismo de los años 70 habló de no entrarle, entonces las nuevas feministas estaban ocupadas en el desarrollo personal e interno, pero poco a poco una tendencia feminista vio las ventajas de poder actuar dentro del sistema, con todo y sus limitaciones.
Pero la ciudadanía, que Carol Pateman considera incompleta, a pesar del sufragismo, lo es en tanto que el contexto donde se desarrollan las mujeres -de exclusión, discriminación y violencia-, en la práctica les impide ejercer derechos escritos, mismos que no se ponen en la práctica y encuentran escollos sistemáticos; no ir a la escuela, ser pobres y cargadas de responsabilidades, inhabilita en la práctica la posibilidad de ser realmente ciudadanas.

Y es este el asunto. Muy bien, tendremos el 50 por ciento de posibilidades de ir a los órganos del Congreso, ello empujará por lógica que el gobierno cumpla en sus órganos administrativos, ahora muy tristes y omisos; que haya cada año posibilidad de tener gobernadoras –ahora ninguna y en toda la historia sólo seis-; que muchas más mujeres lleguen a los congresos locales –si se llegara a aprobar en lo estatal como se prevé suceda en lo federal-, y que haya muchas más mujeres orgullosas de poner sus ideas en la cosa pública.

Pero qué pasa: que hay pobreza alimentaria, que las mujeres no tienen garantizado el derecho a la salud, que miles y miles de mujeres se debaten en la vida cotidiana para garantizar el desarrollo de sus familias, sus comunidades y su vida que el Estado no garantiza ni protege. Entonces la iniciativa es plausible, pero totalmente insuficiente si lo demás no se materializa.

Peña Nieto, el reformador, se ha comprometido, según el Plan Nacional de Desarrollo, a usar toda la fuerza del estado para que se propicie, en los hechos, la igualdad de mujeres y hombres; ha mandatado que todas las instituciones promuevan esta igualdad, pero no hay suficientes recursos, a las resistencias patriarcales se suma la impericia; los espacios para promover la igualdad se convierten en espacios políticos; las responsables llegan a esos espacios sin conocer de fondo no sólo el tema de género, sino el sentido de justicia para las mujeres, el contenido de la discriminación y sus consecuencias.

Si la iniciativa tuviera éxito, porque todavía habrá que lidiar con la indiferencia y superficialidad de los políticos y partidos representados en el Congreso de la Unión, estaría completando un paquete de derechos, de la Constitución a un montón de leyes específicas ya existentes, que debieran día a día, en la vida real promoverse, respetarse y aplicarse y ese es el otro gran tema. No se cumple con las leyes en México, por más bonitos discursos y buenas intenciones.

Sin menospreciar la iniciativa, aún si se la copió a las mujeres, tenemos que decir que no tendrá los efectos esperados si no se pone dinero, esfuerzo y tarea para abatir la violencia contra las mujeres; si no hay un verdadero cambio de mentalidad en cada mujer y en cada hombre para reconocer que las mujeres somos seres humanos; si en los lugares como la escuela, la familia y los medios de comunicación se sigue procurando una ideología de discriminación contra las mujeres; si no hay justicia penal contra los agresores; si no opera la reforma educativa; si no hay realmente una cruzada contra el hambre y se sigue el camino de las dádivas, como ahora se ha visto en Guerrero. En fin, si mantenemos sólo la simulación en todos lados y en todos los espacios.

Habría que esperar esa revolución cultural que apuntale a las leyes y a los deseos. Las feministas conscientes hemos cumplido sistemáticamente desde 1824, no hemos dejado de hablar, proponer y empujar, los obstáculos están en otra parte, en una sociedad que no cree en la libertad y la vida de las mujeres. Ahí tenemos que actuar y un eje sustantivo somos los medios de comunicación, reproductores sistemáticos de la ideología que somete y disminuye a las mujeres. Tarea gigante. Hay que empezar en alguna parte. Veremos.

También en el cine…




   DESDE LA LUNA DE VALENCIA


Especial
Por: Teresa Mollá Castells*
Cimacnoticias | España.- En primer lugar he de reconocer que mi cultura cinéfila es muy pero muy limitada y desde luego en este artículo no pretendo dar lecciones de esta materia a nadie, puesto que parto de mi incultura en el séptimo arte.

Pero hay materias que, por lo visto, no escapan a algunas actitudes ni en el arte, o por lo menos en este séptimo arte. Y me explico: hace unos días una compañera, Julia López, me hizo llegar a través del correo electrónico un enlace sobre un tema un tanto escabroso y delicado.

Por lo visto recientemente, Bernardo Bertolucci, el renombrado y oscarizado director de cine italiano, narró cómo se rodó realmente la escena de la mantequilla en la película “El último tango en Paris”. Esperó más de 40 años para hacerlo y que María Schneider, la protagonista, hubiera fallecido.

Pues bien, según sus propias palabras, “la idea se nos ocurrió con (Marlon) Brando mientras estábamos desayunando. En un momento él comenzó a untar una baguette con mantequilla, y de pronto nos miramos cómplices”, señaló el director.

Agregó: “Decidimos no decirle nada a María para obtener una reacción más realista, no de actriz sino de mujer joven. En el momento en que llora, grita y se siente herida, en verdad ya estaba dolida por el hecho de que se le había ocultado cómo sería la escena en que su personaje era sodomizado, y lo cierto es que haberse sentido de esa manera fue útil a la película”.

O lo que es lo mismo: decidieron ser cómplices en una agresión sexual en directo y con fines claramente comerciales, sin ni siquiera plantearse la opinión de la coprotagonista de la película. Me parece sencillamente deleznable.

Han pasado más de 40 años del estreno de aquella película y ¿no pasa nada porque se confiese la violación de una mujer joven por parte de un actor y del director de la película?

No fue una escena pactada. Fue una agresión sexual y ¿sigue sin pasar nada, pese a la confesión de uno de los cómplices?

Y me pregunto: ¿En cuántas películas en las que la violencia que se ejerce contra las mujeres parece estar pactada en el guión, no lo es en realidad? ¿Cuántas de las escenas de agresiones sexuales o violaciones que nos ha ofrecido el cine no habrán sido reales y la ciudadanía, el público en general, no nos habremos enterado? Me parece terrible…

Y me hago estas preguntas porque no ha sido la única ocasión en que la mujer protagonista ha sido víctima de estas reprobables prácticas.

Al parecer a la protagonista femenina del filme “El amante”, dirigido por Jean-Jacques Annaud y basado en la novela de Marguerite Duras, también la “condujeron” para que las escenas de sexo fueran reales y no interpretadas para dar una mayor credibilidad y publicidad a la película.

Esta actriz, llamada Jane March, al igual que María Schneider, nunca más se mostraron desnudas en sus películas, puesto que las hicieron sentir culpables de aquellas escenas, lo cual ya es el colmo.

De pequeña, cuando lloraba viendo alguna película (aún me sigue pasando a veces), mi madre venía y me decía aquello de “hija, en el cine todo es mentira, todo ficción, cuando se acaban las luces todo vuelve a la normalidad. Y mira cómo la persona que crees muerta no lo está, observa cómo sigue respirando a pesar de que le han disparado. Porque lo han hecho con balas de broma”.

Aquella visión pragmática de mi madre respecto de las “pelis” me tranquilizó durante años y, aunque nunca he podido ver una escena de violaciones, siempre quería pensar que eran ficción, que era parte del guión, que todo estaba pactado y que todo el mundo estaba de acuerdo en protagonizar sus papeles, previamente aceptados, incluso en sus modificaciones.

Y ahora, esto me lleva a plantearme si este tipo de personajes laureados como Brando o Bertolucci han sido capaces de perpetrar esta agresión sexual sobre una película para aumentar su realismo (y sus bolsillos que todo hay que decirlo).

¿Qué no habrán hecho con los cuerpos de mujeres actrices, algunos otros directores para promover sus películas y llenarlas de “realismo”? La duda es atroz. Porque ahora ya no me vale el discurso de mi madre de que todo era mentira. Ahora ya veo que no todo lo es.

Pero además y lo más sangrante del tema es cómo al tratarse de personajes de renombre mundial y a pesar de haber pasado más de 40 años, el tema se sigue tratando como algo “anecdótico” y sigue sin pasar nada.

También hemos de recordar el caso de Roman Polanski, quien mantuvo relaciones con una menor de edad llamada Samantha Gailey (posteriormente Samantha Geimer), y que pese a haberlo reconocido en 1977, no fue hasta 2009 que pudo ser extraditado a Estados Unidos para cumplir con la justicia de aquel país.

Pero además la actriz Charlotte Lewis, quien protagonizó el filme “Piratas” (1986), también acusa a Polanski de haber abusado de ella cuando tenía 16 años de edad.

Y estos son algunos ejemplos de grandes y laureados directores de fama mundial que han abusado de su posición para intimidar, agredir y utilizar los cuerpos de las mujeres como si de mercancía se tratara, con el único fin de promover su trabajo y, en definitiva, ganar dinero.

Pero al parecer las palabras de las mujeres agredidas siguen sin tener importancia porque los neones de los nombres de estos “grandes e importantes directores” ocultan esas verdades que ellas proclaman.

Y son voces que les acusan de agresiones sexuales, físicas, psicológicas e, incluso, de no haber tenido en cuenta sus opiniones sobre los guiones y escenas a rodar. Pero a ellos, nada parece preocuparles ni perturbarles.

Con ello hacen gala de un desprecio absoluto tanto por los Derechos Humanos de las mujeres en general y de las actrices en particular, a quienes no tienen ningún empacho en utilizar como elementos necesarios para sus fines, desnudándolas no sólo de sus ropas, sino también de su dignidad y de sus derechos como personas.

A estos los vamos conociendo y, por supuesto desde mi posición de consumidora de cine, procuraré no volver a ver ninguna de las películas de estos monstruos que no han dudado en pisotear los Derechos Humanos de las mujeres en beneficio propio.

¡¡¡Hasta ahí podíamos llegar!!! Si para ellos no tenemos derechos, para mí no tienen dignidad ni trabajo que valga.

tmolla@telefonica.net

*Corresponsal en España. Periodista de Ontiyent.
  

Visión de género en leyes para que mujeres accedan a la justicia

INTERNACIONAL
Acceso a la justicia para las mujeres
   Mala aplicación de normas en AL mantiene discriminación

Seminario Hemisférico Derechos Humanos de las Mujeres: buenas prácticas en la justicia de género | Imagen retomada del sitio cij.gov.ar
Por: Norma Loto
Cimacnoticias/SEMlac | Buenos Aires.-

Muchos países de América Latina (AL) han logrado avances en la normativa para hacer posible el acceso de las mujeres a la justicia.

Esto no es casual, sino resultado de un marco legal y político internacional –como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) y la Convención Belém do Pará–, que funciona como pilar para que los derechos de las mujeres sean considerados Derechos Humanos (DH).

A partir de esa tendencia y para compartir experiencias, se realizó en Buenos Aires el “Seminario Hemisférico Derechos Humanos de las Mujeres: buenas prácticas en la justicia de género”, organizado por las oficinas de la Mujer y de Violencia Doméstica de la Corte Suprema, la Comisión Nacional de Acceso a Justicia, y la Comisión Interamericana de la Mujer de la Organización de Estados Americanos (OEA).

La reunión, realizada del 25 al 27 de septiembre, contó con representantes de República Dominicana, Chile, Nicaragua, Canadá, Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, Brasil y Argentina.

Si bien en AL y el Caribe hay progreso en el reconocimiento formal de los derechos de las mujeres, ello no se ha traducido aún en una protección adecuada para ellas, señala la fundamentación del seminario.

ONU-Mujeres refiere que, pese a que la igualdad entre mujeres y hombres está consagrada en las constituciones de 139 países y territorios, la falta de leyes adecuadas y las carencias en la implementación de las normas existentes convierte estas garantías en promesas vacías con poco impacto en la vida cotidiana.

En muchos países el sistema judicial ha fracasado en el respeto de los derechos femeninos, lo que “se ha manifestado en la prestación inadecuada de servicios y en la actitud hostil de quienes tienen el deber de satisfacer las necesidades de las mujeres”, señaló la Corte argentina en un comunicado.

“No estamos donde quisiéramos en la respuesta efectiva a la violencia contra las mujeres y, realmente, aún sabemos poco acerca del impacto que hemos tenido sobre la incidencia en la violencia”, afirmó Hillary Anderson, especialista principal en género de la Comisión Interamericana de Mujeres.

Anderson se refirió a que en 2014 se cumplen 20 años de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belém do Pará), que estableció por primera vez el derecho de las mujeres a vivir una vida sin violencia.

Ese instrumento interamericano brinda pautas para la adopción de leyes de prevención, erradicación y sanción de la violencia contra las mujeres.

Sin embargo, Anderson identificó avances en “una amplia gama de experiencias, esfuerzos y compromisos que están teniendo un impacto positivo importante”.

En tanto, Luz Patricia Mejía, coordinadora técnica del Mecanismo de Seguimiento de Belém do Pará, dijo que esta convención impuso el paradigma de que lo privado es público y entre otros aportes dejó en claro que no solo el Estado comete violaciones a los DH, sino que la acción u omisión frente a la acción de terceros –hombre victimario– también es una violación de los DH.

Mejía se refirió, además, a los primeros pasos en las legislaciones de los países que entendían la violencia contra las mujeres como violencia intrafamiliar en los años 90. Así surgió el concepto de mediación, que era un mecanismo de resolución que determina que la mujer y el hombre continúen viviendo en la misma casa, incluso en casos de violencia, con el fin de proteger la institución familiar.

“Aun así se progresó en un nivel importante de institucionalidad, se avanzó en el concepto de violencia intrafamiliar y se le miró como una violación de DH. Sin embargo, no se avanzó en mecanismos óptimos para que sea una política de Estado”, precisó.

Las participantes, en su mayoría mujeres abogadas o juristas, hicieron hincapié en diversas cuestiones que aún falta enfocar. Entre ellas, la necesidad de lograr que las constituciones de los Estados incorporen la perspectiva de género, de lo contrario “será difícil incorporarla a un nivel infra constitucional”.

Otras voces abogaron por considerar la prohibición del aborto como una forma de violencia estatal y se insistió en la necesidad de convenios permanentes con el sector educativo. “La justicia no es una isla en la sociedad, somos parte de ella. No son necesarios demasiados medios (económicos) para realizar esta acción”, manifestó una de las letradas asistentes.

Las experiencias compartidas mostraron el amplio abanico construido por un entramado de idiosincrasias, necesidades e historia de cada país.

Aminta Granera, primera comisionada de la Policía Nacional de Nicaragua, aseguró que allí “no es posible hablar de violencia de género desvinculándola del modelo policial”, que describió como “preventivo, proactivo, comunitario, profundamente enraizado en la sociedad”.

Tras la creación de la Policía Nacional en 1979, producto de la Revolución Sandinista, se abrió la primera Comisaría de la Mujer en 1993, durante la presidencia de Violeta Chamorro, recordó.

“Habíamos soñado con un espacio de protección para aquellas mujeres que llegaban a las comisarías y eran sometidas a interrogatorios que las hacían sentir cuasi victimarias de la situación de violencia. Hoy tenemos un lugar donde se les brinda una respuesta integral”, comentó Granera.

Abundó en el trabajo conjunto con la Comisaría de la Niñez, la cooperación de un Consejo Consultivo integrado por mujeres policías, fiscales, jueces y juezas, organizaciones civiles, forenses y referentes del Ministerio de Salud, para brindar servicios de acompañamiento, denuncia, judicialización y riesgo posterior a la denuncia.

Una buena práctica en Argentina fue descrita por la abogada Norma Graciela Chiapparone, secretaria general de la Asociación Argentina de Mujeres de Carreras Jurídicas y de la Federación Internacional de Mujeres de Carreras Jurídicas.

Ella destacó a SEMlac la labor de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en materia de capacitación con perspectiva de género, mediante la Oficina de la Mujer.

“No sólo está dirigida a magistrados hombres y mujeres, sino también a funcionarias y funcionarios. También destaca la creación de la Oficina de Atención a la Víctima”, expresó.

“Quienes están llamados a juzgar deben incorporar la perspectiva de género, y la capacitación es el primer paso”, dijo, y agregó que luego se espera una revisión del Derecho desde una mirada antipatriarcal, ya que la igualdad entre mujeres y hombres es formal.

“Hay una etapa de deconstrucción del Derecho que sólo algunas teóricas feministas han empezado a hacer. Esta ola todavía no llega a los tribunales”, observó.

La abogada comentó a SEMlac que Argentina “está bastante bien en el contexto latinoamericano”, pues posee una plataforma normativa adecuada, que es la base principal para hablar de justicia de género, aunque no hay una aplicación mayoritaria por parte de los tribunales”, advirtió.

En esa labor, la Corte Suprema de Justicia de la Nación viene sentando jurisprudencia, aunque los tribunales inferiores todavía no hacen eco, insistió.

En cuanto a los obstáculos, Chiapparone destacó la deficiencia de la formación de las Facultades de Derecho, donde la perspectiva de género sólo se dicta en el currículo de algunos cursos o bien como posgrados.

Añadió que es importante disponer de presupuestos para ampliar la capacitación, los centros de atención a víctimas y el patrocinio jurídico gratuito. “Siguiendo los estándares internacionales, creo que hay que ir hacia la creación de juzgados y fiscalías especializadas en violencia”, detalló.

“Son cuestiones muy específicas las que se deben abordar y para ello se necesita un alto grado de especialidad, del que se carece en la actualidad”, reconoció.

Uruguay: mujeres de izquierda pugnan por más derechos


INTERNACIONAL

   Demandan paridad y erradicar violencia

Jacqueline Chouhy, Andrea Venosa y Susana Kauffman | La República de las Mujeres
Por: Karina Thove
Cimacnoticias/RepúblicadelasMujeres | Montevideo.- 

En las últimas semanas el Frente Amplio (FA) difundió su propuesta programática para un tercer periodo de gobierno (2015-2020), un documento de 150 páginas elaborado por 28 unidades temáticas, que será aprobado en el Sexto Congreso Extraordinario Hugo Cores, a realizarse el 23 y 24 de noviembre próximo.

Una de las unidades temáticas se enfoca a los derechos del 52 por ciento de la población uruguaya. La República de las Mujeres conversó con tres de sus integrantes: Andrea Venosa, Jacqueline Chouhy y Susana Kauffman.

Actualmente, la Unidad Temática (UT) de los Derechos de las Ciudadanas del FA funciona con una coordinación a cargo de seis mujeres, tres de las cuales son las entrevistadas.

Una vez al mes se reúnen en plenaria, los viernes lo hace la coordinación en la sede central del FA (Colonia 1367). Las nuevas tecnologías tienen su lugar en las formas de trabajar y llegar a la mayor cantidad de mujeres posible: tienen “Google group” y en los plenarios se comunican con “las compañeras del interior por Skype”, según reveló Jacqueline Chouhy.

A diferencia de las distintas comisiones del FA, donde todos los sectores políticos y las bases tienen su representación, esta UT “está integrada por todas las mujeres que tengan interés en la temática de género desde el punto de vista de los derechos de las mujeres, no importa de qué sector sean, no están mandatadas por sus sectores, vienen a título personal”, explicó Susana Kauffman.

“En marzo el FA convocó a trabajar para las bases programáticas. A partir de allí hemos venido trabajando en plenarias, en algunas ocasiones convocamos a académicas, a mujeres que están en el gobierno, para abordar temas específicos y elaborar documentos”, añadió Andrea Venosa.

Una decisión que se tomó es que las mujeres no estuvieran solamente trabajando en esta UT sino que “fueran a las distintas unidades programáticas transversalizando el tema de género. Hay  compañeras trabajando en deportes con esta perspectiva, por ejemplo”, relató Kauffman.

“A mí me gustaría resaltar que nosotras en esta UT funcionamos antes, durante y después de los congresos programáticos, porque reunimos también todo el trabajo político y tenemos alianzas muy fuertes con las organizaciones civiles”, destacó Chouhy.

BALANCES Y DESAFÍOS

Algo que juzgaron como muy positivo, cimentado a lo largo de los  dos gobiernos nacionales del FA, es la implementación de  mecanismos de género en todos los organismos del Estado y la  respectiva rendición de cuentas de lo actuado cada 8 de marzo, Día
Internacional de la Mujer.

“En la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), que era un lugar donde esto estaba bastante rezagado, se acaba de constituir el mecanismo de género con muchas propuestas”, anunció Chouhy.

El reclamo por incluir la mirada de género en el presupuesto nacional y las rendiciones de cuentas está contemplado en el programa. “También se ha avanzado en cómo comunicar incluyendo la perspectiva de género en los llamados del Estado”, agregó Kauffman.

En materia laboral ven con muy buenos ojos el actual proyecto de Ley de Licencia Parental, que propone que en los seis meses  posteriores a la licencia maternal, el medio horario puede ser usufructuado tanto por el padre como por la madre (aún no se ha tratado a nivel parlamentario).

El punto 3 de la propuesta programática apunta a la “instalación de un sistema integral de respuestas hacia un país libre de violencia de género y generaciones”.

Venosa explicó: “Lo que hemos visto es que la ley de violencia doméstica está muy acotada. Necesitamos avanzar más para abarcar los distintos tipos de violencia de género. Hay que romper con esos patrones culturales de dominación o de autoridad que impone el hombre, el ser masculino.

“Ha habido casos de mujeres asesinadas que no quedan dentro del encuadre de la violencia doméstica porque no había una relación vincular, afectiva. En los ámbitos laborales se ven situaciones de acoso moral, sexual, además de que muchas veces se ejerce una violencia simbólica sobre las mujeres, al no dejarlas avanzar en los puestos de trabajo de mayor jerarquía”, añadió.

IMPULSAR LA PARIDAD

La paridad “la tenemos incluida desde el programa de gobierno anterior”, recordó Chouhy y reconoció que “es un tema con muchas resistencias”.

“Nosotras queremos llegar a la paridad y queremos exigirle a nuestra fuerza política que haga esfuerzos para que dentro de ella estén representados en igual medida las y los militantes. Si somos 50 y 50 en las bases, entonces que en las cabezas de los diferentes sectores de nuestro partido se refleje eso y que eso también quede planteado a nivel de gabinete”, reclamó Kauffman.

“En Uruguay, en cuanto a representación de mujeres en cargos políticos y de poder, estamos muy por debajo de la mayoría de los países de América Latina, lo cual es bastante contradictorio en una nación con buen nivel educativo, buenos índices de alfabetización, una cultura cívica importante”, recalcó Chouhy.

“También queremos impulsar un cambio cultural desde nuestra fuerza política, porque si bien el FA con respecto a los otros  partidos está en un escalón más arriba –tenemos un poco más de representatividad femenina– no lo estamos en nuestra interna.

“Quienes arman la lista, en los distintos sectores, no son mujeres y te dicen que no hay mujeres capacitadas para liderar, cuando allí hay un capital muy importante que la fuerza política subutiliza para repartir volantes en una feria, etcétera, y no se les da otro lugar”,  añadió Venosa.

“A las mujeres en los partidos políticos se les hace muy difícil trabajar y muchas veces no tienen ni reconocimiento ni visibilidad. Después, cuando viene el momento de hacer las listas, hubo toda  una previa en que ya han sido relegadas, entonces hay una situación muy dispareja y un trabajo muy duro por hacer”, advirtió Chouhy.

“Nosotras promovemos la formación de las compañeras, las  apoyamos en su trabajo, no importa de qué sector sean”, afirmó
Kauffman, y aseguró que la próxima presidenta del congreso de ediles será la frenteamplista maragata Silvia Cabrera, quien ya fue  saludada y respaldada por la UT. Hay un pedido expreso en el programa de impulsar las cuotas en el tercer nivel de gobierno.

Son muy críticas respecto a lo establecido en la Ley de Participación Política, que limita la aplicación del mecanismo de cuotas a una única vez (elecciones nacionales de 2014 y municipales de 2015), para luego evaluarlo y ver si continúa (o no) su aplicación.

“No estamos de acuerdo con eso; creemos que el mecanismo debe continuar hasta tanto no se modifique esa realidad”, advirtió Chouhy y Venosa preguntó: “¿Quién va a controlar y hacer esa evaluación? No está claramente establecido en la ley quién lo va a hacer”.

EDUCACIÓN LIBRE DE SEXISMO

Uno de los temas preocupantes en la educación tiene que ver con la  segregación sexual –similar a lo que sucede en el mercado laboral–  en determinadas áreas de conocimiento.

“Esto se ve particularmente en las UTU (Universidad del Trabajo de Uruguay), en las carreras técnicas donde las mujeres tienen la misma capacidad para hacer electrónica, informática, programación, pero van a peluquería, repostería o viceversa, porque los hombres tampoco eligen lo que está feminizado”, apuntó Kauffman.

Una educación libre de sexismo “parte de orientar a romper con la reproducción que hace el sistema educativo de las identidades de niñas y niños: el varón como el súper violento que pega, que va contra las otras personas, y la niña dentro de ese estereotipo de princesita sumisa y sensible”, criticó Venosa.

“Todos los déficits en temas de género vienen de una cultura patriarcal muy arraigada y difícil de erradicar. En ese sentido, la educación es absolutamente clave, se tiene que empezar desde la primera infancia a no estratificar en roles, a buscar la  complementariedad entre los géneros”, reflexionó Chouhy.

“Generar contenidos educativos libres de sexismo y otras formas de discriminación”, es uno de los puntos que se plantea en el rubro de políticas educativas. Si bien se ha trabajado mucho y el país cuenta con educación sexual oficial desde 2008, se entiende que aún falta mucho por hacer.

Homenaje a mujeres indígenas asesinadas y desaparecidas


Justicia para las mujeres indígenas asesinadas y desaparecidas
Crédito de la foto: Vincent Meurin

Por Pablo Gómez Barrios | amlat@rcinet.ca

La marcha “Sisters in Spirit”, organizada por Missing Justice y el Centro 2110, fue fundada en 2005 por Bridget Tolley y se repite cada año para conmemorar el aniversario de la muerte de su madre, Gladys Tolley, el 4 de octubre.

Con el correr del tiempo, marchas similares fueron organizadas de un lado al otro del país y en la actualidad, centenares de marchas se realizan en diferentes comunidades en todo el territorio canadiense.


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“Mi corazón está con ustedes todas desaparecidas”, dice la pancarta © Thien Vo
El objetivo de este evento es de honrar la memoria de las indígenas asesinadas y desaparecidas, de sensibilizar a la población en general, de exigir a los gobiernos que apoyen los trámites de las familias y las comunidades y que el gobierno federal vuelva a donar al organismo de defensa de las mujeres indígenas Sisters in Spirit sus fondos de investigación.

Según la Asociación de mujeres indígenas de Canadá, alrededor de 600 mujeres indígenas han sido declaradas desaparecidas o asesinadas desde 1980. Otros organismos afirman que el número real sería de 3000. El hecho es que las mujeres indígenas de Canadá corren 5 veces más el riesgo de morir de una muerte violenta que las mujeres no indígenas.

Pablo Gómez Barrios conversó sobre este tema con Gustavo Zamora Jiménez, coordinador del Círculo de las Primeras Naciones de la Universidad de Quebec en Montreal.

Escuche

La marcha comenzará este viernes 4 de octubre a las 18:00 en el Cabot Square (esquina Atwater & Sainte-Catherine)

Aun a costa de su vida, Gladis Lanza mantiene su lucha feminista

INTERNACIONAL
DERECHOS HUMANOS
   Lidera movimiento de mujeres y defiende DH en Honduras

Archivo | CIMACFoto
Por: Yunuhen Rangel y Anayeli García
Cimacnoticias | México, DF.- 

Acusada de “terrorista, disidente política y comunista”, Gladis Lanza Ochoa es una de las activistas más reconocidas de Honduras, pero también una de las más amenazadas, ya que ha padecido arrestos, torturas y persecuciones; incluso en una ocasión sufrió un atentado con bomba… y no obstante, advierte que no piensa dimitir a sus convicciones feministas. 

Militante de las causas sociales, admiradora de la antropóloga mexicana Marcela Lagarde y entusiasta de la política, Gladis critica a su país: “¿Qué es lo que hay ahora? Leyes, instituciones, Derechos Humanos, pero no hay acciones reales que nos garanticen todos esos derechos. Entonces, estamos en un avance de escritos, de muchos escritos, pero realmente un resultado de eso no hay”.

En entrevista con Cimacnoticias, la activista centroamericana cuenta cómo ha sido su lucha y afirma: “Con sólo oír hablar a las mujeres y oír lo injusta que ha sido la vida con todas nosotras, hay razón de seguir adelante en esto. Es una lucha interminable, sí, pero tiene una razón que aprendí desde niña: la justicia. Eso es lo más importante”.

Desde muy joven Gladis se integró a la lucha sindical, luego se lanzó al activismo político y ahora como feminista. En su momento fue una férrea crítica de las dictaduras latinoamericanas, se caracterizó por su defensa de los Derechos Humanos (DH), y en algún punto de su historia comenzó a apoyar la causa de las mujeres, tema que hoy es imprescindible en su vida.

Esta trayectoria le ha dado un lugar como feminista hondureña y líder del Movimiento de Mujeres por la Paz Visitación Padilla, agrupación que ha empujado la promulgación de una Ley de Violencia Doméstica, una Ley de Igualdad, reformas penales en materia de feminicidio, y la creación de juzgados de violencia familiar y refugios para mujeres.

Como si fuera poco, también ella y el movimiento de mujeres ha documentado las violaciones a los DH durante y después del golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya, perpetrado en 2009.

Gladis nació en un hogar donde su madre era el sustento y su padre un personaje cercano, pero ausente porque tenía otra familia. Esa fue la razón que la hizo borrar sus apellidos paternos.

“Mi papá ya murió bastante mayor y me preguntaba por qué había tomado esa decisión. Yo le contestaba que estoy orgullosa de los dos apellidos de mi madre porque ella fue una heroína”, cuenta.

El padre de Gladis fue un hombre importante y su madre una joven humilde, así que ella creció en medio de esa división de contextos. “Después de todo eso, crecí, estudié. Hubo un problema con mis estudios porque yo quería ir a la universidad y mi papá decía que ya era suficiente con lo que ya había estudiado.

“Mi mamá, que era una conspiradora de primera, desde niña me había enseñado, se sentaba horas con todos nosotros y nos contaba la historia de Honduras. Decía que era impresionante cómo el gobierno norteamericano se va apoderando del país y del pensamiento de la ciudadanía.

“Ella era una mujer que leyó mucho, sólo cursó tercer o cuarto grado, pero sabía mucho, no había libro que cayera en sus manos que no leyera”.

La educación fue la primera batalla ganada de una larga historia de luchas. En la década del 60 se creía que las mujeres nacieron para cuidar a sus maridos, su casa y sus hijos, pero aún así ella logró convencer a su padre y entrar al bachillerato; después comenzó a laborar en una empresa del Estado y allí se adentró al sindicalismo.

Cuando tenía 22 años de edad, su sindicato ofreció becas para estudiar en México. Gladis fue una de las primeras en apuntarse y se aventuró a la odisea de salir de su país, aun cuando fue tachada de reclutarse al comunismo. Estar en este país sembró más dudas que certezas.

Desde antes sospechaba de los manejos turbios de su agrupación gremial: “El sindicato promovía cosas que no me parecían justas, sabía que había corrupción en los dirigentes y yo empezaba a plantear cosas diferentes. Creo que por eso me dieron la beca, para que me callara. Me ‘despacharon’”.

A su regreso a Honduras, Gladis comenzó a promover cambios y logró ser dirigente de la sección sindical de Tegucigalpa. “Me convertí en una dirigente nacional, pero ahora me doy cuenta de que en esos años tenía un lenguaje y conducta evidentemente machistas, y pienso que por eso me aceptaban, tuve que masculinizarme para que me aceptaran porque había mucha discriminación”.

A finales de años 70, ya como madre y esposa, viajó a Cuba a estudiar pero cuatro años después regresó a su país y tuvo que permanecer en la clandestinidad porque en 1982 las guerrillas y las revueltas sociales estaban en pleno apogeo.

Vivió refugiada por un año, pero en 1985 la policía política la capturó y la torturó; fue condenada a 33 años de cárcel pero la presión del sindicato y las influencias de su padre la sacaron de prisión.

La persecución era por su activismo político, la defensa de la empresa energética donde laboraba y por su defensa de los DH. Para 1989 la situación era la misma y la represión se recrudeció.

Por esa época en su casa pusieron una bomba, pero logró salvar la vida. “Fue dramático, la casa quedó inservible, el carro igual, la casa se partió. Yo tenía las piernas heridas”, recuerda.

Sobre ese episodio agrega: “Se hicieron movilizaciones muy grandes, se denunció pero jamás se supo quién puso la bomba. Ellos saben, yo también, pero es claro que ese ‘escuadrón de la muerte’ sigue ahí. Ese escuadrón es el que me sigue”. En ese momento decidió que no podía parar a su lucha.

Las amenazas en su contra han llegado hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que le ha brindado medidas de protección.

Años antes, en 1984, al calor del caos social comenzó a trabajar el Movimiento de Mujeres por la Paz Visitación Padilla y aunque Gladis estaba en otros espacios se acercó a las mujeres para escuchar las historias de abusos y violaciones que padecían y sobre las infecciones de transmisión sexual propagadas por los soldados norteamericanos.

“Empecé a incorporarme a la lucha del movimiento de mujeres sin separarme del sindicato. Aquí estoy, ya posicionada. Sé que ésta es mi lucha, estoy comprometida con la lucha de las mujeres, he crecido mucho con ellas. He aprendido más de ustedes que ustedes de mí, pero ustedes ni se dan cuenta”, dice orgullosa.

En enero próximo, el Movimiento Visitación Padilla cumplirá 30 años de lucha, justo el día que tomará posesión el nuevo gobierno hondureño.

Al respecto, Gladis afirma que el movimiento está listo para continuar trabajando, aunque lamenta que de los presidenciables, Xiomara Castro sea la candidata con menos oportunidades por ser la esposa del presidente derrocado.

Género y Comunicación: la primera piedra



octubre 6, 2013
 
Estamos viviendo tiempos de cambio. Se han caído muros y se han levantado otros: los de la violencia sin freno, la homofobia, el racismo, las guerras, las dominaciones; el imperio del tener por encima del ser y el mercado siguen haciendo de las suyas y ensanchando las barreras entre quienes tienen mucho y quienes no tienen nada o casi nada: es necesario se redefinir las reglas de la comunicación social.
 
Idania Trujillo*
 
Desarrollar la comunicación propia y el protagonismo de los sujetos sociales es hoy un propósito esencial para comunicadoras y comunicadores. El desafío que se nos presenta es más amplio y complejo porque requiere que nos abramos en serio a los destinatarios, a actores y espacios, y a temas nuevos de transformación social.LEYENDA UNICA PALABRA DE MUJER DOMINGO 6 OCTUBRE 2013Sembrar pluralismo en los medios de comunicación para que desarrollen sus funciones informativas mediadoras y a favor del diálogo social sigue siendo un desafío para quienes se forman en la comunicación o para quienes ejercemos esta profesión y desde diversos espacios intentamos deconstruir patrones, roles y estereotipos acuñados por la cultura patriarcal y capitalista. Este desafío tiene dos aspectos esenciales: satisfacer las necesidades comunicacionales propias de los actores sociales, comunitarios, y competir en el exigente mundo de la cultura de masas que “consumen” esos sectores populares. Es preciso colocar la primera piedra: promover un cambio y mostrar otras maneras posibles de concebir la comunicación como alternativa frente a los medios androcéntricos. Para cualquier comunicador es imprescindible aprehender herramientas profesionales y metodológicas que sirvan para desmitificar patrones culturales y de comportamiento presentes en esferas y espacios de la vida cotidiana en los que los medios de comunicación ejercen diversas y complicadas mediaciones.
Pero sucede que estamos acostumbrados, mal acostumbrados, a pensar en sentido matemático cuando afirmamos que comunicación es igual a medios de comunicación y estos a grandes medios. Olvidamos un secreto a voces: el ser humano necesita interrelacionarse y compartir: comunicarse es consustancial al desarrollo. En reiteradas ocasiones se olvida que “nunca dejamos de comunicar”. Y lo hacemos mediante gestos, palabras, el modo en que nos vestimos, nos comportamos y hasta nos expresamos con el silencio…
¿Los medios son los culpables?
Uno de  los mitos de nuestros días es cómo los medios construyen el paradigma de hombre y de mujer. ¿Pero será que los discursos mediáticos son los únicos responsables de conformar muchos de esos mitos?
Si todo comunica y la comunicación es más que un mensaje emitido podríamos preguntarnos: ¿en qué nivel se desarrolla la acción comunicacional? ¿Quiénes y cómo se benefician de ella? Hay que tener presente que no es lo mismo dirigirse al espejo o a la almohada que hacerlo ante un grupo, hablar al público, comunicarse con una comunidad, o incluso, tejer una red de intercambio con personas de otros ámbitos.
Tal vez uno de los “descubrimientos” más interesantes de la educación y la comunicación popular en la década de los ochenta fue la valoración que hicieron de la vida cotidiana. En tal sentido, fue el movimiento de mujeres y los jóvenes quienes primero hicieron tal hallazgo. Con razón aún resuenan lemas como “Democracia en el país y en la casa”, “El derecho a la recreación de niñas y niños”. Más recientemente el 15 M y Occupy Walt Street han desplegado un interesantísimo movimiento de rebeldía popular utilizando las redes sociales e Internet como canales para movilizar a la opinión pública y auto organizarse desde el punto de vista político.
De modo que situar el análisis de género desde la perspectiva de la vida cotidiana nos pone en mejores condiciones para entender esta dimensión en todo el complejo fenómeno de mediaciones que constituye el acto de comunicación. Como decía el educador popular brasileño Paulo Freire, “¿Cómo puedo educar sin estar envuelto en la comprensión crítica de mi propia búsqueda y sin respetar la búsqueda de los demás? Esto tiene que ver con la cotidianeidad de nuestra práctica educativa como hombres y mujeres. Siempre digo hombres y mujeres porque aprendí hace ya muchos años, trabajando con mujeres, que decir solamente hombres es inmoral”. (Paulo Freire. El grito del manso, Siglo XXI, Argentina, 2006, p. 112).
Desde la organización comunitaria
Muchas son las aristas desde las cuales se pueden abordar las relaciones entre el género y la comunicación que se realiza para y con la comunidad y las organizaciones populares: indígenas, campesinas, afrodescendientes y de migrantes en América Latina.
Durante mucho tiempo los debates acerca de incorporar el enfoque de género a proyectos de desarrollo comunitario tuvieron como base el hecho de reconocer la importancia de las mujeres como fuerza de trabajo para lograr el éxito de determinado proyecto comunitario, lo cual significaba mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias; otros hacían énfasis en los aportes culturales que las mujeres podían hacer al desempeño de roles tradicionalmente femeninos, a partir de sus conocimientos y saberes específicos.
Como bien apunta, Francisca Rodríguez —integrante del colectivo de mujeres campesinas de la organización chilena ANAMURI,—, “el desafío para nosotras es bien grande porque luchar por la soberanía alimentaria no sólo representa defender un valor ético sino también darle sentido a una comunicación que visibiliza a las mujeres campesinas, indígenas y a sus luchas.
Proteger la tierra, las semillas y el territorio forma parte de un esfuerzo mayor, el del sumak kawsay o buen vivir, propugnado por los pueblos y nacionalidades indígenas del continente”; concepción que está en sintonía con los principios de economía feminista que también ponen en el centro del modelo: el bienestar de todas y todos, la búsqueda de una nueva visión de sustentabilidad humana mediante el reconocimiento de la diversidad de los pueblos y su integración.
La comunicación como herramienta de aprendizaje y socialización de sentidos políticos ha sido una aliada estratégica para visibilizar las luchas del movimiento de mujeres en América Latina. Muchas mujeres han aprendido a re-contextualizar y descolonizar la palabra para hacer otra comunicación que dialogue con sus necesidades, intereses y aspiraciones. De ahí que ya comiencen a apreciarse de modo creciente sus aportes desde los medios propios, dejando atrás ciertos mitos como el de que ellas “no encajan” con las nuevas tecnologías.
*Periodista. Centro Martin Luther King, La Habana.
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Mujer (2)

El Feminicidio indígena de Canadá: una vergüenza aún sin resolver


 Laia Farrera 

El Feminicidio indígena de Canadá: una vergüenza aún sin resolver

La Carretera de las Lágrimas

La violencia, el racismo y la pobreza afectan desproporcionadamente a las mujeres aborígenes en Canadá, las cuáles según las estadísticas, tienes mayores probabilidades de morir de forma violenta que las mujeres no aborígenes.
Mapa: Highway of Tears
A lo largo de las últimas décadas al menos 580 mujeres de ascendencia indígena han desaparecido o han sido asesinadas en Canadá. Alrededor de 40 de los casos documentados han sucedido en la tristemente conocida como Carretera de las Lágrimas, un tramo de unos 800 km. de la autovía 16. El recorrido de esta carretera pasa por numerosas comunidades aborígenes entre los estados de Manitoba y la Columbia Británica, dónde reside una gran parte de la población nativa. Según diversos estudios, el componente racial unido a la pobreza aumenta el riesgo al que se exponen las mujeres canadienses de ser agredidas, secuestradas o asesinadas.
El desplazamiento de las tierras indígenas es la causa principal de la marginación y la vulnerabilidad económica de las mujeres nativas que hoy en día representan el 42,7% de la tasa de pobreza canadiense. Los desplazamientos destruyen la forma tradicional de vida y perjudican la habilidad de los pueblos aborígenes de auto-sustentarse a sí mismos. Así, muchas mujeres se ven obligadas a dejar sus comunidades de origen – y a menudo, a sus hijos- para encontrar un trabajo o continuar con sus estudios en centros urbanos. De esta forma, también dejan atrás una parte de su cultura en la lucha por encajar en un entorno de trabajo no-aborigen y se ven arrojadas a trabajos precarios, a viviendas en zonas inseguras o marginales de las ciudades, y a la desigualdad y el racismo sistémico forjado a base de años de políticas discriminatorias.
Las mujeres aborígenes conforman tan sólo un 4% de la población total femenina canadiense, pero según un informe de la Canadian Feminist Alliance for International Action, una de cada diez mujeres asesinadas es joven, aborigen y residente en una ciudad del oeste, lo cual hace que la cifra sea significativamente alta.  El mismo informe cita que las mujeres aborígenes tienen más posibilidades de ser asesinadas por un extraño que las no indígenas y, finalmente, que la policía interviene menos frecuentemente y más tarde en los casos de mujeres aborígenes, el 70% de los cuales quedan sin resolver.
La huella de las políticas asimilacionistas derivadas de la colonización europea que implicaron la ruptura de lazos familiares, la destrucción de la cultura, el desplazamiento de tierras reservadas o el desplazamiento forzado de mujeres después de contraer matrimonio, están relacionadas con la actual vulnerabilidad de las mujeres y de los niños aborígenes que hoy en día siguen afrontando retos básicos como la supervivencia o la seguridad.

La colonización y el Acta India


Imagen: Colonization and The Treaties
Si bien la convivencia entre los pueblos originarios y la corona británica se determinó mediante acuerdos de coexistencia pacífica establecidos por ley y realizados en supuestas condiciones de igualdad a partir de 1781, el verdadero control gubernamental sobre las vidas de los pueblos nativos empieza en 1876 cuando el gobierno federal aprueba el Acta India, que establece el estatus social inferior de los pueblos aborígenes.
El Acta India regula casi todos los aspectos de la vida de los aborígenes confinados en reservas propiedad de la Corona y bajo la tutela del Estado. Al carecer de estatus legal y derechos civiles propios, se les impide votar, se les deniega el amparo a los tribunales de justicia, no se les permite poseer o comerciar con propiedades o desarrollar ningún tipo de actividad comercial o de cualquier otra índole y es también el gobierno en última instancia, quien decide quién puede considerarse indígena y quien otorga el estatus como tal.
Hasta entonces, en muchos de los sistemas tradicionales nativos las mujeres disfrutaban de la plena participación en la vida familiar y en el matrimonio, en la política, en la toma de decisiones y en la vida ceremonial. Las leyes federales introdujeron cambios que debilitaban discriminadamente los derechos de las mujeres en las comunidades locales reduciendo así su autonomía y sus roles tradicionales. Por ejemplo, si una mujer nativa se casaba con un hombre no aborigen, perdía su estatus y con él sus derechos como indígena, no así en los matrimonios formados por hombres indígenas con mujeres no aborígenes. O bien, si una mujer se casaba con un hombre de otro grupo nativo perdía los derechos como indígena de su nación de origen y se la borraba de dicho registro para inscribirla en la nación de su marido.
El efecto inmediato y a largo plazo fue la reducción del nombre de estatus indígenas, la imposición del sistema patrilineal europeo y la elevación del poder y la autoridad de los hombres en lugar de las mujeres en el seno de las comunidades. El resultado fue una grave alteración de los sistemas familiares tradicionales, de patrón descendiente matrilineal y matrilocal, a patrones de residencia post-maritales. Además, personificaba e imponía el principio de que las mujeres indígenas y sus hijos, al igual que las mujeres europeas y sus hijos, quedaban sujetas a sus padres y maridos.

El legado de las escuelas residenciales


Imagen: Canada’s Shame / Media Indigena
A partir de 1883 el gobierno canadiense pone en marcha el sistema de escuelas residenciales para niños aborígenes que tenían como objetivo eliminar la cultura de los pueblos nativos. Entre 1883 y 1994, más de 150.000 niños y niñas aborígenes fueron separados de sus familias a partir de los seis años. Todos ellos sufrieron abusos físicos, psicológicos, sexuales, emocionales y espirituales. Se estima que los castigos corporales, la tortura física, la inanición, la esterilización forzada, la exposición deliberada a enfermedades y la negación y negligencia médica fueron causantes de la muerte de al menos 50.000 niños aborígenes que jamás volvieron a sus hogares mientras que los supervivientes tuvieron que afrontar duras secuelas psicológicas y sociales tales como adicciones, alcoholismo, dependencia, baja autoestima, suicidio, prostitución, abuso sexual y violencia.
Además de la pérdida de la cultura y los valores tradicionales, se rompieron los vínculos familiares y se privó a las madres y abuelas nativas de su rol de proveedoras de afecto, maestras y guías de la misma forma que se privó a los niños y las niñas de aprender mediante la tradicional observación e interacción con sus familias ya que el vínculo afectivo desapareció. Finalmente, el desconocimiento de la lengua afectó la habilidad de los niños para comunicarse con sus mayores y redujo así su acceso a enseñanzas culturales y espirítuales.
En la década de los sesenta, las familias estuvieron sujetas a otro conjunto de prácticas y políticas discriminatorias conocidas como The 60’s Scoop o “Batida de los Sesenta” mediante las cuales muchos niños aborígenes fueron extraídos de sus familias y entregados a agencias de adopción y centros de acogida, siendo adoptados por familias blancas y, perdiendo de nuevo el contacto con sus comunidades de origen que a su vez quedaron vacías de niños.

Movilización social


Imagen: No more Stolen Sisiters / Amnesty International
Ante la descoordinación y la falta de medidas tomadas por la policía, han sido las organizaciones civiles y humanitarias, especialmente las indígenas, quienes han puesto en marcha las investigaciones sobre las mujeres desaparecidas mediante el acercamiento y la colaboración con las familias de las víctimas, la creación de bases de datos de recogida de información, y han conseguido protocolos de actuación policial apropiados gracias a que Amnistía Internacional dio a conocer el asunto a la opinión pública nacional mediante el informe Stolen Sisters en el año 2004.
Es por ello que desde el año 2005 se organizan vigilias y marchas cada 4 de octubre, en el aniversario de la desaparición y el asesinato de Gladys Tolley, que han dado como resultado cierta visibilización del feminicidio indígena entre la opinión pública canadiense y que han conseguido que la sociedad civil presione al gobierno federal para que actúe y realice una investigación para esclarecer los asesinatos y promover el derecho a la seguridad de todas las mujeres, investigación a la cual por el momento, la administración de Harper sigue siendo renuente.