4/18/2015

Programa Tiempo de Mujeres en CFRU la radio comunitaria de la Universidad de Guelph sabado 18 abril

Desde cfru 93.3 fm la Radio de la Universidad de Guelph
en Ontario, Canadá
escuchalo cada sabado en www.cfru.ca

MUJERES POR LA DEMOCRACIA

Bienvenida al programa de hoy
Noticias de Género en la Red


Género en la mira con

 Daniela Villegas
en receso por corto tiempo debido a motivos acadademicos
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Las mujeres rurales, las mujeres campesinas defienden la tierra, la soberania, la salud, los Recursos Naturales porque de ellos dependemos todas y todos, sin embargo muchas de ella viven en pobreza,#despojadas de las propias semillas para la siembra, viven con inseguridad y violencia, ademas el trabajo de las mujeres campesinas no es ni #reconocido, mucho menos remunerado, aun cuando es mayor al que realizan los hombres, y peor aun es ignorado cuando de exigir se trata al Estado por la justicia social y la igualdad, por eso la organizacion permite la difusion de sus demandas, de sus reivindicaciones.
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Y nos preguntamos como se organizan, de que parten, hacia donde se dirigen, feminismo campesino y popoular? Si, incluyente para la defensa de nuestros recursos, de la madre tierra, la Sobernia Alimentaria y la profundizacion del feminismo en el ambito rural, temas que fueron parte del debate de esta Asamblea continental de Mujeres del campo, un foro en el marco del Congreso que reunio a mas de 400 delegadas de 18 paises latinoamericanos y caribenos, sus integrantes tienen claro que no se limitan a una simple agenda de igualdad de genero, , porque segun la Organizacion de las Naciones Unidas para la Alimentacion y la Agricultura FAO , 58 millones de mujeres viven en zonas rurales de America Latina y representan una pieza clave de seguridad alimentaria regional, de la preservacion de la biodiversidad y de la produccion de alimentos saludables, pero pese a que producen la mitad de los alimentos de la region las mujeres rurales viven en situacion de desigualdad social politica y economica, de aquellas de mas de quince anios solo el 40% cuentan con ingresos propios y ostentan apenas el 30% con la titularidad de la tierra, 10% de los creditos  y 5% de la asistencia tecnica
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Programa especial desde Buenos Aires, Argentina en el cierre de la V Asmblea de 
Mujeres de la CLOC-Vía Campesina.
Y tenmos los audios de radio Mundo Real, del cierre de esta asamblea, que mejor que escuchar las voces de las participantes,Participan Lourdes Huanca (Femucarinap, Perú), Jaquelines Arriagada Villegas (ANAMURI Chile) y María Canil (CONAVIGUA, Guatemala).Conducen: Nadia López (CONAMURI, Paraguay), Ignacio Cirio (Radio Mundo Real) y Viviana Catrileo (ANAMURI, CHile)

y continuamos con el programa de   nuestra querida amiga María Néder y sus Mujeres de Puerto Almendro, un espacio para conocer de las mujeres latinoamericanas instrumentistas, compositoras y cantautoras a lo largo del tiempo

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Declaración de la V Asamblea de Mujeres de la CLOC- La Vía Campesina


Declaración
En el parque CERENA -conocido por el pueblo como Las Piletas de Ezeiza- que hoy se recupera para el uso y disfrute recreacional de las familias de trabajadores y trabajadoras argentinas, realizamos nuestra V Asamblea de Mujeres de la CLOC-Vía Campesina, continuando con el debate de Yakarta, donde nos declaramos mujeres del campo sembradoras de luchas y esperanzas, por el feminismo y la soberanía alimentaria.

Nosotras, las mujeres provenientes de 18 países de las Américas, representadas por cerca de 400 delegadas de organizaciones campesinas, rurales, afrodescendientes e indígenas, que luchamos por un cambio profundo y estructural de nuestra sociedad, por el fin de toda forma de explotación, opresión subordinación, discriminación y exclusión, y por una agricultura campesina e indígena que garantice el buen vivir de los pueblos del campo, que siga alimentando a la humanidad y cuidando a la madre tierra, nos hemos reunido en el marco del VI Congreso de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo, CLOC-Vía Campesina y desde nuestra V Asamblea de Mujeres, reafirmamos nuestro compromiso de seguir luchando por cambiar el sistema capitalista-patriarcal que prioriza los intereses del mercado y la acumulación por sobre los derechos y bienestar de las personas, la Naturaleza y la Madre Tierra.

Fueron nuestros saberes lo que iniciaron la agricultura, hemos seguido siendo a través de la historia las que hemos hecho posible la continuidad de la alimentación para la humanidad, las que creamos y transmitimos gran parte de los conocimientos de la medicina ancestral, y actualmente somos quienes producimos la mayor parte de los alimentos, a pesar de la usurpación de la tierra y el agua, y las múltiples políticas y programas que nos discriminan y atacan persistentemente.

Hoy exigimos el reconocimiento de nuestros aportes a la producción y tareas de los cuidados y proponemos nuevas relaciones que nos permitan compartir la carga y la responsabilidad de todas ellas. Igualmente, reafirmamos la importancia de la agricultura campesina e indígena para el bienestar de toda la humanidad y la sustentabilidad económica y ambiental en el planeta. Sin agricultura campesina no hay alimentación y por tanto no habrá pueblos que sobrevivan.

El patriarcado es un sistema de opresión que fue incorporado estructuralmente por el capitalismo, porque le permite mantener y reforzar relaciones de poder y explotación, y nos impacta de manera más brutal a las mujeres. Somos las mujeres pobres las que sufrimos el peso múltiple de la subordinación, la discriminación de género, la explotación de clase, el racismo y el sexismo. Queremos construir una sociedad distinta, con igualdad de derechos y relaciones libres de opresión y discriminación.

Luchamos contra la violencia doméstica, sexual, laboral, cultural e institucional. Desde hace más de seis años hemos impulsado una campaña continental y mundial contra toda forma de violencia hacia las mujeres del campo. Reafirmamos nuestro compromiso de sumar a todas las fuerzas de nuestras organizaciones y unir nuestra lucha con la de otros movimientos, a fin de avanzar en esta tarea que exige profundos compromisos éticos personales, colectivos y organizacionales. La lucha contra la violencia es también la lucha por nuestro derecho a la plena participación, a la elaboración y construcción política, a la autonomía, y a la toma de decisiones.

Reconociendo que el feminismo ha hecho aportes importantes a la lucha por la liberación y dignidad de las mujeres, y que existen múltiples corrientes de miradas feministas, nosotras hemos apostado por una nueva construcción política que se exprese en un feminismo campesino y popular, que dé cabida a nuestra gran diversidad, que se alimente de las luchas de las compañeras campesinas, de las hermanas indígenas y afrodescendientes y que permita una mutua alimentación de las diversas cosmovisiones que representamos. De este modo, reafirmamos que el socialismo y el feminismo son parte de nuestro horizonte estratégico de transformación. Por tanto, afirmamos un feminismo campesino y popular, insumiso, socialista, que cuestiona las concepciones patriarcales y burguesas que son funcionales a las políticas de explotación. Así, la concepción feminista que estamos construyendo desde la CLOC.VC está fuertemente ligada a los procesos políticos organizativos, de formación política y de luchas concretas que cambien la vida social, económica y política de la clase trabajadora y en particular de las mujeres.

Nuestros objetivos y compromisos nos ponen desafíos múltiples. Uno de los más sentidos es la formación política de nuestras militantes, en procesos de escuelas que permitan una discusión abierta, amplia y profunda, que permita socializar y extender los horizontes del conocimiento, así como las construcciones colectivas de nuevas miradas y saberes. La formación deberá ponerse al servicio de generar nuevos liderazgos, así como reforzar y apoyar la participación de las mujeres en todas las instancias organizativas y de toma de decisiones.

Las mujeres seguiremos aportando a las luchas y procesos de los pueblos, de las organizaciones populares y de nuestras organizaciones dentro de la CLOC y la Vía Campesina.| Seguiremos adelante en la lucha por los cambios estructurales, por una Reforma Agraria integral y popular y por la recuperación de los territorios, por una agricultura limpia de base campesina y agroecológica. Nuestra lucha es contra el capitalismo, el imperialismo y el patriarcado y sus muchas formas de oprimirnos: los tratados de libre comercio, la privatización de la naturaleza, el agronegocio, las tecnologías al servicio del capital, la guerra sin fin, el racismo y la homofobia, el desmantelamiento de las relaciones sociales, la destrucción de los ecosistemas, el acaparamiento de tierras y agua, la agresión permanente contra los pueblos del campo, la explotación cada vez mayor de las y los trabajadores, la destrucción de los derechos sociales, la expansión del trabajo esclavo, la prostitución y el tráfico de drogas como formas de dominación.

Rechazamos las amenazas militaristas y golpistas contra los pueblos de Cuba y Venezuela, que hoy se ven especialmente amenazados por el Imperio; saludamos la apertura de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, pero no dejaremos de estar alertas sobre las amenazas que persisten.

Apoyamos los procesos de paz en Colombia y conminamos a los actores a no levantarse de la mesa de negociación hasta lograr los acuerdos que permitan un avance del pueblo colombiano hacia la paz tan anhelada.

Unimos nuestras voces a las de las organizaciones populares mexicanas que exigen al Estado mexicano la aparición de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa. ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Lucharemos contra todo sistema de opresión que ponga en peligro la vida, los bienes naturales y los ecosistemas. No tendremos descanso en nuestra lucha contra toda forma de apropiación de la naturaleza, por la soberanía alimentaria y la defensa de nuestras semillas. Nos opondremos con especial fuerza a la megaminería que hoy depreda nuestros territorios y envenena todas las formas de vida. Seguiremos movilizándonos por lograr una solución real a la crisis climática, que daña con especial fuerza a las mujeres.

La propuesta feminista contribuirá a definir los cambios socialistas que soñamos; para eso lucharemos hasta que las fuerzas combinadas del capitalismo y el patriarcado sean parte del pasado.

¡Por un feminismo campesino, popular, con identidad y revolucionario!
¡Sin feminismo no hay socialismo!

http://alainet.org/es/articulo/168941  

Proponen que Consenso de Montevideo guíe agenda post 2015

   Derechos de las mujeres, primordiales en políticas de población




El Consenso de Montevideo –acuerdo regional alcanzado en 2013 y en el que se llama a los Estados a considerar la posibilidad de legalizar el aborto– debe ser la hoja de ruta para las políticas de población que se adopten a nivel internacional.  
Así lo demandaron mujeres feministas, defensoras de Derechos Humanos (DH) y activistas por los derechos sexuales y reproductivos, durante el 48 periodo de sesiones de la Comisión de Población y Desarrollo (CPD) de la ONU, que inició este lunes 13 de abril y concluye el próximo viernes en Nueva York.
Durante el panel “Contribuciones del Consenso de Montevideo a la agenda post 2015”, feministas de América Latina (AL) recordaron que en un hecho histórico y sin precedentes las naciones celebraron un acuerdo a favor de los derechos de las mujeres en la región, por lo que cuando sean replanteados los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) tal acuerdo debe estar en el centro de las discusiones.
En agosto de 2013 se realizó en Montevideo, Uruguay, la Primera Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de AL, que cerró con un pacto sin precedentes en el que todas las delegaciones oficiales se comprometieron a promover el desarrollo, poniendo en el centro los derechos de las personas, y en especial de las mujeres.
El documento final plantea que los países acuerdan asegurar, en los casos en que el aborto es legal o está despenalizado en la legislación nacional, la existencia de servicios de aborto seguros y de calidad para las mujeres con embarazos no deseados y no planeados.
Pero no sólo eso: los gobiernos se comprometieron a “considerar la posibilidad de modificar las leyes, normativas, estrategias y políticas públicas sobre la interrupción voluntaria del embarazo, para salvaguardar la vida y la salud de mujeres y adolescentes”, todo a fin de aminorar los abortos inseguros.
Además del tema de la salud sexual y reproductiva, hay un capítulo dedicado a la igualdad de género en el que se expresa el compromiso de promover la paridad en los sistemas electorales, sancionar el acoso político hacia las mujeres, y desarrollar sistemas de cuidado para las trabajadoras.
Durante el panel celebrado hoy, Marcela Suazo, directora de la Oficina Regional para AL y el Caribe del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), dijo que la clave para las nuevas políticas de población está en retomar el Consenso de Montevideo como plataforma de derechos para otras agendas.
En tanto, la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe (Rsmlac) bajo el slogan #LasMujeresQueremos emitió un comunicado sobre las demandas que desea sean incluidas durante la resolución final de la CPD, como las garantías de acceso universal a la salud y los derechos sexuales y reproductivos, incluida la salud física y mental.
También exigió la eliminación de todas las formas de violencia y discriminación contra las mujeres y las niñas, promover y proteger el derecho de la población femenina a la educación en todos los niveles; garantizar el derecho de las mujeres a tener control y decidir libre y responsablemente sobre las cuestiones relativas a su sexualidad, incluida su salud sexual y reproductiva.
Así como la eliminación de los estereotipos de género en todas las esferas de la vida, y el logro de la igualdad de género en la vida política y en la toma de decisiones.
La Rsmlac demandó también el acceso universal a la información y atención de la salud; asesoramiento comprensivo para las mujeres que tienen embarazos no deseados, y un mayor acceso a servicios de aborto seguro y legal a través de la capacitación y el equipamiento de los servicios de salud.
Los acuerdos alcanzados durante la CPD serán retomados en septiembre próximo, cuando se acuerden los ODM en la Asamblea General de Naciones Unidas.
Especial
Por: Anaiz Zamora Márquez

Cimacnoticias | México, DF.- 

Campesinas latinoamericanas abren surcos de un feminismo propio


© Reproducir este artículo

Un grupo de mujeres indígenas participan en uno de los debates de la V Asamblea Continental de Mujeres del Campo, en el marco de VI Congreso de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo-Vía Campesina, celebrado en la localidad argentina de Ezeiza, en el Gran Buenos Aires. Crédito: Fabiana Frayssinet /IPS
Un grupo de mujeres indígenas participan en uno de los debates de la V Asamblea Continental de Mujeres del Campo, en el marco de VI Congreso de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo-Vía Campesina, celebrado en la localidad argentina de Ezeiza, en el Gran Buenos Aires. 

Crédito: Fabiana Frayssinet /IPS
EZEIZA, Argentina, 15 abr 2015 (IPS)

Organizaciones campesinas de América Latina intentan definir los conceptos de un feminismo  “campesino y popular”, que incorpore una cosmovisión rural, no siempre coincidente con la de las mujeres urbanas, o modelos económicos alternativos.

Para Gregoria Chávez, una veterana campesina de la noroccidental provincia argentina de Santiago del Estero, el feminismo incluye “las luchas y el apoyo de los compañeros para defender las tierras”.

Hasta hace poco, para ella el feminismo era un concepto extraño. Pero como otras tantas campesinas latinoamericanas en sus localidades, ahora protagoniza las batallas en su provincia contra  el avance del monocultivo de la soja y el desalojo de pequeños productores.

“A veces arrastramos esa concepción del feminismo como lo habíamos aprendido, de que para enfrentar al machismo hay que tener una actitud opresora también. Pero aquí no se trata de predicar eso, sino un feminismo con una actitud de solidaridad entre compañeras y compañeros”: Deolinda Carrizo.

“Yo pienso que la mujer es importante en el campo porque tiene más coraje que el varón. Yo no tengo miedo a nada. Siempre les digo a mis compañeras que sin coraje no vamos a conseguir nada”, relató a IPS.
Definir un feminismo propio no es tarea fácil para la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo-Vía Campesina, que celebra su  VI Congreso entre los días 10 y 17 de este mes, en el municipio argentino de Ezeiza, que forma parte del Gran Buenos Aires.
Pero sus integrantes tienen claro que no se limita a una “simple agenda de igualdad de género”.
La profundización del feminismo en el ámbito rural fue parte del debate de la V Asamblea Continental de Mujeres del Campo, un foro en el marco del Congreso que congregó a 400 delegadas de 18 países latinoamericanos y caribeños y se clausuró el martes 14.
Como ilustró Deolinda Carrizo, del argentino Movimiento Nacional Campesino Indígena, en la Asamblea al menos se intentó “abrir esos surcos cada vez más”.
El término de feminismo asusta  a muchas campesinas, según Rilma Román,  delegada de la Asociación Nacional Agricultores Pequeños de Cuba. Ella también integra la coordinación de la organización internacional Vía Campesina, donde la mitad de sus líderes son mujeres, según destacó.
“Asusta porque muchas veces se piensa que feminismo es que las mujeres estemos solas  luchando contra los hombres, que somos dos bandos”, explicó a IPS.  “Es un tema prácticamente nuevo en nuestros debates. Creo que hay que darse un tiempo para poder explicar y  llegar a un consenso”, opinó la delegada cubana.
Hay que explicar, por ejemplo, temas como el de la diversidad sexual. “Antes era muy difícil que en una comunidad campesina encontraras travestis que se manifestasen. Había mucha auto represión y represión que existe todavía”, relató Carrizo.
Campesinas latinoamericanas abren surcos de un feminismo propio“A los más viejos les cuesta mucho entender que hay compañeros que tienen otra opción sexual. Poco a poco vamos viendo cómo abordar el tema y a animarlos a que lo acepten”,  agregó.
Tres generaciones de mujeres rurales recolectan vainas de algarroba en el pueblo de San Gerónimo, en la noroccidental provincia de Santiago del Estero, en Argentina. Las campesinas latinoamericanas producen la mitad de los alimentos de la región. Crédito: Fabiana Frayssinet/IPS

La V Asamblea de mujeres rurales reconoce la “contribución histórica” del feminismo, pero parte de un concepto diferente al del “capitalismo” que, interpretó Carrizo,  impuso la explotación, inclusive la de género.
Prefieren definirlo bajo la lupa de la reforma agraria, la disputa contra las corporaciones transnacionales agrícolas, la concentración de tierras y agua,  el agro negocio y la mega minería, que excluye y margina a hombres y mujeres.
La inequidad en cifras

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 58 millones de mujeres viven en zonas rurales de América Latina y representan una pieza clave de la seguridad alimentaria regional, de la preservación de la biodiversidad y de la producción de alimentos saludables.

Pero, pese a que producen la mitad de los alimentos de la región, las mujeres rurales viven en situación de desigualdad social, política y económica. De aquellas de más de 15 años, solo 40 por ciento cuentan con ingresos propios y ostentan apenas 30 por ciento con la titularidad de la tierra, 10 por ciento de los créditos y cinco por ciento de la asistencia técnica.
“Pero las mujeres, especialmente las del medio rural siempre fueron más excluidas”, contextualizó  Marina dos Santos, del brasileño Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra.
También lo están de las políticas públicas de salud o educación, destacó a IPS.
“En Brasil están cerrando escuelas rurales. Los puestos de salud, cuando los hay, no tienen médicos, enfermeras o medicinas. Muchas mujeres en el campo comienzan su trabajo de parto y por falta de hospitales o transporte terminan muriendo”, subrayó.
También se margina a las mujeres de la titularidad de la tierra o el acceso al crédito rural.
“La mujer es la que más trabaja pero es la última que tiene acceso a la tierra y la más explotada como mano de obra barata. El éxodo rural hizo que los hombres salgan cada vez más a trabajar fuera, y las mujeres se quedaron con la parte de subsistencia de sus familias”, ejemplificó Santos.
“Los terrenos se adjudican primero al hombre. Las mujeres que somos cabeza de familia, que no tenemos compañeros, no tenemos posibilidades porque debemos tener como referente a un hombre”,  agregó Luzdari Molina, de la Federación Sindical Agropecuaria de Colombia.
“Otra particularidad, como sucede en Colombia, es que las mujeres del campo todavía están muy poco escolarizadas, porque tenemos que ocuparnos del hogar”, detalló a IPS
Las participantes en la V Asamblea destacaron como a las faenas domésticas y el cuidado de la familia, a las mujeres se les suma el peso de la producción de alimentos.
“En Santiago del Estero, hay épocas que tienen que ir al corral a atender los cabritos o vacas.  Cuando los hombres se van (como trabajadores temporeros a otras provincias), la mujer se queda sosteniendo el trabajo del hogar y de la tierra”, añadió Carrizo.
“Las campesinas no somos reconocidas como trabajadoras. En mi región (el departamento colombiano de Boyacá) desde las tres de la madrugada estamos levantadas para ordeñar vacas, cuidar la casa, preparar el desayuno para obreros, atender nuestra propia producción y el día se nos va”, planteó Molina.
Las mujeres rurales,  según la argentina Carrizo, son también las que han ejercido históricamente el rol de “guardianas de las semillas” y por ello viven como “violencia” los intentos de “privatización de las semillas”.
Igualmente sienten como violencia, aseguró la lideresa campesina argentina,  las fumigaciones con pesticidas, porque afectan “la salud de nuestros hijos y nuestra, porque causan abortos espontáneos, malformaciones, y  acumulación de estos venenos en la leche materna”.
Además, la brasileña Santos destacó que en aquellos problemas de género que son comunes con las mujeres urbanas, la situación se agrava para quienes viven en el campo. Citó como ejemplo el caso de la violencia doméstica, que empeora porque las comisarías especializadas de la mujer están en las ciudades.
En Colombia, añadió argumentos Molina,  “no hay nada que les garantice a las mujeres alejarse del territorio donde han sido agredidas”, lo que evita las denuncias.
“Los vecinos dicen no me meto, las cosas de pareja se arreglan debajo de las cobijas (mantas). Pero cuando se llega a los extremos, la comunidad va al entierro y hace misas para que le salven el alma del pobre marido. Es muy triste pero es real”, lamentó.
La cuestión es cómo abordar esos temas, a veces aceptados como naturales.
“En el campo  hay mucho machismo y muchas mujeres lo traen incorporado desde que nace”, observó la cubana Román.  “Hay compañeras o compañeros que creen que queremos que se separen las familias, o el divorcio”, agregó.
Por eso, planteó Carrizo, debería considerarse la “diferencia de cosmovisión de cada pueblo”.
“La mujer campesina en Colombia, por ejemplo, no se siente identificada como feminista. Lo que les choca (de la mujer urbana) es una cuestión de clase, que tienen ciertas comodidades y actividades diferentes a las suyas”, acotó Molina.
“A veces arrastramos esa concepción del feminismo como lo habíamos aprendido, de que para enfrentar al machismo hay que tener una actitud opresora también. Pero aquí no se trata de  predicar eso, sino un feminismo con una actitud de solidaridad entre compañeras y compañeros”, argumentó Carrizo.
Editado por Estrella Gutiérrez

Por qué abolir la prostitución

MUJERES CAUTIVAS
Por: Teresa Ulloa Ziáurriz*

A propósito del más reciente artículo de Martha Lamas en el semanario Proceso, titulado “Sexo, poder y dinero”, me permito hacer algunos comentarios breves, ya que, entre otras cosas, la postura feminista que defiende la eliminación de la prostitución (abolicionista) ha sido erróneamente llamada “cruzada moral integrada por cristianos y feministas”, esgrimiendo una serie de razones que a nuestro juicio no han considerado factores esenciales para comprender los fenómenos de trata, comercio sexual y de las distintas formas de esclavitud, y del por qué las mujeres representan su principal carne de cañón.
El hecho de que en México exista la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de estos Delitos, y que además se haya promulgado en la nefasta administración de Felipe Calderón, no la hace necesariamente conservadora.
Basta hacer un breve recuento de algunos tratados internacionales suscritos por nuestro país (Declaración Universal de los Derechos Humanos, Protocolo de Palermo, CEDAW, Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena, entre otros) para notar que en ninguno de ellos se considera como un trabajo a la prostitución o al comercio sexual.
¿Cuál será la razón? ¿Por qué será que en lo que Lamas llama “trabajo sexual” existe una abrumadora mayoría de mujeres?
Por otro lado, equiparar la industria del sexo con las “transnacionales de la economía formal” –suponiendo que tanto de un lado como del otro existen lo mismo empresarios decentes que mafiosos–, equivale a suponer que las condiciones laborales para una mujer serían las mismas si trabajara como ejecutiva en una empresa telefónica, u ofreciendo servicios sexuales en un burdel de Ciudad Juárez, lo cual, por supuesto, es absolutamente falso.
Y es justamente en este punto donde llegamos al viejo debate de si la prostitución es voluntaria o no.
Aun cuando Lamas retoma una ponencia que señala a mujeres migrantes y “trabajadoras sexuales” como parte de los daños colaterales del combate contra el tráfico de mujeres (lo cual no ponemos en tela de juicio), lo único que esto quiere decir no es que se estén transgrediendo derechos de mujeres que por su gusto aparecieron en medio de un operativo, sino que son justamente ellas –las vulneradas por la desigualdad, el rezago y la pobreza– quienes han sido puestas –y expuestas– en la primera línea de fuego por una serie de circunstancias y condiciones que las han orillado, entre otras cosas, a comerciar con sus cuerpos (si es que les pagan), y a exponer su seguridad y su vida. Así que por su gusto, no fue.
No hay que perder de vista un hecho esencial. Es por todos sabido que en tiempos recientes el número de personas desaparecidas en México ya se puede calcular en cientos de miles y que, peor aún, las mujeres y las niñas son las principales víctimas.
¿Cómo relacionamos esta tragedia con el “boom” de casas de masajes, congales, burdeles, líneas “escort”, prostitución callejera o “table dance”, así como con el boyante negocio del narcotráfico, armamento y crimen organizado en general?
¿Resulta ahora que, dado que las mujeres están en su derecho de prostituirse, también lo están de decidir si obtienen 10 pesos en La Merced o 15 mil en Las Lomas por un servicio? ¿Qué hay de las que no cobran, por ejemplo?
La Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe, con décadas de experiencia en el tema, ha sido testigo de cientos de casos que distan mucho –años luz– de un escenario dulce y cómodo en el que una mujer simplemente “opta” por comerciar con su cuerpo.
Tenemos el caso de “Paty”, una joven que hace poco llegó a la Coalición en calidad de víctima, luego de una historia trágica pero real. Nacida en medio de la pobreza en algún país cercano, es secuestrada, trasladada a México –en medio de incontables episodios de violencia–, hasta que cae en manos de uno de los cárteles de la droga más poderosos del que estuvo varios años cautiva y esclavizada.
Todos los días fue obligada trabajar en un “table dance” (sin pago alguno), vender 250 copas, realizar 20 “privados” y 20 servicios sexuales por jornada.
Era obligada a sonreír, aparentar que disfrutaba su trabajo, o de lo contrario era golpeada. Cuando por fin logró escapar, lo único que traía consigo era un sinfín de padecimientos físicos y sicológicos (parálisis facial, matriz inversa, vejiga caída, pérdida de dientes, trastorno de estrés postraumático, depresión); varios de ellos con secuelas permanentes… y ni un solo centavo.
Lo curioso del caso es que el lugar en donde “Paty” fue obligada a prostituirse (frontera norte de México) pertenecía a una “zona de tolerancia”, donde ella fue “regularizada” a través de una credencial expedida por el PRD. Nada de esto la salvó de la violencia y la esclavitud.
Por si fuera poco, fue obligada a tramitar una falsa credencial de elector para cobrar y recibir depósitos (lavado de dinero), todo manejado por sus captores.
“Paty” no es la excepción, es la constante. Y es gracias a discursos academicistas que aprecian el fenómeno desde una óptica estrecha que se refuerza ese viejo discurso patriarcal que violenta a las mujeres y dispensa una actitud permisiva a monstruos como el narcotráfico, que se vale de esas posturas para fortalecerse con la impunidad como otro de sus mejores respaldos.
Si a todo esto añadimos lo dividido que se encuentra el movimiento feminista, termina resultando que las abolicionistas apareceríamos, bajo esa óptica, en el mismo nivel que la derecha religiosa moralista (a la que siempre hemos combatido).
En pocas palabras, según el discurso academicista, es correcto lo que ha hecho el ex líder del PRI-DF Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, abusando de la vulnerabilidad de tantas jóvenes (¿lo es?), con lo cual se reforzaría, entonces, la fatídica idea de que niñas y mujeres están hechas para otorgar placer sexual.
Insistir en que sólo una pequeña parte de las víctimas de tráfico de personas son mujeres obligadas a participar en el comercio sexual, y que éste último tiene un importante número de mujeres voluntarias, sería lo mismo que convertir a tratantes y proxenetas en legítimos empresarios del sexo… ¿Eso queremos?
Twitter: @CATWLACDIR
 *Directora de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés).
Foto: Najibullah Musafer/Killid
Cimacnoticias | México, DF.- 

De cunnilingus y millones

Las cincuenta sombras de Grey.
lasillarota.com

“Obediencia: la Sumisa obedecerá inmediatamente y con entusiasmo todas las órdenes dadas por el Dominante. La Sumisa aceptará toda actividad sexual estimada oportuna y agradable por el Dominante, con excepción de las actividades figurando en la lista de límites a no atravesar”, párrafo del contrato entre Christian y Anastasia en 50 sombras de Grey.

“La diosa que llevo dentro no deja de dar saltitos y palmadas como una niña de cinco años. Por favor, di que sí…. si no acabaremos con un montón de gatos y tus novelas, como única compañía”: Reflexiones de Anastasia Steele.

“Pensé: Esto es tan irreal, porque ningún hombre le practica tanto sexo oral a una mujer”: Madonna, refiriéndose a Cincuenta sombras de Grey.

O la soltería virginal  –clase media y rodeada de gatos- como personaje decimonónico, o la sumisión en un pacto sado/masoquista en espacios millonarios.  Con trasfondo, eso sí, de vaga historia de amor. Algo así parecería ser el agudo dilema de Anastasia Steele,  al conocer a Christian Grey. El señor Grey –insiste la autora- despierta a la “diosa” que Anastasia lleva dentro. La “diosa interior” por aquí. “La diosa  interior” por allá.  Me pasma la fuerza de una fórmula que atrajo a cien millones de lectores,  la mayoría, hasta ahora,  mujeres.  No he leído Cincuenta sombras de Grey (ni me muero por hacerlo), tampoco conocía más detalles de los que hace tiempo me transmitió mi hijo Diego: “¿Cómo sucede que la trilogía basada en una relación de Dominador y Dominada sea un best seller en pleno siglo XXI,  entre las mujeres de todas las edades?”.

Este fin de semana vi la película.  Me interesa intentar entender tan inmenso éxito de taquilla en tantos países del mundo. Me imagino que hay claves: Lo de la “diosa”, por ejemplo. Ese planteamiento va más o menos así. En una vive una mujer salvaje, apasionada, creativa, intrépida, deseosa de aventuras, que se oculta. Hasta que el Maestro llega.  Utilizo acá la palabra “Maestro” deslizándola hacia el doble significado que  Maître tiene en francés y que es muy útil en este contexto: Maestro y Amo.  Ambas a pronunciarse con mayúsculas.

Sólo el Maestro/Amo trae esa llave que conduce a una misma, porque para empezar –nos dice la película-  una ni siquiera sabe que esa otra yo existe. En principio no podríamos estar más de acuerdo, sin necesidad de Maître o Maîtresse. ¿Qué ser humano no ha vivido la llegada de ese amor –que como todo amor- se convierte en una revelación del otro y de una misma?  Esos amores que trastocan, transforman la cotidianidad, le otorgan a la pasión un sentido nuevo con intensidades de principios del mundo. ¿Quién no ha descubierto el cuerpo del otro como un milagro que conduce hacia el otro milagro, el del propio cuerpo?  Digamos que esta fórmula trae mucho de verdadero, pero como suele suceder en la película, todo se convierte en verdades-botarga.

¿Cuántas mujeres no hemos fantasmeado con un hombre todopoderoso que nos “controle”- a sus y nuestras horas- y nos proteja –a sus y nuestras horas- como un padre de infancia casi totémico? Utilizo la palabra “fantasmear”, y no “fantasear”, porque el “fantasma” (desde el psicoanálisis) nos remite a las marejadas inconscientes que nos habitan.  La “fantasía”, en cambio, correspondería más a los sueños despiertos, al territorio de lo consciente. No sé si este fantasma de ser dominado exista en muchos hombres, me imagino que también, pero debo confesar que ciertas intimidades las he hablado muy poco con hombres y  muchísimo con mujeres. Y me basta recordar un juego de infancia con mi padre, que prolongamos por años y años hasta edades francamente inadecuadas: “Papá, ¡ordénale al mundo que se ordene!- Y del otro lado de la línea escuchaba la voz de mi padre: “¡Mundo, te ordeno que te ordenes!”.- Yo sentía un alivio inmediato. Una protección. Un abrazo. Pensamiento mágico, que le dicen.

¿Y qué se juega en cada persona  -cuando es religiosa- y en momentos  de absoluta desolación dice frases como: “Señor, pongo mi vida en tus manos,  haz de mí lo que sea tu voluntad”. El inmenso deseo de sentirnos protegidos. ¿Esto nada tiene que ver con la película?  No, porque la película es un producto del fast food  de una banalidad inagotable. Todo allí es de plastiquito: Los personajes, la trama, las “soluciones”. Sí tiene que ver, porque sus claves –al parecer- convocan a necesidades inscritas en millones de personas, dado que la trilogía y la película son un éxito de ventas. Pero como en el caso de la sensualidad y del amor, este anhelo de protección  se convierte – en la cinta- en otra verdad-botarga, porque no es lo mismo ponerse en las manos del otro como una experiencia lúdica y sensual, o como un llamado puntual –y mágico- en momentos de desolación, que hacer entrega de su entera persona y someterse al dolor físico y moral, como si el amor y la sensualidad no pudieran suceder sino a cambio de los reiterados castigos y sus esperadas expiaciones.
              
Hay otra clave en Cincuenta sombras de Grey que tiene que ver con la posibilidad de “liberarse” sexualmente, renunciando a la responsabilidad de las elecciones y de los actos. Christian se lo explica a Anastasia en una escena a la que podríamos ubicar como uno de los “grandes momentos del mensaje” de la peli, me permito parafrasear: Una se “libera” cuando el otro toma el control, se hace cargo y da órdenes, porque allí una mujer no se siente responsable de sus actos, ni de su placer.  Dejarse dominar ofrecería entonces la inmensa ventaja de ser desculpabilizante, y una vez alejadas de las culpas –aún por los caminos más tortuosos- todititas nos descubrimos locachonas y pluriorgásmicas.
              
No en balde las dos citas literarias importantes (Anastasia estudia literatura inglesa) que Christian le hace a su discípula/dominada son de autores del siglo XIX: La escritora Jane Austen y la novela Tess  d’Urberville de Tomas Hardy, que le regala en su primera edición. Sobreentendemos: Las mujeres tenemos algo de personaje decimonónico reprimido y castigado en su sexualidad, hasta que el Maestro llega a liberarnos –curiosamente- con las técnicas más decimonónicas de dominio, control y castigo. Así va la botarga que tiene su punto de verdad: a mayor distancia con la culpa, más cercanía con el orgasmo. En general.

LAS REGLAS DEL JUEGO
              
Llegamos a los latigazos. Si la película se tratara de una relación sado/masoquista asumida y consentida, coherente de principio a fin, sería eso: Una película sado/maso y allí quedaría. Pero sin duda no causaría furor en los cines.  Acá el punto es que todo es confuso y patidifuso: ¿A ella le gustan los azotes o no? Primero se asusta ante “la habitación de juegos”, no es para menos, una parafernalia como del museo de las torturas.  Si una piensa –lánguida y “perverzuela”- que el juego de dominación será un juego de mordidita, jaloncito  de cabellos,  chupetito,  algún inofensivo juguetito sexual que vibra, o unas bolitas chinas, todo “osadísimo” pero suavecito y en diminutivo, ¡a bajarse del sueño!  En esa botica de Grey habría con que convertirla a una en carne –mera carne- para el rastro. Lo que ya deja de ser gracioso y se desliza hacia la historia de terror.
              
Nos dicen claritito que los niveles de necesidad y gusto por infligir dolor del señor Grey,  son desmesurados y peligrosísimos. Pero, ¿qué creen? Él mismo vivió una relación Sumiso/Dominadora durante seis años, ni más ni menos que con una amiga de su madre adoptiva. Sí, él también, lo que ya agrega un mensajito de equidad de género. Algo como: “yo lo viví, así que no vayan a creer –lectoras/espectadoras- que estamos reduciendo este asunto del masoquismo a lo femenino”. El masoquismo no es –ciertamente- sólo femenino en la vida, pero sí lo es en la película.  Pero la cinta nos abota(r)ga de muchas maneras.
              
Por ejemplo: él es un Maestro que jamás irá más allá de lo que ella “pueda soportar”. Le ofrece palabras de seguridad para que ella lo detenga cuando el dolor sea demasiado: “rojo, amarillo”. Es más: la hace firmar un contrato  en el que ella tiene el derecho a decidir cuáles técnicas de dominio acepta y cuáles no: A) No al puño en la vagina y en el ano. B) No a las pinzas en la vagina… así. Sí acepta los latigazos.  Observamos –estremecidas –que él es de veras un hard, pero –por ella, sólo por ella- está dispuesto a renunciar a sus urgencias extremas.
              
Lo –casi- más tramposo de la película: nunca Anastasia luce más bella, segura de sí misma, “empoderada”, como dicen, que cuando entra en la sala de juntas con paso firme para “negociar”  las cláusulas de su contrato de sumisión al Amo.  ¿Qué más mensaje de “libertad” en la sumisión podrían ofrecernos? Cada mujer en su casa sólo tiene que imaginar qué negocia: los latigazos no quedan en el contrato, y se queda –en cambio- con la corbata (Armani o similar) con la que él le ata las manos para ofrecerle abundantes cariñitos, la pluma de pavo real con la que le acaricia el cuerpo,  lamiditas, y cunnilingus à volonté!
              
Les recuerdo la cita de Madonna que me pareció muy reveladora: “A la cantante algunas de las escenas eróticas de la novela no le parecieron muy creíbles. ‘Pensé: Esto es tan irreal porque ningún hombre le practica tanto sexo oral a una mujer”. Ah, ¡gran razón para emocionarse y conmoverse editando el detalle de los latigazos! Pues sí –hasta- Madonna lo dice, podríamos pensar que –efectivamente- hay mucho de decimonónico en las relaciones sexuales del siglo XXI.
              
La película no abunda en escenas eróticas, pero en todas ellas, menos la última, Anastasia consciente y disfruta los latigazos. Es más,  el Amo tiene la caballerosidad de preguntar: “¿Te dolió?”. “No”- dice ella, envuelta en una voluptuosidad sin techo ni ley. “¿Ves? La mayor parte de tu miedo está en tu cabeza”. ¿Acaso eso de que “la mayor parte del miedo está en nuestras cabezas” no es una verdad profunda con respecto casi a lo que sea? Pero, ¿casi todas seríamos masoquistas si nuestro miedo-represor no nos lo impidiera?
              
Me imagino que aquí de nuevo la espectadora le baja varias rayitas a la escena y se queda con algo como: “Mañana corro a la sex shop a comprarme unas maripositas clitoridianas. Segurito –sin rubor y sin miedo- mañana”.  “Y hasta le pido un cunnilingus a mi amorcito. Segurito –sin rubor y sin miedo- mañana”.  Veo difícil que los amantes de las lectoras de Cincuenta sombras lleguen con su látigo –parafraseando a Nietzche- y las señoras se lo festejen.
              
Lo más tramposo de toditita la película: Él es un Amo desalmado, impedido de amar porque sufrió mucho de chiquito, pero puede cambiar.  Lo vemos: está cambiando. ¿No es el fantasma de fantasmas de cantidad de mujeres? ¿No es la esperanza más peligrosa a las que se aferran las mujeres en situación de violencia? “Él va a cambiar porque me quiere”. “Yo soy su única, su indispensable, el amor de su vida y la fuerza de mi amor, mi comprensión, mi tolerancia infinita van a transformarlo en el hombre de mis sueños”.  Me hizo pensar, toda proporción guardada, porque esa sí que es una excelente película, en “Te doy mis ojos”,  de la directora Icíar Bollaín.
                                             
EL ALMA FEMENINA Y PURA QUE  -CASI- SALVA AL MALANDRO

“Algunas personas dicen que no tengo corazón en lo absoluto”- declara Grey. “¿Por qué lo dicen?” –pregunta ella en el primer encuentro. “Porque me conocen”. Zas. Pero aquello va para peor. Tiempo después ella le pregunta: “¿Vamos a hacer el amor?”. “Yo no hago el amor. Yo cojo (fuck) duro (hard)”. Ella, una mujer universitaria de 21 años que jamás ha conocido varón, jamás ha dado un beso, y jamás ha explorado su propio cuerpo, tiembla. Ella tiembla y se muerde los labios todo el tiempo. Se tropieza. Es una muchacha ingenua, virgen, tan distraída y tan silvestre que casi muere atropellada por una bicicleta si no fuera porque él la salva.  Sólo de mirarlo llegar y toda ella se convierte en un volcán de voluptuosidades reprimidas y a punto de estallar.
              
Un estereotipo tras otro.  El hombre experto (y canalla) que ya ha arrastrado a quince mujeres hacia su “habitación de juegos”. La mujer prístina y alabastrina. Pero, ¿acaso no es esa pureza suya de virgen salvadora de los discapacitados emocionales lo que lo va a salvar de sí mismo? ¿Tendría menos oportunidades él de salvarse si llegara a su vida una mujer con experiencia? Todo parece indicar que sí. La paloma para el nido, y el león para el combate, como escribió don Melchor.
              
¿Acaso no es la virginidad de una doncella lo que permite capturar al esquivo unicornio de las leyendas?  Mensaje: se necesita una buena mujer  -virgen de preferencia- para salvar a una bala extraviada en el fantasma de dañar lo más posible.  Pero si la espectadora ha vivido una vida sexual, no importa. Con que sea buena, buenísima, con eso basta (me imagino que eso se dice la espectadora). Con que sepa manejar una mezcla -¡tan femenina si una se esfuerza! - de leve “insolencia” y devota docilidad. Pero aún en medio de las horribles declaraciones de Christian y de su “pasión” como de la sección de congelados del Walmart. No -¡qué digo! - del City Market, una sabe (¡somos tan intuitivas!) que él va a cambiar. Porque el amor sana a perversos narcisistas y mueve montañas.
              
Por ejemplo: Él le presenta a su madre. La lleva a cenar a casa de sus papás. Se deja fotografiar junto a ella para el periódico. Ofrece un discurso en su ceremonia de graduación y habla de “erradicar la pobreza y el hambre en el mundo”. En fin, es un empresario descarnado,  metalizado, ajeno a sus emociones, pero en algún lugar lejano de sí mismo, cree –también- en la bondad humana y la paz mundial. “¿Qué hombre con ‘malas intenciones’ te presenta a su mamá y va a tu fiesta de graduación?”- se dice la espectadora arrellanada en su –ya flotante- butaca.
              
La controla, la invade en su vida cotidiana, no le permite ir sola ni a la esquina, pero la cubre de regalos cada vez, como si para obtener su desmemoria y su perdón bastara con corromperla.  La patita fea se va convirtiendo en una cisna.  Porque además del clasicazo de la virgen y el experto encanallado en el más bajo sexo (algo así), ¿qué creen? Él es desquiciantemente millonario.  ¿Y qué más? Ella es una estudiante que trabaja en una ferretería para costear sus estudios. Desfilan los estereotipos de la felicidad que el “poderoso” ofrece: el helicóptero que aterriza en la azotea de la torre toda suya de él, el planeador, el chofer trajeado.  Él le regala vestidos, un carro, una Mac.
              
En algunos de esos regalos tiene una  -espectadora- que caer, es inevitable. Si bien me muero del horror fóbico ante el viajecito en helicóptero, ¿cómo no suspirar –envidiosa- cuando me compré mi Mac en 24 meses sin intereses en la tienda de Telmex?  “necesito a un Grey en mi vida”- casi podría decirse una por fracciones de segundos. Ese punto, el de la asociación regalo=amor, en el fondo –oscuro y silenciado- de los corazoncitos femeninos, es todo un tema que ha atravesado los siglos.  Sólo que acá no son  exactamente regalos, sino bonos de compra.  Además, debo confesar que me causó desazón y profunda desconfianza que en la película  nunca le regalara ni una sola joya. Nunca. Lo que es muy sospechoso en una relación tan –supuestamente- inscrita en la sexualidad.  La Mac es muy práctica, pero los regalos –como homenaje a la sensualidad, sobre todo si el señor no para de exhibir sus millones- tenderían a ser más regalos bellos e inútiles, que regalos prácticos.  Sospechosísimo. ¿A qué público femenino está dirigida la película? Supongo que a la amplísima clase media occidental.

EL ¿INEXPLICABLE? ENCANTO DE CHRISTIAN GREY
              
Corre el vino blanco servido por mujeres etéreas y con chongos, que desaparecen en segundos. Y el doble juego: él la está salvando de ser esa muchacha insegura que se mira en el espejo y no sabe qué hacer con sus cabellos. La de la blusa de cuellito y florecitas. La que vende tuercas y tornillos en una ferretería mientras piensa en la virginidad mal ofrecida de Tess d’Urberville, (una mujer campesina) que lo perdió todo por amar al hombre equivocado, en la maravillosa novela de Hardy. Él le dice: “No te avergüences de tu desnudez”, y la mira fascinado. Bueno, tan fascinado a como el personaje puede mirar desde su esencia de plastiquito que me hizo pensar todo el tiempo en el Ken (el muñeco novio de la Barbie) y en Peña Nieto.

Ustedes disculpen, no  se trata de incluir a Peña Nieto en donde sea y con calzador, es que les juro que se le parece muchísimo. La sonrisa perfecta, la mirada perfecta. El boleado perfecto. El aire finolais y el copetito engomado.  Ese aire de una cierta “virilidad” empresarial y “poderosa” que al parecer ahora funciona – y no deja de ser interesante- como producto en el mercado.  Será que yo me quedé en aquella antigualla de los “feos, fuertes y formales”. Será que tanto atildamiento  -tan escandalosamente narcisista- provoca desconfianza.  Eso debe de ser.
              
Pero el doble juego consiste en que quizá –ese es nuestro sueño-  el verdadero salvamento es el que ella está haciendo con él: lo está volviendo humano. Con humano quiero decir que poco a poco él se despeina un poquito. Él incapaz de hablar de sus emociones –y de vivirlas- se confiesa: “La mujer que me dio la vida era una adicta al crack. Una prostituta. Murió cuando yo tenía cuatro años”.  La clave de entre todas las claves que nos estruja el alma: ¡claro que lo está cambiando! Lo va a convertir en un hombre nuevo, porque él es muy bueno y tan pronto como logre expresar sus emociones –en cuestión de segundos- erradicará el mal que lo habita.  Cenicienta ya es una princesa –aunque sea fueteada- y él está a punto de pasar de príncipe sádico a príncipe a secas.
              
Tan espantosa mentira. Y tan peligrosa. ¿Un hombre que necesita someter a una mujer a esos extremos va a cambiar porque lo amen? Pero si de lo que se trata –justo- es de destruir al objeto porque lo ama. ¿Un hombre que para sentir excitación y placer sexual necesita violentar a una mujer  y cosificarla, va a ser capaz de vivir una sexualidad de pares que exige la aceptación de dos sujetos en una cama, cuando lo que él necesita es el escenario emocional del amo y la esclava?  Pobrecito don Segismundo Freud, ni para qué se quemó las pestañas.

Pero me estoy adelantando, hasta un momento de la película él es desalmado y la azota, nos dicen que tiene todo para cambiar y amarla (su dinerísimo, sobre todo) y que estamos presenciando una gran –y disruptiva- historia de amor, y que ella disfruta los latigazos como una loca, si bien quisiera que en algún lado, ambos sentaran cabeza.  Pero llegamos a una escena en la que ya todo da la vuelta. Nos parece comenzar a entender que ella –a pesar de todo lo que nos mostraron- no disfruta los azotes sino que se siente humillada y aterrada. ¿Cómo?

Pues sí, el sado-maso no es lo suyo. ¿Pero no se suponía que ella quería un matrimonio feliz con sado-maso incluido? No. Le pregunta por qué quiere lastimarla, por qué lo necesita. Se lo pregunta en lágrimas. No le dice: “me pareció divertido pero ya me aburrí y cambié de opinión”, o “querido mío, esto es muy retorcido”. No sé, algo así que le dé a la trama un mínimo de coherencia.  Nada de eso. La violenta escena que sigue deja de lado todo el supuesto glamour  de las experiencias anteriores y nos encontramos con una escena de un masoquismo muy otro: la mujer que sin placer físico alguno se inmola para saber hasta dónde puede llegar él.  Hasta dónde es capaz de lastimarla. Ya no hay caricia alguna, sólo una horrible escena de violencia. La diferencia, nos dicen, es que ella se enamoró. Es decir, disfrutaba los azotes cuando no lo amaba. Pero la espectadora sabe que ella lo amó desde el primer segundo.  Rarísimo todo. “¿Esto es lo que quieres, quieres verme así, esto te da placer?”.

¿Supondríamos entonces –lo que no se sostiene en el resto de la película- que cada vez ella se dejó violentar sólo para ofrecerle placer a él? ¿Sólo para obtener su amor? Pero si así fuera, ¿por qué a las mujeres nos gustaría algo tan espantoso? Es un punto de lo más inquietante. Me imagino que la contradicción queda editada y que cada una toma lo que coincide con su fantasma.  La mujer denigrada que encontraba a su “diosa interior en “el cuarto de juegos” (lo que ya era siniestro) toma su dignidad a dos manos y se escapa. Él, como es un sádico caballeroso, la deja escapar. Así nomás. Pero faltan dos películas, y aunque no he leído el libro se lo puedo jurar: él va a cambiar. ¡La cantidad de avatares que nos faltan, pero él va a cambiar!
                                             
TE PEGO PORQUE TE QUIERO           

Otra clave –quizá- para entender la fascinación que esta historia tan extravagante, mal actuada,  y sin pies ni cabeza ofrece: Los seres humanos vivimos en una contradicción permanente; nuestro deseo de certidumbres y nuestro deseo de sorpresas.  Nuestra necesidad de rutinas y nuestra ansia de aventuras. La película pareciera “resolverlas”, ¿ya les dije que Christian es un hombre fiel? Pues sí, tiene esa virtud. Él no desea –y así se lo dice- azotar a mujer alguna que no sea ella.  Ella es –además- la única mujer a la que ha llevado en su helicóptero. Se lo juro.  Si la historia prospera -como amor verdadero- se van a acabar los azotes, pero queda en cambio todo lo que se supone exaltante y que puede comprar el dinero. Queda que cada uno habrá aceptado “la parte oscura de sí mismo” y la encaminará –ellos ya son así para siempre – hacia una sensualidad liberadísima y de cortar el aire hasta que la muerte los separe. Sin rutinas y sin facturas. Me imagino.
              
En Francia, después de la publicación de la trilogía subió la venta de juguetes sexuales. He leído frases como: “Un aprendizaje acerca del deseo y del placer femenino”, “cambia la manera de mirar la sexualidad femenina”. ¿A ustedes - si la vieron- ¿les cambió algo?  ¿Por qué funciona tan bien esa fórmula cunnilingus, millones, promesa –algún día - de una historia de amor entre la cenicienta y el príncipe?  ¿Tanto como para que permita editar todo lo demás?  ¿Las mujeres necesitamos que una de nosotras se deje fuetear – malactuando un gozo indecible- para enterarnos de que tenemos derecho a nuestra sexualidad?
              
La sensualidad es en sí misma trasgresora y lúdica. Pero no es lo mismo jugar a la sumisa –sin violencia-  una noche de luna llena, que la violencia y el control absoluto en la sexualidad y en la vida.  No es lo mismo aceptar lo erotizante que puede ser un regalo, que emocionarnos porque a una de nosotras le compran el alma con una Mac. Ni siquiera le regala un collar del siglo XIX con lo que a  Anastasia le gustaban Thomas Hardy y Jean Austin.  Ni siquiera la lleva a la Toscana y a París, sólo a Seattle. Les digo, todo en él es práctico y expedito. Les digo, para mí, que además de perverso, ¡tacaño!
              
Pero es toda una idea de la vida esos espacios minimalistas, esas ciudades de inmensas torres iluminadas, ese montón de carros, esos clósets impecables e inmensos. ¿Alguien se erotiza todavía con las casonas antiguas, los gobelinos y  la luz ocre de una película de Bertolucci?  Hay en “Cincuenta sombras” una imagen femenina denigrante: “la oruguita que se convierte en mariposa”, a costos muy altos. Y una imagen masculina igual de denigrante: ¿quién sería Christian Grey sin su torre de oficinas que nos muestran y nos muestran (en la tan sobada metáfora masculina) sus trajes, sus empresas, su poder de comprar, pues. ¿Cómo serían esas escenas si en lugar de suceder en esos espacios con vistas  que “dominan” la ciudad y vino blanco, sucedieran en un sótano húmedo o en un hotel de paso desvencijado?  ¿Le hubiera  perdonado Anastasia que no le permitiera estar a solas con su mamá, sin el paseo en planeador con el que la calló?  La invitó a volar, ¡no se pierdan la metáfora!
              
¿La diferencia entre la  violencia presentada como consensuada y sensual, y la violencia brutal y sórdida, está en qué puede pagar el Amo?  La película no sería sino un divertimento banal, si no fuera por su éxito. Si las mujeres la celebran en masa, es porque ofrece algo de lo que necesitamos.  En la realidad, o en el fantasma.
              
En dos momentos le preguntan a Anastasia: “¿cómo estás?”- y ella responde: “mejor de lo que merezco”. Valga la respuesta como dato inquietante.