8/06/2016

La justa demanda de igualdad de género. Las brechas económicas



   MONEDERO
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*

Para la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal) la igualdad es un imperativo que posibilita el desarrollo integral de la sociedad y la pone en el centro del debate. Concibe la  igualdad en varias dimensiones:
 
La igualdad de derechos y la igualdad de medios; la de capacidades, el reconocimiento recíproco y la igualdad de género, como un punto esencial en el imperativo de la igualdad.
 
Uno de los muchos obstáculos que conlleva la igualdad de género es la posibilidad de una autonomía económica, en gran medida limitada por la capacidad de las mujeres de generar ingresos propios.
 
En México el porcentaje de mujeres sin ingresos propios alcanza 30.1 puntos porcentuales, en sus pares varones apenas es del 7.5. Sin duda un factor de desigualdad.

VER GRÁFICA AQUÍ   Pero México no es la excepción, esta situación se repite –con sus variantes- en los demás países latinoamericanos y del Caribe. En general la brecha de ingresos propios en América Latina es de 31.1 versus 11.4, con efectos importantes en las demás brechas de género.    De acuerdo al documento: “EL IMPERATIVO DE LA IGUALDAD. Por un desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe”, de Alicia Bárcena y Antonio Prado.   Tanto el enfoque de género como en particular el feminismo contribuyeron al impulso de la autonomía con reconocimiento recíproco y enfatizaron no sólo los procesos de adquisición y desarrollo de aquella sino también las circunstancias de opresión y dominación manifiestas en las relaciones sociales encarnadas en las instituciones y en los vínculos intrafamiliares. El pensamiento feminista articuló indisolublemente las nociones de igualdad y libertad, de distribución y reconocimiento, como principios y objetos del desarrollo; de esta manera, mostró que la igual- dad sólo puede ser ejercida con autonomía, es decir, si las decisiones, las capacidades y el desarrollo personal no dependen de otros.   Además, el feminismo aporta una visión crítica a la noción individualista de autonomía y concibe dicha autonomía en su carácter relacional.   En primer lugar, la igualdad de medios y la igualdad de oportunidades resultan insuficientes desde una perspectiva de género. Una política de igualdad de oportunidades no puede omitir las diferentes condiciones iniciales entre mujeres y  hombres en cuanto a socialización, la historia de acumulación masculina del poder, el mantenimiento de la división sexual del trabajo ni los patrones socioculturales discriminatorios.   No es, pues, sólo cuestión de garantizar la igualdad en accesos básicos (por ejemplo, la educación), pues las desigualdades de género están enquistadas en relaciones de poder desde el ámbito de la política hasta el doméstico. Además, las relaciones de género conspiran contra la igualdad a lo largo de todo el ciclo vital y las disparidades por motivo de género están internalizadas en múltiples mecanismos de reproducción cultural; de allí la importancia de plantearse la autonomía con reconocimiento y la igualdad de derechos.   En segundo lugar, las demandas de género plantean la necesidad de revertir desigualdades seculares mediante tratos diferenciales de acción positiva. Paradójicamente, la igualdad requiere fórmulas de desigualdad normativa a fin de eliminar las consecuencias desfavorables que derivan de las diferencias de hecho.   En tercer lugar, la perspectiva de género obliga a reformular el alcance de la ciudadanía en la relación entre lo público y lo privado. La igual- dad de derechos no sólo atañe a la esfera pública o de la sociabilidad extendida, como reza la concepción predominante, pues en el ámbito privado –y sobre todo, en el doméstico– se dan relaciones entre actores cuyo poder es, a las claras, asimétrico en desmedro de las mujeres.   Un aspecto en que la desigual relación de poder entre hombres y mujeres pone en tensión esta dicotomía entre lo público y lo privado es el de la violencia contra las mujeres.   Esta constituye la expresión extrema de la discriminación contra ellas y de su falta de autonomía –no sólo de autonomía física, sino también de la económica y en la toma de decisiones–; por ende, la violencia contra las mujeres no puede analizarse ni enfrentarse de manera aislada, sino vinculada a los factores de desigualdades económica, social y cultural que operan en las relaciones de poder entre hombres y mujeres, los que tienen su correlato en la desigualdad de recursos en el ámbito privado y en la esfera pública y están en directa relación con la desigual distribución del trabajo, en especial el trabajo doméstico no remunerado.   En las demandas de género se puso de relieve otra dimensión de la desigualdad: la desigualdad en la disponibilidad de tiempo entre hombres y mujeres, lo que, sin duda, redunda en desigualdad para un adecuado desarrollo de medios y capacidades.   En síntesis, en México existe una enorme brecha económica que representa una fuerte carga para las mujeres, pero también para toda la sociedad en su conjunto y que obstaculiza el desarrollo sustentable. Por eso el imperativo de la igualdad.   * Economista especializada en temas de géneroCimacnoticias | Ciudad de México.- 

“Trabajo sexual” vs trata y explotación



   MUJERES CAUTIVAS


Por: Teresa Ulloa Ziáurriz*

El robo y el asesinato son males que siempre han existido, pero a ninguna sociedad se le ha ocurrido decir: Puesto que no podemos acabar ni con el robo ni con el asesinato, vamos a inventar una forma de vivir con ellos sometiéndoles a una regla, a una cierta vigilancia, que se base, por ejemplo, sobre tres pilares: en qué lugares, a qué horas y en qué condiciones estará permitido robar y matar.- J. Butler, 1875
 
En el marco del Día Mundial contra la Trata de Personas nos parece pertinente visibilizar el creciente número de voces que se pronuncian por el “trabajo sexual” seguro, en el que no se corran riesgos para quienes, aparentemente, ejercen esta actividad de manera voluntaria.
 
Ciertamente no podemos negar que las mujeres en situación de prostitución han cargado desde siempre con el estigma, la persecución y la violencia. No obstante, el hecho de hablar de “trabajo sexual” es enmascarar la trata de mujeres y niñas, así como otras formas de explotación sexual. Para quien no quiera verlo, estamos hablando de un negocio ilícito de magnitud nacional e internacional que -se ha repetido incontables veces-, reporta el segundo lugar del mundo en ganancias después del tráfico de drogas y antes del tráfico de armas.
 
Existe un sector de personas relacionadas con la academia que en diversas ocasiones nos han señalado como aliadas de la extrema derecha en Estados Unidos (George Bush), por trabajar a favor de la abolición de la explotación de la prostitución ajena y otras formas de explotación. Quienes se pronuncian así, demuestran absoluta ignorancia acerca de lo que es el abolicionismo, que por supuesto no tiene nada que ver con la derecha, sino todo lo contrario.
 
La lucha abolicionista nace en 1886 en Inglaterra con el trabajo de la feminista Josephine Butler, justo después de que se logró abolir la esclavitud. Entre muchas otras cosas, ella planteó que el sistema de prostitución es una forma contemporánea de esclavitud hacia las mujeres. Gracias a “La Gran Cruzada” que inició Butler, más de mil personalidades de aquella época suscribieron un manifiesto contra la reglamentación de la prostitución. Este movimiento trascendió fronteras hacia Estados Unidos y el resto de Europa, contando con el apoyo de numerosos grupos laicos y religiosos de la corriente humanista.
 
El postulado de Josephine Butler hizo énfasis en la responsabilidad de los varones como proveedores y compradores de la prostitución y señaló duramente las diferencias en la impartición de justicia para hombres y mujeres, pero además sostuvo que no se debe castigar a las mujeres en situación de prostitución, ni sacarlas por la fuerza de esa situación, sino crear opciones dignas de salida (educación, empleo, salud, vivienda para ellas y sus hijas e hijos) y trabajar en la prevención, ya que la inmensa mayoría de las que “optan” por esta vía, lo hacen por sus condiciones de vulnerabilidad (pobreza, marginación, desigualdad, falta de oportunidades) es decir, porque en realidad no existen opciones.
 
Como todos sabemos, México se encuentra cada vez mejor posicionado como lugar de origen, tránsito y destino de víctimas de trata y explotación sexual. Por esta razón, y por el alarmante incremento de mujeres y niñas desaparecidas, no es posible decir que ayudamos a las mujeres en situación de prostitución cuando estamos a favor de reglamentar el “trabajo sexual”. Ninguna convención internacional reconoce la explotación de la prostitución como un empleo, simplemente porque atenta contra los más elementales Derechos Humanos de las mujeres y las niñas.
 
Brasil está a punto de iniciar los XXXI Juegos Olímpicos. Si bien reconocemos que el gobierno brasileño ha emprendido una serie de acciones para prevenir la trata y la explotación sexual, la legislación brasileña continúa definiendo la trata de personas como un delito de movimiento, contrario a los principios establecidos por el Protocolo de Palermo de la ONU, ratificado por Brasil, ni tiene tipificadas las formas de explotación, como por ejemplo, el turismo sexual.
 
En este punto es pertinente informar a quienes siguen esta columna, que el próximo viernes 5 de agosto estaremos entregando las firmas que se adhirieron a la campaña “Di NO al Turismo Sexual en Brasil 2016”. La cita es a las 12:00 horas en la Embajada de Brasil en México (Lope de Armendáriz 130, Lomas Virreyes).
 
Ojalá que tanto México como Brasil sigan el ejemplo de Tailandia, un país legendariamente relacionado con la prostitución y el turismo sexual, que hoy está determinado a erradicarlos. En los últimos días se han cerrado decenas de negocios relacionados con la prostitución y se ha detenido a cientos de personas. La primera ministra de Turismo dijo de manera tajante que su gobierno quiere fuera a la industria del sexo, pero ya desde 1960 y con la ayuda de la ONU, la prostitución está prohibida en aquel país.
 
¿No es eso lo que queremos ver de nuestros gobiernos? Cuando existe voluntad y se trabaja a favor de las víctimas, no importa desmantelar las redes criminales, ni visibilizar la responsabilidad de los consumidores, porque la prostitución no es otra cosa que el punto en el que convergen la explotación económica y la explotación sexual.
 
Por eso, cuando hablan de reglamentar la prostitución, cuando dicen “trabajo sexual” y no “trata de personas” o “explotación sexual”, se convierten en parte del problema, en cómplices del proxeneta que engaña, del delincuente que recluta, del político que engancha, del hombre común que viola a cambio de dinero, de la sociedad permisiva que prefiere entenderlo como “la profesión más antigua” y sobre todo, de los gobiernos que evaden la responsabilidad ineludible de brindar igualdad de oportunidades para todas las mujeres y niñas, sin excepción.
 
* Directora Regional de la Coalición contra el Tráfico de
Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe
(CATWLAC, por sus siglas en inglés)
Twitter: @CATWLACDIR



Imagen retomada del sitio catwlac.org
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
  

Narco y feminicidios: el control en espacios abiertos



Raúl Zibechi
Las sociedades disciplinarias funcionan organizando grandes espacios de encierro por los cuales pasan todas las personas: desde la familia y la escuela hasta el cuartel y la fábrica, en ocasiones la cárcel y el hospital. Según Michel Foucault, quien estudió a fondo las técnicas disciplinarias, estos espacios comenzaron su andadura en el siglo de la revolución francesa, hasta volverse corrientes en el siglo siguiente, en plena expansión del capitalismo. La masacre era la forma con que el sistema intentaba aplacar a quienes no encajaban en la disciplina, como la mayor parte de los pueblos indígenas y negros, entre otros.

Las más diversas resistencias, desde los obreros, las mujeres y los jóvenes, hasta los pueblos oprimidos y los enfermos consiguieron neutralizar y desbordar los centros de encierro donde funcionaba la disciplina. La crisis de la familia nuclear, así como la de la fábrica fordista, llevaron al sistema a reconfigurar las formas de dominación. Cuando el encierro ya no funciona, comienza a ser sustituido por las llamadas sociedades de control, como las ha denominado Gilles Deleuze.

Según el filósofo, en su breve y excelente texto “ Post-scriptum sobre las sociedades de control”, el control al aire libre apela a tecnologías no fijas, que funcionan como un tamiz que varía en cada punto. El marketing, el consumismo, el endeudamiento, los sicofármacos y las máquinas informáticas, en vez de las máquinas simples, son algunas de las técnicas del control a cielo abierto, que poco a poco van componiendo un nuevo régimen de dominación. Hasta aquí, ninguna novedad.

Sin embargo, estas técnicas funcionan en el norte del mundo. O mejor, en las zonas del ser, donde la humanidad de las personas es reconocida y la mayor parte de la gente es controlable mediante las deudas, la televisión y el consumismo. Pero, ¿qué sucede en la zona del no-ser, donde esas técnicas no pueden obtener los mismos resultados? En estas zonas las relaciones sociales son bien diferentes, heterogéneas, respecto de las hegemónicas. No sólo son demasiado pobres para endeudarse, como destacaba Deleuze. Son diferentes.

La primera diferencia es la hegemonía de los valores de uso frente al predominio de los valores de cambio en la zona del ser. El capitalismo ha moldeado sólo parcialmente la vida cotidiana y las relaciones entre las familias, por lo que la ayuda mutua, la cooperación, el intercambio de bienes no mercantilizados y la solidaridad juegan un papel central. Incluso el dinero funciona como valor de uso, como enseñan los bancos populares que existen entre los de abajo.

La segunda es la potencia que tienen las relaciones comunitarias y de reproducción de la vida frente al individualismo y la producción que caracterizan la zona del ser. No sólo existen comunidades formales, sino relaciones sociales ancladas en los trabajos colectivos, tequio o minga, que producen bienes para el autoconsumo y el intercambio, sino que buena parte de esos trabajos están focalizados en la reproducción. Quizá podemos decir que en la zona del no-ser las diferencias y el antagonismo entre producción y reproducción son pequeñas.

La tercera diferencia se relaciona con la existencia de múltiples formas de trabajo: salario, reciprocidad, esclavitud, servidumbre y emprendimiento mercantil familiar. Esa diversidad se hace aún más compleja porque buena parte de los asalariados conviven con dos y hasta tres relaciones de trabajo distintas. De modo que no puede decirse que haya una forma central, sino un conjunto de relaciones laborales complementarias, aunque todas estén sometidas al régimen capitalista.

El abajo organizado es un mundo de afectos y de confianzas fuertes, que estrecha las posibilidades de control por medio de las deudas, por ejemplo, o del marketing, donde las solidaridades neutralizan los mecanismos de control. Entonces, ¿cómo se controla a cielo abierto a esta parte de la humanidad?

El régimen de control en la zona del no-ser tiene en el narco y en el feminicidio sus ejes centrales. Donde los jóvenes no son domesticables y las mujeres no obedecen ni al esposo ni al cura; donde ellas crearon formas de vida y reproducción de la vida en sus mercados autocontrolados y los jóvenes practican culturas diferentes, no integrables en los circuitos dominados por los monopolios del entretenimiento. El narco impide que los chicos desplieguen sus formas de vida y el feminicidio actúa contra las mujeres rebeldes. En ambos casos apuntan a revertir la crisis del patriarcado y el desborde de los espacios de encierro.

El narco tiene un carácter sistémico. El feminicidio también. Quien piense que son desviaciones o extravíos de pervertidos se pierde en el laberinto de los modos de dominación y queda sin posibilidades de reaccionar. Este carácter sistémico puede apreciarse en la no reacción de los estados-nación a la masacre que están provocando, porque les apuntalan la dominación en tiempos de crisis sistémica o, en lenguaje zapatista, cuando la tormenta empieza a desplegarse contra los de abajo.

El problema es que esta realidad (el papel del narco y del feminicidio) no se puede percibir desde la academia o desde las instituciones estatales. Hay que estar allí, en la favela o en la comunidad, para comprender hasta qué punto las autoridades son cómplices y, de modo muy particular, los aparatos armados del Estado. En muchos barrios los narcos se instalaron protegidos por policías o militares. Unos y otros trabajan en la misma dirección: neutralizar a los de abajo. La única forma de hacerlo, en este periodo, es mediante el exterminio masivo. Eso es la tormenta.

Se dice que las diferentes formas de opresión conllevan otras tantas formas de resistencia, y que éstas pueden desplegarse con mayor vigor en la medida en que las opresiones sean iluminadas. Por eso es importante discernir el papel que el narco y el feminicidio están jugando, como núcleo de las nuevas contrainsurgencias.

Crean Red de periodistas con visión de género de las Américas



   Se reúnen en Argentina y debaten sobre contexto de periodistas

 Con el desafío de construir una comunicación igualitaria y no sexista en un contexto adverso, periodistas de Argentina, Colombia, Brasil, Paraguay, Chile, Perú, Uruguay, Bolivia, México, Canadá y Estados Unidos, crearon la Red de Periodistas con Visión de Género de las Américas.
 
La alianza de periodistas que se unen para erradicar el machismo de los medios de comunicación y contribuir a lograr la igualdad de género, se dio durante un encuentro que se realizó el pasado 29 y 30 de julio en la sede de la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual en Buenos Aires, Argentina.
 
Durante el encuentro organizado por la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género de Argentina (Ripvgar), las participantes coincidieron en la necesidad de construir alianzas para la transformación de los medios de la región donde se concentran las lógicas clasistas, machistas y mercantilistas.
 
Las asistentes presentaron un balance sobre las condiciones laborales de las periodistas, el acoso sexual que enfrentan, la feminización del periodismo; la concentración de medios, el tratamiento sexista de la información y los contenidos en general.
 
Por ejemplo, la periodista colombiana Fabiola Calvo explicó el contexto de guerra en Colombia; la brasileña Rachel Moreno dijo que desde la comunicación se pueden promover los derechos; y la peruana, Silvia Quevedo, expuso que en su país se planea una movilización contra la violencia de género que es apoyada por los medios de comunicación.
 
Por su parte, la paraguaya Vanessa Rodríguez, llamó la atención sobre el abuso, acoso y hostigamiento que viven las periodistas por parte de sus jefes y de sus compañeros; la chilena Victoria Uranga sintetizó que en su país no hay medios de comunicación públicos sino una concentración mediática en manos de empresarios privados.
 
En el encuentro, la periodista y una de las coordinadoras de la Ripvgar, Liliana Hendel, dijo que “si el periodismo puede bajar gobiernos y subirlos, tiene que tener el poder para que las mujeres vivamos mejor en el mundo”.
 
En su oportunidad la presidenta del Consejo Nacional de las Mujeres del país sudamericano, Fabiana Túñez, agregó que “cuando las mujeres nos unimos, cuando trabajamos juntas, cuando nos enredamos, somos poderosas. Y no es el poder del patriarcado, es el poder transformador, revolucionario del feminismo”.
 
*Con información de Sonia Santoro. Artículo retomado del portal En Perspectiva.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: la Redacción*
Cimacnoticias | Buenos Aires, Arg.- 

Sexo y poder



Gabriela Rodríguez
La Jornada
¿Qué estamos haciendo frente a las niñas violadas? ¿Qué medidas impulsa el Estado para prevenir la violación? ¿Qué acciones se promueven para atender a las víctimas y castigar a los agresores?
Me temo que ante la violencia sexual la sociedad mexicana está en deuda. Los casos son muchos; el más reciente, de Citlali, la niña huichola de 13 años que fue violada, desnuda el grado de abandono en que se encuentran las víctimas en tales situaciones. Originaria de una comunidad wixárika de Sonora, la niña estrella (Citlali significa estrella en náhuatl) fue sexualmente agredida el pasado 2 de mayo por un compañero de trabajo de su padre, quien aprovechó cuando ella se encontraba sola en su casa, para atacarla. Ese mismo día y en compañía de sus hermanos Citlali acudió a la policía para denunciar a su agresor. Ahí cumplió con todos los procedimientos solicitados por las autoridades para certificar la violencia física y los daños causados. Tras verificar los hechos, el agresor fue consignado por el delito de violación agravada. Citlali resultó embarazada, pero no se le reconocieron los derechos que exige la Ley General de Víctimas y se ignoraron las obligaciones de la norma oficial mexicana 046: se exige a los peritos ofrecer a las víctimas de violencia sexual atención sicológica, anticoncepción de emergencia, medicamentos antibióticos de ITS, retrovirales para evitar el VIH, así como su derecho a interrumpir el embarazo.

Peor aún, el juez que atendió el caso clasificó el delito contra Citlali como estupro y no como violación. El estupro es un concepto anacrónico que asume como delito menor que un agresor adulto consiga el consentimiento sexual de una persona de 12 a 18 años de edad, así sea mediante el engaño. La visión ciega del jurista negó el derecho al aborto a la menor, toda vez que el código penal local, como en todos los estados del país, reconoce el derecho al aborto cuando el embarazo es producto de una violación, pero no cuando es víctima de estupro. ¡Qué gran estupidez!, por decir lo menos.

El juez incurre en un acto grave de violación a los derechos humanos de Citlali. Al obligarla a ser madre del hijo de su violador, está comprometiendo el desarrollo y el resto de su vida como mujer; le niega el derecho a decidir, como señala el cuarto artículo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y además la discrimina por razones étnicas, de género, de edad y de condición social; violenta nada menos que el derecho a la igualdad, primer artículo reconocido en la ley suprema.

Paralelamente vemos cómo el Congreso de Veracruz aprobó la reforma al artículo 4 de la Constitución Política del estado, enviada por el gobernador Javier Duarte de Ochoa, la cual propone garantizar el derecho a la vida del ser humano desde el momento de la concepción hasta la muerte. Esta es la ética de los gobernadores de hoy: roban, reprimen y matan a periodistas y defensores de derechos humanos, pero eso sí, defienden el derecho del no nacido por encima de los derechos de la mujer embarazada. Más allá del gobernador, es necesario denunciar que la reforma fue avalada con 39 votos de legisladores del PRI y del PAN, así como por legisladores independientes.

Entendemos que los principios del PAN reproducen los de la Iglesia católica en relación con la vida sexual y reproductiva. Nos recordaba recientemente Norberto Rivera: el Génesis establece que “hombre y mujer los creó... Y los bendijo Dios y les dijo Dios: ‘Sean fecundos y multiplíquense...’” (Gén 1:27-28). Además recordó que la Iglesia considera pecado grave la relación sexual homosexual, al señalar lo que Jesús dice: Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne (Mt 19:5). Desde hace 2 mil años y hasta la fecha, la moral cristiana condena todo acto sexual que no tenga como finalidad la reproducción.

Son los partidos de izquierda, y esperamos que así se mantengan, los que se posicionan del lado de los derechos sexuales y reproductivos, pero el partido que no acaba de definir una ética sexual consistente es el PRI. Sus correligionarios mejor han optado por negociar con la jerarquía católica, de acuerdo con conveniencias electoreras. No comprenderíamos por qué Enrique Peña Nieto impulsa la iniciativa para legalizar el matrimonio de personas del mismo sexo y al mismo tiempo llama a su gente a votar contra el derecho de las mujeres a la maternidad voluntaria. Estando ambos derechos ampliamente avalados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo que estos políticos buscan es legitimarse ante sus altos grados de desaprobación. El desesperado Duarte buscó congratularse con las huestes eclesiales con su iniciativa antiaborto, en tanto que Peña Nieto, al lanzarse en favor del matrimonio gay justamente una semana antes de la contienda electoral, quiso levantar una cortina de humo para que se dejara de hablar de la corrupción, de la violencia, del movimiento magisterial y de todas las inclemencias que estamos sufriendo. La violencia a los derechos sexuales y reproductivos es más grave en familias que viven con precariedad, así como en zonas rurales e indígenas (caso Citlali). Se trata justamente de los territorios donde trabajan los docentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, ¡los levantados! El modelo educativo 2016 que hoy está en consulta tendría que considerar el empoderamiento de niños, niñas y adolescentes; su derecho a la igualdad y no discriminación por género, por etnia, por preferencia sexual y por edad; posponer la edad al matrimonio y a la maternidad, así como difundir el derecho a interrumpir un embarazo producto de la violación.

Como nos hizo ver Michel Foucault: La sexualidad no es lo que teme el poder, sino más bien el instrumento por el que éste se ejerce.

Fuga de talentos



   CRISTAL DE ROCA
Por: Cecilia Lavalle*


David es un hombre joven y quizás para cuando estas letras se publiquen, él esté cruzando nuestra frontera con Estados Unidos. No es que se quiera ir. Es que siente que su país lo expulsa.

Lo conocí en la Ciudad de México. Fue asignado mi chofer para trasladarme al aeropuerto. Había mucho tráfico, así que tuvimos tiempo de sobra para conversar.

“Soy mexicano hasta el tuétano”, me dijo. “Pero aquí no hay futuro, señorita”.

Trabaja entre 10 y 12 horas al día para una empresa. No siempre sabe cuándo tendrá su día de descanso, si es que lo tiene. Y, de hecho, puede estar disfrutando ese día en familia, que si le llaman debe acudir al trabajo sin excusa ni pretexto.

“No me pesa el trabajo duro, señorita, me pesa que ni así me alcance el dinero. En el otro lado, trabajaba menos y ganaba suficiente para vivir, mandarle dinero a mi familia y comprarme cosas. Aquí, para cuando termina la quincena, ¡ya debo!”

David me cuenta que cruzó ilegalmente la frontera hace varios años, sin hablar el idioma ni tener nada más que ganas de trabajar y progresar. Ahí aprendió inglés, a manejar distintos tipos de vehículos, jardinería y cocina.

“Lo de la cocina me gustó, señorita. Empecé como lavaplatos y para cuando me regresé ya era ayudante de cocina. El chef decía que tenía futuro ahí. Y yo, la mera verdad estaba contento. Pero pues sí se extraña aquí”.

Regresó porque su madre se enfermó y ese día cayó en cuenta que se había perdido toda la infancia de su hijo y estaba a punto de perderse la adolescencia. Empacó y salió como entró, “con un pollero de toda mi confianza”.

En los años que han transcurrido desde su regreso, su madre recuperó la salud, se divorció, se volvió a casar y tuvo otro hijo que ahora tiene tres años.
“Y se va a volver a perder la infancia de su hijo”, digo casi para mí misma. “Pues sí, señorita, pero aquí no veo futuro. Tengo al mayor en la Universidad con excelentes calificaciones, y el chico ya va entrar al Kinder, y se necesitan zapatos, tenis, libretas… el día que no se necesita una cosa se necesita otra. Y, como le digo, yo sé lo que es trabajar duro, pero aquí no importa, de todas maneras no ganas”.

No me dice eso con coraje, más bien con tristeza. Es la frustración la que habla. Y, también, la nostalgia anticipada.

Con toda y su pena a cuestas, David ya tomó la decisión. Dice que le falta poco para juntar los cien mil pesos que le paga a su “pollero de confianza”. Y que en cuanto los junte, se va.

Le pregunto si no tiene miedo a los grupos de narcotraficantes, a la migra, a Trump. “Pos sí, señorita, pero más miedo le tengo a seguir de pobre y no ver ni para cuándo mejoraré, trabaje lo que trabaje”.

Me duele oír a David. Me duele saber que tiene razón. Me duele que mi país expulse por falta de esperanzas a mujeres y hombres en lo mejor de su vida productiva, que trabajan mucho, se esfuerzan mucho y aman mucho a su país.

Cuando nos despedimos nos abrazamos como si nos conociéramos de toda la vida. “Buen viaje, que encuentre usted lo que busca”, le dije. “Así será, señorita, se lo aseguro”.

Caminé al mostrador del aeropuerto con el alma descompuesta; con la tristeza de quien pierde algo valioso que no debía perderse.

Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com

*Periodista de Quintana Roo, feminista e integrante de la Red Internacional de periodistas con visión de género.

CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Cancún, QR.-  

Periodista iraní inicia campaña en Fb contra uso del velo



   “Hombres en hiyab” causa revuelo en redes sociales

En Irán, donde las mujeres son forzadas legalmente a cubrirse la cabeza y el cuello en público, muchos hombres se pusieron los hiyabs (velo que cubre estas partes del cuerpo) para protestar contra esta ley regresiva que limita la libertad de las mujeres de ese país, acciones que ya han ganado notoriedad en las redes sociales bajo el hashtag  #MenInHijab (Hombres en Hiyab), que tan sólo del 22 de julio a la fecha, cuenta ya con un millón de seguidores.
 
#MenInHijab fue iniciado por la periodista iraní Masih Alinejad, quien en 2014 abrió una página de Facebook llamada Mi Libertad Discreta (MSF, por sus siglas en inglés) para que las mujeres puedan compartir sus retratos y fotografías libres del hiyab.
 
“Nuestro bello Irán, tiene una ley muy fea. Pero nos manifestamos unidos, mujeres y hombres, contra el hiyab forzado”, publicó la MSF en su Facebook el 2 de agosto.
 
Las usuarias de esta página se manifestaron contra esta ley tomándose fotos en público (para publicarlas) con el cabello suelto y descubierto para desafiar a la “milicia de la moralidad”, llamada Basij en persa, que patrulla las calles de Irán y castiga a las personas que rompen leyes religiosas, explicó la organización.
 
Varias de estas leyes restringen la libertad de las mujeres. De acuerdo con investigaciones de la organización experta en el extremismo islámico, The Clarion Project, muchas prohibiciones legales, así como normas sociales y culturales, son impuestas a las mujeres de Irán, como la que señala que “en todos los lugares públicos, las mujeres deben llevar un hiyab y ropa holgada (por lo general un chador, o un abrigo suelto)”.
 
Esta ley es aplicada de manera estricta desde 1979 por la Basij, cuya milicia tiene sucursales en casi todas las ciudades y pueblos de Irán, informó The Clarion Project.
 
Aunque muchas iraníes y otras mujeres musulmanas usan la prenda voluntariamente, existe una gran cantidad de ellas que se oponen a la restricción de su libertad, y desde su inauguración, se han rebelado contra la ley que les impide vestirse libremente, indicó el centro de investigación estadounidense del Instituto del Medio Oriente (MEI, por sus siglas en inglés) en su página web.
 
Sin embargo, varias mujeres que se niegan a usar el hiyab en público, o lo usan incorrectamente (mostrando mucho cabello o cuello), son detenidas por la Basij y expuestas a ser atacadas con latigazos, quemadas con ácido o golpeadas, señaló MEI.
 
Cansados de las injusticias contra sus hijas, madres, esposas y amigas, muchos hombres de Irán se colocaron los hiyabs de ellas en sus propias cabezas, uniéndose así a la protesta digital contra la ley que castiga las libertades de las mujeres.
 
"Mi mensaje como un ser humano liberado es que todos los seres humanos deberíamos poder decidir por nosotros mismos como vestirnos”, dijo un iraní entrevistado anónimamente por el medio The Independent.
 
“Decidí apoyar a mi sobrina y ponerme el hiyab porque la verdad es que no me gustaría que nadie me quite mis libertades a mí. No puedo ser indiferente a la violación de las libertades de la mitad de mi gente”.



Imagen retomada de Facebook #MenInHijab
Por: Cristina Acuña Roeder
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 

Hay que detectar a posibles víctimas de trata



   DESENREDO
Por: Rosalinda Hernández Alarcón*

 A partir del 2013, Naciones Unidas definió el 30 de julio como el Día Mundial contra la Trata, delito que se expresa cuando una persona sin importar su edad es reducida a mercancía, se le niega su libertad al esclavizarla para obtener beneficios económicos y de otra índole. En Guatemala, esta problemática ha ocupado espacios en la agenda mediática a partir de las capturas de varios tratantes.

UNICEF y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG)** presentaron un reporte en el que aseguran que en este país hay 48 mil 500 víctimas directas con fines de explotación sexual y que las ganancias ilícitas generadas por este delito alcanzan los 12 mil 300 millones de quetzales (mil 640 millones de dólares).

Según la legislación guatemalteca, la trata tiene diferentes manifestaciones, entre ellas: la explotación sexual, los matrimonios y embarazos forzados, la promoción y la comercialización de pornografía infantil y de adolescentes, la explotación laboral, la mendicidad, los trámites ilegales de adopción. Estudios de esta problemática revelan que las principales razones por las que se esclaviza a personas son la falta de oportunidades económicas y sociales, las discriminaciones de género y edad, así como los contextos de violencia patriarcal e impunidad para que actúen los tratantes.

Niñas, niños y adolescentes son las principales víctimas de los delitos de trata, representan 57 por ciento del total. Este dato permite tener una idea de lo que ocurre, pero existe otra información casi secreta que proviene de madres preocupadas por sus hijas, quienes se encuentran en una situación de vulnerabilidad, pero lo desconocen, ignoran qué hacer y carecen de acompañamiento adecuado para impedir que sean tratadas.

Para poner en alerta a quienes tienen hijas adolescentes entre 12 y 17 años (rango de edad en el que se encuentra el mayor número de víctimas de trata), comparto un hecho recién conocido. Una adolescente de 13 de años faltaba con frecuencia a clases, decía que tenía un novio de 20 años a quien quería mucho y le invitaba a una formar parte de una pandilla “mara”. La reacción inmediata de la madre fue regañarla y darle uno que otro golpe para que siguiera estudiando, le quitó el celular y la llevaba a la escuela. El maestro de la joven y la directora de centro educativo público llamaron a la madre para decirle que se sentían amenazados por ese hombre (el novio de quien sólo conocen su primer nombre) y que para garantizar su tranquilidad, expulsaban a su hija. Ninguna acción ha sido emprendida por parte de la madre ni por el maestro contra el presunto tratante que intenta reclutar a la joven a un grupo delictivo. En lugar de identificarla como una potencial víctima, desde su hogar y escuela le están negando sus derechos a vivir libre de violencias, a la educación y a la seguridad por “ser novia de un marero”.

Es importante tener en cuenta que la trata de personas es un delito de acción pública, eso significa que el Estado de Guatemala está en la obligación de promover la persecución penal sin que nadie lo solicite, únicamente requiere tener conocimiento del hecho para iniciar el proceso hasta concluir y resolver el caso, impidiendo que los hechos queden en la impunidad.

**Trata de personas con fines de explotación sexual en Guatemala. Guatemala, 2016. Pág. 7.

* Periodista mexicana, residente en Guatemala y coeditora de la publicación feminista LaCuerda.

Imagen retomada del sitio imagenesactual.com
Cimacnoticias | Guatemala, Guate.-

Mujeres deportistas enfrentan desigualdad y brecha salarial



   Impulsa ONU Mujeres programa piloto deportivo en Río de Janeiro

 El Comité Olímpico Internacional (COI) y ONU Mujeres, impulsarán un programa para niñas y mujeres jóvenes de las zonas marginadas de Río de Janeiro, con el objetivo de mejorar sus oportunidades en y a través del deporte.
 
Pese a que las Olimpiadas de Brasil 2016 -que inician este 5 de agosto- contarán con 4 mil 700 mujeres (45 por ciento de todas las y los atletas que representaran a sus países en 305 eventos deportivos) aún hay mucho terreno por recorrer para llegar a la igualdad, indicó ONU Mujeres en un comunicado emitido esta semana.
 
“Las niñas y mujeres de todo el mundo reciben menos oportunidades, menos inversión, formación y seguridad cuando juegan deporte. Cuando lo hacen como atletas profesionales se encuentran con el techo de cristal y una brecha salarial sustancial”, abundó.
 
Por medio de un programa piloto llamado “Una victoria lleva a la otra” (One Win Leads to Another), la organización desea ayudar a niñas, adolescentes y mujeres atletas para alcanzar sus metas y poner en uso todo su potencial, primero en Brasil y luego en otras partes del mundo.
 
“El programa se basa en la capacidad de liderazgo de las adolescentes gracias a la formación deportiva de calidad, crea espacios seguros para las niñas y les da herramientas y conocimientos para romper las barreras sociales y en el acceso a servicios en caso de violencia”; también las capacita en temas económicos básicos, comunicó la organización.
 
“Al entrar en la adolescencia, las niñas se enfrentan a nuevos retos, tales como menos incentivos para desarrollar habilidades deportivas, menos autonomía sobre sus cuerpos, y la responsabilidad casi exclusiva para evitar el embarazo temprano, mientras que sus pares masculinos gozan de privilegios reservados a los hombres, entre ellos la autonomía, movilidad y poder”, señala One Win Leads to Another en un comunicado.
 
El programa tiene como meta reducir los estereotipos de género dañinos y las acciones asociadas con éstos, mejorar la autoestima de las participantes, así como su educación, salud, su cuerpo, su economía, su capacidad para el liderazgo, y su conocimiento sobre la prevención de la violencia.
 
De los resultados obtenidos en este programa piloto de Río de Janeiro, depende que se amplíe a otros estados y ciudades de Brasil.
 
Adicionalmente, 10 por ciento de las beneficiarias serán elegidas "campeonas" y durante su segundo año en el programa, podrán ayudar a los facilitadores como voluntarias en talleres para, finalmente, convertirse en facilitadoras de los programas, así como ejemplos de conducta para las más jóvenes.
 
One Win Leads to Another está basado en una iniciativa similar de la ONU llamada Programa Goal, el cual ayuda a 217 mil mujeres jóvenes y niñas en 25 países.
 
Dicho programa reveló que gracias al deporte y al apoyo que las jóvenes recibieron 89 por ciento de las participantes se reconocieron como líderes después del programa, dato relevante si se considera que el inicio de éste, únicamente 46 por ciento se consideraba así.
 
Otros datos interesantes es que 93 por ciento de niñas aprendió a identificar y reportar violencia en su contra, 79 por ciento aprendió cómo prevenir el embarazo y 99 por ciento de ellas se sintió segura para conseguir trabajo.
 
Para continuar con el programa en Río después de las Olimpiadas, y poder extenderlo a otros estados y ciudades brasileñas, se necesitan donaciones. Cualquier persona capaz y dispuesta a hacerlo, puede donar desde 7 a 500 dólares en la página donate.unwomen.org/girlswin
  Foto: cortesía ONU Mujeres
Por: Cristina Acuña Roeder
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 

Existen mujeres que usan el género para justificarse: Sara Sefchovich


La investigadora publica el ensayo El cielo completo, sobre el significado de ser escritora
Existen mujeres que usan el género para justificarse: Sara Sefchovich

Critica a las colegas plañideras, que piensan que su condición les permite vomitar sus penas sin problema

Aborda el reconocimiento a la literatura femenina, idea muy de dientes para afuera

Incluye un catálogo razonado de mexicanas y latinoamericanas y una breve antología

Foto
Como académica de la UNAM y feminista, la autora ha dedicado gran parte de su investigación a las mujeres en todas sus vertientes

Periódico La Jornada

A diferencia de lo que ocurría hace 40 años, las mujeres hoy tienen muchas más posibilidades de desarrollarse, no sólo en la vida cultural, sino en la política. No obstante, muchas se cobijan en esa situación para hacer cosas bastante malas y culpar al hecho de ser mujer para justificarse.
Así lo considera la socióloga e historiadora Sara Sefchovich (Ciudad de México, 1949), quien, en el terreno literario, llama plañideras a esas colegas que luego de tantas décadas siguen escribiendo como si el mundo no se hubiera modificado, como si ser mujer les permitiera vomitar todas sus penas sin el menor problema, sin corregir o intentar escribir bien, incluso sin tener ortografía. También las mujeres en el poder se cobijan en eso con el tema de las cuotas y hay quienes ocupan cargos sin necesariamente ser las más hábiles.
Como investigadora y académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero sobre todo como feminista, nadie mejor que la autora de País de mentiras (2008) para hablar del que ha sido el tema de su vida: las mujeres en todas sus vertientes.
Sefchovich ha observado de cerca durante cuatro décadas a escritoras, pero también a las mujeres en el poder o a las que están cerca de los hombres en el poder.
En su libro reciente, el ensayo El cielo completo: mujeres escribiendo, leyendo (publicado por Océano), presenta un panorama de lo que significa ser mujer y escribir desde esa perspectiva única, trabajo en el que, por ejemplo, se puede apreciar qué preocupaba a Rosario Castellanos y qué interesa hoy a Laura Restrepo, extremos opuestos, dice la autora.
Sin correcciones políticas
El volumen incluye un catálogo razonado de escritoras mexicanas y latinoamericanas y una breve antología, “porque son las menos conocidas; hay algunas de Argentina o Brasil que son las famosas, pero no tenemos recuperada completamente la historia de nuestras escritoras. Incluí además a las cronistas porque estoy convencida de que desde hace rato es el mejor género en el sentido literario, no sólo en cuanto a temas, sino a formas de escritura, explica en entrevista con La Jornada.
También dedicó un apartado a las que llama “escritoras sentidas, mis favoritas absolutas; ahí están Alfonsina Storni, Marguerite Duras, Elena Poniatowska, Virginia Woolf, Ruth Prawer Jhabvala, Anne Sexton, Sor Juana, Gabriela Mistral y Marguerite Yourcenar. A cada una dedico un capítulo de mi lectura y de los cambios que he tenido con respeto a ellas, porque se trata de textos que he escrito durante 40 años, los cuales hoy retomo y reviso.
Al hacer esta parte me di cuenta de que quité pasiones de mi vida: escritoras que idolatré ahora no están, y también explico por qué, con nombres y apellidos. En 40 años, evidentemente cambié, y escritoras a las que quise mucho hoy no me dicen nada. No será cultural ni políticamente correcto decir que Toni Morrison, quien ganó un Nobel, no me atrapa, pero así es.
En la cuarta parte del libro, la autora compara a algunas poetas y narradoras de varias nacionalidades y presenta “el inicio de un proyecto nuevo que tiene que ver con lo que significa el sufrimiento en la vida de las mujeres escritoras en términos colectivos: ¿qué pasa cuando se exilian, cuando hay un guerra, cuando se tienen que refugiar? A la escritura que se da en esas situaciones la llamo literatura desde los confines.
“También hablo de las escritoras ‘predicadoras’, que no me gustan, pues de repente se vuelcan no sólo a dar consejos, sino a cronicar a los escritores que son una fauna de un narcisismo bestial; eso no me interesa. Están además las que hacen sagas familiares, las que cuentan su vida y las que venden en serio, como Agatha Christie, Danielle Steel y Norah Roberts, despreciadas por las grandes teóricas y feministas, pero aquí digo que si cuatro millones de mujeres las leen en un año, algo les están diciendo, ¿y quién soy yo para decir, desde mis alturas de intelectual y estudiosa, que eso que tú lees es una porquería? ¿No que mucha democracia? ¿No que debemos dejar participar a los demás? Si esa literatura gusta a muchas mujeres quiero entender por qué.”
La autora de Demasiado amor (1990) también recuerda en este libro que cuando empezaron a tener éxito las mujeres escritoras “nos acusaron de ser light, de hacer una literatura baja en calorías, que no servía para nada, y llego hasta la actualidad, cuando ya es culturalmente correcto decir que las mujeres son muy importantes y hay que hacerles caso. Pero es puro discurso, pues ahí está el canon del siglo XX de Carlos Fuentes, y lo que espera para el siglo XXI, en el cual no está incluida ninguna mujer, habiendo en este continente escritoras como Clarice Lispector, Isabel Allende o Elena Poniatowska.
“Menciono la encuesta que hace años hizo la revista Nexos, que preguntó a sus lectores cuál era el mejor literato y ninguna persona mencionó a una mujer. Eso demuestra que es muy de dientes para afuera la idea de que las mujeres somos importantes.
“De todo esto habla El cielo completo, cuyo título tiene que ver con lo que decía Confucio: las mujeres constituyen la mitad del cielo. Pero no se puede sostener sólo la mitad del cielo o el techo de una casa, porque si no, se cae. Es decir, o le entramos todos a detener el cielo, llámese México, literatura o violencia, o se nos cae encima todo. No nos podemos quedar sentados mirando a la otra mitad, o al gobierno o al Ejército, esperando que lo resuelvan. La vida debe ser algo donde todos estemos comprometidos”, concluye Sefchovich.

Stephanie y Claudia… Dos feminicidios más…


FRIDAGUERRERA/LA COLUMNA ROTA


Foto tomada de redes; Claudia, conócela
No, no sé quién eras, ni siquiera pienso, me dueles tanto, porque al verte a ti, estoy viendo las dolorosas muertes de la mayoría de nosotras.

Claudia Macías de 38 años, madre de cuatro, vivía en el Estado de Chihuahua, descrita por la prensa local, como una mujer trabajadora que solo quería sacar adelante a sus hijos de 19, 7, 6 y 3 años, una mujer como muchas que existen en México que día a día salen a laborar para ganar algo que les permita sobrevivir, Claudia como muchas de nosotras quería mejorar la vida de sus hijos, enseñándoles a luchar por lo que querían y que con esto aprendieran que nadie se los va a dar solo ellos.

A Claudia, se le observa una sonrisa franca en la única foto que tres medios locales publicaron, de cabello largo, sus ojos dejan una sensación de soledad, no, no era guapísima, era bella, era una mujer buscando ser feliz.

Claudia, también como la mayoría de los seres humanos buscaba una pareja, un hombre que la acompañara, no que la mantuviera porque Claudia, sabía trabajar toda su vida lo hizo, solo pretendía encontrar a aquel que se compartiera con ella, que la tomará de la mano y la acompañara en este sinuoso viaje que es la vida llena de bemoles, y que en compañía es más agradable vivirla.

Sin embargo, las parejas de Claudia no eran las ideales, los hombres que llegaron a su vida la maltrataban física y psicológicamente, logrando con esto que ella se alejara y siguiera su vida siempre sobreviviendo.

Alonso, su última pareja le dio varios disparos en el pecho, en la madrugada del 1 de agosto, después la llevo a la Cruz Roja y ahí la dejó abandonada momentos después Claudia, dejó de existir, con todo el dolor de saber que esta vez no logró alejarse a tiempo, seguramente con la carga y el sufrimiento de dejar en la orfandad a sus 4 hijos.

Stephanie Magón Ramírez, de 24 años, madre de un pequeño, casada en Cali Colombia, llegó a la Ciudad de México, en el mes de abril, buscaba tener más trabajo, era modelo y además estaba estudiando comunicación social en su país de origen, vio a México como el trampolín para llegar a pasarelas internacionales.

Stephanie, era muy hermosa, y se puede observar en las decenas de medios nacionales que han mostrado sus fotografías, incluso existe un video en el periódico reforma donde se observa en todo su esplendor la belleza de Stephanie.

Luego de haber trabajado la madrugada del sábado fue vista según algunos medios digitales en mal estado, la última vez que la vieron con vida fue a las 5 de la mañana del sábado 30 de julio, una hora después la encontraron desnuda, con varios golpes, muerta en la calle, en un primer momento se dijo que fue asesinada, en otro que se “cayó” del edificio.

Dos dolorosas muertes, que se siguen sumando a la interminable lista de feminicidios o “asesinatos de mujeres” en este país de la impunidad, donde por un lado el Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, asegura que ni una muerta más en un discurso bastante convincente.  El pasado 8 de julio, declaró "exhortó a los procuradores y fiscales estatales de todo el país a atender de manera prioritaria los delitos de violencia de género, e incluso a investigar como feminicidio cualquier muerte de mujeres que no sea accidental."

Como discurso es bueno, sin embargo, los feminicidios no se detienen, a diario son asesinadas entre ocho a cuatro mujeres, y el discurso bien gracias, y la empatía de parte de las autoridades solo se logra si nos "hincamos" frente a ellos.

Hace mucho dejó de preocuparme la falta de acción de estos personajes, pero me vuelve a sorprender la respuesta de la sociedad y de los medios de comunicación.

¿Por qué?... Seguramente usted no se detiene a leer todos los días las notas rojas en todo el país para intentar solo como ejercicio detectar los feminicidios diarios que existen, no, porque esas notas lo único que arrojan son asesinatos de "malandros y de gente que se lo merecía".

En este texto intento hacerle extensivo mi sentir; prácticamente todo el país sabe del asesinato de Stephanie, pero no del feminicidio de Claudia. Y el cuestionamiento vuelve a ser el mismo, por qué nos inclinamos en denunciar solo algunos casos, por qué nos soslayamos solo en mostrar nuestra indignación selectivamente.

La fama, o la ocupación, la nacionalidad, el estatus económico, hasta el aspecto físico, no determinan, quien debe o no ser "publicada" en grandes medios de comunicación, tampoco determina si debemos mostrar o no nuestra indignación en algunas y dejar invisibles al resto.

¿Se imagina usted lo dignificante que sería escribir sobre las historias de vida de todas las mujeres que han sido asesinadas en México?, visualizarlas, dignificarlas, y dejar de ser selectivos.

Me duele la muerte de Stephanie, la de Claudia, Karina, Monserrat, Leticia, Karla, Rocío, Verónica, María, Diana, Guadalupe, Patricia, Dolores... De las decenas de desconocidas y con todas deberíamos de exigir esclarecer sus asesinatos.

No, no creo la versión de que Stephanie se cayó sola, es muy fácil para las autoridades desestimar su asesinato, así como es increíble que la Fiscalía General de Chihuahua, declarará que, “la ahora occisa había sido víctima de maltratos físicos y psicológicos por parte de los padres de sus cuatro hijos”.  Si ellos lo sabían ¿por qué no hicieron nada por Claudia?
Es necesario que aprendamos que todas somos mujeres, que a cualquiera nos pueden asesinar y sí, mi locución ya suena repetitiva, pero es la verdad, no logramos entender que su hija, su hermana, su madre, su esposa, su amiga, vecina o enemiga, pueden ser Stephanie, o Claudia, que pueden ser encontradas asesinadas tiradas en la calle, o, asesinadas por sus parejas.
¡BASTA YA!… no podemos seguir solo denunciando algunos casos, cuando hay cientos, debemos entender que tenemos la urgente necesidad de visualizarlas, y exigir que pongan ya un alto a tanta crueldad contra las mujeres.
No conocí a Claudia, ni a Stephanie, solo sé que son mujeres, que algún sujeto las mató y de una manera sádica e inhumana.
Ya me cansé México… Ya me cansé de que sigamos tan impávidos y siendo cómplices silenciosos de tanta impunidad.

agosto 2016



@FridaGuerrera
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Verónica Villalvazo
http://fridaguerrera.blogspot.com
solo cuento con mis ojos y mi mente son las herramientas  que uso para trabajar

PGR responsable de la acusación, se niega a reparar a víctima



   ENTREVISTA
  Jacinta, una década de esperar justicia

Jacinta Francisco Marcial en su casa en entrevista con Cimacnoticias 

 La casa de Jacinta Francisco Marcial, una otomí madre de cinco hijos y abuela de ocho nietos, siempre está cerrada, pero cada tanto se abre para recibir lo mismo a universitarios que quieren hacer una tarea, que a periodistas que van a entrevistarla, o simplemente personas que pasan a conocerla.
 
Jacinta trata de recibir a sus visitantes en su casa, ubicada a la orilla de la carretera que va del municipio de Amealco de Bonfil, en Querétaro, a la Ciudad de México, pero no siempre puede hacerlo porque toda la semana está trabajando. En época de calor vende aguas frescas, paletas y helados; y en época de frio todo tipo de dulces y frituras.
 
Casi desde que era niña, esta mujer de apenas un metro y medio de estatura, se ha dedicado a la venta, solamente interrumpió su oficio en 2006, cuando la Procuraduría General de la República (PGR) la acusó de secuestrar a seis policías de élite de la entonces Agencia Federal de Investigación (AFI), una acusación que la llevó a recibir una sentencia de 21 años de prisión, de los cuales pasó 37 meses.
 
Jacinta conversó con Cimacnoticias sobre los aprendizajes de este capítulo en su vida, mientras permanecía sentada en el amplio patio de su casa con cuartos de ladrillo, sin decoración, un hogar que todavía sigue construyendo y en el cual habita desde hace unas tres décadas, cuando se casó. 
 
Rodeada de plantas y árboles de pera y durazno, con su cabello trenzado y vestida con blusa de cuello de pliegues y falda de tela satinada –el traje típico otomí– Jacinta aún se esfuerza por expresarse en español y no en su lengua materna.  A 10 años de su detención -que se cumplen hoy 3 de agosto- todavía le cuesta hablar.
 
Mientras conversa, trata de hilvanar el significado de palabras como “secuestro”, “careo”, “discriminación” o “reparación del daño”, apenas puede pronunciarlos y más aún entenderlos, los escuchó durante tantos años, que ahora busca darles sentido.
 

UNA DÉCADA DESPUÉS   Jacinta es sencilla, con su rebozo puesto, sonríe fácilmente, ella nunca ha tenido un arma en sus manos, tampoco sabía lo que era “retener” a una persona, comprendió lo que eso significa hasta que llegó a la prisión.   Todo comenzó el 26 de marzo de 2006, cuando elementos de la entonces AFI, sin identificarse y sin portar uniforme, hicieron un operativo en el tianguis de la plaza de la comunidad de Santiago Mexquititlán, en el municipio queretano de Amealco de Bonfil.    Ese día, los policías despojaron a varios comerciantes de sus mercancías, alegando que se trataba de “piratería”, pero la gente protestó por la ilegalidad del decomiso. Ante la ira ciudadana, los policías se comprometieron a pagar por los destrozos y se retiraron para ir por dinero.   Mientras esto sucedía, los policías pidieron a un compañero que se quedara en lugar como prueba de que estaban dispuestos a regresar con el pago de los destrozos. Horas más tarde volvieron para negociar con la comunidad. Al final se retiraron sin más incidentes.   Jacinta se mantuvo ajena a la situación. Narra que en ese momento estaba vendiendo aguas frescas en el tianguis pero no cerca de los policías. Fue hasta la tarde, cuando los elementos policiacos regresaron a la comunidad, supuestamente para pagar los daños, que ella fue a la farmacia y se acercó a donde estaba, dice, “el alboroto”. En ese momento un periodista tomó una fotografía y el rostro de Jacinta quedó en la imagen.    El 3 de agosto de 2006, (4 meses después de los hechos) cuando parecía que todo había quedado en una anécdota, la indígena fue detenida por el delito de secuestro. La prueba para acusarla fue justamente esa imagen que se publicó en un periódico. Ahí aparecían ella, Alberta y Teresa – otras dos indígenas también acusadas de secuestro– en medio de un mar de gente.   
Alberta Alcántara Juan y Teresa González Cornelio | CIMACFoto: César Martínez López

Al tratar de reconstruir aquel hecho Jacinta recuerda que ese día salió temprano para recorrer su barrio e invitar a la gente de la comunidad a ir a la peregrinación que cada mes de octubre sale de Querétaro rumbo a Atotonilco, en Guanajuato. Como ferviente católica, desde muy joven participa en las peregrinaciones de su comunidad. 
 
“Ese día llegaron ellos. En la tarde, como a las seis de la tarde, venía de regreso a la casa. Cuando llegué estaba una señora y un señor en la puerta de afuera. Estaban platicando con mi esposo y mi hija. Cuando llego, se voltea la señora y me dice que si era la señora Jacinta y le dije que sí, cuando le dije que sí, va y me agarra fuerte de acá arriba (de la cabeza) y me voltea a ver”.
 
Esas personas que no se identificaron, le dijeron que debía ir a declarar “algo”. Confiada en que no había hecho nada, ella y su esposo Guillermo acompañaron a las dos personas. 
 
“Cuando iba caminado ningún carro estaba ahí, pero cuando yo llego (la mujer) me empuja, me voltea y ya estaba un coche y me meten ahí. No me dejaba alzar mi cabeza ni nada. Y me dice ¿tú eres la señora Jacinta? y le dije que sí. ¿Qué hiciste hace poquito tiempo? (preguntó la mujer) Dije, pues vámonos yo no he hecho nada”.
 
Jacinta y su esposo subieron a la parte trasera del auto y las otras dos personas iban adelante; mientras la mujer manejaba le dijo que nada más iba a declarar y ellos la iban a regresar a su casa.
 
“Yo no tenía miedo porque sabía que no había hecho nada”, recuerda Jacinta. Lo que no sabía es que era trasladada al Juzgado Cuarto de Distrito del estado.
 
Cuando llegaron al lugar, su esposo se quedó afuera y a ella le pidieron que pasara. Al entrar vio que algunas personas estaban cenando y ante la indiferencia del personal lo único que hizo fue sentarse a esperar a que alguien le hiciera las preguntas. Eso nunca pasó.
 
“Llegando allá en Querétaro, ya estaban las otras dos muchachas (Alberta y Teresa, que vendían discos de música), preguntaron ‘por qué te trajo si tú no vendías lo que nosotros vendíamos’, pues no pero también me trajeron, dijeron que nada más iba a declarar y me iban a regresar”.
 
La promesa tampoco se cumplió porque minutos después fueron exhibidas ante los medios de comunicación queretanos, para enseguida, trasladarla al Centro de Readaptación Social de San José El Alto, el lugar donde estuvo recluida tres años y casi dos meses.
 
LA FE Y EL ESFUERZO   Madre y abuela, Jacinta es una mujer famosa desde antes de pisar la cárcel. Es conocida como “la de los helados y paletas”, un oficio que hace un par de años, todavía fabricaba en los barriles donde la nieve se hace mezclando sal y hielo picado y dando vueltas y vueltas al barril hasta que se tiene el producto final.   Hoy ya tiene una máquina para preparar el helado, incluso tiene su negocio en su casa. Aunque ese local lleva el nombre de “JaciMemo”, la mezcla de su nombre y el de su esposo, en realidad el negocio es de sus hijos, y por eso dice que no le gusta que le tomen fotografías frente a ese lugar.   Sobre su vida después de la cárcel abrevia: “Desde que salí (es) igual, sigo trabajando en lo mismo, como antes”. Así resume su vida, como si no tuviera nada que contar.   No dice más porque considera que siempre hace lo mismo: de lunes a viernes va a la escuela primaria a vender paletas y helados a la hora del recreo, una vez que termina lleva su carrito a la secundaria para vender a la hora de la salida; además los domingos vende aguas frescas en el tianguis de Santiago Mexquititlán.   Además de su actividad como vendedora es conocida como una de las organizadoras de las multitudinarias peregrinaciones que cada año van a Atotonilco, en Guanajuato, y a la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México. Hace unas semanas estuvo en la capital por ese motivo. En los pueblos de la región hay comités organizadores, en el suyo ella es parte de las responsables.  
Jacinta en la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México, en 2014 | CIMACFoto: César Martínez López

Su fe comenzó desde niña, cuando su madrastra iba a las peregrinaciones a Atotonilco, “ella nos llevó para que supiéramos como es, entonces de ahí empecé a ir. Luego tenía a mis hijos y ya no iba hasta que ya estaban grandecitos”.
 
Cuenta que por ahí de 1997, una de sus hijas la acompañó en su recorrido, juntas caminaron durante ocho días desde la capital queretana hasta llegar a la Ciudad de México. Desde entonces, cada año participa, sólo dejó de asistir durante los tres años que estuvo encarcelada. Cuando la gente de su parroquia supo de ello, nadie lo podía creer.
  DISCRIMINACIÓN POR ETNIA   Desde que entró a la cárcel de San José El Alto, Jacinta fue despojada de su identidad, no pudo vestirse con la ropa otomí, la de colores vivos y amplias faldas que tanto le gusta lucir, tuvo que usar pantalón, pero la ropa era lo de menos, fue obligada a hablar español.   Fue hasta que llegó a la cárcel cuando se enteró que estaba acusada de secuestro, las propias internas le informaron de su situación.   “Las otras compañeras me dicen si es cierto que secuestramos a seis agentes federales. Digo no, ellos llegaron a recoger no sé cómo se llama (piratería), llegaron a hacer eso. A mí me trajeron pero yo no vendía eso”.   Todavía recuerda aquella conversación con una de sus compañeras de celda:   --Si pero no salió eso, salió que ustedes secuestraron seis agentes. ¿Saben qué es un secuestro?   --No.   --Un secuestro es cuando tú detienes una persona, la encierras, no la dejas que salga, eso es un secuestro.  
Jacinta Francisco en entrevista con Cimacnoticias | CIMACFoto: César Martínez López

Durante los primeros días en la cárcel no tuvo miedo de lo que le decían hasta que una interna le dijo: “El delito de secuestro es muy grave, es el delito más grave de todos. Yo vengo por homicidio y más fácil que me vaya yo que tú”. Entonces empezó a dudar de su liberación.
 
Los domingos y los miércoles recibía las visitas de su familia quienes le contaban que nadie quería ayudarla porque se trataba de un delito muy grave y además porque lo hizo contra el gobierno.
 
Así pasaron dos años sin que tuviera más información, y es que al hablar otomí y entender poco el español ni siquiera podía comprender lo que un funcionario le dijera. 
 
--¿Alguna vez vio a los policías que la acusaron? le preguntaban.
 
--“No”, respondía. Y aunque pedía hablar con ellos su familia le decía: “¿cómo vas a carear con ellos? no vas a ganar porque tú no sabes hablar nada y no les vas a entender”. Y aunque el juez citó a los policías en varias ocasiones, los presuntos agraviados nunca se presentaron. 
 
Durante 2 años su esposo y sus hijos se movilizaron para buscar un abogado y luego para viajar a la Ciudad de México y pedir asesoría del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) que junto con el Centro Fray Jacobo Daciano, asumieron su representación legal en diciembre de 2008.
 
El 19 de diciembre de 2008 Jacinta fue condenada a 21 años de prisión y a dos mil días de multa, equivalentes a 91 mil 620 pesos. Un mes después Alberta y Teresa fueron condenadas a la misma pena pero en abril de 2010 lograron salir de prisión por una resolución de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
 
Acostumbrada a no guardar fechas ni acontecimientos en la memoria Jacinta dice: “ahorita si pienso tres años y dos meses, si es mucho tiempo. En ese tiempo fue como dos, tres días pero fue mucho tiempo ¡tres años!”.

Obtuvo su libertad después de la intervención de sus abogados y una intensa campaña donde se logró una recomendación del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali) dirigida al Juez Cuarto de Distrito de Querétaro por no brindar un intérprete; y otra de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) dirigida a la PGR. 

El 16 de septiembre de 2009 Jacinta obtuvo su libertad | CIMACFoto: César Martínez López

LECCIÓN DE VIDA
 
Como resultado del litigio de sus abogados, un tribunal unitario ordenó reponer el procedimiento y en medio del escándalo mediático la PGR decidió presentar conclusiones no acusatorias en su contra. El 16 de septiembre de 2009 obtuvo su libertad. 
 
Luego de su paso por la prisión quedaron enseñanzas. “Aprendí de los abogado particulares, dicen que van a apoyar, el abogado particular nada más te quita dinero, ahí aprendí eso. Y cosas que no sabía hacer como el deshilado, las manualidades, bordar listones en cojines o en servilletas y manejar una máquina de coser de esas que usan en los talleres grandes porque yo nunca había agarrado una”.
 
Ahora puede comunicarse con más facilidad en español pero sigue hablando su lengua. “De a poquito iba aprendiendo a través de las compañeras. Me costó mucho trabajo porque había cosas que yo no entendía nada, ellas tenían paciencia de explicarme o de decirme qué significaba esas palabra o cómo se hablaba esa palabra que yo no entendía y me decían cómo debía de ser”.
 
En este camino también hubo episodios negativos, se perdió las celebraciones de la familia, los buenos momentos de los hijos, las anécdotas de los nietos, las peregrinaciones de tres años y además vivió el maltrato de custodias e internas. 
 
 “De lo malo creo que nada más de las compañeras que son ¿cómo le dicen?... discriminación. Hay compañeras que tenían tiempo allá, que ya conocían, sabían. En la primera noche que paso con las otras, había una que decía que no le gustaba que le metieran unas indias, no le gustaba que me quedara con ellas porque estaba acostumbrada a estar sola”.
 
A una década de aquella experiencia hoy es una mujer más consiente, sabe de las protestas del magisterio y de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Raúl Isidro Burgos en Iguala, en septiembre de 2014. Se interesa por estar informada porque a su casa siguen llegando visitantes que tienen un hijo o un familiar en la cárcel y que le piden un consejo.
 
Así pasa su tiempo, entre sus reuniones con la feligresía, vendiendo paletas o bordando servilletas y fajas. A la par, ella y sus abogados pidieron la reparación del daño a la PGR pero la instancia se ha negado en dos ocasiones, primero en 2012 y luego un año más tarde, siempre alegando que no hubo pruebas suficientes para acusarla pero que sí cometió un delito.
 
En esta nueva cruzada judicial, el jueves 19 de mayo de este año, el Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito confirmó la sentencia que en mayo de 2014 dictó el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa (TFJFA) cuando ordenó a la Procuraduría General de la República (PGR) indemnizar y reconocer públicamente la inocencia de la indígena otomí.

Jacinta Francisco acudió al Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa para escuchar el fallo a su favor | CIMACFoto: César Martínez López
 
A la fecha, Jacinta está a la espera de que se haga realidad esa disculpa y aunque no entiende bien el término sabe que eso no puede resarcir tres años de cárcel. “No le entiendo bien cómo es eso pero estaría bien pues la gente sabe que no es cierto (la acusación). Muchos me creyeron, saben que no fue cierto, pero si es necesario”, refiriéndose a la reparación.

CRONOLOGÍA DEL CASO  
| CIMACFoto: César Martínez López, enviado
Por: Anayeli García Martínez, enviada
Cimacnoticias | Amealco, Qro