8/06/2016

Hay que detectar a posibles víctimas de trata



   DESENREDO
Por: Rosalinda Hernández Alarcón*

 A partir del 2013, Naciones Unidas definió el 30 de julio como el Día Mundial contra la Trata, delito que se expresa cuando una persona sin importar su edad es reducida a mercancía, se le niega su libertad al esclavizarla para obtener beneficios económicos y de otra índole. En Guatemala, esta problemática ha ocupado espacios en la agenda mediática a partir de las capturas de varios tratantes.

UNICEF y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG)** presentaron un reporte en el que aseguran que en este país hay 48 mil 500 víctimas directas con fines de explotación sexual y que las ganancias ilícitas generadas por este delito alcanzan los 12 mil 300 millones de quetzales (mil 640 millones de dólares).

Según la legislación guatemalteca, la trata tiene diferentes manifestaciones, entre ellas: la explotación sexual, los matrimonios y embarazos forzados, la promoción y la comercialización de pornografía infantil y de adolescentes, la explotación laboral, la mendicidad, los trámites ilegales de adopción. Estudios de esta problemática revelan que las principales razones por las que se esclaviza a personas son la falta de oportunidades económicas y sociales, las discriminaciones de género y edad, así como los contextos de violencia patriarcal e impunidad para que actúen los tratantes.

Niñas, niños y adolescentes son las principales víctimas de los delitos de trata, representan 57 por ciento del total. Este dato permite tener una idea de lo que ocurre, pero existe otra información casi secreta que proviene de madres preocupadas por sus hijas, quienes se encuentran en una situación de vulnerabilidad, pero lo desconocen, ignoran qué hacer y carecen de acompañamiento adecuado para impedir que sean tratadas.

Para poner en alerta a quienes tienen hijas adolescentes entre 12 y 17 años (rango de edad en el que se encuentra el mayor número de víctimas de trata), comparto un hecho recién conocido. Una adolescente de 13 de años faltaba con frecuencia a clases, decía que tenía un novio de 20 años a quien quería mucho y le invitaba a una formar parte de una pandilla “mara”. La reacción inmediata de la madre fue regañarla y darle uno que otro golpe para que siguiera estudiando, le quitó el celular y la llevaba a la escuela. El maestro de la joven y la directora de centro educativo público llamaron a la madre para decirle que se sentían amenazados por ese hombre (el novio de quien sólo conocen su primer nombre) y que para garantizar su tranquilidad, expulsaban a su hija. Ninguna acción ha sido emprendida por parte de la madre ni por el maestro contra el presunto tratante que intenta reclutar a la joven a un grupo delictivo. En lugar de identificarla como una potencial víctima, desde su hogar y escuela le están negando sus derechos a vivir libre de violencias, a la educación y a la seguridad por “ser novia de un marero”.

Es importante tener en cuenta que la trata de personas es un delito de acción pública, eso significa que el Estado de Guatemala está en la obligación de promover la persecución penal sin que nadie lo solicite, únicamente requiere tener conocimiento del hecho para iniciar el proceso hasta concluir y resolver el caso, impidiendo que los hechos queden en la impunidad.

**Trata de personas con fines de explotación sexual en Guatemala. Guatemala, 2016. Pág. 7.

* Periodista mexicana, residente en Guatemala y coeditora de la publicación feminista LaCuerda.

Imagen retomada del sitio imagenesactual.com
Cimacnoticias | Guatemala, Guate.-

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