Además del impuesto rosa y la brecha salarial de género, las mujeres en el mundo deben enfrentarse a una compra obligatoria, que son los productos para la menstruación. En México, un paquete de toallas femeninas tiene un rango de precios que va de los 24 a los 80 pesos, dependiendo de casi diez diferentes opciones que se ofrecen en todos los aparadores de los supermercados.


Ciudad de México, 14 de septiembre (SinEmbargo).- ¿Qué puede hacer una mujer con 36 mil pesos? Algunas consideran que es poco, pero otras piensan que puede servir para comprar ropa a sus hijos, algo para su casa o para iniciar un negocio. Otras simplemente ven la oportunidad de pagarse un gusto, como ropa o un viaje. Sin embargo, esa cantidad de dinero es el aproximado que una mujer promedio en México gastará en productos para su menstruación durante su vida reproductiva.

Al menos en las últimas dos décadas, en países como Estados Unidos y Argentina se ha logrado colocar el tema del acceso a los productos básicos para la menstruación como toallas femeninas o tampones, ya sea entregándolos de manera gratuita en escuelas y cárceles o al menos quitándoles el IVA, pero en México apenas se encuentran dos puntos de acuerdo en el Congreso que no prosperaron.
Mientras, una mujer desde los 10 años –edad en la que aproximadamente llega la primera menstruación– se enfrentará a un aparador en un centro comercial en el que podrá escoger, entre más de diez marcas y más de 30 productos, la toalla o tampón que le ofrezca mayor absorción y mayor protección de olores; tendrá que comprar toallas para el día, para la noche, pantiprotectores “diarios”.
En México, un paquete de toallas femeninas tiene un rango de precios que va de los 24 a los 80 pesos. Foto: Shutterstock.
De acuerdo con los precios actuales del mercado, una mujer gastará en estos productos 34 mil 480 pesos y la cantidad llega a los 36 mil pesos si se le suma la compra de medicamentos para combatir los cólicos menstruales.
Este gasto básico, ya que no es decisión de la mujer comprarlos o no, profundiza problemas como la brecha salarial de género y prácticas como el “impuesto rosa”, que es el sobreprecio de un producto que se ofrece con características “para mujer”.
También es un tema de acceso a derechos, de acuerdo con expertas en el tema, ya que la suma se incrementa por las características de los hogares, por ejemplo, si una familia está conformada por cuatro o cinco integrantes y hay al menos tres mujeres que menstrúan, el gasto anual puede llegar a los 8 mil pesos en promedio por año.
Para la economista Andrea Piña, el que las toallas y tampones sean productos que una mujer debe comprar sí o sí, es motivo para quitarles el impuesto que hoy tienen porque el gobierno no debe recaudar dinero por la venta de esos artículos básicos.
“En algunos países se ha intentado legislar o se ha propuesto que estos productos se entreguen de manera gratuita en escuelas, pero va lento. En 2015 se dieron algunas protestas, pero es un proceso que va lento, también porque es un tema, el de la menstruación e higiene femenina, del que casi no se habla. Entonces no es una de las prioridades en materia fiscal cuando el quitarle el IVA beneficiaría a las mujeres más pobres”, comentó en entrevista con SinEmbargo.
En este sentido, Violeta Rodríguez de Villar, Investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo que los 36 mil pesos de gasto menstrual es una cantidad que muchas veces muchas mujeres no tienen en toda su vida, sobre todo las que están en condiciones de pobreza y marginación.
De acuerdo con los precios actuales del mercado, una mujer gastará en estos productos 34 mil 480 pesos y la cantidad llega a los 36 mil pesos si se le suma la compra de medicamentos para combatir los cólicos menstruales. Foto: Ilse Huesca, Cuartoscuro.
“En la medida en que afectamos su capacidad de consumir los productos de necesidad básicas, estamos afectando su bienestar […] Se profundiza por la vía del mercado la discriminación hacia la mujer y no se puede decir que es decisión de la mujer comprar aquellos productos que corresponden a su género. No es una decisión, tiene que comprarlos porque cubren su necesidad básica. Es una discriminación muy profunda. No se ha establecido ni se tiene pensando ningún mecanismo de política pública para combatir esto”, señaló.
MENSTRUACIÓN Y LEYES MASCULINAS
En un sondeo realizado por SinEmbargo en la Ciudad de México, la mayoría de las mujeres dijeron desconocer una alternativa a las toallas femeninas o a los tampones, pero todas coincidieron en que sí se debería impulsar una ley que al menos le quite el impuesto a esos productos que se utilizan cada mes.
Sally Santiago, investigadora en Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), especializada en el tema de menstruación, este gasto obligatorio no se toma en cuenta si no se vive, por lo que se puede hacer una crítica directa a los hombres tomadores de decisiones.
“¿Por qué en las leyes no se habla de menstruación? Sí tiene algo que ver que sean hombres lo que ocupan estos cargos de decisión y como no les pasa, evidentemente no van a pensar que es un problema. Si de por sí la menstruación es un tema silenciado en tanto es considerado un tabú o algo sucio y no se habla de eso en cualquier espacio, se queda como un tema muy personal y no trasciende a algo más público o político”, precisó.
En los registros se encontraron dos puntos de acuerdo presentados uno a la Cámara de Diputados y otro a la de Senadores, ambos por integrantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD), pero no prosperaron. Fuera de eso no hay ninguna iniciativa que busque la reducción del precio.

“En México, no hay una reflexión sobre el impuesto que se cobra exclusivamente a las mujeres por el consumo de las toallas sanitarias y los tampones; en el sentido, es importante reflexionar si se debe de reducir el porcentaje del pago al impuesto sobre el valor agregado (IVA) o si estos productos deben de estar exentos del pago de dicho impuesto”, señala uno de esos puntos de acuerdo presentado en 2016 por Angélica de la Peña.
Al menos en las últimas dos décadas, en países como Estados Unidos y Argentina se ha logrado colocar el tema del acceso a los productos básicos para la menstruación como toallas femeninas o tampones, pero en México apenas se encuentran dos puntos de acuerdo en el Congreso que no prosperaron. Foto: Cuartoscuro.
Otro de los aspectos que señaló la investigadora de la UAM, fue el hecho de que no basta con que más mujeres ocupen puestos de poder, sobre todo cuando ahora se presume la “paridad de género” en el Congreso, ya que se trata de un tema que debe abordarse desde una perspectiva feminista, “no es solo pensar que las mujeres menstrúan, sino también hablar de la brecha salarial, la clase social […] evaluar si se pueden entregar toallas gratuitas en ciertos lugares, o pedir incapacidad laboral por menstruación, etcétera. Eso no se logra solo teniendo mujeres en el Congreso”.
A la par, la oferta de productos para la menstruación sigue en aumento y en consecuencia las necesidades de la mujer y el dinero que tiene que ocupar en satisfacerlas.
“Desde que empezamos a menstruar aprendemos una serie de comportamientos y códigos que nos dictan que hay que esconderla, que no se habla de ella, que si se va al baño escondas la toalla. Eso es la etiqueta menstrual, son los comportamientos para mantener la menstruación oculta de la mirada pública y sobre todo de la mirada masculina. Y cuando nos encontramos en los aparadores estos productos que resuelven el problema, que es la menstruación, ofrecen que no se va a notar, que no va a oler, que nadie se dará cuenta. La misma publicidad es la que nos lleva a este comportamiento impulsivo de que “nadie lo tiene que ver”, pero ocultas lo que sale de tu cuerpo, de tu sexo. Desde ahí estamos estigmatizando las cosas, nuestro aparato reproductor en sus funciones”, explicó Santiago.
Diversos estudios ya abordan los problemas ambientales y de salud que provocan estos productos de los que las mujeres dependen. Un artículo de  Wendee Nicole, titulado “Un interrogante para la salud de las mujeres.
Sustancias químicas en los productos de higiene femenina y en los lubricantes personales” publicado en la revista científica Salud Pública de México, señala que solamente en Estados Unidos, las mujeres gastan más de 2 mil millones de dólares al año en productos de higiene femenina que incluyen tampones, toallas sanitarias, duchas femeninas, desodorantes femeninos en aerosol, talcos y toallas húmedas personales, “pero hasta hace poco casi no había investigación sobre la manera en que las sustancias químicas de estos productos pueden afectar a la salud de las mujeres”.
De acuerdo con la investigación, los productos de higiene femenina pueden utilizar ingredientes de los cuales se sabe o se sospecha que contienen sustancias químicas disruptivas del sistema endocrino, carcinógenos o alergénicos.
“El síndrome de shock tóxico sigue siendo una de las consecuencias sobre la salud mejor conocidas de los productos de higiene femenina. Los casos, los cuales puede ser mortales, alcanzaron su máximo más o menos al mismo tiempo en que los fabricantes comenzaron a utilizar cuatro productos sintéticos en los tampones de alta absorbencia”, agrega.
Diversos estudios ya abordan los problemas ambientales y de salud que provocan estos productos de los que las mujeres dependen. Foto: Shutterstock.
Otro estudio, este elaborado por la International Multi-Conference for Engineering, Education, and Technology, menciona que se ha determinado que en algunos de los ingredientes que conforman los tampones y demás utensilios usados por las mujeres en su ciclo menstrual encontraron pesticidas, tintes y dioxinas, las cuales han sido identificadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como Contaminantes Orgánicos Persistentes, “unas sustancias altamente tóxicas, que tienen una lenta degradación física, química y microbiológica, y que se acumulan en los tejidos grasos […] Los productos de higiene femenina pueden cambiar el PH vaginal que normalmente es de 4.5, y es importante para mantener el ambiente vaginal inmune saludable. Los cambios de pH producidos por algunos productos afectan la composición de la microflora normal de la vagina, la cual es esencial para protegerla contra infecciones”.
Según la revista estadounidense, Environmental Health Perspectives, los químicos que se encuentran en estos productos podrían provocar cáncer, trastornos neurológicos, parkinson, desequilibrio hormonal o riesgo de síndrome de shock tóxico.