12/05/2018

Símbolos y rituales en la Cuarta Transformación



Si Fox visitó la basílica para rezar a la virgen de Guadalupe previo a su toma de protesta en el Congreso, AMLO decidió acudir a la zona arqueológica de Palenque (lugar por demás emblemático en el que iniciará la construcción del Tren Maya, mismo que ha despertado polémica entre las comunidades, “beneficiadas”), lo hizo para cargarse de energía acompañado por su esposa y el cantautor cubano Silvio Rodríguez que recitó al poeta Nicolás Guillén. 

Evo Morales ha sido el único presidente que de manera previa a su juramento oficial acudió a una zona arqueológica para tomar protesta en una ceremonia ritual indígena. AMLO lo hizo el mismo día en el zócalo, posterior a su investidura como presidente frente a la XLIV Legislatura. 

El encargado de la ceremonia fue Adolfo Regino ex asesor del EZLN durante los Acuerdos de San Andrés, mismos que fueron omitidos en los discursos del recién presidente electo. Lo más significativo fue que el representante de, lo que algún medio de izquierda denominó, la Nación Indígena, se puso de rodillas frente al presidente y su esposa para hacer entrega de un crucifijo, (gesto que fue correspondido por AMLO). Queda claro porque no fueron ni mencionados y mucho menos invitados el Concejo Indígena de Gobierno o el Congreso Nacional Indígena. 

Aunque México es un estado laico, un crucifijo en un país eminentemente católico no debería estar ausente en una ceremonia de toma de protesta, sobre todo si deja buenos dividendos. En el 2000 el presidente electo lo tenía claro, su hija Paulina interrumpió su discurso de toma de protesta en el Auditorio Nacional para regalarle uno. El de López Obrador le fue entregado en la ceremonia de entrega del bastón de mando por un cuestionable “representante” del Gobierno Nacional Indígena. 

Entre los símbolos de la IV Transformación, Francisco I. Madero ocupa un lugar central, también lo fue para Fox, su elección no es casual. El apóstol de la democracia representa el intento de una transición pacífica que intenta poner fin a la violencia revolucionaria a través de un cauce institucional. Sin embargo, pretendió lograrlo con la misma estructura institucional, misma a la que él mismo había llamado años antes a derrocar. No debería desdeñarse el intento del actual presidente de lograr una transformación pacífica en el país más violento del mundo. Eso podría explicar algunas de sus contradicciones. Pero no las justifica. 

El actual presidente también sabe que Juárez reprimió rebeliones indígenas y que luego de las leyes agrarias de desamortización (1856), fueron las tierras comunales de los pueblos indígenas las más afectadas como efecto de las Leyes de Reforma. También desde entonces viene el proyecto del corredor Transístmico que incluso quedó plasmado en el Tratado McLane-Ocampo, que no fue ratificado por el senado de EUA debido a la guerra de secesión. Lázaro Cárdenas es sin duda el mejor presidente que México ha tenido, sin embargo, el corporativismo sindical que hasta la fecha padecemos vía la CROC, la CROM, la CNC o el SNTE fue también construido durante su mandato. 

Andrés Manuel López Obrador puede ser un hombre bien intencionado como los personajes en los que inspira su IV Transformación. En el 18 Brumario de Luis Bonaparte, Marx inspirado en la frase de Hegel completó: La historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa. Los símbolos son sólo eso y nada más. Abandonemos el fatalismo y asumamos la acción que nos corresponde desde nuestra trinchera.   

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