9/08/2014

Del Zócalo a la nueva regencia del DF


Estamos a tiempo de que el jefe de gobierno de la Ciudad de México recapacite y tome el mando de la gran ciudad.

Del Zócalo a la nueva regencia del DF
Ricardo Mejía Berdeja 

No conformes con entregar el petróleo a los extranjeros, empobrecer al país, paralizar la economía con su mala conducción y su reforma hacendaria y hacer voraces negocios al amparo del poder, ahora Enrique Peña Nieto y su camarilla de traficantes y traidores a la patria de plano quiere hacerse del control de la Ciudad de México, que cuenta con su propio gobierno resultado de una larga lucha cívica, con el sometimiento del actual jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera.

La democratización del Distrito Federal ha sido un esfuerzo continuo de la sociedad civil y las fuerzas progresistas que ha tenido como fruto que los habitantes de la Ciudad de México elijan a sus gobernantes, al jefe de gobierno y a los jefes delegacionales, y que se cuente con una asamblea con facultades legislativas. Si bien la Ciudad de México no tiene su propia Constitución y tiene un status aún limitado en el ámbito local, lo cierto es que desde 1997 elige a su gobernante, después de vencer severas resistencias del régimen priísta que siempre ha visto en los ciudadanos del centro de la República como personas críticas, de amplio criterio y con un marcado talante opositor a los excesos del tricolor, y por lo mismo siempre ha tratado de limitar sus derechos políticos.

Hasta antes de 1997, la Ciudad de México era dirigida por un funcionario nombrado por el presidente de la República, una gente del primer círculo presidencial que sólo le rendía cuentas al titular del Ejecutivo. El jefe del departamento del Distrito Federal, mejor conocido como Regente, tomaba todas las decisiones y designaba de manera unipersonal a los funcionarios encargados de cada delegación.

Con la reforma constitucional del año 1996, la creación de la figura del jefe de gobierno del Distrito Federal permitió que por primera vez, las ciudadanas y los ciudadanos de la capital del país eligieran a través de votación universal, libre, directa y secreta a quien sería la persona encargada de conducir la vida gubernamental de la ciudad.

En 1988 Carlos Salinas sufrió una contundente derrota en el Distrito Federal a manos del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y en 1997 el hijo del General se convirtió en el primer jefe de gobierno tras una copiosa votación a su favor. A él le sucedieron Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubon y el actual Miguel Ángel Mancera.

Esta lucha fue una victoria de la ciudadanía, que permitió a la capital del país dar pasos agigantados hacia la igualdad de derechos de quienes la habitan.

Desde ese entonces y a la fecha, la discusión sobre la necesidad de una Constitución para la ciudad de México persiste en el ambiente, y con cierta periodicidad existen reformas políticas que intentan mejorar dicho ámbito en la capital. Si bien se reconocen algunos logros en esta dirección, tales como la conformación del Estatuto de Gobierno del Distrito Federal, el establecimiento de la Asamblea Legislativa, y múltiples esfuerzos en materia administrativa y de descentralización de funciones, la ciudad de México mantiene un régimen de excepción respecto al resto de los estados de la Federación.

Con toda la catarata de reformas regresivas  del Pacto por México se le vendió a cierto sector del PRD, el más proclive a negociar con EPN, que la definitiva reforma política de la Ciudad de México sería parte del paquete de sus acuerdos cupulares. Hasta ahora todo ha sido una engañifa y por el contrario el gobierno federal priísta ha reforzado su cerco político, económico y administrativo con la comodidad para ellos de contar en la Ciudad de México con un jefe de gobierno que contrario a sus antecesores se ha dedicado a cultivar una relación de sometimiento al Ejecutivo federal. Una cuestión es cuidar un trato institucional y otra muy distinta es permitir el avasallamiento y el trato de Regente o de figura menor a ello que le otorga el gobierno federal.

Hasta ahora el jefe de gobierno está más preocupado en golpear con insidias a su antecesor que en cuidar los intereses de los capitalinos y en gobernar con un sentido progresista, fiel al conjunto de fuerzas que le apoyamos para llegar al gobierno.

Los problemas en la conducción del gobierno de la Ciudad, en los temas del transporte y la inconformidad social del Hoy No Circula han mermado la popularidad del gobierno de la Ciudad de México, frente a ello y la impunidad que lo caracteriza el presidente de la República ha invadido el ámbito de gobierno, y ha tomado decisiones unilaterales que involucran a los habitantes del DF, decisiones que deberían tomar en cuenta a las autoridades locales y a la ciudadanía.

Un caso grave del problema del transporte en el Distrito Federal es el caso del metro. Debemos recordar que a partir del 13 de diciembre de 2013 un aumento en el costo del boleto por viaje en metro, de casi un 60%, modificó la vida de las personas que habitan la capital del país. Estableciéndose en cinco pesos por viaje, el aumento generó una serie de profundas inconformidades por parte de la población, así como manifestaciones públicas, como el denominado #PosMeSalto, que invitaba a las y los usuarios a ingresar a las estaciones sin pagar el costo del boleto.

Estas numerosas protestas no lograron revertir el aumento de la tarifa y el gobierno capitalino insistió en que con el alza en el costo del servicio éste mejoraría. Esto no ha sido así.

El Sistema de Transporte Colectivo Metro han presentado reiteradamente una serie de fallas, ya que -de manera sistemática- las personas usuarias sufren las repercusiones del mal servicio: inundaciones, desalojos de emergencia y el alto total de los trenes en las estaciones o entre las mismas por varios minutos, son algunas de las fallas que afectan el día a día de quienes se transportan en metro.

Entre las fallas más graves que se han presentado en los últimos cuatro meses se encuentran:

26 de mayo: Inundación de las estaciones Cuatro Caminos, Panteones y Tacuba de la Línea 2 por la saturación de la red de drenaje causada por las fuertes lluvias que cayeron en el norponiente de la ciudad.
19 de junio: Un convoy que se encontraba en la estación El Rosario de la Línea 7 registró una falla que provocó fuego en una llanta. El incidente fue divulgado por redes sociales.

“Según el reporte del área de Transportación y Material Rodante, el convoy iba vacío pues estaba a la espera de salir de la terminal El Rosario para prestar servicio”.

“Cerca de las 5:50 de la mañana, el tren N2232 con números de motrices 653/652, sufrió un calentamiento en las zapatas -elementos de madera- lo que provocó fricción con el sistema de lubricación generando que unos cables se incendiaran, fuego que se aprecia sale de abajo del convoy”.

26 de junio: Usuarios de la Línea 5 del Metro resultaron afectados, ya que las intensas lluvias provocaron una falla eléctrica en la estación Aragón.

2 de julio: Entre las 20:00 y las 21:00 horas, usuarios de la Línea 5 a la altura de la estación Oceanía, fueron desalojados del convoy debido a un corto circuito que generó una gran cantidad de humo.
“Personal del Sistema de Transporte Colectivo (SCT) cortó la energía eléctrica para que la gente pudiera desalojar los vagones utilizando las vías”.

“Debido al percance, el Metro suspendió temporalmente el servicio entre las estaciones Consulado y Politécnico”.

“Debido a las molestias que esta situación generó, un grupo de usuarios increpó a empleados del Metro y exigieron que les fuera devuelto el importe del pasaje que pagaron, lo cual provocó connatos de bronca.”
En tanto, en la estación Centro Médico de la Línea 3, usuarios reportaron la presencia de humo en uno de los vagones, por lo que también fueron desalojarlos.

15 de julio: Suspensión del servicio de las estaciones Peñón Viejo y Acatitla de la Línea A por una supuesta falla en la energía eléctrica de unos de los trenes, por lo que se tuvo que desalojar a los usuarios.

2 de septiembre: Una supuesta falla mecánica de las estaciones Zapata y Coyoacán, correspondientes a la Línea 3, provocó servicio lento y saturación de los vagones aproximadamente a las 7:30 horas, por lo que fueron desalojadas las personas que se encontraban en dichos puntos.

Este problema provocó también que la estación Indios Verdes, fuera cerrada en su totalidad provocando un caos en la colindancia del Distrito Federal  con el Estado de México.

Un día después, el 3 de septiembre, A través de Facebook, usuarios del servicio de transporte denunciaron que un tren de la Línea 7 del Metro circuló con las puertas abiertas, entre las estaciones Tacubaya y Refinería, mientras el técnico arreglaba el problema con el tren en movimiento.

Por otra parte, no podemos obviar lo sucedido con la Línea 12 del STC Metro y el cierre de once de las veinte estaciones que la conforman a partir del 11 de marzo del presente año, afectando así a medio millón de capitalinos, quienes se verán afectados en su economía al desembolsar doce pesos diarios al tener que usar otros transportes y un impacto en el ahorro en tiempo que se tenía previsto con la llamada “Línea dorada”, el cual es de dos horas treinta minutos al día.

Estos asuntos mal administrados han dado cabida a un deseo de imposición gubernamental por parte de Peña Nieto, retrocediendo de facto el tiempo y otorgando a Mancera un cargo por mucho inferior al de Regente.

Peña Nieto, con sus decisiones, hecha por la borda los años de esfuerzo de ciudadanas y ciudadanos por elegir a sus propios gobernantes, tomando decisiones sin consultar a los habitantes de la capital, y superponiendo sus facultades a las de Miguel Ángel Mancera. En su desprecio por los habitantes de la Ciudad de México el Ejecutivo Federal ha pasado de utilizar el zócalo como estacionamiento a instituir en los hechos, de nueva cuenta, la regencia del Distrito Federal.

Estamos a tiempo de que el jefe de gobierno de la Ciudad de México recapacite y tome el mando de la gran ciudad que protestó defender, poca esperanza queda para las y los habitantes de esta gran urbe si los avances en la democratización del Distrito Federal se vieran supeditados de facto a un gobierno federal que ha demostrado ser represor, que ha entregado los bienes de la nación a manos extranjeras, y que hará todo lo que se encuentre en su poder para evitar que las fuerzas progresistas que han gobernado la ciudad continúen aplicando las políticas que han colocado a la ciudad como una metrópoli ejemplar y de vanguardia en materia de seguridad social y derechos humanos en México.

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