6/26/2013

Que tú puedas abortar como yo


Sandra Álvarez agradece, frente a los retrocesos en España y países de América Latina, que el Gobierno cubano siga sin criminalizar el aborto, aunque alerta de los intentos de cuestionar este derecho


Sandra Abd´Allah-Álvarez Ramírez. Negra Cubana

Manifestacion pro-aborto libre y gratuito. Barcelona, 07/03/10. Fotógrafo: Jesús G. Pasto
Manifestacion pro-aborto libre y gratuito. Barcelona, 07/03/10. Fotógrafo: Jesús G. Pasto

Tengo la suerte de vivir en un país que en el que las mujeres pueden decidir libremente interrumpir un embarazo. Y digo que es una suerte, además de una conquista, teniendo en cuenta como anda el mundo ahora y los vaivenes en los cuales se mueven nuestros derechos.
La particularidad de la norma cubana es que presenta la categoría de aborto ilícito, prescribiendo lo que no se puede hacer, cuando generalmente se pretende regular el uso del aborto
Cuando nací, hacía ya 8 años que las cubanas podían abortar en las instituciones de salud. En 1965, a raíz del incremento de las muertes femeninas por la práctica indiscriminada y sin condiciones de la interrupción del embarazo, se procedió en el país a la hospitalización de esta intervención. Fue una decisión gubernamental implementada por el Ministerio de Salud Pública.
Con anterioridad, el Código de Defensa Civil en Cuba, que databa de 1938, eximía de delito a quien realizara una interrupción del embarazo con el objetivo de salvar la vida de la madre o evitar un daño a su salud, en circunstancia de violación, estupro, etc., y para el caso en el cual el feto heredara alguna enfermedad grave (Álvarez, 1994).
En diciembre de 1979 se firmó un nuevo Código Penal, en su Artículo 267 del Capitulo IV, que se recoge la definición de ABORTO ILICITO (Código Penal, 1979):

1. El que, fuera de las regulaciones de salud establecidas para el aborto, con autorización de la grávida, cause el aborto de ésta o destruya de cualquier manera el embrión, es sancionado con privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trescientas cuotas.
2. La sanción es de privación de libertad de dos a cinco años si el hecho previsto en el apartado anterior:
a) se comete por lucro;
b) se realiza fuera de las instituciones oficiales;
c) se realiza por persona que no es médico.
La particularidad de dicha norma es, que a diferencia de lo habitual, se presenta la categoría de aborto ilícito, prescribiendo lo que no se puede hacer, cuando generalmente se pretende regular el uso del aborto y no señalar en que condiciones no puede realizarse.
Es una norma jurídica revolucionaria, pero su contribución fundamental, luego de muchos años de existir es que, a pesar de las críticas que ha recibido es mantenida por el Gobierno cubano y no obstante también de notables retrocesos internacionales en este sentido (bien conocidos son los casos de Nicaragua, hace algunos años atrás, y más recientemente España).
Hay quien ha intentado vincular de manera tendenciosa el aborto con el decrecimiento de la tasa de fecundidad, el envejecimiento poblacional o el embarazo en la adolescencia
Dichas valoraciones negativas han intentado vincular de manera tendenciosa la práctica del aborto con fenómenos demográficos como el decrecimiento de la tasa global de fecundidad (entiéndase descendientes por mujer), la tasa de reproducción bruta (hijas por mujer) y el envejecimiento poblacional. Del mismo modo ha sido recurrente el embarazo en la adolescencia a la hora de hablar del uso de aborto.
Los medios de comunicación en Cuba alguna que otra vez se han hecho eco de algunas de esas valoraciones,— lo cual alerté en el artículo ‘En el Día Mundial de la Población: ¡Dejemos al ABORTO en paz!’ —, pero lo cierto es que nada ha podido hacer temblar la posibilidad real de que las cubanas podamos abortar.

Dentro del contexto internacional, han sido innumerables las batallas que ha tenido que librar las mujeres para que les sea reconocido y mantenido su derecho a decidir que hacer con su cuerpo.
Recientemente he recibido muchos mensajes por Twitter que alientan a hacerse eco de las protestas ante tal atropello a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, cuando se pretende la derogación de la norma vigente en el Estado español —Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y Salud Sexual y Reproductiva (SSR) de 2010—, al promover el  Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, una reforma que ha sido anunciada desde hace más de un año, la cual conllevará un retroceso de más de trienta años, como si estuviésemos en los años 70-80 del siglo pasado, cuando el movimiento de mujeres español se centraba en este y otros asuntos de urgencia.

Animada por estas amigas y tuiteras feministas españolas, y recordando la célebre alerta de Simone Veil acerca de que a las mujeres nos toca batallar también por lo que ya hemos conquistado, retomo un acontecimiento con desenlace feliz que ha quedado inscrito en la los logros de los movimientos de mujeres:
Corría el año 1971 en Francia, y el Movimiento de Liberación Femenino escogió una forma novedosa de llevar al debate público el derecho del aborto. El 15 de abril apareció, a doble página, en el periódico Le Monde, un manifiesto firmado por 343 mujeres que reconocían públicamente haber abortado. Dicho suceso fue conocido como 343 Sinvengüenzas. Entre ellas estuvieron: Simone de Beauvoir, Christine Rochefort, Delphine Seyrig, Catherine Deneuve, Giséle Halimi, Micheline Presle, Jeanne Moreau, Marguerite Duras y Françoise Fabian, las cuales le imprimieron a la demanda un carácter particular debido al reconocimiento publico del cual ellas eran objeto. Aquella carta decía:

Un millón de mujeres abortan cada año en Francia.
Ellas lo hacen en condiciones peligrosas a causa de la clandestinidad a la cual están condenadas, cuando esta operación practicada bajo el control médico, es de las más simples.
Se hace el silencio sobre este millón de mujeres.
Yo declaro ser una de ellas.
Yo declaro haber abortado.
De la misma manera que nosotras reclamamos el libre acceso a los medios anticonceptivos, reclamamos el aborto libre.
Parecería que no ha pasado el tiempo y que dicha carta es válida aún para aquellos países donde ni siquiera las mujeres han podido jamás interrumpir voluntariamente un embarazo y también en aquellos, como los mencionados, donde los logros de las mujeres se ven ensombrecidos por el gobierno de turno.
Ojalá a las cubanas no nos toque hacer una carta como esa, no lo creo posible mientras los principios fundacionales de nuestra nación se mantengan intactos y el Estado continué garantizando el acceso libre de las mujeres a los diferentes métodos de planificación familiar, incluido el aborto.
Sin embargo propongo solidarizarnos y mostrar nuestra indignación ante los eventos que hoy viven nuestras hermanas de otros países para visibilizar aún más como el patriarcado y los políticos pretenden meterse en nuestras vidas, nuestras decisiones y nuestros úteros.
Entonces el retroceso de cualquier derecho conquistado por las mujeres, cualquiera que sea el país, es parte de la lucha del movimiento feminista global. Ya yo me he inventado una etiqueta #quetupuedasabortarcomoyo. ¡También podrías usarla tú!

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