La pensión vitalicia y otras prebendas que María Amparo Casar y su
familia han obtenido de Pemex desde hace más de 20 años es otro caso que
muestra los privilegios, el influyentismo y tráfico de influencias de
la casta dorada en los gobiernos de la transición prianista a costa
principalmente de Pemex.
Su cónyuge –cuya pensión de viudez Casar ha cobrado por más de dos
décadas– trabajó en Pemex sólo 129 días, por lo que no cumplía con la
antigüedad mínima para que se le otorgara una pensión, tampoco su muerte
ocurrió en circunstancias en que la paraestatal tuviera obligación de
pagarle pensión alguna, ya que fue un suicidio.
Carlos Fernando Márquez Padilla ingresó como empleado a Pemex en
junio del año 2004. Se le dio un cargo en un alto escalafón no por su
formación académica, tampoco porque hubiese aprobado examen alguno de
selección, ni siquiera porque hubiese presentado su currículum ante el
área de recursos humanos y que ésta lo hubiese puesto en etapa de
exámenes que probaran sus capacidades para el cargo que se le asignaría,
sino porque era amigo de Octavio Aguilar Valenzuela, designado por
Vicente Fox como Director Corporativo de Administración de Pemex.
Octavio Aguilar es hermano de Rubén Aguilar, a quien Fox tenía como
vocero.
La élite panista, que en campaña dijo que llegaría a sacar las
tepocatas prietas de la corrupción en el Gobierno, en realidad se
repartieron cargos públicos para uso y goce del privilegio de mandar,
para cobrar y gozar ellos lo que antes cobraban y gozaban los priistas, y
mucho más costoso para el erario.
Estaba en la Presidencia un Fox y esposa pagando con recursos
públicos insumos ostentosos y costosísimos para Los Pinos, y el derroche
se hacía extensivo a secretarios de Estado y a quienes dirigían las
paraestatales, pagándose a cuenta de éstas también lujos y privilegios.
Ese era el ambiente en el Pemex del Gobierno de Fox, quien designó
como director general a Raúl Muñoz Leos, un excontratista representante
de un corporativo trasnacional que le vendía servicios a Pemex. Raúl a
su vez es esposo de Hilda Ledesma, la amiga de Martha Sahagún. Martha
cargaba a cuenta de la Presidencia sus costosos vestidos, y el esposo de
Hilda a cuenta de Pemex pagó hasta las cirugías estéticas de ésta.
En Gobernación Santiago Creel colocó a María Amparo Casar como coordinadora de asesores.
Al esposo de Casar, Carlos Márquez, Octavio Aguilar lo había conocido
en el año 2000, porque su hija era amiga de la hija de Márquez y Casar,
y por la “amistad” entre las hijas, primero lo llevó a Sedesol y luego,
en marzo de 2004 “lo invitó” a Pemex, donde Aguilar le dio un puesto de
los escalafones más altos, en nivel 45 (de los 48 que hay
en Pemex) que a Márquez le significaría no sólo de los sueldos más
elevados, sino una cuantiosa “compensación” garantizada, dinero para su
“canasta básica”, para su gas doméstico, para la gasolina de sus
vehículos, seguros para sus vehículos; suministro de vehículo, chofer a
su servicio, el pago de colegiaturas en las más costosas escuelas
privadas para sus hijos, gastos médicos en atención privada
y el reintegro de los gastos en medicamentos que realizara no sólo él,
sino su familia.
Ser ejecutivo en Pemex en esos niveles significaba todas las
prebendas que a la élite de la burocracia dorada conllevaba: subir por
elevadores “privados”, tener acceso al “Comedor Ejecutivo”, cuya
suntuosidad, costo y derroche ya he descrito en anteriores columnas.
Así llegó Carlos Márquez a Pemex, contratado a partir del 1 de junio
de 2004. Apenas firmó el cargo y dos semanas después ya tramitaba que se
le diera un “préstamo administrativo” por 447 mil 600 pesos, al mes
siguiente un crédito para un vehículo (era un Minicooper chili color
rojo con negro, con quemacocos panorámico), después reembolsable por
“gastos de transporte de funcionario”, otra de las prebendas en Pemex, y
otros prestamos que tramitó apenas llegado al cargo.
Me recuerda a cuando Calderón llegó como director de Banobras, en
febrero de 2003, y lo primero que hizo fue asignarse un préstamo
hipotecario, también exprés. Su designación como titular de Banobras
incumplía los lineamientos de la institución, pero se le impuso, y lo
que él llegó a hacer allí primero fue darse su crédito, aunque ese tipo
de préstamos sólo se podían autorizar a empleados con una antigüedad
mínima de tres años ininterrumpidos en el cargo, lo que no cumplía, pero
se autorizó el préstamo en ese entonces por tres millones 100 mil
pesos.
Banobras era una de esas instituciones de la que se servía la casta
dorada, sólo por citar dos casos: el de Calderón asignándose su
millonario préstamo hipotecario; y el ocurrido en los años del
peñanietismo cuando de Banobras se le pagaban a Fox, sus “cursos de
liderazgo” que le costaban a Banobras más de 20 mil dólares por cada
funcionario a quien se mandaba a “capacitarse” al Centro Fox.
Carlos Márquez tuvo 129 días de contratación en Pemex, porque la
mañana del 7 de octubre de 2004 moría, según concluyó la autoridad, por
suicidio.
Tengo muy presente el día y el caos que se vivió en Pemex esa mañana,
porque precisamente estaba en disputa una de las contrataciones más
cuantiosas que Oceanografía buscaba que se le asignaran ejerciendo
tráfico de influencias mediante la gestoría que hacían los hijastros del
Presidente Fox y la esposa de éste, según narraron directivos de Pemex.
Ese mismo día, el contralor interno de Pemex Exploración y
Producción, Jorge Ramos, me explicaba telefónicamente que no los dejaban
salir de las instalaciones de Marina Nacional en tanto no se concluyera
la diligencia que desarrollaban las autoridades de la entonces
Procuraduría “por el suicidio” del funcionario.
A reconocer el cuerpo, como “testigos de identidad” llegaron los
cuñados de Márquez. El acta de la entonces Procuraduría relata que los
cuñados “manifestaron que posiblemente se trataba de un suicidio ya que
el hoy occiso tenía poco de haberse separado de su esposa, y estaba
deprimido por esa causa”. A ellos se les entregaron las pertenencias de
Márquez.
La versión de la “separación” también la comentó el jefe y “amigo” de
Márquez, Octavio Aguilar, en una de las declaraciones. También el
hermano de Carlos, quien relató que desde hacía dos meses Carlos y María
Amparo estaban separados, que el hijo vivía unos días con él y otro con
ella, y que la hija se encontraba estudiando en París.
Una semana después, el 15 de octubre, María Amparo Casar le enviaba
una carta al Gerente Corporativo de Recursos Humanos de Pemex, Marco
Antonio Murillo Soberanis, para que Pemex le depositara la “pensión post-mortem”, especificándole el número de cuenta para tal depósito.
Y cuatro días más tarde, el 19 de octubre, desde la Dirección
Corporativa de Administración, es decir, la oficina de Octavio Aguilar,
se le mandaba a su subalterna Gerencia de Administración Financiera de
Pemex a cargo de Miguel Ángel Feijoo la indicación para que se hicieran
los trámites para los beneficios que se le darían a Casar.
Tanto la Gerencia Corporativa de Recursos Humanos de Pemex, como la
Gerencia de Administración Financiera eran subordinadas de Aguilar, el
“amigo” que llevó a Márquez como su coordinador de asesores.
En esas áreas se operaron los trámites para que se le diera la
pensión vitalicia, aun cuando en casos de suicidio, como fue el caso de
Márquez, no procedía pensión alguna; también para que se le pagara el
seguro de vida, los gastos funerarios y el resto de prebendas.
Los trámites se hicieron en procedimiento exprés y con evidente
influyentismo, considerando que en muchos casos los directivos de Pemex
les escatimaban el apoyo mínimo a familias de trabajadores, incluso de
aquellos que realmente fallecidos en siniestros, y no como el caso de
Márquez que fue un suicidio.
Documenté muchos casos de familias que se veían sometidas a
peregrinar para que se les reconocieran sus derechos y que además se les
daban cantidades ínfimas.
Pero en el caso de Casar, era evidente el privilegio para quien era
la asesora principal y coordinadora de asesores del Secretario de
Gobernación, que en orden jerárquico es la segunda posición en
importancia en el Gobierno, sólo detrás de la Presidencia; como evidente
fue también que se le dieron beneficios que no correspondían con lo que
la Ley mandataba. Las prebendas incluyeron además de la onerosa pensión
vitalicia de la que ha gozado desde entonces, así como los pagos que
Pemex hizo para las colegiaturas para sus hijos en el ITAM.
El amiguismo, las influencias fue lo que le valió a Márquez la
contratación y las prebendas derivadas del alto escalafón en que Aguilar
lo puso. Y las influencias le valieron a su familia las prebendas que a
costa de los recursos de Pemex han tenido por más de dos décadas.
Es claramente una muestra del tipo de privilegios fomentados por
gobiernos que crearon estructuras burocráticas doradas para hacer del
servicio público el escalafón desde donde, a cuenta del erario, se
consentían y consentían a sus familias con lujos excesivos y derroche,
en un sistema donde entre ellos mismos se repartían los cargos por
amiguismo e influencias, garantizándose a sí el privilegio de mandar y
de costearse los privilegios a cuenta del erario.
En febrero del año 2024, al detectarse las irregulares en la pensión y
prebendas que recibían los beneficiarios de Carlos Márquez, la
directora jurídica de Pemex le solicitó al titular de la subdirección de
Capital Humano suspender el pago, derivado de que “de manera irregular
se le reconocieron las prestaciones laborales aplicables a un riesgo de
trabajo, podríamos estar en presencia de un prolongado detrimento al
patrimonio de esta empresa. Lo que podría constituir incluso, actos de
corrupción, conductas ilícitas y contrarias a la ética e integridad
corporativa de Pemex”, cita el oficio emitido por el área jurídica de
Pemex.
Pero Casar se amparó y un Juez obligó a la petrolera a seguirle
pagando. En el año 2024 también Pemex presentó una denuncia penal ante
la Fiscalía General de la República por las irregularidades en que
incurrieron los funcionarios de Pemex en el año 2004 para autorizarle a
Casar y sus hijos la pensión vitalicia y otras prebendas, que han tenido
un cargo al erario de más de 30 millones de pesos.
La FGR abrió la carpeta de investigación por cargos de delito de uso ilícito de atribuciones y facultades.
Procesar el caso significa que se aplique la Ley en un evidente caso
de prácticas con anomalías mediante las cuales Casar y su familia han
recibido millones de dinero de Pemex, que son recursos públicos.
Este tipo de casos son otra muestra de los diversos mecanismos
mediante los cuales se saqueaba a la petrolera: también mediante
millonarias pensiones y prebendas autorizadas por influyentismo.
Este tipo de casos evidencian también el porqué los costos de
administración y gasto corriente de Pemex resultaban tan exorbitantes, y
es que se obligaba a la paraestatal a pagarle a su alta burocracia no
sólo sueldos exorbitantes, sino enormes prebendas, también extensivas
para la familia de esa casta dorada.
La revisión a las onerosas pensiones que paga Pemex es un tema pendiente.
https://www.sinembargo.mx/4739072/amparo-casar-pemex-y-la-casta-dorada/