11/12/2016

María Martín: “La impunidad perpetúa la violencia contra las defensoras de derechos humanos”


María Martín es experta en protección a las personas que defienden los derechos humanos y presentó un análisis que hizo la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras sobre las políticas de protección en México y Honduras, que incluyó entrevistas de varias defensoras de ambos países


Madrid, 27 oct. 16. AmecoPress. ¿Cómo proteger y sostener el trabajo de las mujeres defensoras de derechos humanos en zonas de conflicto? ¿Y cómo proteger a las mujeres en los conflictos armados o en situaciones post-bélicas? A estas y otras importantes preguntas respondieron varias defensoras de derechos humanos latinoamericanas que estuvieron la semana pasada de gira por España, invitadas por Calala, Brigadas Internacionales de Paz, Front Line Defenders y la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras de Derechos Humanos.
La gira tuvo como actividad principal el ‘Seminario Tejiendo redes para la protección de mujeres defensoras de derechos humanos en zonas de conflicto. El marco “mujer, paz y seguridad’ y otros instrumentos de protección, que se celebró en Madrid y Barcelona. Además, las defensoras pudieron reunirse con representantes de distintas administraciones y organizaciones de la sociedad civil.

María Martín es abogada. Dejó Torrelavega, en Cantabria, para convertirse en defensora de derechos humanos. Lleva más de 10 años trabajando en Latinoamérica, principalmente en asuntos relacionados con la protección de los defensores y las defensoras de los derechos humanos y desde hace cinco, desde un enfoque de género, tratando de construir opciones para mejorar la situación de las mujeres.
Durante el ‘Seminario Tejiendo redes para la protección de mujeres defensoras de derechos humanos en zonas de conflicto. El marco “mujer, paz y seguridad’, María presentó un análisis que hizo la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras sobre las políticas de protección en México y Honduras, que incluyó entrevistas de varias defensoras de ambos países. También forma parte del mecanismo ciudadano de seguimiento a la Ley de Protección a defensores, defensoras y periodistas en México. “Defender los derechos humanos es una vocación”, asegura en la entrevista con AmecoPress, “no puedo imaginarme haciendo ninguna otra cosa”.

Según el informe de IM de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos, durante los años 2012-2014 se produjo un incremento del 45,7 por ciento en agresiones a defensoras de derechos humanos en Centroamérica. Además, ninguno de los casos que terminaron en asesinato se ha investigado. ¿Cómo es posible este grado de indiferencia e impunidad?
El único caso que yo sé que está habiendo algo parecido a una investigación es el de Berta Cáceres en Honduras, por la magnitud mediática que ha tenido este caso. Pero Berta es una y Bertas hay muchas.
En Europa, en España, a pesar de las deficiencias y de que en este periodo se esté viviendo una gran crisis, se parte de un cierto Estado de derecho, que no tiene que ver nada con lo que se vive en Latinoamérica. Uno de los espacios donde más se evidencia es la impunidad. Un asesinato está penalmente sancionado en todas partes del mundo, sin embargo, la realidad de cómo operan los sistemas de justicia en América Latina, cómo interceden los poderes fácticos en esa falta de respuesta, determina que la violencia contra las defensoras y defensores de derechos humanos se siga dando.
Cuando hablamos de que en algunos países de Latinoamérica se están dando mecanismos para defender a las defensoras y defensores de derechos humanos y periodistas, lo que no nos cuentan es que desde el Estado, se ponen camaritas, escoltas, pero en ningún momento se garantiza que las agresiones sean sancionadas. En el caso de las mujeres es especialmente grave porque hay un prejuicio sobre las defensoras, también desde los operadores de justicia. Con lo cual, si podemos identificar una cifra altísima de impunidad en las agresiones a defensores, en el caso de las defensoras es mucho peor porque siempre operan los prejuicios que sostienen por ejemplo, que le sucedió tal cosa porque estaba haciendo lo que no debía. El operador de justicia, bajo la influencia de estos prejuicios, revictimiza e impide el acceso a la justicia de estas mujeres. Esto es muy grave, porque perpetúa la violencia contra las defensoras.

Violencias machistas

¿A qué se enfrenta una mujer que en México o en Honduras decide defender los derechos humanos?
Por un lado te enfrentas a los grandes poderes que nos enfrentamos todos aquellos que trabajamos en la defensa de los derechos humanos. Las estructuras estatales, con todo el poder que tienen. Las estructuras económicas, que se manifiestan con mucha violencia. Enfrentarte a los intereses de los Estados y del poder económico es enfrentarte a algo muy heavy. Son estructuras con mucho peso y con pocos escrúpulos para hacer uso de una violencia muy fuerte y que en el caso de las mujeres se manifiesta con un componente de género muy evidente: violencia sexual, amenazas a las familias, a los hijos e hijas…
Pero además, en el caso de las defensoras nos enfrentamos a las familias también, a los compañeros de trabajo. En los informes de IM Defensoras se evidencia que en muchos casos los agresores son los propios compañeros de trabajo. Hay casos de discriminación, de acoso sexual, e incluso de violación.
Se desarrollan en el marco de los propios movimientos sociales que no siempre somos capaces de denunciar y actuar con la fuerza que merecería, porque muchas veces pensamos que estamos debilitando al movimiento social si sacamos los trapos sucios fuera de casa.
Esta doble sanción que hablaba antes en el caso de los operadores de justicia, por hacer lo que hacemos, pero además por hacerlo siendo mujer, en nuestras familias es especialmente intensa. Muchas veces nuestros compañeros, por más que estén de acuerdo con lo que hacemos, cuando se dan determinados contextos, sufren una presión social tan fuerte que acaba repercutiendo en la defensora. Cuando agreden o el foco de las amenazas son los hijos, por ejemplo, toda la responsabilidad, la culpa, recae en la defensora. De este modo, las familias, en lugar de ser un espacio de protección y apoyo, se convierte en el caso de las defensoras en un espacio de reproche y paralización del trabajo. Algo absolutamente distinto al caso de los defensores.
Los espacios comunitarios, a través de los rumores, de la presión, del rechazo social sobre las mujeres por el trabajo que realizan, también son ámbitos que dificultan la labor de las defensoras. Si eres una defensora, y no te digo si luchas por los derechos sexuales y reproductivos o con afrontar la violencia en el espacio doméstico, las mujeres en muchos de estos espacios sociales acabamos siendo las culpables de que las familias “se rompan”, de que las jóvenes tengan “actitudes poco decorosas”…
Y en América Latina y especialmente en Mesoamérica el peso de los sectores más conservadores de la Iglesia es muy duro, generan una sanción social muy fuerte que condiciona la labor de las defensoras.
¿Cómo es la relación con los compañeros de lucha por los derechos humanos? ¿Comprenden la lucha feminista y se comprometen con los derechos de las mujeres como parte de la lucha contra la opresión?
Creo que ha habido avances, cada vez hay más hombres sensibles y comprometidos realmente con las mujeres y la defensa de sus derechos. Pero también hay compañeros que son capaces de articular un discurso con enfoque de género, de escribir artículos el día de la mujer y a la hora de la verdad, cuando hay puestos remunerados, nunca van a las mujeres, los espacios de decisión están vetados a las mujeres, no se toman medidas dirigidas al empoderamiento de las mujeres, mientras nuestra posición sigue siendo secundaria, y no se tiene en cuenta esas formas de violencia específica que siguen afectando a las mujeres. No solamente hay una invisibilización de la realidad de las mujeres, ya sea como víctimas, ya sea como integrantes de los movimientos sociales, sino que hay un menosprecio al trabajo que hacemos, especialmente si es un trabajo relacionado con mujeres. Cualquier organización de derechos humanos tiene un espacio para trabajar temas de género, pero muchas veces es porque había fondo para ello, no porque se le de un valor político ni se considere necesario. Pero también hay que destacar que hay compañeros que están siendo aliados de la lucha feminista.
Y el tema de las violencias contra las mujeres dentro del movimiento social es algo que está costando mucho hablar. En Oaxaca hubo un caso de un compañero que violó a una compañera y la respuesta que hubo frente a las que denunciaron el hecho fue brutal, las acusaron de ser infiltradas, que estaban tratando de dañar el movimiento… No es el único caso. Los casos de acoso son muchos. Y con esta respuesta, quien lo sufre, va a quedar calladita.

Redes de mujeres

Eres experta en protección y estás trabajando en la generación de redes con este objetivo. Háblanos de ello por favor.
Por un lado están los mecanismos que provienen del Estado. Hay casos en los que existe una infraestructura, en otros casos no hay esa infraestructura sino que la respuesta del Estado está siendo un tanto desarticulada. Está muy centrada en protección policial, sobre todo cuando la demanda internacional ha sido fuerte. El funcionamiento es absolutamente deficiente y sin ningún interés en atajar de raíz el problema, que está relacionada con la impunidad. Es una medida reactiva a la presión, no busca atajar el problema, sino limpiar la cara del Estado frente a la presión internacional en materia de derechos humanos.
La sociedad civil y los movimientos feministas han querido reaccionar frente a las agresiones que venimos sufriendo. En muchos casos en los espacios mixtos, en otros casos como México o Nicaragua están muy ligadas al movimiento feminista. En cada país, se han ido dando experiencias y respuestas distintas. Cruzando esas experiencias y perfiles se han ido creando estrategias a nivel Mesoamericano. Distintas organizaciones han buscado la creación de espacios comunes de reflexión y de acción. Una primera parte de estas iniciativas son los informes sobre agresiones en la región de los que hablábamos antes, que es una parte diagnóstica y que tiene que ver con generar espacios de identificación, que se han ido puliendo y nos han dado pistas de por dónde actuar.
A partir de ahí se han empezado a establecer medidas de acción, preventivas y reactivas. Se han ido generando estrategias para ir identificando las violencias que sufrimos las defensoras, visibilizándolas sobre todo. Porque muchas veces, las mujeres sufrían violencia y la reconocían, pero no sabían identificar un tipo de violencia específica hacia las mujeres. Por ejemplo, en el allanamiento a la casa de una defensora se robaba o rompía la ropa interior, el hostigamiento y el estigma de ciertos insultos es distinto en el caso de las mujeres… Esto permite identificar que necesitamos un tipo de respuesta adecuada que se va construyendo colectivamente. Por ejemplo, un protocolo de actuación frente a una agresión sexual para las organizaciones sociales. Esto permite que estas realidades se incorporen a los espacios mixtos y que desde los espacios feministas también se articulen respuestas.
Es decir, todo este trabajo implica un diagnóstico y la articulación de respuestas desde mujeres y para las mujeres, desde una perspectiva integral. La mujer es el centro del sistema de protección, se parte de preguntar a la mujer qué necesita, qué puede conseguir por sus propios medios y en qué le podemos ayudar. Esto genera un proceso mucho más sostenible en el tiempo y además facilitas el empoderamiento de las mujeres. Sin generar un proceso maternalista, al contrario, se trata de generar un proceso de sororidad y solidaridad.

La raíz de los conflictos: poderes económicos y políticos

¿Qué papel cumplen los medios de comunicación en la visibilización de este trabajo?
Es fundamental, es una de las estrategias de protección, no en todas, para algunas compañeras es mejor seguir haciendo un trabajo por lo bajito. Ahora bien, no solo hablamos de visibilización, sino de la visibilización adecuada, de las problemáticas y del papel de las mujeres en ellas. Allá los medios participan en la estigmatización de los defensores y de las defensoras de los derechos humanos, especialmente. Entonces, sería fundamental que los medios valoraran el trabajo que realizan esas mujeres y la importancia de este trabajo en la sociedad que vivimos para construir democracia, sociedades más igualitarias, agendas de desarrollo, etc.
Pero también cuando una ve como se abordan desde los medios de comunicación de España los proyectos de desarrollo en América Latina y como se abordan de manera absolutamente sesgada los conflictos que estos proyectos imponen, sientes la necesidad de señalar que eso no ayuda. La mayoría de las agresiones a defensoras se dan a mujeres que trabajan en tierra y territorio. Son mujeres que están confrontando con proyectos impuestos desde sectores económicos y los poderes formales nacionales y locales, en muchos casos, como el de Berta, apoyados por el Banco Mundial, e incluso con proyectos de desarrollo. Si somos conscientes de cómo por los capitales internacionales están generando conflictos en las poblaciones a las que se les quieren imponer proyectos –energéticos, turísticos-, creo que entenderíamos mejor lo que está pasando.
Foto: AmecoPress; 

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