5/29/2024

Los curas te dicen por quién votar

  Fabrizio Mejía Madrid

“Quieren llenar un hueco que dejaron los intelectuales y analistas cuando traicionaron su carácter de comunidad ética y mintieron durante seis años sobre la situación real, experientada todos los días por millones, del país”.

El 14 de junio de 2018, es decir, hace seis años y en víspera de la elección presidencial, Enrique Krauze publicó un texto en el periódico español El País en el que convocaba a los jóvenes, a los que llamaba “millenials”, a votar por Ricardo Anaya. Que lo haya hecho para los jóvenes mexicanos desde un diario español es la menor de su papanatería. Ya asustado de que López Obrador iba a ganar por más de la mitad de los votos, Krauze escribió lo que se la ha pasado repitiendo ya durante 20 años. Dice su artículo de hace seis años: “Aunque en días recientes algunos han manifestado su entusiasmo por el joven candidato del Frente Ciudadano, Ricardo Anaya, la intención de voto parece estarse canalizando hacia el advenimiento de un líder que con su sola presencia lo resolverá todo de una buena vez y abrirá una nueva era. Ese desenlace —les digo con franqueza— significaría la reaparición puntual del viejo sistema de supeditación política con un nuevo partido hegemónico (Morena) y un agravante mayúsculo: el poder sin contrapesos en manos de un caudillo populista que se ve a sí mismo —y alienta que el pueblo lo vea— como el redentor de México. Podría ser el fin del ensayo democrático mexicano. Si López Obrador triunfa en las urnas el 1 de julio y restaura una presidencia imperial que, como la antigua, busque eternizarse”.

Después de un sexenio completo, Andrés Manuel deja la presidencia sin eternizarse pero Krauze no deja de repetirse en su propia eternidad. Ahora, ya en video se dirige, de nuevo a los jóvenes, que ya serían centenials, pero lo hace de la misma forma con el mismo rollo. Hay que comentar que, en esta ocasión, él ya había pedido junto el desapapachado Aguilar Camín, el voto por el PRI y el PAN. Pero grabó otro mensaje en el que dice: “Nuestra democracia tiene la edad de ustedes. Igual que ustedes, nuestra democracia merece llegar al futuro. Pero ¿qué futuro? No es dificil imaginarlo. Un país que podamos volver a recorrer sin miedo al crimen, al secuestro, la extorsión, el robo. Un país en el que vuelva a funcionar el sistema de salud, las campañas de vacunación, el abasto de medicinas, los tratamientos contra el cáncer. Un país que acabe con la pobreza y reconozca el trabajo honesto. Un país cuyo gobierno cuide el aire que respiramos y el medio natural que nos rodea. Un país cuyos libros de texto sirvan al saber científico y humanístico y no al adoctrinamiento. Un país en el que se respeten las diferencias de opinión. Un país de leyes. Un país de instituciones. Un país sin mentiras. Un país sin odio.”

Seis años después, Krauze sigue pidiendo el voto de los jóvenes para la derecha, desde un país destruido que sólo existe en los medios. Un país en el que no hay vacunas porque el Estado no sabe administrarlas, en el que hay violencia porque el Estado no va y ejecuta gente en las calles, un país en el que el Estado contamina porque es el dueño de Pemex, un país en el que los maestros no pueden elaborar sus propios materiales educativos porque no son tan listos como los que publican en Letras Libres, o que, antes de Las Mañaneras, el país vivía en armonía y pobres y ricos se abrazaban cantando el Cielito Lindo, tomados de las manos, en los estadios de futbol. De hecho, según él, los gobiernos del PRIAN podrían ser llamados La Dictadura del Amor porque de ella había sido desterrado el odio. No me queda claro el nivel de autoestima de Krauze que piensa que “los jóvenes”, así en bloque, oirán su mensaje triste, abatido, con música de fondo proveniente de un bar de Sanborns, y correrán a votar por el PRI y el PAN porque eso es el futuro que quieren.

Tras seis años, algunos analistas con aire clerical han repetido lo de “Krauzear” el voto, es decir, votar por Morena en la presidencia pero, por ejemplo, por Pablo Lemus en Jalisco o por el Movimiento Ciudadano en los diputados, para —cito— “asegurar un contrapeso”. Estos ocurrentes analistas cometen, por lo menos dos errores, que ya ni Krauze comete: los contrapesos, que es una figura inventada por Montesquieu eran para distribuir el poder entre las clases sociales: diputados para los plebeyos, senadores para los aristócratas, jueces para los ricos comerciantes, y el pxrimer ministro para ejecutar las resoluciones. Además de que Montesquieu que estaba viendo a la sociedad inglesa de hace tres siglos, hay otro error de apreciación: que los poderes representan clases sociales que tienen intereses opuestos y, por ello, se deben ir balanceando, como columpios. Esto, por supuesto, no existe en la realidad democrática donde hay mayorías y minorías, y no tiene ningún sentido pelearse con un modelo inventado en el siglo XVIII, sino con la realidad mexicana de hoy. Si le ponemos nombre a los contrapesos, resulta que es Norma Piña. Una Suprema Corte que ha suplantado el trabajo del poder Legislativo a tal grado que ha invalidado 74 leyes emanadas de las cámaras. Cuando hablan de pesos, no hablan del enorme peso de Piña en este régimen de anulaciones. Pero, además, si ya van a usar la palabra “contrapeso” por lo menos reconozcan que se refiere a un diseño de las instituciones y no a un señor repartiendo su voto para, según él, garantizarla adentro de una sola de las instituciones, es decir, la Cámara de Diputados. Es un absurdo teórico pero también pragmático porque cruzar el voto significa fortalecer la Suprema Corte de Norma Piña que seguirá suplantando al Legislativo con sus fallos siempre favorables a las minorías parlamentarias. Norma Piña inauguró esa triste tradición de confundir las minorías parlamentarias con las minorías sociales. Pensar que hay que repartir el voto es no haber entendido nada de este sexenio en el que todas las iniciativas para la soberanía energética, una nueva ley para que los partidos no sean una carga al presupuesto, y otras 22, no han sido aprobadas, no porque el Legislativo no tenga mayoría, sino porque la Suprema Corte sirve a intereses ilegítimos. La mayoría calificada, por tanto, no es un capricho para concentrar más el poder, ya de por sí deseminado entre corporaciones, medios de comunicación, iglesia católica, empresarios todo poderosos, sino para transformar a uno de los poderes que ha aplastado la voluntad popular que representan los diputados y senadores. Lo demás buenondismo sabor a piña.      Pero los consejos de por quién votar se pusieron bastante recios en otros sectores. Uno de ellos fue la Iglesia Católica. El sacerdote de Cuautlancingo, Rafael Pacheco llamó a votar por “nuestra candidata” —así dice— porque Morena va a quitar la propiedad privada, cerrar las iglesias, en una nueva Constitución que se aprobará en el Congreso entrante, pero que ya está redactada. Y asegura: “se perderán todas las propiedades. Vas a vivir en tu casa pero ya no va a ser tuya. Estamos a punto de perder la patria, eso no sale en televisión por eso mucha gente no lo sabe; estamos a punto de perder nuestra libertad y ser sometidos a una voluntad. Que Diosito nos ayude”.

Un sacerdote de Guadalajara, pidió el voto presidencial por Xóchitl del PRIAN y, en la gubernatura, “krauzear” el voto por Movimiento Ciudadano. Dijo, prepotente: “No se equivoquen otra vez. No se equivoquen, hay que convencer a mucha gente para que no lo vuelva a hacer. De veras, es un problema, todo mundo fuera de México nos ve como un desastre, dividido, confrontado, con un ‘idiota’ que se dice presidente y muchos creyéndole. “Están delante de nosotros pruebas, muertos. Se han robado lo que han querido. ¿Qué más pruebas quieren para entender? ¿Somos tan indolentes, o somos tan idiotas, o somos cómplices? ¿Eres idiota o cómplice?”

La Conferencia del Episcopado indica también cómo votar. Dice: “No hay candidato perfecto, pero podemos informarnos bien para decidir, y una buena manera de hacerlo es evaluar a los candidatos en función de sus posturas respecto a democracia, gobierno, libertad, honestidad, vida, desarrollo y sociedad civil”. Esto último resuena con una de los nombres del PRIAN, Sociedad Civil, AC, de Claudio X. González, pero también con el pronunciamiento abiertamente político del Episcopado en 2022 en contra de la ley electoral propuesta por Andrés Manuel. Ahí decían: “Expresamos nuestra preocupaciín, al igual que las organizaciones de la sociedad civil, por la ley electoral porque es claramente regresiva y representa un agravio a la vida democrática del país, reforma destinada a afectar la representación y el equilibrio de las mayorías y minorías, llevando el control de los comicios hacia el ámbito del gobierno federal centralista, afectando su gestión presupuestal, eliminando su autonomía ciudadana y su imparcialidad partidista”. Es decir, ni porque no pueden ser votados, los curas se restringieron de dar a conocer su opinión a favor de Lorenzo Córdoba y los fideicomisos. Claro, todo mezclado con la idea de que el INE iba a desaparecer.

Pero sigue la Conferencia del Episcopado en su indicaciones de cómo debemos votar y se avientan un diagnóstico, según ellos, del sexenio de López Obrador, al que reprueban. Dicen: “Las condiciones por las que atraviesa el país desafortunadamente no son las mejores, pues es evidente que, desde hace tiempo, nuestros problemas son muchos en materia de seguridad, desigualdad social, crecimiento económico, insuficiente empleo formal y digno, cobertura y calidad educativa y de salud, migración, polarización social, y otras problemáticas”. Los curas no se enteraron de los tres millones que salieron de la pobreza o del récord histórico en empleos o de la disminución de la desigualdad a cifras nunca antes vistas. No, para ellos también el país está destruido.

Otro cura, ahora el de Chipancingo, Antonio Estrada, dijo: “Dios nos está pidiendo que recemos para que haya paz, porque si gana Morena nos va a perseguir a la Iglesia católica. Ya la regué con lo que dije, pero hay que pensar por México y que ganen los que son católicos, no los masones y los que no son creyentes”. Se refiere, por supuesto, a una de las cartas más ruines de Xóchitl Gálvez en el último debate, que también perdió cuando señaló que Claudia Sheinbaum “no cree en Dios” pero usa faldas guadalupanas y va a ver al Papa. Eso que es una insidia muy barata, fue retomada por los curitas como el señor Estrada para decir que, si la representante electa por el pueblo de México es de origen judío, entonces, perseguirá a la Iglesia Católica. Esto coincide además con las pintas encontradas en la alcaldía Coyoacán donde se señala a Claudia de “judía asesina”.

Un sacerdote, desde Estados Unidos, sale en un video diciendo que tiene un volante de Morena, el PT y Encuentro Social en donde se dice: “La iglesia católica es parte de la mafia del poder que utiliza diversos simbolos como el cuento de la Virgen de Guadalupe”. Así ponen, según este cura, los partidos en el volante. El cura asegura que este volante lo firma algo llamado: “Iglesias al servicio del Estado”. Y él todavía comenta: “Esto es diabólico. Es pisotear a la bandera de México, es una ofensa muy grande al pueblo mexicano. Como es posible que se metan con la Virgen de Guadalupe. Ese partido de Morena es un peligro para México. Desde ahoirta ya están persiguiendo a la Iglesia mexicana. Los invito a levantar su voz”. No sabemos quién es este cura que presentó Mau Rodríguez en su canal de youtube, pero es inaudito el volante que tiene en sus manos. Debería de exhibirlo porque, en el video, lo lee de un libro.

Para colmo, Xóchitl misma apareció en una reunión con el Kingdom Life, una organización fundada e Texas por el Apóstol Larry Burden y su esposa Kathy. En México hacen unos desayunos de oración. El año pasada una de las invitadas fue Margarita Zavala, además del mal logrado candidato presidencial —otro más— Eduardo Verástegui. La cosa sería normal si no fuera porque Xñochitl se declaró protestante, además de católica. Como en aquella película de Woody Allen sobre el hombre-masa, Zelig, Xóchitl no puede evitar mimetizarse con quien sea su audiencia. Así, con los protestantes fue protestante pentecostés. El Zelig de Woody Allen termina en una terapia psicoanalítica. Acá la hicieron candidata. Ahí ella confesó que no fue una mariposa la que le había dado la señal para lanzarse a la Preidencia, sino el mismísimo Dios. Ya hay una caricatura de Dios deslindándose de ella.

En la recta final de la campaña, la derecha decidió instruir a la gente por quien votar. Quieren llenar un hueco que dejaron los intelectuales y analistas cuando traicionaron su carácter de comunidad ética y mintieron durante seis años sobre la situación real, experientada todos los días por millones, del país. Ahora salen los curas de las iglesias a tratar de llenarlo. Pero ese lugar esta extraviado. No hay quien diga como debes votar. Con lo que uno se puede dar por bien servido es cuando recibe la información verdadera para hacerlo.

Fabrizio Mejía Madrid

Es escritor y periodista. Colabora en La Jornada y Aristégui Noticias. Ha publicado más de 20 libros entre los que se encuentran las novelas Disparos en la oscuridad, El rencor, Tequila DF, Un hombre de confianza, Esa luz que nos deslumbra, Vida digital, y Hombre al agua que recibió en 2004 el Premio Antonin Artaud.

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