12/05/2020

Violencia psicológica: el maltrato que no se ve

 25-N: Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

24 de noviembre de 2020.

Por Andrea Canales Cuesta



Las relaciones tóxicas, el abuso emocional y las humillaciones verbales constituyen las principales manifestaciones de la violencia psicológica, un tipo de maltrato poco visibilizado que sufre un alto porcentaje de mujeres


Madrid. 24 nov. 20. AmecoPress.- Atemorizar, amenazar, aislar, ignorar y/o ridiculizar públicamente a las mujeres supone ejercer sobre ellas maltrato psicológico, un tipo de violencia poco reconocido, aunque muy normalizado, que puede experimentarse en diferentes ámbitos, como el familiar, el laboral o el de pareja, aunque la mayoría de casos suelen tener lugar en este último. Por ello, darle una mayor visibilidad y ayudar a las mujeres que lo sufren a detectarlo es el primer paso para ponerle fin.

El maltrato psicológico sufrido por mujeres es habitualmente perpetrado por personas con las que estas tienen un vínculo personal muy estrecho, especialmente sus parejas, sus padres, sus hermanos o sus amigos más cercanos y puede dejar en las víctimas secuelas a largo plazo. Así lo asegura el ‘Manual de atención psicológica a víctimas de maltrato machista’ elaborado por el Colegio Oficial de la Psicología de Gipuzkoa: “Las consecuencias psicológicas del maltrato crónico pueden resultar devastadoras para la regulación emocional de la persona que lo sufre. Un elevado porcentaje de víctimas presentan un perfil psicopatológico caracterizado por estrés, ansiedad, síntomas depresivos, baja autoestima y sentimiento permanente de culpa.”

A diferencia de otros tipos de violencia, más notables o evidentes, el abuso emocional puede ser difícil de identificar por parte de la persona que lo sufre, puesto que consiste en un conjunto de actitudes que, habitualmente, se integran y se normalizan como parte de la relación. Algunas de las características principales de este tipo de violencia pueden ser la posesividad, cuando el maltratador intenta alejar a la víctima de su círculo más cercano; la agresividad verbal, si la persona que ejerce este maltrato se dirige a la víctima de manera degradante y hostil; la humillación pública, cuando las víctimas son constantemente expuestas a humillaciones y desprecios en presencia de terceras personas o el chantaje emocional, mediante el que el maltratador logra confundir a la mujer haciéndola sentir culpable hasta que accede a sus peticiones o preferencias, a pesar de estar en contra o no querer saciarlas.

Según los resultados de la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2019, un estudio de investigación cuyo objetivo es proporcionar una visión detallada de la extensión y las formas de la violencia contra la mujer, “del total de mujeres de 16 o más años residentes en España, el 23,2% ha sufrido violencia psicológica de alguna pareja actual o pasada. Extrapolando esta cifra a la población, se estima que 4.744.106 mujeres residentes en España han sufrido este tipo de maltrato por parte de alguna pareja o expareja a lo largo de sus vidas.”

Otras de las cifras reveladas a través de este estudio son, por ejemplo, que un 20, 6% de las mujeres que han tenido pareja alguna vez, han sido insultadas o culpabilizadas por la misma; un 14, 9% se han sentido humilladas o menospreciadas delante de otras personas; un 13,5% han sido intimidadas a propósito por sus parejas y a un 9,8% han llegado a amenazarlas con hacerles daño. Factores como la edad, el nivel de formación, el país de nacimiento o la discapacidad influyen de manera relevante en este tipo de violencia de género.

A pesar de su existencia y de los relevantes datos relacionados con este tipo de violencia, el maltrato psicológico sigue siendo uno de los menos visibilizados y reconocidos socialmente, aunque sus consecuencias se sufran a largo plazo y pueda dejar en las víctimas secuelas permanentes; así lo respaldan Héctor Cristóbal Luengo y Antonio Sánchez- Bayón en el libro ‘La violencia doméstica a juicio: todo lo que necesita saber’: “el grado de visibilidad del daño que deja este tipo de violencia es mínimo. Ataca al orgullo, la dignidad y el autoconcepto y es prácticamente imposible detectarla a simple vista, pero los estragos que ocasiona en la autoestima e identidad personal son inmensos. El constante maltrato va minando la personalidad de la víctima, que llega a creerse merecedora de los malos tratos.”

Que el maltrato psicológico está gravemente normalizado y esto puede influir en su detección y abordaje es un pensamiento que comparten varias personas expertas en la materia, entre ellas Bárbara Zorrilla Pantoja, psicóloga especialista en atención a mujeres que sufren consecuencias de la violencia de género, quien asegura que “ese es el problema de la violencia psicológica, que es la forma de maltrato más habitual y, aunque es muy grave porque atenta contra los derechos de quien la sufre, suele pasar desapercibida al no dejar marcas visibles. Es un maltrato que está camuflado y que llega a entenderse como una forma habitual de relacionarse, por eso hace falta sacarlo a la luz y enseñar a las mujeres que lo sufren a identificarlo para que puedan protegerse de él.”

“La violencia psicológica afecta gravemente a la salud integral de las mujeres; el daño causado es tan grande que puede ser irreversible. Este tipo de maltrato causa miedo, desestructuración, depresión, confusión, desesperanza… Como no se ve, es muy difícil de detectar y de hacerle frente, lo que aumenta aún más el desequilibrio emocional y la sensación de culpa, porque las mujeres que la sufren llegan a responsabilizarse de los problemas de la relación, piensan que el problema está dentro de ellas y pueden llegar a contemplar el suicidio como la única salida. La OMS calcula que detrás del 25% de los suicidios de mujeres se encuentra la violencia machista.”

Respecto a la prevención y detección de este tipo de maltrato, Bárbara Zorrilla afirma que “el entorno es un factor esencial a la hora de detectar que una mujer está en una relación de este tipo y a la hora de ayudarla a salir de ella. Hay que tener en cuenta que la violencia psicológica es la antesala de la violencia física, porque el maltrato funciona en escalada y, cuanto antes intervengamos, mejor” y añade que “para ello, es necesario identificar los indicadores de violencia: prestar atención al trato que recibe por parte de su pareja, aunque con la familia y amistades sea amable, fijarse en los cambios de carácter y conducta, observar si deja de salir con sus amigos, si cambia su forma habitual de vestir, si hay numerosas rupturas y reconciliaciones, etc. Si sospechas que una mujer está siendo maltratada es importante acudir a algún recurso especializado en violencia donde te darán indicaciones para poder ayudarla.”

Por su parte, Beatriz Durán, psicóloga y formadora especialista en violencia de género, bullying y ciberacoso, considera que “la violencia psicológica es la que más dura de todas, la que menos ruido hace, la que entra más profundamente en el ser de la víctima y la que está más aceptada por la sociedad. Si viéramos venir a un maltratador y su violencia psicológica en pleno esplendor desde el inicio, lo detectaríamos y no nos adentraría en esa espiral de maltrato. Tras esta manipulación existen comportamientos como la humillación pública haciendo una ‘broma’, que nos hace normalizar dicha actitud por las risas del resto de personas, por ejemplo, y aparece el sentimiento de culpa para ‘no parecer una histérica por una broma’. Son comportamientos sutiles, ‘normales’ en nuestra sociedad; gran parte de la violencia psicológica se debe a la sociedad patriarcal permisiva con el uso de la violencia cotidiana en los roles masculinos.”

“He optado por trabajar en la base: la educación. Les informo de lo que es el amor, el respeto, las relaciones sanas… comunicarse mejor para verbalizar lo que no les gusta, entender que no son culpables de la violencia, conocerse. Las mujeres que han sufrido violencia de género han estado relegadas durante un tiempo y ahora tienen que tomar las riendas de su vida. Reconstruirse, entenderse y aprender; es muy importante.”, explica Durán, y señala que “la prevención empieza educando, enseñando y entrenando la gestión emocional. Para detectar estos casos necesitamos profesionales cualificados y preparados por su currículum formativo. No podemos permitir que una persona que se gradúa en Magisterio, por ejemplo, no esté obligada por ley a formarse en temas como el bullying, el acoso o la violencia de género. En los institutos necesitamos proyectos curriculares y educativos más allá de una charla el Día 25-N, mucho más allá.”

Testimonios, el dolor en primera persona

“Yo siempre estaba detrás de él, me decía que iba a cambiar, que iba a poner más de su parte, pero a los dos días volvía a ser de la misma manera. Lo tenía demasiado idealizado y creo que él se aprovechaba de ello, porque muchas veces buscaba su aprobación para hacer determinadas cosas o hacía las que él me pedía. Le consultaba qué comprarme, qué estudiar o cómo lidiar con algunos problemas del trabajo, porque valoraba más su opinión que la mía propia. A lo mejor me vestía de una manera o me dejaba el pelo rizado, o me pintaba los labios de un color y me sentía bien, pero me decía ‘¿Vas a salir así? Qué fea estás’. Cuando discutíamos por algo me decía mil cosas que le gustaban de mí, pero luego no lo demostraba en el día a día. Las responsabilidades de la casa caían solo sobre mí, él una vez al mes limpiaba algo y con eso cumplía, el resto era asunto mío. Me hablaba mal de mis amigos, de la gente que nos rodeaba y al final dejé de juntarme con mis compañeros de instituto, con los amigos que teníamos en común… enfoqué mi vida solo hacia él. Nunca teníamos relaciones sexuales o, de repente, me chantajeaba para tenerlas. Son muchos ejemplos. Creo que es la primera vez que lo digo en voz alta y que soy consciente al cien por cien y, siendo sincera, me dan escalofríos. P.D.G*

“Se rayaba cuando quedaba con mis amigos, me intentaba aislar de mis amigas y procuraba tenerlo todo bajo control. Yo fui alejándome de mi círculo social, de hecho, cancelaba reuniones familiares por miedo a que se enfadase; cada vez que quedaba con una persona que no fuese él, tenía bronca, así que al final solo me juntaba con sus amigos. Poco a poco me fui anulando como persona, hacía cosas a propósito para molestarme y cada vez era todo más tóxico. El problema era que yo estaba en un bucle de dependencia, aunque me tratase mal yo quería estar con él. También solía decirme que había cambiado, que no era la misma, y yo intentaba rectificar mi actitud para evitar peleas y así fui dejando de ser como realmente era. En los últimos días que estuvimos juntos, no quise tener relaciones con él y se enfadó muchísimo; me decía que le hablaban muchas chicas y que podría estar con algunas mucho más guapas y me hacía sentir ‘afortunada’ porque estuviese conmigo. Ahora lo veo con perspectiva y pienso ‘cómo aguanté eso’, pero en ese momento era un vicio, un bucle tóxico del que no sabía salir. Lo peor fueron las secuelas, cuando se terminó la relación, estaba fatal, alejada de todos mis amigos, ni siquiera la relación con mi madre era la misma y me seguía dando miedo que me criticase aunque no estuviésemos juntos.” A.S.H*

*Las víctimas han pedido expresamente que sus testimonios queden bajo credenciales anónimas

Violencia psicológica durante el Covid-19

La pandemia derivada por el Covid-19, así como sus múltiples consecuencias (confinamiento, restricciones, disminución de servicios sanitarios, etc.) han influido de manera determinante en el incremento de la violencia de género, de forma general, y en el maltrato psicológico de manera particular. La necesidad social de mantenerse en casa, ha obligado a muchas mujeres a convivir mayor tiempo con su pareja, lo que ha implicado un aumento del abuso emocional. Así lo confirman desde CEPSIM Madrid, centro psicológico, en el que aseguran que “las mujeres víctimas de violencia de género están sometiéndose, durante estos meses, a una tortura psicológica y, en la mayoría de los casos, también física y/o sexual. Desde CEPSIM, creemos necesario darle una especial atención a este grupo de mujeres y es de vital importancia que observemos determinados ruidos o gritos.”

Además, la escasez de denuncias interpuestas dificulta la detección y la erradicación de este tipo de maltrato, más aún durante los meses de cuarentena obligada en la que sólo podía salirse de casa con un justificante, impidiendo que las mujeres víctimas de abuso emocional se animasen a poner medidas. Así lo refleja la Organización de Naciones Unidas: “el aumento de la violencia interpersonal en tiempos de crisis sanitaria es un hecho bien documentado, pero el insuficiente número de denuncias dificulta la respuesta y la recopilación de datos, ya que menos del 40% de las mujeres que sufren violencia buscan ayudan o lo denuncian.”

La dificultad para detectar la violencia psicológica, sumado a las restricciones de movilidad derivadas de la pandemia actual, supone un incremento de este tipo de maltrato durante los últimos meses, constituyendo, además, un paso previo hacia otras vertientes de la violencia de género como el abuso físico y/o sexual.

Por todo ello, y como señalan varias profesionales especializadas en violencia de género, las campañas de concienciación y sensibilización, los cursos de formación y los talleres impartidos por diversas entidades expertas en materia cobran un papel fundamental en la prevención y la detección de la violencia psicológica, un maltrato invisible que afecta a un gran porcentaje de mujeres, muchas de ellas sin darse cuenta, que puede dejar secuelas permanentes, que constituye un paso previo hacia otras formas de violencia contra las mujeres y que, por la seguridad y la salud de las mismas, debe ser prontamente erradicado.

Foto: Archivo AmecoPress 

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