8/12/2019

18 Semana de cine alemán

La Jornada

Carlos Bonfil


Una de las actividades culturales más esperadas de la cinefilia en México es la Semana de cine alemán, que hoy se presenta en la Ciudad de México, y luego en varias ciudades del país, una selección de 17 largometrajes de la más reciente producción germana, que son a la vez muestra de gran variedad temática y estilística. Con una combinación acertada de cine comercial y propuestas de cine de autor, los organizadores de la semana se han empeñado en que a lo largo de casi 20 años de existencia de esta muestra se mantenga un nivel general de calidad muy aceptable y atractivo. Pudiera objetarse que haya un número considerablemente mayor de películas de ficción, en detrimento de una producción documental que sin duda sigue siendo importante en Alemania, sobre todo como registro puntual de las tensiones políticas y sociales de esta última década (aumento de los flujos migratorios, crisis identitaria europea, embate inquietante de movimientos de extrema derecha con una nueva representación parlamentaria) y en vísperas de celebrarse los 30 años de la caída del Muro de Berlín y la reunificación alemana. La selección de obras de ficción es, sin embargo, muy sugerente.

Gundermann (2018), la cinta más reciente del realizador Andreas Dresen (Alto en el camino, 2002; A media escalera, 1999), un cineasta favorito de esta actividad anual, refiere la historia real del obrero excavador de minas Gerhard Gundermann que llevó una existencia doble ocultando por largo tiempo a sus amigos más cercanos su actividad de espía de los servicios secretos de la Stasi en la República Democrática Alemana. Para muchos espectadores es evidente el vínculo temático de Gundermann con la estupenda cinta La vida de los otros (Henckel von Donnersmarck, 2006), pero lo que mejor explora Dresen, a través del estudio de su protagonista, es el complejo tejido de complicidades entre buena parte de la sociedad y las instancias del poder político, mediante la delación sistemática de la conducta ajena, con el propósito de resguardar privilegios individuales mínimos y evitar represalias siempre imprevisibles que podían culminar en el ostracismo o en la cárcel. Esta práctica obligada, que incluyó a intelectuales tan notables como la novelista Christa Wolf o el dramaturgo Heiner Müller, provoca en el obrero y cantautor Gundermann fuertes conflictos morales y un afán tardío de redención ante amigos cercanos, quienes irónicamente también informaron sobre su vida privada. Estas contradicciones inocultables conducen al protagonista a una catarsis emocional en la que la fidelidad a los ideales políticos triunfa moralmente sobre el anquilosado sistema totalitario que los había traicionado.

Rompesistema (Systemsprenger, 2019), de Nora Fingscheidt, es un estudio notable de una conducta infantil esquizofrénica. La niña Benni de 10 años ostenta un carácter irascible tan incontrolable que muy pronto la convierte en un ser marginal absoluto. Rechazada por todas las escuelas especializadas en conductas asociales, mantenida a distancia por la madre soltera que debe proteger a otro hijo menor de la influencia nefasta, la niña es la encarnación extrema de una incorrección moral: insulta y agrede a sus compañeros, se burla de los discapacitados, amenaza con automutilarse, ejerce el chantaje de modo obsesivo y siempre se encuentra a un paso del internamiento siquiátrico. Con todo ello, puede en un instante mostrar un perfil encantador y conmover con su grado límite de vulnerabilidad emocional. La protagonista infantil Helena Zengel ofrece una caracterización impresionante, y la realizadora maneja todos los resortes dramáticos de la historia con una sobriedad artística ejemplar. Con ecos de las cintas francesas La infancia desnuda (Pialat, 1968) y Ponette (Doillon, 1996), esta radiografía alemana de una niñez lacerada y sin promesa de salvación, es al mismo tiempo, tratándose de una infante, la insólita expresión de un anhelo de libertad individual.

Otra composición infantil formidable es la que describe en Todo sobre mí (Der Junge muss an die frische Luft, Caroline Link, 2018) el talento precoz del famoso comediante alemán Hape Kerkeling, a partir de su autobiografía, centrándose en su infancia, en los años 70, y en la manera en que el niño siempre supo ser el antídoto humorístico para todas las desgracias, aliviando el dolor de una madre enferma terminal, derribando con su ironía el bullying de sus compañeros de clase por sus maneras afeminadas, y estableciendo con su abuela una complicidad afectiva capaz de sortear con una pirueta festiva cualquier abismo generacional. El rubicundo niño Hape vive con enorme desenfado la marginalidad a que lo condena su físico algo ingrato y una temprana ambigüedad sexual que él maneja brillantemente como un simple artificio escénico. Una proximidad temática: la comedia francesa Chicos y Guillermo ¡a comer! (Guillaume Galliene, 2013). En Todo sobre mí,el futuro comediante transforma a su propia familia y a sus compañeros en un primer núcleo de espectadores cautivos. La mentalidad estrecha de su pueblo natal (estupendamente retratado por la directora), es apenas un contratiempo menor que el niño Kerkeling vencerá mediante el humorismo y una malicia encantadora. Es fácil imaginar la rutilante madurez teatral que la película simplemente insinúa. En caso de verificarse la sentencia según la cual infancia es destino, pocos inicios de una carrera artística habrán sido tan deliciosos y a la vez aleccionadores.

Otros títulos interesantes son los dramas Atlas, de David Nawrath, y La pareja más bella, de Sven Taddicken; la comedia Kim tiene un pene, de Philipp Eichholtz, y el documental Nacida en Evin de Maryam Zaree.

Se exhibe en Cineteca Nacional, Cinépolis, Casa del Cine e Instituto Goethe. Sinopsis y horarios: https://www.goethe.de/ins/mx/es/kul/sup/sca.html

Twitter: CarlosBonfil1

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