1. Todas las batallas en la historia son entre opresores y oprimidos. Los empresarios, políticos y narcotraficantes controlan la riqueza y el poder. En todos los países del mundo –aunque de manera un poco desigual- la lucha de clases, la confrontación de clases, hace que avancen las cosas. Muchas veces –como en México actual y otros lugares, la lucha de clases parece desaparecida porque la clase dominante ha destruido la lucha de los oprimidos. En México gobiernos, empresarios y narcos –la misma clase dominante- luchan entre sí sólo para quedarse con toda la riqueza.
2. Lo que he observado en 64 años de activista anti electoral, es que esos dos o tres sectores de clase dominante siempre nos dieron palo con las leyes que ellos hicieron a su favor, con sus policías y ejércitos, con sus medios de información a su servicio, con las iglesias y con las escuelas que enseñan sumisión y cobardía. Salimos 100 mil veces a la calle para protestar contra los gobiernos y el capitalismo opresor, pero –dado que nunca repartimos dinero y sólo ofrecíamos lucha, pues la gente nunca entendió la lucha de clases. ¿Qué entenderían si había fútbol, peregrinación, cosméticos y artistas?
3. Nuestras luchas nunca triunfan porque no son radicales; las dejamos a la mitad después de los fuertes ladridos de la clase dominante y sus corifeos. Por ejemplo: hacemos una huelga, un paro, una marcha, y la dejamos a la mitad para no ser aplastados con leyes que los mismos asesinos al servicio de los gobiernos redactan. El gobierno hace la guerra a fondo llevando al pueblo a la peor miseria y hambre; nosotros, en vez de responderle con más fuerza, le perdonamos todo. La única acción fuerte que he visto es tirar la puertecita de Palacio, cuando cabría derribar simbólicamente, las tres grandes del frente.
4. Lo único que me gusta de Venezuela actual es el fuerte movimiento de masas; desafortunadamente no sucede en México. Hay dos basuras políticas peleándose el gobierno para luego saquearlo. El gobierno de Chávez (1999-2013) lo conocí y seguí muy bien; lo apoyé por ser antiyanqui, por realizar algunas expropiaciones y decirse socialista. Su sucesor Maduro no ha podido con los yanquis. En México es lo mismo: López Obrador encabeza a priístas y panistas, extremadamente corruptos, para no estar en la oposición; ésta, la llamada oposición, sólo busca regresar al poder que antes tenía. (20/VIII/24)
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