11/18/2014

¿Qué está pasando hoy en México?

Mario Campos 
Amigos, familiares, y en especial personas que viven fuera del país, miran con preocupación lo que hoy sucede en nuestro país. Para todos ellos, y con el ánimo de entender mejor, les comparto mi visión.
¿Qué está pasando en México?
Estamos en medio de una crisis política. Una crisis – definida como la incapacidad de seguir haciendo las cosas como se estaban realizando – que fue detonada por la tragedia de Ayotzinapa. ¿Por qué con este caso?, ¿por qué no ocurrió antes con San Fernando o el casino Royale o con muchas otras historias de terror y de dolor? No lo sé y quizá habrá que esperar al paso del tiempo para tener más claridad. Pero lo que sí sabemos es que este caso superó barreras geográficas, de clase, de identidad política. Y de pronto cientos de miles fuimos capaces de identificarnos con la angustia de los padres y madres de 43 tres jóvenes estudiantes de una escuela normal de Guerrero.
Pero desde las primeras marchas quedó en claro que esta crisis iba más allá. La primera demanda, sin duda, era la aparición de los estudiantes. Pero junto a esa había un reclamo a Peña, a su gobierno y a los políticos de todos los colores. Porque la batalla que trajo esta crisis por definir a los culpables terminó por aumentar la desconfianza con todos. Por eso no sorprende que los estudiantes de Ayotzinapa sean la causa pero también el símbolo de un malestar mayor.
¿Quiénes protestan?
Hay al menos cinco grupos en las protestas. Es importante separarlos aunque a veces parezca que sólo es uno.
1. El espontáneo. Se trata del grupo que ha salido por miles a las calles. En particular lo hemos visto en la Ciudad de México y está conformado en su mayoría por estudiantes de universidades públicas y privadas. Con ellos están sus maestros, sus padres, y un segmento de la población cansado de la impunidad, de la inseguridad y de una clase política que parece vivir en otro país. Parte de este segmento pide, entre otras cosas, la renuncia del presidente.

Son sectores que no acostumbran a movilizarse, incluso para muchos es su primera experiencia en política pero que han visto en este momento una razón para manifestarse de forma pacífica.

Sus demandas – poco articuladas en las calles – han sido retratadas por analistas y académicos en textos publicados en las últimas semanas.

2. El grupo pro AMLO. Los simpatizantes de López Obrador parten también de la idea de que hay una crisis política en el país pero su agenda sólo tiene un punto: la renuncia de Enrique Peña Nieto. No son el sector mayoritario en las calles, aunque son muy activos en redes sociales.

3. Los maestros. No es casual que las principales protestas se enfoquen en Guerrero, Oaxaca, Michoacán, y en menor medida, en Chiapas. En estos estados está la base más dura del magisterio. La que quiso echar para atrás la reforma educativa y no lo logró. Al menos no por la vía del Congreso y ha visto en esta coyuntura la oportunidad de negociar. La tragedia de Ayotzinapa le dio el paraguas para volver a las calles con una nueva bandera que les otorga una legitimidad que no tenían con su demanda original.

4. La guerrilla. Más allá de los nombres que reciba, son los grupos que apuestan a la descomposición como la vía para poner sus temas en agenda. Es la lógica que sostiene que mientras peor, mejor. Estos grupos tienen presencia a través de comunicados, con infiltrados en otros grupos que sí pueden presentarse en público, y operan también con hechos como la explosión hace unos días de un Soriana en el Estado de México.

5. Los provocadores. ¿Quiénes son?, ¿a cuál de los grupos anteriores pertenecen?, ¿son espontáneos o grupos pagados por áreas de gobierno? No está claro. Lo único seguro es que es que aparecen en las manifestaciones en la Ciudad de México. Son violentos, muy teatrales y no han sido detenidos por las autoridades.


¿Cómo responder?
Un principio importante al gestionar un conflicto es separar las posiciones de los intereses. Podría parecer que muchos de los grupos anteriores tienen la misma agenda porque piden la renuncia del Presidente. Pero si vemos los intereses, notaremos que son distintos y por lo tanto las respuestas también deben ser diferentes.
  • A los espontáneos se les puede y debe ofrecer una agenda de cambios que traten de recuperar la confianza en las instituciones y en los políticos.
  • A los seguidores de AMLO no se les puede ofrecer nada porque su agenda pasa por la salida del presidente para que se realice un nuevo proceso electoral (si la renuncia se diera antes del 1 de diciembre).
  • Los maestros van contra las reformas, en particular la educativa, por la restricción de las evaluación, la asignación directa de plazas, etc. El gobierno no podría ceder en estas demandas.
  • La guerrilla debería ser atendida en las condiciones sociales que permiten el surgimiento de estos grupos y por supuesto deben ser contenidos cuando realizan actos ilegales.
  • Los provocadores deben ser detenidos y aclarado su origen.
Las dos salidas
En estos momentos el debate público parece dividido en dos opciones: los que piden mano dura porque ven en estas movilizaciones un riesgo para la estabilidad del país (poniendo a todos los grupos de manifestantes en el mismo saco) y los que consideran que el gobierno debería entender que está obligado a hacer cambios de fondo ante el tamaño del malestar, sin que eso implique tolerar los actos de violencia.
¿Quién gestiona la crisis?
El problema es que no se ve que la clase política esté leyendo el conflicto.
El PAN es un fantasma, ausente y dividido, y el PRD está en una de sus peores batallas internas. El resto de los partidos no tienen ni agenda ni la fuerza para resolver la crisis.

¿Y el Presidente?
Enfrenta dos problemas muy serios. Por un lado, una especie de pecado original luego que Aristegui Noticias revelara que su esposa y el mandatario son “propietarios” de una casa que en realidad es de un proveedor de Enrique Peña Nieto. Primero, como gobernador, luego como candidato presidencial e incluso como presidente. ¿Cómo puede deberle dinero la esposa del presidente a un proveedor del gobierno de su marido?. ¿a cambio de qué la casa y el crédito para pagarla? El conflicto de intereses es evidente.
Pero hay más. Dentro de su gobierno hay unaabierta pugna por las posiciones. En las últimas semanas las columnas han planteado la salida del Secretario de Gobernación y del Procurador. Se han señalado las diferencias entre los militares y la procuraduría, entre la procuraduría y gobernación. El secretario de Comunicaciones tuvo que hacer lo contrario de lo que dijo ante legisladores con el tren concesionado a los chinos. Y aunque tiene buena prensa, el desempeño de la economía está por debajo de lo esperado en crecimiento, tipo de cambio, inflación.
¿Qué sigue entonces?
Son días de definiciones y semana será una de las más importantes. Del diagnóstico de la crisis dependerá la respuesta del gobierno. Si compra aquello de que es un gran complot en su contra, puede actuar con mano dura para tratar de restablecer la sensación de control.
Si lo hiciera con la justa medida ante hechos mayoritariamente impopulares (como el cierre de autopistas o la quema de edificios públicos) podría ganar algunos puntos. Pero ojo, si lo hace mal y la violencia provoca una muerte o se registran y documentan abusos, podría ser nuevo combustible para todos los grupos.
Quizá sea un riesgo inevitable para el gobierno (salvo que quiera dejar que crezca la noción de debilidad de la autoridad) pero sería un error si no va acompañado de una propuesta creíble y de fondo para los sectores moderados del conflicto (en particular el grupo de los espontáneos).
El gobierno debe dar acuses de entender la complejidad de la crisis y construir válvulas de escape para el malestar. De no hacerlo sólo podría, en el mejor de los casos, reducir a los grupos violentos pero sin resolver el enojo que se volverá a manifestar en la siguiente oportunidad.
¿Puede un presidente cuestionado y con un gabinete dividido diseñar y aplicar las respuestas a esta crisis?

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