11/22/2014

Edita vence el dolor buscando a migrantes desaparecidos


CARAVANA DE MADRES CENTROAMERICANAS “PUENTES DE ESPERANZA”

   Su hija falleció, pero brinda esperanza a otras madres

Hace 10 años, fue tan grande el dolor que sintió Edita Maldonado por la muerte de su hija Rosa Lidia Pérez, que dejó de participar en las caravanas de mujeres centroamericanas en busca de sus hijas e hijos migrantes que ella misma ayudó a fundar. Este año fue diferente: reconsideró y de nuevo se sumó al viaje hacia México.

Edita es parte de un contingente de 42 personas –entre madres, familiares y activistas– que busca a sus desaparecidos, y que ayer fue recibido entre flores y aplausos de migrantes de Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador, que se albergan en el refugio “La 72”, en este municipio del sureño estado de Tabasco.

Al llegar a México, esta mujer, que junto con Emeteria Martínez –fallecida en 2013– fundó las caravanas de madres, conversó con Cimacnoticias sobre sus trayectos, hazañas y las esperanzas que abriga al venir desde Centroamérica (CA) para encontrar a las y los migrantes desaparecidos.

Un día, a esta mujer nacida en la ciudad de El Progreso, departamento hondureño de Yoro, una vecina le dijo que en Radio Progreso, una emisora local, “ayudaban a las personas a emigrar hacia Estados Unidos”. Edita no quería dejar el país, pero escuchó el programa para saber de su hija desaparecida desde 1995.

En 1999 cuando el huracán “Mitch” azotó Honduras, Radio Progreso formó un comité de búsqueda de desaparecidos tras el desastre natural. Luego de esa labor, las mujeres se dieron cuenta de que había muchas personas desaparecidas durante los flujos migratorios.

“En enero del 2000 empezamos a reunirnos; en junio (de ese año) hicimos una caravana hasta Tegucigalpa”, relata mientras está sentada en la plaza central de este municipio regado por los ríos Usumacinta y San Pedro Mártir, y uno de los de mayor presencia de migrantes centroamericanos, en su mayoría jóvenes que caminan horas para rodear los cerros y cruzar la frontera entre Tabasco y Guatemala.

A esta plaza llegó ayer la X Caravana de Madres Centroamericanas que este 20 de noviembre montó una exposición con fotografías de sus desaparecidos, para ver si alguien veía las imágenes, reconocía los rostros y tenía información sobre ellos.

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La naciente organización, recuerda Edita, era el Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos de El Progreso (Cofamipro), que tenía un programa de radio donde ella empezó a participar. Quizás tuvo suerte, pero su hija la escuchó y le mandó una carta diciéndole que estaba en México.

“Ella me manda una carta, le contesté y le dije que íbamos en diciembre para Tecún Umán (Guatemala). Allí llegó su esposo. Para saber que era verdad que era mi hija, él hizo una llamada.  Hablé con ella, la tos y la gripe la tenían muy mal, no se escuchaba bien, entonces le dije ‘mira que no te conozco bien la voz’”.

La hija de Edita, Rosa Lidia, vivía en Tonalá, Chiapas, pero estaba tan enferma que no pudo ir al encuentro de su madre y sólo le llamó por teléfono. Debido a que no reconoció la voz, Edita preguntó los nombres de sus padres y los nombres de sus dos hermanos pequeños. Cuando la activista escuchó la respuesta sólo pensó: “Sí es mi hija, está viva”.

Desde que ingresó al Cofamipro, a Edita se le podía ver en cada manifestación que se organizaba para buscar a migrantes desaparecidos; se le veía alzando la voz, repartiendo fotos, organizando a las mujeres y planeando caravanas.

“En julio de 2000 hicimos una caravana hasta Tegucigalpa (capital de Honduras); en diciembre otra hasta Tecún Umán y el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, entramos en la procesión hasta Hidalgo (México) y encontramos a varias personas”.

En 2003, madre e hija se encontraron en Chiapas y en octubre de 2004 Rosa Lidia le llamó a Edita y le pidió que la llevará a Honduras porque estaba muy enferma. “Sólo me duró dos meses: el 29 de diciembre se me murió; nunca supe de qué estaba enferma; estuvo en hospitales, salió todo negativo. Me dijeron que era un mal que le habían hecho, que para que muriera rápido”.

El día que la sacó de un hospital de la ciudad hondureña de San Pedro Sula, Rosa Lidia falleció a los 36 años de edad al ir rumbo a casa. “En mis brazos murió”, dice al recordar que en ese momento no sabía si seguir o no en el comité. “Estaba desorientada, no sabía qué hacer”. Al final decidió seguir trabajando por las personas migrantes pero sin ir a las caravanas.

Además de ser madre, Edita es partera y locutora en Radio Progreso. En el Cofamipro es la secretaria; integra todos los expedientes, verifica que tengan acta de nacimiento, que estén las copias de ADN, que todo esté en orden.

LUCHAR POR OTRAS HIJAS

¿Qué la convenció para seguir luchando?, le pregunta Cimacnoticias. Edita responde: “El dolor de las demás madres, ver a un montón que lloraban como yo. Dije: ‘No se termina aquí’”.

La última señal para regresar a México, cuenta, sucedió hace 10 días cuando murió su madre, de más de 80 años de edad. “En mi llanto me dije: ‘Andate, tienes que luchar por las que no han encontrado a sus hijas’”.

Aunque sabe que no encontrarán a todos sus desaparecidos, la esperanza de Edita parece ser mayor porque luego de cada caravana la gente llama por teléfono pidiendo ayuda. Son personas que quieren reencontrarse con sus familias.

Madre de ocho hijos, cinco que viven sin documentos en Houston, EU, y dos que murieron, Edita sonríe y canta la letra de una canción que se llama “El billete” y trata sobre la necesidad de ir en busca de dólares ante la pobreza que azota a las familias centroamericanas.

A ninguno de sus hijos migrantes ha vuelto a ver porque saben que si regresan ya no podrán irse, pero Edita está tranquila; les llama por teléfono, mientras que en Honduras cada mes va al aeropuerto para ayudar a los deportados, documenta sus historias y los apoya en sus trámites migratorios.

“Pienso seguirle hasta que el señor me levante”, dice, y da un mensaje para la juventud migrante: “No pierdan comunicación con sus padres, con sus madres, y a quienes van a viajar que lo piensen mucho y a los que están viviendo en otras partes que se acuerden que hay mujeres buscando a sus hijos y que nos ayuden”.

Entrada la tarde, Edita y la caravana de madres organizaron un acto simbólico en apoyo a los 43 normalistas desaparecidos en septiembre pasado en Iguala, Guerrero. Encendieron veladoras y formaron un número 43 como forma de expresar solidaridad a personas, que como ellas, buscan a sus hijas e hijos.

La siguiente parada de esta caravana es Palenque, en Chiapas, donde visitarán la Casa del Caminante “Tatic Samuel” y después Villahermosa, capital de Tabasco.
 

CIMACFoto: Anayeli García Martínez, enviada
Por: Anayeli García Martínez, enviada
Cimacnoticias | Tenosique, Tab.- 

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