11/21/2014

San Luis Acatlán se fundió en abrazos con la caravana de madres


CARAVANA MADRES DE AYOTZINAPA
   Apoyo de un municipio que pese a pobreza, resiste con dignidad



La resistencia popular en este municipio guerrerense, en la región de la Costa Chica, se hizo evidente el pasado domingo 16 de noviembre cuando cientos de mujeres (sobre todo maestras de normales rurales) recibieron a las madres, padres y jóvenes normalistas que participan en la caravana de la “Brigada Nacional por la presentación con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos”.

El Palacio Municipal de San Luis Acatlán, una comunidad de 42 mil 360 habitantes (con más de 21 mil mujeres) está “tomado” desde el pasado 17 de octubre. Todas las escuelas primarias y de bachillerato también están en paro de labores.

La localidad está en resistencia hasta que aparezcan con vida los 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, que fueron agredidos en Iguala, Guerrero, el pasado 26 de septiembre y que, según las versiones de la Procuraduría General de la República (PGR), sus restos habrían sido calcinados en un basurero local y tirados al río San Juan.

San Luis Acatlán, donde la mitad de la población es indígena hablante de tres lenguas distintas (mixteco, náhuatl y tlapaneco), decidió unirse al movimiento de las madres, padres y compañeros de los jóvenes víctimas de desaparición forzada, que recorrió varios municipios del estado desde el sábado 15 de noviembre.

Y es que este municipio –cuyo escudo es un ave fénix que resurge de sus desgracias–, además de ser cuna del profesor rural y guerrillero Genaro Vásquez Rojas, es tierra natal de Valeriana Nava (de quien se sabe muy poco y cuyo nombre dieron los habitantes a una escuela primaria), promotora y fundadora de varias escuelas rurales en ésta y otras comunidades de Guerrero.

Acatlán también fue uno de los primeros tres municipios del país que conformaron en 1995 una policía comunitaria para que respondiera al estallido de violencia social (asaltos en caminos, violaciones sexuales contra menores de edad, robo de ganado y otros abusos), que desde entonces padece la población frente a la inoperancia del sistema de justicia del Estado.

AUTOORGANIZACIÓN

Con tres días de anticipación, estudiantes normalistas de Ayotzinapa llegaron a esta comunidad para informar que la “Brigada Nacional” visitaría el municipio este 16 de noviembre.

La noticia se esparció como el sudor provocado por los 31 grados centígrados que sofocan a esta localidad. La iglesia, las escuelas y los comercios colocaron lonas y carteles. La radio local hizo su parte.

Desde entonces, maestras, amas de casa y campesinas se organizaron para recibir a la caravana, mientras la mayoría de los varones salieron hacia Chilpancingo –capital del estado–, para frenar la represión contra los normalistas que, en un acto de protesta y resistencia, bloquearon carreteras, tomaron casetas y secuestraron camiones.

En Acatlán, la recepción de la caravana corrió a cargo de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) y la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC-Policía Comunitaria). Se formaron comisiones para la preparación de alimentos, la difusión, y seguridad a las y los manifestantes.

Desde las 10 de la mañana del 16 de noviembre, decenas de mujeres se reunieron en las escaleras del Palacio Municipal para acomodar sus cazuelas con guisados típicos, que prepararon con aportaciones de 50 a 100 pesos cada una.

Las maestras rurales, que marcharon en una comitiva junto a las madres de los normalistas, prepararon con antelación cartulinas y pancartas.

Magaly Vázquez Ruíz, maestra rural de una comunidad de San Luis, dijo en entrevista antes de recibir a la caravana que protestaría por la injusticia que desde siempre ha vivido su estado. Cuestionó: “¿Por qué el gobierno está atentando contra estos jóvenes que se están preparando para ser maestros y educar a nuestros hijos?”.

Aseguró que estas acciones del gobierno son formas de opresión para que la población no proteste por las condiciones de pobreza en las que vive la clase trabajadora. “Nos dicen que no debemos hablar ni rebelarnos, pero se necesita ir a las comunidades para ver realmente lo que pasa”, agregó.

Cristina, ama de casa, planeó decir a las mamás que sigan adelante, que ellas (las habitantes de San Luis) las apoyan para que realmente encuentren a sus hijos. “No somos insensibles, estamos sintiendo el dolor de esta pérdida”, concluyó.

EL MÍTIN

Al cuartel militar de San Luis Acatlán llegó un camión de redilas del que descendieron varias mujeres jóvenes con playeras blancas que llevaban estampado en color rojo el número “43”. “Ya llegaron las maestras de San Luis”, gritaron algunos de los habitantes.

Más de 200 personas esperaron la llegada de la caravana. Tras ellas estaban los militares que tomaban fotos a la concentración. A un lado del contingente estaba una camioneta de la policía municipal, pero los únicos tres vehículos que ese día recibieron y resguardaron a la caravana fueron las camionetas pickup de los policías comunitarios, quienes también dejaron un mensaje de solidaridad en las puertas del Palacio Municipal.

Cuando llegaron los dos autobuses de la caravana, los habitantes de San Luis aplaudieron y saludaron. Luego gritaron: “Ayotzinapa, aguanta, San Luis se levanta”. Una mujer, esposa de un maestro rural, llevó un costal de naranjas hasta la puerta del autobús del que bajaron madres y padres de los normalistas desaparecidos.

Desde el cuartel al Palacio Municipal los habitantes de San Luis, que cobijaron a las madres de los normalistas, caminaron casi 40 minutos. En el trayecto, mujeres que se asomaron desde sus casas abrieron las puertas para dejar pasar al baño, dar un vaso con agua o saludar a la caravana.

Olga Carrasco Jiménez, representante de la CETEG en el municipio, inició el mitin frente al Palacio Municipal, agradeció que la caravana parara en la localidad y se unió a la exigencia de justicia de madres y padres.

Una estudiante de una Normal de Oaxaca, que acompañó el movimiento, leyó un discurso que reescribió varias veces tras una columna de concreto del pueblo. Recordó la importancia de las normales rurales para la preparación de la población de las regiones más pobres del país, por lo que pidió que la sociedad civil exija al gobierno que todas estas escuelas tengan mejores condiciones.

Una mujer pidió a una de las madres acercarse. En un abrazo le deseó fuerza y sabiduría para seguir su búsqueda y su llamado a la justicia.

En la plaza se ofrecieron guisados típicos de la región a la caravana, medios de comunicación y a todas las personas que participaron en la protesta.

Tras el mitin, varias niñas se acercaron al Palacio Municipal para pedir comida. Sus pies descalzos pisaban la tierra caliente de las calles cercanas a la plaza.

“Rosa”, una comerciante del municipio, dijo que la desaparición de los 43 normalistas fue una desgracia para las madres y las familias de los estudiantes, pero que en pocos días se extendió a todo el estado.

“Ya queremos que esto termine, están cansando a los guerrerenses. Acá sólo confiamos en nuestra policía (la comunitaria) que se está enfrentando con los grupos del narcotráfico que sólo secuestran y matan. Ahora también tenemos que cuidarnos de los policías del gobierno, que no nos ayudan pero sí nos perjudican. Algo habrá que hacerse porque esto no lo vamos a aguantar”, declaró.


CIMACFoto: César Martínez López
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa, enviada
Cimacnoticias | San Luis Acatlán, Gro.- 
 

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