4/22/2022

Los traidores

 sinembargo.mx

Fabrizio Mejía Madrid

Al medio día del 17 de abril de 2022, la Diputada plurinominal del PRI, Paloma Sánchez Ramos, decidió irse a burlar de los diez mil manifestantes que, a la afueras de la Cámara de Diputados, exigían que se aprobara la Reforma Eléctrica del Presidente López Obrador. Desde la escalinata les gritó: “No va a pasar” y, después, se rió de su barrabasada. Paloma Sánchez estudió mercadotecnia en el ITAM y su vida profesional ha transcurrido entre publicitar una tienda para surfistas en Mazatlán, Sinaloa, y enlazar a los medios estatales para las giras de Enrique Peña Nieto. Ahora es Diputada de partido. Después de las críticas que recibió por burlarse de los ciudadanos que exigían responsabilidad política de sus representantes en un tema estratégico para la seguridad nacional, la Diputada Sánchez se justificó: “No me burlé del pueblo, sino de los acarreados”.

En el pleno, otras dos diputadas plurinominales, Margarita Zavala, de Acción Nacional y Edna Gisel Díaz Acevedo, del PRD, eran invitadas por la dirección del Congreso a no participar en la sesión por su conflicto de interés. Una, había recibido 10 millones por la contratación de su esposo, Felipe Calderón, como funcionario de una filial de la eléctrica española, Iberdrola. La otra había ingresado al salón de sesiones al cabildero de la energética italiana, Enel, el señor Paolo Salerno. Las dos diputadas se negaron a declinar su injerencia en la votación. Zavala alegó “violencia de género” y Díaz Acevedo dijo: “Yo no me excuso porque no tengo nada de qué excusarme”.

Así comenzó un debate parlamentario que, allá por noviembre de 2021, se quiso presentar entre “energías limpias” y “sucias”; en febrero pasó a ser entre empresas extranjeras y soberanía energética, pero que, a la hora de la discusión, ya después de dos meses de Parlamento Abierto, no llegó más que a la conformación de un bloque opositor como máquina de venganza, insultos, desdén por los ciudadanos, y arrogancia de una élite que sólo es poderosa dentro de su poder de veto.

El tono lo puso el Diputado del PRD Luis Ángel Espinosa Cházaro cuando aseguró que él proponía “energía eléctrica de forma gratuita a jefas de familia y grupos vulnerables, mediante la aplicación de subsidios focalizados o donde sea posible, a través de la instalación de sistemas de generación de energía eléctrica en pequeña escala en los hogares”. Una propuesta pequeña, de celdas solares en las azoteas, a la que nadie se opondría, pero que no guardaba relación con la dimensión nacional de la soberanía energética, la CFE, el saqueo del autoabasto, o el subsidio de 500 mil millones al año a Iberdrola, Enel, o Naturgy. Pronto el Diputado pasó al monotema: el autoritarismo de López Obrador. Dijo: “Hay mucha, mucha gente víctimas silenciadas del populismo y la demagogia que no han podido subir a esta tribuna a decir que basta ya de caprichos. No, no nos dieron moche. Esos se los dieron a José Ratón, o a José Ramón, y se los dio una empresa de energéticos, y están en la casa gris. Esos sí son los moches probados”. Los que veíamos la transmisión por el Canal del Congreso entendimos, al fin, de qué había servido las suposiciones del reportaje de Latinus. Eran para usarlas como perdigones en esta reforma.

Luego, ocurrió uno de los declives conceptuales de la mañana. El Diputado del partido Movimiento Ciudadano de Dante Delgado, Enrique Alfaro y Samuel García, Jorge Álvarez Máynez, decretó que sus diputados hablaban por las piedras y ríos cuando dijo: “La naturaleza tiene voz en este Congreso y es la voz de la bancada naranja. La verdadera soberanía de este país son sus recursos naturales. No hay mayor garantía de soberanía para México, que el sol y que el viento del que disponemos”. De haber sabido que el viento y el sol tenían intención de voto, los habríamos incluido en el padrón electoral con fotografía. Una tuitera comentó al instante: “Qué machistas los del MC. ¿Y la voz de la luna?”.

El dirigente del PRI nacional, Alito Moreno, se atrevió a pronunciar el lema de Acción Nacional como propio. Dijo: “Luchamos por una patria para todos, ordenada y generosa”. El PRI se había olvidado de “Sufragio efectivo, no relección” y, de paso, también quiso negar su más notable talento —quedarse en el poder— aventándoselo a Morena. Dijo: “Sólo les interesa el poder y por eso su reforma no va a pasar. En cambio, hoy los priistas somos de una sola pieza, los de la coalición somos de una sola pieza. No va a pasar (se repite siete veces). Y como les decía, aquí nos vemos en la electoral y quiero decirles algo que nos da muchísimo gusto a todos los que estamos aquí, no saben la cara que se les ve, están moralmente derrotados, y saben qué, no va a pasar su reforma”.

El Diputado Jorge Romero Herrera, de Acción Nacional, un gran gesticulador, incurrió en algunos excesos de simplificación cuando les dijo a la mayoría: “Las empresotas que ustedes odian son las que provocan el 80 por ciento del Producto Interno Bruto, el 80 por ciento de los empleos, pero a las que ustedes odian. El sector privado no sólo son ellas, el sector privado es la arquitecta que está poniendo su despacho, los miles de trabajadores en una maquiladora. Ese es el sector privado”. Según el Diputado, los asalariados son sólo empresarios que todavía no se dan cuenta.

Otra Diputada de Acción Nacional, María Josefina Gamboa Torales, quien, en estado de ebriedad, el 12 de julio de 2014, en Boca del Río, Veracruz, atropelló y mató al joven José Luis Burela, se atrevió a su subir a la tribuna para dar una nueva versión de la muerte del agente de la DEA en 1985: “Ustedes, lo único que les interesa, es seguirle llenando los bolsillos a Manuel Bartlett y a la recua de delincuentes que han cobijado a Andrés López Obrador. Él asesinó a Kiki Camarena y a éste es al que llaman hoy patriota”.

Ya instalados en las tramas de las series de televisión, el coordinador de la fracción del PRI, Rubén Moreira, contó la historia de cómo perdió la inocencia energética. Confesó su asombro ante todos por la reforma que su partido propuso y votó junto con Acción Nacional y el Verde, en 2013: “En el Parlamento Abierto descubrimos que hay empresarios que aprovechan de muy mala fe la legislación para generar ganancias más allá de lo permitido, me refiero a la figura del autoabasto, donde muchas empresas defraudan la ley al construir falsas sociedades y a través de ellas vender de manera ilegal electricidad, dañando con ello a la CFE”. Pero sus hallazgos no terminaron ahí: “Descubrimos”, se desconcertó Moreira ante su propio candor, “que muchas empresas no pagan correctamente el porteo y el respaldo que les ofrece CFE, con ello causan un grave daño a la empresa de todas y todos los mexicanos. Tienen grandes ganancias y distorsionan los mercados al tener ventajas injustas sobre los pequeños empresarios y comerciantes. El PRI no está de acuerdo con tan gran irregularidad y demandamos la corrección de esta injusticia, manifestamos nuestra disposición para legislar en el futuro al respecto”. Pero, sin importar estas revelaciones, Moreira se sostuvo: “Compañeras y compañeros, hoy no acompañamos este dictamen por insuficiente”.

Quien fuera el Secretario de Economía de Enrique Peña Nieto, Ildefonso Guajardo, acusado hace algunos años por enriquecimiento inexplicable por nueve millones en obras de arte, no vio la luz, como Moreira, sino el agua: “Me resulta totalmente incomprensible que estamos hablando de que la solución para México es la hidroeléctrica. Vengo del norte del país, donde el agua empieza a ser un factor vital para la sobrevivencia”.

Como en una mala fiesta, los últimos oradores se empeñaron en competir para ver quién se avergonzaba más a sí mismo. Jesús Alberto Velázquez, del PRD, hiló con alarde acrobático, masacres, narcotráfico, al hijo del Presidente López Obrador, y a Loret de Mola con —sí— la Reforma Energética: “Qué ya no habría masacres en México. ¿Y qué ha pasado con esa promesa? Aquí está lo que ha pasado. Admitió dejar libre a Ovidio. Aquí está saludando a la mamá de ‘El Chapo’ Guzmán, el narcotraficante más grande que ha dado este país. Quieren, quieren que firmemos una Reforma Eléctrica como darle un cheque en blanco a Manuel Bartlett. Aquí mucho se viene a hablar de las empresas extranjeras, Iberdrola. Y ¿por qué no hablan de la empresa extrajera que le prestó la casa un año a José Ratón, perdón, a José Ramón? Y que en ese año Pemex les dio contratos por tres mil 900 millones de pesos. ¿A cambio de qué? A cambio de esa casita, en la cual vivía el hijo, el bodoque del Presidente. Vemos que al Presidente le preocupan mucho los ingresos de algunos periodistas…”.

Al final, la secretaria de la sesión, Fuensanta Guerrero, aseguró lo que se sabía desde el inicio: “Señor Presidente, se emitieron 275 votos en pro, 0 abstenciones y 223 en contra. No hay mayoría calificada”. He hecho este recuento para dejar constancia del alcance de una reforma que busca una transición energética en los límites de la soberanía y la seguridad nacionales contra lo que fue esta vergonzosa asamblea. Sabemos que hay dos proyectos en disputa por México. Lo comprobamos a diario, pero habría que decir que uno es de trascendencia histórica para la continuidad del país y otro, no pasa de ser una coalición de intereses ilegítimos. No son comparables porque no tienen la misma dimensión. Sin embargo, se enfrentan en días como ese domingo 17 de abril, en que una parte prefirió sabotear a la otra, armada tan sólo de su furia, y la llamó “victoria”.

Fabrizio Mejía Madrid

Es escritor y periodista. Colabora en La Jornada y Aristégui Noticias. Ha publicado más de 20 libros entre los que se encuentran las novelas Disparos en la oscuridad, El rencor, Tequila DF, Un hombre de confianza, Esa luz que nos deslumbra, Vida digital, y Hombre al agua que recibió en 2004 el Premio Antonin Artaud.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario