Generación Z: tercer intento // Después del Zócalo sabatino // Opositores disfrazados de jóvenes // Corina: historias y
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En esta ocasión, los opositores mal disfrazados de presunta insurrección juvenil tendrán como punto de referencia comparativa la reunión masiva que en la Plaza de la Constitución se realizó el sábado anterior para expresar apoyo a la presidenta Sheinbaum.
Ahí, la mandataria pronunció un discurso con señalamientos directos a estos grupos opositores. Retórica de confrontación en puntos particulares pero, sobre todo, una excitación al debate político, al contraste de ideas y argumentos. Entre otros puntos, señaló que los conceptos de patria y libertad no corresponden a las derechas, y aseguró que el activismo juvenil está del lado del proceso denominado 4T.
La sabatina alocución claudista rechazó la guerra propagandística sucia y el uso de “consultores” mediáticos especializados en la mentira, y puntualizó que la narcopolítica en México ha estado del lado de gobiernos y políticos de derecha, como Felipe Calderón y su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, sentenciado y preso por asuntos criminales en Estados Unidos.
Los opositores no han podido salir de las rutinas de la descalificación adjetivada y la esperanza de que fuerzas exteriores les ayuden a recuperar lo que social y electoralmente no han podido. No hay una mínima producción ideológica, una propuesta programática seria ni la aparición de algún tipo de liderazgo creíble (se ha tratado de impulsar a la actual presidenta municipal de Uruapan y su movimiento del sombrero, sin que esté prendiendo a nivel nacional dicho proyecto).
Habrá de verse este domingo si el tercer intento de la vieja política opositora-“Generación Z” logra expresarse con contundencia numérica, organización y discurso notables, o queda en un tanteo fallido más, en una demostración de fin de año de la insuficiencia opositora aun cuando haya tratado de camuflarse de juventud Z.
Sin dar detalles probatorios de su dicho, la impugnada receptora a trasmano del Premio Nobel de la Paz, María Corina Machado Parisca (su hija fue quien físicamente la representó en el acto correspondiente), aseguró que para salir de Venezuela rumbo a Oslo hubo de librar peligros varios, que se ha negado a precisar para, dijo, no poner en riesgo a quienes le ayudaron a una travesía muy complicada.
Ya en la capital de Noruega, la activista que confrontó al gobierno de Hugo Chávez, y ahora lo hace con Nicolás Maduro, declaró a periodistas que “tuvimos apoyo del gobierno de Estados Unidos” para cumplir el itinerario de presunta gravedad extrema. Según medios convencionales gringos, en una fase de ese viaje hubo de utilizar una lancha, por lo cual se avisó a Washington para que no fueran a bombardearla, como han hecho con otras embarcaciones.
No llegar a la entrega del Nobel le ha permitido a Machado Parisca dobletear en cuanto a atención mediática y política, pues ahora está cumpliendo una agenda de encuentros en pro de su causa y está considerando realizar una gira por ciudades europeas. No es ésta la primera vez que practica una suerte de suspenso, con historias no comprobadas, para tratar de potenciar su fuerza política.
Y, mientras este jueves se ha realizado una reunión de la presidenta Sheinbaum con gobernadores (con el tema del combate a la extorsión), en la que se planteó la necesidad de coordinación de la fiscalía federal con las estatales, objetivo que no se pudo lograr con el displicente (por decir lo menos) Alejandro Gertz, ¡hasta el próximo lunes!
X : @julioastillero,Facebook: Julio Astillero,juliohdz@jornada.com.mx
Pero ya divulgado el “relanzamiento” y lo que implica, el inquilino de la Casa Blanca metió el acelerador y de ofrecer (en el discurso) convertirse en el “socio preferido” de los latinoamericanos, se quitó la careta (que de por sí ya no ocultaba mucho) y pasó a ser un descarado pirata al asaltar un barco petrolero que transportaba crudo venezolano en el mar territorial de esa nación sudamericana, acto violatorio del derecho internacional y de la soberanía de este país. Y sin más, lo trasladará a territorio estadunidense. Hurto consumado.
Con el cinismo que lo caracteriza, Trump dijo: “acabamos de incautar (léase robo descarado y acto de piratería internacional, como lo calificó el presidente Nicolás Maduro) un barco petrolero en la costa de Venezuela, un gran buque, muy grande, el más grande jamás incautado, de hecho” y, según él, lo hizo por “una muy buena razón” (que no explicó cuál sería, aunque miles de barriles de crudo es el motivo real) y “asumo que nos quedaremos con él”.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró que “el buque petrolero incautado (robado) por Estados Unidos y vinculado a Venezuela navegaría hacia un puerto estadunidense (con todo y rehenes), donde el gobierno federal tiene la intención de confiscar su cargamento a través de un proceso legal formal (lo ilegal se “legaliza” en Washington); el Departamento de Justicia aprobó una orden que autorizaba la incautación del barco; hay un proceso legal para la confiscación de ese petróleo, y ese proceso será llevado a cabo”, dijo la susodicha sin sonrojarse, y en el descaro total aseguró que Trump “ha adoptado un nuevo enfoque que no ha sido tomado por ninguna administración desde hace bastante tiempo”. Claro, sólo a lo largo de los últimos 202 años. Pero el magnate naranja dice que los únicos piratas son de Somalia.
Eufemismos aparte, no es más que un atraco en despoblado (lo que no es novedad tratándose de un gobierno gringo) ante la pasividad de la mayoría de las “autoridades” de la región y el aplauso de focas políticas como Javier Milei (Argentina), Daniel Noboa (Ecuador), Nayib Bukele (El Salvador), Rodrigo Paz (Bolivia), el golpista José Jerí (Perú), José Raúl Mulino (Panamá), Christine Kangaloo (Trinidad y Tobago), todos lacayos de Trump dispuestos a abrir las piernas, “equipo” que puede crecer si el próximo domingo en Chile gana el fascista José Antonio Kast.
La agresión del magnate naranja obliga, restando a ese grupo de cipayos, a unir la Latinoamérica en una sola fuerza para enfrentar la enloquecida embestida de Trump. Caso contrario, este despreciable ser irá comiendo una tras otra a las naciones regionales hasta quedarse con el último gramo de los recursos naturales de la región, en el entendido de que una América Latina dividida sólo conlleva a la derrota, traducida ésta en pérdida de soberanía, riquezas naturales, territorio y dignidad, producto de la inacción y el neocolonialismo gringo.
Sobre este asunto, la presidenta Sheinbaum dijo que México se pronuncia a favor de la no intervención, el diálogo para resolver cualquier conflicto, la solución pacífica de las controversias y la autodeterminación de los pueblos. “Siempre será esa nuestra posición; estamos de acuerdo con el respeto de los tratados internacionales y México debe velar por ello. Además está en la Constitución”.
Las rebanadas del pastel
Y mientras presume su devaluada corcholata de la “paz”, la esperpéntica María Corina Machado, una suerte de Lilly Téllez venezolana, reafirma su deseo de que Estados Unidos invada y destroce su país natal para que ella sea presidenta. ¡Claro! No cabe duda: es “pacifista”.
Pero la bella mujer que gobernó Egipto durante 22 años, de quien se dice que se quitó la vida al ser mordida por una serpiente; la que gracias al cine y la publicidad es figura universal de la cultura pop, objeto de consumo, musa de la moda, marca publicitaria, era otra persona, como se muestra en la exposición El Misterio de Cleopatra en el Instituto del Mundo Árabe de París.
Ella es la figura femenina más popular de la historia. Sarah Bernhardt la interpretó en teatro; en el cine, además de Taylor, Theda Bara, Sophia Loren y Mónica Bellucci.
Ahora la exhibición en París nos aproxima a lo que en realidad fue gracias a descubrimientos históricos y arqueológicos recientes. Todo en el contexto económico, político y religioso de su época, cuando Egipto era un reino próspero, y su capital, Alejandría, centro del mundo helenístico y el comercio.
Pero los escritores romanos, como Horacio, Plutarco y Cicerón, la envolvieron en una leyenda negra que ha durado siglos, en medio de una misoginia extrema: monstruo lujurioso, perversa y cruel extranjera.
En cambio, los autores árabes ilustran cada vez más las cualidades intelectuales y políticas de Cleopatra y su papel de gobernante que hizo reformas adelantadas a su tiempo.
Su suicidio para escapar de la captura romana se convirtió en muerte heroica, fuente inagotable de inspiración, como documenta la exposición por medio de pinturas, esculturas, grabados, manuscritos, objetos arqueológicos, joyas y monedas, trajes, proyecciones, fotografías, dibujos, literatura, teatro, ópera y escenas de películas.
Hoy es emblema de las nuevas luchas políticas, en especial las feministas. En Egipto, orgullo nacionalista y resistencia contra el colonialismo. La comunidad afroestadunidense la reivindica como jefa de Estado africana.
En resumen: una mujer poderosa que supo imponer su voz.
Debe señalarse que incluso los precios legales triplicaron lo ofrecido por los organizadores en su documento de candidatura publicado en 2018: en aquel momento, se prometió que la entrada más económica costaría 21 dólares (en realidad fueron 60) y que el camino completo para seguir a un equipo desde su primer partido hasta la final rondaría 2 mil 242 dólares en la categoría más barata, pero ya está visto que no podrá hacerse por menos de 6 mil 900 dólares. Por ello, el grupo Football Supporters Europe (FSE) pidió ayer a la FIFA que “detenga la venta de boletos para el Mundial, entable una consulta con todas las partes afectadas y revise los precios” hasta encontrar “una solución que respete la tradición, la universalidad y la importancia cultural” de este evento que por décadas ha sido el más seguido por televidentes y aficionados de todo el planeta. En particular, la FSE destaca que las entradas para la competición en Norteamérica son cinco veces más costosas que las de la edición de 2022 en Qatar, un incremento totalmente desproporcionado desde cualquier perspectiva.
Los precios abusivos impuestos para el Mundial se inscriben en el fenómeno denominado funflation; es decir, inflación de los costos del entretenimiento muy por encima del índice inflacionario general, el cual afecta a los espectáculos en vivo más solicitados por los consumidores, así como a otras diversiones como el cine, bares y restaurantes de moda. Las cifras son muy ilustrativas tanto a escala global como en el caso mexicano: en 1985, un estudiante estadunidense con un trabajo de verano (por el que se gana el salario mínimo) podía pagar una entrada para ver a los cantantes más famosos del momento con tres o cuatro horas de trabajo, mientras en la actualidad el acceso a un artista de calibre similar le exigiría 60 horas de trabajo. De regreso al futbol, el que era espectáculo popular por excelencia ahora exige sacrificios enormes a la clase trabajadora, o de plano está fuera de su alcance. El boleto más caro para la final de la liga mexicana de futbol costó 150 pesos en 2002, mientras en 2024 se elevó a 4 mil pesos, sin contar reventa: de cuatro a 16 días de salario mínimo, pese a que en los últimos siete años el sueldo base pasó de 88 a 315 pesos.
La funflation se explica, hasta cierto punto, por el auge de la “economía de la experiencia”, consistente en que los consumidores valoran los acontecimientos más que la adquisición de bienes y, por lo tanto, están dispuestos a pagar mucho más que antaño por hacerse presentes en un evento que pueden exhibir en sus redes sociales. También juega un papel insoslayable la consolidación de monopolios como Ticketmaster, Live Nation u Ocesa, las cuales eliminan la competencia al controlar tanto los recintos como la venta de boletos. Por supuesto, la propia FIFA es un monopolio global en lo referente al futbol profesional. El advenimiento de la era digital ha dado nuevas herramientas a las empresas monopólicas para desplumar a sus clientes; por ejemplo, mediante “tarifas dinámicas”: en vez de establecer un precio y permitir que los fanáticos más devotos acampen a fin de alcanzar un boleto, las compañías elevan el costo en función de la demanda, convirtiendo las ventas en subastas delirantes.
Una mirada superficial podría sugerir que no hay nada malsano en el panorama descrito, pues se trata simplemente de la ley de la oferta y la demanda en acción. Pero el hecho es que encarecer de manera artificial espectáculos de masas atenta contra el derecho humano a la cultura y el esparcimiento. Además, resulta inseparable del auge paralelo de la desigualdad y de la economía criminal, pues está claro que sólo dos tipos de personas pueden desembolsar 23 millones de pesos por ver un partido de futbol: los capos del crimen organizado y los beneficiarios de la explotación laboral, la evasión fiscal, la desregulación financiera y la concentración nociva de la riqueza.

Capítulo Mexicano de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad
Rechazo a Trump
Las agresiones armadas de Trump y la presencia del poderoso portaviones de Estados Unidos amenazan con una guerra criminal al pueblo y gobierno legal de Venezuela, sin embargo, las agresiones y amenazas de Trump carecen de toda de legalidad y no tienen apoyo alguno en el derecho internacional, y abiertamente violan los tratados internacionales sobre la autodeterminación, libertad, independencia y paz de las naciones del mundo.
La política de Trump para toda América Latina es casi igual: pretende revivir una política de más de 200 años que falsamente otorga superioridad de Estados Unidos sobre las demás naciones del continente americano.
Basta de mentiras y agresiones al mundo, ya que el mismo pueblo estadunidense repudia a Trump y le grita: “no queremos un rey”. Es tan autoritario y antidemocrático que por sí y ante sí, y nadie más, dicta sus mandatos nacionales e internacionales, además de dividir al mundo y profundizar las diferencias de la extrema derecha nazi con el resto del mundo, cuya mayoría aspira a la paz, respeto a la soberanía y a la democracia.
Salvo los gobiernos de América Latina que se autosubordinan a Trump y al fascismo, la mayoría de los pueblos se identifican con Bolívar, Hidalgo y Juárez, San Martín, Martí y Chávez, y repudian la política criminal y autoritaria de Trump, por lo cual debemos unirnos y solidarizarnos todos los latinoamericanos con el pueblo de Venezuela y derrotar a Trump y al imperialismo como lo hicieron Cuba en 1961, Vietnam en 1975, Hugo Chávez en 2002, Mar de Plata en 2005 y el pueblo estadunidense que crecientemente repudia a Trump. Ante cualquier agresión imperialista, los pueblos latinoamericanos los repudiaremos junto con los pueblos y abogados democráticos del mundo.
Por la ANAD: José Alberto López Damián, María Luisa Campos, María de la Luz Rivera, Edur Velasco, Oscar Alzaga y 113 firmas más
Deuda, el rey Midas de la desigualdad
El crucial, la raíz y la clave del gran fracaso hasta el decadente histórico humano, según reporte coordinado por el economista francés Thomas Piketty, en el contexto del informe sobre desigualdad global 2026, es la aberrante concentración de riqueza en un puñado. Miremos:
Ingresos y posesión de riqueza derivan en que ¡el uno por ciento concentra 37 por ciento de riqueza global, mucho más que 90 por ciento de la población! Esta concentración de riqueza proviene del desmantelamiento del Estado, para convertirse en deuda, multiplicada en el sistema financiero y paraísos fiscales. Dos ejemplos, la deuda pública, de Estado, de Japón y el imperialismo estadunidense es más o menos 150 y 130 por ciento de su PIB y siguen operando, porque la deuda es la médula espinal del capitalismo, reciclada por sus venas, ¡el auténtico rey Midas!
La deuda es el talón de Aquiles del capital imperialista, herido de muerte desde la crisis del 2008, así como el bestial pirataje medieval de Donald Trump al capturar el petrolero venezolano; obvio, China y Rusia no cruzan brazos. La riqueza concentrada no liquidará deuda; veneno mata veneno, versa el clásico.
Ismael Cano Moreno
El primer caso es el de la guerra entre grandes estados, en general, potencias nucleares. Esta guerra, hoy, no es directa, sino a través de terceros, ya que por ahora evitan una confrontación que tendría enormes consecuencias, ya que es muy probable que en ese escenario se lleguen a utilizar armas nucleares. Aquí no caben las medias tintas: para los pueblos no hay potencias buenas y todas forman parte de un mismo sistema capitalista, patriarcal y colonial.
Aunque debería ser ocioso mentarlo, el núcleo de la dominación imperial son los Estados Unidos (a la cabeza del Norte global), mientras las potencias que lo desafían (China y Rusia) no sólo forman parte del mismo sistema, sino que son igualmente opresivas y buscan la hegemonía. Existen partidos de izquierda y hasta movimientos que defienden la tesis de que China es un país socialista, con la misma escasa seriedad con que un académico argentino encuentra similitudes entre Putin y Lenin.
El segundo caso es el de la agresión de una potencia (grande o mediana) hacia una nación de la periferia del sistema-mundo, en cuyo caso cabe defender la soberanía del país agredido, sin cortapisas y más allá del gusto o disgusto por el régimen que lo gobierne. Este es el caso de la invasión de Rusia a Ucrania, de la guerra de Arabia Saudí (y varias potencias occidentales) contra Yemen, y de la amenaza de invasión de Estados Unidos contra Venezuela. Es la tremenda historia de las más de 50 intervenciones de Washington en nuestra región desde fines del siglo XIX.
Aquí también las izquierdas esgrimen un doble discurso. Denunciamos con toda razón los asesinatos de miles de niñas y niños palestinos, pero no decimos una palabra sobre los dolores que sufre la sociedad ucrania. ¿O es que la vida de niños y niñas las cotizamos en el altar de la conveniencia geopolítica? De más está decir que actitudes como ésta desacreditan a las izquierdas y las convierten en meras piezas del tablero de ajedrez global.
El tercer caso es el de la agresión de una potencia o de un Estado-nación hacia un pueblo, como es el caso de la violencia y genocidio del pueblo palestino por Israel y Estados Unidos. Pero también podemos incluir la violencia contra el pueblo kurdo por parte de cuatro estados (Turquía, Irak, Irán y Siria). Es la típica historia del colonialismo y del imperialismo, de la invasión y agresión a los pueblos de Vietnam, Mozambique y Angola, de la ocupación de África, India y China por las potencias europeas en el pasado.
Aquí también aparecen dobles discursos en las izquierdas. Conocemos personas y hasta movimientos que se niegan a apoyar al pueblo kurdo porque simpatizan con Irán, ya que la consideran una nación opuesta a Estados Unidos. Son situaciones en las cuales los principios y los valores éticos se evaporan, para dar paso a un crudo pragmatismo en el cual los pueblos sólo cuentan como objetos, como carne de cañón geopolítica.
En realidad, hay que empezar al revés. Decir, por ejemplo, apoyamos al pueblo mapuche, a los pueblos mayas, nasa y misak, a todos los pueblos que resisten, porque ellos son los sujetos de los cambios posibles y deseables, los cambios desde abajo. Desde ese lugar, todo se va acomodando y son las potencias, las naciones y los estados los que deben posicionarse ante la lucha de los pueblos. Porque en estos años en que la geopolítica se ha puesto de moda, los verdaderos sujetos se desdibujan para los analistas que creen que ahora son los estados los que ocupan ese lugar.
Esta tendencia se hace cada vez más fuerte, y estamos apenas en la primera parte del desorden global generalizado al que nos dirigimos. A medida que la tormenta sistémica se vuelva más fuerte, las oscilaciones serán mayores, los oportunismos de todo tipo les parecerán razonables a muchos, y el sinsentido se irá apoderando incluso de lo que queda del pensamiento crítico. Las piruetas de la so-cialdemocracia alemana en 1914, que pasó en segundos de confrontar airadamente la guerra a votar los créditos que pedía el gobierno para marchar al frente, serán moneda corriente.
Por eso es importante tomar el timón con fuerza y no perderse en argumentos supuestamente racionales. No perder el norte, los valores, en ninguna circunstancia, por más difícil que sea y por más costosa que nos resulte la coherencia. Ese norte irrenunciable son los pueblos, la vida de la gente común, los dolores de niñas y niños, y no limitarnos a denunciar los crímenes que nos conviene denunciar.
Es y será muy difícil, porque ahora todos los estados dicen hacer lo que hacen por los pueblos, a los que sin embargo no paran de castigar.
En particular, el tomo III, Autonomía zapatista frente a la tormenta, editado por Xóchitl Leyva Solano, Lola Cubells, Jorge Alonso y Axel Köhler, y publicado este año en España por la Asociación Cultural Traficante de Sueños, desarrolla una temática crucial para comprender el zapatismo, y que refiere a los procesos autonómicos que se inician en los intensos debates sostenidos en las negociaciones entre el EZLN y el gobierno federal, en las que los zapatistas abren la participación de múltiples sectores de la sociedad civil y una significativa representación de pueblos indígenas, en lo que para muchos fue lo más cercano a un congreso constituyente.
En palabras de los editores, el libro muestra “tres grandes ríos que permiten navegar hacia el mar de la autonomía zapatista. El primero analiza el tiempo-espacio y la historia del zapatismo. En el segundo se abordan y analizan las diferentes aristas de la autonomía zapatista. Sus formas autónomas de gobierno de facto y sin permiso, sus agroecologías emancipatorias, el sistema de las artes y la comunicación zapatista frente al proyecto de la Cuarta Transformación y la Tormenta. Los tres ríos ponen al centro la palabra y la obra zapatista”.
En efecto, la obra en comento cuenta con una presentación de los editores y nueve capítulos en sus 310 páginas, en las que se aborda, por Carlos y Jorge Alonso, un somero acercamiento al zapatismo. “Delirios zapatistas”, por Jorge Regalado Santillán. “El nosotros zapatista y el tiempo como flor y rebeldía”, por Sergio Tischler Visquerra. “La autonomía zapatista, un faro en la lucha por la vida”, por Jerome Baschet. “Agroecología (s) emancipatoria (s) para un mundo donde florezcan muchas autonomías”, por Valentín Val y Peter M. Rosset. “Cartas náuticas para un mar tormentoso”, por el colectivo Radio Zapatista. “Arte y política”, por Francisco de Parres Gómez. “Los Tercios Compas. Comunicación audiovisual autónoma zapatista”, por Axel Köhler. “Legado de los pueblos y las comunidades zapatistas a la lucha por la tierra y la vida frente a la Tormenta”, por René Olvera Salinas y Alonso Gutiérrez Navarro.
La colección en su conjunto surge como un homenaje al zapatismo, a su legado desde el pensamiento crítico y los conocimientos situados, encarnados y sentipensados del entorno de apoyo y solidaridad con este movimiento, como una reflexión para la acción urgente, tomando muy en cuenta la interpelación con la que cierra el libro sobre la autonomía, esta pregunta inquietante que lanza el zapatismo: ¿Y tú qué?, que interroga a cada quién, según su modo, calendario y geografía, para organizarse y actuar para “heredar vida”, vida digna, justa y plena a quienes vienen detrás.
Coincidentemente en estos días, el colega Waldo Lao Fuentes Sánchez, un reconocido referente continental en el estudio de las autonomías y los derechos colectivos de los pueblos originarios, me hizo llegar su última obra Autonomías indígenas en América Latina. Una breve aproximación histórica (Colección Abya Yala, editorial El Colectivo-La Fogata, invierno 2025), en la que define la autonomía como “un mecanismo que utilizan los pueblos indígenas para defender su cultura, reorganizar sus territorios, autogobernarse y construir resistencias frente al avance del capitalismo. La base de la autonomía es el territorio –donde se ejerce la construcción de la dinámica comunitaria– con creatividad, afectos, disciplina y sostenibilidad de los sujetos que la ejercen, por lo tanto, cada autonomía es única y diferente”. Esta obra incluye una oportuna y detallada cronología de eventos, declaraciones, convenios, levantamientos, marchas y reformas legales y constitucionales de 1953 a 1994, relacionadas con los movimientos autonómicos.
Autonomía zapatista frente a la tormenta es una obra necesaria para contar con una perspectiva integral que las experiencias autogestionarias mantienen, dentro de las cuales la de los mayas zapatistas resulta emblemática, una autonomía que, como señala Leyva, “nos ha interpelado y nos ha organizado como un modo de vida y lucha que comprende todos los ámbitos de la vida personal, colectiva y organizativa del movimiento zapatista”.
Existe, en esa circunstancia, el peligro real de que el aparato del Estado acabe por neutralizar el intento transformador, por asimilarlo y dejarlo en un manojo de buenas intenciones inocuas. En contraparte, el afán de forzar la marcha en la renovación de la administración pública y las prácticas de gobierno puede llevar a una ruptura y un desbarajuste que desemboque en la parálisis, en un choque entre poderes y en una crisis institucional que más temprano que tarde se volverá económica y social.
Como presidente, Andrés Manuel López Obrador actuó desde un profundo entendimiento de esta disyuntiva y llevó a cabo todos los cambios de fondo que le fue posible realizar, considerando que no se podía proceder a una transformación profunda de los órganos de procuración e impartición de justicia, y que las mayorías legislativas alineadas con la Cuarta Transformación eran insuficientes –porque no reunían los dos tercios– para emprender reformas constitucionales; debían limitarse a reformar leyes, con el riesgo de que las reformas respectivas terminaran, como ocurrió muchas veces, siendo anuladas por una Suprema Corte de Justicia entregada a los intereses oligárquicos, o incluso por simples jueces corruptos. Se tenía, además, a un organismo electoral comprometido con los designios mafiosos de la vieja clase política y a un enjambre de organismos autónomos dotados de facultades constitucionales para obstaculizar y torpedear decisiones del Ejecutivo federal. Todo ello, sin contar que la gran mayoría de las gubernaturas estaban en manos de la oposición, que los poderes fácticos de corporativos empresariales eran reacios a la transformación y que los consorcios mediáticos empeñaron toda su virulencia, su sensacionalismo y su capacidad de intoxicación de la opinión pública para tratar de inducir una animadversión mayoritaria de la sociedad hacia el gobierno.
Eso explica la necesidad inicial de escoger entre el menor de los males; por ejemplo, abandonar la idea de juzgar a los ex presidentes (cosa irrealizable sin la colaboración del Poder Judicial y de una fiscalía dispuesta) y adoptar una política de alianzas que permitiera romper la unidad de la reacción y una estrategia de negociación y diálogo con los poderes económicos y sindicales tradicionales que hiciera posible dar pasos decisivos en la política social y laboral, como los programas sociales y la política de fortalecimiento salarial. En el curso del sexenio pasado, tales opciones se revelaron como virtudes democráticas en una praxis gubernamental guiada por la lógica del convencimiento y no por la del aplastamiento, y permitieron mantener una economía estable (con todo y la pandemia) y orientada a la redistribución antes que al dogma del crecimiento.
En la elección de junio de 2024, la Cuarta Transformación puso sobre la mesa dos propuestas fundamentales: seguir la aplicación de su proyecto de nación desde el gobierno federal, con Claudia Sheinbaum como abanderada, y conquistar la plena capacidad de operar reformas constitucionales mediante una mayoría legislativa calificada, con la mira puesta, en primer lugar, en la reforma judicial. La sociedad dio un amplio respaldo a esas propuestas y con ello pudieron conformarse poderes Ejecutivo y Legislativo mucho más sólidos y robustos que los del primer periodo transformador. Las alianzas tan criticadas por algunos impacientes y puristas del movimiento han hecho posible la plena transformación democrática de la Suprema Corte y demás organismos judiciales, la supresión de organismos autónomos que eran reductos del neoliberalismo y, vía el Senado, el inicio de una renovación y actualización de la Fiscalía General de la República.
Desde la frustración y la amargura se inventa y propala una pretendida supeditación de órganos legislativos y judiciales a Morena, cosa que es falsa; se trata, en cambio, de una alineación de los poderes públicos en un proyecto de nación y en el pacto social en construcción, algo perfectamente válido y legítimo.
Hoy, la presidenta Sheinbaum posee un margen de acción mucho mayor que el que tuvo su antecesor y mejores condiciones para, entre otras cosas, combatir la corrupción, hacer frente a la violencia delictiva y limpiar las oficinas públicas de vicios inveterados. A lo que puede verse, en los próximos años la transformación va a apretar el paso.
En colaboración anterior resumí uno de los apartados, el que aborda el feminicidio indígena. En esta ocasión presento el artículo “Mujeres hablantes de lenguas indígenas en México y estrategias digitales en la preservación del patrimonio inmaterial”, elaborado por Alberto Carrera Portugal, académico de la Coordinación de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El texto analiza los preceptos, proyectos, estrategias y desafíos detectados en la salvaguardia de las lenguas indígenas, considerando el papel central que tienen las mujeres indígenas en su consecución, la importancia que han adquirido las tecnologías digitales de comunicación e información y el rol que podría jugar la inteligencia artificial (IA). Se contemplan proyectos y experiencias nacionales e internacionales en las que se conjugan las capacidades de las herramientas digitales en favor de la conservación de las lenguas indígenas y la relevancia del rol de las mujeres indígenas en sus núcleos familiares y comunitarios.
Cada dos semanas desaparece una lengua y se lleva consigo todo un patrimonio cultural e intelectual; se calcula que existen 8 mil 324 lenguas en el mundo y unas 7 mil siguen en uso, centenares tienen cabida en los sistemas educativos y en el dominio público, y menos de 100 se utilizan en el mundo digital (Unesco). En Latinoamericana y el Caribe se estima que existen 560 lenguas vivas, al menos una de cada cinco comunidades indígenas las dejó de usar y 26 por ciento de las lenguas originarias se encuentran en un inminente peligro de extinción (Banco Mundial, 2019). Por su parte, el Observatorio Regional de Derechos de los Pueblos Indígenas señaló que 500 lenguas vivas en América Latina atraviesan por un contexto de menor a mayor amenaza o riesgo y que 25 por ciento se encuentran en franco peligro de desaparecer. La población mínima estimada para asegurar la transmisión de generación en generación de una lengua es de 100 mil hablantes, aproximadamente. Entre los múltiples factores de extinción de lenguas están los relacionados con los procesos de transmisión o recreación intergeneracional de las tradiciones orales, la movilidad humana, la migración forzada y el desplazamiento por hechos climatológicos o violencia.
En México, 7.4 millones de personas de 3 años y más son hablantes de lengua indígena (HLI, 5.9 por ciento de la población); las entidades federativas que concentran los mayores porcentajes de HLI son: Oaxaca (27.3 por ciento), Yucatán (26.1), Chiapas (23.4), Quintana Roo (14.1) y Guerrero (13.9) (Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, Enadid, 2023). Es relevante el papel de las mujeres indígenas en al menos dos sentidos: como actoras sociales con agencia en la promoción de proyectos de rescate y preservación de las lenguas, y como ciudadanas en el ejercicio pleno de los derechos políticos, sociales, económicos y culturales. En la actualidad, es fundamental no perder de vista el ámbito de las tecnologías digitales (TIC) como parte de los desafíos. Hace falta articular, acompañar y vincular la construcción del ejercicio ciudadano de las mujeres indígenas con la preservación de las lenguas maternas en las plataformas y espacios configurados por las TIC. Actualmente, jóvenes indígenas aprovechan las herramientas y plataformas digitales para preservar lenguas en riesgo de desaparecer: crean diccionarios en línea, aplicaciones y recursos multimedia que promueven en redes sociales para conectar a jóvenes con hablantes habituales. El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas ha desarrollado materiales en lenguas indígenas para prevenir enfermedades y fomentar su utilización en los medios de comunicación y plataformas digitales, y se organiza la Feria de las Lenguas Indígenas Nacionales, con actividades presenciales y digitales. Consulte el artículo completo en https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/1019976/Libro_LSDM_2025_02sep2025-111-122.pdf.
Durante el presente año se desarrollaron diversas acciones del programa Mujeres del Maíz, por iniciativa de la presidenta Claudia Sheinbaum, con el objeto de valorar la lengua materna como fundamental para la identidad cultural, así como desmontar las mentiras tejidas alrededor de Malitzin y ubicar en su justa dimensión histórica a quien fuera calumniada y tachada de traidora. Como señaló Jesusa Rodríguez en la presentación del programa en la Presidencia de la República: “Malitzin, la intérprete más malinterpretada de la historia de México (…), llegó a hablar cinco lenguas y supo aprovechar su don de lenguas para liberarse de su condicion de esclava y rescatar a sus contemporáneas (…). Ni heroína ni traidora; ella rompió patrones para abrir un espacio antes cerrado a las mujeres (…). Malitzin: quisieron robarnos el sol, se llevaron el oro; quisieron arrebatarnos el alma, se llevaron la plata; quisieron despojarnos de la belleza, no encontraron el jade ni el quetzal (…) quisieron arrancarnos la lengua, nos quedamos con la suya”.
*Secretaria técnica del Conapo
En América Latina esta expansión ha ocurrido sin un marco regulatorio sólido, amplificando riesgos y desigualdades para millones de personas, como ha documentado la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Brasil tiene más de 1.5 millones de repartidores y conductores. En México, alrededor de 2 millones de personas generan ingresos mediante plataformas. En Colombia unos 1.8 millones de personas trabajadoras ofrecen servicios de movilidad y repartidores. En Argentina y Chile, la informalidad que enfrentan miles de repartidores pone en evidencia cómo las plataformas se han vuelto esenciales para numerosos hogares, aun operando en marcos regulatorios insuficientes.
Diversos estudios (OIT, Cepal, CAF) prevén que el trabajo en plataformas seguirá creciendo y representará una proporción significativa del empleo urbano hacia 2030.
Varios factores profundizan esta precarización, que se ha asumido con sorprendente naturalidad: los altos niveles de informalidad borran la frontera entre trabajo independiente y subordinado, permitiendo que los modelos desregulados de las plataformas se reproduzcan rápidamente. La brecha digital y la desigualdad de género empujan a muchas mujeres, incluidas las migrantes, a recurrir a estas aplicaciones como estrategia de supervivencia, enfrentando algoritmos opacos y ausencia de derechos laborales básicos. A ello se suma la creciente presencia en los países de América Latina de plataformas globales y locales, con modelos de negocios que se sostienen en muchos casos sobre la explotación sistemática de mano de obra barata, sin garantías mínimas.
A pesar de este contexto, algunos países han avanzado hacia la regulación. Chile aprobó una de las leyes más completas de la región. Uruguay reconoce elementos de relación laboral en ciertos casos. México aprobó una reforma que protege a las personas trabajadoras de plataformas e implementa un piloto de acceso a seguridad social. En Colombia y Argentina se discuten modelos que van desde la presunción de laboralidad hasta esquemas híbridos. En Brasil, el debate sobre el estatus laboral de las y los conductores llegó al centro de la agenda política nacional. La creciente organización de las y los trabajadores de plataformas evidencia que la precariedad no es inevitable y que es urgente regular un sector cuyo poder económico crece rápidamente.
Sindicatos y organizaciones han articulado propuestas viables para mejorar condiciones laborales. Movimientos como el Sindicato Nacional de Trabajadores de Plataformas en Colombia o la UNTA en México han denunciado la precarización laboral y presentado propuestas concretos para proteger derechos. Por su parte, ciertas iniciativas empresariales, como Cornershop en Chile, muestran que el diálogo puede generar oportunidades de mejora, aunque la precarización sigue siendo la norma en la mayoría del sector.
En este escenario de vacíos regulatorios y tensiones, la OIT inició en 2025 la elaboración de estándares vinculantes sobre “trabajo decente en la economía de plataformas”, que busca establecer, normas globales sobre clasificación laboral, derechos colectivos, protección social y gestión algorítmica, garantizando transparencia, no discriminación y límites al control automatizado. La ronda decisiva será en junio de 2026, y la participación activa de sindicatos y colectivos de trabajadores será clave para incorporar sus demandas. 2026 no será un año más: será la prueba de si gobiernos y plataformas están dispuestos a garantizar derechos laborales en la era digital.
La adopción de este tratado podría marcar un punto de inflexión. Normas claras darían a los legisladores una base sólida para impulsar leyes ambiciosas basadas en los estándares internacionales. Regular el trabajo en plataformas no es sólo un asunto técnico: es una cuestión de justicia social que definirá el futuro del trabajo en la región. Además, se abre la puerta para que se integren enfoques interseccionales de justicia social: género, migración, cuidados, transición justa y protección social universal.
Para que 2026 marque un cambio real, la participación organizada de las personas trabajadoras será decisiva, junto con la voluntad política para avanzar hacia regulaciones firmes, con mecanismos efectivos de fiscalización. Si 2026 logra alinear presión social, voluntad política y estándares claros, puede inaugurar una nueva generación de derechos laborales en la economía digital. Si no, se perderá la oportunidad de corregir una de las mayores injusticias laborales del siglo XXI.
* Especialista en temasde derechos humanos
“Abandono divagaciones para, si me permiten y con tu venia, Cueli, algunos, sólo algunos de los muchos textos en los que pude ir descubriendo la poesía de la que está impregnado tu nuevo libro.
“Sobre el delirio: Delirar, / delirio en que las huellas / mnémicas / cubre la cerrada losa nocturna, / para levantarse por la / mañana, / pisar suave, como para no / despertar, / quedo, quedito, / paso a pasito, / la idealización de la madre en / Dulcinea, / regazo de la nana, / cuna protegida, / reloj imaginario / de horas arbitrarias, / magia, / mezcla de alfabetos y arrullos, / letras grabadas en que / Dulcinea / aparecía y desaparecía.
“Cotidianidad: Olor a duelos y quebrantos, / oriflama en los aires, / símbolo de soledad. / Impetuosas sombras que caían / sobre el fresco delirar, / dejando un rancio olor a tierra / y muslos de mujer, / sobre los que un día / se enredaron las hojas de los / libros / que con adicción leía / el famoso hidalgo.
“El amor: Llamado que se desborda en / un flujo, / mezcla de trastornos del cuerpo / y pensamientos en torbellino,/ débiles, dispuestos a penetrar, / a hundirse en el otro.
Destino implacable / de cuerpo insuflado en los / miembros, / voz temblorosa, / garganta seca, / ojos deslumbrados por el / resplandor, / piel ardorosa, / corazón palpitante, / confusión de la expresión del / amor / con la del miedo / o la rabia.”
Y otro más:
“Sexualidad, visión de lo / invisible. / Montaña de colores que / chorrea hasta las rodillas, / pájaros verdes borrachos de / naranjas dormidas, / visión cristalina delirante / de pálidas representaciones / de la espera, / espera que nunca llegará / y es presencia de la necesidad / de ella, / por la percepción, / siempre irreal.”
Sobre las penumbras del inconsciente:
“Objeto sordo de la propia / escucha, / petrificado perfil de niño / enloquecido, / que no desciende de su / memoria / sino de su olvido, / sin puntualizaciones / ni silencios.”
Y, para terminar, este último, que en una sola línea encierra todo un poema:
“Te espero a la orilla de tu sombra.”
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