9/03/2011

Calderón año V: la bomba de dinero


Serpientes y Escaleras | Salvador García Soto

Felipe Calderón Hinojosa arriba a su quinto año de mandato con demasiadas incertidumbres: ¿qué va a pasar cuando acabe su gobierno y venga el juicio por los más de 50 mil muertos en su sexenio? ¿Será capaz de retener el poder para su partido o será recordado como el panista que le regresó el poder al PRI? ¿Cómo se dará un proceso electoral en medio de la violencia y el miedo en amplias zonas de México?

Pero, entre tanta duda, Calderón también llega al final de su administración con una gran certeza: es el presidente que más dinero ha tenido en las arcas públicas en la historia de nuestro país.

Como nunca había ocurrido en la historia de nuestra Hacienda Pública —tal vez sólo en el año de la “administración de la abundancia” lopezportillista— el gobierno calderonista tiene un enorme superávit en las finanzas públicas entre ahorros, subejercicios, ganancias de intereses e ingresos extraordinarios, que lo hacen entrar a su último año de gestión, literalmente, con las bolsas llenas de recursos.

Otra cosa muy distinta es que, durante su administración, Calderón haya agudizado la pobreza del país: 3.2 millones de mexicanos pasaron a los peores niveles de pobreza; pero de que la bolsa de recursos públicos la traen llena no hay duda; sólo falta saber, y que nos informen, cómo piensan utilizarla.

Porque la tentación de meter dinero a una elección competida, como la que se librará en 2012 por la Presidencia de la República, es tan real como latente. De acuerdo con cálculos no oficiales que manejan algunos gobernadores en la Conago, la “fortaleza económica” con la que contará Felipe Calderón en el año electoral se compone de lo siguiente: 146 mil millones de pesos en reservas internacionales del Banco de México. A esa cifra hay que sumarle las millonarias ganancias que ha obtenido el Banxico por la compra anticipada que hizo de 100 toneladas de oro, equivalentes a 65 mil millones de pesos y que, se estima, le han dejado una ganancia, de la compra a la fecha, de mil dólares por cada onza adquirida. Treinta mil millones de pesos es el remanente que se calcula ha obtenido el gobierno por las diferencias en el tipo de cambio, que se obtiene de la entrada y salida de dólares al país.

Los ingresos extraordinarios del petróleo o excedentes petroleros, nadie sabe exactamente a cuánto ascienden, pero llevamos cuatro años en los que el precio del barril se establece en el presupuesto a 60 dólares, y el promedio mundial ha sido de 100 billetes verdes; el argumento de que esa enorme bolsa extra se usaba para pagar la importación de gasolinas ya no se sostiene a la luz de los incrementos y ajustes mensuales en gasolina y diesel que pagamos los mexicanos desde hace dos años.

Los recursos de las afores y el SAR son calculados por los gobernadores en 146 mil millones de pesos que el gobierno de México tiene invertidos en fondos del gobierno de Estados Unidos, lo que también ha dejado rendimientos importantes al país, de los cuales, por cierto, tampoco existe información pública.

El gas y el gas petrolífero son otra de las fuentes de la abundancia del último año calderonista. Sin que se reporte a las finanzas públicas, el gobierno está obteniendo enormes ingresos por la explotación y/o concesión de este recurso del subsuelo mexicano que se explota en grandes cantidades en la Cuenca de Burgos y en campos petrolíferos de varios estados. No hay registros, contables o financieros, de esa entrada de dinero, pero los gobernadores estiman en 30 mil millones de pesos el monto del que dispone el gobierno por ese concepto sin ningún tipo de fiscalización.

Y si todo ese dinero no fuera suficiente para documentar la abundancia, los cálculos de los estados hablan de hasta 650 mil millones de subejercicio en programas de la SCT acumulados en los últimos tres años y cuyo destino tampoco ha sido del todo precisado.

El presidente Calderón tiene una enorme bolsa de recursos y estaría en posibilidades de lanzar, en pleno año electoral, una auténtica “bomba de dinero” que impactaría no sólo los programas sociales, sino que podrían contribuir a generar empleo y a fortalecer el mercado interno, todo con un cálculo político-electoral innegable y con el riesgo de convertir el 2012 en una clara elección de Estado.

Si a eso se añade la guerra contra los opositores, que comenzó con el torpedeo a Humberto Moreira, dirigente del PRI, puede entenderse cuál será la prioridad del sexto año de gobierno, por encima del discurso. Así que nada está escrito aún en este último año del calderonismo, sobre todo en términos de las elecciones presidenciales. A los priístas y más específicamente a los peñistas, que ya celebran con cierta soberbia un regreso a Los Pinos, no les vaya a explotar en la cara esa “bomba” del fin de sexenio.

NOTAS INDISCRETAS… En el PRI lo consideran casi un “golpe de Estado”. Esta semana, el martes, citaron en el CEN priísta a todos los dirigentes de los comités estatales para darles la noticia: a partir de ahora se tienen que coordinar, para toda la operación partidista, con Miguel Ángel Osorio Chong, el flamante secretario de Operaciones (cargo inexistente en los estatutos priístas), “porque a partir de este momento —les dijeron— el señor Moreira se dedicará a atender el tema de las oposiciones y a otros asuntos”, es decir, ¿Osorio, alfil incondicional de Peña, ya asumió el control del CEN del PRI…? Mientras tanto, Ernesto Cordero sigue jugando al candidato misterioso y hay versiones encontradas sobre su inminente renuncia; Josefina Vázquez Mota sigue vendiendo la idea de que puede ser la candidata del calderonismo y lo único cierto en Acción Nacional es que Santiago Creel no se bajará en ningún momento de su aspiración y será el candidato a derrotar por el calderonismo. Así que sólo falta definir a quién manda Calderón, pero un combatiente está seguro, trae trabajo interno, experiencia y sigue encabezando las encuestas… Los dados mandan doble serpiente. Caída libre.

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