10/09/2022

¿Por qué la propuesta de paz del presidente López Obrador no causó eco en la ONU?

 sprinforma.mx

Por Ernesto Ángeles .

El pasado 16 de septiembre, en el marco del desfile de las fuerzas armadas, el presidente López Obrador pronunció un potente discurso en el que además de recordar los fundamentos históricos del principio de “no intervención” de la política exterior mexicana, se pronunció a favor de la paz y la resolución política de controversias, específicamente en lo que respecta a la invasión de Ucrania y el conflicto armado con Rusia. Como parte de tal propuesta, el presidente anunció la proposición de un “Comité para el Diálogo y la Paz”.

Justo horas después, Mijailo Podoliak, uno de los asesores de Zelensky, Presidente de Ucrania, se lanzó contra el discurso de López Obrador, al punto de asegurar que se trataba de un “plan ruso”; como era de esperar, tales declaraciones encontraron un fuerte eco en la oposición, lo que generó que personajes como Dolia Estévez secundaran la idea que Rusia estaba inmiscuidas en las decisiones de política exterior de AMLO (sin prueba alguna de por medio); días después este discurso se diluiría frente al cause de los pronunciamientos y reuniones políticas de alto nivel en el seno de la ONU, en donde dicha propuesta, de acuerdo al mandatario López Obrador, fue acogido positivamente por Ucrania https://noticieros.televisa.com/ultimas-noticias/amlo-ucrania-ve-bien-la-propuesta-de-paz-presentada-por-mexico-en-la-onu/.

Fue en el período de sesiones de la Asamblea General de la ONU en donde el canciller Marcelo Ebrard presentó la propuesta del presidente López Obrador; en dicha propuesta se tenía contemplada la creación de un “Comité para el Diálogo y la Paz”, conformado por el primer ministro de la India, Narendra Modi; el Papa Francisco y el secretario general de la ONU, António Guterres. En general, la misión tendría por objetivo el cese inmediato de hostilidades en Ucrania y el inicio de pláticas bilaterales entre los presidentes de Ucrania y Rusia, Volodimir Zelensky y Vladimir Putin.

Pese a lo anterior, la propuesta apenas encontró eco entre los países en el seno de la ONU, pero sí una serie de críticas y “análisis” entre los medios, muchos de estos centrados en la falta de formas diplomáticas y la ausencia de búsqueda de consenso del presidente López Obrador antes de plantear la propuesta. Si embargo, pocos análisis (objetivos) se han hecho acerca de lo que significaría “la paz” para las distintas partes en esta fase del conflicto y por qué Estados Unidos, el principal promotor del conflicto, no está en absoluto interesado en una paz entre Rusia y Ucrania.

Primero es necesario tener en cuenta la fase del conflicto en la que nos encontramos, ya que en este último mes la tensión ha escalado bastante:

Por parte del bando de Ucrania se han dado distintas ofensivas, las cuales se deben en gran parte al apoyo brindado por Occidente, el cual no sólo ha armado fuertemente al ejército ucraniano,  sino que también ha entrenado a las tropas en distintos países de acuerdo a los estándares militares de la OTAN; sin embargo, el apoyo no acaba ahí, sino que también se conforma de una serie de voluntarios combatientes extranjeros, así como la provisión de inteligencia de múltiples fuentes de inteligencia por parte del ejército y los satélites privados de empresas de Estados Unidos; así como la asesoría en la planeación de campañas, tal como la infame contraofensiva de Jerson, la cual dejó miles de muertos en el ejército de Ucrania.

Sin embargo, después de Jerson sucedió otra contraofensiva, conocida como la batalla de Jarkov, la cual se caracterizó por el agrupamiento de un gran contingente militares ucranianos entrenados por y en instalaciones de la OTAN; un arsenal de armas otorgadas por Europa y Estados Unidos; así como mercenarios, voluntarios y asesores occidentales. Dicha ofensiva rindió frutos, ya que el bando ucraniano no sólo recuperó una serie de territorios, sino que logró hacer que el ejército ruso se replegara.

Fue así como la batalla de Jarkov causó conmoción en ambos bandos; por una parte Occidente celebró y llamó a aumentar la ayuda a Ucrania, ya que por primera vez se veía posible que Ucrania le ganara a Rusia; mientras que por el otro lado, en Rusia diversos sectores, incluida la población civil, llamó por aumentar la intensidad de la batalla.

Esto llevó a Rusia a tomar una serie de decisiones: la primera de ellas fue el bombardeo a infraestructura crítica en Ucrania, lo que incluyó presas y centrales eléctricas; seguido de esto y, tras una serie de reuniones internacionales en el seno de la Organización para la Cooperación de Shanghai, Vladimir Putin, en un pronunciamiento público ampliamente anunciado, dio a conocer un decreto en el que ordenaba una “Movilización Parcial” de 300 mil efectivos; así como también la realización de referendos en localidades con mayoría rusa para su anexión oficial a Rusia; por último, el presidente de Rusia también aprovechó para hacer notar su disposición a usar armas nucleares en caso de ser necesario, junto con cualquier medida para defender a Rusia y los territorios que decidan pasar a formar parte.

Más allá de tratarse de un maniático, tal como buena parte de la prensa quiere hacerlo parecer, la decisión de Vladimir Putin se debió a que en esta fase del conflicto, Rusia prácticamente está luchando contra la OTAN con la faceta del ejército ucraniano:  un ejército armado, entrenado, informado y hasta coordinado bajo estrategias de mandos de la OTAN, sostenido por vidas de ucranianos, lo que se ha traducido en diversos reveses para la “Operación Especial” de Rusia y el escalamiento en las tensiones por parte de Rusia, creando como resultado una nueva ronda de promesas de sanciones, aislamiento y ayuda económica y militar para Ucrania de Estados Unidos, Europa y la OTAN.

Dado el escenario en el que nos encontramos resaltan una serie de preguntas: ¿cómo lograr establecer un proceso de paz en un conflicto cuando están en juego intereses vitales como el rol, la unidad y hasta la existencia como entidades políticas de todos los actores?  ¿Cómo se harían respetar los acuerdos de guerra cuando las partes inmiscuidas aún están dispuestas a usar las armas y tienen las capacidades suficientes para seguir haciéndolo? ¿Cómo salir de este juego de suma cero con un solución que convenga a todas las partes?

Sin duda, en este momento un proceso de paz sin la derrota de Rusia significaría para Estados Unidos una derrota en sus aspiraciones, ya que más allá del discurso público pro libertad y democracia, Ucrania, al igual que Taiwan, representa para Estados Unidos un componente fundamental en su estrategia de debilitar y entorpecer el crecimiento de la influencia de Oriente y un futuro multipolar, especialmente contra Rusia y China, por lo que una paz entre Rusia y Ucrania actualmente no le es favorable, ya que los efectos de las sanciones económicas no se han sentido realmente en Rusia, la cohesión política se encuentra alta, se están dando alternativas internacionales al dominio hegemónico de Estados Unidos/Occidente y el aislamiento internacional de Rusia es bastante relativo.

En este proceso, la Unión Europea y Gran Bretaña ha ligado sus esperanzas, estrategias y objetivos con los de Estados Unidos, por lo que un proceso de paz sin la derrota rusa significaría la capitulación de las aspiraciones hegemómicas y el sistema internacional basado en las reglas redactadas por Occidente, aunque esto evitaría una debacle aún mayor causada por los estragos de las sanciones y la falta de acceso a los hidrocarburos baratos que ofrece Rusia.

Y si Europa ligó su fortuna a las ambiciones estadounidenses, Ucrania apostó su destino y su devenir como entidad política y territorial, ya que una paz con Rusia sin la derrota de éste, significaría la pérdida de territorio para Ucrania, sobre todo regiones del Este; entre otros objetivos que Rusia naturalmente buscaría en una negociación, tal como el no ingreso de Ucrania a la OTAN.

A su vez, a Rusia no le conviene una derrota en Ucrania, ya que esto pone en peligro la estabilidad y unidad política de Rusia y del gobierno de Vladimir Putin, así como su seguridad nacional y la propia existencia de Rusia como país; por lo que un acuerdo de paz con Ucrania tiene que venir de la mano de prerrogativas que beneficien a Rusia, tal como el alivio de sanciones, algo que Estados Unidos considera inaceptable y, en el mejor de los casos, la paz que más convendría sería con la derrota de Ucrania, algo que Occidente no se quiere permitir porque tiene muchas apuestas en juego.

En conclusión: Este conflicto armado sólo alcanzará la paz una vez que haya un perdedor (ya sea por potencial de fuego o por fatiga, tal como le sucedió a Estados Unidos en Afganistán) o una vez que a los principales contendientes les parezca necesario alcanzar una paz, sobre todo en el caso de Estados Unidos, algo que parece bastante lejano, ya que están preparando otro escenario de tensiones, esta vez contra China, sin mencionar la reactivación de conflictos internacionales como entre Azerbaiyán y Armenia; Kirguistán y Tayikistán o Grecia y Turquía… Cada vez más la paz se muestra como un panorama lejano, el cual  depende de los objetivos e intereses de los grandes poderes y poco pueden hacer actores internacionales como la ONU o potencias regionales como México, ya que todos ellos carecen de capacidades internacionales de coerción y no tienen las capacidades de poder para frenar el conflicto.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario