3/08/2024

8M: #HARTAS de estar hartas

 tribunafeminista.org

Amparo Mañes


Este 8 de marzo las mujeres conmemoramos el hartazgo. Porque hace muchos años que luchamos por mejorar nuestra vida, por que los varones nos respeten, nos reconozcan y nos valoren como iguales sin conseguirlo, o consiguiendo que nuestras justas reivindicaciones, en lugar de avergonzarles, les irriten; e incluso lleguen a creer que hemos llegado demasiado lejos. Así es que estamos hartas ¿Y a santo de qué estamos hartas?, se preguntarán esos varones que creen que hemos superado la barrera de la discriminación femenina y que ahora los discriminados son ellos. Pues entremos en detalles:

Las mujeres estamos hartas de que los hombres consideren toda su sexualidad legítima, aunque sea brutal y vejatoria con las mujeres.

Las mujeres estamos hartas de que se esté transformando la sexualidad en violencia sexual hacia las mujeres, primero en pornografía, luego en prostitución y después en la vida cotidiana.

Las mujeres estamos hartas de que los hombres exijan su placer, aunque eso nos cueste a nosotras dolor o humillación. De que nuestro placer no importe porque lo nuestro es proporcionar placer a otros, pero no esperarlo.

Las mujeres estamos hartas de que se nos exija liberación sexual y cuando la asumimos, nos llamen putas. Y si no nos da la gana asumir una liberación sexual que solo les sirve a ellos, hartas de que entonces nos llamen mojigatas o estrechas.

Las mujeres estamos hartas de que nos consideren culos, tetas, agujeros corporales al servicio de los varones. De que estos nos cosifiquen y nos hipersexualicen. De que también se hipersexualice a las niñas alimentando desde la infancia la cultura de la violación.

Las mujeres estamos hartas de que la sexualidad de las mujeres, pero no la de los hombres, se ponga en el mercado de los varones para cometer agresiones sexuales de pago en pornografía y prostitución. Mercado cruel que retiene, amenaza, chantajea, humilla, golpea y droga a mujeres para mantenerlas allí sin que tengan salida hasta que por fin las desechan, completamente destruidas.

Las mujeres estamos hartas de que la pornografía se haga fácilmente accesible a niños y niñas cada vez de menor edad, para que los chicos conozcan ‘sus derechos sexuales’ y las chicas crean que no los tienen.

Las mujeres estamos hartas de la agresividad de los varones, de que levantando la voz o el puño exijan nuestro silencio y sumisión.

Las mujeres estamos hartas de que demasiados hombres nos repitan que no valemos para nada, que nadie nos querría si no fuera por ellos, que nos hundan la autoestima para creer que tienen el doble tamaño que nosotras cuando con su conducta demuestran que muchos no nos llegan ni a la suela de los zapatos.

Las mujeres estamos hartas de que se niegue la violencia de género aunque los datos la demuestren, mientras se sigue socializando a los varones en la posibilidad y legitimidad de agredir a las mujeres para controlarlas y disciplinarlas.

Las mujeres estamos hartas de ser asesinadas y que el reproche social se limite a un minuto de silencio y a pasar página.

Las mujeres estamos hartas de que todo el mundo se apresure a creernos cuando decimos que el ojo morado, la fractura de un hueso, las bofetadas visibles son accidentes, pero que no nos crean cuando decimos que son fruto de la agresión física de un varón controlador y maltratador.

Las mujeres estamos hartas de que las niñas y los niños estén en peligro con demasiados hombres pero nadie dude de la honestidad de los varones. En cambio se duda sistemáticamente de la palabra de esas niñas y niños y de las mujeres que se atreven a denunciarles.

Las mujeres estamos hartas de una justicia que no nos cree, que nos prejuzga mentirosas, interesadas, manipuladoras… mientras considera que ellos no mienten, no son interesados y no manipulan, a pesar de su mayor violencia y de las numerosas pruebas en contrario que nunca acaban con el prejuicio hacia las mujeres.

Las mujeres estamos hartas de que se considere que hay denuncia falsa cuando retiramos denuncias o nos retractamos por miedo, por amor, por pena, por presión familiar, porque no lo paguen nuestras hijas e hijos, por no seguir con un proceso que nos revictimiza a nosotras y nos pone en mayor riesgo por la irritación de un varón violento que sale del proceso, demasiadas veces, reforzado en su conducta violenta.

Las mujeres estamos hartas de que un delito como la agresión sexual, de origen social, sea -en cambio- considerado semipúblico y por eso la justicia no pueda actuar de oficio, incluso cuando existen pruebas fehacientes del delito cometido. Estamos hartas de que se nos enseñe a consentir desde muy pequeñitas y luego esa sea la coartada para negar agresiones sexuales.

Las mujeres estamos hartas de que el sistema de Salud no alerte de las lesiones físicas y psíquicas que la violencia sexual de pago genera en las mujeres prostituidas y en pornografía. Y que cada vez más se están trasladando a las demás mujeres, especialmente las jovencitas.

Las mujeres estamos hartas de que nuestra aportación esencial para la supervivencia humana, la reproducción, no tenga valor alguno y, por el contrario -lejos de ser reconocida- nos perjudique. De que expropien y exploten nuestras capacidades reproductivas cuando somos pobres y nuestra única alternativa para atender necesidades básicas -o que nos han hecho creer que son básicas- sea vender nuestros óvulos. O alquilar nuestro cuerpo y nuestra vida para luego vernos obligadas a vender el fruto de nuestro vientre, una criatura inocente pagada a golpe de talonario, a quien le «matan» a su madre nada más nacer.

Las mujeres estamos hartas de que los varones nos digan cómo vestirnos, cómo desvestirnos, como taparnos o destaparnos, especialmente si queremos tener éxito en la moda, en el cine, en la música…De que en algunas culturas se considere normal velar a las mujeres para no tapar los deseos -falsamente incontrolables- de los varones.

Las mujeres estamos hartas de que se nos socialice para arreglarnos (como si estuviéramos estropeadas) y para gustar y complacer a los varones.

Las mujeres estamos hartas de que se nos socialice para pensar en los demás antes que en nosotras mismas, mientras que se socializa a los varones para que prioricen su propios deseos y necesidades por encima de cualquier otra consideración o persona, especialmente si es mujer.

Las mujeres estamos hartas de que a lo largo de la historia y aún ahora en muchos países, sean los varones quienes decidan si las mujeres tenemos derecho a la educación, a la salud, a la independencia económica, a un salario digno, a compartir órganos de decisión de toda índole.

Las mujeres estamos hartas de que algo tan brutal como la castración del clítoris de niñas y muchachas sea asumido como costumbre cultural, mientras que jamás -por el contrario- se vería como admisible la castración del pene en niños y adolescentes.

Las mujeres estamos hartas de que seamos nosotras las que debamos velarnos, cubrirnos o taparnos enteras para evitar a varones feroces incapaces de contener sus más brutales instintos. Y que si -a pesar de todo- nos violan, seamos nosotras las culpables y puedan asesinarnos por honor por ir solas, por sitios inadecuados, con vestimenta inadecuada… Y de que esos varones feroces salgan indemnes cuando son ellos los auténticos delincuentes.

Las mujeres estamos hartas de que se nos borre de la historia. De que la historia no la construyamos nunca nosotras. De que la historia de los hombres sea la única que importa.

Las mujeres estamos hartas de que las conversaciones de fútbol de los hombres sean profundas y las de alimentación, ropa, etc. de las mujeres sean juzgadas como frívolas.

Las mujeres estamos hartas de resignarnos a una superioridad que los varones no tienen pero que imponen por haber acaparado el poder, la posesión de la tierra y el dinero.

Las mujeres estamos hartas de que se pretenda que se nos nombra sin nombrarnos, con el falso masculino genérico porque o bien nos incluye de manera ambigua, o directamente nos excluye.

Las mujeres estamos hartas de que nuestra voz valga menos porque nuestro tono no es lo suficientemente grave.

Las mujeres estamos hartas de que lo que hacen los hombres sea valioso para toda la humanidad y lo que hacen las mujeres o no valga, o “solo valga para las mujeres”.

Las mujeres estamos hartas de que apenas se realice investigación con perspectiva de género, que no se investiguen las enfermedades de las mujeres, que la ignorancia médica en materia de biología femenina se proyecte en las pacientes haciéndoles creer que lo suyo no tiene importancia o que es fruto de la ansiedad o la depresión. Y que, por eso, cuando llegamos hombres y mujeres a urgencias, ellos entren para ser atendidos y a nosotras nos despachen con ansiolíticos.

Las mujeres estamos hartas de que nuestros méritos sean ‘cuota’ y el uso y abuso del poder que realizan los varones, ‘mérito’.

Las mujeres estamos hartas de que el cuidado gratuito de las personas dependientes de la familia, que se nos exige mucho más a nosotras que a ellos, nos cueste tiempo, dinero, carrera profesional, pensión. De que nos reste vida y calidad de vida.

Las mujeres estamos hartas de que las empresas se beneficien del trabajo gratuito de cuidados de las mujeres para contar con varones plenamente disponibles, al tiempo que penaliza a las mujeres que procuran esos cuidados cuando son trabajadoras suyas.

Las mujeres estamos hartas de suelos pegajosos, de techos de cristal, de tuberías que gotean. De que, se nos promocione menos, se nos precarice más, pagándonos menores sueldos y luego menores pensiones.

Las mujeres estamos hartas de un Estado que no prioriza el cuidado de la vida y que por eso nunca dispone de infraestructuras y servicios públicos, suficientes y de calidad. De que descargue su dejación de responsabilidad sobre nuestras espaldas. Que cierre los ojos a que las familias tengan que recurrir al subempleo de mujeres migrantes en lugar de procurar condiciones dignas para estas trabajadoras.

Las mujeres estamos hartas de que los varones impulsen la ideología transgenerista de forma que el género, la principal herramienta para socializar a los hombres en la dominación y a las mujeres en la sumisión, sea ahora «derecho de identidad» para ellos, al tiempo que se intensifica la opresión sobre nosotras.

Las mujeres estamos hartas de que nos pretendan convertir en una subcategoría de nuestro propio grupo para que sean los varones que se dicen «mujeres» quienes ocupen la categoría entera, al afirmar que las mujeres trans son mujeres mientras que nosotras solo somos el subgrupo de las cismujeres.

Las mujeres estamos hartas de que, ante la violencia demostrada por muchos varones hacia las mujeres, se cuestione nuestro derecho a espacios exclusivos de seguridad e intimidad por la simple declaración de un varón.

Las mujeres estamos hartas de que el patriarcado no quiera mujeres físicamente poderosas y minusvalore el deporte femenino frente al masculino. Y que ahora, además, impulse -a través del dogma queer- que seamos arrinconadas en nuestros propios espacios deportivos, permitiendo que los ocupen mediocres deportistas varones autodeclarados mujeres.

Las mujeres estamos hartas de que los hombres repriman sistemáticamente nuestra libre elección en todo, salvo cuando esa «libre elección» atiende a sus intereses sexuales o reproductivos.

LAS MUJERES ESTAMOS HARTAS DE QUE LOS VARONES DIGAN QUE YA TENEMOS IGUALDAD Y NIEGUEN LA VIOLENCIA QUE EJERCEN SOBRE NOSOTRAS.

LAS MUJERES ESTAMOS HARTAS… DE ESTAR HARTAS!

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