7/25/2013

La sinfonía petrolera


El Pacto por México parece dictar a muchos actores políticos el ritmo y el tono de la reforma energética. ¿Se convertirá esta iniciativa en la obra maestra del presidente, o habrá alguien que se anime a desafinarla?

 


"Se realizarán las reformas necesarias (…) para transformar a Pemex en una empresa pública de carácter productivo"
Texto

Pacto por México

"El Estado debe mantener la propiedad de los hidrocarburos, la rectoría de la empresa de todos los mexicanos y que debemos explorar los mecanismos que hagan posible ampliar la capacidad productiva de Pemex, a través de la participación privada"

Enrique Peña Nieto Presidente de México "Es apertura, no privatización. No vamos a vender ni un tornillo de Pemex, ni un pozo"

Gustavo Madero Dirigente del PAN "Lo que hace falta es inversión y ahí no hay limitación para que sea pública o privada"

Cuauhtémoc Cárdenas Líder de la izquierda "(La reforma estará) basada en la participación privada en el sector energético, basada en hacer a Pemex mucho más eficiente de lo que es en este momento"

Ernesto Cordero Exlíder de panistas en el Senado La reforma energética se vislumbra ya como la interpretación maestra del Pacto por México.

Como una orquesta bien afinada, los actores del Pacto hablan de “modernización y apertura”, no de privatización y pérdida de la renta petrolera.

Todo indicaría que la reforma avanza al ritmo concertado para modernizar la industria petrolera nacional. 
Sin embargo, la palabra “privatización”, políticamente incorrecta, se ha sustituido por otras menos provocadoras, como atracción de inversiones, flexibilidad y aumento de la rentabilidad.

Los actores involucrados en el Pacto, desde la derecha hasta la izquierda, insisten: “no vamos a privatizar a Pemex”.

Pero la reforma va mucho más allá de Pemex. El elemento en común de este nuevo camino es la afirmación, también cantada, en coro, de que “el petróleo no es de Pemex, es de la Nación”.

Con ello la paraestatal pasa a un segundo plano, para convertirse en “competidor”, no en “monopolio”, otro término políticamente incorrecto.

La sinfonía hasta el momento ha interpretado piezas maestras. 

Los puntos medulares de la propuesta de reforma energética planteada por el PAN son los mismos que ha esbozado el gobierno de Enrique Peña Nieto desde su campaña por la presidencia.

Se igualan a lo que prometió el líder disidente de Acción Nacional, Ernesto Cordero, cuando anunció públicamente su apoyo a Peña Nieto para aprobar la reforma en el Senado, que será la Cámara de origen en la discusión parlamentaria.

Estos temas centrales no se tocan en los planteamientos que hizo en enero el líder emblemático de la izquierda y heredero directo de la tradición no privatizadora: Cuauhtémoc Cárdenas. 

Tampoco en los que presentó el PRD a finales de junio.

Las propuestas divulgadas hasta el momento difieren en algunos temas adyacentes, pero tienen en común los puntos claves de la reforma.

Reforma y Constitución

Cuando se habla de que hay que modificar artículos constitucionales y leyes secundarias, de que los proyectos no convencionales, como shale gas y aguas profundas, se deben abrir a la inversión privada, de que el régimen de impuestos de Pemex debe modificarse, y que la paraestatal debe convertirse en una empresa, los músicos están de acuerdo.

También asientan al unísono que la refinación es un “fracaso”, que es necesario rescatarla.

Sus propuestas le dan la vuelta a Pemex y se enfocan en la Secretaría de Energía (Sener) y en la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH).

Para apaciguar las voces de los detractores a la reforma, los firmantes del Pacto proponen mantener en Pemex la exclusividad para la explotación de los hidrocarburos en los proyectos que ya están asignados, y en las subsidiarias que hoy controla Pemex.

A cambio, dejarían en manos privadas las ganancias de los nuevos yacimientos.

Hasta ahora Enrique Peña Nieto ha sido un actor paciente. Alimenta el debate con declaraciones poco específicas, que contienen, sin embargo, líneas claras sobre los temas centrales, específicamente sobre la explotación de gas. 

En los inicios del debate público sobre la reforma, Peña Nieto declaró que si México quiere energía natural y electricidad más barata, “tenemos que ampliar nuestra generación de energía y por eso tenemos que asegurar la participación del sector privado”. Nadie le espetó.

El detractor más visible, Andrés Manuel López Obrador, tampoco ha tocado estos temas. 

Su llamado a manifestaciones contra la reforma no habla de los proyectos no convencionales. Es mucho más general, mucho más abstracto. 

Si las negociaciones del Pacto van por buen camino, la “mediación” que ha prometido el gobierno federal hacia las propuestas de los partidos, no abordará estos tópicos medulares, apuntados en la lista de los “intocables” en la reforma que se presentará a finales de agosto para su discusión en el Congreso.

La sinfonía inicia con la ‘apertura’ para Pemex S.A.

Aunque con diferentes términos, los que influyen en el Pacto coiniciden en hacer de Pemex una empresa rentable.

El coro entona que la cuerda de las reformitas se venció, que es necesario hacer cambios importantes y de fondo. El primero es que Pemex debe convertirse en una empresa.

Esto está contenido en la propuesta que presentó en enero Cuauhtémoc Cárdenas, en la que replicó el PRD en junio, está en el Pacto por México y en la propuesta del PAN.

El compromiso 55 del Pacto por México dice: “Se realizarán las reformas necesarias (…) para transformar a Pemex en una empresa pública de carácter productivo”.

El PRD coincidió con Cuauhtémoc Cárdenas en la propuesta de dotar a Petróleos Mexicanos de autonomía presupuestal y de gestión, y convertirla en “una empresa pública de carácter productivo”. 

El PAN hizo eco de estos puntos en su propuesta preliminar.

Cárdenas y el PRD proponen mantener la exclusividad de Pemex en “el área estratégica del petróleo”, pero no especifican en cuáles funciones dentro de esta.

Buscan que Hacienda ya no controle el presupuesto de la petrolera. 

En este esquema la paraestatal administraría sus ganancias y pérdidas fuera del presupuesto federal anual.
Al desvincular a Pemex de Hacienda, la petrolera ni la Comisión Federal de Electricidad tendrán que pedir la autorización a la Secretaría de Hacienda, sino a la Cámara de Diputados, cuando requieran contratar créditos.
El negocio del petróleo se diversificaría y Pemex sería un actor más, no el regente de la industria.

Lo que podría modificarse:
Artículo 25 Constitucional

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