1/05/2019

“Hay que lograr festivales con un cartel que digamos ‘sí que me inspira, porque puedo verlas a ellas’”

Amparo Sánchez, líder de Amparanoia y pionera de la música de mestizaje, nos habla del Esperanzah es Muher, un día del festival Esperanzah con cartel cien por cien femenino, que organizó junto con Arte Muhé para desmarcar al patriarcado musical y que las músicas se hagan hueco en las cabezas de cartel.

Amparo Sánchez en plena actuación. / Foto: Marina D’Ecclesis (cedida por la entrevistada) 

Al leer Amparo Sánchez, líder de Amparanoia y una de las pioneras del mestizaje musical en el Estado español, quizás te haya venido a la cabeza la melodía de su canción ranchera que bailamos de asa en asa de brazos amigos, mientras lanzamos un “¡que te den!” al aire. 

“Adiós mi corazón, y que te den,que te den por ahí, que no, me supiste dar, ni un poquito lo que te di a ti! ¡Que te den!” 

Con la catana en forma de mi micrófono, ella cambia el cuento de la caperucita y esta vez el “¡que te den!” se lo ha hecho al lobo que se come a las mujeres en los carteles de los festivales musicales. Hace dos años, desde el escenario del festival Esperanzah (dedicado a las músicas del mundo, cuyo dinero se destina a proyectos sociales), denunció que era la única mujer en toda la programación. En la última edición ha vuelto, pero con la condición de que hubiera un día de cartel cien por cien femenino, sobre y detrás del escenario. Con dos bemoles bien puestos organizó el Esperanzah es Muher, enarbolando el arte de sus compañeras, para demostrar que tocamos, luego existimos en el mundo de la música. Que llevamos la batuta. 

Amparo Sánchez, además de música es muchas cosas más: cantaora, compositora, productora, escritora; de todo menos mujer florero. Aprovechamos esta iniciativa para hablar de su trayectoria musical y feminista. 

— El año pasado celebraste el vigésimo aniversario de tu primer disco ‘El poder de Machín’. Si echaras la vista atrás, ¿cómo ha sido tu trayectoria? 

He tenido la sensación de que estos 20 años han pasado volando, cumpliéndose muchos sueños que tenía y otros que no pedí. Han pasado muchas cosas buenas y de mucho aprendizaje gracias a la música. Si alguien me hubiera dicho que ba a estar haciendo un homenaje a ese álbum, me hubiera reído y hubiera dicho: ¡Sí, claro!. Me doy cuenta que ahora tengo un poquito más conciencia de lo que pasó. 

— Te has ganado el reconocimiento de ser la pionera de la música de fusión y el mestizaje en la “Península Histérica”, como la llama Pamela Palenciano. ¿Te reconoces como tal? ¿Cuáles han sido tus referentes? 

— Más que reconocerme yo, cantantes más jóvenes me han dado ese reconocimiento. Yo veo que tenía una motivación y unas ganas de expresarme, en un momento en el que no había un circuito de músicas mezcladas y los conciertos estaban separados por estilos. Y de pronto aparece Amparanoia, un grupo con una propuesta musical que mezcla y une diferentes estilos. Esto nos hace ser los pioneros en crear una escena mestiza, con un sonido que se le llamó “el sonido Barcelona”, “el sonido mestizo”. Yo tenía ese componente más punk, rock y de reggae y ahí no había ninguna artista que yo dijera: “Esto es lo que quiero hacer”. Lo imaginé en mi cabeza, lo creé y tuve una pandilla de músicos que me siguieron en esa aventura y un público receptivo a mi propuesta. En cuanto a las referencias, Billie Holiday es la más temprana. Cuando yo era más jovencilla quería ser cantante y quería ser ella, no en el concepto pero sí en lo que me inspiraba. Sabiendo que lo tenemos difícil como mujeres, en su caso negra, en el mío madre adolescente de una provincia sin ningún contacto, sin familia fija. Me sentía muy en la onda de lo que le tocó pasar. Y a nivel de cantaoras: Mercedes Sosa, La Lupe y Chavela Vargas. De pequeña los primeros dos conciertos que recuerdo eran de Luz Casal, que cuando la vi dije yo quiero ser rockera como ella, y de la Lole, de Lole y Manuel, que estuve llorando todo el concierto porque no se podía creer la voz de ella, la letras, la poesía, todo. 

— En 2016 ganaste el Premio Meridiano por tus temas feministas. ¿Qué vino antes el feminismo o la música? ¿De qué forma atraviesa el feminismo tu música? 

— El mensaje que mi padre siempre me dio desde pequeña era: “Nunca dependas económicamente de un hombre, gana siempre tu propio dinero, sé libre en lo que deseas hacer como trabajo”. Mi padre me transmitió esos valores que son feministas, sin él saberlo. En mi caso, mi madre era muy tradicional y sus consejos eran todo lo contrario: buscar un marido que te proteja, que te cuide. Yo veía en mi madre el reflejo de lo que no quería ser, es decir, solamente venir a este mundo para criar a una familia y quedarte en casa. Cuando yo contacto con el feminismo es mucho después, a los 17 años. Llevaba el pelo corto y rapado, vestía como un chico, pero era mi propia rebeldía, como me mostraba ante los demás sin tener conciencia de ello. Fueron las propias feministas las que se acercaron a mí y me dijeron: “Nos sentimos identificadas, somos feministas, tus letras son feministas”. El despertar fue así, gracias a las feministas activistas que se acercaron a partir del primer álbum. 

— El disco ‘Espíritu del sol’, que contiene algunos de estos temas feministas, lo sacaste casi en paralelo a tu primer libro La niña y el lobo, donde cuentas tu historia de maltrato como ejemplo para hacer ver que se puede salir de la violencia machista. Lo cuentas todo sin un ápice de victimismo, desde el empoderamiento, encarnando esto de que “lo personal es político”. ¿De aquí proviene tu fuerza para escribir estas letras? 

— Las letras que escribimos son la huella de nuestro caminar por aquí. Las experiencias que te pasan a nivel personal o las que ves de primera mano te inspiran y te marcan para contar historias. En mi caso, son ambas las influencias. Por ejemplo, el último viaje que hice al Congo me marcó tremendamente y escribí muchísimos textos. Fui a conocer la realidad de las mujeres que sufren violencia sexual y de las que están ayudando a esas mujeres y concienciando a nivel social de lo que representa la violación, cómo hay que repararla y cómo hay que estar con ellas. Ese viaje me sacó de mi propio ombligo, de mi historia personal y me sentí una con ellas. Nuestra historia son espejos y, a la vuelta, los textos que estaba escribiendo eran muy diferentes a cuando llevaba dos semanas aquí en Barcelona y estaba solamente pensando en mi propia película personal y existencial. Y eso es algo muy bueno que siempre me ha dado la música, la posibilidad de viajar y poder contar otras historias y realidades a través de canciones. Creo que esas son las bases de lo que hablo en mis temas, cosas mías muy personales y cosas de las demás pero que empatizo y me las traigo a mi propia voz. 

— Al igual que en el libro, en tus letras también te alejas del victimismo, haciendo canciones de protesta, muy bailongas y sin amarguras. ¿Esto es así por el lema feminista “alegre rebeldía”? 

Sí, de hecho, ese lema de la “alegre rebeldía” lo tomé de los zapatistas, del levantamiento zapatista del 96. Hay muchas de las consignas de ellos que me encantan, como la de “todo para todos nada para nosotros” o “somos viento”, que nace de la Marcha del Color de La Tierra. Ellos siempre hablaban de la “ley de rebeldía” que es un concepto que yo empecé a introducir en mis canciones, en mis eslóganes y en 2004 hicimos un recopilatorio de mi trabajo para distribuir en Europa, que se llamaba ‘Rebeldía con alegría’. Así que es algo que vengo trabajando desde hace mucho, pero que aprendí de los compañeros zapatistas. 

— En una entrevista, Christina Rosenvinge, habla de la dificultad de despatriarcalizar la industria musical y de los obstáculos que tienen las mujeres artistas para romper el techo de cristal, ocupar el lugar que se merecen y llegar alto en la carrera musical. ¿Qué opinas sobre esto?, ¿cuáles crees que son los motivos? 

— Queda mucho para ganar lo mismo que ellos y tener la misma visibilidad en festivales. Somos un uno o dos por ciento de nombres femeninos en cualquier cartel. Si yo pregunto por mujeres productoras o pintoras, seguramente costará bastante que me digan cinco nombres. No se nos valora. Siempre que hacemos un álbum con nuestros compañeros, se da por hecho que lo han hecho ellos. Cuando tienen una baja o necesitan buscar un músico o técnico nuevo, es muy raro que piensen en llamar a chicas a que vengan a la banda. Para que cambie necesitamos tiempo, cultura, educación y más muestras como las del Esperanzah es Muher. Que muchas mujeres se sientan identificadas en el escenario, tanto en la labor artística como también en la parte técnica, de seguridad, de producción… Hace falta visibilizarnos y que vean que eso es posible. 

— Llevas mucho tiempo produciendo y el título de productora te lo pusiste tú desde el 97 con tu primer disco, porque ellos no te lo iban a dar. De hecho, este año se cumple un año de Mamita Records, tu propia discográfica. ¿Ahí empezó tu labor reivindicativa como productora? 

— Hace un año decidí tener un espacio físico para empezar a materializar lo que venía haciendo durante tantos años. Siempre lo hice asociándome con gente para poder distribuir por países, y así no se veía mi papel. Entonces quería que se viera mi gestión en todos los ámbitos en los que estoy involucrada, que son en la parte discográfica y de producción. La Mamita es un negocio familiar, donde estoy con mis dos hijos. Es una plataforma para nuestros trabajos y también para artistas que no tengan sello ni plataforma, o que van a salir con otro sello pero los trabajamos desde aquí. Pero no es un sello abierto, no quiero tener 80 artistas, es bastante familiar y con proyectos donde hay una relación personal y espiritual. Es una tarea que me encanta por la responsabilidad, el gesto de confianza y el reto que supone vestir y dar el concepto musical a unas canciones que a mí me llegan desnudas. 

— Con Mamita Records también sacaste la canción ‘no me olvides’, que se la está empezando a llamar “el himno del empoderamiento de las mujeres”. Cuéntanos más. 

A esta canción le tengo un especial cariño, porque es la primera que he conseguido terminar con mi hijo pequeño, porque nunca nos poníamos de acuerdo. Es un tema en el que me atrevo a interpretar de otra manera, no diría rapear, porque tengo mucho respeto a la gente que rapea, pero sí a jugar con los tiempos y las palabras. En lo referente a la letra, es un clamor de no perder el tiempo ni con situaciones ni con personas, porque es lo más valioso que tenemos, es el que se va y ya no vuelve. Tiene que ver con estar en el presente y no perder el tiempo en enseñanzas que se nos van repitiendo como patrones para que terminemos de aprenderlas. Es una letra con mucha sinceridad, queriendo sentir mi fuerza y que todas vosotras también toméis esa fuerza que lleváis dentro, con la intención de que os inspire. 

— Si algo has hecho es viajar con la música conociendo los movimientos de mujeres de otros países, como las mujeres zapatistas, las saharauis, la abuela Margarita, las Abuelas de Plaza de Mayo. ¿Qué te han aportado estos encuentros? 

En el fondo crees que vas a aportar algo a la vida de ellas pero la que realmente se lleva la ganancia de esa aportación es una misma. Son mujeres que están tan unidas, resistiendo contra las adversidades, luchando contra la injusticia, llorando a su hijo desaparecido o fallecido. Son mujeres con una historia muy fuerte detrás y te das cuenta que por la sororidad y el abrazo entre ellas son fuertes, pueden con todo y tiran hacia delante. Por ejemplo, en el Congo, estaba por un lado la desolación y el dramatismo de las mujeres recién violadas con el trauma muy reciente y, por el otro lado, las que ya habían pasado por ahí y estaban ayudando a esas mujeres, sonriendo y bailando. Porque qué mejor que una mujer que ha pasado por ahí pueda ayudar a otra que tiene que vivir todo ese proceso. Aprendizajes muchísimos y con la visión de que estamos viviendo un momento histórico y creo que las niñas y las jóvenes del futuro van a venir ya con toda esa información en el ADN, porque realmente se viene una revolución por las mujeres. 

— ¿Qué opinas sobre los abusos sexuales por parte de bandas masculinas, que están ahora saliendo a la luz? 

Es la punta del iceberg de un problema muchísimo más profundo. Esto ha pasado siempre, pero hoy están saliendo a la superficie. No es una novedad y lo que tenemos que ver de parte buena es que estén generando estos diálogos o enfrentamientos de ideología para que pase algo. Si no salen a la luz y la gente no opina, no nos daremos cuenta de la dimensión del problema y nunca se van a arreglar. Necesitemos mucha cultura y educación, hablar mucho con los jóvenes, que son los que van a hacer el futuro y los que tienen que tener una base más sólida. Ya estamos acostumbrados a la violencia en general, al percibirse algo natural, ya no conmueve lo que debería. Tenemos que sacar ese iceberg y que se descongele entero. Y si tenemos que ver mucho dolor para salir de esa punta que lo veamos, para que haya un rechazo y estas cosas dejen de pasar. 

— Hasta 2001 no se integró la primera mujer en Amparanoia, para tocar contigo. La equidad se ha logrando este año, con cuatro mujeres y cuatro hombres. ¿Por qué cuesta tanto encontrar a mujeres instrumentistas en bandas? 

A nosotras se nos piden cosas que a ellos no. Ya me ha pasado muchas veces, cuando mi hijo era pequeño, que periodistas me preguntaran: “¿Y cómo te organizas con tus hijos?”. Y eso al cantante que ha entrevistado esa mañana, que es padre, no se lo preguntan. Les faltó decirme “¡cómo eres tan mala madre!”. Entonces el precio para mí siempre fue ese, el tener que dejar a mi familia porque me iba a cantar y trabajar el sentirme culpable. Porque venimos con todos esos valores de que somos las que cuidamos y nos quedamos y fue romper con todo eso. Para mí una de las razones es que no todas aguantan ese ritmo de renuncia a los seres queridos y de estar siempre con la maleta a medio hacer, de arriba abajo, y la otra es que es un mundo de hombres donde yo como mujer no tengo cabida. Somos pocas mujeres las que hemos tenido el apoyo de nuestras familias y seres queridos, para irnos a cantar y que se quedaran cuidando. 


Un momento del festival Esperanzah es Mujer. / Foto: Coleccionista de Momentos (foto cedida por la entrevistada) 

— De esta supremacía masculina y este mundo masculino en la música, nace tu iniciativa del Esperanzah es Muher, un día del festival con cartel cien por cien femenino, que se hizo en el Prat de Llobregat y que organizaste junto con Arte Muhé. ¿Cómo lo has vivido? 

Ha sido una experiencia hermosa e increíble. Junto con Arte Muhé estuvimos meses organizando ese día concreto y es una satisfacción enorme el haber juntado a tantas mujeres y ver que se pueden hacer cosas increíbles. Cada una, en nuestra historia personal, hemos vivido, sufrido o llorado el estar en un mundo de hombres y sentirnos tan incomprendidas y solas. Y de pronto estábamos ahí, en un abrazo de arte, de propuestas musicales muy diversas. Y la creación de Banda Futura, una banda de siete músicas que prepararon 33 temas de 10 cantantes diferentes, haciendo un concierto de tres horas. Hubo artistas más consagradas, gente muy novel que estaba empezando y de diferentes generaciones. Tuvimos el sentimiento de que estábamos en la misma, nos dedicamos a esto y fue un regalo poder celebrarlo así, juntas. Así que ahora con ganas de hacer más encuentros de este tipo, en más lugares y poder mostrar a los promotores, a los grupos masculinos, que hay toda esta riqueza artística y talento de las compañeras y que algún día veamos en los festivales el cartel y digamos aquí sí que voy, este cartel sí que me inspira, porque puedo verlas a ellas. 

— Qué piensas del proyecto de Arte Muhé, que junta a tantas mujeres artistas y donde conviven artistas tan reconocidas como Rozalén con otras más emergentes. ¿Cómo es la sororidad musical entre vosotras? 

El espectáculo que vimos de ellas en el Esperanzah es Muher me parece una demostración de lo que está pasando en la calle y a nivel de asociaciones de mujeres, donde estamos unidas para hacer cosas juntas. Creo que la propuesta de ellas es muy nueva y habrá muchísimas otras mujeres que empezarán a imitar o que les servirá de inspiración para crear propuestas parecidas. Hay una necesidad por parte nuestra, como artistas, pero también por parte del público. La cultura es lo que nos hará ir ganando terreno para ver esos cambios que necesitamos y demandamos. Son estas pequeñas acciones, estos pequeños granitos de arena los que van sumando. 

— Después de llevar más de 20 años en el camino de la música, ¿qué es lo que te mueve ahora y hacia dónde te proyectas? 

Ya llevo un tiempo que estoy intentando inclinar la balanza para poder estar en un sitio fijo o en los sitios que yo quiero estar pero sin tanto viaje que tengan que ver con conciertos. Aunque seguiré haciendo algunas cositas mías, siento que tengo la posibilidad de hacer florecer a otras personas o a ser partícipe de creaciones que ayuden a florecer a otras. En realidad, ahora mismo lo que más quiero es poder trabajar aquí en el estudio, salir de vez en cuando a hacer conciertos, viajes y estar tranquila, haciendo lo que me gusta.

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