4/18/2019

En México, no insinúo que se suiciden los ex presidentes, los queremos vivitos, pero tras las rejas.


Pedro Echeverría V.

1. Ante el suicidio de quien fuera dos veces presidente electo de Perú, Alan García –enredado en corrupción de la empresa Odebrecht- va la pregunta insoslayable del periodista Enrique Galván y de la mayoría de nuestro pueblo: Y “en México, ¿cuándo? No estoy insinuando que se suiciden los ex presidentes, los queremos vivitos, pero tras las rejas”. En Perú mantuvieron en la cárcel muchos años al expresidente ladrón y asesino Alberto Fujimori; pero igual, están encerrados los también ex presidentes Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski, quienes se encuentran presos en el contexto de las pesquisas por esa red trasnacional de corrupción.

2. En México, si los miles de exfuncionarios y empresarios corruptos decidieran suicidarse por gigantesca desviación de recursos públicos, sería una locura recoger sus cuerpos en todo el país. Al parecer los políticos peruanos no son tan complicados en estos casos. El suicidio del expresidente Alan García ha sido muy sonado porque en su primer gobierno (1985-90), impulsado por Haya de la Torre, destacado líder del partido aprista, llegó a representar una “tercera vía de liberación” entre capitalismo y socialismo. Sin embargo, su inmensa popularidad pronto se desinfló porque el gobierno de Reagan, el de la Thatcher y el Papa habían iniciado su reinado mundial.

3. La persecución contra la corrupción institucionalizada en Perú ha alcanzado al expresidente Toledo y a la dos veces candidata presidencial Keiko Fujimori, hija del expresidente. Las denuncias del llamado “Comandante Gonzalo” (Abimael Guzmán), del exgrupo guerrillero Sendero Luminoso –en la cárcel desde el gobierno de Fujimori- se han extendido. No puede olvidarse que en los años sesenta actuó el MIR bajo el liderazgo de Luis de la Puente Uceda, así como el FIR liderado por Hugo Blanco y el ELN bajo el mando de Béjar y Chang. En Perú aparecieron muchas guerrillas, pero el camino electoral se impuso, tal como ha sucedido –hasta ahora- en México.

4. ¿Por qué en Perú son castigados los políticos y en México no? ¿Será un asunto de leyes o de fuerte presión de luchas políticas? La realidad es que en México nos llega muy escasa información de las luchas sociales en Perú. Estuve apenas cinco días en 2010 en Lima y observé tres pequeños mítines en una explanada, una asamblea, una caminata de protesta y un homenaje en un centro cultural; además impartí una plática con jóvenes en una universidad privada. Muchos actos pacíficos en poquitos días. Recuerdo que me decían: “no es necesario que te presentes como mexicano porque por tu físico y tu habla cualquiera te pasaría como un peruano”.

5. No es malo ni bueno suicidarse; depende del por qué lo hagas. Puede tener un significado de liberación, de pérdida de perspectivas, de incapacidad, de cobardía, de fastidio; es muy difícil que se haga por arrepentimiento de haber saqueado las arcas del Estado o por abuso de confianza. Según se ha escrito, Alan García llegó a tener mucha fuerza cerca del líder del APRA con presencia internacional.  En sus tres primeros años de gobierno cosechó muchos aplausos y mucho apoyo del pueblo peruano, pero todo aquello  se le fue entre las manos al intervenir una economía mundial manejada por los grandes bancos al servicio del imperio. (18/IV/19)

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