4/06/2008

En 18 años, asesinados o desaparecidos unos 60 luchadores sociales en Guerrero


■ La mayoría eran del PRD, partido que en los 90 comenzó a tomar fuerza, según ejidatario

■ En ese entonces surgieron grupos de inteligencia militar que se coordinaban con Rubén Figueroa, recuerda
Sergio Ocampo Arista (Corresponsal)

Marquelia, Gro., 5 de abril. En el ejido Campamento General Enrique Rodríguez, ubicado a 200 kilómetros de Acapulco, los campesinos recuerdan que los grupos paramilitares en la Costa Chica comenzaron a aparecer en los años 90, cuando el PRD empezó a tomar fuerza, lo que le valió el asesinato o desaparición de unos 60 luchadores sociales, la mayoría militantes y dirigentes del partido. Eran los tiempos de Carlos Salinas de Gortari en la Presidencia de la República y de José Francisco Ruiz Massieu en la gubernatura.

El ejidatario Jesús, que prefiere no revelar sus apellidos, recuerda que Eloy Cisneros Guillén, ex preso político, había ganado las elecciones municipales en el vecino municipio de Ometepec, pero no le habían reconocido su triunfo. Por lo menos así se lo hizo saber el entonces secretario de Gobierno, Jesús Ramírez Guerrero, ahora perredista, quien le decía: “Eloy, tú ganaste, pero José Francisco (Ruiz Massieu) no te quiere”.

Por ese fraude, los perredistas habían ocupado la presidencia municipal de Ometepec, de donde fueron desalojados el 6 de marzo de 1990 por policías estatales, con saldo de 72 lesionados, la muerte de Ramón de la Cruz Zacapala y la desaparición de su hermano Andrés y de otro militante llamado Daniel López Álvarez, de quienes nunca se volvió a saber nada.

“(Hasta entonces) sólo había pistoleros a sueldo, pero a partir de esa fecha inició una estrategia de contrainsurgencia contra la lucha, no solo de los campesinos, sino en general de los luchadores sociales”. Además, recordó, “había grupos de inteligencia militar que se coordinaban con el ahora senador Ángel Aguirre Rivero y con el ex gobernador Rubén Figueroa”, recuerda.

“Luego vinieron más ejecuciones. El primero fue José Nájera, a quien torturaron frente a su familia, lo mataron y le dieron un balazo en la cabeza. En el municipio de Xochistlahuaca aparece muertao a golpes una persona a la que se conocía como Tito; un policía popular de Zacapualpan, en la misma zona, fue eje- cutado junto con su esposa”.

“Con la aparición de la guerrilla en Guerrero, en 1996, volvieron las ejecuciones, tocó el turno a Eliseo de Jesús de la Cruz, trabajador de la preparatoria del municipio de Cuajinicuilapa, dependiente de la Universidad Autónoma de Guerrero”, agregó.

Hace unos tres años ejecutaron a Marino Rentería Marín, quien participó en recuperaciones de tierras ocupadas por los caciques. “Tanto Marino como Eliseo eran militantes de la ACNR (Asociación Cívica Nacional Revolucionaria): el segundo fue alguna vez lugarteniente de Genaro Vázquez Rojas”. A Marino Rentería lo mataron cuando estaba en el campamento Nuevo Amanecer; “tenía pleitos con Mateo Aguirre, hermano del ex gobernador Ángel Aguirre, como todo mundo lo sabe”.
La mañana del 7 de marzo de 2007, un grupo paramilitar presuntamente financiado por caciques priístas, emboscó y ejecutó a Martín Romero Romero, dirigente del ejido Campamento General Enrique Rodríguez, ubicado en Marquelia, municipio de la Costa Chica de Guerrero.
Originario de Cutzamala de Pinzón, en la Tierra Caliente, Martín Romero, un analfabeto forjado en la lucha social, fue destacado en 1988 por los “nuevos cívicos” integrantes de la ACNR para que participara en la toma de más de 3 mil hectáreas ubicadas a la entrada de la carretera que va de Acapulco al municipio de Marquelia, arrebatadas al español Joaquín Maza.

En ese tiempo la ACNR impulsó tomas de tierra e instalación de campamentos entre los que destacaron los de El Capulín, Calavera, El Polvorín, Miramar y, por supuesto, el de General Enrique Rodríguez, ubicados a lo largo y ancho de la Costa Chica.

Fue el único que había sobrevivido a la represión de los gobiernos priístas, desde Alejandro Cervantes Delgado, Ruiz Massieu, Rubén Figueroa, Ángel Aguirre y René Juárez Cisneros: “el prestigio de Martín iba desde Acapulco hasta Ometepec, es decir toda la Costa Chica”.

Incluso los políticos perredistas actualmente encumbrados en el gobierno venían hasta el campamento en una especie de pasarela, entre ellos Armando Chavarría, ahora secretario de Gobierno, Florentino Cruz Ramírez, aspirante a la alcaldía de Acapulco, y muchos diputados y senadores.

La policía detuvo a Raúl Guevara García El Chueco, quien aseguró que su tío Rosendo Guevara le pagó 200 mil pesos para asesinar a Martín.
Los caciques de la zona señalados por los campesinos como probables responsables en el complot de ejecutar al dirigente son el ex gobernador Ángel Aguirre y su hermano Mateo; el ex alcalde de Copala Oscar Bonilla; el cacique del municipio de Azoyú Lauro Justo; Antonio Rivera, del municipio de Cuauhtepec, coludidos con Ricardo Niño García, actuario del Tribunal Unitario 41 de Acapulco.

Este grupo, apoyado por el hoy diputado federal del Partido del Trabajo, Félix Castellanos, logró dividir a los ejidatarios; desde 1994, representantes del gobierno estatal y de la Secretaría de la Reforma Agraria partieron en tres los terrenos de lo que fue el orgullo de la lucha agraria independiente en la Costa Chica en los pasados 20 años: por un lado los del grupo Plan de Ayala, los de Ojo de Agua Las Salinas, “y nosotros, de General Enrique Rodríguez”, continúa Jesús.

Pero las amenazas continúan: el pasado 3 de marzo, en el ejido Campamento General Enrique Rodríguez trataron de entrar a la casa de Asención Alvarado Nájera: “ya le advirtieron que lo van a matar, sólo porque es el comisario, y era muy amigo del compañero Martín Romero”, señala Jesús.
Al cumplirse un año de la muerte de Martín Romero, cientos de campesinos de los municipios de Ometepec, Marquelia, Copala y San Luis Acatlán llegaron al ejido para acompañar a su viuda, Modesta Nazario, a llevar la cruz al panteón donde reposan sus restos: “Nos sentimos como huérfanos, él era nuestro dirigente, a su modo resolvía problemas y eso lo llevó a enfrentarse a los caciques de la región; ahora ya no tenemos quien nos defienda”, se lamentó uno de sus ex compañeros.

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