4/01/2008

Militares en las calles = democracia que se aleja


El país se mueve a marchas forzadas a una militarización generalizada y tenemos que ver cuales son las consecuencias posibles, porque la toma de calles, carreteras y ciudades por las fuerzas armadas puede conllevar resultados desagradables y sin duda indeseables.Desde hace tiempo recorre al país una demanda exigiendo la mano dura, llegan al extremo de sugerir que sería bienvenido un gobierno militar, aunque se enfrían cuando uno les indica que en todos aquellos lugares donde los militares han llegado al poder lo han hecho con mano dura no solamente con los delincuentes sino contra toda forma de oposición y que soldados en el poder equivale a cese de la libertad, por lo tanto, un militar en la silla presidencial representa la muerte de la democracia.

No existe ninguna evidencia para pensar que los militares mexicanos estarían pensando en términos distintos, especialmente desde que hace unos años se convirtieron en los alumnos del ejército de Estados Unidos que manejan la tesis de que los militares deben introducir el orden en las sociedades con descomposición política. Pero conviene recordar que esta misma doctrina militar promovió la dictadura, el secuestro, la tortura y la guerra sucia que diezmo a sociedades completas.

Países como Argentina siguen pagando el elevado costo que representó la represión de los que pensaban distinto. Estados Unidos destruyó a las incipientes democracias latinoamericanas. Casos como Chile, Uruguay o Argentina son casos de libro de texto donde se ve la crueldad con la que se abatió a la sociedad civil. Hoy empezamos a descubrir las historias de personas arrebatas a sus padres y entregadas a parejas de militares. Las escenas del estadio de fútbol donde se apresa masivamente a los disidentes se repiten ahí donde los militares llegan a “poner orden”, ciertamente el orden de los sepulcros.

La dictadura no se detiene ante nada, ni ante la dignidad, el respeto y por supuesto, ante la paternidad.Casos como el de Brasil nos mostraron a soldados inventivos que crearon nuevas formas de tortura. ¿Quién dice que no se puede aportar conocimiento a los agentes del imperio? Ahora los estadounidenses sin gorilas subdesarrollados que les hagan el trabajo sucio, están aplicando sus nuevas técnicas en Abu Graib o en Guantanamo, pero cuidado, eso no quiere decir que hayan cejado en su afán de contar con nuevos terrenos de experimentación y que descarten la oportunidad de contar con un nuevo campo de práctica: los narcos se lo están creando en México.

El gobierno mexicano carece de la experiencia e inteligencia para abordar o atacar la problemática delincuencial que recorre al país. Su falta de inteligencia no es solamente estar bien informado, sino saber acomodar las cartas para arreglar problemas complejos.Desde que el PAN llegó al poder se desbordó el problema del narco; un jefe de un cartel denunció que el gobernador panista de Chihuahua les había vendido la plaza, y es indudable que ahí donde llegaron los panistas el narco se descontroló, véase el caso lúgubre de Tijuana.Luego entonces hay un problema complejo. Si vendieron la plaza tienen atadas las manos porque actuando lo hacen contra sus propios intereses.

De actuar estarán atacando a sus asociados del pasado y esto, en la ética del narcotraficante como estamos viendo, conlleva venganzas muy crueles que no se detienen ante nada.Así como no existe una política de pacificación para reincorporar a los grupos guerrilleros a la vida política, tampoco existe una política de control del narcotráfico. Mientras el descontrol avanza, la violencia se generaliza sumergiendo a cada vez mas grupos en una dinámica muy peligrosa.

Los ataques recientes a grupos de jóvenes que se autonombran “emos” da una indicación sobre el nivel de animadversión que recorre al país. Aunque no deja de llamar la atención que el problema empezó en Querétaro, Estado gobernado por el PAN y esta acusado de azuzar la agresión un ex-alcalde panista de la capital.

El discurso de la intolerancia corre el riesgo de contaminar las decisiones políticas y lleva al discurso de la mano dura.Cuando los militares se encuentran en la calle difícilmente se salen de ella y no son mejores que los policías, en Juárez están acusados de sembrarle droga a los policías.Los militares se han mantenido “institucionales” porque fueron parte del aparato corruptor gozando de las ganancias de corto plazo.

Todavía recuerdo que fui corrido de un periódico porque denuncie que el hijo del secretario de la Defensa había recibido la concesión para construir una base militar.La demanda de que las tropas vuelvan a los cuarteles representa un llamado a favor de la libertad, es un recordatorio de lo endeble de la democracia mexicana.Si el gobierno no puede con el paquete debe encontrar una salida formal pero nunca ponerse en manos de los militares.

Samuel Schmidt

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