2/18/2010



Noche de velas…
Noche de Resistencia Para Vanessa


Por Daysi Flores

Vanessa Zepeda (29), fue lanzada desde un vehículo el 03 de febrero. A pesar de la denuncia realizada, ningún organismo estatal ha iniciado una investgación de oficio, la cual debería estar al mando de la Fiscalía Especial de Derechos Humanos.

Zepeda era miembra activa del Frente Nacional de Resistencia Popular, FNRP, desde el 28 de junio del 2009 en que fue derrocado por un golpe de Estado, el presidente Manuel Zelaya Rosales.

Su lucha era persistente, ni siquiera su maternidad la hizo quedarse en casa. Sus pasos inundaron las calles de Tegucigalpa y Comayaguela. Sus gritos contra el golpe de Estado están en todas partes.

La rabia y la tristeza se nos metieron en el cuerpo cuando supimos de la muerte de Vanessa. Al escuchar los relatos de su asesinato, el secuestro y la tortura de dos periodistas, mis piernas se activaron una vez más, como si se prepararan para huir del terror. Una especie de inmovilidad activa se apoderó de mi cuerpo: no hay nada que hacer ante la muerte y lo sé bien.

Mi corazón se hace pequeño al solo pensar en el vacío que deja la ausencia de un ser que amas y que sabes que ya no estará nunca sin importar cuánto busques su cuerpo, su abrazo, su llamada, su sonrisa, un beso, un café, una caricia o simplemente una palabra… cuando alguien muere, simplemente ya no está.

Me quedé contemplando el afiche de la convocatoria por un largo rato; Vanessa está tan llena de vida en esa foto: su mano izquierda en alto, su rostro dibujando claramente el orgullo de un pueblo que se defiende y sus ojos desbordados de luz. Algunas lágrimas decidieron escaparse mientras admiraba las líneas de su juventud que saltaban sobre el rojo del afiche. Decidí ir a la movilización a pesar del dolor, de la rabia, las amenazas y el miedo.

Llegamos con velas prestadas y unas botellas que encontramos en la pulpería del barrio de Karla. No sabíamos el lugar exacto, nadie lo sabía, pero estábamos seguras de que podríamos encontrarlo y así fue. Llegamos justo a tiempo, la movilización apenas empezaba: nos ofrecieron fuego y caminamos una vez más al son de los gritos que enfrentan la injusticia.

Una niña llevaba en su camiseta el rostro de Vanessa, intercambiamos sonrisas mientras ella repetía las consignas agarrada a la mando de una joven. Caminamos por todo el boulevard Morazán, gritando, brincando, cantando… todas las personas llevaban una vela.

Éramos un rio de gente, cada quien con su tintineante luz. Y gritamos una y otra vez nuestras consignas: quienes somos? Resistencia popular! Ni golpes de estado, ni golpe a las mujeres! Vanessa Vive! La lucha sigue sigue! Si este no es el pueblo? El pueblo donde está? El pueblo está en las calles exigiendo libertad! Arriba, abajo, golpistas al carajo, etc.… Así transitamos de nuevo por las calles, acosadas por la policía pero alimentadas por la esperanza, impulsadas por la fuerza de nuestros sueños, indignadas por las dolorosas pérdidas pero fortalecidas por la lucha del alma.

Llegamos a nuestro destino y ahí descubrí que aquella niña de 6 años era una de las hijas de Vanessa, al enterarme me dieron ganas de estrecharla en mis brazos, sostenerla ahí por un buen rato y convertirme en una especie de escudo que la librara del dolor. Quería decirle cuánto siento que su madre ya no esté para verla crecer. No pude: le hablé de la forma más natural que el dolor me permitió y la invité a seguir gritando conmigo, como si gritar nos sanara a ambas, al mismo tiempo que sana un pueblo; aunque nuestros gritos aún no sean escuchadas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario