11/26/2010

Colaboracionismo




Gilberto López y Rivas
Con una carta que pretende ser aclaratoria, la Secretaría de Relaciones Exteriores, a través de su director general de Comunicación Social, intenta refutar –sin lograrlo– el contenido de un reportaje del semanario Proceso (número 1776, 13 de noviembre) intitulado El gran espía, escrito por Jorge Carrasco A. y Jesús Esquivel, sobre el establecimiento en México de la Oficina Binacional de Inteligencia (OBI), en la que agentes de nueve servicios de inteligencia estadunidenses, entre los que predominan los militares, llevan a cabo tareas operativas abierta y libremente en territorio mexicano, con la venia y complacencia del gobierno colaboracionista de Felipe Calderón.

El establecimiento de la OBI se presenta como una oportunidad histórica porque a través de la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN) y, sobre todo, con la Iniciativa Mérida, los grupos dominantes de Estados Unidos consideran –precisamente– que se abrió el camino hacia la colaboración con México.

Con toda conciencia aplico el término colaboracionista (del francés collaborationniste), surgido durante la Segunda Guerra Mundial para describir a quienes cooperaron con los ocupantes nazis, y después extendido a la ciencia política para describir a los distintos gobiernos, grupos o personas que favorecen y ayudan una ocupación extranjera. Colaboracionismo es definido por el Larousse como el conjunto de ideas, actitudes y tendencias favorables a la colaboración con un régimen que la mayoría de los ciudadanos de una nación consideran opresivo o nefasto, especialmente si se trata de un régimen de ocupación. En su acepción inglesa, el vocablo significa colaborar traidoramente con el enemigo (The concise Oxford dictionary of current english).

En respuesta a esa carta de la cancillería (Proceso, número 1777, 21 de noviembre de 2010) –endeble en sus argumentos y poco convincente–, ambos periodistas reiteran el carácter operativo de los agentes estadunidenses y afirman –con fundamento documental y testimonial– que la creación de la OBI fue anunciada en Washington el 25 de marzo de 2009 por la propia Casa Blanca, mientras la contraparte mexicana tardó un año y cinco meses para dar a conocer su apertura en México, el 31 de agosto de este año, de lo que el vocero de la SRE denomina eufemísticamente: Oficina Bilateral de Seguimiento de la Iniciativa Mérida.

Este reportaje, en el que se ubica la sede de la OBI en los pisos superiores del edificio situado en Paseo de la Reforma 265, muy cerca de la embajada de Estados Unidos, refiere también sobre las reticencias del Ejército y un poco menos de la Marina en torno al establecimiento y las prerrogativas de este centro de espionaje al que se subordinan los servicios de seguridad e inteligencia mexicanos, y cuyos agentes incluso pueden vigilar a las mismas dependencias gubernamentales, incluidas las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina.

También, el malestar creciente de sectores de las fuerzas armadas es revelado en el reciente artículo de Zósimo Camacho México: focos rojos en Sedena ante posible intervención de Estados Unidos, en el que se afirma lo siguiente: “Militares en activo, generales y coroneles –que ocupan cargos operativos en el Ejército Mexicano– manifiestan su preocupación ante la posible intervención militar de Estados Unidos en México. Se muestran frustrados por la política de Felipe Calderón, obsequiosa ante los duros del Pentágono, y advierten que se construye el ‘escenario’ para el ingreso de tropas estadunidenses a territorio nacional. Señalan que una parte del caos y la violencia en ciudades mexicanas es inducida desde el exterior con la anuencia del gobierno federal. Especialistas en seguridad nacional (se refiere a Guillermo Garduño, Abelardo Rodríguez Sumano y Jorge Luis Sierra) coinciden en que se generan las condiciones que justifiquen una ‘cooperación más estrecha’ en el plano militar entre ambos países” (Contralínea, 21 de noviembre de 2010).

Es significativo que militares en activo –protegidos por el anonimato– se hayan atrevido a hacer declaraciones públicas que ponen en entredicho la tradicional cohesión institucional de la fuerza armada y el acatamiento incondicional a la cadena de mando. De acuerdo con Camacho, estas son válvulas de escape y señales de lo que ocurre en el ámbito castrense.

No obstante, pese a esta opinión en el interior de las fuerzas armadas mexicanas, la participación de oficiales en cursos de adiestramiento en bases militares de Estados Unidos, bajo la coordinación del Departamento de Defensa de ese país, va en aumento, mientras la Armada de México se muestra obsecuente y presurosa en cuanto a su participación en maniobras conjuntas con su contraparte estadunidense, con o sin el permiso del Senado, y el envío en aumento de sus oficiales para la capacitación especializada en ese país en contrainsurgencia y antiterrorismo.

Por cierto, el artículo 123 del Código Penal Federal tipifica genéricamente el delito de traición a la patria como “actos contra la independencia, soberanía o integridad de la nación mexicana con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero… o cuando tengan por finalidad atentar contra la independencia de la República, su soberanía, su libertad o su integridad territorial o invadir el territorio nacional, aun cuando no exista declaración de guerra”. Descripción muy semejante al colaboracionismo.

Vitral | Javier Solórzano

Una tras otra

Más allá del lugar común, hoy vivimos en el país en donde la vida no vale nada. Van 30 mil muertos por la “guerra” en contra del narco, y la cifra se ha convertido en un dato que poco o nada sorprende. Se agolpan los muertos ante el desden generalizado. La violencia esta dejando de sorprender incluso a los que la viven directamente. Tiene razón el ex Alcalde de Bogota, cuando nos manda decir que no “olvidemos que son seres humanos, unos y otros”.

Las tragedias se han convertido en anécdotas. El incendio en la guardería ABC en Hermosillo terminó en desazón y dolores infinitos de padres, familiares y amigos de los niños. Al mismo tiempo terminó también en un lío político en donde los funcionarios corrían de un lado a otro para evadir sus responsabilidades. El asesinato de jóvenes en Ciudad Juárez, en las colonias “Salvarcar” y “Horizontes del Sur” son un capítulo más de impunidad. Desde el gobierno federal se aseguró que en el caso de “Salvarcar” se había presentado un pleito de bandas, la declaración obviamente desató la ira de familiares y amigos.

El gobierno está siendo sistemáticamente rechazado. Los familiares y amigos de los jóvenes asesinados le dieron al presidente la espalda y al ex secretario de Gobernación lo despidieron con la clásica de “la porra te saluda”. Pasa el tiempo y Juárez, insistimos, está sometido. Hablar de justicia en la entidad es referirse a un ente abstracto, al que se acude para disfrazar el discurso político. Los muertos ya son parte de la escenografía de la ciudad.

Otro escenario. 72 migrantes son secuestrados, torturados y ejecutados, y como resultado quién dirigía el INM termina como candidata del PAN, sin que a nadie se pase la cuenta de lo que pasó. En medio de todo esto, los representantes diplomáticos de Guatemala, El Salvador, Honduras y Brasil pasan horas sin que los atiendan. Los cadáveres fueron entregados días después. El chofer que los llevaba chocó en las calles de Distrito Federal, el cual no sabía ni lo que llevaba. En Tegucigalpa, la llegada de los cadáveres suscitó una manifestación de solidaridad y dolor. Mientras tanto en el país seguimos esperando que alguien nos diga que paso con la vida de 72 personas.

Una más. En Acapulco son secuestrados 20 michoacanos. La secretaria de turismo dice que no eran turistas, ofreciendo una patética explicación de lo que debe, según sus estándares, ser un turista. Pasa el tiempo y nos enteramos que mataron por “error” a los “turistas”, los cuales al final se confirmó que si lo eran. El gobierno federal hizo mutis. La enésima explicación de que lo que había pasado era un “ajuste de cuentas” resultó la salida inmediata. Entre el michoacanazo, en donde al final la “culpa” fue de los jueces por liberar a los presuntos responsables, y los “turistas”, Michoacán anda distanciado seriamente de su presidencial hijo.

Sensibilidad es estar con otros, ponerse en su lugar y cuando se trata de gobierno es estar y ser solidarios en las buenas y en las malas. Significa apelar al buen juicio para la toma de decisiones. La responsabilidad mayor recae en el gobierno; él usa conceptos como “daños colaterales, “ajuste de cuentas”, “buenas noticias”, “guerra”, para explicar un problema mayor e inédito en el que estamos enredados.
¡OUUUCHCHCH!

En la fiesta en Bellas Artes reconocieron a medio mundo, incluso los que no hicieron nada. Se les olvidó los que hicieron la obra. Casi nada.

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