10/18/2019

México SA de Carlos Fernández-Vega

La Jornada: México SA


Economía: estancamiento y FMI
Otra joya en el sindicato petrolero

Con motivo de sus reuniones anuales, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial divulgan informes sobre el comportamiento económico global y según pasa el tiempo éstos son cada vez más desalentadores, con todo y que ambos organismos –tercos como mulas y con la decidida participación de sus gobiernos a modo– todo lo hanmodernizado,reformado,ajustadoyreorientado.

El resultado es deplorable, porque con sus recetas cada día hay más pobreza y mayor concentración del ingreso y la riqueza. A pesar de ello, pretexto tras pretexto, los citados organismos recomiendanmás y más reformaspara salir del hoyo en el que sus políticas y sus gobiernos han metido a la economía mundial, aunque a algunos países les ha ido peor que a otros.

Información estadística del FMI revela que en los años 50 y 60 del siglo pasado el potencial económico de México era equiparable al de países como Corea del Sur, Japón, Irlanda, Portugal, España y Chile. Por aquellos ayeres Europa y las naciones del este asiático estaban inmersas en la reconstrucción tras la II Guerra Mundial, mientras México registraba tasas de crecimiento hasta de 10 por ciento anual y era reconocido como potencia industrial en ciernes.

Pero algo falló: para efectos de medición, todas las naciones citadas empezaron en la misma posición, porque sus economías eran equivalentes; todas despegaron –algunas de forma envidiable–, pero México no salió del sótano y con el correr de los años allí se mantiene. Para los años 80 la diferencia y distancia entre nuestro país y los referidos resultaban notorias, y a estas alturas, en algunos casos, abismales.

Décadas atrás, un dirigente de la Canacintra comentaba, entre broma y preocupación, que la diferencia entre el despegue económico de Japón y Corea del Sur, y la atonía de México podría resumirse en algo aparentemente sencillo: mientras las naciones asiáticas, por ejemplo,desarrollaban y producían tecnología, en nuestro país se vestían pulgas y se pintaban granos de arroz, y en todos los casos el grado de dificultad resultaba similar, pero ni lejanamente el impacto económico.

En los años 50 y 60 del siglo pasado, la economía coreana representaba la mitad de la mexicana, pero seis o siete décadas después es una gran potencia industrial, tecnológica y comercial, y con un altísimo índice de desarrollo humano. México, mientras tanto, siguió con las pulgas y los granos de arroz (importado, por cierto), y el neoliberalismo sólo empeoró la circunstancia.

A seis, siete décadas de distancia, México se mantiene estancado entre aquel grupo de naciones con el que era comparado en los años 50 y 60; todas las economías despegaron (algunas más que otras), menos la nuestra. Y en el penúltimo lugar, Chile, otro adicto del neoliberalismo y el FMI.

En México cuando menos seis gobiernos neoliberales al hilo siguieron al pie de la letra las instrucciones del FMI, y de registrar un promedio de crecimiento de 6 por ciento anual la economía nacional se hundió a 2 por ciento. Pero hoy ese mismo organismo se lava las manos y asegura que la desaceleración del país se debea la fuerte incertidumbre acerca de las políticas, la ejecución insuficiente del presupuesto y ciertos factores transitorios internos.

Entonces, cambio de modelo económico y que el FMI se quede en Washington.

Las rebanadas del pastel

Va una breve ficha sobre el bandido que dejaron a cargo del sindicato petrolero: “la Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada y la Fepade libraron orden de localización y presentación contra (…) Manuel Limón Hernández, para que comparezca ante el Ministerio Público Federal en las investigaciones que se realizan por el llamado Pemexgate, ante la desatención para presentarse a declarar en las indagatorias que están en desahogo por lavado de dinero, delincuencia organizada y peculado. A la fecha, está pendiente el proceso de desafuero que solicitó la PGR contra Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana Prieto” ( La Jornada, Gustavo Castillo, 16/10/02).

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