El flujo migratorio de las mujeres en la región representa el 49.5%, (2020), de acuerdo con información de las Naciones Unidas, la mayoría de ellas, lo hacen a causa de la violencia (2 de cada 10) y por la búsqueda de mejores oportunidades en el extranjero, sin embargo, esta búsqueda de un acceso a una vida libre de violencia se ve cooptada por las redes internacionales de tratantes que se han anidado en México, Chile y Perú, países donde prospera el lícito y enriquece a los perpetradores a causa al tener las monedas más fuertes de la región, según revela una investigación de El País.
¿Quiénes son los responsables?
Para 2020, la Fiscalía General reportó un total de 2 mil 611 personas imputadas por el delito de trata de personas, de los cuales, mil 494 eran hombres (cuatro menores de edad) y 712 mujeres, esto sin contar el registro de otras 401 carpetas de investigación donde no se específica el sexo de las personas responsables.
Con base en la información de las 2 mil 611 personas, el 57% de las indiciadas e imputadas por los delitos en materia de trata de personas son hombres.
Asimismo, se debe señalar que el 71% de estas personas fueron reportadas por 4 Procuradurías estatales, es decir, existen cuatro entidades que representan casi todo el universo de la trata de personas a nivel federal: Chihuahua, Ciudad de México y Estado de México.
Además, es Chihuahua y estado de México las dos entidades que registraron el mayor porcentaje de hombres imputados por el delito de trata de personas, esto comparado con la media nacional.
Sobra mencionar que este delito no sólo se gesta dentro del territorio mexicano, sino que salta a nivel regional y se gesta desde los países de origen, particularmente, en Colombia y Venezuela donde las mujeres jóvenes son enganchadas y traficadas con rumbo a destinos diversos.
El último caso, se registro en julio de este año, cuando Cristóbal Fernández fue detenido en Medellín, Colombia y posteriormente, al sur de México, en Yucatán, su socio que recibía a las mujeres colombianas para cerrar el circuito de trata, durante la detención, 8 mujeres de origen colombiano fueron rescatadas.
Vulneración y explotación: Ania Margoth, Susej y Stephanie
El caso de Cristóbal Fernández fue expuesto por la INTERPOL que llevaba años enviando notificaciones rojas para su captura, evidenciando que este grupo de tratantes se aprovechaba de mujeres originarias de Bogotá y Medellín que atravesaban situaciones de vulnerabilidad y precarización; mujeres jóvenes, desempleadas o madres autónomas.
Es precisamente en Quintana Roo donde se logró rescatar a 25 mujeres forzadas la explotación sexual en las áreas de Cancún y la Riviera Maya el pasado 12 de enero. Todas ellas, originarias de Colombia, Venezuela y Cuba.
La explotación sexual en la región ha alcanzado una dimensión que resulta incontenible para los gobiernos latinoamericanos y en tanto, las crisis humanitarias se recrudecen en países como Venezuela; porque mientras las jóvenes resisten a la violencia económica y a la vulnerabilidad, los tratantes encuentran en todo esto tierra de cultivo para sus negocios; la tercera actividad con mayor derrama económica sólo después del tráfico de drogas y venta de armas, según la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo.
Stephanie de 21 y años y Susej de 20 fueron víctimas de feminicidio, encontradas en un paraje al sur de la CDMX, en la alcaldía Tlalpan. Ambas, originarias de Venezuela arribaron a la capital mexicana como parte de una red de trata y su caso fue un catalizador para exponer la podredumbre de uno de los negocios más opulentos que la Ciudad de México parece poco contener.
Las dos jóvenes llegaron a la capital en enero de este año luego de haber salido de Venezuela hacía ya 5 años: años en los que vivieron en otros países como Ecuador, Chile y Perú, hasta que finalmente, terminaron su travesía al arribar a la gran urbe de Centroamérica. Aquí, prosperarían, Stephani podría enviar más dinero a su hija de 7 años y Susej, a su hermana pequeña.
Las dos jóvenes fueron víctimas de una muerte violenta que, de acuerdo con la investigación de El País «El brutal feminicidio de Stephanie y Susej destapa las redes de trata sexual en Ciudad de México», apunta a que muy probablemente intentaron escapar de la red, sin embargo, el control que tienen los tratantes sobre estas mujeres es muy fuerte; controlan sus transportes, sus tarjetas, documentos, celulares y poseen información de su familia.
La violencia mostrada en este doble feminicidio, puede apuntar a un mensaje para otras mujeres de la red: No intenten escapar.
Zona Divas ya cuenta con documental en Netflix y el pasaje de la trata de mujeres podría parecer ajeno a la capital mexicana, sin embargo, el delito se aviva y forma músculo con cada vez más poderío.
Y es que se ha articulado con nuevas células delictivas internacionales como el Tren de Aragua (organización delictiva más poderosa de Venezuela), a su paso, las mujeres continúan pagando el extractivismo de una profunda violencia misógina.
En febrero de este año el cuerpo de la actriz colombiana y víctima de una red de trata, Ania Margoth Acosta fue encontrado en una fosa clandestina; su desaparición y feminicidio está relacionado al crimen organizado.
Zona Divas fue desmantelado, pero en las raíces de la Ciudad de México, Chihuahua, estado de México y el Caribe mexicano, la trata se agudiza, transforma y amedrenta a las mujeres con mayor brutalidad en los últimos cuatro años.
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