3/18/2009

Periodistas pal cafè......



Ala administración felipense le urge conseguir parque legislativo para desplegar las campañas electorales panistas sobre la presunta base de que se está combatiendo con energía y precisión al narcotráfico que, como se sabe, en lo general goza de buena salud y tranquilidad financiera (a pesar de los decomisos y las acciones aparatosas del gobierno calderónico que, en realidad, solamente le arrancan pelos de cargamento y propiedades menores al gato siete vidas de los cárteles).
Una de esas pretensiones con fines de propaganda partidista pasa por la posibilidad de arrebatar sus propiedades a quienes por alguna causa enunciada en diligencias judiciales parezca haber colaborado, por acción u omisión, en faenas relacionadas con la comercialización de las drogas. Resulta terriblemente peligrosa esa posibilidad de virtual expropiación sumaria en un país donde todo mundo sabe que esas diligencias y acusaciones pueden ser abiertamente manipuladas por los funcionarios y policías normalmente involucrados mafiosamente con los mismos criminales a los que simulan combatir.
Los diseñadores de las campañas panistas y los funcionarios federales encargados de la guerra contra el narco necesitan acreditar, aunque sea a nivel de la percepción, que el panismo bélico ha hecho algo más que precipitar miles de asesinatos en el país, en particular, aparentar que se atacan los dos pilares hasta ahora largamente intocados: las estructuras financieras y los políticos otorgantes de protección y receptores de cuotas fabulosas. No ha caído ningún banquero, bueno, ni siquiera a nivel de gerente de sucursal (ni los grandes personajes oficiales hacendosos y banqueros centrales), por el natural blanqueo de dinero que conlleva el enorme tráfico actual de drogas. Tampoco ha habido gobernador, secretario de Estado, procurador o policía civil o militar de importancia que hayan aparecido en el radar guerrero que sólo se ha detenido en los flancos menores, operativos, rápidamente sustituibles de los empleados de a pie (bueno, de camionetón del año) y los empleados administrativos de medio pelo (familiares o allegados de los grandes capos, pero nada más) que sin embargo las autoridades inflan a niveles mitológicos para argüir que le están pegando durísimo a los tales narcos.
Con gran prisa también se ha asentado ya la percepción, como si tuviera carta de naturalidad, de que inevitablemente los gringos habrán de entrar a poner orden en el desastre felipillo. Diariamente es posible escuchar a congresistas y funcionarios de la Casa Blanca y el Pentágono que analizan, diseccionan y hacen planes sobre el país fiambre cuyos incendios políticos y sociales hacen considerar como un hecho que se envíen tropas a la frontera y se multipliquen los planes de ayuda e intervención.
La historia mexicana muestra las pérdidas que ha sufrido nuestro país cuando se ha abierto el paso a extranjeros imperiales, en este caso los estadunidenses. Calderón ha creado, desde la primera semana de que se instaló en Los Pinos, con una perseverancia absoluta, las condiciones políticas y sociales para que los gringos puedan (deban) entrar a México. La debilidad de origen del licenciado Felipe lo llevó a entregarse en el Ejército y a convertir la vida política nacional en materia de cuarteles y uniformes, pero además de ello ha construido el escenario justificante del nuevo intervencionismo gringo. Hoy, como sucedió en 2006, cuando los principales medios electrónicos de comunicación impusieron la percepción de que el increíble Felipe había remontado las encuestas de opinión y el entendimiento generalizado que daba por segura la victoria electoral de López Obrador (reino de la percepción que luego pretendió estigmatizar las dudas sobre el proceso conducido por el IFE, y convertir en delito de pensamiento al hablar de fraude electoral calderónico), ahora se está permitiendo, como si nada, como si fuera algo natural, incluso deseable, que los vecinos voraces tomen en sus manos el problema que Calderón incluso les pretende endilgar, abogando por que Estados Unidos tome la corresponsabilidad que le asiste en el tema y mendigando ayudas que no son sino pagos en monedas por la traición patria de permitir caballos de Troya pintados de barras y estrellas. Ayer, por lo pronto, Janet Napolitano, la secretaria de Seguridad Nacional, anunció que en las próximas semanas el presidente Obama dará a conocer un plan al detalle para enfrentar las broncas fronterizas del narco, y un senador republicano, Arlen Specter, denunció que en México se vive una anarquía. ¡Felicidades, felipismo, lo están logrando!
Astillas
Se está enredando la pretensión petista de aliarse con el PRI en Nuevo León. El Partido del Trabajo es regido por una dirección colectiva, pero el virtual presidente o coordinador es Alberto Anaya, cuya base social está justamente en la mencionada entidad norteña, donde el PT ha buscado crecer haciendo alianzas poco ortodoxas tanto con gobiernos constituidos como con partidos en problemas electorales. Ahora, con la idea de que se debe cerrar el paso a la derecha que pretende ganar o negociar la gubernatura de Nuevo León, con un candidato blanquiazul impuesto por Calderón y arreglado con los principales empresarios del estado, el petismo de Anaya creyó necesario apoyar al PRI, donde convergen los intereses del impresentable gobernador Nati y del activo Carlos Salinas. La oposición abierta de AMLO a esta alianza PT-PRI podría dar marcha atrás al arreglo electoral norteño... Y, mientras el etéreo comensal del restaurante-bar Los Pinos sigue jugando a las guerras de canicas (camioneras y arancelarias) con los malosos vecinos a los que, cuando nosotros los amenazamos con una pulmonía, les llega cuando mucho un fugaz catarrito, ¡hasta mañana, con el botín reformado del petróleo adecuadamente repartido entre los partidos y los capos partidistas mediante los tales consejeros ayer sicilianamente acordados!
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juliohdz@jornada.com.mx


l trámite burocrático es un laberinto inexpugnable así que tendrían que pasar varias semanas antes de que el gobierno mexicano pudiera aplicar un gravamen de castigo a los 90 productos de la lista negra. El joven mariscal Ruiz Mateos verá cómo se le moja la pólvora con las lluvias de primavera sin que dispare un solo tiro en la miniguerra comercial con Estados Unidos, la represalia –es un decir– del gobierno mexicano a la prohibición de circular trailers en autopistas americanas. Antes llegará a México la generala Hillary Clinton a hacer la paz. Si realmente la gente de Los Pinos hubiera querido ir más allá del drama ligero, debió invocar el Tratado de Libre Comercio, en donde dice que la parte reclamante u ofendida procurará primero suspender los beneficios dentro del mismo sector o sectores que se vean afectados. Éste es el transporte. Por eso Jorge Cárdenas Romo, presidente de Canacar, plantea que sea cerrada la frontera a los trailers americanos. Eso se saldría del script.
Banqueros nacionales
Mañana comienza la convención de la Asociación de Bancos de México, en el puerto de Acapulco. Entrega la presidencia Enrique Castillo Sánchez Mejorada, de Ixe, a Ignacio Deschamps, de BBVA Bancomer. Entre los muchos problemas pendientes –como si no fuera poca cosa la crisis financiera– se encuentra la inquietud de un grupo de financieros de crear una organización paralela, ya que la asociación de bancos de mexicana sólo tiene el nombre, en realidad la mayoría de las instituciones que agrupa son extranjeras. La nueva entidad estaría integrada por las que son reconocidamente nacionales, como Inbursa, Banorte, Invex, Banco Azteca, para comenzar, pero hay más interesadas.
¿Plastic or paper?
En los supermercados de California –Vons, Albertson, Ralphs– se permite elegir al cliente el material de la bolsa: ¿papel o plástico? La Asamblea del Distrito Federal dio un paso más adelante y tomó la decisión de prohibir las de plástico en beneficio de la ecología. Sólo habrá bolsas de materiales biodegradables, que deberá pagar el cliente. Es una buena medida, ojalá se extienda a toda la República, aunque dada la situación crítica que vivimos es probable que volvamos a ver a señoras que llevan su propia canasta. Podría ser mejorada si también se prohibiera el uso de plásticos y cualquier material no biodegradable en las campañas políticas.
Respiro
La moneda nacional se sigue revaluando frente al dólar, ha ganado un peso 50 centavos. Antes del puente se necesitaban casi 16 pesos para comprar un dólar, ayer en la mañana algunos bancos lo vendían a 14 pesos y centavitos. Se advierte un esfuerzo del gobierno encaminado a detener la inflación. Posiblemente la tendencia se prolongue unas semanas y vuelva el dólar al escalón de 13 pesos. El gobierno panista no quiere enfrentar a una ciudadanía irritada, así que podría seguir dándole respiración artificial hasta las elecciones. Después de julio, quién sabe.
e@Vox Populi
Asunto: cambio de lema
Sólo para comentarte que ayer, mientras le explicaba a mi hija de 11 años algunos lemas nacionales de diferentes países, salió a la plática que México no tiene uno y que lo más parecido que tenemos es Sufragio efectivo, no relección. Ella rápidamente lo adecuó a un lema más cierto en estos momentos... Sufrir por efectivo. No hay elección.
Jorge Eduardo Alcalá
R: Felicidades. Qué jovencita tan creativa. Pregúntale por favor que cuál adaptación recomendaría, dadas las circunstancias actuales, a Vivir Mejor.
Asunto: el seguro de los depósitos
Soy cuentahabiente de Banamex, y por lo que se dice acerca de la situación legal que involucra a esta institución, ¿mi cuenta de ahorros está segura?, ¿hago caso a las recomendaciones de instituciones no gubernamentales de sacar inmediatamente mis ahorros y cancelar cualquier relación con Banamex hasta que se aclare su estancia en México? No deseo que me pase algo parecido a los defraudados de la compañía Stanford, que funcionaba legalmente.
Ricardo Blanco/Distrito Federal
R: El Banco de México, a través de su fideicomiso IPAB, tiene un seguro para los clientes de la banca comercial hasta por 1.6 millones de pesos. Nunca se ha probado pero se supone que en caso de que un banco llegara a quebrar devolvería su dinero a los clientes.
Asunto: puntos Infonavit
Le comento que si uno pierde su trabajo y no encuentra otro en un tiempo máximo de dos meses se pierden los puntos que había acumulado en el Infonavit para adquirir una casa. Y cuando consiga empleo y comience a cotizar en el IMSS empezará de cero. Se me hace injusto.
Jesús Vega Luna/Disrito Federal
R: De los males el menos: el dinero no se pierde, sólo el turno para obtener un crédito.
Asunto: zurdazo
Sobre el comentario de Gabino González Morales, publicado el pasado 12 de marzo, acerca de cómo una familia se ha apoderado de la delegación Iztapalapa, me gustaría agregar lo siguiente: tan sólo hay que cruzar una avenida para entrar a otro feudo perredista, pues desde 1997 este partido gobierna Ciudad Nezahualcóyotl. La familia González Bautista o Bautista López, y sus hermanos, primos, sobrinos, compadres y amigos, han ocupado todos los puestos dentro del gobierno municipal, intercambiándolos cada tres años.
Lic. Édgar Iván Mendieta Ramírez
R: Neza aporta un millón 200 mil votos en las elecciones. Saca tus conclusiones.
galvanochoa@yahoo.com • Foro: http://dinero.tv/


Una cosa es ser buen técnico y otra no saber nada de geopolítica. A la inversa, una cosa es saber geopolítica y otra no conocer nada de técnica. Lo ideal es la complementariedad del conocimiento técnico con la sapiencia geopolítica.
Un error grave que cometieron quienes aprobaron la entreguista reforma energética fue ignorar la realidad geopolítica, lo cual desemboca en la cesión de la exploración de las aguas profundas del Golfo de México a las trasnacionales petroleras.
En realidad la reforma energética entregó la mayor parte de las reservas de hidrocarburos de México a las empresas trasnacionales cuando se examina minuciosamente su ubicación, si tomamos en cuenta las mismas fuentes del gobierno (el propio Felipe Calderón; Georgina Kessel, de la Secretaría de Energía, y Reyes Heroles Jr., de Pemex) y de Estados Unidos (el caso más reciente de Stratfor. Ver Bajo la Lupa, 25/1/09).
La reforma energética daña considerablemente los intereses geopolíticos de nuestro país en el Golfo de México. Y eso que no tocamos el polémico tema sobre la extraña desaparición de la isla Bermeja, cuya existencia, en caso de ser cierta su narrativa, hubiera alterado la limitación de las aguas territoriales mexicanas (y, por extensión, la probabilidad de poseer mayor cantidad de hidrocarburos), que despertó de su letargo hasta a los senadores entreguistas del PAN, curiosamente a posteriori del accidente del gallego-campechano Juan Camilo Mouriño Terrazo, quienes han exigido una investigación. ¿Puede desaparecer nada más así una isla, que en realidad es un arrecife?
Si un gobierno neoliberal como el zedillista, que coincidentemente negoció con Estados Unidos el reparto del Hoyo de Dona, es capaz de demoler y desaparecer un arrecife con el fin de favorecer más la proporción de reservas de nuestros vecinos, ¿qué no harán, entonces, sus sucesores neoliberales con las controvertidas rendijas legales para el control de los hidrocarburos en las aguas profundas del Golfo de México?
Nuestros temores no provienen del vacío, sino de las enseñanzas históricas de los siglos XIX, XX y lo que va del XXI, que parecen haber olvidado los gobiernos neoliberales del PRI y del PAN de finales del siglo XX e inicios de éste.
Cabe señalar los límites geopolíticos en referencia a los intereses nacionales de Estados Unidos. El Golfo de México, con una extensión de 1.6 millones de kilómetros cuadrados (prácticamente lo que mide Irán), es considerado la zona más vulnerable de las fronteras terrestres y marítimas estadunidenses: su vientre suave (soft belly).
Entendemos que cualquier evento o presencia petrolera (de México mismo o de otro país) inquiete sobremanera la hipersensibilidad de Estados Unidos al respecto. Pero tampoco México puede entregar plena y exclusivamente la explotación de los hidrocarburos del Golfo de México a Washington, como desean los halcones de nuestro avasallante vecino, ni menos concederlos en forma tangencial o mediante los subterfugios de rendijas legales que favorezcan en última instancia a las trasnacionales anglosajonas en detrimento de la propiedad y la prosperidad, ya no se diga la seguridad de México.
Los abogados de las trasnacionales anglosajonas, quienes desde sus lujosos despachos corporativos dirigieron la semántica de la reforma energética entreguista, gestaron sabiamente los subterfugios de las rendijas legales (a través de las cuales penetrarán las trasnacionales anglosajonas con el Caballo de Troya de la innovación tecnológica, de la que carece deliberadamente Pemex) y por encima de todo conocen mejor la inmensa cantidad de hidrocarburos que yacen en las profundidades del Golfo de México: la principal proporción del total de nuestras reservas.
Da la impresión, para ser lo más benigno posible, que la política energética de México –desde López Portillo hasta el cúmulo de presidentes neoliberales fracasados (De la Madrid Hurtado, Salinas, Zedillo, Fox y Calderón: de todos no se hace uno en materia energética ni en economía)– se encuentra totalmente supeditada a las necesidades energéticas estadunidenses, sin tomar en cuenta el balance de sus beneficios y desventajas para México. ¿No habría sido mejor, en última instancia, haber disminuido la producción en lugar de su irresponsable despilfarro a precios de remate?
La tecnología de perforación en las aguas profundas es conocida como tecnología madura, es decir, fácilmente adquirible por ser prácticamente del común conocimiento universal; no es de punta en materia nuclear, computacional o satelital, ni es nanotecnología ni robótica ni genómica. No hay que exagerar. Se trata de una tecnología muy rupestre, que en forma deliberada los gobiernos neoliberales, desde hace 27 años (De la Madrid Hurtado, Salinas, Zedillo, Fox y Calderón), han desdeñado con el fin de ajustarse a los cánones y cañones unilaterales del TLCAN salinista, del ASPAN foxiano (Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte, que por cierto no nos dio ni seguridad ni prosperidad) y la Iniciativa Mérida calderonista, dictados por los diversos gobiernos de Estados Unidos en medio de la desnacionalización bancaria zedillista, que abolió una fuente de financiamiento relevante para invertir en la exploración de nuevos yacimientos en el Golfo de México.
No se ha perdido todo. Desgraciadamente hoy asistimos impotentes a la desnacionalización de Pemex, producto de cinco gobiernos neoliberales totalmente sumisos a Estados Unidos (y recientemente a España), pero la buena nueva es que las corrientes históricas van en sentido opuesto a la teología neoliberal, que prohijó la reforma energética entreguista, cuando se han derrumbado los endebles axiomas del sicótico libre mercado y han iniciado las exequias del fin del dolarcentrismo y del imperio unipolar, con el advenimiento del incipiente orden multipolar y de regionalismos creativos y nacionalismos luminosos que le abren a México nuevas ventanas de oportunidad para definir su destino sin necesidad de colisionar infructuosamente con nuestros vecinos, sea quien fuere.
Nuestra relación con la Casa Blanca debe cesar de ser vertical, además de que tal genuflexión neoliberal no nos aportó nada durante casi tres décadas perdidas.
Entendemos que, dada la disparidad en el crecimiento y desarrollo de ambos vecinos, tampoco la relación puede ser horizontal, pero sí la podemos hacer más diagonal, cuando México debe reanudar su estrecha relación con el resto de Latinoamérica como puente civilizatorio entre el norte y el sur del continente, sin olvidar diversificar nuestras alianzas con Europa y las nuevas potencias emergentes del RIC (Rusia, India y China).
Esperamos que nuestro próximo libro sobre el petróleo se llame la Segunda nacionalización de Pemex, consecutivo a nuestra reciente publicación La desnacionalización de Pemex.

Carlos Fernández-Vega: México SA

Las telenovelas prolongadas –además de pésimas– son la debilidad del gobierno mexicano, con sus últimas tres máscaras (de Zedillo a Calderón), porque a lo largo de casi tres lustros (de 1995 a la fecha) el capítulo sobre transporte transfronterizo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte ha sido sistemática y permanentemente violado por las autoridades estadunidenses, mientras que las mexicanas han limitado su acción a rasgarse las vestiduras con discursos patrioteros y a disparar amenazas de saliva sin ton ni son.
Quince largos años han transcurrido desde el arranque formal del TLCAN, y 14 desde que el citado capítulo debió entrar en vigor, y es la hora, tres administraciones gubernamentales después, que el asunto lejos de resolverse se mantiene en condiciones prácticamente idénticas a las prevalecientes antes del primer día de enero de 1994, es decir, los destartalados cuan inseguros camiones mexicanos no más no pueden cruzar la línea, mientras el poderoso gremio de los teamsters condiciona su apoyo político-electoral al gobierno gringo en turno a cambio de mantener sellada la frontera para tales efectos, al tiempo que grita a los cuatro vientos que es peligrosísimo abrir el libre tránsito para los vehículos que vienen del sur. Aún así, en la tienda de enfrente el oligopolio del transporte de carga en México tampoco ve con buenos ojos la posibilidad de que la gringada camionera se deje caer de este lado, porque lo obligaría a competir, y la simple palabra le pone los pelos de punta, lo mismo que les sucede a los demás barones nacionales de la cada vez más concentrada actividad económica en el país.
Gritos mediáticos y sombrerazos de papel han sido la constante a lo largo de esas tres administraciones gubernamentales, para reivindicar, según la versión oficial, el derecho mexicano, en el marco del TLCAN, de cruzar la frontera, participar activamente en el lucrativo negocio del transporte de carga entre ambas naciones y gozar de las fabulosas oportunidades que brinda la apertura de fronteras en el citado renglón. Resultado: un desastroso 14-0 favorable, obvio es, a los vecinos del norte. Y no hay visos de mejoría.
Toca el turno al gobierno calderonista, quien envió a una de sus mejores piezas del gabinetazo (de todas, en todas ha metido la pata), el inenarrable Gerardo Ruiz Mateos, para que en nombre del inquilino de Los Pinos asuste a los vecinos del norte con un terrorífico cuan sonoro ¡BU! (léase represalia, según la versión oficial), o lo que es lo mismo el incremento arancelario a 90 productos estadunidenses de importación, cuyo volumen apenas representa 1.7 por ciento de las voluminosas compras que México realiza en el ahora aterrado vecino del norte (eso sí, a la creciente adquisición de alimentos provenientes de aquel país no se le toca ni con el pétalo de una declaración o de un arrebato patriotero). Todo, por la cancelación del programa piloto de transporte transfronterizo, implementado apenas dos años atrás (es decir, 12 después de lo originalmente establecido) y que en ese lapso no sirvió para mayor cosa.
Casi quince años, pues, y el gobierno mexicano no osa utilizar los mecanismos de controversia que el propio TLCAN garantiza para solucionar este tipo de conflictos, no vaya a ser que los güeros se enojen (¿cuánto tiempo transcurrió para finiquitar el problema de las escobas mexicanas en el mercado del norte?; ¿cuánto para que el atún nacional pudiera venderse en el vecino del norte, para que dos horas después los gringos de nueva cuenta lo echaran para atrás?; ¿y el aguacate?; en fin, ¿socios o siervos?). Cerca de tres lustros en los que, como en tantos otros aspectos de la realidad mexicana, la autoridad nacional de plano ni fu ni fa (en realidad más fa que fu). ¿Creerá el inquilino de Los Pinos que con ese tipo de sustos logrará abrir la frontera para el libre tránsito de los camiones mexicanos?
Al igual que ahora lo hace Calderón, en el pasado inmediato Ernesto Zedillo y Vicente Fox también asustaron a los vecinos del norte por el mismo asunto. El de las ideas cortas y la lengua larga, por ejemplo, agarró su vicio, el micrófono, y gritó (agosto de 2001): si no dejan entrar a los camiones mexicanos, no dejaremos entrar a los camiones estadunidenses. Más tardó en decirlo que éstos últimos en mantenerse en circulación por territorio nacional.
Y otra estrella de la fábrica panista, Luis Ernesto Derbez como –aseguraba– secretario de Economía del cambio, explicó en qué consistía la advertencia del entonces inquilino de Los Pinos: la Secretaría de Economía esperará al veto presidencial en Estados Unidos para definir su estrategia en torno a la controversia por el autotransporte de carga, ya que no se puede discutir sólo un sector del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, sin hacerlo en su totalidad; se dará el espacio y el tiempo necesarios para que la decisión la tomen el Congreso estadunidense y el propio presidente George W. Bush, en virtud de que éste ha manifestado disposición para llevar al cabal cumplimiento el TLCAN.
Por aquel entonces, la Comisión de Comercio y Fomento Industrial del Senado de la República consideró que sería más que conveniente renegociar el capítulo sobre autotransporte contenido en el TLCAN, pero el genio Derbez respondió así: no lo vamos a hacer, porque el Tratado es íntegro; si abro un sector es porque estoy abriendo el Tratado y si hacemos eso los sectores que han sido beneficiados les podría ocurrir algo que no queremos que suceda; en tanto no se dé la decisión por parte de Estados Unidos, lo que México puede hacer es modernizar la flota mexicana, lo cual llevaría entre cinco y 10 años.
¡Sorpresa! No hubo veto, tampoco apoyo de la Casa Blanca y mucho menos cumplimiento del TLCAN. Por el contrario, ocho años después no sólo se mantiene el incumplimiento, sino que el nuevo inquilino de la Casa Blanca se pronuncia a favor de la renegociación del Tratado, mientras el Senado de aquel país echa para abajo el referido programa piloto. Pero no todo es malo: México tiene de aquí al 2011 para modernizar la flota (Derbez dixit) y entonces a ver qué se les ocurre.
Las rebanadas del pastel
Hoy un aniversario más de la expropiación petrolera: tras un año, ¿se anunciará, por fin, la nueva refinería, o sólo se conocerá la reconfiguración de alguna existente? ¿Liebre por gato, como es costumbre?
cfvmexico_sa@hotmail.commexicosa@infinitum.com.mx

Aunque seguramente le sobrarán razones y motivos para hacerlo, a Iraida no se le da eso de andar justificando sus quehaceres, y menos el de cantar, que en ella (de ella) surge como un brebaje extraño de los años 60, natural y meticuloso, espontáneo y hermético, invariablemente seductor. Ella canta y punto. Lo que venga o se desate después la tiene sin cuidado.
Ella sabe que lo sabemos y nos sonríe, y vuelve a cantar. La amabilidad altanera de su mirada es siempre una introducción; después entrecierra los ojos y deja que creamos que ahora somos nosotros los de la iniciativa, y que seamos felices por un track, aun sabiendo que el Sí Sostenido no existe.
Pero íbamos a hablar de un disco, el noveno en el haber de esta mujer, y ya nos gastamos la pólvora alborotando los infiernitos.
En octubre de 2007, Iraida Noriega grabó tres noches de conciertos en Papá Beto, uno de los principales santuarios del jazz en México; dos años después, aderezado con tomas de estudio, esto tomó forma de disco y fue bautizado como Ven conmigo. El pulso de Israel Cupich se encargó del contrabajo, el beat de Luis Mario Rivera (¿dónde andas?) estuvo en la batería y la sobriedad de Nicolás Santella iluminó desde el piano. Un cuadro de lujo, por supuesto, apoyado eventualmente por las voces de Paulina Fuentes y Tania Guzmán, y el vibráfono de Miguel Alcérreca.
En el compacto se dibujan estupendamente temas como I’m gonna go fishin’, de Duke Ellington (este año se cumplen 110 de su nacimiento); Donde no se lee, de Luis Alberto Spinetta (el menos famoso de la sacrosanta trinidad argentina Spinetta-Páez-García), y Nature boy, un clásico de Edden Ahbez donde Iraida termina arrullando al pequeño Emiliano, que ya debe andar pisando los 10 años (creo).
Pero además están por ahí cinco grandes temas de la propia Noriega. Pero ya puestos a escoger, nos quedamos con Ven conmigo, un poema de Guadalupe Galván en ropajes de letra de canción, musicalizado en el más puro, desenfadado, valseado y romántico estilo de la cantautora. Aparece también un blues, un blusesote, Me quiero bajar, donde se reitera la enorme (aunque no siempre evidente) deuda con Janis Joplin y Billie Holiday. Y por a’i de en medio está también una pieza instrumental, Amazonia, donde la voz es apenas insinuada en pequeñas pinceladas de scat.
Entre el alboroto, la denuncia y la algarabía, el Mitote de Isabel Tercero y Arturo Cipriano sigue dando y repartiendo pa’ todos lados. Y recibiendo también, faltaba más. La inteligente musicalidad del maestro sigue construyendo entre el misticismo y el mestizaje sonoro de los negros y los indígenas y los que se arriman al fogón; mientras Isabel canta sus decires y dice sus cantares desde su muy particular versación del scat.
El nuevo disco de Mitote, Funklórico, está fechado en 2008, aunque parece ser que llegó al planeta hasta principios de este año. Y antes de que se nos olvide, habría que apuntar que en verdad, en algún momento, aparecen algunos ecos del funk.
Cada nuevo disco de la pareja y de los abajo firmantes es un carnaval, una fiesta de tres semanas y media, un ritual de sanación, una toma de tequila y conciencia, un fuego que atiza y afianza las estrategias. La particularidad de Funklórico vendría a ser entonces que todos los temas son de compositores invitados; Cipriano sólo interviene como coautor en dos ocasiones. Aunque su firma, su enorme huella de Ciprianodonte, es evidente de principio a fin.
Entre los hacedores invitados, destacan irremediablemente Hermeto Pascoal y Guillermo González, pues cada uno de ellos llega con una ofrenda especial para el grupo. El brasileño lo hace con Mitotesom y el mexicano con Ciprianosón.
Entre los hacedores abordados, hay una plataforma espacial, especial y disfrazada de popurrí; construida con temas de Don Cherry, Abdullah Ibrahim y Sun Ra, y en medio de todo esto, las voces de Isabel y Luz Haydee Bermejo con Si llegara a ser tucumana.
Una treintena de músicos danzaron y cantaron y animaron con soltura el Mitote de este año, con los saxos y la flauta de Cipriano marcando la senda, y con tres portentos instrumentales en pequeñas dosis: la guitarra de Guillermo González, el sax de Guillermo Portillo y el piano de Javier Reséndiz.
Un disco conmovedor, comprometido, combatiente y pacheco, cocinado en el no menos comprometido y pacheco sello de Discos Imposibles.
Salud.
amalacara@prodigy.net.mx

Torpeza e irresponsabilidad pontificia
Abordo del avión que lo transportaba a Yaundé, capital de Camerún, el papa Benedicto XVI declaró a los periodistas que viajaban con él que la epidemia de sida –particularmente catastrófica en el continente africano– no se puede superar con la distribución de preservativos, que, al contrario, aumentan los problemas.
Ciertamente, los condones no sirven para superar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida –es decir, no lo curan–, pero hasta el momento su uso constituye el único medio conocido, aparte de la abstención, para contener la propagación por vía sexual de una enfermedad que en África ha adquirido proporciones devastadoras. La afirmación de que el dispositivo aumenta los problemas constituye, en esta medida, un sabotaje a los esfuerzos, de por sí insuficientes, de gobiernos, organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales, y contribuye, en forma objetiva, a la expansión de la epidemia y a agravar el desastre social provocado por los millones de fallecimientos ocasionados por el sida: incontables menores en situación de orfandad, familias y comunidades desintegradas, pueblos enteros en vías de extinción, pérdida de fuerza laboral y necesidad de destinar al tratamiento de los pacientes –los seropositivos y los que ya han desarrollado inmunodeficiencia– enormes recursos monetarios que, en otra circunstancia, podrían orientarse al alivio de la gravísima miseria que azota a la mayor parte de los países africanos en los que el sida es pandemia.
Con este telón de fondo, lo dicho por Joseph Ratzinger es un agravio a las poblaciones de África afectadas por el desarrollo del sida, una falta de respeto a las entidades, asociaciones y personas que se empeñan en difundir medidas de profilaxis que contribuyan a acotar la propagación de la enfermedad, especialmente en ese continente, y un gesto de desprecio hacia el conocimiento científico –desde el cual se fundamenta la distribución de preservativos entre poblaciones e individuos en riesgo de contraer el VIH– que recuerda, de manera inevitable, el juicio contra Galileo y otros episodios en los que el Papado abominó de la ciencia y fue defensor del fanatismo, la ignorancia y la superstición.
No debe soslayarse que, en los pocos años que lleva en el cargo, el actual pontífice se ha destacado por expresiones torpes y ofensivas hacia grandes sectores de la humanidad.
Por mencionar sólo algunos ejemplos, baste recordar que declaró –en mayo de 2007– que la evangelización de América no había sido una alienación ni una imposición de una cultura extraña, sino la posibilidad de conocer y acoger a Cristo, el Dios desconocido que sus antepasados, sin saberlo, buscaban en sus ricas tradiciones religiosas, como si tal evangelización no se hubiera desarrollado en el contexto de los genocidios, la destrucción de civilizaciones, ciudades y culturas que supuso la conquista europea de este continente.
Para entonces, Benedicto XVI ya había agraviado a la comunidad islámica al suscribir, en el curso de una plática teológica en la Universidad de Ratisbona, las palabras de un emperador bizantino, Manuel II Paleólogo, que afirmaba que Mahoma no ha aportado sino cosas malvadas e inhumanas.
Hace unas semanas, el pontífice alemán levantó la excomunión que pesaba sobre el obispo tradicionalista Richard Williamson, quien previamente se había sumado a quienes sostienen que la masacre de judíos por parte del Tercer Reich nunca existió, o bien que fue mucho menor que lo que asienta la historia. El perdón al negacionista provocó una justificada reacción de repudio de comunidades judías y de otros sectores no hebreos, pues el negacionismo del holocausto perpetrado por el régimen hitleriano –y en el que fueron asesinados decenas de millones de judíos, eslavos, gitanos, comunistas, socialistas, liberales y homosexuales, entre otros– constituye, al fin de cuentas, una manera de procurar la inocencia de los nazis. En esa oportunidad no pasó inadvertido para sectores de la opinión pública que el propio Ratzinger militó en las Juventudes Hitlerianas, hecho por el cual nunca ha expresado una clara e inequívoca disculpa.
Por añadidura, en años recientes, Benedicto XVI ha tenido expresiones de intolerancia y condena hacia los derechos reproductivos, hacia los avances logrados por las mujeres en su emancipación del machismo opresivo, hacia la dignidad de los homosexuales y hacia la libertad de pensamiento y de creencia.
Si una persona anónima afirma algo semejante a lo dicho ayer por el pontífice en su vuelo a Camerún, el hecho es irrelevante, pero el Papado aún goza, entre amplios sectores, de autoridad y credibilidad, y en esa medida la descalificación de la distribución masiva de condones en África es una grave irresponsabilidad que puede afectar la salud de centenares de miles de personas y que, a no dudarlo, terminará por revertirse contra la propia institución vaticana.


La alternancia en el Ejecutivo federal en 2000 dio como fruto una mediocre continuidad tanto del modelo de gobierno priísta como de su correlato: la conducción económica neoliberal. Sólo se le aderezó una paletada de tontería e ignorancia que Fox y sus gerentes aportaron. Ambos, como ya es más que evidente, no dan más de sí. Por eso el desencanto no tardó en cundir por todos los rincones de la patria. Por arriba y abajo crujió el sistema establecido, aunque de diversas maneras. Sólo un puñado de mandones, ya bien trepados en lujuriosos privilegios amasados durante los tres sexenios precedentes, supieron sacar enorme tajada para rellenar bolsillos e influencias.
No les ha sido suficiente. El cómodo grupo de presión que controla, manda y se sirve de cuanta institución se ha creado en la República decidió contrariar el sentimiento y la voluntad popular una vez más (2006). Encaramaron en la Presidencia, de ilegal manera, a un personaje por demás débil. Lo maniataron con sutiles y groseras correas y, desde ahí, continúan con su perseverante y cruenta labor de acumulación.
Ahora, encuentran que el señor Calderón ya no les es funcional a sus voraces apetitos. Él y sus acompañantes en la administración han dado tangibles pruebas de su ineficiencia, torpeza y nula visión de futuro. Al paso de los días, los panistas de elite se encierran con más llaves e interponen numerosas antesalas entre ellos y el resto de la población, en especial respecto de esos ciudadanos que habitan abajo, a los lados y en los arrabales circundantes. Tiene la plutocracia una salida bien planeada: un sustituto para 2012. El heredero lo han encontrado ya y lo empujan con el arma favorita (la televisión), quizá la única que les ha sido fiel, para introducirlo en sociedad. Lo acicalan con candor y gomina. Lo rodean de lo mejor (nice & cool) y, con trucados resortes de convencimiento popular, (lemas) lo presentan ante las masas teleauditivas. Contarán, para su labor de zapa y apaciguamiento de la conciencia colectiva, con varios aliados. En especial intentan apoyarse en las capas superiores de las clases medias. Serán ellas las adelantadas para desparramar puntos de vista afines y robustecer fobias contra los rivales. Esos estamentos sociales, donde el racismo hace de las suyas con una efectividad bien apreciada por la crítica orgánica, son los heraldos escogidos por los beneficiarios de la continuidad. Insistirán en expulsar a los nacos que acechan, sin rendición alguna, su oportunidad para trasladar su mayoría poblacional a otra de gobierno. Clamarán por la redición de los temores, mientras más etéreos mejor penetrarán en las almas timoratas, que son las más numerosas, según su corto entender.
Para su infortunio y pesada carga emocional, las elecciones de El Salvador les anuncian un grano adicional de preocupación en esta saga de la izquierda continental. El señor Caderón y sus protectores, guías y patrones se van quedando solos y de cara opuesta a los vientos que soplan por doquier. Empezando por Estados Unidos. Todavía no reparan bien en la disonancia que ya ocasionan entre sus posturas y las que pergeña Barack Obama. La visita de Lula a Washington debía ponerlos sobre aviso y sonar las alarmas. La crisis (quiebra profunda) de Wall Street les ha pasado de largo en sus efectos inmediatos, más aún en sus consecuencias estratégicas o de largo aliento.
Quieren, los hacendistas nacionales y empresarios subyugados por el imperio hegemónico falleciente, reparar de inmediato las pocas piezas obsoletas del sistema establecido para seguir haciendo de las suyas cuando la calma regrese. No se dan cuenta, o no quieren percibir, los profundos trastornos en los imaginarios políticos, sociales, económicos y hasta culturales que introdujo la crisis actual. El grueso del modelo imperante se vino abajo y no habrá forma de repararlo. En Latinoamérica han sucedido hechos de trascendencia y tal parece que seguirán su trayectoria, independientemente del pequeño grupo de padres e hijos que los potentados ensamblaron para su reproducción, defensa o seguridad. La izquierda da pruebas de su capacidad para gobernar, hablar, inventar y producir por varios rumbos. México ha quedado arrinconado y la compañía de Colombia le acentúa dicha soledad. De persistir en tal ruta de colisión, no quedará otra que allanarse con potencias como Guatemala o Belice.
Mientras, en esta misma semana (al final de ella), se reunirá en el Distrito Federal un nutrido conjunto (miles) de activistas sociales y políticos de nuevo cuño. Uno que se empata, allá en la base de la pirámide poblacional, con millones que han empollado, en ellos mismos y sus comunidades, una nueva conciencia, individual y colectiva, que reclama su sitio en la convivencia organizada del país. Se les ha ensamblado con delicadeza y constancia ejemplares por todos los confines de la patria. No habrá ningún municipio que esté ausente de este conjunto de mexicanos alborotados por su nuevo papel entrevisto.
Los convencionistas visitantes quieren formar parte en la construcción de la nueva República. Lo intentan, y lo harán, trabajando desde abajo, con sus conocidos y vecinos que son, ciertamente, millones. Han resistido las apabullantes andanadas difusivas del aparato comunicacional del oficialismo, sus cercos y ninguneos, los chismes, desprecios a su inteligencia y demás conciliábulos para someterlos o, al menos, para atontarlos por un rato más. Son los que han alzado la voz disidente. Los que quieren ocupar el lugar que un futuro gobierno les depara en la construcción de la patria que sueñan. No solicitan ningún apoyo oficial, ni del dinero o de los prestigios adyacentes con sus agencias y altavoces reproductores. Sin difusión compulsiva que los arrope y hasta contra la más abyecta de las descalificaciones interesadas, provenientes, claro está, de los círculos selectos del sistema, irán ocupando el puesto en esta historia que, entre todos, han empezado a zurcir.

Bernardo Barranco V.: La Iglesia fracturada de Benedicto XVI

El pontificado de Benedicto XVI, sin más, atraviesa su peor crisis. Los demonios andan sueltos por los pasillos romanos y los reproches entre actores de la curia se han venido haciendo más abiertos. Inusual el tono de L’Osservatore, el diario de la Santa Sede, que denuncia Miserables filtraciones de noticias. La sorprendente carta del Papa a los obispos, difundida a la prensa días antes de su presentación, pretende argumentar y admitir ciertos errores sobre el proceso de perdón a los lefebvristas, sin embargo, pone en evidencia grandes tensiones y disputas dentro de la Iglesia, así como, por el tono del texto, el aislamiento del pontífice y la crisis de gestión del aparato vaticano. La carta redactada de manera personal, expresa con claridad el pesar de un Papa que se siente incomprendido no sólo por la sociedad moderna, sino por sectores de su propio clero; Ratzinger lamentó el odio sin reservas de algunos católicos, y llegó a reconocer que en la propia Iglesia se muerde y devora.
La carta ha sido bien recibida por los episcopados rebeldes al acercamiento del Papa con la fraternidad lefebvrista, como el austriaco, el alemán, el suizo y el francés, que habían externado reservas sobre la iniciativa pontifical. El tono ha cambiado. Por ejemplo, el cardenal de París, André Vingt-Trois, de manera lacónica expresó: Benedicto XVI ha escuchado y entendido aquello que se ha dicho (La Croix, 15/03/2009). La prensa italiana ha destacado en las últimas semanas las fisuras dentro del grupo más cercano a Benedicto XVI, sus titulares destacan la soledad del Papa, el fuego amigo, la guerra en la curia al Papa incomprendido, la rebelión de obispos por el perdón a lefebvristas, etcétera. Al respecto, el cardenal italiano Tarcisio Bertone, secretario de Estado Vaticano, ha venido recalcando insistentemente que el Papa no está solo y que sus colaboradores le son fieles; con diferentes argumentos rechaza los análisis de los principales vaticanistas italianos que consideran una crisis profunda en el pontificado actual. El destacado analista en temas pontificios Marco Politi concluye, en La Repubblica, de manera contundente: algo está funcionando muy mal en la curia romana. Como si todo esto fuera insuficiente, se detonó otra bomba proveniente de una apartada y pobre región nordestina de Brasil, con la excomunión a médicos y una madre brasileña por el aborto de su hija de tan sólo nueve años, violada por su padrastro, con un embarazo que ponía en definitiva en riesgo su vida. La histriónica intervención de excomunión del arzobispo de Olinda y Recife, José Cardoso Sobrinho, provocó un rotundo y sonoro rechazo nacional e internacional generalizado. La excomunión fue avalada en su momento por Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina; acentuaron la crisis sin precedentes que recae en Roma y cuyo objetivo, de nuevo incide en Benedicto XVI.
Medios, sobre todo europeos, laicos y no pocos clérigos cuestionan la conducción de Benedicto XVI, critican su mandato y visión por exhibir una Iglesia rígida ante las nuevas exigencias del mundo. A punto de cumplir 82 años, a casi cuatro años después de haber sido elegido Papa en abril del 2005, Joseph Ratzinger se enfrenta a una serie de críticas abiertas e inéditas dentro y fuera de la Iglesia, que sólo se puede comparar con los reproches hacia Paulo VI cuando publicó en 1968 la encíclica Humanae vitae. El teólogo Hans Küng, actualmente de visita en España promoviendo su libro autobiográfico, se preguntó por qué el Papa sólo ha extendido la reconciliación a los sectores más conservadores de la Iglesia y no con los teólogos reformistas del concilio. También externó que el pontificado de Benedicto XVI no sólo ha decepcionado, sino que será recordado por sus continuos errores y, ante esta sacudida, espera que acepte estas críticas, porque todos podemos ser objeto de la corrección fraterna (El País, 16/03/2009).
Efectivamente, la ofensiva cultural de Ratzinger contra el relativismo marca su pontificado con el sello de la intransigencia y la pretensión de cercar en Occidente el debate público. Sin embargo, ha cometido errores mayúsculos, como en Ratisbona frente al mundo musulmán; sus comentarios incorrectos frente a los indígenas americanos en el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam); el nombramiento de obispos ultraconservadores o posturas rígidas y hasta insensibles, como el caso de la niña brasileña o la sonada eutanasia de la italiana Eluana Englaro. Otro nudo central de la crisis que enfrenta Benedicto XVI es el lugar, la interpretación y la pertinencia del Concilio Vaticano II. Como señalábamos en una entrega anterior en La Jornada, se le reprocha al Papa abandonar o ejercer una lectura conservadora del concilio. El Papa en la carta mencionada advierte con tono de reproche: Pero a algunos de los que se muestran como grandes defensores del concilio se les debe recordar también que el Vaticano II lleva consigo toda la historia doctrinal de la Iglesia. Quien quiere ser obediente al concilio, debe aceptar la fe profesada en el curso de los siglos y no puede cortar las raíces de las que el árbol vive. Benedicto XVI rechaza la interpretación que acentúa el espíritu y no la lectura desde la tradición.
Su primera visita a África abre un paréntesis y una tregua necesaria. A su regreso seguramente habrá ajustes. En los más de 20 años que hemos venido siguiendo el comportamiento del Vaticano, jamás habíamos observado una crisis tan profunda y sonora, donde la visión, la autoridad y la confianza hacia un pontífice se pongan en cuestión. Su imagen se ha venido erosionando. Pocas veces un Papa ha expresado, en una carta tan fuera de lo común, su sufrimiento en el cargo de forma tan personal, así como recriminar posturas autodestructivas dentro del cuerpo eclesial. Con el mordaz sentido del humor italiano, en los cafés cercanos a la Plaza de San Pedro, se dice que el Vaticano necesita en su cabeza un nuevo Obama y no un viejo Bush.

José Steinsleger /II: Justicia supranacional y doble moral

En La Haya funcionan dos tribunales de justicia universal: la Corte Internacional de Justicia (CIJ, principal órgano judicial de la ONU, desde 1945), y la Corte (o Tribunal) Penal Internacional (CPI), de reciente creación. La CIJ atiende conflictos entre estados. La CPI funciona desde mediados de 2002, y juzga a personas acusadas de genocidio, crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad.
El estatuto de la CPI fue suscrito por 139 países en Roma (1998). No todos lo ratificaron. Potencias como Estados Unidos, Rusia, China, Japón, Canadá, Israel, no ven con buenos ojos un organismo que podría ir contra sus intereses. Pero si algunos gobiernos ven la corte como un atentado a la soberanía del Estado, grupos sociales y humanitarios tienden a verla como espacio favorable para consolidar procesos de democracia interna.
Los casos ante la CPI pueden ser presentados por cualquier nación que haya ratificado el tratado de Roma, por el Consejo de Seguridad de la ONU, o por los fiscales del tribunal tras la aprobación de tres jueces de la corte. Pero lo cierto es que el Consejo de Seguridad tiene la llave para decidir qué tipo de crímenes pueden ser juzgados.
La resolución 1442, por ejemplo, niega a la corte que inicie o investigue acciones u omisiones anteriores a 2002, autorizados por la ONU. Esto quiere decir que los crímenes de guerra cometidos en Irak y Afganistán no serán investigados. Por otro lado, la resolución choca contra la imprescriptibilidad de los crímenes, noción que forma parte de constituciones como la argentina.
En el último día de su gobierno, Bill Clinton dejó una papa caliente a George W. Bush: firmó el Estatuto de Roma, mas no lo envió al Senado para su ratificación. Sólo expresó recomendaciones para que lo hiciera el sucesor. En todo caso, sintiéndose amenazados por la nueva entidad supranacional de justicia, varios ex funcionarios habían puesto las barbas en remojo, en diciembre de 2000.
Criminales de guerra con orden de captura, como el ex secretario de Estado Henry Kissinger, y un tenebroso conjunto de ex secretarios de Defensa, de Seguridad Nacional, ex secretarios de Estado y directores de la CIA, se dirigieron al Congreso para manifestar que la CPI representaba una amenaza a la soberanía estadunidense, y a la libertad internacional de acción (sic).
Dos años después, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó por unanimidad una resolución que garantiza que si un país no suscribió el Estatuto de Roma no podrá ser objeto de proceso judicial ante esa jurisdicción. Washington, agradecido. El país que rutinariamente asume la defensa mundial de los derechos humanos, quedaba al margen de su propia transgresión.
Una moral para Estados Unidos, y otra para el resto del mundo. ¿Quién le pone el cascabel al imperio? En junio de 2002, Washington pidió al Consejo de Seguridad inmunidad total para sus tropas. Sólo consiguió que la limiten a un año. Entonces, al no conseguir su objetivo, impuso el veto a una resolución que prolongaba el mandato de la misión de la ONU para Bosnia-Herzegovina, que expiraba el 30 de junio. O sea, el mismo día en que la CPI empezaba a funcionar.
Un mes después, la Comisión Europea exigió a los candidatos a ingresar al grupo de las 15 naciones de la unión el apoyo total al nuevo tribunal. A modo de respuesta, el embajador ante la ONU, John Negroponte, anunció que Estados Unidos impulsaría acuerdos bilaterales con otras naciones que acepten la inmunidad de las tropas yanquis.
El secretario de Estado, Colin Powell, añadió: No azotamos ni amenazamos a ninguno de nuestros amigos, y el subsecretario John Bolton (quien en 1994 había declarado que el edificio de la ONU estorbaba en Nueva York) aseguró: No presionamos a ningún país para que firme este acuerdo. Un texto del Departamento de Estado explicó la situación: “Buscamos proteger a los ciudadanos estadunidenses y a los no estadunidenses…del peligro potencial de ser juzgados por un tribunal que carece de las salvaguardas suficientes contra fiscalizaciones políticamente motivadas, y que fue establecido fuera del sistema de la ONU, por un tratado del que no somos parte”.
Simultáneamente, su país presionaba al parlamento de Serbia y Montenegro para a su vez conseguir de Belgrado gestos que demostraran su voluntad de cooperar con la CPI, antes de otorgarles ayuda financiera. El parlamento serbio apoyó la ley, y algunos de los colaboradores del ex presidente Slobodan Milosevic empezaron a desfilar por la La Haya.
Aunque más vale prevenir… En 2002, el gobierno de Bush promulgó una ley que autoriza a las fuerzas armadas de Washington a enviar tropas a La Haya “…para rescatar a cualquier soldado estadunidense presentado ante la CPI” (sic). La ley continúa vigente, y se llama Acta de invasión de La Haya (sic).
Posiblemente, las cosas de la justicia y el análisis político no sean menos complejos de lo que aparentan. En abril de 1999, con motivo de la situación en Kosovo, el dramaturgo Harold Pinter (premio Nobel de Literatura 2005) ensayó la síntesis perfecta: la política exterior estadunidense es muy simple: bésame el culo o te rompo el cráneo.

Arnoldo Kraus: Los zapatos del corresponsal

Si alguna condena merece Muntazer Zaidi, el periodista iraquí que en diciembre pasado lanzó sus zapatos al ex presidente George W. Bush, es no haber atinado. En su defensa debo resaltar tres hechos. Me apoyo en dos fotografías.
Uno de los retratos muestra cómo uno de los vecinos de Zaidi, durante la ronda de prensa, le desvía el brazo con el que lanzaba el zapato; otro demuestra la habilidad física de Bush para esquivar el zapatazo. Ambos retratos son elocuentes: entre uno y otro deben haber transcurrido no más de dos o tres segundos que corresponden al tiempo del viaje de los zapatos. Son también elocuentes porque, a partir de la muerte de tantos inocentes en Irak y el coraje del reportero que arremete contra Bush, murieron decenas de miles de inocentes. El tercer argumento que podría esgrimirse en defensa del periodista, es que los zapatos no son, a diferencia de los misiles o de las balas, artefactos adecuados para lanzarse por el aire y dar en el blanco.
La suma de las tres razones explica por qué Zaidi no logró su propósito. Quienes también han errado son los miembros del tribunal iraquí al condenarlo a tres años de cárcel. Como en tantas otras cuestiones, en el affaire del zapatazo, las palabras centrales las conforma un binomio inseparable: justicia y ética, entendiendo que las dos grandes metas de la segunda son bregar por la justicia y aspirar a la felicidad. Para Zaidi, y para millones de personas en el mundo, el ex presidente estadunidense pisoteó la justicia y sepultó la felicidad, no sólo en Irak, sino en muchas partes del orbe.
Las evidencias, llamémosles decenas de miles de personas asesinadas lejos del área de combate fueron las razones del zapatazo. Hablaba de victorias y de éxitos en Irak pero lo que veo en materia de éxito es un millón de mártires, sangre derramada, mezquitas allanadas, iraquíes violadas y humilladas, afirmó el corresponsal iraquí cuando fue detenido.
Si bien es casi inútil hablar de justicia en el mundo contemporáneo no sobra decir que George W. Bush no ha sido condenado por el exceso de muertes en Irak, ni por lo que sucedió en la prisión de Abu Grahib, ni por lo que pasa en Guantánamo. También subrayo que ejercer el periodismo en Irak implica muchos riesgos; esa nación no sólo encabeza la lista de periodistas asesinados, sino que es casi nula la identificación de los responsables. Por esas razones Reporteros sin Fronteras denunció el cinismo de la condena, y la Federación Internacional de Periodistas consideró que la sentencia era desproporcionada. El resultado del zapatazo es lamentable pero predecible: Zaidi en la cárcel, Bush en la calle, la justicia en los diccionarios, la injusticia como arma del poder.
Si bien es verdad que para muchos la manera de protestar de Zaidi no fue adecuada también lo es que fueron casi nulas las vías para manifestarle personalmente a Bush el desprecio que se granjeó durante sus mandatos. El acto, para algunos reprobable, para otros no, demuestra la impotencia de la justicia y el sesgo que se aplica para condenar a unos y exonerar a otros.
Albert Camus acertó en el blanco cuando dijo: Entre la justicia y mi madre prefiero a mi madre. A diferencia del premio Nobel, Zaidi falló pero también acertó: no dio en el blanco corporal, pero sí expuso cuán endeble y nauseabunda es lo que ilusoriamente algunos siguen llamando justicia. Zaidi pasará a la historia por el affaire del zapatazo y por recordarnos que la justicia es huérfana. Bush también pasará a la historia por haber esquivado el zapatazo y por ser el responsable del exceso de muertos en Irak y en otros lugares.

Alejandro Nadal: Crisis tipo L

Hace unos meses el debate sobre la crisis financiera estaba centrado sobre si el aterrizaje de la economía estadunidense sería suave o duro. La pregunta era si la recesión tendría la forma de letra V, o si sería como una U alargada hacia la derecha. En el primer caso, la V representaría una caída brusca, pero poco tiempo después vendría una ágil recuperación. En el segundo caso, el bache sería más largo y la recuperación de la economía estadunidense tardaría más tiempo en llegar.
Hoy que la crisis desborda el sector financiero y afecta al sector real de la economía mundial, los términos del debate han cambiado. Nadie cree en una recesión tipo V. Por lo menos estamos frente a una recesión tipo U muy ancha, con un bache que puede prolongarse hasta 2011. Pero observando el mal desempeño de los principales indicadores en Estados Unidos (más de 600 mil despidos mensuales en los últimos tres meses) y viendo que las medidas adoptadas no surten efecto, nadie descarta una recesión tipo L, en donde el segmento horizontal representa un periodo de estancamiento económico mucho más prolongado.
Esta conclusión negativa se refuerza si se toma en cuenta que la coordinación internacional que se necesita en materia de paquetes de estímulo y regulación bancaria tardará mucho tiempo en cristalizarse. La reunión del G-20 el mes que viene será una prueba difícil en este terreno.
Lo cierto es que hoy nadie descarta la posibilidad de que la economía estadunidense permanezca largo tiempo en el fondo del barril y no sería difícil que repitiera la experiencia japonesa de la década de los noventa. En esos diez años, después de reventar la burbuja de bienes raíces, las medidas de política macroeconómica del gobierno nipón fueron incapaces de sacar a la economía del marasmo. De hecho, las medidas adoptadas por el banco central fueron la causa de esos diez años de estancamiento.
Algo parecido podría suceder en la crisis actual. En ese escenario ¿qué le espera a México?
Nuestro país pronto cumplirá tres décadas de estancamiento económico. El segmento horizontal de su crisis tipo letra L ha sido kilométrico y es indicador de que se ha sacrificado una generación en aras de un modelo económico fracasado mil veces. Lo que ahora viene en el plano económico, si no hay cambios a nivel estratégico, es un periodo realmente peligroso.
No se preocupen, dice el gobierno, la crisis nos viene de afuera. ¡Qué alivio! Pero los tsunamis también vienen de afuera y sus efectos son devastadores. Y además ¿por qué pensar que la amenaza es externa cuando cuatro sexenios sólo se han preocupado por consolidar un modelo que ahora cae en la bancarrota a escala mundial? ¿Por qué apuntar hacia el exterior como fuente de problemas cuando los últimos cuatro sexenios han basado su política económica en la creencia religiosa de que cualquier política contracíclica sólo sirve para distorsionar precios y mercados?
El discurso sobre los orígenes externos de la crisis no es sólo para evadir responsabilidades. Es también una revelación clara de lo que viene. El gobierno espera que la recesión estadunidense dure poco para poder regresar a lo que hemos estado haciendo desde hace 25 años, nadando de muertito en las aguas estancadas de un modelo diseñado para beneficio del capital financiero.
Pero hoy la continuidad es un acto de irresponsabilidad histórica. En la estrategia económica de México, el comercio exterior ha sido el expediente desesperado para tratar de mantener los niveles de empleo. Esa artimaña ha fracasado estrepitosamente. La construcción de un enclave maquilador no resuelve el desempleo. Tampoco puede jalar al resto de la economía porque simplemente está desconectado del resto del sistema económico. Lo único se logró fue concentrar 87 por ciento del valor de los flujos comerciales con un solo país, expulsar a 10 millones de mexicanos como migrantes y someter a la economía a los intereses del capital financiero. Un gran triunfo de los artífices del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN).
No hay que engañarse. Las medidas compensatorias anunciadas el lunes como represalia por la negativa del gobierno estadunidense a cumplir el tratado en materia de transporte carretero, no son un replanteamiento de la estrategia a seguir. Es una disposición aislada que no tendrá repercusiones sobre el destino de la economía mexicana. Es más, el discurso oficial nos dice que estas medidas son para defender la integridad del TLCAN.
Hoy que a escala mundial se están replanteando los dogmas de la globalización neoliberal, los tecnócratas mexicanos siguen remando a contracorriente. En lugar de analizar las oportunidades que ofrece la crisis y repensar la estrategia, prefieren mantenerse en el letargo. Es normal. Si carecen de elementos para pensar e interpretar la crisis ¿cómo van a replantear estrategias? Para el gobierno lo importante es continuar sin cambios en nuestra extendida recesión, en nuestra larga letra L de lamento.

Javier Aranda Luna: El cabroñol y el espejismo de la web

Amuchos preocupa la tremenda brecha digital que existe en México. Los más optimistas consideran que sólo 24 por ciento de los mexicanos tiene acceso a Internet, mientras que los pesimistas aseguran que sólo son nueve de cada cien. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la quinta parte de la población tiene acceso a la red, poco más de 20 millones de personas. Esta desigualdad, dicen unos y otros, fomenta el analfabetismo y limita la circulación de libros entre los mexicanos.
A mí también me preocupa la brecha digital pero, a diferencia de varios políticos y empresarios, no estoy seguro de que Internet fomente la lectura ni aumente el número de lectores, como no fomenta el gusto por la lectura contestar memorándums o leer el prompter en un programa de televisión. Mejor aún; me parece que la red fomenta más el uso de la televisión, de esa otra televisión personalizada que nos permite ver los programas que más nos gustan a la hora que se nos antoje. Si los mexicanos pasamos más horas frente a la televisión que frente a los libros (unas cuatro horas en promedio) me parece natural que la web fomente más el uso de la televisión en sus distintos canales que la lectura de libros.
Los entusiastas por las nuevas tecnologías para fomentar la lectura no son, me parece, lectores habituales. Por eso no me extraña que Fox impulsara Enciclomedia y pretendiera hacer de la megabiblioteca un centro digital para dar servicio a la red de bibliotecas. Lo importante para él, además de construir su mausoleo, era centrar un proyecto educativo exclusivamente en la tecnología. Por eso el descuido en conjuntar un acervo decoroso para la misma megabiblioteca, en el que abundaron en un principio los libros de superación personal más que los de ciencia y tecnología.
No me opongo al uso de la tecnología como herramienta educativa. Simplemente me opongo a multiplicar el espejismo digital que nos provoca la web. Olvidamos que los japoneses y los coreanos no alcanzaron sus altos niveles de lectura gracias a Internet sino al contrario: los altos niveles de lectura y educación permitieron a esos pueblos un rápido desarrollo de las nuevas tecnologías digitales.
Según diversos estudios de mercado, quienes tienen servicio de la Internet se encuentran entre las capas de la población con mejores ingresos. Y si los sectores de mayores recursos son los que más acceso tienen a la tecnología digital (computadora individual por integrante de familia, banda ancha, etcétera), nuestros políticos y empresarios no tendrían que ser tan belicosamente analfabetos, como dice Carlos Monsiváis.
A mayor información, conocimiento, lecturas, siguiendo la lógica del acceso a la Internet como herramienta garante de alfabetismo y conocimiento democrático, los grandes industriales contaminarían menos las aguas de los ríos, depredarían menos los mares y dejarían de fomentar el consumo de la comida chatarra. Y no tanto por ética, sino por puros costos económicos y ambientales que, como a todos, ya les afectan y al parecer no se dan cuenta.
Leer es, al final de cuentas, transformar. No se leen impunemente poemas, cuentos, ensayos, crónicas, reportajes, novelas; la lectura nos permite ver al mundo con un ligero aumento de luz. Los libros, extensiones de nuestra memoria y nuestra imaginación, agrandan literalmente nuestro universo y nos permiten llevar a cabo operaciones con mayor precisión: desde una cirugía para implantar una mano hasta contar con un repertorio infalible de nuevas formas de seducción (¿o no es Jaime Sabines por sus poemas el santo patrono de buena parte de los jóvenes conquistadores?).
¿Información sin uso es información? Los datos de la información adquieren sentido con su uso. Buscamos datos en los libros para ponernos en forma en nanotecnología, medicina, o para disparar nuestra imaginación con las arquitecturas sonoras de unos versos. Y si la Internet fomenta la lectura con los ciberlibros y los miles de periódicos y revistas que cotidianamente nos pone al alcance de la mano, ¿por qué el mayor grupo de usuarios de la red en México, que son jóvenes de 12 a 17 años, han reducido su lenguaje al uso de 94 palabras para comunicarse?, según el académico de la lengua Ernesto de la Peña. ¿Por qué el cabroñol se ha convertido en una segunda lengua nacional entre jóvenes y notoriamente entre la fauna más léida y escrebida de empresarios y políticos que estudiaron en el extranjero?
Estoy seguro y ojalá me equivoque, que el porcentaje de lectores en México será similar aunque dupliquemos nuestro número de internautas. Seguiremos teniendo un porcentaje menor de lectores que el de otro país más pobre que el nuestro y con una brecha digital mayor, como es República Dominicana, según datos del Centro Regional para el Fomento del Libro y la Lectura en América Latina y el Caribe (Cerlalc).
Hace unos días, en el programa Sobremesa de TvUNAM, Carlos Monsiváis nos regaló un par de verdades de oro: decía que no es posible concebir ningún plan de fomento a la lectura si no se considera a la red de bibliotecas, y que quien necesite de apoyos como juegos o trivias digitales de la web, para acercarse a los libros, nunca será lector. Tiene razón.
Qué bueno que existen libros en la web. Pero mejor aún: qué bueno que existen lectores capaces de aprovecharlos; aquellos que no confunden a un bestseller con un clásico, los que son capaces de separar el grano de la hierba para encontrar, por ejemplo, la imagen más novedosa sobre el amor loco en un poeta griego del siglo V antes de nuestra era.

Alejandro Gertz Manero
El flautista y las ratas (cuento para adultos)

Cuando la OCDE calificó a México en el último lugar en materia educativa, seguramente fue como resultado de una encuesta realizada entre nuestras clases dirigentes, cuyos elevados niveles de cultura enciclopédica se nutren de la sabiduría que emana de TV Notas, La Oreja y Ventaneando; razón por la cual no atinan a resolver nada que sea ajeno a La Escuelita, a El Pantera o a la telenovela mexiquense que está arrasando en el gran rating político, mientras sus competidores se hunden en la ignominia de la nota roja y del bochorno cotidiano.
En cambio, si nuestros próceres hubieran ampliado sus horizontes culturales, se habrían enterado de que a fines del siglo XIII la población medieval de Hamelín sufrió una plaga implacable de ratas, que estaba acabando con la seguridad, el empleo y los ahorros de esa comunidad (cualquier semejanza con la vida actual es pura coincidencia), cuando súbitamente apareció en esos territorios un flautista misterioso que le ofreció a la gente del lugar una audaz “oferta política” que era irrechazable, porque el hombre aquel sí “sabía cómo deshacerse de las ratas”.
Al conocer el proyecto de aquel brujo musical, el pueblo regocijado, embelesado y lleno de esperanza le ofreció al flautista mucho más de lo que él esperaba, y ante tal generosidad, el mágico artista aceptó el compromiso y empezó a tocar su flauta para así seducir a la población ratera con una música promisoria y celestial que tenía más atractivos que un hueso político, una concesión petrolera o el trinquete más suculento que pudiera imaginar cualquier sacrificado político contemporáneo.
Las ratas de cuatro patas, enloquecidas por aquellas melodías sugerentes y sensuales, empezaron a danzar alegremente siguiendo al flautista hacia un despeñadero, que ni los globalizadores liberales más delirantes del Dow Jones o del Nasdaq hubieran imaginado; y ahí con sus ofertas pautadas hizo mucho más que el señor Madoff y los chicos de Stanford juntos, obligando a las ratas no sólo a abandonar su patrimonio mal y peor habido, sino a lanzarse al abismo del río Weser, donde todas ellas perecieron ahogadas por el peso de sus propios botines y de sus negras conciencias.
Una vez que culminó su tarea y con la satisfacción del deber cumplido, el flautista regresó a Hamelín a exigirle a sus habitantes el pago de sus servicios, pero ellos al ver que su problema había sido resuelto con tanta facilidad, se mostraron díscolos y avariciosos, negándole al artista lo prometido y ofreciéndole a cambio algunas afores, junto con acciones preferentes del Citicorp, deudas de la Comer y hasta obligaciones de Cemex.
Ante esa trampa fraudulenta, el brujo filarmónico enloqueció de coraje y comenzó a tocar su flauta en otros tonos para así seducir a los niños de Hamelín, llevándolos a los bosques donde florecen la mariguana, las amapolas de la heroína y todo género de pastas alucígenas, que aniquilaron a esas nuevas generaciones, cuyos progenitores, ciegos e irresponsables, no supieron defender lo que era de ellos, así como tampoco habían querido pagar el costo de quitarse de encima a las ratas que ellos mismos engordaron.
Como ustedes pueden ver, los cuentos de los hermanos Grimm siguen teniendo para nosotros una gran vigencia, y podrían aplicarse a la minuta cotidiana de nuestra propia tragedia vernácula, ya que una buena parte de la población del país no está dispuesta a sacrificar los placeres de la corrupción y de la impunidad y prefiere continuar en el cinismo del doble lenguaje, sin que le importe en lo más mínimo la dignidad de una nación y el rescate de sus verdaderos valores.
Por todo ello, el reino de las ratas de dos patas seguirá prevaleciendo en estos territorios, porque así lo ha querido una gran cantidad de mexicanos, que sólo saben quejarse de lo que ellos mismos propician a diario y encubren cada vez que les conviene.
editorial2003@terra.com.mx
Doctor en Derecho

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