4/28/2009

La violencia contra periodistas crece en México



PORQUE TE QUIERO, TE MALTRATO
Nancy Azpilcueta

La violencia contra periodistas crece en México. Ejercer el oficio de informar, de encontrar la verdad y darla a conocer, no es fácil en nuestro país. Según cifras de la Federación de Asociaciones de Periodistas de la República Mexicana (FAPERMEX), durante el sexenio de Vicente Fox se contabilizaron 30 periodistas muertos. Lo escalofriante es que, sólo durante los 25 meses de gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, ya van 25 decesos de informadores, es decir, uno por mes.

El poder político y el crimen organizado parecen haber intensificado su intolerancia al ejercicio periodístico. De muy poco sirve la Fiscalía Especial para agresiones contra periodistas que encabeza el ex notario público torreonense Octavio Orellana Wiarco, quien sigue rechazando que México sea el segundo país –después de Irak- más peligroso en el mundo para ejercer el periodismo.

Muchas formas de violencia

No sólo secuestrar, agredir, desaparecer o asesinar son actos de violencia contra quienes laboran en los medios de comunicación; de unos años a la fecha, se presentan formas “sutiles” de violencia contra la libertad de expresión.

El allanamiento y la persecución a los periodistas Ana Lilia Pérez y Miguel Badillo, de la Revista Contralínea, son una muestra de que, cuando se tiene el poder, se judicializan los agravios, es decir, que cualquiera puede llevar ante el tribunal a los informadores por la información que se publica, aún y cuando sea cierta.

Los ejemplos de las “sutilezas” de poder contra informadores mexicanos son bien conocidos por haberse difundido oportunamente y con detalles los casos de –entre otros- Carmen Aristegui, Lydia Cacho, José Gutiérrez Vivó, Miguel Badillo, Ana Lilia Pérez, Jorge Meléndez, Eduardo Ibarra –director de la prestigiada Revista Forum, a la que se pretende boicotear vía la cancelación de publicidad- y muchos compañeros comunicadores más.

Se puede leer, escuchar o ver cómo los actores públicos hablan y cuestionan con índice flamígero a editores, directores, reporteros, y en general a los periodistas por el manejo que dan a la información, por el tipo de entrevistas que realizan, por la información que se publica, pero en este caso ¿los actores públicos, sobre todo los políticos, o están obligados a desenvolverse con ética?... La respuesta hasta donde me alcanzan la memoria y la experiencia es NO. Ellos no se autorregulan, ellos no se comprometen.

Un caso, sin afán de generalizar: en México, y sobre todo en “provincia” (por no decir fuera del Distrito Federal) los servidores públicos con aspiraciones políticas están acostumbrados por inercia, a conducirse con un halo de omnipotencia y a decidir a quién, cuándo y en qué términos “conceden” entrevistas a los medios informativos de su conveniencia, o a levantar el teléfono para pedir que –eso sí, lo piden por favor- se le cambie tal o cual parte de la declaración hecha, o que se saque definitivamente el trabajo ya publicado, sobre todo en la Internet, o llanamente, que no se publiquen sus declaraciones porque, simple y sencillamente cambiaron de parecer: y los medios de comunicación, acostumbrados a la inercia del poder, ceden a la petición de quien consideran “importante” para la sobrevivencia económica del propio medio, violentando con una simple concesión un principio ético y una garantía constitucional irrenunciable: la libertad de expresión.

Si cualquiera –sea servidor público, empresario, académico o artista- accede a hacer declaraciones públicas, grabadora o cámara por medio, y más tarde se arrepiente de lo que dijo, no es culpa del reportero o del entrevistador, que –se supone- intenta con su trabajo descubrir la esencia humana de su interlocutor, o los aportes que podría hacer a la sociedad con su actividad- ; debería ser responsabilidad del propio entrevistado medir el impacto social, legal o mediático de sus respuestas; pero lamentablemente es más fácil valerse de la “buena relación” con el periodista –o con los directivos del medio en que se publica el trabajo- para intentar que se borren sus declaraciones, que no salgan a la luz pública y hacer como si nunca hubieran existido ciertas posiciones que legalmente podrían ser inconvenientes para sus aspiraciones futuras. Toda proporción guardada, apelar a pedir tal omisión es como si un(a) modelo que posó desnudo(a) para un artista, le pide luego que no exhiba la obra, o que la destruya cuando se supone, había un acuerdo previo, una decisión tomada desde la madurez…

Existen muchas, infinidad de maneras de atentar contra la libertad de expresión, pero invariablemente el origen estriba en el juego del poder.

Basta leer, escuchar, ver o percibir en la sociedad que al periodista siempre se le responsabiliza de todos los males. No hace mucho, el secretario de Turismo Rodolfo Elizondo Torres afirmaba que los medios de comunicación son los directamente responsables de la mala imagen de México; más tarde, el Procurador General de la República, Eduardo Medina Mora, culpó a los medios también de causar más crímenes en el país al difundir las de por sí violentas acciones del narcotráfico, y encima de su absurdo, pidió “autorregularse para evitar manipulaciones”… y esto deja claro que desde la perspectiva del oficialismo, los periodistas somos el mal necesario que el poder busca para usarlo a su antojo o de acuerdo con sus propias necesidades, pero ¿no es ese mismo poder el que persigue de distintas formas -hasta desaparecerlos- a los periodistas que se atreven a cuestionar más allá del mero discurso oficial?

Las cifras de diversas organizaciones de periodistas en América Latina, en el mundo, en México, indican que nuestro país es hoy el segundo lugar más peligroso en el orden mundial para ejercer el oficio de informar. Muchos compañeros periodistas caen ultimados por las balas del narcotráfico y del crimen organizado en general, o son perseguidos o desaparecen por la persecución caciquil que en México no se extinguió nunca, quizá sólo cambió de partido.

Entre las más comunes formas de atentar contra los periodistas, quizá la más frecuente sea la agresión directa e impune, que se traduce en una cifra interminable de comunicadores golpeados, desaparecidos o asesinados, pero tal y como se mencionaba líneas arriba, de unos años a la fecha se generalizó el uso de los convenios de publicidad para premiar o castigar la línea editorial de los medios; la vieja práctica que sigue vigente a la fecha las llamadas telefónicas para “negociar” el seguimiento informativo a cierta información e incluso ponerse en contacto con los editores para pedir que se “baje” de sitios de Internet información que ya fue publicada o entrevistas que resultan “comprometedoras” para algún político con aspiraciones electorales, y que no sólo estuvo de acuerdo con las preguntas hechas, sino que se dijo satisfecho con sus propias respuestas.

El boicot a Forum
En
www.razonesdeser.com se ha publicado y dado seguimiento al acoso contra la
Revista Forum, del Distrito Federal, que dirige el periodista Eduardo Ibarra Aguirre, autor de la columna Utopía.

Hace ya cerca de un año, Eduardo Ibarra denunció la persecución contra Forum por parte del gobierno federal en represalia directa por la línea crítica que mantiene la Revista.

En el sitio
www.p-es.org el 18 de julio de 2008, se daba cuenta de lo ocurrido a Eduardo Ibarra Aguirre y a Forum:

“Según el Centro de Periodismo y Ética Pública (CEPET), en un editorial de su edición del mes de julio de 2008, el periodista aseguró que funcionarios del equipo de prensa de la Presidencia de la República han girado instrucciones a todas las dependencias del gobierno federal para que no se anuncien en la revista "Forum".

"Desde el 26 de mayo recibí el primer indicio más que evidente de que la revista 'Forum', próxima a cumplir 17 años de vida, es boicoteada en materia de publicidad por los funcionarios de la Coordinación de Comunicación Social de la Presidencia de la República y de la Secretaría de Gobernación", escribió el directivo.

Ibarra Aguirre reproduce en el texto publicado en la edición 179, un comentario que hiciera algún funcionario no identificado a Eduardo Enrique Camacho Hernández, publicista de "Forum": "Flaco. Parece que tu cabezal está proscrito. No sé si es de Gobernación o de Los Pinos".

Sorprendido, el tenaz publicista sólo atinó a preguntar: "¿Cómo? ¿Por qué? ¿Por quién?" "Discúlpame, no puedo hacer nada. Dile a tu director que lo respeto y admiro mucho".

El periodista denunció que este tipo de respuestas se han repetido en otras dependencias del gobierno federal mexicano, por lo que no duda que se trate de una estrategia oficial para afectar los ingresos de la revista mensual, como castigo a su línea editorial crítica a la administración del presidente Calderón Hinojosa.

"Presupuestos no autorizados, recursos sin liberar, desautorización para incluir a tal o cual publicación, pautas sin autorizar, campañas sin el aval superior, hasta rayar en lo grotesco: anuncios que requieren el visto bueno de Los Pinos (Presidencia) y de Bucareli (Secretaría de Gobernación)

. Todas ellas fueron las excusas disfrazadas de explicaciones tras horas y jornadas completas de antesalas de los publicistas tiradas al caño por un funcionariado que, además, está agobiado por un centralismo asfixiante, una elemental falta de respeto a las atribuciones y al profesionalismo, amén de la brutal revisión de todos los anuncios", agrega el editorial del número más reciente.”

A nuestro propio medio, RazonEs de SER, el ayuntamiento de Torreón, Coahuila, le aplicó la misma estrategia represiva desde hace ya 19 meses. El convenio publicitario pactado se canceló de forma unilateral a causa de la línea crítica que se mantiene respecto de una gestión que, independientemente del sello partidista que la caracteriza, hundió a la ciudad en el abandono y la inseguridad pública.

Hasta hace unos meses, en nuestro sitio de Internet
www.razonesdeser.com, se mantuvo por largo tiempo (en señal de protesta contra los abusos y agresiones a los periodistas en general) un listón de luto con la frase: se venden espacios, no impunidad , frase que, aunque no hoy esté fija en nuestro portal, seguimos sosteniendo como premisa fundamental de nuestro trabajo.

Y justo porque muchos actores políticos, líderes empresariales o sociales y uno que otro compañero de oficio están convencidos que una vez que se contrata un espacio publicitario se entabla un compromiso de protección al cliente bajo cualquier circunstancia, es que no podemos terminar de creer que alguien que accedió a otorgar una entrevista para mostrar sus cualidades y defectos a la sociedad, dos días más tarde, pida que se elimine del medio donde ya fue publicada y leída por miles de personas, como nos ocurrió recientemente.

A propósito del compromiso social del periodismo, de las constantes y crecientes agresiones contra comunicadores; de la intensa labor de unidad y profesionalización de nuestro oficio en México, impulsada por no pocas agrupaciones de informadores, solicitamos una entrevista al Director de la Revista Forum, Eduardo Ibarra Aguirre, en la que se detallan conceptos básicos de lo que debe ser y hacer el periodismo respecto de la sociedad a la que va dirigida su labor.

EIA: Vender espacios, no línea editorial

El uso de las herramientas tecnológicas a nuestro alcance, como la Internet, posibilitó este diálogo, pese a que nuestro entrevistado, incansable luchador por la el respeto a la Libertad de Expresión, el periodista Eduardo Ibarra, se encuentra en la Ciudad de México, aunque sus conceptos están vigentes para el periodismo de cualquier lugar de México.

¿Cuál debe ser el propósito social del periodismo?

Hacer de la información un bien público. Un bien social. Dotar a la sociedad de todos los elementos de juicio para que sus integrantes formen y forjen una opinión propia y fortalezcan su condición de ciudadanos.

¿Qué le exige la sociedad al periodista?

Independencia al desempeñar su trabajo, en particular respecto de los poderes institucionales --incluye a los partidos políticos-- y fácticos. Profesionalismo a la hora de informar y comentar.
¿Consideras que hay diferencias sustanciales entre el periodismo de la capital y el periodismo del interior del país?

No.

¿Consideras viable romper el vínculo publicidad-censura, que parecería prevalecer en el ejercicio periodístico?

Sí, en la medida que la sociedad o por lo menos sus franjas organizadas hagan suyo un problema que es de ella y no de los editores o propietarios de los medios. También en la medida que se legisle en la materia.

¿Cómo lograrlo sin poner en riesgo el compromiso social de informar?

Vendiendo espacios, no la línea editorial.

¿Cabría la posibilidad de pedir a los políticos –principalmente- que respeten la ética periodística y se hagan responsables de sus declaraciones, o es una mera utopía?

Cabe y es indispensable para que la sociedad sea mejor informada. Cabe en la medida que ésta lo exija. Y los periodistas lo ejerzan.

La sociedad parece exigir mucho a los medios informativos, a los periodistas pero, desde tu experiencia ¿qué no está aportando esa sociedad a la Libertad de Expresión?

Creciente capacidad para ser más demandante en la medida que se le informa más y mejor. Avidez por informarse, por leer.

¿Qué consideras que le falta al periodismo mexicano, sea capitalino o provinciano?

Información. Profesionalismo. Empresarios que perciban a ambos como una vía para hacer negocios, lícitos por supuesto.

¿Qué debe hacer el periodista cuando un actor político le pide no publicar o sacar de circulación alguna declaración hecha por él mismo, porque pone en riesgo su futuro?

Darla a conocer. Sobre todo si al hacerlo aporta información importante, no anecdótica o frívola.

¿Es esta actitud el origen de las muchas agresiones que se cometen contra los periodistas?

Seguramente.

Hasta aquí las declaraciones de uno de los más reconocidos periodistas de México. Se puede coincidir o no, pero la realidad es que como dijo Ricardo Flores Magón: “Los gobiernos justificados, aquellos cuyos actos responden a la opinión general y al sentimiento público no temen ni pueden temer a la prensa."

O, como sentencia Thomas Jefferson: “Siendo la base de nuestros gobiernos la opinión de la gente, nuestro primer objetivo debe ser preservar el derecho a la opinión; si de mí dependiera decidir si necesitamos un gobierno sin periódicos o periódicos sin gobierno, no dudaría en preferir lo segundo”.

Así debería ser, pero en regiones como la Comarca Lagunera, que no es la excepción, el poder y los poderosos no siempre se responsabilizan de sus actos y dichos; algunos periodistas no se comprometen socialmente, sino que se vinculan estrechamente al poder a veces, hasta por un plato de lentejas; y la sociedad, lejos de exigir mejor y más clara información de parte de autoridades y medios de comunicación, se resigna al rumor como “nuevo” sistema informativo en medio de una imparable ola de violencia regional, o se deleita con la “opinionitis”, en el llamado periodismo “de amarrar navajas” que alimenta el morbo por el enfrentamiento entre terceros, pero aporta poco a la solución de problemas colectivos reales.

Por cierto, ya que se avecinan tiempos electorales, vaya esta sugerencia para evitar llamadas solicitando que los medios nos autocensuremos: Antes de poner la lengua en movimiento a la hora de las entrevistas, se debe poner el cerebro en funcionamiento. Esta fórmula funciona perfectamente.

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