10/07/2009

Los periodistas pal café.....



Julio Hernández López: Astillero
Políticamente derrotado, económicamente en quiebra, socialmente aislado, mediáticamente sostenido y sangrientamente fallido en su desastrosa batalla contra el narcotráfico, Felipe Calderón ensaya un golpe de fuerza contra un sindicato al que pretende dar caracter expiatorio. Enojado por múltiples razones con la realidad que no se quiere ajustar a sus proyectos y paquetes, el gran responsable histórico de la desgracia nacional trata de distraer con nuevos juegos de guerra, esta vez contra una organización laboral que ha sido llevada al paredón periodístico de manera concertada mediante comentarios, notas, reportajes y opiniones de la intelectualidad oficialista, en una campaña vergonzosa que se ceba en la textura de los salarios y las prestaciones de esos trabajadores, llegando al extremo de acusarlos a ellos de ser responsables de los resultados negativos de una empresa que para eso tiene directivos nombrados por quien ocupe Los Pinos y de ser importantes corresponsables de la crisis económica y la postración de las finanzas gubernamentales.
Parece haber partido (para no variar) de una mala lectura política la construcción del presunto enemigo a modo que permita al esposo de la señora Margarita dar una muestra de fortaleza que, según las fuentes aceitadas, sería algo parecido a una nueva edición del quinazo salinista que fue el temprano punto de arranque de la consolidación de un presidente igualmente considerado espurio. El porrismo del miembro del tragicómico cuarto de guerra del calderonismo, Javier Lozano Alarcón, sólo está arrojando gasolina institucional a la pradera social reseca. Todavía sin proyecto ni líderes reales (no precandidatos o especialistas en elecciones), la sociedad mexicana vive momentos de irritación que se multiplicarán y elevarán cuando los poderes unidos decidan apretar más los mecanismos de coacción fiscal contra las mayorías que así están siendo arrojadas al campo de la protesta pública. Frente a esta nueva maniobra bélica del felipismo debe haber claridad. Seguramente el Sindicato Mexicano de Electricistas ha desarrollado características de corrupción, clientelismo y oportunismo en sus ámbitos directivos, y no es posible asignar a su comportamiento público calificaciones de gran compromiso social, más allá de las banderas superficiales de progresismo que comparten con otras organizaciones consideradas, nomás por no tener otro membrete a la mano, como parte del sindicalismo independiente (el caciquismo de Francisco Hernández Juárez es un ejemplo de ese tipo de líderes y sindicatos poquito menos malos que los abiertamente charros y corruptos, como la mayoría de los agrupados en la CTM y el Congreso del Trabajo).
Pero, en este caso concreto, la embestida de Calderón pretende culpar a los trabajadores, sus organizaciones de defensa y sus conquistas contractuales, de una crisis que tiene otros responsables, en otras proporciones y con otro ámbito numérico de beneficiados. Felipillo grita ¡al ladrón, al ladrón! en busca de desviar la atención de los verdaderos culpables de los infortunios actuales, y quiere desplegar una ofensiva ideológica de satanización de lo laboral, lo social, lo popular, mientras mantiene privilegios a los empresarios y funcionarios cuyos saqueos y corrupción quedan así a salvo de culpas. La grotesca descomposición política provocada por el foxismo y el calderonismo ha llevado al país a niveles kafkianos, como en el caso de los trabajadores mineros que llevan años resistiendo el capricho empresarialmente interesado de las administraciones panistas de sustituir al multimillonario caciquillo Napoleón Gómez Urrutia de la dirección sindical. En el caso del SME es posible acompañar esa lucha porque en el fondo lo que hay es la pretensión calderonista de sustituir responsabilidades, desviar la atención pública de los verdaderos saqueadores y golpear provocadoramente a las organizaciones sociales para consolidar el único espacio de poder que le podría quedar a ese felipismo decadente, el de la fuerza pública contra la insurrección social.
Por último, conviene recordar que Calderón busca enfrentarse a un sindicato en específico mientras mantiene una relación de dependencia y complicidad con entes que han agraviado a la nación de manera expresa y sostenida durante décadas y que hoy son pilares de apoyo de la derrumbada administración calderonista, como en los casos grotescos de los caciques de las organizaciones de petroleros, con Carlos Romero Deschamps, y de trabajadores de la educación, con la gran aliada Elba Esther Gordillo.
Astillas
Varios lectores consideraron insólito y ofensivo el que en un reality show de Televisa, denominado Me quiero enamorar, aparecieran cadetes del Colegio Militar a la hora de hacerle un pasadizo bajo espadines a algunas de las concursantes de ese programa. No hay tal: los jóvenes marcialmente uniformados que son utilizados como escenografía pertenecen al Colegio Militarizado Moderno Alarid, una escuela fundada en 1933 y que asegura ser la única de ese tipo que está autorizada por la Secretaría de la Defensa Nacional. Sin embargo, la conductora de Me quiero enamorar, Andrea Legarreta, dijo gracias por supuesto a los cadetes del Colegio Militar y, luego de una breve pausa, moderno... Alarid, sin que a los escuchas les quedara necesariamente claro que los dos últimos términos deberían servir para precisar que los cadetes lo eran de un colegio militarizado, de una escuela privada, y no pertenecientes a lo que había sido anunciado como colegio militar... Este tecleador, cada vez con menos posibilidades de curación gramatical, escribió ayer que un pedigüeño pinolero era un deshauciado fiscal. ¡Fue un compló de la movediza hache!.. En realidad, ¿de qué han servido las comisiones presuntamente defensoras de los derechos humanos que desde el poder y con presupuesto público se han creado? Salvo honrosas excepciones, han sido cauce para mediatizar conflictos sociales y han consumido fortunas del erario para (casi) no hacer nada. Y, mientras la PGR sigue dando tumbos, ¡hasta mañana!
Fax: 5605-2099 •
juliohdz@jornada.com.mx
Enrique Galván Ochoa: Dinero
No vamos a variar un solo milímetro”, dice Francisco Rojas –ex contralor y ex director de Pemex, y ahora jefe formal de los priístas en la Cámara de Diputados–, es una decisión totalmente tomada. Se refiere al no al IVA en alimentos y medicinas. ¿Podemos creerle? ¿Ya pasó el susto? Todavía no salen de sus vacilaciones los otros jefes: Enrique Peña Nieto, Beatriz Paredes, Beltrones. El diputado Rojas nos habla en milímetros, pero ¿qué tal si los demás manejan pulgadas? Mientras la ley de ingresos no se publique en el Diario Oficial todo puede suceder.
La industria automotriz
Si llegara a aprobarse el impuesto para los pobres, lo más seguro es que ningún pobre llegaría a ser propietario de un automóvil. Estarían condenados a moverse toda una vida en metrobús, metro, guajolotera o bicicleta. Actualmente existen tres gravámenes: el ISAN, el 15% de IVA y la tenencia. Tendría que agregarse el SuperIVA del 2%. ¿Quién entre ellos podría pagar jamás tantos impuestos para adquirir un carro? Todos dicen que es necesario fortalecer el mercado interno, pero eso implicaría que los pobres se convirtieran en consumidores, con buenos salarios, no clientes menesterosos de programas como Progresa y otros. El sector automotriz está hundido por falta de ventas. La producción acumulada de este año se desplomó 40%; las ventas de automóviles y camiones en el mercado interno cayeron un 31% y las exportaciones bajaron 38%. En los últimos 12 meses el sector perdió 155 mil plazas de trabajo. Las familias de estos millares de desempleados son a las que el gobierno quiere castigar subiéndoles el precio de las medicinas y los alimentos. Peor, imposible. Y todavía Alfredo Llorente propone darle a Felipe Calderón el título de Presidente Automotor.
e@Vox Populi
Alfredo Jalife-Rahme: Bajo la Lupa
Empieza a desactivarse la crisis nuclear entre EU e Irán por la vía diplomática cuando han surgido alentadoras señales de arreglo durante la conferencia en Ginebra entre Irán y los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (todas potencias nucleares: EU, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China), sumados de Alemania: acto mayúsculo eclipsado, un día después, por la humillante derrota de la sede de Chicago ante Río de Janeiro para realizar los juegos olímpicos de 2016. Son los momentos de la parusía de las nuevas potencias emergentes desde Brasil hasta Irán.
El presidente Mahmud Ahmadinejad sabía que el arreglo con EU era factible desde un mes atrás (mediante negociaciones tras bambalinas) y supo discriminar, como si se tratara de una microcirugía cerebral, las supuestas posturas unificadas de Obama, el premier británico Brown y el presidente Sarkozy, quienes, al margen de la cumbre del G-20, exhibieron una pomposa pose muscular.
Durante su estancia en la Asamblea General de la ONU, Ahmadinejad evitó hábilmente tocar siquiera con el pétalo de una rosa a Obama, quien, dígase lo que se diga, avanzó su gran visión de un mundo libre de armas nucleares. Al contrario, el presidente iraní replicó en forma feroz a sus detractores europeos miembros de la OTAN.
El espectacular arreglo entre Irán y EU adopta la muy sensata propuesta rusa de participar en el bajo enriquecimiento de uranio para los fines pacíficos de Irán, que también aceptó la inspección por la AIEA, el 25 de octubre, de su nueva planta atómica cerca de la ciudad sagrada de Qom (RIA Novosti, 4/10/09).
Zbigniew Brzezinski, íntimo asesor oficioso de Obama en seguridad nacional, ya había colocado los límites de la confrontación con Irán al pronunciarse categóricamente contra una aventura militar israelí, donde EU saldría como el principal perdedor (el segundo afectado sería China) y Rusia como el gran vencedor a consecuencia del alza estratosférica del petróleo (ver Radar geopolítico, Contralínea, 6/10/09).
En materia nuclear no es lo mismo Obama que su bélico antecesor, quien estaba dispuesto a incendiar el planeta con el fin de capturar los hidrocarburos ajenos. De allí que sea trascendental la adopción por Obama de medidas homogéneas y transparentes en desnuclearización para dejar atrás las flagrantes complicidades ideológicas de EU en favor de sus aliados y en contra de sus adversarios, así como sus ambigüedades y, sobre todo, sus dos pesas y mil medidas que dejaron lisiado al Tratado de No-Proliferación (TNP), que el año entrante será sometido a la revisión quinquenal.
Llamó la atención el artículo de Pepe Escobar, analista de Asia Times (1/10/09), quien habrá sido el primer sorprendido del esbozo de arreglo nuclear en Ginebra entre EU e Irán. Escobar pensaba que la reunión de Ginebra daría lugar a la aplicación de la canción (no es broma) de John McCain, el superbélico candidato presidencial del Partido Republicano: bombardear, bombardear, bombardear Irán.
El atractivo del artículo radica en que demuestra cómo EU ha adoptado dos posturas antagónicas frente a la misma nuclearización pacífica de Brasil e Irán.
Carlos Fernández-Vega: México SA
De nada han servido los berrinches mediáticos –en vivo y a todo color– que, un día sí y el siguiente también, protagoniza el cada día menos convincente –si algún día lo fue– inquilino de Los Pinos en defensa, según dice, de los más pobres (los heredados y los mexicanos que en grueso volumen ha incorporado a tal condición durante su estancia en la residencia oficial), pues su paquetazo 2010 ha sido prácticamente rechazado por todos los sectores.
El impuesto de 2 por ciento para el combate a la pobreza (como le llaman en Los Pinos, y que no es otra cosa que un IVA con disfraz asistencialista) es cada día un más famélico caballito de batalla de Calderón y recaudadores que lo rodean. Dada su condición de tema único en el machacón discurso oficial, parecería que la propuesta fiscal para 2010 se limitaría a ese gravamen, aunque en realidad sólo forma parte de una enorme lista de otras acciones (léase aumentos en otros impuestos y alzas en precios y tarifas del sector público) que deteriorarán más el de por sí precario nivel de vida de la mayoría de los mexicanos.
Que los sensibles legisladores –siempre preocupados por las causas populares– decidan no aprobar el impuesto de 2 por ciento al consumo (o acotarlo, es decir, aprobarlo pero sin alimentos y medicinas, como algunos perfilan) sería más que atinado, pero lo peligroso estriba en que el rechazo a este gravamen sea la moneda de cambio para que la citada lista de otras acciones del paquetazo 2010 pase por la libre. A partidos y congresistas les resultaría políticamente muy redituable una acción de tal naturaleza, aunque entre las patas se lleven el de por sí deteriorado nivel de vida de los mexicanos.
Mientras las hojas del calendario caen, los berrinches del inquilino de Los Pinos suben de tono y los partidos políticos –excepto el PAN, desde luego– negocian en lo oscurito, la propia Cámara de Diputados, por medio de su Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, concluyó que la aplicación de una contribución de 2 por ciento al consumo generalizado reducirá el poder de compra de todos los hogares del país, incluyendo a las familias ubicadas en los deciles más bajos, cuyos ingresos son insuficientes para cubrir sus niveles de consumo y quienes complementan su gasto familiar con deuda, subsidios privados (remesas) o públicos provenientes de los programas sociales de los gobiernos federal y locales. Si el Congreso de la Unión aprobara esta contribución, en sus términos, se tendría que reflexionar respecto al diseño de su base gravable, la cual no podría ser generalizada; por el contrario, tendría que ser focalizada, porque los ingresos de los hogares ubicados en los deciles I al IV (40 por ciento de la población más pobre) no alcanzan a cubrir su nivel de consumo, y con la aplicación de esta contribución se reduciría su poder de compra, restringiendo aún más su demanda de bienes y servicios.
Independientemente de que desde el punto de vista económico, el impuesto del 2 por ciento golpearía el ingreso de la clase media, el referido Centro de Estudios advierte que lo primero que procede para incrementar la recaudación de los impuestos al consumo es ampliar el poder adquisitivo de los hogares del país a través de la generación de empleos e incrementos salariales, la reducción de las tasas impositivas o evitar crear nuevos impuestos. Sin embargo, la estrategia seguida en México ha sido incapaz de contener la pérdida masiva de empleos, la política salarial es altamente restrictiva, se han propuesto incrementos en las tasas impositivas al consumo y al factor trabajo, así como la creación de una nueva contribución que recae sobre el consumo generalizado. Esta estrategia podría ahondar más la recesión económica o podría generar que el repunte económico se inicie tardíamente y continuar con la ya profunda caída en la recaudación de los impuestos al consumo, como el IVA.

Instalación de fibra óptica en la localidad de Norton, Vermont, Estados Unidos. Los esfuerzos de Vermont para ampliar el acceso al servicio de Internet recibieron el apoyo de una subvención federal por 1.2 millones de dólaresFoto Ap
De acuerdo con el paquetazo calderonista, el nuevo impuesto de 2 por ciento al consumo generalizado permitiría reducir la precaria desigualdad social existente en el país, pero –apunta la Cámara de Diputados–, de acuerdo con la OCDE, en México la política fiscal no es un instrumento redistributivo eficaz; particularmente, los índices de desigualdad se reducen 2 puntos Gini después del cobro de impuestos, comparativamente con los países europeos, que avanzan 15 puntos Gini en promedio. Estas naciones logran dichas metas porque su política fiscal es un auténtico instrumento de recaudación y de redistribución de la riqueza. Visto desde el enfoque de la OCDE, si todo el sistema recaudatorio mexicano es incapaz de reducir la desigualdad social o avanzar de forma en extremo limitada, la contribución de 2 por ciento, en particular, tendría un efecto mínimo en el combate a la pobreza.
Entonces, no va por allí, por muchos berrinches públicos, ya que una política estructural de combate a la pobreza en México se dará cuando el Estado reduzca su dependencia de los ingresos petroleros y realice una profunda reforma fiscal que incremente la recaudación no petrolera, seleccionando con visión económica y no política, los regímenes fiscales especiales y ampliando la base de contribuyentes para que todos los mexicanos, sin excepción, contribuyan con el gasto público de manera proporcional a sus ingresos, y no sea una estrecha base de contribuyentes, principalmente de clase media, la que soporte la gran parte de la carga tributaria.
En plena recesión como la que registra el país, la política tributaria debería ser un instrumento para reactivar la actividad productiva, evitando aumentos en las tasas impositivas o impidiendo la creación de nuevos impuestos, incrementando los empleos y los salarios de la población trabajadora. De esta manera, a través del mercado laboral y del aumento del consumo interno se recuperaría la recaudación de los impuestos y se ampliaría la base de contribuyentes.
Las rebanadas del pastel
Si en algo contribuye, el autor de estas líneas se suma incondicionalmente (con todo y sus tres años de viaje fantástico por los pasillos del SAT en pos de su devolución de impuestos) a la propuesta de René Drucker (SHCP: organismo tramposo para causantes cautivos; La Jornada, página 14, 6 de octubre de 2009). Plantea el doctor: si Hacienda me demuestra que yo soy el único caso como el que describo, le regalo mi devolución y que le haga provecho. Va la mía en prenda.
cfvmexico_sa@hotmail.commexicosa@infinitum.com.mx

Campaña de vacunación sin vacunas
Con el telón de fondo de la inquietud social por el rebrote de la epidemia de influenza A, cuyo antígeno está siendo administrado ya en los países del primer mundo, la Secretaría de Salud (Ssa) federal comenzó en México la Campaña Nacional de Vacunación sin disponer siquiera de dosis suficientes de vacunas contra la gripe estacional, la variante tradicional y más benigna del padecimiento.
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El Correo Ilustrado
Piden a autoridades federales no meterse en el conflicto del SME
El secretario de Trabajo, Javier Lozano, ha procedido sistemáticamente contra la autonomía de los sindicatos, violentando nuestro derecho laboral. En el caso del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) ha convertido a los medios de comunicación en su principal interlocutor, ignorando a los trabajadores y a sus dirigentes, al grado de adelantar su resolución en forma reiterada a los medios a partir del 9 de septiembre, en el sentido de que se negaría la toma de nota a la directiva del SME, a partir de una decisión de índole política formalizada únicamente en términos legaloides el día 5 de de octubre.
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Vivimos una nueva intromisión del Estado en la vida interna de los sindicatos, en este caso la del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). Se trata de que el gobierno imponga su voluntad en la vida sindical, pero no sólo eso. En éste y en otros casos, están de por medio las empresas estratégicas, y en especial, las que prestan el servicio público de energía eléctrica, y Pemex. En este último caso, se ha estado negando el registro a la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros, y se ha despedido a los principales dirigentes.
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Luis Linares Zapata: México, con la visión nublada
Una de las derivaciones nefastas del neoliberalismo rampante que sentó sus reales en México, hace ya décadas, fue su incapacidad para diseñar, para concertar, un horizonte común de futuro. Los esfuerzos colectivos, mientras tanto, se han desperdigado en variadas y hasta contradictorias direcciones. A lo mucho emprendido durante años lo aquejaron siempre los jalones de grupos y personas tirando hacia sus íntimos cotos de intereses. Ninguna idea de justicia distributiva se fijó como mandato efectivo, como sustrato indispensable para tal edificación. Las propuestas habidas han salido de la urgencia ante problemas acuciosos para terminar impregnadas de mediocridad, la improvisación como sello distintivo. No se han labrado puntos de apoyo sólidos, atractivos para las mayorías, sino que sus ideas llevan la etiqueta indudable de la inequidad. El punto nodal de los fracasos o de tales ausencias ha sido la discordancia entre las cúpulas decisorias y los de abajo, siempre excluidos del cuadro de méritos y recompensas.
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Arnoldo Kraus: Había una vez un país
Había una vez un país llamado México. Un país vecino de Estados Unidos y de Guatemala. Una nación donde el surrealismo de otras épocas se achica ante el México de hoy. El México de Felipe Calderón y de los tres partidos políticos que desgobiernan de norte a sur, del oeste al este y de la tierra al cielo. Había un país llamado México que sigue llamándose México, pero que cada vez se desteje más.
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José Steinsleger: Che, el rosarino
Buenos Aires, Argentina, estación de trenes de Retiro, 7 de julio de 1953. A sus afligidos padres y hermanos, el joven médico Ernesto Guevara (25 años) exclamó:
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Estamos en octubre, mes de la Reforma. En México (al igual que en América Latina) las llamadas iglesias protestantes históricas, por lo menos las que tienen conciencia de lo sucedido el 31 de este mes, de 1517, en la capilla del castillo de Wittemberg (fijación de sus 95 Tesis, por parte de Martín Lutero), organizan algunas actividades para conmemorar el hecho.
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El pasado primero de octubre se conmemoró el 60º Aniversario de la República Popular China.
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La pérdida de importancia del sector manufacturero en México no puede entenderse sin una referencia al proceso de lo que se ha comenzado a llamar la reprimarización de América Latina. Este feo neologismo sirve para referirse a la importancia que han recuperado los sectores primarios de la economía en los últimos veinte o treinta años. Estos sectores primarios son el grupo de ramas de actividad encargadas de la producción de materias primas, productos básicos (los commodities) y los bienes intermedios poco elaborados. Es deseable incluir en esa clasificación a la industria maquiladora.
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Llegar con anticipación a una cita puede otorgar la suerte de ese encuentro que alcanza el extravío. Gocé de ese afortunado azar al llegar temprano a una visita de la exposición Teotihuacán: cite des dieux. El silencio y el vacío reinaban en el lugar: pude contemplar, durante largos momentos que se extendían a confines del tiempo, piedras aún palpitantes, de fuego volcánico, de manos de hombre que las esculpieron. El silencio de un mundo desaparecido, más inquietante, más turbador que la Luna o cualquiera de los otros astros de la galaxia, parecía murmurar algunos ecos de sus enigmas sin revelarme nada más que su misterio.
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Lorenzo Córdova Vianello
Política, derecho y economía
La democracia constitucional es la versión más acabada del Estado moderno. De acuerdo con la acepción más generalizada, se trata de un arreglo político-institucional fundado en los equilibrios de los poderes (públicos y privados) a partir de un conjunto de reglas constitucionalizadas (en primer lugar, el reconocimiento y la garantía de los derechos individuales), que por ello resultan obligatorias para todos, y en el cual las decisiones políticas suponen un procedimiento incluyente, participativo y fundado en la regla de la mayoría.
Lo anterior supone que la política y el derecho se encuentran en una relación muy estrecha, en la que la primera puede fluir únicamente a través de las vías legales establecidas y no puede ir más allá de determinadas reglas. El paradigma de este tipo de régimen supone que ningún poder, ni siquiera el órgano primordial de las democracias: el parlamento o asamblea representativa, puede ir más allá de los límites que le impone el derecho, en primer lugar, el respeto de los derechos humanos que están, precisamente, reconocidos (y por ello garantizados) en las constituciones.
Pero los límites que se imponen al poder en las democracias constitucionales no se restringen sólo a la esfera de lo público o de lo político, es decir, de los órganos del Estado, sino que alcanzan también a los poderes privados.
Pensar que el derecho sólo tiene por objeto el restringir la actuación del Estado, para proteger a los individuos frente a sus eventuales excesos, es tener una visión sumamente limitada de la función que las reglas jurídicas juegan en el contexto social moderno. El derecho también sirve para protegernos frente a los demás particulares —algunos de ellos hoy casi tan poderosos como el Estado mismo.
En ese sentido, pensar que la esfera privada por excelencia, la economía, puede estar exenta de ciertas reglas de comportamiento que protejan a los individuos frente a los excesos que en ese ámbito pueden cometer los poderes privados, esto es, pensar que la autocontención y la buena fe pueden imperar en ese contexto, es simple y sencillamente irracional y suicida.
Solamente una visión liberal radical puede suponer que la economía puede funcionar sin reglas predeterminadas y que condicionen la actuación de los actores que se desempeñan en ese ámbito. El problema reside, entonces, en hasta dónde es lícito y conveniente que se regule esa actividad social. Como sabemos, en la última década y media han venido prevaleciendo las tesis neoliberales que plantearon una retirada casi absoluta del Estado (entiéndase de la política y del derecho) de la esfera económica.
Los resultados de esa apuesta están a la vista de todos; y ante la catástrofe global que esas políticas de dejar las “manos libres” a los actores-poderes que actúan en la economía, es indispensable repensar qué cosa falló en el modelo prevalentemente adoptado. Una clave de lectura para entender lo ocurrido y tratar de poner remedio es entender precisamente el esquema que la democracia constitucional plantea como los códigos para la convivencia pacífica de la sociedad: que la regulación de todos los poderes tiene como objeto la protección de los derechos fundamentales de todos los individuos, incluidos los derechos sociales que pretenden crear condiciones que permitan que todos las personas vean satisfechas sus necesidades e intereses vitales.
Por lo que hace a la economía, lo anterior impone inevitablemente dos cosas, al menos: por un lado, acotar la gran concentración de poder económico de manera que se garantice que las grandes corporaciones no lesionen los derechos de las personas y, por otra parte, revisar del modelo económico, así como regular la actividad económica para procurar una distribución de la riqueza que permita que todos gocen de condiciones de vida dignas en lo fundamental.
No hacer lo anterior nos conducirá, tarde o temprano, por una vía en la que la convivencia pacífica de las sociedades no podrá ser garantizada ni por el derecho ni por la política.
Investigador y profesor de la UNAM

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