6/21/2019

No hay medicamentos, hasta nuevo aviso


MANUEL FUENTES

Un problema de enormes proporciones se ha generado por el cambio de estrategia del nuevo gobierno en el cambio de compra de medicamentos. La resistencia de las grandes corporaciones, los negocios ya hechos por exfuncionarios metidos en el proceso, prestanombres, coyotes y empresas intermediarias están haciendo lo posible para que el proyecto fracase.

Lo más grave es que los rehenes de este proceso son las personas enfermas que requieren con urgencia los medicamentos y estos no llegan por más protestas que se hagan. No hay razones que se entiendan y para ellos, para los derechohabientes, la causa es la ineficiencia gubernamental por la inexperiencia y la reducción presupuestal para operar.

Raquel Buenrostro, titular de la Oficialía Mayor ya se desmarcó y dice que la mala planeación fue del pasado gobierno, que el proceso se inició en el mes de noviembre de 2018 en la última fase del gobierno de Peña Nieto y que el desabasto actual no es culpa del gobierno federal.

Es un enorme reto que tiene el gobierno por la carencia de recursos para distribuir los millones de medicamentos en los diversos estados de la República, en los cientos de farmacias, clínicas y hospitales. En la necesidad de contar con grandes almacenes, con suficiente personal y equipos para su distribución y refrigeración.

Los opositores señalan que el gobierno federal no cuenta con la infraestructura necesaria y que el ahorro que le venden al presidente de la República del 20 al 30% (que serán alrededor de 200 mil millones de pesos) va a resultar más caro que el remedio que se quiere buscar.

Raquel Buenrostro dice que no es una ocurrencia del nuevo gobierno porque ya hay países que lo están implementando. Reconoce que Inglaterra (país del primer mundo) se tardó 10 años y Chile, con 18 millones de habitantes, se tardó 15 años. Vaticina la funcionaria hacendaria que, en México, sin dar más elementos que la duración del sexenio del gobierno en que trabaja, que operará con eficiencia el nuevo sistema en al menos 5 años.

Las grandes corporaciones farmacéuticas saben que el desabasto es parte del negocio; si el medicamento es escaso, el gobierno debe comprar al doble de precio por la presión de las personas, de manera especial las que padecen enfermedades crónico-degenerativas, que, al retrasarse en su entrega, se pone en juego su vida y calidad de salud. También están las personas que requieren medicamentos por diversas enfermedades o las que han sufrido un accidente y que requieren de atención inmediata.

Los trabajadores de las instituciones son los que sufren los reclamos diarios de los pacientes, los altos funcionarios pueden alegar el bien que tendrá el país con esa medida, pero ellos no dan la cara. Hay trabajadores que no sólo reciben insultos sino también hasta agresiones físicas por parte de los derechohabientes que exigen se les entreguen los medicamentos.

Hay personas de la tercera edad, algunos en muletas o en sillas de ruedas que cada día hacen largas filas y están a la espera de la entrega de medicamentos y se encuentra con el mismo letrero:

"No hay medicamentos, hasta nuevo aviso"

Se requiere la formación de una coordinación interinstitucional con facultades de toma de decisiones inmediata en el que participen los responsables de las diversas instituciones médicas para atender los casos más urgentes. No es un tema de política o de ahorro, es un tema de vida o muerte.

No debe permitirse que las grandes ideas de escritorio carezcan de los equilibrios necesarios para quien tiene que hacer frente a las necesidades, en el terreno de la realidad, en la vida diaria de los pacientes para evitar que los problemas que se quieren resolver se agraven en perjuicio de millones de personas que requieren de una respuesta sin ambages por parte del gobierno federal.

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