6/18/2019

Si Trump gana en lo electoral, “ya valimos”: Muñoz Ledo



Al tiempo que la clase política, el sector obrero, el empresariado y hasta líderes religiosos se refocilaban en Tijuana, alrededor de Andrés Manuel López Obrador, ante un aparente triunfo de la diplomacia mexicana frente al gobierno de Donald Trump, el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, se alzó como la voz disidente. Dijo que “es inmoral e inaceptable” el doble rasero entre la frontera norte y la sur. Ahora, en entrevista con Proceso, reafirma sus dichos y se queja de que la administración lopezobradorista reaccionó a un tuit y ahora le apuesta a un improbable desarrollo de Centroamérica que, sostiene, no le importa a Estados Unidos.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Reedición de formas y ambientación, el acto en Tijuana del sábado 8 fue una concentración masiva que convocó a la “unidad nacional” en torno al presidente en turno… pero esta vez la discrepancia surgió desde dentro del partido convocante, cuando el líder camaral, Porfirio Muñoz Ledo, señaló lo que nadie se atrevía a decir desde las filas de la Cuarta Transformación: se le está haciendo un favor a Estados Unidos a costa de los migrantes.
Una semana después Muñoz Ledo se dice satisfecho de la información dada a conocer sobre las negociaciones en Washington que realizó una “misión diplomática” a cargo del canciller Marcelo Ebrard.
Aunque su crítica tiene matices se mantiene en lo dicho –en entrevista la tarde del viernes 14–, entre otros motivos por haberse iniciado el proceso respondiendo a un tuit; por apostar al desarrollo de Centroamérica cuando, en los hechos, las experiencias han sido largas y fallidas, y porque hay que ser más duros y hacer valer instrumentos jurídicos internacionales, acudir a foros de relevancia global, diversificar las negociaciones comerciales con otros países y preparar el terreno para aguantar.
El sábado 8 en Tijuana, el presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados expuso: “En mi criterio es inmoral e inaceptable; es el doble rasero entre la frontera norte y la del sur. Por una parte exigimos que nos abran las puertas, y por el otro lado, sellamos el paso de los centroamericanos para hacerle un favor a los Estados Unidos”.
Con el compromiso de frenar el flujo migratorio en 45 días, a cambio de que Estados Unidos no impusiera aranceles a partir del lunes 10, la serie de acuerdos alcanzados por la misión diplomática en Washington el viernes 7 se perfiló desde su anuncio como un triunfo diplomático para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
El acto en Tijuana, originalmente planteado para llamar la atención estadunidense, se convirtió en convocatoria a la unidad y una expresión de fraternidad con un talante festivo. Con el respaldado de la CTM y la CROC, los dirigentes empresariales y líderes religiosos, legisladores, gobernadores y representantes de los Poderes, entre ellos el veterano opositor que preside hoy la Cámara de Diputados, fue éste quien confrontó la narrativa oficial:
“No podemos aceptar que la migración sea una palabra maldita. La migración es un derecho humano que debe ser respetado. Así lo consagran todas nuestras Constituciones, desde la de Morelos, y todos los tratados internacionales sobre la materia.”
Durante una semana las declaraciones de Muñoz Ledo abundaron al respecto, reclamaron invasión de competencias de Relaciones Exteriores sobre Gobernación y la falta de cuidado respecto del papel que debe jugar el Senado en la aprobación de acuerdos internacionales cuya naturaleza jurídica no es clara.
Ya para el viernes 14, durante la comparecencia del canciller Marcelo Ebrard y la secretaria de Economía, Graciela Márquez Colín, ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, los cuestionamientos se refirieron a los acuerdos asumidos durante la misión diplomática, luego de que el presidente estadunidense Donald Trump informara sobre negociaciones distintas a lo planteado por Ebrard el lunes 10 y el martes 11 en las conferencias de prensa matutinas en Palacio Nacional.
Al finalizar el encuentro Muñoz Ledo se dijo satisfecho, pues consideró que todo lo acordado fue transparente; aunque reconoce aciertos, esfuerzo y las presiones estadunidenses, es más realista que en la narrativa presidencial que confía en poder concretar el desarrollo de Centroamérica para frenar el flujo migratorio en 45 días.
Para Muñoz Ledo esas seis semanas son sólo la oportunidad de “ajustar los tonos del acuerdo”.
La propuesta del diputado es un cambio de política exterior y, en definitiva, expresa: “No hago buenos augurios todavía. Con ese señor (Trump) no se sabe qué puede pasar. Y lo que más me preocupa es la obsesión de este tipo de sólo meterse con México. Se metió contra Corea del Norte por la cosa nuclear, con Irán por lo mismo y ya se le olvidó. No la trae sino con un solo país en el mundo –esto es increíble: con su país vecino. Hay algo ahí insano, de insania mental; algo le pasó en su juventud o es un abusivo, pero México tiene un problema que no ha resuelto”.
Del tuit a los hechos
La tarde del viernes 14 Muñoz Ledo salía del salón de sesiones del Senado. Momentos antes fue celebrado al finalizar su intervención durante la comparecencia de Ebrard y Márquez. Un enjambre de personas lo rodea por los pasillos. Por estos días, opositor dentro de la oficialidad de la Cuarta Transformación, parece una celebridad.
En días previos mantuvo como exigencia que se transparentaran todos los acuerdos y se aclarara aquello que pudiera invadir competencias del Senado. Ahora se dice satisfecho con la explicación del canciller.
–¿Cómo evalúa la misión que encabezó Ebrard? –se le pregunta.
–De una sola visita no sé. Ni sé exactamente qué hizo esa vez ni otras veces. En algunas le habrá ido mejor, en otras menos bien. Creo que nuestra embajadora (Martha Bárcena) está muy bien, pero la presión es brutal. Ahora es un chantaje. Yo les decía: “Vayan al G20 y ahí suelten el tema”. Tenemos que ser un poquito más agresivos ahora, porque si no… Ahora sí, no habría qué hacer”.
Una posición de “viejo diplomático” lo orienta hacia el origen del diferendo, que fueron los mensajes en Twitter de Trump anunciando la imposición de aranceles a productos mexicanos:
“Yo nunca hubiera contestado un tuit. Le hubiera mandado una nota diplomática al Departamento de Estado diciéndole: ‘Por favor, dígame por la vía diplomática qué es lo que quiere decir su jefe’. Cuando menos se podría haber logrado otro tono. Pero yo hablo como antiguo diplomático y manteníamos otras maneras de hacer las cosas.”
Para Muñoz Ledo la migración es un asunto histórico en el que México se ha destacado en la dinámica internacional. Lo ha repetido desde el discurso de Tijuana: es un tema fundacional que se consignó desde la Constitución de Apatzingán, y a partir de ahí hace un balance sobre el principio constitucional y consignado en tratados internacionales.
La cuestión es obligada: el legislador ha puesto sobre la mesa aspectos de soberanía, competencias, facultades y principios republicanos en aspectos concretos desde el discurso de Tijuana.
“El tema de la soberanía es de tipo más general. Es el marco general, capacidad de un pueblo para elegir a sus gobernantes o tomar decisiones nacionales… pero se ejerce la soberanía si se puede ejercer. Entonces todo son condicionantes para que se ejerza. El objetivo último, el techo alto, es la soberanía, claro. Si no podemos hacer nada de lo que podemos, estamos contra la pared, es muy difícil hablar de soberanía.”
Para el entrevistado, el diferendo con Estados Unidos puede tardar mucho en resolverse. Y en específico se refiere –cuidadoso de no mencionar directamente en toda la entrevista al presidente López Obrador– a la creación de programas de desarrollo para Centroamérica con el objetivo de frenar la migración atendiendo la pobreza.
“Claro que la tesis mexicana es que haya desarrollo en el triángulo centroamericano (Guatemala, El Salvador y Honduras), pero eso tarda mucho tiempo. Los tres, Estados Unidos y México, haciendo inversiones. Pero eso no les interesa.
“Los americanos no han probado que le interese y es un plan de largo plazo: ahí está el Plan Puebla Panamá, que era eso mismo; la Comunidad Centroamericana y del Caribe; la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte… el problema es que todas esas cosas no han funcionado en la práctica y que cada día la extorsión (de Trump) es más delicada.”
El plazo establecido por la administración de Trump para que México frene los flujos migratorios es de 45 días, según se dio a conocer desde el sábado 8, y el presidente López Obrador ha dicho que en ese tiempo mostrará que es posible lograr algo.
–¿No serán suficientes los 45 días? –se le plantea a Muñoz Ledo.
–Estos 45 días son para cambiar los tonos del acuerdo, para ajustar los tonos del acuerdo.
Para el legislador el debate no ha concluido, el debate comenzó apenas el viernes 14, cuando al fin la Cancillería transparentó la información sobre lo acordado en Washington.
El desafío
Muñoz Ledo ha transitado seis décadas en el sistema político mexicano. Lo hizo como secretario de Estado en los setenta, como diplomático con tres presidentes y como opositor en el proceso de apertura democrática a partir de 1988. Sus discrepancias con Miguel de la Madrid y luego con Vicente Fox fueron ampliamente documentadas.
Hoy discrepa del discurso presidencial: “Tengo mi opinión. Yo traté de dar mis ideas, dije cosas muy fuertes y sí he sido escuchado. Desde el día que hablé en Tijuana han pasado muchas cosas y pienso que sirvió para agilizar la apertura de los acuerdos (de Washington)”.
–¿Tiene consecuencias?
–Nadie me ha molestado, nadie me ha llamado para decirme algo.
Añade: “La relación es buena con Marcelo Ebrard. Él pidió venir a verme antes de entrar a la sesión (del viernes 14 en el Senado). Platicamos un buen rato y aclaramos”.
El diputado es persistente. Era necesario transparentar la información sobre la negociación en Washington y, a partir de eso, iniciar un debate que se nutra con total apertura sobre lo que el gobierno negocie.
“Hoy ya tenemos los pelos en la mano. Faltará un papelito u otro. Hay documentos que yo no conocía y ya aclaramos qué es acuerdo, qué no es acuerdo, qué son documentos entre abogados y ya… era necesario porque hemos tenido noticias muy dispares.”
–¿Ya es clara la competencia?
–Sí. Es un primer paso, pero es muy importante para nosotros.
Agrega: “El fast track es el sistema según el cual, cuando se inicia una negociación por el Ejecutivo, se incorpora al Senado para que, cuando termine, los senadores aprueben automáticamente. Eso es un poco lo que propuso Marcelo: incorporar desde ahora a los senadores.
“Eso no se podía antes en México porque no había pluralismo. Yo lo propuse cuando el Tratado de Libre Comercio con América del Norte y recuerdo un chiste que me hicieron: aquí no hay fast track, hay finger track: Dedazo. Hay una evolución de las instituciones en el país.”
Afirma que su idea es contribuir sin enfrentarse, con preguntas pertinentes: el papel de la Guardia Nacional tapando la frontera sur y tomar como guía el Tratado de Marrakech sobre migración segura, regular y ordenada que, sin ser vinculante, es un camino.
El peor diferendo
Muñoz Ledo comenta que México tuvo un papel protagónico en el tema migratorio durante décadas en el ámbito internacional y quizás fue el país más activo al respecto en las Naciones Unidas.
“México es un país con un expertise y un conocimiento del tema migratorio desde hace mucho tiempo. Era absurdo que nos echáramos para atrás (con la presión de Trump)”, dice.
Y ante lo que califica como un “chantaje”, plantea: “¿Qué podemos hacer? ¿Vamos a estar contra la pared toda la vida? ¿Vamos a ser esclavos por generaciones? Yo creo que esto debe orillar al gobierno de México a una nueva política; puede ser costosísimo, pero ¡no vamos a ser esclavos!”.
Se trata, en su perspectiva, de ver qué se está hablando con otras naciones como Rusia o China, país éste que ha propuesto acuerdos a México. Además recuerda que hay convenios comerciales con 42 naciones –aunque algunos sin estrategia, como en el caso de la Unión Europea–, así como cláusulas expresas de la OEA que prohíben presiones como las ejercidas por Trump.
“Lo que no podemos hacer es agacharnos. Es lo único que yo dije. Y tenemos que pelear con todo. Nosotros podemos argumentar que no puede frenarse el flujo migratorio porque sería inconstitucional. México tiene que estar en una posición de combate, no de pleito.
“Es jugársela más fuerte. Si este cuate gana la elección después de volvernos a asustar, pues ya valimos, como dicen los muchachos. Entonces tenemos que tratar de cambiar, si no la correlación de fuerzas, sí los apoyos internacionales. Hay que iniciar una defensa sistemática del país, sin temores, con sobriedad, ganándose a la opinión pública.”
El entrevistado se dice menos pesimista en materia económica y ante la amenaza de los aranceles:
“Ciertamente los aranceles los suben allá. Pero eso encarece el producto para los americanos, sobre todo lo automotriz y autopartes. Entonces encarecemos el producto allá; va contra el consumidor. Y bueno, llegará un momento en el que al ir subiendo, entonces sí perdemos competitividad. Yo creo que hay un tramo más o menos largo para esto y no me avengo a pensar que no hay una solución económica para México.
“Hemos hablado 40 años de diversificación. ¿Dónde está la relación estratégica con Europa? Tenemos a China, que nos ha ofrecido acuerdos. Podrá ser muy difícil pero no creo que estemos tan mancos; y, sobre todo si no paramos a este cuate, no sabemos a dónde vamos a parar nosotros.”
Esta entrevista se publicó el 16 de junio de 2019 en la edición 2224 de la revista Proceso.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario