4/01/2023

La internacionalización de las guerras de género


Nuria Alabao

Diversos actores laicos y religiosos han encontrado la manera de vincularse internacionalmente y establecer redes de colaboración a partir de políticas sexuales conservadoras. El objetivo final: conseguir poder y recursos para apuntalar al orden de desigualdad existente.



Ilustración adaptada de la portada de ‘Odios’, de Emma Gascó.

En 2022 se celebró en México una nueva edición del Congreso Mundial de las Familias –CMF–. Su lema fue “Acompañando a las familias en un mundo desafiante”, que captura bien el marco ultra: ante las indeterminaciones de un mundo en crisis, ofrecen una férrea guía moral anclada en un pasado idealizado. De hecho, cuando oigamos hablar de “defender a la familia” –natural– tenemos que encender las alarmas, lo más probable es que estemos frente a ideologías conservadoras o fundamentalistas. Este es su reino. Detrás de esta palabrería encontraremos un impulso a leyes que criminalizan a las personas LGBTIQ o sus derechos y a “guerreros y guerreras culturales” dedicados a luchar contra los derechos sexuales y reproductivos –en particular contra el aborto–; la igualdad de género, la educación sexual, la legislación contra la violencia contra las mujeres, la libertad sexual y los derechos trans, entre otros. De hecho, detrás de este congreso se encuentra una de las principales organizaciones ultraconservadoras del mundo –la Organización Internacional para la Familia, IOF, de origen estadounidense pero con financiación internacional– cuyas reuniones son fundamentales para la coordinación discursiva, financiera y política de los ultras de todo el planeta.

Hoy las guerras del género se han globalizado y son impulsadas por un poderoso movimiento social, político y religioso de carácter transnacional. Algunos de estos agentes pondrán el acento en la parte más comunicativa o performativa de estas guerras culturales destinadas a refractar malestares sociales o a desviar debates que puedan perjudicar a sus apuestas políticas en momentos puntuales, sobre todo cuando están en gobiernos –como en el caso de Hungría o Polonia–. Esto es posible gracias al extraordinario poder de movilización que tienen las cuestiones sexuales o aquellas que desestabilizan el orden de género. Otros se centrarán en hacer retroceder derechos o impedir su avance. Sea como sea, no hay que olvidar su principal trasfondo: la búsqueda de poder político. Lo que es cierto, es que todos ellos han encontrado en las cuestiones de género una manera de vincularse internacionalmente que potencia su acción política. Que el concepto de guerra cultural no nos despiste: pese al su posible uso táctico, defender el orden de género tradicional no tiene una función únicamente instrumental, sirve para apuntalar el actual régimen de desigualdad atravesado por jerarquías de raza, género y clase.


Si quieres leer esta entrevista puedes comprar el monográfico de Odios de Pikara Magazine.
Los contenidos de la web son y seguirán siendo gratis. Todos lo que publicamos en papel, como este reportaje, se liberan pasado al menos un año desde su lanzamiento. Pero necesitamos que quien pueda pagar, pague para que podamos seguir haciendo periodismo feminista. También te puedes suscribir para apoyarnos de forma más estable.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario